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Thursday, August 1, 2019

Libro IV - Capítulo XIX: CINCUENTA SOMBRAS DE GREY - CHRISTIAN Y ANASTASIA


Capítulo XIX
Primer Día de Acción de Gracias
Traducido y editado por María Teresa Camp Gozalbo
El dios en mí y la bestia en mí.
Y todas las cosas profundas salen a la luz;
Y me trocaría a mi alma para ser
El premio de amor para una sola noche ...
George Sylviester Viereck – Ampr triunfante


Tan pronto como pasamos por la puerta, la cierro y me vuelvo a Anastasia. Respirando profundamente, paseo alrededor de mi esposa evaluando su atuendo. Corro el dedo índice por sus hombros mientras la rodeo con arrogante confianza, sin palabras. Primero cierra los ojos. Cuando me paro frente a ella, paso mi dedo por debajo de su barbilla, levantándolo para que me mire. Inhala profundamente y lucha por tragar. Mientras paso el pulgar por el filo de sus labios, abre lentamente los ojos hacia arriba y su mirada azul se encuentra con mi mirada gris oscuro llena de deseo carnal.
Quiero hacerle el amor a mi esposa, murmuro con deseo intenso, mis labios solo a un susurro de su oído, pero sin tocarlo. Un escalofrío la recorre—. Primero... ¿Cómo te sientes, nena?
Bien, dice, su voz ronca en tono alto. Se aclara la garganta y repite: Estoy de lo mejor. ¡Simplemente genial! Oculto una sonrisa.


Entonces bien, digo y me inclino para sellar sus labios con los míos. En el segundo en que nos conectamos, siento que su hambre acumulada coincide con la mía y la rebasa. No solo quiere ser besada; quiere ser reclamada. Tomo una firme e intensa posesión de su boca; saqueando, gratificando y reencontrando. Sus labios son suaves, húmedos y exigentes. Me pellizca el labio inferior, rozando alrededor, después calmándome suavemente con su lengua y luego probándome con su boca nuevamente. Enganchando su pierna derecha sobre mi muslo, está lista para trepar sobre mí. La sostengo levantando sus nalgas y presionándola sobre mi erección. Mi barba de apenas un día es suficiente para raspar su piel suave. Mientras la corro por su barbilla y cuello, inclina la cabeza hacia atrás y se estremece, y me da acceso completo.


A thousand kisses Deep - Leonard Cohen
Dejo caer un hombro de su vestido y expongo el delicado corpiño de encaje sin tirantes que empuja sus pechos hinchados. Extiendo la mano entre ellos y saco su pecho izquierdo. A pesar de que no hay variación de temperatura en la habitación, su pezón se tensa y se anima como si buscara toda mi atención. Lo tomo en mi mano y un gemido desesperado escapa de ella, inmediatamente endureciéndome aún más. Con un movimiento rápido, le agarro las nalgas y la levanto completamente del suelo y me acerco el pecho a la boca. Capturando el pezón que ahora se acerca a mis labios, primero chupo profundo y largo. Follo y ruedo su pezón primero entre mis labios suavemente y luego lo muerdo con la suficiente fuerza para darle un golpe de placer a su sexo, pero no lo suficiente como para doler. Ahora su cuerpo está en modo atención completa. Un gemido involuntario se escapa de sus labios.
— Ahora silencio —murmuro. Mis labios van a su cuello y a su barbilla.
Su mano llega a mi corbata, tratando de aflojarla. Luego, cuando la afloja lo suficiente, busca a tientas el botón de mi camisa. Dándose por vencida, trata de deslizar la chaqueta de mis hombros. Me compadezco de ella y dejo que la chaqueta caiga al suelo. Dirige su atención a mis botones nuevamente, pero es una tarea difícil cuando estoy trabajando para complacerla.
¡Quiero tocarte! Gime.
¡Hazlo! —Ordeno. Trata de utilizar ambas manos, y pierde la paciencia. Lo siguiente que siento son los botones saltando por el vestíbulo mientras abre mi camisa, tratando de quitármela de los brazos.

Señora Grey... ¡Ana! Para llamar su atención, doblo la cabeza y le chupo su pesado y adolorido pecho. Arquea la cabeza hacia atrás mientras su sabor embriagador golpea mi lengua. Una de sus manos golpea la pared para apoyarse mientras los dedos de su mano derecha se hunden en mi espalda. Esto hubiera sido un acto intolerable hace unos meses, pero ahora es algo que ansío por completo. Nuestra respiración es pesada, pero no quiero que esto sea un juego corto. Finalmente me enderezo de su pecho tenso y la ponga de espaldas a mí, colocando sus manos en la pared y luego bajo el cierre de su vestido. Poniéndola recta, dejo caer el vestido a sus pies. Tiene las medias enganchadas a su liguero. Quiero esas piernas con medias y sus Louboutins sobre mis hombros. Tengo que sacrificar las bragas de encaje—. No necesitamos esto, señora Grey, le digo mientras rasgo el encaje de sus bragas y quito el resto triturado de sus muslos.


Y un cambio más ... murmuro mientras paso mi pulgar sobre mi labio inferior contemplándola. Libero su otro pecho de los confinamientos de su corpiño—. Tu cabello... Susurro y quito los pasadores de su cabello y los dejo caer alrededor de sus hombros y senos. ¡Fóllame! ¡Es una diosa! Ambos estamos respirando pesadamente. Llevo mi dedo índice de su labio inferior a su barbilla y luego a su cuello. Me tomo tiempo en el valle entre sus pechos. Yendo tranquilamente por su corpiño, encuentro la visible protuberancia del bebé en su vientre. Mi mano aplana y acaricia a nuestro hijo, luego bajo hasta su liguero y su área púbica. Está completamente libre de vello ahora que se depila regularmente, a excepción de una pequeña pista de aterrizaje. Corro mis dedos entre sus pliegues. Está completamente mojada—. ¡Estás tan lista para mí, bebé!  Susurro. Luego inserto mi dedo índice en su sexo, luego otro más. Deslizo los dedos alrededor y ya siento el endurecimiento de sus músculos internos. Ralentizo mis movimientos.
¡Oh, por favor, Christian! Me suplica.
¿Qué quieres Anastasia?
¡A ti! Gime.
Me tienes. ¿Qué quieres que haga?
Bésame ... Allá abajo, señala, haciéndome sonreír.
¡Con mucho gusto! Digo y caigo de rodillas. Paso la barba del día sobre su vientre y su sexo provocando un largo gemido lleno de anhelo. Con los pies, la abro más, y después de pasar mi lengua por su abertura, soplo sobre su clítoris haciéndola temblar. Pone los pies calzados con los Christian Louboutin en mis hombros. Le sonrío a su entusiasmo. Cuando meto mi lengua en su sexo caliente y húmedo, la siento temblando bajo mi lengua. Sosteniendo sus nalgas con mi mano, la levanto del suelo, empujo su cuerpo hacia la esquina de las dos paredes y la mantengo firme, y luego realmente sumerjo mi lengua en su sexo y pruebo y hago círculos exquisitos. Está prácticamente sentada sobre mis hombros cuando su sexo es un buffet abierto ante mi cara. Cuando cubro mi boca sobre su clítoris y la entrada de su sexo y lo chupo, casi levita en mis hombros, golpeando sus manos con fuerza contra las paredes. Tan pronto como siento que su núcleo se contrae, retiro mi lengua y dejo que los espasmos se calmen.
Anastasia jala y enreda sus dedos en mi cabello obligándome a acelerar, incapaz de pronunciar una palabra coherente—. ¡Por ​​favor, Christian! ¡Más fuerte! ¡Más rápido!
Todo a su tiempo... Sonrío con la evidencia de su excitación brillando en mis labios.
¡Por favor! ¡Hazme venir! Ruega.


