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Sunday, March 9, 2014

Libro II - Capítulo VI: CINCUENTA SOMBRAS DE GREY - CHRISTIAN Y ANASTASIA

CAPITULO VI

TERRITORIO HOSTIL




Al ver la cara de terror de Anastasia se eleva mi nivel de ansiedad. Después de que Elena me desea suerte, doy zancadas de vuelta hacia ella, y la miro con aprensión. Su expresión me hace fruncir el ceño. 

_ ¿Estás bien? Le pregunto con voz tensa y cautelosa. ¡Anastasia, por favor! ¡No huyas de mí! 

Run to You - Whitney Houston


_ En realidad no. ¿No querías presentarme? Me pregunta con frialdad.

¡Oh maldita sea! Se confirman mis sospechas, ¡Ella lo sabe! ¡Mierda! ¡Mierda! ¿Qué voy a hacer?

_Pero pensé… digo mientras me corta.

_ Para ser un hombre brillante Christian, a veces... y se detiene, no puede decir el resto de su condena. ¿A veces qué? ¿A veces actúo como un idiota? ¿La cago? Ella me lo dijo  antes. Eres un imbécil. No estaba pensando y los viejos hábitos a veces tardan en irse. Yo no sabía que Elena iba a estar aquí. ¡Qué mierda!

_ Me gustaría irme, por favor, dice ella.

_ ¿Por qué? Pregunto.

_ Sabes por qué, dice volteando los ojos. La miro, pero no puedo castigarla por girar los ojos. Lo prometí. Mis ojos arden de rabia conmigo mismo, ella ni siquiera sabe que estoy enojado.

_ Lo siento, Ana. Yo no sabía que estaría aquí. Ella nunca viene. Abrió una nueva sucursal en el Centro Bravern, y ahí es donde está normalmente. Alguien estaba enfermo hoy, le explico lo mejor que puedo.

Pero, Anastasia no quiere oír nada de eso. Se da la vuelta sobre sus talones y sale de cabeza hacia la puerta.

_ No vamos a necesitar Franco, Greta, y me voy detrás de ella. La miro con recelo. Ella está alejándose rápidamente, como si quisiera correr. Ella también está conteniendo la respiración y apretando los dientes, y mirando a la distancia como para reprimir las lágrimas. ¡Maldita sea!  ¿Por qué demonios me meto en estos líos? ¿Y cómo me las arreglo para hacerlo tan a menudo? ¡Dios! ¡Definitivamente soy un idiota!
Camino a su lado sin decir palabra observándola constantemente sin pestañear. Sé que estoy jodido. Le pedí que me diera algo de espacio para cometer errores. Voy a meter la pata muy seguido, porque yo no sé como manejarme en esta relación, todo es nuevo para mí. Ella sólo cruza sus brazos alrededor en su pecho, tratando de protegerse a sí misma, con la cabeza hacia abajo, evitando los objetos en su camino, pero también tratando de evitarme. No hago ningún movimiento para tocarla, pero todo lo que quiero hacer es tenerla en mis brazos. Después de que llegamos a la Segunda Avenida, finalmente  habla.

_ ¿Solías llevar a tus sumisas allí?

Scandalous - Prince
   

_ Algunas de ellas, sí, le contesto en un tono tranquilo.

_ ¿Leila? Es su segunda pregunta.

_ Sí, le respondo con sinceridad.

_ El lugar parece muy nuevo, observa.

_ Ha sido remodelado recientemente, le respondo.

_ Ya veo. Así que la señora Robinson se reunía con todas tus sumisas.

_ Sí, le contesto.

_ ¿Conocían ella su historia?

_ No, ninguna de ellas, solo tú.

_ Pero yo no soy tu sumisa, me declara.

_ No, está clarísimo que no lo eres, le respondo.

Finalmente, ella se detiene y me enfrenta. Estoy temeroso de lo que va a hacer, si va a correr, y yo nunca la volvería a ver. Mis labios se presionan en una línea de esfuerzo duro.

_ ¿Puedes ver lo jodido que es esto? Dice en voz baja mientras me mira directamente a los ojos.

_ Sí. Lo siento, le digo. Me di cuenta de cuando vi a Elena en la tienda, pero no había nada que pudiera hacer al respecto.

_ Quisiera un corte de cabello, de preferencia un lugar en donde no te hayas follado ni al personal ni a la clientela afirma completamente herida. Me estremezco. Tiene razón, por supuesto. ¿Cómo me sentiría si ella me lleva a un lugar con las características que ella describe? Ni siquiera puedo pensar en esa idea. ¡Oh, esto es serio! 

_ Ahora si me disculpas, dice ella y comienza a caminar. Estoy completamente asustado. Como un niño pequeño.

_ No te marchas ¿verdad? pregunto tratando de ocultar mi miedo.

_ No, yo sólo quiero una maldito corte de pelo. En algún lugar donde pueda cerrar los ojos y que alguien me lave el pelo y olvidarme de toda esta carga tan pesada que va contigo,  dice ella.

Me paso la mano por el pelo, exasperado. 

_ Puedo hacer que Franco vaya a mi apartamento o al tuyo, le digo en voz baja.

_ Es muy atractiva, dice Anastasia. ¡Whoa! Cambio de rumbo, parpadeo ante su evaluación.

_ Sí, lo es, le respondo.

_ ¿Sigue casada? Pregunta.

_ No, se divorció hace unos cinco años.

_ ¿Por qué no estás con ella?  Está celosa... Celosa de lo que yo tuve con Elena.

_ Porque lo nuestro se acabó, ya te lo he dicho. No quiero que mi pasado se interponga entre nosotros. Mi frente se arruga tratando de no irritarme. Pero, entonces siento el zumbido de mi Blackberry y le hago señas para detener la conversación y ver quien llama.  

_ Welch, le digo cuando me detengo en seco en la Segunda Avenida, sin mirar a ninguna parte en particular.

