CAPÍTULO XXI
Mis sueños a tus pies
He esparcido mis sueños bajo tus pies; písalos suavemente porque pisas mis sueños.
WB
Yeats
— ¡Christian! ¿Enmarcaste esta foto? —Dice
Anastasia con voz acusatoria.
— Creí que te alegrarías de tener una
foto de Bip al lado de la foto de boda de sus padres. No debías oponerte a
tener la de nuestro hijo, —Digo enfatizando—, sus primeras imágenes en mi
propia oficina en casa.
— ¡No esa! —Dice rodando los ojos.
— También tiene el perfil… Mira, —le
muestro—, está una al lado de la otra.
— ¿De abajo y de arriba? —Dice levantando
las cejas. Me encojo de hombros despreocupadamente—. No estás avergonzado de
esto, ¿lo estás? —Pregunta entrecerrando los ojos. No es una pregunta. De hecho,
es una declaración.
— Nena, no me digas que estás avergonzada
de nuestro hijo. ¿Por qué debería avergonzarme de mi virilidad o de que nuestro
hijo también sea un hombre como yo? Además, está en la oficina de mi casa…
— De acueeerdo… vamos a oírlo… —suspira
sabiendo que hay más—. ¿Qué dijeron tu papá y Elliot? —Pregunta poniéndose la
mano en la espalda para sostenerse. Abro los brazos, y camina hacia ellos,
sentándose en mi regazo.
— Bueno, pensaron que era divertido. Ya
conoces a Elliot. Siempre hace insinuaciones sexuales para meterse en la
conversación, pero hasta él se quedó sin palabras por un momento. Claro que,
por supuesto, se recobró rápidamente y dijo que podía ver el parecido de la
familia Grey en el bebé.
— Pero ambos son adoptados, —replica.
— Sí, pero es posible para nosotros ser
similares de esa manera. Después de todo, no has oído a Katherine quejarse de
él—. Nosotros, los hombres Grey, tendemos a ser viriles, —le digo con una
sonrisa. Dejo fuera la parte en la que Ethan Kavanagh lo miró como si se
hubiera tragado un bicho desagradable.
— Ahí estás señor Grey, —coincide,
acariciándome—. Por cierto, —añade—, a Ray le gustó el regalo que le hiciste.
— Que le hicimos.
— Christian, no sé nada sobre pesca.
Hiciste un buen trabajo al elegir el equipo de pesca adecuado para él.
— No pude hacer una buena lectura a tu
taciturno padre en la noche de Año Nuevo. Pensé que no estaba muy entusiasmado
con el equipo de pesca.
— ¿Te dirigió una mirada sin palabras, e
hizo eso? —Dice y me dirige una mirada con los ojos más abiertos moviendo la
cabeza.
— Sí…
— Bueno, eso es lo más cerca que lo hace brincar
de alegría. Estaba feliz, —dice confidencialmente, sonriendo ampliamente.
— Si tú lo dices, señora Grey, —le digo y
la abrazo con más fuerza—. Así que, ¿estás emocionada por ir Nueva York mañana?
—Le pregunto. Frunce el ceño por un
momento. ¿No está contenta de ir a Nueva York conmigo?—. No me vas a dar una
excusa para decirme que quieres ir por tu cuenta, ¿verdad?
— No… —dice dándole vueltas a alguna idea
en su mente—. No, no es eso.
— Escúpelo señora Grey. Me preocupas
cuando tienes ideas rondándote en la cabeza antes de que me la digas. —Rueda
los ojos—. Mis manos aún me pican, sabes, —le digo sonriéndole diabólicamente.
— Lo sé, señor Grey. Creo que lo
demostraste ampliamente en la última noche en el Escala.
— ¿Te estás quejando? —Le pregunto
ladeando la cabeza.
— No, no… se me hace agua la boca con la
idea.
— ¡Dios! —Siseo entre dientes. La siento
en mi regazo como si me estuviera montando.
— ¡Adelante y dime lo que piensas antes
que decida tomarte aquí en esta forma! —La amenazo. Inhala profundamente.
— Quiero asistir al ‘Simposio de
Escritores’, solo con mi asistente. No quiero llamar la atención con
guardaespaldas a mi alrededor. Sabes, es Nueva York y simplemente quiero
mezclarme. Nada llama más la atención como guardaespaldas profesionales
siguiéndote.
— ¡Ana! —Comienzo a protestar.
— Escucha, Christian, pensé acerca de
eso. No es un gran problema. Estaré fuera de la ciudad. Nadie sabrá de mí allí.
Seré una de tantos.
— ¿Crees que serás una de tantos? ¿Y
tampoco quieres que yo vaya? —Digo en voz muy baja.
— Bueno, me gustaría ir con mi asistente.
Y tú puedes hacer negocios mientras asisto al simposio. Además, es evento de un
solo día. Me tendrás el lunes. Luego voy al simposio el martes, y me tendrás el
resto de la semana. No es un mal acuerdo. —Gruño por dentro. Tengo solamente
unos pocos meses con mi esposa a solas. Luego seremos tres, para siempre. ¿Por
qué no puede entender que necesito, anhelo tener ese tiempo con ella? ¿Sólo por
unos pocos meses?