Paso mi mano sobre su muslo cubierto por las medias, aprieto su nalga y pongo mi labio sobre su sexo otra vez. Esta vez mi lengua posee su sexo, probando su abertura, me sumerjo en su sexo. Inclino sus nalgas justo en el ángulo correcto hacia mi boca y doy un mayor acceso a mis caricias. Localizando su lugar de placer, masajeo y despierto implacablemente sus nervios. Se aprieta y su sexo comienza a tener espasmos. Los tacones de sus zapatos se clavan en mi espalda deliciosamente mientras el orgasmo se apodera de todo el cuerpo de Ana con mi nombre en sus labios. Chupo cada gramo de placer de ella y solo la bajo cuando está floja como una muñeca de trapo.
Los juegos solo han comenzado, señora Grey, digo sombríamente y la bajo a mis brazos y la llevo a la cama—. Por mucho que te adore, quiero ver todo de mi esposa, murmuro, y me tomo tiempo para quitarle el corpiño. Luego le desabrocho las medias, las deslizo mientras acaricio sus piernas. Quitándole los zapatos, le quito las medias. Luego, tirando de la corbata dejada en mi cuello, la ato holgadamente en el suyo. Finalmente, la llevo hacia atrás hasta la cama y la empujo suavemente. Me mira con ojos pesados. Hago un espectáculo al quitarme los pantalones y el bóxer, y mi erección surge. Anastasia la saluda con un jadeo excitado. Me trepo lentamente sobre mi esposa y tomo posesión de sus labios, besando, chupando. Sin descanso, mis labios se deslizan hacia su cuello. Sus pezones se estiran hacia mis labios para llamar la atención como deliciosas perlas. Capturo uno con mis labios y chupo, fuerte mientras imito los movimientos con mi mano en su otro pezón. Levanta las caderas tratando cd conseguir algo de fricción de mi ansiosa polla—. No, bebé... le recuerdo —. ¡Quiero que esto dure! Ha pasado un tiempo desde que estuve dentro de ella. Voy a prolongar y disfrutar de la sensación tanto como pueda. Rápidamente arrastro mi lengua hasta su vientre, su hueso púbico y su muslo interno. Sin tocar su sexo, me arrastro pausadamente fuera de la cama y levanto su pierna para localizar su zona erógena detrás de su rodilla. Casi se levanta de la cama cuando el placer la golpea. Sigo viajando hacia abajo, y alcanzo su pie. Paso la barbilla rasposa sobre su empeine y le muerdo un poco el talón. Luego rozo su pie con mis dientes y finalmente llego a su dedo gordo y lo chupo tranquilamente, haciéndola convulsionar con mayor placer.
— ¡Christian, fóllame! ¡Por favor!  Sonrío en respuesta. Lentamente pongo su pierna de nuevo en la cama y la palma de la mano en mi erección.
¿Quieres esto, nena? Pregunto acariciando mi longitud arriba y abajo.
¡Sí! ¡Por favor! —Suplica. Sigo complaciéndome en el borde de la cama a plena vista de Anastasia, me sigo acariciando. Anastasia se arrodilla y se mueve hasta el borde de la cama—. ¡Mío! Dice, y agarrando mi trasero con una mano, me lleva a su boca. Intenta deslizar su otra mano sobre mi polla, pero le advierto.
Sólo quiero tu boca. ¡Sin manos! —Digo. Me mira desafiante. Una sonrisa maliciosa llega a sus labios y extiende sus manos hacia delante.
— ¡Tal vez, deberías atarme señor Grey!
— Te estás volviendo muy mandona, señora Grey. Tal vez debería. —Digo quitándole la corbata del cuello, le ato las manos al frente. Me chupa profundamente. Recojo su cabello caído y bailando alrededor de sus pechos. Estoy hipnotizado. Estoy por cerrar los ojos, pero me fuerzo a mantenerlos abiertos nuevamente. El placer extremo me está llevando cerca del orgasmo, pero no me quiero venir dentro de su boca. Quiero conquistar a mi esposa dentro y marcarme. Sí, estoy follando jodidamente egoísta y primitivamente. Así qué, ¡demándenme! ¡Es mi esposa, mi mujer y soy suyo!— ¡Suficiente! —Gruño, pero Ana no cede. Continúa chupándome, persuadiendo a mi semen—. ¡Suficiente mamada, nena! ¡Quiero follarte hasta la siguiente semana, ahora! —Gruño y la empujo por la espalda a la cama. Llevo sus manos atadas arriba de su cabeza, y la penetro profundamente con un rápido movimiento que la golpeo con los testículos, llenándola por completo—. ¡Te voy a montar duro, nena! ¡Pídeme que me detenga si es demasiado duro para ti! —Siseo entre dientes.
— ¡Deja de hablar y fóllame ya! —Gruñe como un gatito mimoso.
— ¡Sí, señora! —Le digo empezando a moverme. Salgo hasta la punta y vuelvo a penetrarla. Inclino la cabeza y agarro su pecho y palmeo su otro pecho lleno. Mi boca está húmeda y caliente, lamiendo, chupando, mientras mi polla está follándola y empujando con fuerza, temblando con placer. Su sexo aprieta mi polla como un puño cerrado, determinado a exprimir cada gota de semen—. ¡Oh, Ana! —Grito dejándome ir, bombeando en su interior, y finalmente rujo como un león tomando posesión de su hembra. Cuando ambos recuperamos nuestros sentidos, sus piernas aún están envolviendo mi cintura, y está completamente exhausta.
— Señor Grey, —murmura indiferentemente—, ¡eso fue increíble!
— Una vez más, —susurro—. Esta vez, despacio y dulcemente, mi amor, —y le doy mucho más por los nueve días que faltan, esta noche.