_ Señor Grey, tengo actualizaciones importantes para usted, comienza. Logré hablar con la hermana de Leila y ella me dijo que Leila se fue con un hombre hace más de tres meses. El nuevo novio, con el que ella se fue ha fallecido en un accidente de auto. Confrontamos a su marido de nuevo con esta información y nos la corroboró.

Esa información me toma por sorpresa. 

_ ¿Murió en un accidente de coche? ¿Cuándo?

_ Su marido de mala gana nos ocultó esta información, pero como le dije en nuestra conversación anterior él no está dispuesto a dar ningún tipo de información que ayude a encontrarla. La hermana sin embargo desea que aparezca y nos informó que el accidente fue hace aproximadamente cuatro semanas.

El rostro de Anastasia hace muecas mientras la conversación está en curso. Ella pone atención para escuchar lo que está sucediendo.

_ Es la segunda vez que ese cabrón nos miente. ¿Es que no siente nada por ella? Sacudo la cabeza con disgusto. Esto está empezando a tener sentido...

_ ¿Ha hecho algún contacto con usted o con la señorita Steele señor?

_ No... respondo.

_ Ahora sabemos la principal razón de su crisis psicológica... dice Welch.

_ Sí... eso explica por qué, pero no dónde está.

_ Estoy casi seguro que lo está mirando en este momento, o a la señorita Steele desde la distancia para hacer su siguiente movimiento. Aunque no sé qué querrá.

Con ese comentario, miro alrededor buscando a ver si Leila se encuentra en algún lugar cercano. Miro y veo que Anastasia también está reflejando mis acciones. No veo a Leila por lo alrededores. Sólo el ajetreo y el bullicio normal de la ciudad de Seattle, los compradores, el tráfico de costumbre, y la propia ciudad.

_ ¿Dónde está la señorita Steele señor?

_ Ella está aquí, digo.

_ Señor Grey, yo sé que usted conoce mejor a Leila, pero tengo mis sospechas, ¿Usted cree que Leila los esté vigilando? Bueno sabemos que ella está vigilando a la señorita Steele.

_ Sí, ella nos está vigilando...

_ Si mis suposiciones son correctas, sería prudente aumentar su seguridad personal.

_ Sí...

_ ¿Le gustaría que le proporcione un escolta adicional señor?
_ No,  dos o cuatro, veinticuatro siete...

_ ¿Le ha hablado a la señorita Steele de proporcionarle seguridad ya que está siendo vigilada?

_ Todavía no he tocado ese tema, le digo mientras le hecho un vistazo a Anastasia directamente.

_ Bueno, este sería un buen momento señor porque le tengo otra noticia muy preocupante. Acabamos de descubrir que Leila ha obtenido un permiso para portar armas.

_ ¿Qué? susurro mientras palidezco. Ni siquiera puedo formular la pregunta. ¿Por qué iba a necesitar un arma? Encontró a Anastasia ayer. Ella sabe dónde vivo. Si ella quiere hacerle daño o hacerse daño a sí misma, evidentemente puede hacerlo con un arma. El recuerdo de la puta morena se me viene a la mente espontáneamente.

_ Ya veo. ¿Cuándo?  Pregunto con ansiedad pero tratando de que Ana no vea mi cara de alarma.

_ Ayer, señor.

_ ¿Tan poco hace?  Pero, ¿cómo?

_ Debe de haberlo solicitado hace un tiempo.

_ ¿No hay verificación de antecedentes?

_ La verificación de antecedentes se realiza generalmente cuando una persona solicita su permiso, señor. Un permiso de armas tarda treinta días. Eso dice que ella lo solicitó hace tiempo, posiblemente al enterarse de la muerte de su novio. Y no buscamos esa información hasta que se puso en contacto con la señorita Steele. Todos los esfuerzos se centraron el localizarla. Pero de nuevo le digo, el permiso se lo otorgaron ayer.

_ Ya veo.

_ En cuanto a aumentar la seguridad, le voy a enviar la información de los potenciales candidatos que están disponibles actualmente.

_ Envíame un correo electrónico con nombre,  dirección, y fotos, si los tienes...

_ ¿Cuándo quiere que empiecen?

_ Los quiero veinticuatro siete, a partir de esta tarde. Ponte en contacto con Taylor, y cuelgo. ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¿Los problemas nunca van a dejar de venir?  Tomo una respiración profunda, y ahora tengo que lidiar con mi hermosa novia que está enojada ahora.

Me doy la vuelta y Anastasia me está mirando.

_ ¿Y bien? Ella pregunta, exasperada. Ella quiere saber lo que está pasando.

_ Era  Welch, le explico.

_ ¿Quién es Welch?

_ Mi asesor de seguridad.

_ Bien. ¿Qué ha pasado?

_ Leila dejó a su marido hace unos tres meses y se fue con un hombre que murió en un accidente de coche hace cuatro semanas.

_ Oh, es todo lo que puede decir.

_ El imbécil del psiquiatra debería haberlo previsto. El dolor… ese es el problema. Vamos, le digo levantando mi mano y ella coloca la suya sobre la mía automáticamente, pero entonces me suelta con brusquedad.

_ Espera un minuto. Estábamos en medio de una discusión, acerca de nosotros. Sobre ella, tu señora Robinson. ¡Dios! ¿Tenemos que hacer esto ahora? Mi rostro se endurece. 

_ Ella no es mi señora Robinson. Podemos hablar de ello en mi casa, le digo tratando de calmarla.

_ Yo no quiero ir a tu casa. ¡Quiero cortarme el cabello! Grita obstinadamente. ¡Mierda! Leila está por ahí asechándonos ¡joder!

Tomo mi Blackberry y marco a Esclava. Greta responde.

_ Gracias por llamar a Esclava, habla Greta,  ¿en qué puedo ayudarle?

_ Greta, Christian Grey. Quiero a Franco en mi casa en una hora. Consúltalo con la señora Lincoln…

_ Franco está libre ahora. El puede estar en su casa alrededor de la 1pm.
_ Bien, le digo y cuelgo.

Guardo el teléfono en mi bolsillo. 

_ Vendrá a la una, le digo a Anastasia.