— ¿Has estado en Nueva York? —Le pregunto
sabiendo que no ganaré la discusión si le digo que es por su seguridad.
New York New York -
Frank Sinatra
— No, pero eso no significa que me voy a
perder. Tengo veintidós años, Christian. ¡Hanna ha estado allí dos veces! —Dice
como si eso me convenciera de darle vía libre.
— Ya veo… ¿Una hermosa mujer embarazada
como tú sola en una ciudad como Nueva York donde se cometen homicidios,
violaciones, raptos y asaltos con agravantes diariamente, quieres que deje a mi
esposa preñada en una ciudad donde nunca ha estado? No lo creo, señora Grey.
Vas conmigo y guardaespaldas. Fin de la discusión.
— ¡Pero, Christian! —Protesta—. ¡Eres, tu
sabes, tú! ¡Este dios griego como un hombre! ¡No quiero que la mitad
los hombres y todas las mujeres se coman con los ojos a mi marido! —Dice
alzando las cejas.
— ¿Estás celosa, señora Grey? —Le
pregunto con una sonrisa tirando de la comisura de mis labios.
— Tal vez un poquito, —responde.
— Nena, solo tengo ojos para ti. De acuerdo…
Lo mejor que puedo hace es llevarte al evento, pero los guardaespaldas se
quedan. Mientras tanto puedo ir a mi propia reunión. De esa manera, estamos
comprometiéndonos. —Le digo regresándole su palabra favorita—. Me enseñaste
eso. Me has dicho lo que quieres y te estoy diciendo en lo que puedo ceder en
el marco de tu petición. Pero, no hay una puta manera que te deje sola en una
ciudad como Nueva York donde hay otros buitres.
— ¡Christian, honestamente! ¿Quién querrá
a una mujer embarazada cuando hay disponibles jóvenes hermosas?
— Porque, los hombres encuentran
desafiante tomar a una mujer que pertenece a otro. ¡Eres mía! —Gruño—. No
quiero que nadie haga el esfuerzo. —Hago nota mental para recordarle a Melissa
y Sawyer el radio de un metro que deben guardar de sus colegas masculinos.
— ¡De acuerdo, de acuerdo! —Replica,
respirando por la nariz. Está realmente enojada—. No estaría nada mal si
estuvieras de acuerdo con algunos de mis deseos.
— Estoy de acuerdo con muchos de tus
deseos. Pero lo que estás pidiendo va más allá de lo que soy capaz de conceder.
Es por eso que lo llamamos compromiso. Y, además, querrás transportación rápida
en Nueva York porque si utilizas transporte público, lo encuentro peligroso y
complicado. Te perderás. Sin mencionar que es invierno y frío en este momento.
Nuestro apartamento no está cerca del simposio.
— ¡Oh, por el amor de Dios! ¡Bueno, bueno!
—Dice aceptando—. Ya que Nueva York es tu regalo, estoy de acuerdo con la
seguridad. Estaré solo con mi asistente yyyy mi seguridad en el simposio.
Puedes ir a tu reunión. Pero, no has dicho nada acerca de mi regalo. ¿Todavía
no has pensado en él? —Pregunta. Rueda los ojos nuevamente y extiende la mano—.
¡Solo dámelo, Christian!
— Oh, me gustaría dártelo, señora Grey, —Sonrío.
Y finalmente le entrego la lista. Sus ojos se amplían por el primero nombre de
la lista.
1. Thaddeus
2. Agustin
3. Quinten
4. Graysen
5. Howard
6. Theodore
7. Legend
8. Roderick
9. Reuben
10. Maxton
11. Barnabas
12. Porter
13. Bastian
14. Jagger
15. Locklyn
¡Oh, mierda! ¿Qué pasa si mi plan fracasa?
Todavía no ha dicho nada. Después de superar su sorpresa—, ¿Thaddeus? —Finalmente
pregunta—. ¿Cuál sería el diminutivo para ese nombre? ¿Thad? ¿Por qué no
colocamos un letrero en la espalda de Bip que diga ‘patéame’? Eso es lo que
obtendrá en la escuela con un nombre como ese, —dice sacudiendo la cabeza.
— ¿No hay un solo nombre que te guste de
la lista? —Pregunto nerviosamente.
— Me gusta más Graysen. Pero no sonaría
Bien Graysen Grey. Quinten suena muy morboso. Siempre pensaría en un director
que hace películas de terror. Howard está fuera. ¿Legend? ¡Oh, no! Roderick,
¡diablos no! Reuben suena como un sándwich. ¿Maxton? ¡Pff! —Deja escapar un
gran suspiro—. ¿De verdad Christian? Barnabas queda fuera. ¡Creo que ese nombre
no existe desde el tiempo de la Biblia! Porter suena como si quisiéramos que
nuestro hijo fuera un portero… ¡No! Bastian… ¡Argh!, —gruñe fuertemente—.
Christian, ¿Bastian? ¿Cuánto interés pusiste en esos nombres? ¿Quién es
Bastian? —Pregunta exasperada—. Debiste inspirarte en alguien para llegar a
esos nombres, pues no recuerdo haberte oído decir ninguno de esos. Jagger suena
como Mike Jagger y aunque me gusta su música, no quiero que el nombre se asocie
con nuestro bebé. Locklyn es único. Podría. Mmmm… —Dice disgustada.