Las personas deben ser acariciadas o aplastadas. Si les haces un daño menor, se vengarán; pero si los paralizas, no hay nada que puedan hacer. Si necesitas lastimar a alguien, hazlo de tal manera que no tengas que temer su venganza.
Niccolò Maquiavelo
El celular prepago del hombre suena furioso, repetidamente, demandando ser contestado. Sabe de inmediato quien es. ¡Cristo! Si la ira de su cliente no fuera una entidad física, saldría por el teléfono y ya estaría sacándole la mierda de una paliza. Es un hombre experimentado. No lo asusta ni lo preocupa mucho. Después de todo, estuvo ocho años en combate y seis de mercenario y guardaespaldas privado por tres años para aquellos que viven con su guardia personal a lugares que ni Dios quiere entrar. Con sus armas pesadas contratadas, por supuesto. No siente emociones tales como la compasión, la empatía, misericordia, asombro, gratitud o amor. Pero está orgulloso por ser muy, muy bueno utilizando su ira, odio, crueldad, avaricia y repugnancia. Disfruta la desesperación, dolor, ansiedad, miedo, desamparo de los demás y disfruta observándolos ir por esas sensaciones. Es su versión de diversión, aprovechando las habilidades que le tomó años y muchas muertes en su haber. Por cierto, ha hecho mucho dinero mientras se divierte. Un hombre tiene que ganarse la vida. Al menos no la está robando.
Finalmente decide contestar la jodida llamada. Pone las armas que está limpiando sobre la mesa. Fawkes, —contesta.
La voz en el teléfono se detiene y vacila—. ¿Me estás dando tu nombre? —Pregunta el cliente con voz de barítono.
— Un alias desechable, intercambiable, anónimo.
— ¡Has revuelto la olla!
— ¡Me pidió que la revolviera!
— ¡No antes de que me informaras como la ibas a mover! —Responde.
— Le he dado más información que nadie más pudo haber recuperado. Información… privada, —escupe Fawkes—. Información que no podría haber obtenido aunque durmiera en la misma cama que Grey. El embarazo de su esposa estaba guardado como secreto de estado. Ahora sabe el nombre de su doctora, el hospital donde se espera que dé a luz, su agenda, la distribución de la casa de su mejor amiga. Me pidió poner a Grey nervioso, hacerlo sentir vulnerable. ¡Hice exactamente eso!
— ¡Si lo haces sentir vulnerable en su eslabón más débil, lo fortalecerá y cubrirá su trasero! ¡Ya deberías haber aprendido eso de él!
— El jefe de su seguridad está de luna de miel por tres semanas, —dice con indiferencia como si no hubiera sido regañado por su cliente—. Este podría ser un buen momento para infligirle algún daño. —Su cliente gruñe como si estuviera hablando con un idiota.
— Conoces a esto hombre por cuanto, ¿un par de meses? Lo conozco desde que se orinaba en los calzones. ¿Crees que no se protegería el culo si el jefe de su seguridad está ausente por tres semanas?
— ¡La arrogancia debilita a la gente!
— Es arrogante, pero también cauteloso. ¿Tienes información de quién cubrirá la ausencia de su hombre más importante?
— Sí, una mujer de cuarenta años, fue agregada a la seguridad de su esposa.
— ¿Cómo obtuviste esa información?
— La vi. Le tomé una foto y la busqué en algunas bases de datos.
— ¿Y…?
— Es una ex del servicio secreto, —dice con indiferencia. Una serie de blasfemias provocó que alejara el teléfono de su oído.
— ¿Servicio secreto? ¿Ves lo que causaste?
— ¡Relájese! La última persona a la que protegió fue la señora Clinton. ¡Son noticias viejas!
El cliente en la línea piensa diferente—. ¿Estuvo con ella todo el período?
— Sí. Luego fue reclutada por otro playboy como Grey.
— Debe ser peligrosa, y puedes estar seguro que sí pudo proteger a una dominante, tener control sobre todo en un radio de ciento cincuenta kilómetros a la redonda por un demonio como la Clinton, ya estás enfrentando tu mayor desafío.
Quiere reír. ¡Un polluelo! Son reclutados mayormente porque tienen que llenar la meta de diversidad por los relinchos de los liberales, ¡joder!—. ¡Es mujer! —Sisea—. Esa es su primera debilidad.
Lo que pasa con los mercenarios idiotas es que confían más en sus músculos que en sus cerebros, piensa el cliente—. ¡No puedes joder esto! ¡Recuerda quien paga por tus servicios! —Ahora haré algún control de daños—. Si no hubieras provocado a Grey, hubiéramos tenido nuestra oportunidad en este hueco de tres semanas, ahora el nido de las águilas está más seguro que nunca.
— ¿Qué me recomienda, jefe? —Escupe de mala gana. Incluso los perros obedecen a su amo por el hueso que van a recibir.
— Espera tranquilo —dice su cliente. Esperó por años para hacer funcionar este plan; no puede ser jodido. Sabe que las decisiones precipitadas le costaron, como fue en el caso de Hyde. No puede permitirse otra acción impulsiva. Esto tiene que ser calculado hasta el último movimiento. Esto tiene que lastimarlo, lastimarlo irreparablemente e infligir el mayor daño antes que termine el juego en sus propios términos, enviando un mensaje de que fue él quien lo derribó y jodió su vida. Sabe que no puede rivalizar con Grey cuando se trata de dinero. El cabrón es multimillonario y lo despojó de todo, excepto el dinero que fue robando en el curso de muchos años. ¡Jodidas gracias por eso! Así que, Grey muestra deferencia cuando se trata de su esposa. La ama, piensa el cliente. El amor, inhala burlonamente. ¡Que jodida debilidad! La mayor cuando se trata de vencer a tus enemigos, una valiosa herramienta barata. ¡Cómo guardar una propiedad de miles de millones de dólares con una cerradura de mil dólares! Y pensar que hizo toda clase de esfuerzos para esconder el embarazo de su esposa del público… Es altamente notorio que está tratando de proteger las vidas de su hijo y esposa. ¿Cómo va a hacer esto?
Si evita el curso del embarazo, ciertamente podría embarazarse de nuevo. Es solo un feto. Oh claro, su esposa podría estar triste e incluso Grey podría cansarse de ella, pero eso no es suficiente dolor. No realmente. Los hombres usualmente no se sienten apegados al feto. Pero, por otro lado, es un juego de pelota completamente diferente. Podría proteger al niño como su más importante posesión, especialmente cuándo lo tenga en sus brazos.
¿Cuándo entonces sería el mejor momento para el ataque? ¿Cuándo? ¿Cuándo? ¿Cuándo? Sería muy difícil infligir daño cuando el niño estuviera en su elegante y bien protegido apartamento. Tendría que ser en el hospital. Toma su decisión.
Dejemos que Grey piense que está seguro y el incidente que su hombre causó con los paparazzi solo causó curiosidad pública, y nada más. Grey debe sentirse seguro para que afloje las medidas de seguridad.
— Así es como debe jugarse. Quiero ser tan sigiloso como sea posible. No quiero jugadores adicionales en el juego.
— Quiere un juego a largo plazo, —Fawkes dice con la mirada desviada al cielo nocturno desde la ventana del octavo piso de su cuarto de hotel. El tráfico se mueve como una cinta constante. La neblina de la costa se acerca en la distancia. Se mueve en la silla, volviendo su atención nuevamente a su cliente en el teléfono.
— Siempre habrá otros jugadores, como la planeadora de bodas que jodí para tener acceso a la casa de los Kavanagh que, por supuesto, no sabían nada de mí. Me las ingenié para poner un virus oculto. ¡Finalmente conseguiré que Grey sea un participante involuntario de su mayor ilusión! Dirigir mal, distraer y controlar. —¡Control! El cliente instantáneamente ama el sonido de eso. Después de todo es su palabra favorita. Incluso hasta su polla se contrae con la palabra y él ni siquiera se balancea de esa forma—. Adelante… —El cliente de Fawkes dice ocultando su interés, fingiendo aburrimiento.