_ ¡Christian...! Ella balbucea completamente exasperada conmigo.

_ Anastasia, Leila está obviamente, sufriendo una crisis sicótica. No sé si va detrás de ti, o de mí, o que es capaz de hacer.   Vamos a ir a tu casa, recoger alguna de tus cosas, y te puedes quedar conmigo hasta que la hayamos encontrado, le explico.

_ ¿Por qué querría hacer eso? Pregunta.

_ Para poder mantenerte a salvo, le digo cuando mi pacienta se va agotando.

Can’t Let Go - Mariah Carey


_ Pero… ella dice dispuesta a oponerse, pero la interrumpo con mi mirada.

_ Tú vienes a mi apartamento así te tenga que arrastrar hasta allá por el pelo.

Ella abre la boca sorprendida y molesta, y sus ojos están diciendo, ¡No te atreverías! ¡Pero me gustaría!

_ Creo que estás exagerando, afirma.

_ No lo hago. Podemos continuar nuestra discusión en mi casa. Ven. Digo.

Ella se cruza de brazos y me mira, y no está dispuesta a ceder.

_ No, ella dice tercamente, y deteniéndose para no continuar.

_ Puedes ir por tus propios pies o puedo llevarte yo Anastasia, lo que tú prefieras. Yo también tengo una determinación y ando nervioso porque Leila anda por ahí quien sabe si armada. No quiero confrontarme contigo nena.  

_ No te atreverías, ella me frunce el ceño. Ella cree que yo,  Christian Grey, siendo quien soy querría evitar cualquier escena en el medio de la calle, lo cual tiene razón, pero lo que no sabe es cuáles son mis extensiones para protegerla. ¿Ni siquiera me conoces un poco querida? Yo medio sonrío. No es una sonrisa agradable porque no llega a mis ojos.

_ Oh, cariño, los dos sabemos que si se me arrojas el guante, estaré más que dispuesto a recogerlo, le digo. Ella me mira y sigue sin caminar. Por lo tanto seré yo quien la lleve. ¡Muy bien, ya tomé mi decisión señorita Steele!

Abruptamente me agacho y agarro a Anastasia alrededor de sus muslos y la levanto y antes de que pueda pronunciar una palabra, ya la tengo encima de mi hombro.

_ ¡Suéltame! Ella grita. ¡Yo no lo creo! Empiezo a caminar a lo largo de la Segunda Avenida, con los brazos apretando firmemente sus muslos, y al segundo que ella empieza a gritar, le doy una nalgada en su delicioso trasero.  ¡Sigue gritando bebé! ¡Tú gritas y yo te azoto en el centro de la ciudad de Seattle!

_ ¡Christian! grita. La gente nos mira, y ella está humillada por ser arrastrada como la esposa de un hombre de Neandertal. ¡Voy a caminar! ¡Voy a caminar!  Dice.

Finalmente la bajo e incluso antes de levantarme ella comienza a caminar en dirección a su apartamento, por supuesto, echando humo y me ignora por completo. Acelero mi marcha y en un instante estoy a su lado, pero sigue ignorándome. Está increíblemente enojada. Puedo darme cuenta por su expresión que anda pensando y pensado, y yo no quiero que le esté dando vueltas a este problema que es mío. Su respiración es tensa, sus brazos cruzados por su pecho, mirando hacia delante y caminando rápido. De repente se detiene abruptamente en la calle, y se vuelve hacia mí. Me detengo junto con ella.

_ ¿Qué ha pasado? me pregunta. Me imagino que es el resultado de todo lo que viene pensando, seguro atando cabos sueltos. ¡Mierda! Debe haberse dado cuenta de algo.

_ ¿Qué quieres decir? Le pregunto haciéndome el que no entiendo.

_ Con Leila, dice con impaciencia.

_ Ya te dije, le digo tratando de no divulgar más información.

_ No, no lo has hecho. Hay algo más. Ayer no insististe en que me fuera para tu casa. Por qué hoy sí. ¿Qué ha pasado? Pregunta de nuevo. ¡Maldita sea! ¡Ella siempre me confunde! Demasiado inteligente. Me pongo incómodo.

_ ¡Christian dime!  Ella insiste. ¡Maldita sea! ¿No puedo esconderle nada?

_ Se las arregló para obtener un permiso para portar armas ayer. Anastasia me mira sorprendida y con el rostro de horror. Se queda casi sin aliento.

_ Eso solo significa que puede comprar un arma de fuego, susurra.

_ Ana, le digo, y mi voz se va apagando con una creciente preocupación. Pongo mis manos sobre sus hombros y la acerco hacia mí, para mantenerla segura en mis brazos. No creo que haga algo estúpido, pero no quiero correr riesgos contigo, le digo. 

_ Yo no... ¿Pero tú? Susurra. ¿Anastasia se preocupa por mí? La miro tratando de leer sus emociones, y ella envuelve sus brazos alrededor de mí y me abraza fuerte y coloca  su cara contra mi pecho. Y por primera vez, no me asusto.

Y así, nuestra lucha se olvida. 

_ Vamos a casa, murmuro, y le beso el pelo.

Nos vamos al apartamento de Anastasia. Ella en una pequeña maleta toma sus objetos personales al igual que el globo desinflado del Charlie Tango.

_ ¿El Charlie Tango también viene? Pregunto.

Ella asiente con la cabeza, y yo sonrío completamente satisfecho. Ella me ama no importa lo mucho que se enoje conmigo, y saber eso me hace olvidar toda la mierda de hoy.

_ Ethan estará de vuelta el martes, murmura Anastasia.

_ ¿Ethan? Le pregunto. ¿Quién demonios es Ethan? ¿Otro admirador?

Next Contestant - Nickelback


_ Es el hermano de Kate. Se quedará aquí hasta que encuentre un apartamento en Seattle.

Oh, ese. Lo conocí en la graduación y me di cuenta que también quiere meterse en las bragas de Anastasia. La miro inexpresivamente tratando de ocultar mis sentimientos, pero no puedo mantener la frialdad lejos de mis ojos, y se da cuenta.