— Señora Grey, ¡estás hiriendo mi ego! —Digo
tratando de ocultar mi dolor—. ¿Puedes ser menos crítica y mostrarte de mente
más abierta a mis elecciones? Después de todo, me dijiste que hiciera una lista
de mis nombres favoritos y que escogerías el que te gustara.
No ha dicho nada acerca de mi nombre
favorito. Pero probablemente le hayan gustado dos de los nombres en la lista
que no he contemplado. No quiero ninguno de esos nombres excepto uno.
— Theodore Grey… Theodore Grey… Teddy… Ted…
—Está dando vueltas al nombre en su cabeza, diciéndolo en voz alta. Mi
esperanza crece—. ¿De dónde sacaste el nombre? Me suena familiar, —dice.
— El nombre del abuelo Trevelyan, —murmuro
encogiéndome de hombros. Sus labios se levantan en las comisuras. Ahora sabe
que es el nombre que prefiero.
— Es un nombre sofisticado, pero además
es moderno. Teddy, Ted… Sí. Me gusta. Está entre Grayson y Theodore, pero
Grayson no queda bien con Grey. Posiblemente podría… —Está jugando conmigo.
Contengo la respiración. Finalmente sonríe—. De acuerdo, de acuerdo, entonces
Theodore, —dice.
— ¡Dios, señora Grey! ¡Te amo tanto! —Siseo
mientras sostengo su cara para besarla. Es un beso urgente, apasionado, lleno
de amor y posesividad—. ¡Mío! —Gruño en su labio cuando la beso. Sus dedos
enlazados en mi cabello, revolviendo y tirando de él hacía ella. Gimo—. Oh,
señora Grey, te quiero poseer ahora, pero necesitamos decidir el segundo
nombre, —murmuro.
— ¿Ahora? —Pregunta con voz quejumbrosa.
No me gusta dejar ningún negocio sin terminar y me gustaría resolver el asunto
del nombre ahora mismo. Además, es más agradable si su mente está en el sexo—.
Está bien, pero lo dejamos para el momento en que lo decidamos, —protesta.
— Estaba pensando, ya que el primer
nombre es de mi familia, ¿te gustaría que el segundo nombre fuera de la tuya?
¿Quizás el nombre de tu padre biológico o el de Ray?
— Ah, —dice mientras un suave gemido
escapa de sus labios—. Christian, eso es muy considerado. Pero, nunca conocí a
mi padre. Mi madre siempre dice que era maravilloso, pero para mí, es un hombre
mítico. No quiero que grite cada vez que oiga el segundo nombre del bebé. Ray
me crio. Es mi papá; es con quien siempre conté. Y no sugeriste el nombre de
Carrick, —hace notar.
— Amo a papá, pero este es nuestro bebé.
Hemos decidido el nombre de mi abuelo como primer nombre de nuestro hijo. Creo
que solo es justo que puedas escoger uno para su segundo nombre, —le digo.
— Theodore Raymond Grey. Sí, tiene un
cierto aire noble. ¡Me encanta! —Dice aplaudiendo—. Pensé que finalmente
escogeríamos dos primeros nombres y dos segundo nombres considerando a todos
los que queremos, —sonríe.
— No queremos que a nuestro hijo le lleve
cinco años aprender sus nombres. Entonces se llamará Theodore Raymond Grey.
— ¡Estoy muy contenta con nuestras
elecciones, Christian! Lo has hecho maravilloso como siempre, señor Grey. Y no
creas que no sabía lo que estabas haciendo, —murmura con un destello en los ojos—.
Ya te tomé la medida Grey. —Me sonríe con esa risita suya.
— ¿Estás usando esa risita con tu marido,
señora Grey? No te servirá de nada.
— Oh, no lo sé, señor Grey. Después de lo
agradable que he sido hoy, creo que me puedes dar un pequeño margen de
maniobra. Como una recompensa por haber sido una esposa comprensiva, ¿quizá
podríamos ir por una cuna para Teddy? —Pregunta dulcemente y me da besitos en
las mejillas y labios.
— Bueno, hicimos pintar su cuarto de azul
y se supone que el decorador nos iba a ayudar a escoger los muebles, —le
recuerdo.
— Sí, lo sé, pero quiero que nosotros
vayamos a echar un vistazo por las tiendas. Ver ropita, y cosas que pudiéramos
necesitar para él. Pero quiero que compremos la cuna para nuestro bebé. Creo
que deberíamos escogerla juntos sin que se nos sugiera de la lista de catálogo
de nuestro decorador.
— Lo que quieras, nena. Ahora, acerca de
la sesión para hacerte el amor que te prometí… —Digo mientras subo la bastilla
de su camisón corto despacio, saboreando la visión de mi esposa, y se lo quito.
Quedo cara a cara con las medias lunas de sus pesados pechos. La curva de su
vientre embarazado me toca. Se lo acaricio. Momentáneamente la levanto y lo
hago a mi vez. La cargo al sillón al otro lado de mi escritorio.
— ¡Christian, quiero hacerte el amor! —Protesta.