— Va a pensar que todo esto es entre su esposa y los paparazzi. La esposa es solo el recipiente de la meta final. No puedes atacar a tu enemigo sin entenderlo, descubriendo sus debilidades y usarlas en su contra. Esto, después de todo, ha sido solamente mi reconocimiento. Su esfuerzo previo terminó en fracaso porque usó a un pendejo que no hizo su tarea y ambos fracasaron miserablemente, —dice como un asunto consumado.
— ¿Qué esfuerzo? —Pregunta el cliente a la defensiva, asegurándose que los instintos de Fawkes fueran de hecho, correctos.
Así que fue quién pagó la fianza de Hyde en un intento débil para usar la jodida ira del incompetente contra los Grey que aparentemente fue un fracaso total. El hombre estaba involucrado emocionalmente. Las emociones son siempre un obstáculo en el trabajo. Él no está involucrado emocionalmente y ciertamente no caería en las mismas trampas. Sabe que, si le das a la gente anticipadamente una tarea verdaderamente difícil y le das la oportunidad de escoger entre hacer las cosas sensatas y las instintivas, irán por las instintivas. Lo aprendió muy bien en el campo de batalla. Nunca falla: la naturaleza humana es predecible. La gente siempre elige la opción instintiva ante una tarea difícil. Porque, cuando la gente está exhausta, opera con su instinto. Es simple biología. Sabe esto bien porque un depredador aprende todo sobre su presa. Sabe qué bajo presión y estrés, la gente se mueve y hace decisiones con sus emociones más que con su cerebro—. Le estaré vendiendo un peligro diferente al cabrón de Grey, mientras preparo la trampa para algo completamente diferente, —explica. Sabe cómo utilizar el intento persuasivo. Se volvió una segunda naturaleza en él—. Se lo dije. Hice mi reconocimiento. Estoy involucrando a todo el país en el engaño. ¡El hombre es inmensamente rico y aún no tiene treinta años! Y sobre todo eso, es jodidamente guapo. Aunque no fuera atractivo, las mujeres se lo comerían con los ojos por el dinero que tiene. También tiene un buen pedazo de culo por esposa y está embarazada. Es fácil remover el bote de mierda y dirigir su total atención en algo más mientras armamos la trampa secundaria. —Realmente solo es una táctica de los medios. Cuando hay decisiones importantes qué tomar, agiten al público a lo grande, dándoles algo más que masticar, como un escándalo. Los políticos utilizan esa táctica todo el tiempo: lanzan un hueso para encolerizar a los conservadores. La comunidad religiosa saltaría sobre esa mierda y los cabrones liberales pelearían una y otra vez de ida y vuelta. Ahí es donde mueve las piezas en la noche cuando el público está entretenido con noticias falsas o en una mierda sin importancia como esa. Ni siquiera su alma lo oiría. Distracción. ¡Una herramienta simple, pero funciona todo el jodido tiempo!
— ¿Cómo piensas arreglártelas para hacer eso?
— Es de naturaleza humana desear saber chismes. Ni siquiera tienen que ser noticias verdaderas. Podría ser ‘un espectador dijo’ o ‘una fuente dijo’ o ‘un amigo dijo’ y hasta ‘un espía dijo’ y bum, ya tiene el jodido chisme susurrado en esas revistas. Se añade una semi-creíble foto y publíquese. Mientras él está lidiando con esa tormenta de mierda, no sería difícil generar noticias con lo exaltado que es Grey. Y sí tenemos suerte, rompe algunas cámaras, golpea a un par de reporteros, se enreda en la corte con esos cabrones y se olvida totalmente de usted y de mí. Pero al tiempo que lanzo esa mierda mi mano estará profundamente metida en su culo, no sabrá donde termina su cuerpo y empieza mi brazo, —dice con seguridad Fawkes. Ha asesinado jefes de estado antes, que eran vigilados a cada segundo del día. Esta mierda es un juego de niños. Hará bien su tarea, y habrá cumplido otra misión sin importan que tan pequeña sea el objetivo.
— ¿Cómo sabes que no va a largarse? —Pregunta el cliente. Está interesado en el plan.
— A menos que tenga piel como la de un rinoceronte, no lo hará, porque la chica con la que está casado, le tiene la correa apretada. Está con ella en un gran momento. Será posesivo en su territorio, —como cualquier hombre de sangre caliente con una jodida lujuriosa mujer como ella.
— Está bien, pero quiero un cambio menor, —dice el cliente sin comprometerse—. Una salida rápida del paquete de escena sería un final del juego demasiado fácil. Quiero prolongar la tortura para ambos. Ella sufrirá y él, el doble. Cuando venga por el paquete, también lo sacas.
— Usted es el jefe. Pero le costará. Me mantendrá enganchado por lo menos por seis meses.
— Habíamos acordado el precio desde antes. Llevaré el dinero y lo dejaré y te diré el lugar donde recogerlo. Eso cubrirá los imprevistos.
— Mis precios son fijos y no negociables. Cuando lo acordamos, había un solo golpe. Dos golpes le costarán diez millones con los imprevistos. Pagó el 25% del precio anterior. Tengo que pedir el 25% del nuevo precio y que sea pagado la próxima semana, —dice Fawkes con firmeza mientras se levanta de la silla. Su arma está ahora completamente limpia. La pone en su funda y sostiene el celular prepago sobre su hombro y barbilla. Una vez que cierra la funda, su mano se acerca para agarrar el teléfono. Su altura es de un metro ochenta y tres centímetros, con el corte de cabello tipo militar y de acuerdo a la planeadora de bodas, tiene los ojos expresivos de color miel, o alguna mierda como esa. Algunas incluso lo calificarían de guapo. No fue difícil encantar a la planeadora de bodas para quitarle la apretada falda. Fue tomada fácilmente por un hombre robusto con músculos abultados por años de ejercicio y viril al que le gusta follar. A las mujeres les encanta ir por esa mierda de misterio y él es misterioso. Como un fantasma. Nadie sabe quién es. Tiene múltiples alias y siete pasaportes de países diferentes, por supuesto, todos falsos, pero en cuanto a las falsificaciones nadie pudo notar diferencia alguna. Podría terminar el trabajo y salir del país por un tiempo hasta que surgiera la siguiente llamada para un nuevo trabajo.
— Soy muy consciente de tus precios. Te pagaré el siguiente 25% pero no tendrás más hasta que el trabajo haya sido completado. Sin embargo, si el trabajo no se completa y fallas… —dice el cliente.
Fawkes lo corta—. Al cliente no le gusta ser cortado. Todas las ventas son finales. No hay reembolso, —replica con voz dominante.
Sin embargo, el cliente no cede ante otros dominantes. Se encrespa—. No estaba hablando del dinero en efectivo, —dice con calma ominosa, pero con voz gélida—. Solo recuerda que cobro a mis deudores. Yo. Siempre. Cobro. Las deudas. —Dice, sus palabras distintivas y entrecortando la frase—. Piensa en ello como una cortesía profesional. Entenderás. Has estado el tiempo suficiente en el negocio.
Así que, iba a ser de esa manera. Habría alguien más para jalar del gatillo apuntando a su cabeza si primero no lo hace él. Pero, esto no fue su primer trabajo, y sabe o sospecha lo que el cliente hizo en el pasado para fastidiar a este objetivo y también sabe quién es el cliente. No está preocupado. El trabajo será completado cuando todas las piezas estén en su lugar. Y la pieza final aún se estaba cocinando en el horno—. Suficientemente justo. Quiero mi dinero en la mano la próxima semana.
— Te dejaré otro celular pre-pago para enviarte el mensaje de la ubicación. Ese es el que usarás cuando te llame, —dice. El cliente se siente seguro y cuelga y siente cercano el triunfo por primera vez en muchas semanas.