_ Bueno, está bien que te vengas conmigo, así el tendrá más espacio, le digo en voz baja. ¡Joder que suertudo soy! Ni loco que iba a dejar a mi novia sola en su apartamento con otro aspirante.  Explotaría de celos.

_ No sé si él tiene llaves. Tendré que volver cuando llegue, dice.

¡Ahora no, Anastasia! ¡No puedo soportarlo! Trato de mantener mi mirada impasible, e ignorar lo que ha dicho.

_ Eso es todo, dice ella y agarra su maleta y nos dirigimos hacia la puerta. Mientras caminamos a su Audi, Anastasia sigue mirando por encima de su hombro.  Voy a la puerta del pasajero y la abro, esperando que ella entre directo.

_ ¿Vas a entrar? Le pregunto.

_ Pensé que conduciría yo, dice ella. No voy a atraer el peligro y darle la oportunidad a Leila que se le ocurra hacer alguna estupidez.

_ No voy a conducir yo.

_ ¿Le paso algo a mi forma de conducir? No me digas que sabes que nota me pusieron en el examen de conducir… no me sorprendería vista tu tendencia al acecho. ¡Dios por favor ayúdame con esta mujer!

_ Entra en el coche, Anastasia, le digo con enojo.

_ Está bien, responde y se sube rápidamente.

Estoy tenso y enojado. No sé lo que Leila será capaz de hacer. No puedo dejar que le quiten la vida a Anastasia a la ligera. No puedo complacerla en sus travesuras cuando se trata de su seguridad. Después de cerrar la puerta de Anastasia me dirijo  hacia el lado del conductor del vehículo y al mismo tiempo escaneo el estacionamiento para detectar a cualquier persona que no pertenezca a este lugar,  especialmente a Leila. Me meto y enciendo el coche  y con facilidad me integro al tráfico.

_ ¿Todas tus sumisas eran morenas?  Anastasia me pregunta sacándome de mis pensamientos.

Frunzo el ceño cuando le echo un vistazo. ¿A dónde va con esta pregunta?

_ Sí, murmuro con inquietud.

_ Solo preguntaba, ella responde a mi pregunta sin respuesta.

_ Te lo dije. Yo prefiero las morenas.

_ La señora Robinson no es una morena, observa.

_ Seguramente sea ella la razón, murmuro.  Con ella tuve bastantes rubias para toda la vida, le digo en tono de burla.

_ Estás bromeando, ella jadea.

_ Sí. Estoy bromeando, le contesto exasperado. Ni siquiera puedo bromear sobre ello sin que ella se enoje.

Anastasia mira fijamente hacia la ventana perdida en sus pensamientos. ¿Qué está pensando por tu hermosa cabeza Anastasia? 

_ Hábleme de ella.

_ ¿Qué quieres saber? Le digo en tono de advertencia, sabiendo lo que viene.

_ Hábleme de su acuerdo de negocios, dice ella. Me relajo un poco. Puedo hablar de negocios. No se trata de sexo y ella no puede estar celosa de ese aspecto.

_ Soy el socio capitalista. No estoy particularmente interesado en el negocio de la belleza, pero ella ha convertido el proyecto en un éxito. Yo sólo invertí y la ayudé a empezar, le digo.

_ ¿Por qué? ella sondea.

_ Se lo debía, respondo. Y se lo debía en grande, porque ella fue la que me ayudó económicamente con mi primer negocio. Eso era lo menos que podía hacer por ella.

_ ¿Ah, sí?

_ Cuando dejé Harvard, ella me prestó cien mil dólares para iniciar mi negocio, respondo con sinceridad. Ese fue mi capital inicial para comenzar lo que tengo hoy.

_ ¿La dejaste?

_ No era lo mío. Hice dos años. Por desgracia mis padres no fueron tan comprensivos, le digo recordando. Mis padres son bien educados, y la educación es muy importante para ellos, sus hijos deberían graduarse en universidades prestigiosas. Probablemente les preocupaba mucho que me metiera en problemas en  mis años de adolescencia... bueno, hasta que empecé mi aventura con Elena. Probablemente los asustó y les recordó los tipos de problemas en los que me metí  cuando era más joven.

_ No parece que te haya ido mal por haberla dejado, ¿Qué asignaturas escogiste?

_ Política y Economía.

_ Así que ella es rica, pregunta Anastasia.

_ Ella era una esposa trofeo aburrida, Anastasia. Su marido era un magnate… de la industria maderera, sonrío y añado, él no la dejaba trabajar. Era muy controlador. Algunos hombres son así. Le doy una sonrisa para calibrar su reacción.  

_ ¿En serio? ¿Un hombre controlador? Yo creía que eso era una criatura mítica, dice sus palabras llenas de sarcasmo. Su respuesta me hace sonreír ampliamente.

_ ¿Ella te prestó el dinero de su marido? pregunta Anastasia. Asiento con la cabeza y le doy una sonrisa pícara.

_ Eso es terrible, responde ella a mi reacción.

_ Él también tenía sus líos, digo sombríamente mientras entro en el garaje de Escala. No sólo consiguió más dinero, sino que también jodió a Elena, rompiéndole el brazo y la nariz.

_ ¿Cuáles? Pregunta Anastasia. Pero, esa es una información que quiero evitar. Niego con la cabeza, como para dispersar el amargo recuerdo, y parqueo al lado de mi Audi Quattro SUV. No respondo y desvío su atención con otro tema. 

_ Vamos. Franco estará aquí dentro de poco, le digo y tomo su mano.

Después nos dirigimos hacia el ascensor, ella está tratando de mantener un rostro impasible, pero sé lo que hay detrás de todo esto. 

_ ¿Todavía estás enojada conmigo? Le pregunto.

_ Mucho, ella responde. Monosilábica.  Asiento con la cabeza.

