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Friday, August 31, 2018

Libro IV - Capítulo XVII: CINCUENTA SOMBRAS DE GREY - CHRISTIAN Y ANASTASIA


Capítulo XVII
Rendición total
Traducido y editado por María Teresa Camp Gozalbo

La lujuria es a las otras pasiones lo que el fluido nervioso es a la vida; los apoya a todos, le da fuerza a todos la ambición, la crueldad, la avaricia, la venganza, todos se basan en la lujuria.
Marqués de Sade


— Espérame con Taylor y Sawyer, nena, —digo permitiéndole salir del consultorio de Flynn. Le doy una sonrisa de confianza. Una vez que se ha ido, cierro la puerta tras ella. La sonrisa se borra de mi rostro. Mis ojos arden con determinación, como trozos de vidrio helado—. ¿Qué pasa, John?
— Quiero que vigiles a Anastasia. Sus emociones parecen frágiles. Ha tenido una plaga de eventos intensos últimamente y debe estar al límite. Conocerte, introducirse a tu estilo de vida, casarse, embarazarse, el accidente de su padre, ser secuestrada, cerca de la muerte y ahora los paparazzi acosándola…
— ¿Estás tratando de decir que soy demasiado para ella, que soy la causa de los problemas que asolan a mi mujer?
— No Christian, La vida sucede. Yendo por lo que me has dicho sobre Ana, si no te hubiera conocido, podría haber sido violada por su amigo, el señor Rodríguez,  estando embriagada. Podría haber conseguido el trabajo en SIP, y podría haber sido abusada por su antiguo jefe y sin un protector, podría haber sido atrapada sin saber como tratar con él. Todavía peor, podría haber sido como una de las otras asistentes, que terminaron en un video sórdido. Su padre igual hubiera tenido el accidente y ella podría o no conseguirle el mejor tratamiento. Esas cosas todavía habrían podido suceder con resultados indeseables. Y el embarazo, el sexo sin protección conduce al embarazo. Podría haber quedado embarazada ya sea por el señor Rodríguez o por el abuso de su jefe. Todo embarazo viene de tener sexo sin protección, como puedes atestiguar, aún con protección puede resultar en embarazo, —dice y la ira me cae encima como ducha caliente, agua hirviente, llevándome al borde del no control. Todo lo que ha dicho es verdad. La idea de que mi esposa haya sido víctima de numerosos infortunios o ataques de gente cerca de ella, me enoja hasta el infinito.
— Lo que estoy diciendo es que todos esos eventos aun podrían haber sucedido; y sin la ayuda de alguien como tú, que le puede enseñar como hacerse cargo de su vida o sin tu protección, pudo haber salido ilesa, pero eso no es lo ideal dadas las circunstancias. Estás en posición de hacer eso sin abrumarla. Anastasia es una mujer muy fuerte. Una de las mujeres más fuertes que conozco, pero el embarazo, especialmente el primero, puede abrumar física y emocionalmente a una mujer. Algunas hormonas se desarrollan durante el embarazo y algunas van a tener altos niveles que harán que su humor cambie, depresión, disturbios del sueño, cambio en los hábiros alimenticios, incapacidad para concentrarse, las molestias mañaneras y toda una lista de otras cosas. Necesito que le des sentido del control…
— No puedo relajar la seguridad si eso es lo que estás proponiendo dados los acosos de los paparazzi y los reporteros a los que ha estado expuesta.
— No te estoy pidiendo que te deshagas de las medidas de seguridad que has impuesto por su seguridad. Pero cada uno de nosotros quiere estar a cargo de la mayoría de los aspectos de nuestras vidas. Aunque sea una ilusión de control que ella escoja, dáselo, para ayudar a disminuir sus miedos.
Bruscamente, sin palabras. Tengo algunas ideas. Le enseñare a estar en control, al menos de su propio cuerpo y mente.
— ¿Algo más? —Pregunto.
— Sí. Leila ha estado llamando. Quiere venir al oeste a visitar a un par de sus amigas durante el descanso del día de Accion de Gracias. Dijo que tendría días libres en la escuela. Quiere saber si está bien para ti venir de esa manera.
— ¡Absolutamente no! ¡Eso es todo lo que necesito después de todos esos paparazzi de mierda! Si aun así trata de acercarse a la oficina de Ana o en alguna parte fuera, ¿sabes lo que podría hacerle? ¡O que los paparazzi conocieran a una ex! Pueden incluso hacerlo ver como tirarme a una vieja relación porque mi mujer está embarazada.
— Christian, nadie sabe que tienes ex. Por lo que respecta a cualquiera, fuiste un soltero confirmado. Aun cuando Leila se acercara a Ana, podrían asumir que es una amiga de ella.
— No es porobable, John. No puedo tomar el riesgo. Le di un ultimatum, y no me estoy desdiciendo. Un pie al oeste del Mississippi y toda la ayuda es cortada. ¡Nada! ¡Cerrada! ¡Nada! Lo digo en serio. Nadie, nada, nunca arriesgaré a Anastasia, nunca otra vez.
— Bien. Le daré esa información.
— ¿Cómo va su progreso? ¿Has hablado con su doctor?
— La escuela le está dando sentido de normalidad, una rutina. Está cerca de sus padres y por lo que he oído, son amorosos, padres preocupados. Su doctor dice que su progreso está en la mira. Pedí sus reportes después de su petición. Todavía está enamorada de ti, y le dije que no le recomendaba que estuviera cerca de ti o ponerse en contacto contigo. Esto ocasionaría que diera tres pasos atrás en su progreso y que necesita ir hacia delante. Posiblemente todavía no esté preparada para conocer a alguien. Todavía tiene mucho que sanar desde su pérdida. Pienso que si se acerca a ti o se pone en contacto contigo, puede que eso la hiciera retroceder. No queremos que traslade las emociones de su pena a sentimientos por ti, que decididamente no la ayudarían a sanar y seguir adelante. Pero si solamente intenta visitar a sus amigos, no le veo el problema.
— John, te lo dije, no puedo arriesgarme. Nunca estará cerca de mi esposa aunque la tenga que forzar a permanecer al otro lado del país. ¡No he olvidado el revólver con el que apuntó a mi esposa! No he olvidado la manera en que asustó a la señora Jones abriéndose las venas. ¡No he olvidado el susto que le dio a Anastasia yendo a su trabajo, y deliberadamente ignoró mis órdenes de no hablar con ella! ¡No! Conozco a mi esposa. No escuchará. Y también sé que Leila puede ser muy malvada y manipuladora aunque sea por el hecho de estar enamorada de mí. Así que, mi respuesta es un rotundo NO. ¡No debe dar ni medio paso fuera del Mississippi! Si llego a saber algo por mi equipo de seguridad o de alguien, ¡la ayuda DESAPARECE! ¡Definitivamente! Viste a mi esposa. Me acabas de decir el estado vulnerable en el que está. ¿Crees que permitiré que alguien la ponga peor?
— Es tu decisión, Christian. Le daré la información y le diré que se quede en la costa este.
— Gracias.
— Recuerda traer pronto a Anastasia. Quiero saber si sus pesadillas aumentan. Te necesita, Christian.
— Lo sé. Haré todo lo que esté a mi alcance para mantenerla a salvo.
— Eso es suficiente. Necesitas darle las herramientas para que pueda hacerlo por sí misma. Cuando tienes hijos, no caminas por ellos, no comes por ellos, ni tampoco aprendes por ellos. Sin embargo, puedes enseñarles y darles las herramientas para incrementar sus habilidades. Todo lo que tienes que hacer es enseñar a Anastasia como lidiar con los medios por largo tiempo y darle las herramientas para tratar con ellos. Te sorprenderá. Es una mujer asombrosa, —dice el doctor Flynn.
— Eso es ella. Es asombrosa. Su fuerza me quita el aliento. Gracias John, —respondo.
— Entonces te veo la próxima semana, si tienes tiempo, —dice extendiendo la mano que gustosamente aprieto.
* * * * *