Cualquiera que esté enamorado está haciendo el amor todo el tiempo, incluso cuando no lo están. Cuando dos cuerpos se encuentran, es solo la copa desbordada. Pueden permanecer juntos durante horas, incluso días. Comienzan el baile un día y lo terminan al siguiente o… tal es el placer que experimenta… que es posible que nunca lo terminen.
Paulo Coelho ~ Once minutos

Como Gail y Taylor se han ido por tres semanas, mi madre me llamó el domingo en la tarde para prestarnos a Gretchen para cocinarnos y limpiar. Le dije que era decisión de Anastasia ya que ella es la señora de la casa. Mi madre está contenta de poder ayudar y llama a Anastasia.
— ¡Hola Grace! –Contesta Anastasia alegremente. La miro con curiosidad para ver si le gusta el gesto de mi madre. Puedo oír a mamá ansiosa por ayudar a Ana sabiendo que su nieto le está dando a mi esposa una oportunidad a su dinero.
— ¿Cómo te sientes hoy, Ana? —Pregunta con curiosidad mamá.
— He tenido la suerte de estar cinco días sin náuseas. Estoy manteniendo los dedos cruzados. Algunas veces algunos olores las activan, pero estoy aprendiendo poco a poco a distinguirlos y a descartarlos a toda costa.
— Me da mucho gusto que hayas tenido un descanso. La mayoría de las mujeres se sienten mejor a la mitad del segundo trimestre. ¿Qué tal estuvo la boda de Gail y Taylor?
— Fue maravillosa. Todos la pasaron muy bien, —contesta Anastasia.
— Me da mucho gusto. He llamado porque pensé que en ausencia de Gail necesitarías alguna ayuda con la comida y la limpieza. Le he preguntado a Gretchen y dijo que estaría más que feliz de ayudarte durante la luna de miel de Gail y Taylor…
— ¿La Coletitas Europeas? —Chilla Anastasia, su voz una octava más alta. Luego aclara su garganta, y reformula su pregunta—. Humm… ¿La dama jovencita que trabaja para ti? —Pregunta.
— Oh, sí, —mi madre suena reticente ahora—. ¿Te ha ofendida de alguna manera, Ana? Si no te hace sentir cómoda, por supuesto que no la enviaría a tu casa.
Anastasia respira lentamente y me dirige una mirada nerviosa. ¿Por qué se siente ofendida por Gretchen?— Aprecio infinitamente tu gesto, Grace. Muchas gracias. Eres muy considerada. Pero, prefiero no quitarte a tu ayudante. Gail arregló que alguien más viniera por ese tiempo… —Dice y esa es una noticia para mí. ¿Cómo es posible que Anastasia me haya ocultado esa información especialmente cuándo alguien que no conozco va a venir a nuestra casa a trabajar y tenga acceso a ella? Frunzo el ceño. Me dirige la mirada nerviosamente.
— Oh, grandioso. Me agrada que tengas ayuda, Ana. Estaba preocupada mientras pensaba que no tenías ninguna.
— Gracias por tu amable gesto, Grace. Tengo mucha ayuda. ¿Cómo están Carrick y Mia? —Dice inmediatamente cambiando el tema. Trata de mantener la voz calmada. ¿Por qué está molesta?
— Todos estamos muy bien cariño. Gracias por preguntar. Mia quería verte, pero le dije que no te molestara hasta que te sintieras mejor. ¡Oh, cariño! ¡Acabo de recordar! ¿Hay algo en especial que te gustaría para el Día de Acción de Gracias o alguna comida que debamos evitar cocinar? ¿Deseas alguna comida en especial?
Esto hace sonreír a Anastasia—. Tengo una corta lista de comidas que me hacen sentir mal, pero la mayoría que son servidas en el Día de Acción de Gracias deberían hacerme sentir bien. Estoy un poco cansada ahora, pero te enviaré por correo la lista si eso está correcto, Grace. —le dice a mamá.
— Por supuesto Ana. El bebé va a pasar por picos de crecimiento y el descanso es extremadamente importante, cariño.
— ¡Ahora tomo dos siestas al día y aún me siento con sueño! —Sonríe Ana—. Dales mi amor a Carrick y Mia, por favor. También estamos esperando verlos el Día de Acción de Gracias. ¿Quieres que llevemos algo? —Pregunta y sé que quiere terminar la conversación.
— No cariño, solo su encantadora compañía, —dice mi madre—. Qué tengas una buena siesta, Ana. ¡Te amamos, querida!
— También los amamos, Grace, —dice y cuelga.
Me pongo frente a ella. Fijo mi mirada en la suya acalorada, levanto una ceja inquisidora y acusadora.
— ¿Qué? —Responde.
— ¿Cuándo planeabas decirme sobre la ayuda para reemplazar a Gail en su ausencia?
— ¿Qué ayuda? —Pregunta Ana. ¿Está siendo deliberadamente obtusa?
— La ayuda que le dijiste a mamá que Gail había recomendado.
— ¡No hay ayuda alguna! —Sisea.
No entiendo. ¿Por qué le mentiría a mamá?— ¿Por qué entonces…? —Digo y paro—. Señora Grey… ¿Estás celosa de Gretchen? —Pregunto con sonrisa reprimida.
— ¡No quiero a la Señorita Coletitas Europeas cerca de tu casa o de ti! —Dice.
Y—. Nuestra casa y tu marido. —La corrijo.
— Bueno, —dice poniendo sus manos en puños sobre sus caderas en un gesto defensivo—, ¡tu esposa no quiere a la Señorita Coletitas Europeas cerca de mi marido o de nuestra casa! ¡No me gusta y seguro que no confío en esa perra que babea! —Su rabia me sorprende.
— ¿Ha dicho o te ha hecho algo para provocarte este nivel de enojo?
— ¡Honestamente, Christian!  Apenas puedo tolerar verla cuando voy a casa de tus padres porque siempre está lista para arrancarse la ropa y arrodillarse ante ti… —dice, luego sacude la cabeza y calla—. No importa, prefiero esperar el regreso de Gail. Y si estuviéramos desesperados por ayuda, seguro que puedo contar con Melissa para encontrar una ayuda confiable, —dice un poco más calmada. Entonces me da la espalda para irse del salón. La tomo del brazo.
— ¡Espera! ¿Por qué estás tan enojada, Anastasia? ¿Te he dado motivos para estar celosa de alguien?
— ¿De veras Sherlock? —Dice tratando de zafarse de mi agarre.
 La sostengo más fuerte. ¡Dios! Sus hormonas me están dando latigazos con sus cambios de humor—. Ella no me importa ni ninguna otra mujer, Anastasia. Mamá solo ofreció su ayuda porque pensó que te has sentido mal y solo quería ayudarte.
— Lo sé y aprecio el gesto, —dice suspirando—. De hecho, es muy generoso de su parte. Solo no sé porque me molestó, pero de alguna manera lo hace.
— No te preocupes por eso. Entrevistaremos ayuda temporal y haremos que te sientas cómoda con ella. ¿De acuerdo? —Pregunto buscando su mirada. No contesta—. Ana —digo en tono de advertencia—. No hay nadie para mí, nena. Solo tú. Solo. Tú. ¿De acuerdo?
Levanto su barbilla y me mira—. Sí, —dice asintiendo levemente.
— Bien. Ahora que hemos dejado eso atrás, ven, quiero alimentar a mi esposa con la cena y luego llevarla a nuestra cama para hacer el amor. —Susurro lascivamente.
— ¿Hacer el amor? —Pregunta mirándome esperanzada.
— Sí, hacer el amor, —confirmo y esta vez me da una sonrisa genuina.

La siguientes dos semanas pasan sin casi incidentes. Anastasia no se ha quejado de sus nuevos guardaespaldas. Anastasia no quería que Prescott la siguiera desde el principio. No se sentía bien con ella. Melissa Tiber es mucho más ruda y experimentada que Prescott.
— ¿Cómo te va con Tiber, nena? —Le pregunto mientras nos arreglamos para ir a casa de mis padres por el Día de Acción de Gracias.
— ¿Tiber? La llamo Melissa. Tiber suena demasiado romano.
— ¿Romano? —Pregunto con curiosidad.
— Sí. ¿No lo sabes? Tiberius fue una de las familias imperiales de la antigua Roma. Tenían palacios imperiales en la colina Palatina, en la vertiente occidental del Foro Romano, —dice y la miro con la boca abierta.
— Sé que no te he llevado a Roma. ¿Cómo conseguiste esa información? —Le pregunto con curiosidad.
— Señor Grey, me siento ofendida. Después de todo, soy editora de SIP. Leo, —dice sonriendo.
— ¿Qué? —Le pregunto cuando tiene esa sonrisa en la cara.
— Me gusta cuando hay algo que sé y tú no, señor Grey. Eso es todo. —Dice con una risita.
— ¿De verdad, señora Grey?
— Sí, porque generalmente sabes todo, y eres muy bueno. Estoy asombrada de ti y por lo mucho que sabes. Pero aprecio los momentos cuando sé un poco más que tú, debido a que eso es muy raro. —Vuelve a reírse con esa risita.
— Sé que lees mucho, señora Grey, y estoy impresionado por tus conocimientos, —digo mientras la abrazo por detrás. Su vientre sobresale un poco por las dieciséis semanas de embarazo que ya lleva. Le acaricio el cuello con besos. Mis manos acarician su vientre desnudo—. ¿Sientes que el bebé ya se está moviendo? —Pregunto súbitamente con curiosidad.
— No cómo un movimiento físico, —dice—, pero siento el movimiento de las mariposas. No creo que podamos verlo desde fuera todavía. Bueno, por lo menos hasta el quinto mes, de acuerdo a la doctora Greene, —me explica inclinando la cabeza a un lado para darme más acceso a su cuello.
— Me encanta la forma en que tu cuerpo está cambiando, —murmuro—. Me gusta el tono rosado que da a tus labios, —murmuro arrastrando mi dedo índice—, a tus llenos y exuberantes pechos, —digo ahuecando sus pechos por debajo del sostén de encaje. Lentamente volteo a mi esposa y saco uno de sus pechos de la copa, circulando y amasando su rosado pezón.