_  Está bien, acepto sus sentimientos. Por lo menos ella está aquí conmigo.  Puede ser que tengamos que solucionar esto más tarde. Finalmente el ascensor llega a mi ático y suenan las puertas que abren hasta mi vestíbulo. Taylor está esperando nuestra llegada. Toma el pequeño equipaje de Anastasia de mis manos.

_ ¿Has tenido contacto con Welch? Le pregunto.

_ Sí, señor.

_ ¿Y? Pregunto

_ Todo está arreglado.

_ Excelente. ¿Cómo está tu hija? Pregunto al recordar que salió de emergencia pensando que tenía apendicitis.  

_ Ella está bien, gracias, señor, responde.

_ Bien. El peluquero vendrá a la una. Franco De Luca.

_ Señorita Steele, dice Taylor saludando a Anastasia.

_ Hola, Taylor. ¿Tienes una hija? Ella pregunta.

_ Sí, señora.

_ ¿Cuántos años tiene?

_ Siete años responde. Estoy cada vez más impaciente con su charla.

_ Ella vive con su madre, le explica Taylor.

_ Ah entiendo, dice Anastasia. Y ese es el final de la conversación. 

 _ ¿Tienes hambre? Le pregunto cuando entramos en la sala.

Ella niega con la cabeza. La miro con malos ojos, ella sabe lo que pienso respecto a la comida. Pero decido no discutir, ya tenemos bastante por hoy. Así que guardaré la discusión para la próxima vez que ella no quiera comer.

_ Tengo que hacer algunas llamadas. Siéntete como en casa, le digo.

_ Está bien, responde Anastasia. Luego entro a mi estudio, dejando a Anastasia en la sala de estar. Cuando voy a mi estudio, Taylor me está esperando.

_ Hemos recibido la información del personal de seguridad adicional, y ya los revisé antes de que llegaran a casa señor.

_ ¿Qué te parecen?

_ Tres de ellos vienen recomendados y conocí a Sawyer hace tiempo. Estuvo bajo mi mando, yo confío en él plenamente, afirma.

_ Pero la pregunta es, ¿Le puedo confiar la vida de Anastasia?

_ Yo le confiaría la vida de mi hija señor, contesta y entiendo lo que quiero decir.  Su hija es la persona más importante en su vida. El acero de mi mirada bloquea a Taylor, veo inmensa determinación en él, si puede confiarle a su hija, eso es suficiente para mí. Asiento con la cabeza sin vacilar.

_ ¡Muy bien! Entonces él estará a cargo de la seguridad de Anastasia, por el momento. Pero me gustaría encontrar un personal de seguridad femenino para que vaya junto con Anastasia a trabajar. Ella la seguirá al baño si es necesario.

_ Sí, señor.

_ ¿Cuando van a estar aquí?

_ En un par de horas, señor. Welch tiene que inspeccionar las armas antes de entregárselas y darle instrucciones, entonces vendrán hasta acá y se los presentaré para darles las instrucciones específicas, señor.

Me estremezco al oír la palabra "armas", pero dadas las circunstancias, tengo que permitir que las lleven consigo. Por último asiento con la cabeza, y despido a Taylor.

Luego hago unas llamadas a Andrea y a Ros. Una empresa grande como la mía nunca descansa. Al ser el dueño no descanso nunca. Una vez terminadas mis llamadas me voy en busca de Anastasia. Pero no la consigo en ningún lado, no está en la cocina ni en el dormitorio.  Empiezo a ponerme nervioso.  Me encuentro con Taylor cuando salgo de mi habitación y por su aspecto sé que él me está buscando. 

_ ¿Has visto a la señorita Steele? Pregunto con un miedo apenas contenido.

_ No, señor. Yo venía a informarle que Franco el de la peluquería acaba de llegar. ¿Debo buscarla? Me pregunta preocupado por mi reacción.

_ No, ella debe estar en su habitación. Iré a ver, le digo y camino a su dormitorio. Su mochila está ahí. Tal vez ella no se ha marchado. Entro en su armario y ella está sentada en la misma esquina del armario en el piso y hablando por su Blackberry. La oigo decir: “Mamá, es complicado. Creo que está loco. Ese es el problema” ¿Está hablando de mí? ¿Cuántas otras cosas más le habrá dicho? Mejor detengo esta conversación.

Entonces ella exclama sobre algo que su madre debe haberle dicho ¡¿Qué?!

Voy hasta la puerta del armario y me detengo aliviado de verla aquí.

_ Ya está. Pensé que te habías marchado, le digo con alivio.  

Without You - Motley Crüe

Ella levanta su mano para pedirme tiempo, ya que ella está en el teléfono. Lo siento, mamá, tengo que irme. Te voy a llamar de nuevo,  le dice.

_ Yo también te quiero, mamá. Finaliza devolviendo la despedida a su madre.

Ella sostiene su cabeza y me mira. Yo frunzo el ceño, sintiéndome incómodo. ¿Por qué se está escondiendo aquí? ¿Qué pasa? ¿Me equivoco mucho?

_ ¿Por qué te escondes aquí? Le pregunto.

_ No me estoy escondiendo. Me desespero, responde ella.

_ ¿Te desesperas?  ¿Por qué?
_ Por todo esto, Christian, dice agitando su mano alrededor del armario lleno de ropa.

_ ¿Puedo pasar? Le pido permiso.

_ Es tu armario, dice ella. ¿Cómo puedo hacer que acepte que se trata de su cuarto, de su armario? La ropa es para ella.  Me siento con las piernas cruzadas en el suelo frente a ella.

_ No es más que  ropa. Si no te gustan las enviaré de vuelta, le digo.

_ Es muy complicado tratar contigo ¿sabes?

Su respuesta me toma por sorpresa. Me rasco  el mentón.

_ Lo sé. Me estoy esforzando, murmuro.

_ Eres muy difícil,  dice ella, y le devuelvo sus propias palabras.

_ Tú también señorita Steele, le señalo.

_ ¿Por qué haces esto? Pregunta.

Mis ojos se abren, y soy cuidadoso, una vez más. ¿Qué quiere decir por qué estoy haciendo esto? Cualquier mujer estaría feliz y brincando si viera toda esta ropa. Pero, no Anastasia.