— No nena. ¡Debes ser adorada y es justo
lo que voy a hacer! —Digo oscureciendo la mirada. Quiero disfrutar con total
abandono. Paro a Anastasia enfrente del sillón—. Vamos a deshacernos de tus
bragas, —digo y me arrodillo frente a mi mujer y despacio, reverencialmente
deslizo sus bragas y la hago salir de ellas. El cabello de Anastasia cae en
cascadas sobre sus pechos y su hermosa espalda. Ahora mismo, se parece mucho a
la estatua de Afrodita, una versión embarazada de ella. Levanto la mirada a la
altura de su cintura ya que me estoy sentando sobre mis rodillas. Crea una
locura en mi interior, agitando un tsunami de emociones. Quiero besar cada
centímetro de su cuerpo—. ¡Siéntate! —Ordeno y obedece. Lentamente se sienta en
el sillón—. Quiero que te sostengas de la parte alta de la silla, —le ordeno.
Sostiene la parte de los lados de la silla—. No, en la parte de arriba, —ordeno.
Despacio y sensualmente mueve las manos arriba de su cabeza, y se agarra de la
parte alta del respaldo. Sus brazos hacia arriba empujan sus pesados pechos
hacia adelante y sus pezones rebosan de necesidad, rogando por atención—.
Piernas abiertas, —murmuro la siguiente orden. Anastasia me mira con los labios
ligeramente separados.
— ¡Házmelo! —Dice con voz ronca mezclada
con deseo desenfrenado y cruza sus piernas o intenta cruzarlas y su vientre
embarazado se lo impide. Intenta entonces cruzar sus tobillos y arqueo las
cejas.
— Señora Grey, ¿estás incitándome?
— Prefiero la palabra ‘seducir’, señor
Grey, —responde batiendo las pestañas.
— Soy dado a la seducción, Ana. Ahora que
has aumentado las apuestas desafiándome… —Digo y me hinco ante ella y agarro su
tobillo y lo llevo a mis labios. Se retuerce en el asiento—. ¡No te muevas o te
ataré, nena! —Le advierto, —déjame adorarte, —murmuro. Con eso su respiración
se agita, su pecho sube y baja rápidamente, y con ello sus senos. Sostengo su
pie y rasguño su empeine con los dientes.
— ¡Ahhh! —Gime encogiendo los dedos de
los pies. Pero no paro. La punta de mi lengua corre por su planta hasta su
dedo. Follo su dedo con mi lengua y luego lo encierro en la cálida humedad de
mi boca y chupo profunda y fuertemente, prometiendo tanto como amenazando cual
será el trato que le daré a cada centímetro de su cuerpo. Lo sabe y casi se
convulsiona con solo ese punto de conexión erótica. Luego corro el pulgar en la
punta de su pie, finalmente, raspo su empeine con la uña. Ese simple acto hace
que abra ampliamente sus piernas para mí. Sus tobillos detrás de sus rodillas
son particularmente erógenos. Cuando chupo el cartílago de su tobillo está en
un mar de locura.
Esta
noche – Enrique Iglesias
— ¡Oh, por favor, Christian!
— Paciencia bebé, déjame saborearte, —murmuro
mientras trazo besos detrás de su pierna y subiendo hacia sus rodillas. Cuando
llego a sus rodillas, levanto levemente su pierna y la chupo detrás. Su pierna
inmediatamente se pone rígida y grita de placer.
— ¡Oh, joder! ¡Christian!
Continúo pellizcando, chupando y lamiendo
hasta el interior de sus muslos. Cuando estoy cerca de su vértice, agarro su
otra pierna y repito mis caricias. Cuando mis labios llegan a su sexo,
Anastasia envuelve una de sus piernas en mi hombro. Empujo la otra pierna y la
pongo en el brazo de la silla. Su sexo está asombrosamente brillante por la
evidencia de su excitación. Pero a propósito, no hundo la lengua en ella. Corro
mis dedos por su abertura y esparzo su humedad por el capullo de su sexo.
Empuja sus caderas hacia mis dedos. Mis manos inmediatamente aprietan sus
nalgas para advertirle que no se mueva.
— ¡Alto! No quiero que esto termine
rápidamente. Saboréalo. Aguanta. Prolonga el placer. Permite que se incremente,
que suba el nivel de intensidad, luego, cuando te lo diga, detonará tu placer,
nena. —Está jadeando, sus ojos ampliamente abiertos, sus iris dilatados completamente.
Solo puede asentir su conformidad. Tiento su clítoris con la punta de la lengua
y simultáneamente introduzco mi dedo medio en su sexo. Curvando el dedo en el
nudillo, localizo la pared frontal de su vagina y deliberadamente la dejo a
punto, pero sin desencadenar su orgasmo, solo permitiendo que se construya.
Luego cubro su clítoris con mi boca y chupo fuerte y nuevamente la dejo a punto
de llegar al orgasmo. Es el momento propicio, como una oleada, la carga erótica
que desencadena el más intenso orgasmo alimentado por muchas diferentes
eróticas sensaciones. Mis labios y besos se dirigen a su hueso púbico y su
protuberante vientre y a su ombligo, donde me detengo y pongo atención al
placer. Con mi mano libre acaricio los huesos de sus caderas después de poner
su pierna en mi hombro en el brazo de la silla. Mis labios y besos se dirigen
hacia su esternón y al valle entre sus senos. Piden atención, pero los evito.