El camino a casa es en silencio. Ambos estamos perdidos en nuestros pensamientos. Estoy determinado, más que nunca, a enseñarle como estar a cargo de los jodidos acosadores que la rodean. Taylor nos deja frente a los elevadores. Sawyer sube en el elevador con nosotros. Sostengo la mano de Anastasia firmemente para asegurarle que nunca la dejaré, o permitiré que alguien más me la arrebate. Cuando suena el ding del elevador, las puertas se abren, salimos al vestíbulo de nuestro apartamento. Despido a Sawyer y volteo hacia mi mujer atrapándola con la mirada  y mi cuerpo.
— ¿Estás cansada o no te sientes bien? —Pregunto.
— No, tomé una larga siesta, ¿recuerdas? —Contesta sonriendo expectante.
— Bien. Quiero que vayas al cuarto de juegos, nena. Y quiero que te arrodilles junto a la puerta con solamente tus bragas, —murmuro lascivamente. Sus ojos se iluminan, su respiración se detiene—. No me estás tomando el pelo como más temprano, ¿verdad? —Pregunta suspicazmente.
— No. Sin juegos. Bien, de cualquier manera, no hasta que estemos en el cuarto de juegos.
— ¿Vamos a continuar con las lecciones? —Pregunta esperanzada.
— Puede ser. Depende que estés lista para el reto, —digo casualmente—. ¿Estás lista para un reto señora Grey? ¿Crees que puedes manejarlo?
— Creo haber probado esta tarde que podría manejar cualquier reto que me quieras lanzar, señor Grey, —responde.
— Sí, lo que tengo en mente es algo que nunca has probado. Vamos a hacer juegos anales… Eso es si crees poder aguantarlo. Te lo dije antes, nena. Voy a reclamar tu delicioso trasero y esta noche es la noche, —murmuro lamiendo el lóbulo de su oreja. Cierra los ojos de puro placer.
— Sí… señor, —escapa de sus labios.
— Buena chica, —digo jalando su exuberante boca hacia la mía. Cada terminación nerviosa de mi cuerpo está alerta. Cuando jalo su hermoso cuerpo, sus pechos, todavía creciendo por el embarazo, me presionan. Haciendo una ojeada a su mente y sabiendo cuán profundamente me ama, me afecta totalmente. Apenas controlando mis manos temblorosas, aún así la acerco más a mí, inmovilizándola—. Quiero que me beses, —ordeno. Podría besarla por días, pero quiero que tome la iniciativa. Qué me demuestre la profundidad de su deseo por mí; que tome de mí lo que necesita en este momento, porque va a ceder esa libertad moméntaneamente. Primero muerde su labio inferior, luego deposita delicados besos sobre mis párpados, haciéndome gemir. La fiebre de su tacto calienta mi sangre, y me hace arder. Sus besos como plumas suaves continúan hacia mi mejilla, la línea de mi mandíbula y las comisuras de mis labios.

