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Sunday, February 11, 2018

Libro IV - Capítulo V: CINCUENTA SOMBRAS DE GREY - CHRISTIAN Y ANASTASIA


Capítulo V
Regresando a casa

Traducido y editado por María Teresa Camp Gozalbo


   
Taylor entra al estacionamiento de Escala y para la SUV frente a los elevadores y nos deja ahí para evitar a los fotógrafos y reporteros. Saco a Anastasia de la SUV. Mis brazos aún envolviendo su cintura, la conduzco al elevador que está abierto.

Una vez en el elevador, le pregunto—, ¿contenta de estar en casa?

— Sí, —dice en tono susurrante. Mira alrededor del elevador. Nadie de nosotros ha estado en casa desde el jueves. La última vez que estuve aquí fue el martes en la mañana antes que Anastasia despertara. Pero, estando finalmente en nuestro ambiente, habiendo alejado el peligro, lo secuestros, dejando atrás la estancia en el hospital, Anastasia inexorablemente tiene una crisis nerviosa. Empieza a temblar violentamente.

— Hey, —digo envolviendo mis brazos a su alrededor mientras la atraigo más cerca—. Estás en casa. Estás a salvo, —susurro una y otra vez para hacerla entender que el peligro ha pasado. Beso su cabello.

— Oh, Christian, —empieza a sollozar. El dique se rompe y llora en mi pecho.

— Ahora silencio, —susurro acunando su cabeza. Casi perdí a mi esposa, a mi bebé y a mi familia. La única mujer que significa algo para mí, y su tristeza inmediatamente saca al marido protector; preocupado por su bienestar y la venganza en la misma medida, se gestan en mi interior. Es difícil para mí verla rota de esta forma y no estar furiosa por los que le infligieron ese dolor, el casi irreparable daño. Continúa llorando en mi pecho. La puerta del elevador suena cuando se abre y la levanto del suelo y la cargo al vestíbulo. Envuelve sus brazos alrededor de mi cuello y sigue sollozando silenciosamente. Atravieso nuestra recámara y la llevo al baño y la siento en una silla—. ¿Baño? —Pregunto. Su cabeza dice ‘No’ casi violentamente—. ¿Ducha? —Pregunto con creciente preocupación y miedo. Menea la cabeza. Abro la ducha y Ana comienza a sollozar entre sus manos. El agua saliendo de la ducha imita sus emociones. Soy el hombre que solía estar en control, y resolver los problemas inmediatamente. Viendo a mi esposa golpeada, herida, habiendo estado casi al borde de la muerte, perdido tanto peso en dos días, y emocionalmente angustiada quizás por mucho tiempo, me mata. Prometí mantenerla a salvo, protegerla, cuidarla y fallé—. Hey, —digo en un sonsonete. Me arrodillo frente a ella y gentilmente quito sus manos de su cara; ahuecando sus mejillas cubiertas de lágrimas consolándola. Me mira, sus ojos perplejos como perdidos pero tratando de enfocarlos. Parpadea para contener sus lágrimas.

— Lo siento Christian. Lo siento por todo. Por preocuparte, por arriesgar todo…. Y por las cosas que dije, —dice y llora más.

— Silencio nena, por favor, —canturreo besando su frente—. Lo siento también. Se necesitan dos para bailar tango, Ana, —digo sonriendo. No creí que imitaría a mi madre—. Bueno, eso es lo que mamá siempre dice. Dije e hice cosas de las cuales no estoy orgulloso, —murmuro con contrición y remordimiento—. Vamos a desvestirte, —murmuro en voz suave. Me mira con sus enrojecidos ojos azules abiertos, y limpia su nariz con el dorso de su mano. Beso su frente nuevamente, la levanto y le quito la ropa rápidamente. Pero tiro de su playera por su cabeza con sumo cuidado, porque no sé que tan lastimada siente la cabeza. Me quito la ropa a la velocidad de la luz y tomando su mano, la meto a la ducha bajo la cascada de agua caliente. Acerco a Anastasia a mis brazos, y la sostengo por largo tiempo mientras el agua lava la mugre, la pena y los problemas de los últimos días que se sintieron como años. Abrazándola de esta manera cuando creí que me abandonaba y después creyendo que había muerto cuando la encontré, es tanto tranquilizante como surrealista. La preocupación en el hospital ante la posibilidad de que no despertara o se recuperara, casi me mató por la angustia. Estás más que agradecido por tenerla en mis brazos ahora. Estamos en nuestro hogar. Saber que hay gente que quiere y desea hacerme daño y a las personas que amo sin pensarlo un segundo por el solo hecho de hacerse de mis millones o tratar de vengarse, constriñe mi corazón y me da la ferviente determinación de proteger a quienes amo, feroz y violentamente si es necesario.

Anastasia llora en mi pecho, silenciosamente, con sollozos de su corazón desgarrado, hasta que se queda sin lágrimas. La abrazo y beso su cabeza mientras deja salir todos sus temores, preocupaciones y estrés y permite que el agua se los lleve. La balanceo suavemente con ritmo suave, abrazando su piel contra la mía, su mejilla frotándose contra el vello de mi pecho. Todo lo que quiero hacer es protegerla, amarla y mantenerla a salvo. Finalmente deja de llorar y da un paso atrás.

Heavy in your arms - Florence & The Machine

— ¿Mejor? —Pregunto con cautela y mueve la cabeza—. Bien. Permíteme mirarte. —Digo queriendo revisar sus heridas. Me mira sin ver pero tomo su mano y examino su brazo, tomo nota de los hematomas en su hombro, cortadas y raspaduras en su codo y muñeca. Cada una rompe mi corazón. Jack Hyde le pegó a mi esposa, la pateó en el concreto por mi odio hacia mí, porque quería tenerla y ella se negó. Beso todas y cada una de sus heridas como si mis besos pudieran hacerla sentir mejor; de alguna manera sanarlas. Tomo el paño para baño y el gel del entrepaño y aprieto el gel sobre el paño haciendo espuma—. Voltea, —le pido. Comienzo a hacer espuma sobre su lastimado brazo, su cuello, el hombro su espalda y su otro brazo lastimado. Cuando la volteo de lado, recorro su lado y el gran hematoma donde fue golpeada; la rabia hierve en mí; lista para hacer erupción. Cuando mis dedos pasan por el moretón particularmente morado y azul oscuro, inmediatamente hace gesto de dolor. Puedo ver que el hematoma es grande, extendiéndose sobre sus músculos y costillas. Cierro los ojos como si fuera el herido, y mis labios se cierran en una línea. El aire sisea entre mis dientes. Rabia es lo menos que siento.

— No duele, —murmura para calmarme, pero me es difícil creerlo. Trata de tranquilizarme. Siento una rabia asesina creciendo en mí. Hyde hizo todo esfuerzo posible para secuestrar a mi esposa, y había evidencia suficiente de que no quería permitirles dejar el lugar vivas. Cuando su primer intento falló, hizo un segundo. Si se le hubiera dado otra oportunidad, sé que hubiera hecho otro intento para quitarle la vida. Solo quiero eliminarlo, y al peligro que creó para mi familia. Mis ojos arden como volcanes, peligrosos, buscando los de ella—. Quiero matarlo. Estuve a punto de hacerlo, —murmuro recordando lo cerca que estuve de matarlo. Los oficiales de la policía tuvieron que apuntarme; pero ni eso pudo pararme. Fue solo el saber que mi esposa necesitaba atención médica inmediata y quería estar con ella cuando la estaban atendiendo. Mi respiración se acelera y trato de alejar el recuerdo. Pongo un poco más de gel en el paño y gentil y tiernamente lavo sus costados, sus nalgas y espalda. Luego me hinco ante mi esposa como si me estuviera sometiendo, y lavo sus muslos reverencialmente. Veo su hematoma en la rodilla, oscurecida, notándose dolorosa. Me inclino sobre ella y la beso gentilmente. Luego lavo sus piernas y pies. Anastasia agarra mi húmedo cabello y lo acaricia, sus dedos enredándose entre mis mechones. Con lentitud me levanto. Mientras lo hago paso las manos por sus costillas nuevamente—. Oh, nena, —gruño con voz atormentada. Tengo que distraerme para no saltar fuera de la ducha, ir al hospital y buscar al jodido y terminar con su miserable vida para que no pueda lastimar a otro ser humano nuevamente.