Tengo otros planes para ellos.
Anastasia automáticamente se arquea para
darme acceso a su cuello. Mis labios y lengua viajan a su barbilla y sus labios
buscan los míos fusionándose con avidez. Lleva una de sus manos a mi cabello,
pero la agarro y la pongo de nuevo en la parte superior de la silla. Mis labios
se muevan primero hacia los suyos, mordisqueando y chupando. Mi erección está
tensando los pantalones del pijama, pero también debo esperar el momento
adecuado. Quiero besarla con rudeza, posesivamente, adorándola, expresando lo
que siento por ella de la manera más ardiente. Mi cuerpo me exige hacerse
cargo. Sin embargo, me contengo. Mi lengua encuentra la suya. Ella es la que se
introdujo en mi boca con sus suaves y aterciopelados chupadas. Mostrándome que
es lo que quiere de mí. Su lengua hace los movimientos intensos, pero no la
dejaré llegar hasta el final, aunque son muy bienvenidos. Mis zambullidas son
más profundas, extremadamente sensuales, haciéndola ponerse más húmeda. Su piel
se pone más caliente. Anastasia gime alto, empujando más sus pechos. Saco mi
dedo de su sexo y mis manos acunan sus sensibilizados pechos. Ruedo sus pezones
entre mi dedo medio y pulgar justo en la línea del dolor y el placer. Gime en
voz alta.
Me echo hacia atrás y fijo mi atención en
sus pechos, con los pulgares amasándolos y acariciándolos, viéndola mirarme con
ardor, lascivamente, respirando con dificultades. Su mirada también me está
desafiando para que haga esto más duro y fuerte. El deseo que siento por ella
es muy intenso, no me podría mover aunque el mundo estuviera desmoronándose.
Soy suyo. Ahora, quiero que grite mi nombre con placer. Quiero que se funda
conmigo aunque sea una fracción del camino para estar fundido con ella, así que
no piense en nada más, solo en nosotros.
— Obsérvame, —digo y rápidamente me
deshago de la camiseta y el pantalón del pijama. Me aferro a su pezón con los
labios, adorándola. Mis dedos imitan los golpes de mi lengua en su otro pecho.
Un último tirón mientras ruedo su pezón entre mis dientes, y grita ni nombre
ahogándose de placer—. Estoy jodido y salvado por ti, Anastasia. No tienes idea
de lo que me haces, —murmuro. La levanto y cambio de lugar con ella; la hago
sentarse en mi polla con su espalda en mi pecho. De esa manera es fácil por su
vientre—. Envuelve tus brazos alrededor de mi cuello, —siseo ordenando a través
de mis dientes apretados. Con un rápido empuje, estoy dentro de su empapado
sexo.
— ¡Lo quiero fuerte y profundo! —Gime
mientras su sexo aprieta mi polla como un duro puño. ¡Jesucristo! ¡Este
embarazo también ha hecho a mi mujer a una voraz hambrienta por sexo! Agarro
sus caderas para controlar mis golpes. Si fuera por Anastasia, esto ya hubiera
terminado. Quiero que aprenda a prolongar el placer y hacerlo crecer de manera
exponencial. Me muevo dentro de ella y tiembla en mis brazos. Inclina la cabeza
hacia atrás y sus brazos se enlazan atrás de mi cabeza, dando completo acceso a
su cuello y pechos. La levanto y la dejo caer sobre la pesada cuerda entre mis
piernas. Mientras cae, me derramo en ella, repetidamente. Capturo el lóbulo de
su oreja entre mis dientes y tiro de él y luego lamo la concha de su oído, después
voy trazando besos sobre su cuello y en su hombro. Mis manos están complaciendo
a sus pechos, y produciéndoles el justo punto de dolor que está sintiendo por el
tirón d las pinzas de ropa.
— ¡Christian, estoy cerca! —Jadea.
— ¡No! ¡No lo estás! ¡No! —Contesto,
empujando dentro de ella todo el tiempo—. ¡No! ¡Hasta! ¡Que! ¡Te! ¡Lo! ¡Diga!
— ¡Por favor! —Suplica.
— ¡Contente! ¡Contenlo! —Sigo llevándola
a sus límites nuevamente, permitir que se siga excitando—. ¿Cuándo te vas a
venir?
— Cuando me lo ordenes… ¡Ahhh! ¡Vente! —Dice
mientras trata de contener el placer.
— ¡Síiii! ¡Vente para mí, nena! —Grito y
ese es el momento que permite que su placer detone, temblando y retorciéndose
en mis brazos. La sigo tres segundos después gritando su nombre, completamente
lleno. ¿Alguna vez tendré suficiente de ella? Justo cuando creo que ha llegado
la hora de alcanzar mi placer total, la estoy deseando más. Más profundo, más
duro, buscando la conexión con el alma. Es mi otra mitad. La parte cuya
ausencia simplemente me volvería loco, la parte que me mantiene dominado y
humano. ¡Estoy jodidamente enamorado de ella!
Un ejemplo perfecto de la regla de la minoría es un bebé en la casa.
— Señora Grey, tenemos que verificar la
seguridad en la tienda antes de que entre, —dice Melissa en su neutro tono.