— ¿Tienes alguna idea, a través de lo que atravesé en la última hora cuando supe la porfundidad de tus miedos? —Murmuro agónicamente, cerrando los ojos. Anastasia lame la esquina de mi boca.
— Posiblemente entiendes como me siento sabiendo tu miedo a perderme, Christian, —dice recorriendo su lengua por mis labios.
— No me gustó. Conozco mis miedos. No podría soportar que tuvieras tormentos similares.
— ¿No quieres que comparta mis miedos contigo? —Pregunta mientras muerde mi garganta. Gimo. Mi erección se sacude entre sus piernas.
— No juegues conmigo, Ana. Sabes que quiero que me digas todo. ¡Ansío saber todo lo que pasa por tu hermosa cabeza! Quiero saber tus necesidades, aspiraciones, miedos y deseos. Quiero conocerlos completamente y quiero poseerte a ti de igual manera, aunque eres mi esposa, y solo mía, quiero arruinarte para cualquier otro hombre que ponga los ojos en ti. Sé que esto no es lo que al buen doctor le gusta oír. Posiblemente tampoco tú lo quieres oír… —Digo mientras su lengua se arrastra por mi garganta—. Pero soy un hombre poseído por su esposa, enamorado completamente de ella, ¿no es justo que me correponda? —Sus labios siguen jugueteando. Gimo, y corto sus atenciones con un beso duro que correponde con igual ardor. Su cuerpo suave y ardiente, encaja con el mío como un guante. Mi lengua gira ávida y urgentemente en su boca. Sus manos se dirigen a mi cabello, retorciéndolo y jalándolo. Levanto su cuerpo y le inclino la cabeza para besarla mejor, acariciando su labio inferior, agarrándolo entre mis dientes, chupándolo y mordiéndolo. Luego lo lamo con suavidad para calmar la mordida. Para cuando rompemos el beso, estamos consumidos uno en el otro, ajenos a nuestro entorno. Noto que Taylor se aleja sigilosamente del vestíbulo y se retira a su oficina. Anastasia ni siquiera nota su presencia—. Arriesgaría todo por ti. Te amo, Anastasia Grey. ¿Estás lista para el reto que tengo en mente para ti?
— ¿Nada que sea traspasar mis límites infranqueables?
— ¡Por supuesto que no! Ana, esto no se trata de romperte o de desconocer tus límites. Pero quiero explorar tus límites y enseñarte el control sobre tu cuerpo y tu mente. La lección continúa… ¿Te gustó la lección anterior?
— ¡Sí! —Respira.
— Sí, ¿qué? —La castigo con una nalgada.
— ¡Sí, señor!
— Ahora ve al cuarto de juegos.
Y deja el vestíbulo con emoción.
* * * * *
Cuando entro al cuarto de juegos, Anastasia está arrodillada junto a la puerta. Su cabello castaño cae en una gruesa cascada sobre sus llenos y brillantes pechos, creando una imagen celestial. Su cabeza está inclinada hacia abajo. Sus dedos sobre sus rodillas. No le hablo. Camino al lado la pared hacia el gabinete donde tengo las cuerdas de suspensión guardadas. No quiero suspender a Anastasia, pero quiero amarrarla, hacer que se sienta completamente desamparada, no solamente que me rinda su cuerpo, sino que aprenda a tomar posesión de su propia mente, y por consecuencia de su cuerpo, controlando ambos. Todavía estoy estremecido por haberme ocultado sus pesadillas. Necesito que se rinda a mí voluntariamente. Deseo que ella completa, absolutamente confíe en mí, en cuerpo y mente, dejando ir sus temores y preocupaciones, confiar en mí para permitir que me  haga cargo de los problemas que la preocupan, puedo protegerla, hacer que los problemas desaparezcan para que finalmente pueda respirar y relajarse tranquilamente.
 