Estoy bien, —me calma. Levanta la cara tomádola entre sus manos, y me jala a sus labios. Dudo. Porque un beso no es solamente un beso para nosotros… Solo un simple toque en sus labios nos excita. No puedo hacer eso porque está herida. Sus labios se moldean en los míos aunque siempre llenos de necesidad y deseo y empieza a besarme apasionadamente a pesar de mis dudas. Su lengua fuerza su entrada en mi boca y estoy perdido. Mi lengua encuentra la suya, acariciádola gentil pero con golpes sensuales, reaccionando sola en su boca. Y mi polla se remueve, creciendo y presionándose contra su cuerpo. ¡Oh, carajos! ¡No puedo hacer eso!

— No, —murmuro contra sus labios, y la empujo—. Vamos a limpiarte. —Hace un puchero, enojada conmigo por romper la conexión entre nosotros después de ver lo serio que estoy por eso. No quiero ponerla en peligro por tener sexo con ella. No he tenido a mi esposa por días, y no quiero perder el control. Aun siendo muy cuidadoso podría lastimarle sus músculos amoratados y sus costillas lastimadas. Está loca; incluso divertida. Poniendo sus manos en las caderas, me mira enojada como un niño a quien se le dice que no puede comer dulces, su reaccion me hace sonreír. La beso brevemente, pero rompo nuestra conexión para no excitarla más—. Limpia… no sucia, —aclaro.

— Me gusta sucia, —responde.


— A mí también, señora Grey; pero no ahora, no aquí, —digo. Sin darle oportunidad que diga otra palabra, tomo el champú, apretando pongo un poco en la palma de mi mano; agarro su cabello y comienzo a lavarlo. Sabe lo que quiero decir, y finalmente cerrando los ojos, se deja frotar gentilmente con mis dedos, relajándose bajo el agua. Después de haber masajeado totalmente su cuero cabelludo, dejo que el agua caliente escurra por su cabello y su espalda al desagüe. Una vez que la he lavado completamente, empiezo a lavar mi cabello y cuerpo. Quiere lavarme. Se lo permito porque anhelo su tacto de cualquier forma posible. Pero cuando su mano se detiene en mi polla, su mano enjabonada subiendo y bajando, tratando de bombearme, me provoca una gran erección, tengo que quitarle la mano y soportar el deseo reprimido acompañado por la erección pulsante y dolorosa.

Cuando salimos de la ducha, de alguna manera se ve más feliz, energizada y relajada. La envuelvo en una gran toalla afelpada y envuelvo otra alrededor de mis caderas. Anastasia empeza a secar su cabello mientras seco el mío.

— Aún no entiendo porque Elizabeth estaba involucrada con Jack, —murmura confundida.

— Yo sí lo sé, —respondo oscuramente recordando el toque que el jodido le hizo a Ana. Está completamente sorprendida, y me mira. Cuando me ve secándome el cabello, mi pecho y hombros están todavía mojados brillando por el agua, está haciendo un visible esfuerzo para ocultar sus pensamientos. Me mira como si fuera algo para comerse; su mirada nunca deja mi cuerpo. Estoy increíblemente tentado, con su mirada dirigida directamente a mi polla, mi incipiente controlada erección creciendo nuevamente—. ¿Disfrutando de la vista? —Pregunto.

— ¿Cómo lo sabes? —Pregunta tratando de ignorar el hecho de que la sorprendí observando. Aunque no hubiera visto su mirada, mi cuerpo tiene una conexión directa. Cuándo estamos cerca uno del otro, siento su presencia, su mirada, su humor.

— ¿Qué estás disfrutando la vista? —La provoco.

— No, —refunfuña cambiando el tema—. Sobre Elizabeth.

— El detective Clark tenía la pista. —Levanta las cejas en su usual forma de pedir que le diga más—. Hyde tenía videos. Videos de todas ellas. En varios USBs—. Frunce el ceño completamente conmocionada por esta información—. Videos de él cogiendo con ella y todas sus demás asistentes, —le digo sin darle detalles. Sus ojos se abren entendiendo—. Exactamente. Material de chantaje. Le gusta duro, —digo frunciendo el ceño. Eso es algo como yo. Me gusta duro, y aún tengo imágenes de mis sumisas a pesar que ellas fueron advertidas del cuadro que iba a ser llevado a cabo para la recreación de ambos y al mismo tiempo la prohibición de su exhibición. No es diferente a mí. Inmediatamente estoy enojado y lleno de odio contra mí mismo. He cogido duro, y probado más mierda pervertida de lo que Hyde nunca pudiera haber soñado.

— ¡No! —Me advierte Anastasia.  

Le frunzo el ceño, no entendiendo que quiere advertirme—. ¿No qué? —Pregunto con inquietud y preocupación. ¿Hice algo que la hirió?

— No eres nada parecido a él. —Mis ojos se endurecen. Sabía lo que estaba pensando. Por supuesto que puede. Nos entendemos muy frecuentemente sin palabras—. No lo eres, —dice obstinadamente.

— Estamos cortados por la misma tijera, —murmuro disgustado.

— No, no lo estás, —chasquea. ¿Cómo puede pensar eso? Ambos estamos jodidas desde la infancia. No conozco a mi papá; su papá murió en una bronca en un bar. Mi madre fue una puta adicta al crack, la suya fue alcohólica y adicta a las drogas. Fui un niño adoptado por los Grey, y él estuvo entrando y saliendo de casas de acogida. Tuvo una adolescencia problemática robando autos; bebí de adolescente y peleé con todos los que pude y me expulsaron de tres escuelas en un año. Pude haber terminado en un centro de detención como le pasó a él sino hubiera sido por Elena que enfocó mi atención hacia el sexo y mis padres teniéndome atado corto. ¡Somos la misma mierda!—. Ambos tuvieron pasados problemáticos, y ambos nacieron en Detroit. Eso es todo, Christian, —dice poniendo sus puños en las caderas.

— Ana, tu fe en mí es conmovedora, especialmente a la luz de los pasados pocos días. Sabremos más cuando Welch esté aquí, —digo descartando el tema. No va a cambiar mis puntos de vista sobre esto. Estoy disgustando conmigo mismo; la forma en qué me porté y haber distanciado a mi esposa de mí por mi propio alarmante comportamiento; soy responsable de que haya estado secuestrada por Hyde porque no confié lo suficiente para hacerle las preguntas correctas estando en el banco. Tengo suerte de que esté viva y conmigo hoy.

— Christian… —Comienza y la corto con un beso.

— Suficiente, —respiro en sus labios. Estoy esperando que me siga fastidiando más, pero no lo hace. Para con un puchero—.   No hagas pucheros, —digo—. Ven, déjame secarte el cabello. —Cuando está vestida con pantalón de chándal y playera, la siento entre mis piernas para tener acceso a todo su cabello y efectivamente manteniéndola quieta. Secando su cabello y teniendo esta cercanía con ella, nos relaja a ambos. Una vez que apago la secadora, la llevo a la cama, la siento frento a mí y comienzo a peinarla con un cepillo.

— ¿Así que Clark no te dijo nada más cuando yo estaba inconsciente? —Pregunta.

— No que recuerde.

— Oí algunas de sus conversaciones, —replica. ¿Qué conversaciones oyó? Mi mano con el cepillo se para en su cabello. ¿Qué oyó? ¿Cuánto oyó?

— ¿Ah, sí? —Pruebo despreocupadamente.