— Melissa, es una tienda muy grande, la
gente entra. ¡No puedes verificar a todos! —Protesta Anastasia.
— ¡Anaaa! —La reprendo en tono ligeramente
exasperado.
— ¿Por qué no hicieron esto antes que
viniéramos? —Pregunta.
— Pero, yo sé por qué. Este es método
nuevo que estamos usando: anillos de seguridad. Solo están abriendo un
perímetro de seguridad mezclándose con la multitud como si fueran clientes
normales, mientras Sawyer y Melissa están conectados y Taylor y Reynolds
vigilan el perímetro interior.
Taylor se agarra la oreja mientras
escucha la confirmación de Sawyer. Sale del coche y abre mi portezuela.
Reynolds hace lo propio con la de Anastasia. Ryan está en casa, ya que él y
Reynolds se están rotando. Esto es por precaución extra porque los paparazzi
ahora están persiguiendo a Anastasia para tratar de conseguir fotos de su
embarazo y saber su estilo y la forma en que es tratada. Esto solamente
incrementa el nivel de estrés de Anastasia. Hasta una simple salida a una
tienda se convierte en acontecimiento masivo. Actualmente, Anastasia es más
popular entre los paparazzi por haber capturado mi corazón y embarazándose
justo después. No me gusta esto ni un poco, y pone a nuestra seguridad en
alerta todo el tiempo. Hemos tenido varios problemas con ellos desde que me
comprometí con Ana, algunos de los cuales fueron completamente desagradables.
No quiero que asusten a mi esposa y que la pongan a ella y a nuestro bebé en
peligro. El malestar momentáneo vale la pena por la seguridad que proporciona.
Taylor nos lleva a la única tienda de las
cunas más seguras que cuentan con nuevas tecnologías para monitorear el entorno
del bebé. He leído que algunos bebés han muerto debido a un repentino síndrome
mortal. Quiero prevenir eso a cualquier costo. Hay algunas cunas que tienen
integrada la circulación del aire, monitor de video así como un sistema para aupar
al bebé. Ayudará a Anastasia justo cuando Ana haya dado a luz. Porque, no
quiero que se esfuerce en levantar al pequeño Teddy. De este modelo en
particular investigué que automáticamente mece al bebé para ayudarlo a
conciliar el sueño. Ahora, es solo cuestión de convencer a Anastasia para que
accede con este porque podría optar por el tipo de cuna y no por las
características de seguridad que me gustaron.
Anastasia queda sorprendida cuando ve el
tamaño de la tienda. Tiene tres pisos de solo artículos para bebés, desde
carriolas hasta ropa, botellas y otras chucherías que necesito aprender a identificar.
La gerente de la tienda nos saluda de inmediato—. ¡Que placer tenerlos aquí,
señora y señor Grey! —Dice con entusiasmo—. ¿Cómo podemos ayudarlos?
— Vamos a mirar las cunas y los moisés.
— ¡Por supuesto! Encantada de
mostrárselos y explicarles sus funciones. ¿Hay alguna marca o modelo que
prefieran? —Pregunta.
— Nosotros, —dice Anastasia mirándome
para conseguir mi consentimiento—, preferimos un calor que quede casi con
cualquier cosa.
— Entonces, ¿colores no llamativos? —Pregunta
la gerente mirándome un poco nerviosa.
Yo, en cambio volteo a mirar a mi esposa
para responder—. No, no en el cuarto de nuestro bebé.
— Entiendo señora. ¿Están buscando para
un niño o una niña? A veces los estilos varían dependiendo del género del bebé.
Muchos padres se han enamorado de la serie Cenicienta con la cuna en forma de
carruaje, —dice caminando hacia las cunas—. O, si la prefieren para chicos,
tenemos cunas en forma de coches de carrera que son muy populares entre los
padres primerizos de varones.
— No quiero nada que sea para un género
específico. Lo que queremos es una cuna segura, funcional y elegante. —Nos
dirige a varios estilos, colores y rango de precios—. ¿Qué tal esa? —Apunto a
una caja cerrada de una cuna de aspecto moderno.
— No hemos preparado el piso apropiado
para mostrarla. Acaba de llegar de Londres. Aparentemente es uno de los modelos
más seguros no solo de Europa, sino del mundo. Como puede ver en la caja, tiene
bastantes características de seguridad. Debido a que se diferencia de las cunas
tradicionales, asusta a algunos padres. Debido que quieren criar a los pequeños
tan orgánicamente como sea posible, a algunos padres primerizos las
características de seguridad los ponen ansiosos. Puede alejarlos de tener la
experiencia, —dice tratando de llevarnos a un modelo más frívolo.
— Ábrala y prepárela. Veamos la facilidad
de uso y quiero que la señora Grey pueda ver todas sus características antes de
tomar una decisión, —digo con voz de mando
Se aclara la garganta—. Por supuesto,
señor Grey, —borbotea—. Voy a conseguir a uno de nuestros hombres de
mantenimiento. Les toma menos tiempo que a mí prepararla—, dice con sonrisa
estudiada—. Discúlpenme, por favor, señora y señor Grey. ¡Iré por el técnico! —Dice
tropezando con sus palabras y se retira.