Desbloqueo el estrecho gabinete. Hay un surtido de cuerdas organizadas e inocentemente colgadas. Elijo la cuerda de nailon roja de seis milímetros. Es buena para principiantes, no irrita, se puede aflojar cuando es utilizada por períodos más largos, o mientras la persona se mueve. Quiero que entienda lo que significa rendirse totalmente, perder todos los sentidos excepto el tacto y el olfato, y aunque perdiera todos los sentidos estaría abriendo la puerta a todo un conjunto de nuevos sentidos. Técnicamente, Anastasia es una virgen anal. Aunque haya usado el tapón anal y el meñique, no cuentan. Quiero reclamar totalmento su culo esta noche, y darle una importante lección de control y rendición.
Enseguida conecto el iPod al estéreo. Fijo la canción que quiero usar en la escena, y meto el control en mi bolsillo trasero. Después tomo los auriculares con la antena para recibir la música del estéreo en mi mano, voy a la gaveta anal. De la gaveta, tomo los dos juguetes que me gustaría usar. Satisfecho con los escogidos, cierro el cajón. Luego tomo otros tres juguetes, y agarro la botella de aceite perfumado. Y ahora los juguetes que quiero para la escena, están completos. Los llevo a la mesa, y los alineo con cuidado. Le echo un rápido vistazo a Anastasia. Está esperando pacientemente, pero creo que sus piernas deben estar entumecidas de estar sentada sobre sus piernas. Trata de cambiar de postura discretamente. Su respiración parece haberse acelerado por su creciente expectativa. Lentamente me acerco a ella. Puedo ver que su mirada se dirige a mis pies descalzos. Se está bebiendo la vista de ellos.
— Puedes mirarme Anastasia, —ordeno. Lentamente sus ojos se deslizan por mis piernas hasta la pretina de los jeans con el único botón desabrochado, después siguiendo por mi torso desnudo. Se detienen en mis abdominales y luego sobre mi pecho, los labios y después se detienen en mis ojos. Se ve expectante. Sus labios se abren con repentino deseo, y una ligera expiración sale por ellos. Le extiendo la mano—. ¿Tienes idea de lo deliciosa que te ves señora Grey? —Le pregunto, solo a un aliento de su oreja. Sus pezones se fruncen como si una brisa fría corriera sobre ellos. Están tensos y ansiosos por mi tacto. Sacude la cabeza, incapaz de decir palabra alguna—. Date vuelta —ordeno.
— Sí… dice primero, pero inmediatamente se corrije—, sí, señor. —Oculto una sonrisa. Separo su cabello en tres partes y rápidamente lo trenzo y lo ato al final. Dándole un buen tirón, le jalo la cabeza hacia atrás y la beso con suaves aterciopeladas lamidas, profundamente en su boca. Anastasia gime en mi boca.
— Ahora silencio, —murmuro mientras acuno sus pechos, amasándolos—. ¿Sabes que he planeado para ti esta noche? —Digo.
— No señor.
— Vamos a probar algo nuevo que no hemos hecho antes. Vamos a jugar con cuerdas y voy a reclamar tu culo completamente. —Explico.
— ¿Va a doler, señor?
— Te he atado antes, y has sido esposada, y has estado inmovilizada efectivamente en numerosas ocasiones. Esta es una forma diferente de sujetarte, pero es extremadamente sensual—. Requiero tu total… —Camino alrededor de su cara—, completa… —Acaricio su cara—, confianza. —Susurro—. Confiar en que probaré tus límites mientras te acaricio, y llevarte a los picos de placer que no sabes que existen, —murmuro—. Será intenso. Voy a impedir que uses el sentido del oído. Te taparé los ojos. Empujaré tus límites cada vez, y aprenderás a dominar tu cuerpo. Aprender a sentir sin depender de tus ojos y tus oídos. ¿Estás lista Anastasia? —Pregunto.
Asiente con la cabeza, aturdida. Le doy una nalgada fuerte. Grita—. Sí señor, murmura.
Sostengo la cuerda roja de nailon frente a ella—. Tócala, —digo. Levanta la mano para acariciar la cuerda de sesenta centímetros de largo—. Tengo otra de tres metros que voy a utilizar en tus piernas.
— ¿No es suficiente con esto?
— No nena, no lo es. Voy a usar esto en poco tiempo, desde aquí, —recorro con los dedos índices en dirección opuesta de sus hombros—, …hasta aquí. —Digo tocando su sexo. Cierra los ojos, inhalando bruscamente—. Voy a usar esta cuerda para envolverla alrededor de tu torso. Se llama ‘karada’ en japonés. Es muy fácil de atar. Es el arnés de cuerda básico. Me llevará unos quince minutos atarte. Pero primero, vamos a deshacernos de esto, —digo corriendo la mano sobre sus bragas de encaje.