— Sí. A papá, al tuyo, al detective Clark… a tu mamá, —dice. Oyó a todos.

— ¿Y a Kate?

— ¿Estuvo Kate allí? —Pregunta.

— Brevemente, sí. También está enojada contigo, —le digo.

Inmediatamente se voltea en mi regazo—. Para con el ‘todos están enojados con la mierda de Ana’, ¿de acuerdo? —Chasquea.

— Solamente diciéndote la verdad, —murmuro perplejo por su súbito arrebato.

— Sí, fue imprudente, pero sabes, tu hermana estaba en peligro, —dice.

Recordando lo cerca que ambas estuvieron de morir hace que mi cara caiga nuevamente—. Sí, lo estaba. —Digo levantando su mentón—. Gracias, —digo y veo el impacto en su cara por mi gratitud hacia ella—. Pero no más temeridades. Porque la próxima vez, te sacaré la mierda nalgueándote, —amenazándola con nada más que la verdad en mi tono.

Da un soplido—. ¡No serías capaz!

— Claro que sí, —digo en tono serio. Me toma cara y ve mi determinación de hierro—. Tengo el permiso de tu padrastro. —Sonrío. Trata de ver si estoy bromeando. Se lanza sobre mí, giro para que caiga en la cama y justo a mis brazos. Esto podría habernos llevado a actos más sucios, pero se estremece de dolor. Verla retorciéndose de dolor me pone pálido—. ¡Compórtate! —La censuro enojado; tanto con ella como conmigo por ceder.

— Lo siento, —murmura, y me acaricia la mejilla con su mano.

Su tacto significa mucho para mí, y la froto con mi nariz, besándole la mano con delicadeza—. Honestamente Ana, no tienes ninguna preocupación por tu seguridad. Tiro de la orilla de su playera y pongo mis dedos en su vientre, donde está nuestro bebé. Anastasia para de respirar—. Y ya no eres solo tú, —susurro mientras mis dedos se deslizan por su cinturilla y debajo por su piel. La maravilla es que mi hijo, nuestro bebé, que hicimos juntos está creciendo dentro de mi esposa. Pero justo en ese momento siento a Anastasia jadeando de deseo y su cuerpo excitándose, su cara se pone roja de lujuria. Me tenso inmediatamente, y paro de mover los dedos y la miro. Deliberadamente quito los dedos de su vientre y solo toco un mechón de su cabello—. No, —susurro. No hay nada más que deseo de tener a mi mujer, hacer el amor, y hundirme profundamente en ella por días; pero no podemos. No sin lastimarla, y eso es algo que no haré.


Me mira con desilusión, deseo intenso, lujuria, todo en un solo paquete.

— No me mires así. He visto las heridas. Y la respuesta es no, —digo con voz firme y determinante. Mientras le beso la frente, se retuerce debajo de mí.

— Christian, —gimotea.

— No, métete a la cama, —digo sentándome.

— ¿Cama?

— Necesitas descansar.

— Te necesito a ti.

Me sorprende y tengo que hacer uso de todo mi auto control para separarme de ella. Cierro los ojos y sacudo la cabeza, tratando de ignorar mis deseos para evitar ceder a su voluntad. Cuando finalmente recupero el control, me decido por su seguridad antes que su deseo por mí, me las arreglo para abrir los ojos y decididamente digo—, solo haz lo que te digo, Ana.

Finalmente niega con la cabeza, aunque a regañadientes—. Bueno, —dice con una mueca como si fuera una nena, haciéndome reír ruidosamente.

— Voy a calentar algo. La señora Jones está ocupada.

— Christian, yo lo haré. Estoy bien. Jeez, quiero sexo por lo tanto puedo cocinar, —dice y se sienta torpemente y con dificultad. Pero puedo ver el dolor en sus ojos mientras trata de ocultarlo.

— ¡A la cama! —Ordeno señalando la almohada, con mis ojos brillando.

— Ven conmigo, —murmura tratando de convencerme.

— Ana, métete a la cama. ¡Ahora! —Le ordeno nuevamente. Me mira entrecerrando los ojos y entonces frunce el ceño. Poniéndose de pie, se quita bruscamente los pantalones de chándal y los tira al suelo, arreglándoselas para no quitarme la mirada de encima todo el tiempo. Trato de no sonreír por sus payasadas, pero es difícil no hacerlo. Jalo la manta para hacerla entrar—. Oíste a la doctora Singh. Dijo que dencansaras, —le recuerdo en voz más suave. Se mete a la cama y cruza los brazos en señal de desesperación—. Quédate, —le ordeno una vez más, consiguiendo que finalmente haga lo que le he ordenado. Frunce el ceño con más profundidad.
Voy a la cocina y caliento el estofado de pollo que la señora Jones preparó. Dispongo dos charolas; una para Ana y otra para mí. Llevando la comida a la cama, siento a Anastasia en la cama y así puede disfrutar su alimento. Me siento en la cama con las piernas cruzadas y como con ella.

— Eso estuvo muy bien calentado, —sonríe satisfecha, y le correspondo. Cuando se termina toda la comida, se ve llena y lista para dormir.

— Te ves cansada, —le digo y le retiro la charola.

— Lo estoy, —dice bostezando.

— Bien, a dormir, —le digo besándola—. Tengo trabajo pendiente que debo atender. Lo haré aquí si estás de acuerdo.

Sacude la cabeza, pero incapaz de mantener los ojos abiertos, los cierra.

Me llevo las charolas a la cocina, enjuagándolas, dejando los platos en el fregadero. Luego tomo mi laptop y regreso a nuestra habitación y me siento de mi lado de la cama para trabajar. Me pongo a revisar la buena cantidad de correos que tengo pendientes. Ros y Warren están en Taiwan para firmar los documentos e inspeccionar el astillero. Ella dice que todo va bien y que regresarán hoy. Reviso los documentos y sus anotaciones. ¡Dios! Hay cientos de correos acumulados. Los escojo por categorías y me voy sobre los más importantes. My BlackBerry vibra con un mensaje de texto. Es un mensaje de Taylor:

*Welch está aquí para verlo.*

Esta es la temida reunión, pero una por la que debo pasar para saber cual es la conexión entre Hyde y yo. Me dará un mejor entendimiento del porqué el jodido está obsesionado conmigo. Le contesto:

*Llévalo a mi estudio. Voy para allá.*

Cuándo llego al estudio, Welch está sentado y un sospechoso gran sobre de papel manila sobre mi escritorio esperándome. Se levanta para saludarme y Taylor está esperando con las manos a la espalda. Llego a mi asiento y le señalo la silla para que se siente—. Háblame de tu viaje, —empiezo la conversación.

— Mi punto de partida fue la búsqueda en su viejo lugar de residencia. Los apartamentos aún están ahí, pero quería ver si sus antiguos ocupantes incluían a Hyde y a su madre en algún punto. Pero allí no había antecedentes de que su camino y el de ellos se hubiera cruzado cuando usted vivía con su madre biológica. Usted no había ido a la escuela ni se había unido a ningún grupo para jugar. No tenía parientes conocidos. Después de confirmar que usted no tenía conexión con Hyde mientras estaba con su madre biológica, busqué alguna otra posible conexión después que fue sacado de la escena de la muerte. Lo que descubrí es interesante. ¿Recuerda el breve tiempo que estuvo en una casa de acogida antes que su adopción fuera finalmente aceptada para los señores Grey? —Pregunta.

— ¿Casa de acogida? ¿Estuve en una casa de acogida? —Le pregunto completamente conmocionado.

— Sí señor. Lo estuvo. Por breve tiempo. Primero quiero presentarle un cuadro general de las circunstancias alrededor de su adopción para ayudarle a entender mejor cómo y porqué estuvo en la casa de acogida, lo que explica mucho mejor cómo usted y Hyde estuvieron en el mismo lugar y al mismo tiempo, —dice.