— Amo la forma en qué rápidamente respondes a mi tacto —murmuro y llevo su pecho a mi caliente y húmeda boca y chupo.
— ¡Ahhh! —Gime. Muerdo ligeramente su pezón y lamo donde la pellizqué. Luego trazo un camino de besos desde su torso hasta su vientre. Arrodillándome, sostengo sus caderas entre mis manos y beso el pequeño bulto, nuestro bebé.
— Hola, Bip, —murmuro—. Soy tu papá. —La respiración de Anastasia se detiene. Sus manos se mueven tentativamente a mi cabeza y acaricia mi cabello tiernamente. Mientras levanto la mirada desde el piso, me mira con total admiración. Sus ojos están ampliamente abiertos y con lágrimas—. ¿Qué pasa, nena? —Pregunto, levantándome lentamente, preocupado. Sostengo su cara en mi mano y la hago mirarme.
— ¡Oh, Christian! Como había soñado que hicieras esto, amarme y a nuestro bebé de esta manera, con esta intensidad, a este nivel de asombro y admiración. Ahora, soy la que estoy asombrada, —murmura, no confiando en su voz.
— ¡Los amo a los dos! Pero tú ya sabes eso. No soy más que un hombre locamente enamorado de su esposa y de su hijo nonato. Nuestro. Bebé. La mitad de ti, —digo acariciando su mejilla y se inclina hacia mi mano—, y la mitad de mí, —murmuro. Abre los ojos y levanta la mirada hacia mí—. Ahora, vamos a terminar de arreglarnos, —murmuro.
— ¡Nooo! —Protesta. Levanto las cejas, ocultando mi diversión—. Solo me hiciste esto, y ahora, ¿sólo me pides que me vista?
— ¿Qué te hice, señora Grey? —Le pregunto fingiendo inocencia.
— ¡Me encendiste, Christian! ¿Cómo puedes ser tan obtuso cuándo me acabas de sacar el pecho, me lo chupaste hasta casi provocarme el orgasmo y ahora me dices que me vista?
— Señora Grey, ¿quieres que te folle?
— Sí, ¡maldita sea! —Trato de ocultar mi sonrisa sin éxito.
— Me gustaría, pero no tenemos tiempo, —murmuro y deliberadamente corro mi dedo índice sobre su expuesto pezón. Se yergue inmediatamente como una pequeña cereza—. Probablemente esta noche, —susurro.
Me empuja la mano y frustrada, mete su pecho en el sostén de encaje—. ¡No cuentes con eso! —Dice con petulancia y se vuelve de espaldas para ir al clóset. Tengo un gato salvaje a mi cuidado. ¡Es salvaje y caliente! La atrapo por la cintura y jalo su espalda hacia mí.
— Elegiré el momento y el lugar, nena. La anticipación es la mitad de la seducción, —Murmuro. La deseo, pero este es otra primera vez para nosotros: nuestra primera vez en un día festivo como pareja. Lo voy a hacer especial. Frunce los labios sus labios y entrecierra los ojos.

El vestido azul de tafeta no solo enfatiza sus ojos, sino que también llama la atención sobre su creciente busto, y el largo hasta la rodilla muestra sus largas piernas. El vestido está atado con un listón de satín azul bajo sus pechos y sobre la protuberancia de su vientre.
— ¿Qué piensas? —Pregunta con los párpados caídos por el peso de sus pestañas. Pierdo mi línea de pensamiento. Hago un movimiento para que sé de vuelta. Trata de ocultar una sonrisa, pero abriendo los brazos mientras se da vuelta.
— ¿Tus bubis se hicieron dos tallas más grandes? —Pregunto con voz ronca. Trato de jalar un poco el vestido hacia arriba para tapar su evidente escote.
Aparta mi mano—. Es muy apropiado, —dice.
— Sí, pero ¡todos estarán tocando tu vientre y tus pechos están justo ahí! —Me da su abrigo para que la ayude a ponérselo—. Deberías dejarte puesto el abrigo todo el tiempo. Mi hermano y Ethan estarán ahí, —digo.
— Estoy segura de que se comportarán, —me provoca. Me da la espalda para que le ponga el abrigo y me doy cuenta que el vestido tiene un profundo corte en la espalda, aún más bajo que el del escote.
— ¿Te quitaste el sostén? —Pregunto.
— Sí, —finge desinterés—. El vestido tiene el sostén incorporado para que todo esté en su lugar.
Gruño—. Te abrazarán y te acariciarán. ¿Cuánto tiempo te tomaría cambiarte por algún otro vestido?
— Me gusta este vestido. Es nuevo. ¿Te avergüenzas de mí? ¿Me veo gorda? —Me pregunta horrorizada.
Sé lo que está haciendo—. ¡No! Solo estoy protegiendo lo que es mío.
— Por qué señor Grey. Estoy embarazada, casada. Tengo este vestido puesto para el placer de mi marido, —bate sus pestañas. El vestido es impresionante. Está tratando de seducirme porque sabe que no soy capaz de resistirme. Solo acaba de subir la apuesta del juego y manda la pelota a mi cancha.
Sostengo el abrigo y pone sus brazos adentro. Dos pueden jugar ese juego. Me encanta el reto. Lo ha convertido en un juego muy excitante para mí—. Bien señora Grey. ¿Nos vamos?
— Espera, —dice y arregla mi corbata, pasando las manos perezosamente por mis solapas, observa como mis ojos se oscurecen por mi deseo por ella—. Bien, estoy lista, —dice haciéndome tragar. Tomo su mano y salgo de nuestra habitación rápidamente antes que decida quitarle el vestido y hacerle el amor.
El elevador baja al estacionamiento y el descenso es silencioso. Mi mirada está fija en Anastasia con toda su intensidad. Me mira y aprieta mi agarre con su mano. Lo aprieta nuevamente para tranquilizarme, pero no sin esa sonrisa pícara. ¿Qué estás haciendo, señora Grey?
Melissa abre la portezuela para Anastasia y la meto a la SUV. Sawyer abre mi portezuela y me deslizo hasta estar cerca de mi esposa. Coloco mi mano en su pierna y siento como retiene su respiración agitada. Pero no me muevo más cerca. Me mira expectante. Sólo le sonrío en respuesta.

Cuando llegamos a casa de mis padres, Mia baja como de costumbre, pero solamente después de un ‘¡hola!’, me empuja a un lado porque lo que todos quieren ver es a Anastasia. 