_ ¿Por qué haces esto, Christian? Me pregunta de nuevo.

Mis ojos se abren con cautela. 

_ Sabes por qué, le respondo.

_ No lo sé, dice.

Me paso la mano por el pelo, exasperado de nuevo. 

_  Eres una mujer frustrante, le digo.

_ Podrías tener a una preciosa sumisa morena. Una que si le pidieras que saltara, te preguntaría a qué altura, suponiendo claro, que tuviera permiso para hablar. Así que ¿por qué yo, Christian? Simplemente no lo entiendo, dice finalmente bajando su mirada penetrante hacia mí.

Miro a mi mujer por un momento.
_ Tú me haces mirar el mundo de otra manera, Anastasia. Tú no me quieres por mi dinero. Tú me das... esperanzas, le digo en voz baja.   Ella se preocupa por mí, no como Christian Grey el multimillonario, pero sí como Christian Grey el hombre. El jodido hombre, pero, ella se preocupa por mí, esencialmente.

_ ¿Esperanza de qué? Pregunta más.

Me encojo de hombros con indiferencia. 

_ De más, le digo en voz baja. Y tienes razón. Estoy acostumbrado a que las mujeres hagan exactamente lo que les pido cuando digo y estrictamente lo que quiero que hagan. Eso pierde interés enseguida. Tú tienes algo Anastasia que me atrae a un nivel profundo que no entiendo. Es como un canto de sirena. No soy capaz de resistirme a ti y no quiero perderte. No quiero perderte por favor… ten un poco de paciencia y fe en mí, le digo mientras tomo su mano con la mía. Ella finalmente se inclina sobre sus rodillas; y me da un beso en los labios.

_ Está bien. Fe y paciencia. Puedo vivir con eso, dice.

_ Bueno. Franco ya está aquí.

Le presento a Franco a Anastasia.

_ Franco, ella es mi novia Anastasia. A ella le gustaría un corte de pelo, le digo, y luego me volteo hacia Anastasia. Anastasia, este es Franco. Es uno de los mejores peluqueros de Esclava. Estás en buenas manos y Franco sonríe en grande.

_ ¡Grazie Sr. Grey! ¡Me honra! Y Anastasia, ¡que bellissima eres! dice agitando las manos animadamente.

_ Creo que sería mejor si le cortas el pelo en mi cuarto de baño. Hay más espacio para hacerlo.

Los acompaño al baño mientras Franco le dice a Anastasia ¡Qué cabello tan bonito! con su marcado acento italiano. Vuelvo a mi habitación y agarro una silla para que Anastasia se siente.

_ Los dejo solos, murmuro. No quiero estar hacinado en el baño y quiero darle a Anastasia un poco privacidad.

_ Grazie, Sr. Grey, dice Franco y se vuelve hacia Anastasia, Bene, Anastasia, ¿qué vamos a hacer contigo?

Voy escaleras abajo, hacia mi estudio e imprimo los informes que Ros me ha enviado de la empresa que estoy pensando en liquidar, la que actualmente me va a costar sesenta y siete millones de dólares. ¡Mierda! Vuelvo a mi estéreo y empiezo a escuchar una música clásica. 

Me instalo de nuevo en mi sofá y empiezo a repasar los números que me han llegado. No sé cuanto tiempo ha pasado pero Franco y Anastasia llegan al salón justo cuando está sonando  "O Mio Babbino Caro de Puccini"

O Mio Babbino Caro - Angela Gheorghiu


Miro hacia arriba y le sonrío a Anastasia.

_ ¡Ves! Te dije que le gustaría, dice Franco emocionado.

_ Estás preciosa Ana, digo de verdad, me encanta su cabello.

_ Mi trabajo aquí ya ha terminado, exclama Franco. Me levanto y me acerco a ellos.

_ Gracias Franco, dice Anastasia y Franco a cambio se voltea hacia ella y la abraza en un abrazo apretado de oso y la besa en ambas mejillas como la moda europea. Si él no fuera gay, no habría dejado que la abrazara de esa manera.

_ ¡Nunca dejes que otras personas te corten el cabello, bellissima Anastasia! Le dice muy alegremente. Anastasia se ríe y se sonroja levemente ante su declaración. Camino con Franco hasta la puerta y le doy un buen consejo por hacer un buen trabajo con el cabello de Anastasia. Su cabello siempre lo cortarás aquí, ella jamás irá a un Salón Esclava ¿Entendido? Sí señor Grey, es su respuesta.

_ Me alegra que hayas mantenido tu pelo largo, le digo mientras camino hacia ella con los ojos brillantes y llenos de deseo por ella. Qué suave… y tomo un mechón de su cabello. ¿Sigues enfadada conmigo? Le pregunto.

Ella asiente con la cabeza hasta hacerme sonreír.

_ ¿Por qué  exactamente estás enojada conmigo?

Me pone los ojos en blanco ¡Ay me encanta cuando lo hace! Me provoca follarla hasta el otro día.

 _ ¿Quieres una lista? ¡Oh, Dios mío! ¿Lleva una lista de mis errores?

_ ¿Hay una lista? Le pregunto.

_ Un larga, ella responde.

_ ¿Podemos hablar de eso en la cama? Le pido lascivamente.

_ No, responde ella haciendo pucheros.

_ Durante el almuerzo, entonces. Tengo hambre y no sólo de comida, le digo dándole una sonrisa lasciva.

_ No voy a dejar que me deslumbres con tu experiencia sexual, dice ella. Ella me conoce muy bien. Trato de reprimir una sonrisa. 

_ ¿Qué es lo que te está molestando en concreto señorita Steele? suéltalo. Lo mejor es mantener el toro por los cuernos, aunque siempre existe la posibilidad de ser corneado si no te das cuenta.

_ ¿Qué me molesta? Bueno, está tu flagrante invasión a mi vida privada, el hecho de que me llevaras a un sitio donde trabaja tu ex amante y donde solías llevar a todas tus amantes para que las depilaran, el que me cargaras en hombros como si tuviera seis años, y lo peor ¡que dejaras que tú señora Robinson te tocara!  Dice mientras su voz se eleva con ansiedad y posiblemente ira.