Inmediatamente soy atención pura, con las cejas levantadas. ¡Estoy en tal estado de conmoción que me podría noquear con una pluma!— ¿Qué? ¿Dices que estuve con él en el mismo lugar y al mismo tiempo?

— Sí señor, así lo dije. Voy a eso, pero necesito explicarle primero como ocurrió eso. De acuerdo a las leyes de adopción vigentes, si una pareja ya ha sido aprobada para adoptar, usualmente no hay período de espera para la adopción dentro del estado de origen del individuo, dado que el niño también es residente de ese estado. Pero las leyes eran diferentes entonces. Creo que es muy importante aclararle las leyes de adopción de 1987, año en que fue adoptado, señor. Por poco podría no haber descubierto eso y casi haber pasado por alto su estadía en la casa de acogida. Porque el año en que fue adoptado, hubo varios cambios en las leyes de adopción. No me fue fácil descubrirlos porque algunos de ellos aplicaban a su caso y otros no, y es increíblemente difícil encontrar información porque los registros no se guardan en un solo lugar, y algunos están disponibles y otros simplemente no existen. Es un gran laberinto pero me puse en contacto con Pella. Me señaló la dirección correcta sobre los cambios en las leyes de adopción, los archivos estatales y los registros de las diferencias agencias de las casas de acogida.

Alex Pella

En el estado de Michigan, si un niño iba a ser adoptado, el pequeño primero debía estar libre de cualquier posible tutor legal y estaba bajo la custodia del estado. Esa es una de las primeras condiciones para la adopción de un niño. Si el futuro padre adoptivo está casado con uno de los padres biológicos y es candidato para la adopción del niño, el padre biológico que es cónyuge de ese posible padre adoptivo primero debía aceptar cortar sus derechos parentales y el niño debía estar completamente bajo la custodia del estado mientras duraba el proceso de adopción. Los derechos del o de la madre biológicos deben haber sido cortados voluntariamente o por el estado al momento de la adopción. Su madre biológica murió y su padre no se encontró en el cuadro. Por ende se convirtió en pupilo del estado. Incluso estando la familia Grey calificada para su adopción, el estado requería buscar lazos de sangre. Si nadie se presentaba, entonces podía ser adoptado. Durante ese proceso el niño a ser adoptado no podía vivir con los posibles padres adoptivos. Así fue como fue colocado en una casa de acogida.

— Bueno, ¿cómo entra Hyde en el cuadro?

— Ese es el otro asunto. Localicé a la familia que lo acogió. Legalmente, los nombres de los menores no pueden hacerse públicos. Aparentemente esas leyes eran mas estrictas en ese entonces. Y los servicios sociales del estado no tienen todos los registros. Los estados trabajaban con muchas casas de acogida. Desafortunadamente, el mantenimiento de sus registros está lamentablemente atrasado. No todos los registros están disponibles y falta mucha información. Los documentos judicales son irrelevantes. De hecho, tuve que revisar todos los registros judiciales para descubrir que estuvo en una casa de acogida. Sin embargo el nombre de la agencia no estaba disponible. Tuve que localizar a una empleada que trabajaba allí en la época de su adopción y me informó sobre las más conocidas agencias de acogida de entonces. En el tercer intento logré obtener el nombre de la agencia y de allí la casa de acogida que lo acogió, —dice solemnemente.

— ¿Quién fue? —Pregunto en un murmullo.

— Janice and Chuck Collier, sus gemelos y su hija adolescente. La familia había acogido niños por años para complementar sus ingresos. Usted no fue el primero al que acogieron, o el último, señor, —dice.

Lo miro impasible, pero que no lo estoy para nada. ¿Cómo me relaciona eso con Hyde?— ¿Y…?

— Vea, porque lo represento pude acceder a sus registros y saber de ellos. Pero legalmente no podemos hacer eso con Hyde, Básicamente estaba en un callejón sin salida hasta que localicé a la familia. Bueno, a la señora Collier para ser exacto. Su marido murió de un ataque cardíaco hace dos años. Ella todavía vive en la misma casa. Fue colocado con los Collier por dos meses y nueve días. Ese es el tiempo que la corte dispone colocar a los niños para localizar a algún pariente que pudiera reclamarlo, y si ninguno se presenta, entonces el proceso de adopción sigue adelante. La señora Collier lo recuerda, —dice.

— ¿En serio? ¿Qué dijo? —Pregunto sorprendido.

— La señora tiene alrededor de 67 años. Ella y su marido acogieron decenas de niños a través de los años, pero lo recuerda a usted. Dijo que tenía cuatro años pero parecía más pequeño; estaba asustado y no hablaba. Lo recuerda desnutrido. Dijo que se sentía seguro con ella y le gustaba sentarse cerca de mientras le leía; pero nunca en su regazo porque lo encontraba raro para un niño de su edad. Trató de mantenerse alejado de su marido. Dijo que tenía un miedo inusual a los adultos hombres. Me contó una historia: aparentemente, a su marido, un exmilitar, le gustaba la puntualidad a la mesa y usted jugaba con un carrito de juguete. Cuándo el señor Collier lo llamó para que fuera a la mesa, se asustó y se escondió bajo el gabinete del fregadero, aferrado a su manta, —dice.

Mis ojos se ensanchan y trago con dificultad—. Sigue…, —Pido. No recuerdo nada de esto. Me está volviendo loco. Recuerdo casi todo mi pasado, pero ni una pizca de recuerdos de ese tiempo.

— Y antes que fuera a vivir con ellos, la familia tenía a otros dos niños en custodia. Uno de los niños fue devuelto a su abuela materna justo un par de días antes que usted fuera puesto a su cuidado, y había otro chico todavía en la casa. Un niño huérfano de nueve años cuya madre fue a prisión por posesión de drogas. Recuerda su primer nombre, pero no el apellido.

— ¿Cuál era su nombre? —Pregunto incapaz de reconocer mi ronca voz.

— Jack. Su nombre era Jack. Dijo que su familia tuvo muchos niños en custodia a través de los años. Podría no haberlo recordado a usted pero, dos cosas se le clavaron de usted: no hablaba y que fue adoptado por una familia rica, lo que la sorprendió.

— ¿Por qué la sorprendió? —Pregunto mosqueado.

— Dijo que le gustaba mucho pero asumió que una muy rica familia como esa podría haber adoptado a un bebé o…, —dice parando y aclarando la garganta.

— ¡Adelante, no trates de endulzármelo, Welch! —Ordeno con mirada llameante.

— …un niño sin necesidades especiales y con menos equipaje, o mejor crianza. Me dijo que no quería decirlo para ser cruel, porque había acogido a muchos niños, pero usted no hablaba, no quería que la gente lo tocara, se encondía ante la presencia de hombres adultos, pero con desesperada necesidad de cuidados. Estaban en el sistema de acogida hasta los dieciocho años, o hasta que un pariente los reclamara que, dijo que eso también era raro. Es por eso que se sintió extremadamente feliz cuando encontró un buen hogar para usted.

— ¿Algo más?

— Sí, tengo un par de fotografías, —dice entregándome dos descoloridas fotografías. La primera es la de una destartalada casita con una extraña puerta amarilla y una ventana de techo. El porche parece desgastado y con la pintura desprendida hasta donde puedo ver, y el patio delantero indescriptible.

Retiro la imagen de la casa y a continuación saco la otra fotografía. Es la imagen de una familia frente a la casa de la puerta amarilla. Los adultos aparentan estar en la mitad de sus cuarentas, marido y mujer aparentemente. El hombre lleva corte de pelo alborotado, grueso y viste ropas desgastadas. El cabello de la mujer es ondulado y rubio; también usa ropa corriente y usada en exceso. Pero ambos parecen contentos. El hombre posa una mano sobre su hija adolescente, de aspecto irritable. Sus hijos gemelos aparentan alrededor de doce años y aparecen contentos y sonrientes.

— ¿Los Collier?