— ¿Qué fue eso? —Pregunta Anastasia.
— Anastasia, quiero que nuestro bebé esté
seguro. No irá al baile al castillo de la Cenicienta. Estoy observando y viendo
todas las formas en las que el bebé podría lastimarse o cuando trate de
levantarse solo o tú cuando trates de sacarlo de la cuna. ¡Renuncian a ciertas
características de seguridad para añadir estilo! —Digo.
— Christian, estoy segura que la FDA o
quienquiera que investigue la seguridad de estos artículos, los aprobó para su
venta.
— Ana, tu viejo Vocho también tenía
permiso para circular, aunque era una completa trampa mortal. Cuando se trata
de ti o nuestro bebé, lo mínimo no es aceptable. Quiero lo más seguro. He leído
que más de dos mil bebés mueren por el SIDS (Sudden Infant Death Syndrome, síndrome de muerte en la cuna, por sus
siglas en inglés), y eso es mayormente por prácticas inseguras cuando duermen.
¡No! Soy un padre ansioso. ¡Nuestro pequeño tiene que estar seguro!
— ¡Estoy de acuerdo!
— Además, pensé que querías un color que
combinara con todo… Y… —entonces
me doy cuenta que está de acuerdo conmigo en algo—. ¿Qué acabas de decir? —Pregunto
sorprendido.
— Dije que estoy de acuerdo contigo,
señor Grey, —dice sonriendo.
— ¿Te estás riendo de mí señora Grey?
— Sí, señor Grey, —dice mordiéndose el
labio inferior, entonces baja la voz y casi en un susurro se inclina hacia mi
oído, —pero, sé que no vas a hacer nada sobre eso, porque estoy cien por ciento
de acuerdo contigo cuando se trata de la seguridad de Teddy. Y, en este
momento, creo que te ves endemoniadamente caliente cuando estás protegiendo
fervientemente a nuestro bebé, si no estuviéramos en una tienda, te pediría una
repetición de la experiencia de esta mañana, ¡justo aquí!, ¡justo ahora!
Maldita sea, Ana. Me está excitando en
público, inconvenientemente y jodidamente repentinamente. Doy un gruñido bajo—.
¡Taylor! —Grito.
— Sí, señor, —aparece a nuestro lado.
— Haz que la tienda envíe esta marca y
modelo en particular a la casa grande. No es necesario que la monten, —le digo
sin apartar la mirada de Anastasia.
— Ciertamente, señor, —dice.
— Iremos a buscar otros artículos. No
necesitamos que la gerente nos guíe, —digo. Necesito ocultar esta erección de
los ojos curiosos—. Vente, señora Grey, —digo tirando de ella en el mismo tono
cuando digo ‘vente’ cuando está debajo de mí. Lentamente exhala y me sigue.
El territorio enemigo
Deja que tus planes sean
oscuros e impenetrables como la noche, y cuando te muevas, cae como un rayo.
Sun Tzu, El Arte de la
Guerra
Este es el quinto teléfono celular desechable que está usando. Cada
llamada requiere de uno nuevo. Después de todo, no quiere dejar ningún rastro.
Es un depredador que está aprendiendo todos y cada uno de los movimientos de su
enemigo. Lo subestimó. Tuvo muchos años para estudiarlo, pero aun así no lo
consiguió. Fue demasiado confiado; demasiado arrogante de que ese golpe y
derrota pudieran venir de ese escuálido niño que ni siquiera podía hablar hasta
que tuvo seis años. En esos años, creyó que Christian tenía deficiencias
mentales. Bien, si alguien estuviera tan jodido como cuando era niño, esa era
una razón para que estuviera mentalmente marcado de por vida, ¿no es así? Esos
podrían inclusive convertirse en sociópatas, criminales o volverse pobres de
espíritu sin carácter. Muy pocos raramente se convertían en despiadados en el
campo escogido por ellos, como él mismo, pensó.
Oh, además lo odiaba. Pero además tenía una tortuosa fascinación y
decidió entender a su presa desde su interior. ¿Cómo era posible que el
muchacho que había sido un caso de caridad por su exesposa y sumisa, se convirtiera
en el amo del universo en el que vivía? Lo descubriría y encontraría la forma
de derrotarlo con sus propias armas en su jodido juego y haciéndolo despacio y
más doloroso.
— ¡El informe! — Ladró al celular
simplemente con su siempre presente voz profunda de mando, ordenando, sin dejar
dudas sobre sus expectativas. Le gusta pensar que, si existía algún dios, así
es como hubiera sonado. Esperaba informes semanales de su sicario contratado. A
veces eran en un formato digital anónimo que cruzaba al menos cinco ubicaciones
diferentes para serle enviado. Fotos, sonidos, videos… Necesitaba saber las
rutinas de su presa, medios, viajes, la manera en que mimaba a su esposa o todo
aquello que le importaba. Pero ya tenía la firme seguridad y la razón para
decidir que la esposa era el camino para golpearlo. De las noticias circulando
en los periódicos y sus oídos por todas partes conformó que la perra casi fue
asesinada por salvar a su cuñada. ¿Se imaginan lo que haría por salvarlo a él?