Levanto mis cejas. Esa es una lista larga. Sí, lo hice y metí la pata a lo grande.

_ Esa es una gran lista. Pero te lo aclararé una vez más, ella no es mi señora Robinson, quiero que lo tenga claro.

_ Pero puede tocarte, reitera. Y creo herir sus sentimientos. Aprieto los labios. El problema cuando Anastasia me toca es que no tenemos ningún límite y realmente me asusta que me toque donde me siento más vulnerable. 

_ Ella sabe dónde, le digo en voz baja.

_ ¿Qué significa eso? Pregunta Anastasia.

¡Dios! ¡Ayuda por favor! Me encanta esta mujer y yo no quiero arruinar las cosas de nuevo con ella. Dirijo mis dos manos por el pelo, exasperado y cierro los ojos por un segundo. Finalmente le digo.

_ Tú y yo no tenemos ninguna regla. Nunca he tenido una relación sin reglas, y yo nunca se dónde vas a tocarme. Me pone nervioso.  Tus caricias son completamente… y me detengo buscando la palabra adecuada para expresarle este sentimiento que me confunde. Sólo significan más para mí… mucho más, le digo finalmente.

Ella me mira completamente sorprendida. Yo todavía no me atrevo a decirle que la amo. Es tan difícil para mí. Porque, yo nunca se lo he dicho a nadie. ¡A ninguna persona en absoluto! No quiero perderla. Trato de buscar en su rostro alguna reacción de que me ha entendido, de que va a ser paciente conmigo. 

Por fin como que lentamente entiende, pero mi temor se convierte en alarma. ¡Ella está tratando de tocarme! El miedo me atenaza y me devuelvo a aquel niño de cuatro años de edad. Doy un paso atrás y ella deja caer sus manos a su lado.

_ Límite infranqueable, le susurro apremiante. Me dan ganas de gritar, ¡rojo, rojo, rojo! Entro casi en pánico y odio decepcionarla.

_ ¿Cómo te sentirías si no pudieras tocarme? Pregunta.

Miro hacia arriba y le respondo de inmediato. Yo no podría soportarlo. 

_ Destrozado y despojado, respondo.

Ella finalmente mueve la cabeza lentamente y me da una sonrisa pequeña, pero tranquilizadora. Yo sólo quiero saber que todo está bien entre nosotros. Su sonrisa me relaja.

_ Algún día vas a tener que decirme por qué esto es un límite infranqueable por favor.

_ Algún día, me quejo y me relajo de inmediato, ya que el tema es demasiado difícil para yo manejarlo, y de inmediato regreso a la normalidad.

_ Veamos el resto de tu lista. Invadir tu privacidad. Le digo mientras trato el tema. ¿Por qué yo sé tu número de cuenta?

_ Sí, eso es indignante, dice ella.

_ Yo investigo el historial de todas mis sumisas. Te voy a mostrar. Voy a mi estudio y Anastasia me sigue. Voy a uno de mis archivadores abro con la llave la cerradura y saco una carpeta. En  la pestaña lateral se lee: ANASTASIA ROSE STEELE.

Ella mira la carpeta y a continuación me mira. Evidentemente cabreada.   Me encojo de hombros como disculpándome.

_ Puedes quedártelo, le digo en voz baja.

_ Bueno, vaya, gracias, me grita. Ella abre la carpeta. Hay por supuesto una copia de su certificado de nacimiento, sus límites, el acuerdo de confidencialidad, el contrato, su número de seguro social, su hoja de vida y todos sus registros de empleo.

Después de que ella ve la última su hoja de registros de su empleo, me mira perpleja.
_ ¿Así que sabías que yo trabajaba en Clayton?

_ Sí, le respondo con sinceridad.

_ No fue una coincidencia. No pasabas por allí…

¡Maldita sea! ¡Estoy atrapado! 

_ No, le respondo. Me alegro de que la haya perseguido. Ella es la única cosa que he hecho bien. Ella sonríe, y luego, como para reprenderse a sí misma, cambia a una cara de enojada.

_ Esto es jodido. ¿Lo sabías? Pregunta.

 _ Yo no lo veo de esa manera. He de ser cuidadoso con lo que hago.

_ Pero esto es privado, dice ella.

_ No hago uso indebido de la información. Esto es algo que puede conseguir cualquiera que esté medianamente interesado. Yo necesito tener información para tener control. Siempre he actuado así, le digo mirándola para que me entienda. Esto es lo que soy. Tengo una vida que me gusta mantener en privado, y yo soy bien conocido en el mundo de los negocios y muchas personas utilizarían cualquier medio para llegar a mí.  Tengo que tener este tipo de control, pero esto es algo que Anastasia no puede entender porque no ha estado en mis zapatos.

_ Tú haces mal uso de la información. Depositaste veinticuatro mil dólares que yo no quería en mi cuenta, dice ella.

¿En serio? ¿Aún tenemos que hablar de esto? Mi boca se aprieta en una línea dura. ¿Qué tengo que hacer para hacerle entender que se trata de su dinero? 

_ Te lo dije. Eso fue lo que Taylor consiguió por tu coche. Increíble, lo sé, pero así es, le digo.

_ Pero el Audi... dice ella y la cortó. ¿Por qué demonios no puede recibir  un regalo de mi parte?

_ Anastasia, ¿tienes alguna idea de la cantidad de dinero que gano? Le pregunto.

Ella se voltea como si estuviera metiéndose en mi vida privada. 

_ ¿Por qué debería saberlo? No tengo que saber las cifras de tu cuenta bancaria Christian, responde. Y esa es una de las cosas por las que la amo.
Mis ojos se suavizan de amor hacia ella. 

_ Lo sé. Esa es una de las cosas que me gusta de ti, le digo. Hay una larga lista de cosas que me gustan de ella, pero esta es una de ellas. Ella me mira, sorprendida con mi revelación.