— Sí señor, Chuck y Janice Collier, sus hijos gemelos y su hija adolescente.
Me reconozco en la imagen atrás de un niño pelirrojo. Las fosas nasales se me dilatan y los ojos se me ensanchan. Me miro en la foto por dos largos minutos. Me veo sucio, extremadamente desnutrido, asustado, vestido con ropa desigual, aferrado a una cobijita. Me veo como de dos años, no de cuatro. Me escondo detrás de un niño de cabello rubio rojizo y ceño fruncido que parece tener menos de diez años—. ¿Quién es el otro chico? —Pregunto.

— Ese… —dice significativamente Welch—, …es Jack Hyde.

— ¿Está confirmado?

— Sí señor. Estuvo en el sistema de hogares de acogida hasta que su madre lo reclamó. La señora Collier no recuerda su apellido, pero recuerda su nombre y que era un niño agresivo. Dijo que se volvió hostil con usted después que sus padres adoptivos lo fueran a visitar una semana antes que se llevara a cabo la adopción, —dice y esas declaraciones hacen sonar las alarmas inmediatamente—. Tuve que dar marcha atrás para localizar los registros de las familias de acogida en las que estuvo por largos períodos. Pero esos registros fueron difíciles de encontrar, porque los registros estatales solo tenían una entrada y tuve que recurrir a varios recursos y pagarles a los empleados para obtener acceso a la información. Mientras tanto, volví a la agencia de hogares de acogida que lo colocó a usted con los Collier para cruzar y verificar la información que la señora Collier nos proporcionó y hacer que me permitieran leer los registros durante quince minutos. Ahí estaba. Solo tomé fotografías de los registros porque no me permitieron sacar copias, —dice y empuja el sobre grande hacia mí—. Este archivo contiene información tanto de usted como de Hyde y los coloca en el mismo lugar con la familia Collier, entre el 13 de mayo y el 22 de julio de 1987. Usted y Hyde estuvieron juntos en la misma casa de acogida por dos meses y nueve días. ¡Así es como se conocieron; es de ahí de donde lo conoce! La memoria USB también contiene los videos que grabó cogiendo a sus asistentes y a Elizabeth Morgan, —dice enfatizando.

Lo miro desconcertado y sin palabras por un momento—. ¿Dónde conseguiste eso?

— Digamos que fue un gesto de buena voluntad de la policía local por nuestra ayuda y colaboración adicionales.

— ¿Qué hay de la investigación de la policía local? ¿Has sabido algo más además de esto?

— Les tomará tiempo reconstruir el escenario, señor. Y el maldito aún está en el hospital, pero no habla. Por supuesto, la Morgan está cantando para salvar su culo. Pero quería que usted fuera el primero en tener esta información. ¿Quiere que envíe mis hallazgos a la policía?

— Sí, y también a mis abogados. Quiero asegurarme que ese hijo de puta no vuelva a ver la luz del día jamás. Esto les mostrará que no es un caso aislado de violencia sino que está arraigado en el pasado.

— Sí señor. Le informaré si aparece alguna nueva noticia, —Dice antes de irse. Taylor me mira significativamente antes de conducir a Welch a la salida.

Miro los expediente que trajo Welch y un escalofrío me recorre. Inserto la memoria USB en la computadora y se abren varios archivos. Pulso en cada uno y lo veo cogiendo a diferentes mujeres en los más duros estilos del BDSM. Al cabrón le gusta duro. ¡Mierda! ¡Es cómo yo en más de un sentido! Tomando las dos fotos que Welch trajo, regreso a nuestro dormitario como un zombie.
Anastasia todavía está durmiendo. Me siento en el sillón observando a mi mujer, la única persona que me ancla aquí y ahora.

El hijo de puta de Hyde casi la mata por su odio hacia mí, por no conseguir a quién amo y lo que me pertenece. Estoy conmocionado, mi rostro cadavérico. Me falta un trozo de mi pasado. No recuerdo nada sobre eso. ¡Nada! Ni una sola imagen o un simple recuerdo. ¿Por qué? Recuerdo todo el antes y el después. ¿Por qué no ese período? Observo la fotografía una y otra vez, y aún así todo lo que veo es el rostro de extraños. No los recuerdo. Soy un hombre al que le gusta saber todo; el conocimiento me da control y poder. Sin embargo, no puedo ejercerlo sobre mi propio pasado. Me está volviendo loco. Todavía tengo que hacer la conexión entre lo que Hyde escribió en la nota de rescate y esta información faltante. El hecho de que Hyde sepa algo de mí que desconozco, y que ese hijo de puta ejerza control de mi pasado me está atormentando.

El sol se está poniendo, y el crepúsculo aparece en el cielo de Seattle como una manta. Es la hora mágica. Las luces carmesíes y naranjas del ocaso se filtran levemente en nuestra habitación. Las últimas luces de colores rosas y camesíes del día bailan en la cara de Anastasia. Estoy obsesionado con ella como si sin ella estuviera perdido para siempre.

Se mueve en la cama, retira su brazo de la frente, y parpadea varias veces. Al ver mi rostro atormentado se sienta de inmediato—. ¿Qué pasa? —Pregunta haciendo una mueca.

— Welch acaba de irse, —murmuro.

— ¿Y…? —Pregunta con ansiedad.

— Viví con el cabrón, —me las arreglo para susurrar.

— ¿Vivido? ¿Con Jack? Asiento en respuesta con los ojos muy abiertos, todavía estupefacto—. ¿Tienen algun parentesco?

— No. Buen Dios, no.

Se mueve en la cama, haciéndome lugar, y abre el cobertor, palmeando el espacio junto a ella. Me quito los zapatos e inmediatemente me meto en la cama con ella. Necesito estar cerca de ella. No puedo estar dentro de ella cuando está lastimada de esa manera; pero aún tengo que tener su tacto. La necesito desesperadamente. Envuelvo un brazo alrededor de ella, y me enrollo cerca de ella, poniendo la cabeza en su regazo. Su mano se posa en mi cabello, y empieza a recorrerlo co sus dedos, relajándome. Puedo sentir su mirada penetrante sobre mí—. No lo entiendo, —murmura.

Cierro los ojos e intento recordar el pasado, frunciendo las cejas—. Una vez que me encontraron con la puta adicta, antes de irme a vivir con Carrick y Grace, estuve al cuidado del estado de Michigan. Viví en un hogar de acogida. Pero no puedo recordar nada de esa temporada, —digo todavía atormentado por la falta de recuerdos de ese tiempo.

— ¿Por cuánto tiempo? —Murmura su pregunta.

— Dos mesos más o menos. No me acuerdo.

— ¿Has hablado con tus papás acerco de eso? —Pregunta.

Ni siquiera había pensado preguntarles. No me gusta pedir ayuda a nadie—. No, —respondo simplemente.

—Posiblemente debieras. Quizá pudieran llenar esos recuerdos faltantes.

La abrazo más fuertemente y me enrollo tan cerca de ella como me es posible. Extiendo la mano sosteniendo las fotos—. Aquí, —digo.

Ana se inclina y enciende la lámpara de la mesita de noche para verla mejor.  Silenciosamente observa las fotos por largo tiempo. Finalmente oigo su voz susurrante—: Este eres tú. —Sus ojos llorosos.

Asiento—. Ese soy yo.

— ¿Welch trajo estas fotos?

— Sí, no recuerdo nada de eso, —murmuro en voz plana, insípida y desolada.
— ¿Quieres decir recordar tu estancia con los padres de acogida? ¿Por qué deberías? Christian, fue hace mucho tiempo. ¿Es esto lo que te preocupa?

— Recuerdo otras cosas, de antes y después. Cuando conocí a mis papás. Pero esto… No recuerdo esto. Esto es como un gran abismo.

Su mano acaricia mi cabello una vez más ausentemente, y dejo caer mi cabeza bajo su brazo—. ¿Está Jack en la foto?