Reunión de la familia en el Día de Acción de Gracias
   

Carrick Grey                               Grace Trevelyan-Grey               Anastasia Grey                   Christian Grey
     
         

Elliot Grey – Katherine Kavanagh             Mia Grey                  Ethan Kavanagh                       Ray Steele
 
      
            
   Señores Kavanagh                                   Abuelos de Christian
— ¡Oh, Dios mío! ¡Déjame verte Ana! —Como predije, su mano vuela hacia el vientre de Ana—. No lo puedo creer, seré tía en pocos meses. ¿Puedes sentir al bebé? ¿Ya patea? ¿Ya saben lo que van a tener? ¿Ya pararon tus náuseas matutinas? —Mia rápidamente dispara sus preguntas haciendo sonreír a Anastasia.
— ¡Mia! —La reprende mamá—. Primero permite que Ana entre. ¿Cómo estás querida? —Pregunta mamá y abraza a Ana.
— Estoy bien. ¡Gracias, Grace! —Contesta con una brillante sonrisa.
— ¡Hola Ana! Parece que nuestro nieto está creciendo. Te ves hermosa. ¡Brillante! —Mi padre la felicita y luego me da la mano mientras palmea mi hombro con la otra.
Cuando entramos a la sala, Kate Kavanagh se apresura para encontrarnos con una sonrisa y mi hermano a cuestas—. ¡Oh, Ana! ¡Te ves maravillosa! ¡Oh, tu vientre está creciendo! —Toca su vientre hablando a su vientre embarazado.
— ¡Hola Ana! —La saluda mi hermano—. ¡Guau! ¡El embarazo te va muy bien, damita! Te ves sensacional, —dice y levanta a mi esposa del suelo con un abrazo de oso.
— Suficiente abrazo, Elliot. Prefiero que mi hijo crezca hasta el final —medio me burlo de él.
Ethan es el siguiente en la fila. Sus ojos brillan con admiración—. Ana, te ves… ¡Guau! ¡Sólo guau! ¿Puedo? —Dice y pone la mano en su vientre—. ¡Impresionante! —Dice, luego murmura por lo bajo—. ¡Oh, qué demonios! —Y abraza a Ana girándola. Mi mirada se vuelve fría y helada. No me gusta particularmente que las manos de otros están en mi esposa. Gracias a Dios que todavía no se ha quitado el abrigo. Solo está abierto en el frente. Pero una vez que se quita el abrigo, todos los ojos están sobre ella. Los padres de los Kavanagh están allí, así como también el papá de Ana.
— Bueno, es mi turno para abrazar a mi hija, —dice Ray con voz ronca.
— ¡Hola papi! —Anastasia lo saluda feliz sosteniendo sus dos manos.
— ¿Cómo has estado?
— He estado mucho mejor, papi. ¡Gracias!
— Estoy muy contento, Annie. Te ves como un ángel, —dice dándole un abrazo—. ¿Llamaste a tu mamá? —Pregunta bajando la voz.
— Si, bueno, no. Ella me llamó esta mañana. Así que hablamos.
— Yo también. Me dijo que te vigilara de vez en cuando. Se preocupa por ti, lo sabes.
— Sí, lo sé. Me dijo que la visitara cuando me sintiera mejor, —dice. Esto es noticia para mí. La miro con atención pura.
— Anastasia, has estado de pie demasiado tiempo. Sentémonos, —digo dirigiéndola al sofá. Ray sigue el ejemplo. Me siento junto a Anastasia cruzando mi pierna derecha sobre mi rodilla izquierda. Extiendo mi brazo alrededor de su hombro.
— ¿Crees que podrías visitarla? —Pregunta Ray una vez que se ha sentado cerca de ella.
— Humm… Me gustaría. Pero mis náuseas matutinas son impredecibles. Tengo días buenos y otros malos. Aunque la echo de menos. De hecho, mucho, —dice con anhelo.
El señor Kavanagh y mi hermano me preguntan si supe el marcador del juego entre los Green Bay Packers y los Detroit Lions, que jugaron más temprano.
— No, no lo supe. ¿Cómo quedaron? —Pregunto.
— Los Packers ganaron 27 a 15. ¡Buen juego! Ahora vamos a ver el partido entre los Dallas Cowboys y los Miami Dolphins, —dice Elliot.
— ¡Hey Ana! ¡Ven y únete a las chicas! —Mi hermana la arranca de mi agarre. Frunzo el ceño, pero Anastasia se encoge de hombros y sigue a mi hermana.
— ¿Qué te gustaría tomar? —Le pregunta Katherine.
— Vino blanco o champán, —dice Anastasia mirándome con una sonrisa medio escondida.
— ¡Agua gasificada o jugo para ella! —Rezongo.
— ¡Cómo disparar a peces en un barril! —Dice Kate Kavanagh. Creo que la broma es a mi costa.
La cara de Anastasia se alarga un segundo después y veo la razón de porqué. La ayudante de mis padres, Gretchen, está en la sala con una charola y parece que me está mirando. Anastasia toma su jugo y el vino de la bandeja. Cuando Gretchen camina para extenderme la charola, Anastasia se para delante de ella—. Tengo la bebida para mi marido. Gracias. —Dice con frialdad.
— Sí, señora, —dice Gretchen ruborizándose profusamente. Me levanto y extiendo la mano a mi esposa con una sonrisa para que me dé mi trago.
Gretchen
— ¿Te estás riendo de mí, señor Grey? —Pregunta con una mano en su cadera.
— Tengo una tigresa en mi poder, —sonrío.
— También soy posesiva de lo que es mío. ¿Te estás quejando, marido? —Me susurra.
— Nena, es condenadamente caliente, está haciéndoseme agua la boca, —le contesto.
— ¿Qué están susurrando, chicos? —Kate Kavanagh viene con las manos en las caderas. A veces su jodida actitud mandona me irrita. ¡Cállate! ¡Estoy hablando con mi esposa!
— Mi dieta, —responde Anastasia sin rodeos, aunque no sin sonrojarse.
— ¡Ven Christian! ¡Te estás perdiendo el partido! —Elliot me llama desde la sala de entretenimiento.
— Después, —susurro en el oído de Anastasia, mi voz llena de deseo y le doy un beso casto en los labios.
— ¡Vamos hombre! ¡Puedes hacerlo mejor que eso! —Elliot se burla de mí.
— Sí, claro que puedo. Pero no me gusta dar espectáculos, —digo, a pesar que solo están mi hermano y Kate además de nosotros. Los demás están ya sea viendo el partido o socializando en el patio trasero. Justo cuando Anastasia me da la espalda para irse con Kate, le doy una nalgada, haciéndola gritar. Se voltea y me mira ruborizada.