Me arrodillo frente a ella y lentamente bajo sus bragas sensualmente, dándole un sentido sensorial. Cuando sus bragas están alrededor de sus tobillos, le permito salir de ellas. Entonces, con lentitud recorro sus piernas hacia arriba. Al alcanzar la unión de sus muslos, inhalo profundamente su esencia mientras sostengo sus nalgas con las manos. Un estremeciento involuntario la recorre. Entierro la lengua entre los pliegues de su floreciente sexo, probando sus fluidos. Cerrando los labios sobre su clítoris, sorbo. Fuerte. Gime con un profundo sonido mientras se agarra a mis hombros para apoyarse. Mi lengua gira y la saborea. Finalmente salgo, dejándola queriendo más. Y abruptamente me pongo de pie para tomar su cara entre mis manos, y dejarle probar el sabor de su excitación al mismo tiempo que la beso. Acercando su cuerpo al mío, lo recorro con mi erección dentro de los vaqueros.
Cuando la dejo ir, vuelvo a levantar la cuerda de nuevo. Completamente sin aliento, mira la cuerda—. ¿Quince minutos señor?
— Sí. Normalmente me tomaría alrededor de siete minutos, pero quiero disfrutar el proceso, y quiero que lo disfrutes. Esto es completamente nuevo para ti. ¿Estás lista Anastasia? —Pregunto una vez más.
— Sí señor, —dice parpadeando. Encuentro la mitad de la cuerda que envuelvo alrededor de su cuello por la espalda. Entonces llevo los extremos de la cuerda de uno a otro tres veces, que usaré para crear tres diamantes para lograr el arnés. Después llevo los dos extremos de la cuerda entre sus piernas mientras froto su sexo en el proceso y después hacia arriba  y aparte en el otro extremo de la espalda. Envuelvo cada extremo de la cuerdo alrededor de sus caderas y después a través de la torsión más baja en el frente. Pero, me aseguro de no tirar fuerte porque mientras me dirijo hacia arriba, se pondrá más tensa. Hago lo mismo en la parte delantera una vez más.
 
— ¿Estás cómoda? —Pregunto mientras me ve trabajar expertamente con la cuerda. Puedo ver la curiosidad en sus ojos, y los celos no manifestados porque he hecho eso a otras mujeres. He ansiado hacérselo a ella. Me encanta el juego con cuerdas pero nunca lo he disfrutado tanto como ahora.
— Sí señor. Está estimulando mi clítoris mientras estás haciendo los nudos hasta aquí, —señala con la cabeza.
— Voy a poner los extremos de la cuerda detrás de ti, y luego de regreso a tu frente, para atarlos ahí, —digo apuntando bajo sus brazos.
— Sí señor, —responde con entusiasmo. La cuerda envuelve arriba y debajo de sus pechos enfatizando sus montículos crecientes. No puedo evitar pasar mis manos sobre ellos, y asegurarme que las cuerdas también la acarician. Cada toque le provoca una fuerte inhalación, haciéndola cerrar los ojos para saborear la sensación.
— ¡Te ves simplemente sensacional, nena! —Digo admirando mi trabajo. Paso la cuerda alrededor de su frente, y a través del giro de más arriba, y luego de vuelta hacia atrás otra vez. Y en su espalda solo envueldo las terminaciones de la cuerda alrededor de donde se enrolla en su parte posterior. Me encanta esta técnica porque la red que he creado es sumamente útil para hacer asas para agarrar, retorcer y jalar.
— No me estoy restringiendo, señor. Es como un atuendo muy sexy y revelador. ¿Cuál es la función de la cuerda?
Sonrío sin responder. Lo sabrá muy pronto. Mi única respuesta es jalando de ella del tejido debajo de sus pechos, y sellando mis labios sobre los de ella en un beso fuerte y exigente. Después de soltarla—, Anastasia, quiero que vayas a la pared y tráeme la fusta de montar, —ordeno. Me mira confundida—. ¡Ahora! —Ordeno.
— Sí señor, —responde y va a la pared más lejana para tomar la fusta de montar. Mientras se mueve, siente la cuerda moverse contra las partes sensitivas de su cuerpo, estimulando su sexo, creando movimiento contra el interior de sus muslos y nalgas, despertando los nervios enterrados bajo la capa de grasa. Los efectos son aún más estimulantes después de las nalgadas. Regresa con la fusta, y me la entrega; ya está enrojecida por los estímulos.

— Ahora arrodíllate en la cama, —ordeno y sube a la cama de cuatro postes, arrodillándose—. Voy a atarte las piernas que estarán completamente inmovilizadas no pudiendo doblarlas y te forzarán a permanecer de rodillas, nena, —susurro. Tomo un nuevo pedazo de cuerda, la ato a la karada y la llevo a sus piernas. Pasándola bajo sus piernas y alrededor de ellas—. Esto va a ser muy restrictivo nena. Pero quiero que te rindas a mí. Te enseñaré como experimentar… completar tu experiencias y prolongar tu placer. Esto solamente se adquiere con un gran control. ¿Entiendes Anastasia?
Menea la cabeza. Le doy una nalgada—. Sí señor, —responde.
— Te ves como una diosa, nena. ¡Estoy completamente excitado, por esta vista tuya! —Digo con asombro—. Voy a ir eliminando tus sentidos uno por uno para que te concentres solamente en las sensaciones, reconociendo las señales de mi cuerpo. El último sentido que perderás es el del oído. Ahora te voy a tapar los ojos —susurro cerca de su oreja, mordiéndole el lóbulo—. Tomo la venda y cubro sus ojos. Una vez que está vendada—, la boca nena. —ordeno y obedece inmediatamente—. Voy a poner estas cosas en tu boca para lubricarlas.
— ¿Qué son, señor? —Pregunta.
— Perlas anales, —contesto mientras acepta los tamaños graduales de las perlas de silicón en el calor húmedo de su boca.