Sí, es el niño mayor, —digo cerrando los ojos fuertemente, tratando de centrarme. Tratando de recordar y tratando de olvidar, de sacudir los malos recuerdos. Sostengo a mi esposa con todo lo que tengo, abrazándola como si algo pudiera sacarme de su órbita, y estar perdido para siempre.

— Cuando Jack me llamó para decirme que tenía a Mia, dijo que las cosas hubieran podido ser diferentes, si hubiera sido él.

Cierro los ojos y lanzo mi epitafio—. ¡Ese cabrón! Claro que podría haber sido. Si lo que la señora Collier es correcto sobre lo que dijo acerca de las agresiones de Hyde cuando conocí a mis padres, pudo haber pensado que le había hecho trampa con la familia que pudo haber tenido. Está realmente mal de la cabeza.

— ¿Piensas que hizo todo esto porque los Grey te adoptaron a ti en lugar de a él?

— ¿Quién sabe? —Digo en tono amargo—. Me importa un carajo.

— Posiblemente sabía que nos veíamos cuando fui a la entrevista de trabajo. Quizá pensó en seducirme todo el tiempo, —murmura disgustada. 

— No lo creo, —contesto finalmente con los ojos abiertos—. Las búsquedas que hizo sobre mi familia no empezaron hasta una semana o así, después que empezaste a trabajar en SIP. Barney tiene las fechas exactas. Y Ana, folló a todas sus asistentes y las grabó, —digo apretando más a Anastasia.
Un escalofrío sacude a Ana. Queda en contemplación por un minuto—. Christian, creo que deberías hablar con tus papás, —insiste mientras se mueve en la cama, deslizándose hacia atrás y se encuentra cara a cara conmigo. Su preocupada mirada azul se fija en mis desconcertados ojos. Estoy atormentado porque viví con alguien hace mucho tiempo y esa persona intentó dañarme, a mi familia y a mi empresa una y otra vez. Si me tomó mucho tiempo descubrir este hecho y el vacio en mi mente, la falta de recuerdos con respecto a ese momento son un agujero negro en mi interior.
— Déjame llamarlos, —murmura. Sacudo la cabeza negativamente. No me gusta pedir ayuda a nadie, aun la de mis padres. Aprendí a cuidarme por mí mismo, y lo he hecho toda mi vida—. Por favor, —ruega. La miro, la angustia y vacilación están en cada fibra de mi ser, reflejándose en mi mirada. No se si debería llamar a mis padres. No les he pedido nada por años. Ana es mi roca. Tal vez puedan arrojar alguna luz a ese momento de mi vida.

— Los llamaré, —murmuro.

— Bueno. Podemos ir a verlos juntos, o puedes ir solo. Lo que prefieras, —dijo con suavidad.

No quiero llevarla en coche en su lastimoso estado, o dejarla sola en casa. Si mis padres están disponibles, pueden venir aquí. Pero lo dudo—. No, ellos pueden venir aquí.

— ¿Por qué?

— No quiero que vayas a ninguna parte.

— Christian, estoy lista para viajar en coche.

— ¡No! —Digo firmemente, pero sonriéndole. El viaje pudiera no ser necesario—. De todas maneras, es sábado por la noche, probablemente estén en alguna función. —Participan en muchas obras de caridad y asisten a reuniones sociales con sus amigos y colegas.

— ¡Llámalos! —Insiste—. Estas noticias obviamente te han caído mal. Problablemente puedan arrojar alguna luz, —dice. Entonces voltea la cabeza y mira el despertador. Dice que son las 6:45pm. Miro a mi mujer impávidamente por un momento, observándola. Solo hay amor y preocupación por mí en su cara. No quiero añadir más preocupación a su ya llena mente. También está embarazada. El estrés puede no ser bueno ni para ella ni para nuestro bebé.

— De acuerdo, —accedo. Me siento, y tomo el teléfono inalámbrico de la mesita de noche. Mientras, Anastasia envuelve su brazo a mi alrededor y apoya la cabeza en mi pecho, tomo una profunda inhalación y marco el teléfono de la casa de mis padres.

— Residencia Grey, —contesta mi padre.

— ¿Papá? —Pregunto completamente sorprendido de encontrarlo en casa. Los he llamado esperanzado en que no estuvieran ahí.

— ¡Hola Christian! ¿Cómo está Ana? ¿Están de regreso del hospital? —Pregunta preocupado.

— Ana está bien. Ahora estamos en casa, —digo y tomo otra débil inhalación Welch acaba de irse. Encontró la conexión…

— ¿Conexión? ¿Con Hyde?

— Sí. La casa de acogida en Detroit.

— ¡Oh! ¡Había olvidado eso totalmente! —Entonces habla con alguien en un grito contenido—. Es Christian, querida. Encontró la conexión con Hyde… —entonces contesta la pregunta de mamá—. La casa de acogica en Detroit… Sí, también estoy sorprendido, —dice.

— No recuerdo nada de eso, —digo en apenas voz audible. Ana me abraza más fuertemente, y le aprieto el hombro en respuesta.

— Bien, tu mamá lo recuerda.

— ¿Sí?

— Sí, podemos ir y hablar de eso si quieres.

— ¿Pueden? ¿Lo harán?

— Sí, supongo que podemos irnos en cuanto tu mamá agarre su chaqueta y su bolsa.

— ¡Grandioso! —Respondo colgando. ¿Mis padres desean venir hasta aquí para explicar algo sobre mi pasado? ¿Por qué aún estoy sorprendido por eso?—. Están de camino, —le digo a Ana, incapaz de sacudir el asombro por eso.

— Bien. Debería vestirme, —dice Anastasia.

La sostengo más fuerte como si fuera a perder mi sol si se va unos pasos para vestirse—. No te vayas, murmuro.

— Bueno, —dice acurrucándose a mi costado y abrazándome para que la sensación de pérdida disminuya.

* * * * *

Cuando mis padres llegan a Escala, los recibimos en la entrada del gran salón. Nos sonríen. Mamá mira directamente a Anastasia y la abraza suavemente mientras papá me da la mano.

— Ana, Ana, querida Ana, —le murmura con gratitud—. Salvaste a dos de mis hijos. ¿Cuándo podré alguna vez agradecértelo? —Pregunta, haciendo que mi mujer se ruborice. Después papá abraza a Anastasia, besando su frente. ¡Pero mi siempre inquieta hermana toma a Anastasia y la aprieta con fuerza, olvidando que tiene las costillas magulladas! Veo que Ana jadea y hace una mueca, mientras Mia murmura—, gracias por salvarme de esos cabrones.

— ¡Mia! —Le digo echando chispas—. ¡Debes ser cuidadosa! Está adolorida.
— ¡Oh! Lo siento, —Dice Mia apenada.

  Estoy bien, —Anastasia trata de calmar. Pero Ana hace un suspiro de alivio cuando Mia la suelta. Anastasia le da una buena mirada a mi hermana y nota sus apretados jeans negros y la pálida blusa rosa con holanes. Después ella dirige imperceptiblemente a su propia ropa. Se ve maravillosa con el vestido envolvente y zapatos planos. Quiero que esté cómoda mientras está recuperándose. Mia se apresura hacia mí y me da un fuerte abrazo poniendo sus brazos alrededor de mi cintura.

Una vez que Mia me suelta, mis padres me miran expectantes. Le doy a mamá las fotografías. Ambos se inclinan sobre las fotos y mamá da un soplido, su mano volando a su boca para sofocar el torrente de emociones. Su mirada plena de reconocimiento. La cara de papá está sombría mientras abraza a mi madre para darle fuerza. Oh, querido, —mi madre me acaricia una mejilla.

Taylor está en el umbral de la entrada aclarándose la garganta—. ¿Señor Grey? La señorita Kavanagh, su hermano Ethan y su hermano están subiendo, señor.

¿Qué? No los invité. No cuando Ana apenas acaba de llegar a casa y todavía convaleciente. Frunzo el ceño—. Gracias Taylor, —susurro completamente desconcertado.