En la mesa estoy sentado junto a Anastasia, y mi abuela insistió en sentarse junto a Ana y dejó a mi abuelo sentado al otro lado de mí. Pero mi abuelo, a cambio, insistió que mi abuela se sentara junto a él para evitar que estuviera constantemente tocando el vientre de Anastasia ya que eso estaba haciendo eso sin parar desde que llegó a la casa. Creo que la única persona que no tocó el vientre de Ana es Gretchen. Todos tomaron su turno varias veces, algunos para mi disgusto.
— ¡Christian, estoy muy feliz de que tú y Ana hayan aceptado mi consejo! ¡Estoy feliz ante la perspectiva de tener un bisnieto! —Dice mi abuela con entusiasmo. Le sonrío y tomando la mano de Anastasia la llevo a mis labios y la beso. Cuando la bajo, la pongo de regreso en su regazo y pongo la mía encima. Para todos los demás en la mesa, es un gesto amoroso de su marido a su hermosa esposa. Pero mi esposa conoce la diferencia. Anastasia me mira con apenas con nerviosismo oculto y se ruboriza. Toma un sorbo de agua carbonatada. Mi abuelo se vuelve hacia Anastasia y murmura una disculpa en nombre de mi abuela por ser entrometida, tomando su rubor como respuesta al comentario de mi abuela.
Mi mano se mueve por la pierna de Anastasia hacia arriba protegida por el mantel, mientras mi padre da su discurso anual del Día de Acción de Gracias por lo que nuestra familia agradece, después comienza a cortar el pavo y mi madre habla de uno de los recuerdos del Día de Acción de Gracias cuando éramos muy jóvenes. Papá está probando un nuevo cuchillo eléctrico a pesar de las protestas de mamá, y no está funcionando de la manera que esperaba. Se disculpa con nosotros y mamá, a sabiendas, saca el viejo cuchillo y le pide a mi padre que corte el pavo.
— ¿Qué haría sin ti? —Le dice a mi madre con una sonrisa.
— Nunca lo sobrás, —responde mi madre, dándole un ligero beso en la mejilla. Papá regresa a su tarea de cortar el gran pavo después de haber supervisado su cocción durante horas, ansioso para que probemos su obra maestra, todavía con su gorro de chef y mandil puestos que dice en letras gruesas ‘Besen al cocinero’.
Mientras tanto, mi mano alcanza el vértice de los muslos de mi esposa, y es mi turno de sorprenderme. No es porque esté bloqueando mi acceso a su sexo, ¡sino porque no lleva ropa interior! ¿Vino aquí sin ropa interior con ese vestido tan corto? ¿O se la quitó cuando salió con Katherine? Su sexo está resbaladizo y excitado. Dejo escapar lentamente mi respiración y Anastasia toma un rollo de la canasta que mi abuela le pasa.
— Gracias, —la oigo decir, y luego se vuelve a mí con los ojos oscuros y pregunta—. ¿Christian, quieres?
¡Síiii! —Susurro en un tono que solo ella puede oír.
— ¿Muslo o pechuga? —La pregunta hecha por mi padre me toma por sorpresa. Me recompongo. Anastasia se ruboriza y me cierra la pierna. La aprieto para que la mantenga abierta.
— Quisiera un poco de cada uno, —contesta mi abuelo.
— ¡No, no comerás de ambos! —Interviene mi abuela—. Es mejor que solo comas carne blanca. ¡Piensa en tu presión arterial!
— ¡Es Día de Acción de Gracias, por el amor de Dios!
— Está bien que coma de ambas piezas, madre, —calma mamá a mi abuela—. Si come una cantidad moderada, está bien.
— ¡La doctora ha hablado! —Dice mi abuelo con aire de suficiencia—, ¡pásame camote, puré de papas, salsa de arándanos y también relleno!
— No puedes comer puré de papas.
— ¡También puedo!
— ¡Oigo a tus arterias obstruyéndose! No tendrás puré de papás, querido, —dice mi abuela con firmeza.
— Bien mujer, pero comeré relleno, —replica con petulancia. Todos en la mesa se ríen de sus ‘peleas’.

— ¡La comida estuvo simplemente maravillosa, señor Grey! —Dice Anastasia.
— Carrick, por favor. Y gracias. Esto es un gran cumplido viniendo de una mujer embarazada. He hecho bien mi trabajo, —sonríe papá, completamente orgulloso de sí mismo.
Las alabanzas se las dan cada uno de los comensales alrededor de la mesa.
— Tomaremos las bebidas en la sala y aquellos que quieran ver el último partido del día, vayamos a la sala de entretenimiento, —anuncia mi padre.
— Christian, ¿vas a ver el partido? —Pregunta Ethan.
— Iré más tarde. Creo que Anastasia quiere descansar, —digo y él asienta.
— ¿Estás bien Anastasia? —Preguntan las mujeres alrededor de la mesa.
— La llevaré a mi habitación. ¡Puede hacer una siesta allí! —Brinca Mia.
— Gracias Mia, pero es mi trabajo cuidar de mi esposa embarazada, —digo con decisión.
— ¡Claro que lo es! —Dice Elliot con intención, haciendo que mi esposa se ruborice.
Mi padre le dirige una mirada reprobatoria—. ¡Puedes golpearme cuando embarace a Kate! —Dice, ganándose un golpe en el brazo de Katherine Kavanagh y su madre casi se ahoga con el champán.
— ¡No seas idiota, Elliot! Ana se ha sentido muy mal últimamente, —lo reprende Kate.
— ¡Lo siento, Ana! Solo estaba molestando a mi hermano menor, —dice medio disgustado, con talante de chico medio malo.
Envuelvo la cintura de Ana con el brazo y la saco del comedor, la llevo al pie de las escaleras. Cuando estamos solos y fuera del alcance de los oídos de los demás, volteo mi mirada oscurecida hacia ella—. ¿Me puedes explicar porque no traes ropa interior?
— ¿Cuál parte? —Pregunta.
— ¿Viniste aquí sin bragas o te las quitaste antes de sentarte a la mesa? —Pregunto.
— ¿Importa, señor Grey? —Pregunta con fingida modestia.
Está jugando conmigo. De arriba a abajo.
— ¿Traes bragas contigo? —Susurro. Se encoge de hombros descaradamente. ¡Dios! Ni siquiera puedo esperar ir a mi habitación en el tercer piso. Miro alrededor y encuentro el dormitorio extra de abajo vacío. Anastasia se pone de puntillas y tomándome por sorpresa; jala con sus manos mi cabeza y sella sus labios en los míos. Con mi espalda en la pared, jalo a Anastasia a mis brazos. Bajo la mano izquierda a la parte bajo de su espalda, mientras mi mano derecha se encamina despacio bajo los pliegues de su vestido, encontrando empapado y lubricado su sexo. Deslizo un dedo en su abertura, moviéndolo de un lado a otro, provocando un gemido en mi esposa, tragando su sonido con nuestro beso. Sumerjo mi dedo índice en su acogedor sexo e imito los movimientos con mi lengua en su boca con mi dedo dentro de su apretado sexo. Cuando estamos sin aliento, llevo mi labio al lóbulo de su oreja—. Dios, no puedo esperar a estar dentro de ti.
— ¿Te sientes bien? —Pregunta una voz masculina, preocupada. ¡Ethan Kavanagh!
— Solo está un poco mareada. La estoy sosteniendo hasta que pase el mareo. —Respondo brincando un latido.
— ¿No deberías acostarla? ¿Quieres que te traiga un vaso de agua o algo? —Pregunta atentamente. Anastasia sacude la cabeza, inclinándola sobre mi pecho. Sumerjo un segundo y tercer dedo en su sexo, y Anastasia retiene la respiración—. ¿Quieres que traiga a tu mamá? —Pregunta Ethan. ¡Mierda! ¡Qué plaga!
— ¡No, sé cómo cuidar a mi esposa! —Siseo—. Hemos hecho esto antes. Estará bien en un minuto, —digo moviendo mis dedos en su interior, presionando su punto G, solo aplicando la cantidad justa de presión. Puedo sentir su orgasmo acercándose. Me muerde el pectoral izquierdo para sofocar su gemido, haciendo que mi polla se ponga erecta por el deseo.
— Bueno. Espero que te sientas mejor, Ana, —dice y se aleja caminando hacia el baño de visitas al final de pasillo. Cuando el clímax vibra en el cuerpo de Anastasia, sacudiéndola hasta su centro, saco los dedos de ella y sostengo su cuerpo inerte. La llevo con un brazo y le hago una demostración probando su orgasmo. La conduzco a la habitación extra y cierro la puerta de un puntapié y le pongo seguro.
— Ahora, señora Grey, creo que es mi trabajo hacer que mi mujer se sienta mucho mejor —digo y la deposito en la cama—. ¿Qué dices a eso?
Se muerde el labio inferior—. Me tuviste en la mesa. ¡Soy toda tuya, marido!
— Eso eres, señora Grey. ¡Eso eres!
En mi vida secreta – Leonard Cohen





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