 
— Ahora, dame la mano, —ordeno. Extiende la mano. Pongo las pinzas para pezones en sus palmas, haciéndola sentirlas—. Estas son ajustables. Se pueden graduar, —le digo—. No voy a ponerlas muy apretadas, pero lo suficiente para empujar tus límites sensoriales. —Exhala a través de las perlas en su boca y cabecea. Me inclino y capturo un pezón con mi boca ansiosa y lo chupo fuertemente. Luego tomo el otro entre las yemas de mis dedos, rodándolo. Pellizco sus pezones dolorosamente apretados haciendo que un gemido escape de sus labios. Arquea la espalda, empujando su pecho más profundamente dentro de mi boca. Juego con su pezón, mordiéndolo y luego chupándolo con jalones fuertes. Anastasia gime, completamente seducida por mi deseo por ella. Tomo su otro pezón en mi boca, y chupo mientras le pongo la pinza en el otro pezón, mientras ella todavía está bajo el influjo de mi lengua. Finalmente ponga la otra pinza en el otro pezón que está erecto y apretado, rogando por más atención de mi boca. Jalo la cadena que conecta ambas pinzas una vez que los dos pezones están asegurados con ellas.
Me levanto y enciendo el iPod donde cuarenta voces celestiales se van incrementando una sobre otra en el Spem in Allium de Thomas Tallis. Anastasia levanta la cabeza cuando oye el sonido.

Spem in Allium – Thomas Tallis
Ocultando una sonrisa, vierto el aceite aromático en mis palmas y comienzo a extenderlo alrededor de sus nalgas y ano. Jalo las asas que hice, dejando sus nalgas al aire, forzándola sobre sus rodillas. Separo sus piernas, se detiene sobre sus codos. Mis dedos se deslizan sobre su hendidura, golpeando los labios de su sexo. Entonces inserto delicadamente el dedo meñique aceitado en su ano, haciéndolo girar para suavizarlo—. Ahora tomaré las perlas, —digo y se las saco de la boca. Están calientes y lubricadas. Pongo dos gotas más de aceite en mi palma y las corro sobre el aceite caliente. Finalmente, acaricio el borde de su ano nuevamente, persuasiva y suavemente inserto las perlas en ella—. Anastasia, sentirás como si estuvieras bajo acoso sexual. Voy a dominar y tomar todos tus sentidos. Cada uno. Uno solo. Uno. De. Ellos. Tendrás. ¿Entiendes eso?
— Sí señor.
— Ahora te voy a amordazar.
— ¿Amordazar? Límite blando, —me recuerda.
— Lo recuerdo, ¿crees que lo puedes probar nena? ¿Puedes confiar plenamente en mí y lo que mi cuerpo puede darte? ¿Puedes lidiar con la pérdida de todos los sentidos para abrirle camino a las sensaciones que voy a abrir para ti? —Pregunto suavemente acariciando su expuesto sexo—. Esto es lo que la total sumisión representa, y en compensación te enseñaré a tener control total de tu mente y cuerpo controlando múltiples sensaciones. Experimentarás placeres que no has tenido antes, y te enseñaré como ser un cuerpo conmigo en el pico de tus placeres, nena. ¿Crees que puedes lidiar con eso?
— Sí puedo, señor, —dice, su voz casi sin aliento. Su cuerpo se ajusta y su sexo brilla por sus fluidos con la anticipación.
— Anteriormente te enseñé como funciona la mordaza. La sujetarás con los dientes. Podrás respirar con ella puesta, nena. Si no te gusta, sacude la cabeza y te la quitaré. Primero vamos a probar la sumisión total, —instruyo. Quiero que encuentre el lugar mental para cuando no pueda responder con palabras a intenciones maliciosas, como el ataque de los paparazzi, y conectarse conmigo cuando la comunicación verbal no es posible. Quiero que aprenda a sacar fuerzas de mí. No pudo hacer eso cuando estaba frente a los paparazzi. No pudo hablar o responder. Quiero mostrarle el lugar de su mente al que pueda escalar, donde puede tener cercano el control absoluto o como reaccionar cuando los sentidos externos se cierran o están abrumados. No puede lograrlo si no practica e intento sobrepasar todos los sentidos de su placer mientras tengo su cuerpo totalmente restringido, empujando a Anastasia a sus límites de sus deseos carnales—. Piensa que no pudiste responder a pesar de tener el poder del habla. Una vez que te ponga la mordaza, voy a doblar tus rodillas. Las esposas te forzarán a estar sobre los codos, tus nalgas a la vista y tus piernas abiertas. ¡Qué magnífica vista eres, Anastasia! ¡Simplemente impresionante!  —Digo frotando sus nalgas—. ¿Ahora todo está claro, nena?
— Sí, señor.
— Esto será muy… —Digo deslizando la mano sobre su costado y murmullo en su oído, …muy… —lamo el lóbulo de su oído mientras deja escapar un gemido, inclinando la cabeza en mi hombro, — …muy… —haciendo un sendero de besos hasta su garganta—, …muy intenso. —Inhalo su aroma cerrando los ojos, recorriendo la nariz de un hombro al otro—. He esperado mucho tiempo para tener esta absoluta, singular conexión contigo, Anastasia, —murmuro. Cuando todos los sentidos externos están desconectados, solamente estarás sintonizada conmigo nena… —mi frente está en su espalda. Deslizo los dedos por sus brazos. Un estremecimiento recorre su cuerpo—. Nunca he deseado a nadie, ni nada tanto como te deseo en este momento, Anastasia. Eres el amor de mi vida, mi alma. Ansío que nuestras almas se conecten. ¿Puedes darme eso, nena?
— Si… —Responde con voz ronca y lasciva.
— Buena chica. Ahora, si quieres que pare, palmea con tu mano, —digo levantando su mano derecha en la mía—, …tres veces y pararé. Soy tu marido, tu amante, y no tu dominante. Pero, estamos probando tus límites, así que es importante que sepa cuando has alcanzado tus límites. —Estaré sintonizando con su cuerpo también, sintiendo, escuchando y conectando. Deseo que nuestra conexión sea perfecta, muy profunda e infinitamente intensa—. Abre la boca, y cuando ponga la bola en tu boca, quiero que la aprietes con tus dientes, —ordeno.
— Sí, señor. —Una vez que muerde la pelota, la aseguro en su nuca. La pongo sobre su espalda y aseguro las esposas de cuero a su correspondiente rodilla—. ¡Oh, nena! ¡Estás deslumbrante! ¡Un bocado delicioso!, —murmuro. A través del entramado que tejí en su cuerpo, rápidamente la volteo y pongo sus nalgas al aire. Ahora se está sosteniendo en sus codos y rodillas—. Recuerda, tres palmaditas, —digo acariciando su mano derecha, mientras me inclino sobre ella—. Hora de los auriculares, Ana, —digo y le pongo los audífonos, cortando su último sentido al mundo exterior aparte del tacto. Tomo la fusta de montar y la corro por todo su cuerpo, despertando el único sentido que tiene del mundo exterior.