— Llamé a Elliot y le dije que veníamos, —dice mi hermana sonriendo—. Es una fiesta de bienvenida, —dice encogiendo los hombros. Así que esto es toda su responsabilidad. Mi padres miran a mi hermana con disgusto y Anastasia me mira con simpatía.

— Entonces es mejor que comamos algo juntos, —anuncia Ana—. Mía, ¿puedes darme una mano?

— Oh, encantada, —contesta. Cuando Anastasia y Mia se van a la cocina, llevo a mis padres al estudio.

Después que mis padres entran, cierro la puerta y les señalo las sillas frente al escritorio. Voy y me inclino sobre mi escritorio—. No recuerdo nada de ese tiempo. De hecho, esta es la primera vez que he sabido que estuve en una casa de acogida.

— También se ha borrado completamente de mi memoria. Ha pasado tanto tiempo, —dice papá volteando hacia mi madre.

— Lo recuerdo bien, —dice suavemente, tragando con fuerza—. Adoptamos a Elliot, así que estábamos aptos como candidatos a padres adoptivos. Pero debido a que tu mamá biológica murió y no había nombre de padre registrado, la ley del estado tenía la obligación de esperar a ver si algún pariente tuyo te reclamaba, —dice. Mi mirada es dura; mis labios están tensos y cerrados en una fina línea. Estoy muy contento de que ningún miembro de mi familia venga de ninguno de mis jodidos parientes consanguíneos. Si no pudieron ser una familia decente para su hija, ¿qué bien podrían haberme hecho, salvo contribuir a mi jodida disfuncional y rara vida?— Fueron los dos meses más largos de espera, preocupados de que alguien te reclamara y te llevara. Alguien que fuera en detrimento de tu bienestar… He visto a muchos niños abusados en manos de sus parientes; estabas en gran peligro, porque ya habías experimentado eso en tu antiguo hogar, querido.

— ¿Era su proxeneta mi padre biológico? —Pregunto, esperando lo peor.

— No, no lo era, —dice papá con resolución.

— ¿Cómo puedes estar tan seguro?

— Lo vi en la estación de policía cuando fue llamado a declarar. No tiene ni el más mínimo parecido a ti, y obstinadamente negó que fueras suyo, asegurando que se había hecho la vasectomía, lo que probó posteriormente. Estamos cien por ciento seguros que no tenía parentesco contigo de ningún tipo. Aseguró que tu madre biológica no sabía quien era tu padre.

— ¿Visitaron a mis padres de acogida? —Pregunto queriendo confirmar lo que la señora Collier le informó a Welch.

— Varias veces. La última vez fue una semana antes que los papeles de adopción estuvieran listos, —contesta mamá.

— ¿Recuerdan haber visto al otro chico? —Les pregunto.

— Para ser honestos, hijo, no pusimos atención a ninguno de los chicos de la casa de acogida. Había otros chicos en su casa, pero no sabíamos cuales eran de ellos o si había otros chicos de acogida. Así qué, obviamente no quisimos ofenderlos de ninguna forma preguntando por sus hijos. Fuimos y estuvimos algún tiempo contigo y te llevamos un juguete, y algunas prendas de ropa básicas. —Sacudo la cabeza. ¡No sabía nada de esto! Aparentemente una pequeña parte de información, pero un trozo perdido de mi pasado. Una pieza importante… Mi mente continúa yendo hacia atrás ante la posibilidad de lo que pudo suceder si alguien se hubiera pesentado. ¿Qué hubiera pasado si al jodido proxeneta se le hubiera ocurrido reclamar que era mi papá y hubiera seguido abusando de mí? Qué si… Qué si… Estoy completamente aturdido, tenso, y agitado como si esto hubiera ocurrido solo ayer. En este momento, estoy jodidamente temblando como si me hubieran soltado en el espacio sin paracaídas; no me siento como el dominante CEO de Grey Enterprises Holdings, Inc., sino un niño perdido.

Sacudo la cabeza—. No recuerdo nada de eso. Recuerdo toda la mierda de antes…  con la puta adicta, el proxeneta, el abuso. Todavía tengo pesadillas de ello. Y más después de la adopción. ¡Pero no recuerdo nada de eso! Nada, —susurro con los ojos muy abiertos.

Mamá toma mis manos entre las suyas—. Estoy muy contenta de que nos hayas llamado para ayudarte a recordar, —dice.

— Ana me dijo que los llamara. No sabía si tenía que hacerlo. Quería que yo… —Digo encogiéndome de hombros.

— Es una chica maravillosa. Te ama, hijo. No sé que habríamos hecho sin ella. Nos ha dado tantas cosas, te iluminó como los fuegos artificiales, y ahora salvó la vida de Mia. ¡Nos hará abuelos, también! ¡Es un envío del cielo! —Mi madre barbota deshecha en lágrimas como si Anastasia simplemente hubiera caminado sobre el agua después de sanar a una colonia de leprosos en una noche.

Nunca había sido tan feliz de haber estado equivocado, Christian, —dice papá—. Lo que Ana ha hecho por nuestra familia nunca podrá ser pagado. Puso su vida y la de su bebé en peligro por nuestra hija, y te ama intensamente. Hace que te comuniques con nosotros. ¿Te das cuenta del tiempo que hace desde que tuvimos esta clase o al menos cercana conversación de corazón a corazón sin contar la del hospital?

— Podría haber sido nunca.

— No es porque no hayamos tratado. La última vez que realmente traté de acercarme a ti fue cuando dejaste Harvard y tuvimos esa pelea. Después de eso pusiste densas murallas a tu alrededor, hijo. Después de eso no importa lo que hice, cuanto traté de conectarme contigo, eras distante; a kilómetros de distancia. Esto, —dice señalando alrededor del estudio con su mano, —es una primera vez. Pero soy feliz de saber que eres cercano a tu mamá. Quiero que sepas que, nosotros… —Se corrige—, queremos que sepas que debías haber acudido a nosotros con o sin temor o esperando que te juzgáramos, o te criticáramos o te rechazáramos, —dice y mamá asiente con fervor, sus ojos brillando con  lágrimas, una mano agarrando fuertemente a la mía, la otra sobre su boca reprimiendo un sollozo.

— Solamente tenemos a Ana para agradecerle que hayas regresado a nosotros, —mamá susurra.

— Lo sé mamá. ¿Recuerdan algo más acerca de la casa de acogida?, —les pregunto.

— Bien, cuando te visitamos, la mamá de acogida hizo algunos panes deliciosos y nos ofreció algunos y parecía que te encantaban sus postres, y estaba cocinando la cena cuando estabámos a punto de irnos que olía divinamente. Era muy cortés. Nos invitó a cenar, pero no quisimos importunarlos, y nos fuimos. Fue hace mucho tiempo, pero recuerdo eso, —dice mamá.

— Gracias por compartir esta información mamá y papá, —digo todavía deprimido y tembloroso. Me levanto. Mamá me devuelve las fotos y las pongo en el escritorio. Estoy dándole vueltas a millones de kilómetros por hora; mucha mierda que procesar en mi mente. Salgo tambaleante del estudio con mis padres. El alto ruido de nuestros visitantes nos saludan en la puerta. Cuando regreso al gran salón detrás de mis padres, todavía estoy pálido, pero cuando veo a Anastasia con una copa de champán en la mano, abro los ojos desmesuradamente. ¿En qué demonios está pensando? ¡No puede tomar alcohol estando embarazada!

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Veo a Katherine Kavanagh, y la saludo fríamente mientras me acerco a Anastasia—. Kate.

Responde—, Christian, —en igual medida de frialdad.

Mis ojos están fijos en la copa que Anastasia sostiene—. Tus medicinas, señora Grey, —digo intencionalmente. Estrecha los ojos.