Nunca le gustó la emoción del amor. Firmemente
cree que es una de las mayores debilidades del hombre y para aquellos desafortunados
que tienen enemigos, una gran herramienta para apuñarlos. Nada ni nadie podría
herir más que el dolor infligido por alguien o a través de alguien a sus seres
queridos. De hecho, si lo hace correctamente dejará a su enemigo eternamente atormentado
y cuando dé el golpe final, sabría que fue él quien jodió su vida, ¡justo como
él lo hizo con la suya! Pero mientras ese momento llega, necesita conocer a su
enemigo. Si va a atrapar al tigre por la cola, más le vale saber lo que
jodidamente le puede quitar a la vida de ese tigre.
— Su jet está preparado para ir a Nueva
York. Todo el paquete va a estar ahí, incluyendo a cuatro de sus perros.
¿Quiere que instale un regalito para que le sea entregado a medio camino?
¿Es este psicópata idiota? ¡Una forma de
alertar a Seguridad Nacional al volar su avión a medio camino! Ha sido un
jodido mercenario fuera del país demasiado tiempo. ¡No querrá un crimen
federal! Quiere que sea personal. ¿Y cuán divertido sería quitarle la vida a
Grey, a su esposa y sus perros de esa manera? ¡No habría manera de decirle que
él fue uno de los que lo jodió!
— ¡No! ¡Nos apegamos a mi plan!
No te mueves, no tomas decisiones o siquiera respiras sin mi permiso.
Esperamos. Yo daré el golpe final. Tú solo eres el
medio para llegar a ese punto. Eso es por lo que te pagué. Excesivamente,
podría añadir.
— Usted es el jefe, pero hay maneras de
hacerlo aparecer como accidente.
El jefe aprieta el puente de su nariz
como si quisiera evitar el dolor de cabeza que lo amenaza. ¡Que jodido idiota!
El helicóptero de Grey fue saboteado por Hyde. ¿Cree que un segundo incidente
sería considerado como accidente? ¿Y cuán original sería eso realmente? ¿Por
qué él,
maestro dominante, copiaría a un incompetente, idiota enojado sin
evidente autocontrol como Hyde?
— Quiero los itinerarios de él y su esposa
por los siguientes seis meses. Los conseguirás para mí y lo harás
sigilosamente. Hago los planes y te informo cuando llevarlos a cabo. —Sabe que
la guerra se basa en el engaño. Si quiere salir victorioso con este plan, no puede
ser tan apresurado como lo hizo con Hyde. Para ganar, tendrá que atacar
primero, tendrá que ser el primero en ganar; para que el juego termine en jaque
mate en su mente, antes de que lo empiece, antes de empezar la guerra con Grey.
Porque, solo los guerreros derrotados fueron primero a la guerra y luego tratan
de ganar, como lo hizo él la última vez. Esto es diferente. Este es un juego
donde el ganador se lleva todo. Todas las piezas deben colocarse en el lugar
correcto.
— ¿Su agenda? ¡Puedo seguirlo para
conocer su rutina, pero esto le costará más porque tengo que averiguar su agenda
de una empresa con muchas capas de protección en sus servidores, como en el
Pentágono!
— ¡Nunca vayas a la puerta principal
si quieres asaltar un fuerte! ¿No te enseñaron eso en cualquier organización
secreta gubernamental si fuiste parte de ella? Encuentras un túnel, un caballo
troyano para entrar. Ya tienes uno. El sistema de SIP es el camino.
— Lo intenté. Ha sido revisado.
Realmente es desesperante—. ¿Tengo que
deletreártelo? Aceptan presentaciones manuscritas. Todo lo que tienes que hacer
es crear un canal que no sea en absoluto un virus. Luego introduces el virus a
través del canal que has creado. No tienes que infectar nada. De hecho, ¿por
qué no craqueas el teléfono celular de su asistente? Esa sería la mejor manera
de entrar a su sistema. Abres el canal en su teléfono y una vez que está en el
wi-fi de SIP, descargas la agenda de la esposa de Grey. En lo que se refiere al
sistema, tú, el caballo troyano, aparecerás como su asistente, y las máquinas
no son humanas. No sospechan de otras máquinas. ¡Solo si lo jodes, eso es todo!
Solo verán su teléfono y es amigable para el sistema de SIP. ¡Ata tu canal al
correo electrónico o al celular de la esposa de Grey y estarás directamente
vinculado a Grey! —Dice exasperado. Por
otro lado, la otra línea está en silencio momentáneamente.
— ¡Eso… de hecho debe funcionar
brillantemente! —Dice su secuaz. ¡Por supuesto! ¡Porque fue el quién lo pensó!—.
Si ambos están fuera de la ciudad mañana, será el mejor momento para trabajar
en el celular de su asistente. Quiero actualizaciones la próxima semana, mismo
día, misma hora. Mientras tanto continúas enviando tus reportes programados.
¿Estás volando detrás del calvario mañana? —Pregunta implicando si está volando
tras los Grey a Nueva York.
— Sí, señor, a ambos asuntos. Después que
haya introducido el canal en el celular de la asistente, —responde el secuaz
con su profunda voz. El jefe finalmente presiona el botón de
‘terminar’ en el celular. Toma la batería y la tarjeta SIM y la rompe en
pedazos, y arroja todo desde el muelle al mar y se aleja.
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