Requiem – Mozart
Tomo el control remoto y conecto la canción al Requiem de Mozart. Es lo inesperado. Anastasia se desplaza formando un triángulo desde sus codos a sus manos. Sus piernas están forzadas a permanecer abiertas porque sus codos jalan los nudos de sus piernas atadas. Deslizo la fusta entre sus muslos, sobre el hueso púbico y finalmente en el pliegue de su sexo, abriendo expertamente los pliegues con la punta de la fusta. La froto atrás y adelante perezosamente. Su sexo está resbaladizo por sus fluidos, insaciable por lo que únicamente yo puedo darle. Un gemido amortiguado escapa de su gargante detrás de la mordaza.

Le pego en el sexo, de ida y vuelta, extendiendo la crema en el pliegue, y de regreso al ano, despacio, seductoramente. Después inclinándome, sostengo sus nalgas y muslos con las manos, y le regalo a su sexo un beso de amante, primitivamente, empujando la lengua dentro de ella, golpeando sus paredes interiores. Mi lengua está abrazada por las paredes interiores de su coño como un amante hambriento. El tormento de alcanzar el pico, pero manteniéndolo a raya solo para prolongar e intensificar el resultado final, es también placer. No descansaré hasta que la última parte de su cuerpo sienta la sensación. Cuándo noto que se desatan las contracciones, me regreso. Su sexo está empapado con nuestros fluidos. Una vez más agarro la fusta después de deslizarla sobre su sexo, comienzo a dar pequeños golpecitos sobre sus nalgas, muslos y sexo, utilizando la presión del punto de la cuerda en su cuerpo para estimular más sus sentidos de entrenamiento. Me aseguro de no dejar caer la fusta en el mismo punto, pero doy los pequeños golpes sin un patrón establecido. De esa forma su cuerpo no sabe que esperar, o dónde esperar; es la mejor manera de estimular sus zonas erógenas.

A continuación, sostengo el bucle del final de las perlas anales y saco una perla a la vez entre los pequeños latigazos. Anastasia inclina la cabeza hacía atrás por el placer acumulado. Despacio vuelvo a introducir las perlas, una a la vez. No puede cerrar las piernas sin tirar de sus brazos. Cuando siento que su sexo está prteparándose para el orgarmo, me detengo y aprieto su nalga con la mano izquierda para recordarle que se contenga, saboree, que se escape a un nivel superior de consciencia y permita al placer prepararse para un impacto mayor. Toma una temblorosa inhalación, estremeciéndose. Su trasero está rosa, con la sangre acumulada, lista para un orgarmo intenso, cuando esté listo para entregárselo. Este es el momento para usar el vibrador Hitachi. Está preparada. Tomo el vibrador y juego con su clítoris, proveyéndola de estimulación constante mientras saco y meto las perlas.