Mi madre se une a nosotros con su propia copa de champán—. Un sorbo está bien, —dice con un guiño. Les frunzo el ceño a ambas.

— ¡Hey, hermanito! ¿Viste el juego de los Mariners contra los Rangers? —Pregunta.

— No. ¿Cómo estuvo?

— Perdimos 7 a 6. ¡Pero fue un gran partido!

— ¿Quién anotó? —Le pregunto siguiéndolo al sofá.

— Bueno, Gentry bateó un sencillo a la izquierda y Napoli anotó por los Rangers primero. Luego Suzuki conectó un sencillo en el cuadro interior a campocorto, Kennedy y Ryan anotaron y Saunders en segundo lugar… —empieza contándome jugada por jugada.

Mis ojos se vuelven a mi esposa quien es abrazada por mis padres, que le besan las mejillas y le hablan.

Mi hermana está sentada junto a Ethan y están tomados de las manos. Ethan entra a la conversación—. ¡Te perdiste un gran partido, Christian! Estaban tan cerca. ¡Realmente pensé que ganaríamos! Carp conectó un cuadrangular a la derecha y Seager anotó para los Mariners, ¡pero no fue suficiente para emparejar! ¡Apuesto que hubiéramos ganado si el campocorto de los Mariners,  Brendan Ryan no hubiera dejado el juego en la parte alta de la tercera entrada por espasmos en el cuello! —Dice entusiasmado.

— ¡Vamos! ¡Esa mierda no es gran cosa! —Dice mi hermano.

— ¡Por supuesto que lo es! ¡Andrus y Hamilton de los Rangers batearon jonrones consecutivos en la tercera entrada, hombre! Lo necesitábamos…

Cuando mis padres y Anastasia regresan al gran salón, Anastasia viene y se acurruca junto a mí con su copa aún en la mano.

— Un sorbo, le siseo y le quito la copa de la mano.

— Sí señor, —dice completamente sumisa y batiendo las pestañas me desarma inmediatamente, pongo los brazos a su alrededor, acercándola a mí, y con mi familia alrededor, y volteando hacia mi hermano para continuar hablando del último partido de los Mariners.

Después que todos han comido, y los platos recogidos, despedimos a mi familia y a los Kavanagh. Mi esposa requiere descanso.

Tomo la mano de Anastasia y la llevo a nuestra recámara.

— Mis padres piensan que caminas sobre el agua, —susurro mientras me quito la camisa. Ella está en la cama acurrucada, observándome, mirándome con deseo para mi deleite.

— Es bueno que ahora lo sepas de manera diferente, —resopla.

— Oh, no lo sé, —digo quitándome los pantalones.

— ¿Llenaron vacíos para ti?

— Algunos. Viví con los Collier dos meses mientras mis papás esperaban los documentos. Estaban ya aprobados para adoptar por Elliot, pero la espera era requerida por ley para ver si algún pariente vivo me quería reclamar.

— ¿Cómo te sientes acerca de eso? —Pregunta presionando por mi anterior preocupación.

Frunzo el ceño. No me gusta para nada—. ¿Acerca de no tener parientes vivos? A la mierda. Si fueran parecidos a la puta adicta… —digo con disgusto. No recurro al resto del pensamiento. Ya es lo suficientemente perturbador tal cual es.

Me pongo el pijama, me subo a la cama y jalo a mi mujer a la seguridad de mis brazos.

— Los recuerdos están regresando. Recuerdo la comida. La señora Collier sabía cocinar. Y al menos sabemos porque ese cabrón está tan interesado en mi familia. —¡Oh, mierda! ¿Recuerdo! Recuerdo algo más—. ¡Mierda! —Susurro mientras corro la mano por mi cabello. Estoy boquiabierto con Anastasia sorprendida.

— ¿Qué? —Pregunta preocupada.

— ¡Tiene sentido ahora! ­—Establezco.

— ¿Qué? —Pregunta exasperada.

— Pajarito. La señora Collier solía llamarme Pajarito.

Anastasia me mira desconcertada—. ¿Eso tiene sentido? —Pregunta levantando las cejas, confundida.

— La nota, —digo mirándola—. La nota de rescate que ese cabrón dejó. Iba como algo así ‘¿Sabes quién soy? Porque yo sé quién eres, Pajarito’. Anastasia todavía me mira desconcertada. Es de un libro para niños. ¡Cristo! Los Collier lo tenían. Se llamaba ‘¿Eres mi madre?’ ¡Mierda! ¡Me encantaba ese libro!, —digo abriendo los ojos ampliamente. ¡Lo recuerdo ahora! Los recuerdos regresan flotando. El entendiemiento llega a Anastasia—. La señora Collier acostumbraba leérmelo. —Sus labios se abren para decir algo pero los cierra nuevamente, no sabiendo qué decir—. Cristo. ¡Lo sabía… ese cabrón lo sabía!

— ¿Se lo dirás a la policía?

— Sí. Por supuesto que lo haré. Dios sabe que hará Clark con esta información, —Balanceo la cabeza tratando de quitar de mi mente la mierda de mente de Hyde—. Y gracias por esta tarde.

— ¿Por qué?

— Por preparar de cenar a mi familia al momento de las noticias.

— No me lo agradezcas, agradece a Mia y a la señora Jones. Tiene la alacena bien surtida. —Meneo la cabeza. No entiende lo especial que es. A mi esposa todavía le es difícil recibir elogios.

— ¿Cómo te sientes, señora Grey?

— Bien. ¿Cómo te sientes?, —me pregunta.

Estoy perfectamente saludable—. Estoy bien, —digo frunciendo el ceño—. ¿Me veo enfermo?

Sonríe y comienza arrastrando sus dedos por mi estómago y hacia abajo. Agarro sus manos sabiendo exactamente que está tratando de hacer—. Oh no. No te hagas ideas. Hace pucheros, haciéndome reír. Estoy muriendo por hacerle el amor. Pero no puedo mientras todavía no está lo suficientemente bien—. Ana, Ana, Ana, ¿qué voy a hacer contigo? —Pregunto besando su cabello.

— Tengo algunas ideas, —dice retorciéndose a mi lado. Pero inmediatamente hace un gesto de dolor y pone automáticamente las manos en sus costillas. 

— Nena, ya has tenido bastante. Ademas, tengo un cuento para ti. Me mira parpadeando—. Querías saber… —Digo, apagando la voz. Trago con dificultad, pero todavía determinado a desnudar mi alma ante mi mujer. Sus ojos se abren comprendiendo, me las arreglo para dejar a mi mujer sin palabras por una vez—. Imagínate esto, un adolescente buscando ganar dinero extra para continuar con su escondido hábito de beber, —comienzo mi historia. Me volteo en la cama sobre mi lado y estamos acostados cara a cara. Miro a Anastasia a los ojos, deseando captar todas sus reacciones—. Así que estaba en el patio de los Lincoln, quitando escombros y basura debido a la ampliación que el señor Lincoln acababa de hacer a su casa…

Anastasia abre las mandíbulas boquiabierta, completamente sorprendida por que estoy compartiendo mi historia más oscura con ella. Pero esta es una noche de revelaciones. No quiero nada que quede sin decir entre nosotros. Es mi esposa, la madre de mi hijo nonato, ella es mi todo.


Como es grande mi amor por ti
Roberto Carlos
Tengo tanto hoy para hablar
Que con palabras no sé decir
Como es grande mi amor por ti
Y no hay nada que comparar
Para poderte a ti explicar
Como es grande mi amor por ti
Ni el mismo el sol, ni las estrellas
Ni el mismo el mar o el infinito
No pueden ser como este amor, ni más bonitos
Me desespero por encontrar
Alguna forma para expresar
Como es grande mi amor por ti
Nunca te olvides ni un segundo
Que eres todo en este mundo
Como es grande mi amor por ti

Nunca te olvides ni un segundo
Que eres todo en este mundo
Como es grande mi amor por ti
Como es grande mi amor por ti




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