Un sordo ‘¡por favor!’ sale de Anastasia, Tiro la fusta y prontamente me deshago de los jeans, saltando mi polla libremente, y me sumerjo profundamente en mi esposa. Las excelentes paredes cremosas de su sexo succionan la cabeza de mi polla, jalándola profundamente, como si estuviera hambrienta por mi pene. La jalo hacía mí por la red de cuerdas. De esta forma la red despierta todos los nervios en todas las zonas erógenas que las cuerdas están tocando: sus pechos, axilas, ingles, caderas, glúteos, muslos. Mientras intenta retorcerse dabajo de mí, la base de mi pene besa la entrada de su sexo. Jalo las perlas anales, solo una a la vez y las inserto nuevamente al mismo tiempo que mi polla se sumerge en ella. Mis testículos aprietan y golpean su clítoris con cada embestida, estimulándola, preparándola para el orgasmo cuádruple que estoy intentando darle simultáneamente. Saco el pene hasta la punta. Está recubierto de nuestros fluidos desde la punta hinchada hasta la base.
Tiro de las cuerdas en su espalda, haciendo que Anastasia dé una bocanada, mientras su dulce sexo se abre y rodeo su clítoris con la yema de mi dedo medio. Entonces saco otra vez mi polla cuando siento que está alcanzando el pico, los dedos de sus pies se enroscan ante mis ojos, su cabeza arqueada hacia atrás. Saco el dedo y permito que mis testículos peguen en su clítoris. Anastasia alcanza su clímax cuando mi pene está profundamente enterrado profundamente en su sexo, luchando para reclamar cada centímetro ardiente de mí, jalo las pinzas de sus pezones, liberándolos de su cautiverio. Un profundo gemido de satisfacción se le escapa mientras empuja sus nalgas para aceptar mi pene en su ano. En su orgasmo medio, le saco las perlas anales. Y cerrando los ojos, golpeo dentro de ella una y otra vez. Permitiendo que las ondas de su orgasmo me reclamen, y entrar en un frenesí hasta dejarme seco. El primer chorro de semen sale de mi polla gruesa y caliente en el sexo de mi esposa. Saco mi polla con una flexión y la pongo sobre su ano palpitante, y despacio inserto mi erección cubierta con mis fluidos y semen en su ano. La penetro hasta la empuñadura. Las pulsaciones en ella aprietan mi polla nuevamente, y despacio empujo dentro y fuera de sus nalgas, reclamando el trasero de mi esposa. Su ano abraza mi longitud, con mis testículos golpeando su clítoris nuevamente, provocando otro orgasmo. Se empuja hacia mí, y por la forma que posiciona su cuerpo, me está pidiendo que mantenga ese ángulo.
Lo sostengo. Se las ingenió para comunicarse conmigo a pesar de que sus sentidos están fuera de servicio. Con un giro de mis caderas, golpeo el punto que desea disfrutar con la punta palpitante de mi polla. Gime de nuevo. Nuestros cuerpos están cubiertos por el brillo del sudor. El sonido de mis testículos golpeando en su sexo, las caricias rítmicas de mi pene una y otra vez en el punto profundo dentro de ella, el aroma de nuestras esencias unidas, el aroma almizclado del sexo, intoxicante, los gemidos de placer de Anastasia me impulsan más. Cierro los ojos, y la veo en mi mente, la huelo, los sonidos del éxtasis saliendo de sus labios, siempre están en mi mente, incluso cuando estoy trabajando. En este momento, somos uno, cuerpo y alma. Su ano recibió con entusiasmo mi polla y en este momento alcanzamos nuestro clímax juntos, derramando finalmente cada gota de semen, inundándola. Mis ojos ruedan en la parte de atrás de mi cabeza, y estamos perdidos el uno en el otro nuevamente.
Cuando mis nervios se conectan nuevamente con mi cerebro, salgo de ella y el semen se derrama en el vacío dejado por mi polla. Rápidamente le deshago las ataduras, y desabrocho las esposas que la restringen. Le froto las piernas para alentar la circulación de la sangre. A continuación le quito la mordaza y finalmente la venda de los ojos.
 — Bienvenida de regreso, —murmuro con una cálida mirada—. ¿Cómo estuvo eso de la sumisión total?
— La más pervertida cogida que he tenido, —dice con asombro en su mirada—. Y fuel simplemente celestial, —añade con los párpados soñolientos, bostezando—. Ahora solo abrázame, marido.
— Sí señora, —digo y envuelvo mis brazos alrededor de su torso, haciendo cucharita. Sus manos van a su vientre, y las mías cubren las de ella, protegiendo la vida que hemos creado juntos; nuestro bebé.


I can’t take my eyes off of you - Muse

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