_ Anastasia, gano aproximadamente cien mil dólares por hora. Su boca se abre tratando de captar en su mente esa información.

_ Veinticuatro mil dólares no es nada para mí. El coche, los libros, la ropa, no son nada, le digo en voz baja. Ella nunca ha estado en mi posición. Manipulo grandes cantidades de dinero que van y vienen, así que esto es muy poco para mí, aunque parezca una gran cantidad para ella. Ella me mira y, finalmente, encuentra el habla.

_ Si estuvieras en mi lugar, ¿Si fueras yo, como te sentirías acerca de toda esta generosidad? Pregunta.

La miro sin comprender. No estoy en esa posición para evaluarlo. Nos miramos el uno al otro en silencio. Por último me encojo de hombros.

_ No lo sé, confieso.

_ No se siente bien. Quiero decir, eres muy generoso, pero me incomoda. Ya te lo he dicho muchas veces, se lamenta.

Suspiro. ¿Tiene alguna idea de todo lo que quiero poner a sus pies?  Quiero darle lo que su corazón desee.  ¡Me refiero a todo! 

_ Quiero darte el mundo, Anastasia.

_ Yo sólo te quiero a ti Christian, todo lo demás me sobra, dice ella. Me hace feliz que ella me quiera, pero yo quiero compartir con ella.

_ Es parte del trato. Parte de lo que soy, le explico. Ella tiene que aprender eso. No puedo tener todo, y dejar que la mujer de mi afecto, la única mujer de la que me he enamorado viva en relativa pobreza. ¿Eso qué diría de mí, qué clase de hombre me haría? ¿No es eso lo que los hombres hacen por sus mujeres? Estamos en un callejón sin salida, y voy a proveer para ella le guste o no.

_ ¿Comemos? Pregunta.

_ Claro, le digo con el ceño fruncido.

_ Voy a cocinar, dice ella.
_ Bueno. Si no, hay comida en la nevera.

_ ¿La señora Jones libra los fines de semana?  ¿O sea que la mayoría de los fines de semana comes platos fríos? Pregunta.

_ No, le respondo. Yo no quiero entrar en otro campo de minas.

_ ¿Ah, no? pregunta.

Por último suspiro. 

_ Mi sumisas cocinan para mí Anastasia.

_ Ah, claro, por supuesto, responde ella ruborizada. Ella se vuelve y me sonríe. 

_ ¿Qué le gustaría comer señor? Le doy un suspiro de alivio y le sonrío. 

_ Lo que la señora encuentre, contesto sombríamente.

Ella decide cocinar una tortilla española. Y yo me voy a mi estudio, pero me detengo a mitad de camino y veo como a continuación, pone a Beyoncé, "Crazy in Love" elige y lo puso en repetición y a todo volumen. Entonces se pasea de nuevo por la cocina y se va bailando moviendo su trasero por el camino. Abre la nevera, coge el cartón de huevos y empieza a abrirlos y luego comienza a batirlos. Estoy fascinado mirándola. Mi mujer, en mi cocina. Algo hogareño y algo increíblemente dulce. En el medio del batido, ella se detiene abruptamente mirando hacia arriba como si acabara de tener una epifanía. Y entonces le veo una amplia y hermosa sonrisa.

No puedo esperar más y camino hacia ella para envolver mis brazos a su alrededor y la hago saltar.

_ Interesante elección de música, le ronroneo cuando la beso debajo de la oreja. Tu pelo huele bien, le digo mientras meto mi nariz en su cabello y aspiro su aroma profundamente.  

_ Todavía estoy enojada contigo, dice ella y me hace fruncir el ceño.

_ ¿Hasta cuándo vas a seguir con esto? Pregunto pasando la mano por el pelo.

Se encoge de hombros con indiferencia.

_ Por lo menos hasta que hayamos comido, ella responde, entonces sé que todo está bien, y me sonrío. Finalmente me vuelvo y tomo el control remoto del equipo de música, que está sobre la encimera de la cocina.
_ ¿Has puesto esa canción en tu iPod? Pregunta ¡Oh, rayos de nuevo la inquisición! 

Niego con la cabeza, mi cara es solemne. Ella sabe que fue Leila. Yo no tengo que decírselo.

_ ¿No crees que ella estaba tratando de decirte algo en ese entonces?

_ Bueno, viéndolo en retrospectiva, probablemente, le digo en voz baja. Nunca sumé dos más dos mientras estuve con Leila ni con ninguna.

_ ¿Por qué sigue ahí? Me pregunta en doble sentido.   ¿Cree que tengo sentimientos por Leila? ¿Cómo si me quedé con un pedazo de ella?

_ Me gusta bastante la canción. Pero si te ofende, la quitó.

_ No, está bien. Me gusta cocinar a la música, responde ella.

_ ¿Qué te gustaría escuchar?

_ Sorpréndeme, dice ella. ¡Eso lo puedo hacer bebé!

Sonrío y me dirijo hacia el iPod, y ella vuelve a preparar nuestro almuerzo. Voy por la lista y encuentro una de Nina Simone “Te he lanzado un hechizo” Esta canción es muy apropiada para los dos, porque ella me hechizó y yo a ella. 

I Put a Spell on You - Nina Simone



Quiero declararle mi amor, pero esto es lo más que puedo hacer por ahora. Siempre me he expresado mejor con la música. Me expresé con canciones y con el piano por dos años antes de empezar a hablar de nuevo. ¿Me escuchas Anastasia? ¿Puedes sentir cuánto Te amo? La miro fijamente. Ella se voltea y me mira boquiabierta. Mis ojos están oscuros e intensos, quiero que esté dispuesta a entender lo que le estoy tratando de trasmitir. ¡No soy bueno en esto! ¡Esto es nuevo para mí! Ella me mira, cautivada. La acecho como un depredador mientras suena la música. Ella me mira los pies descalzos, mi camisa blanca fuera del pantalón y, finalmente, su mirada se detiene en mi mirada ardiente. Una mirada sólo reservada para ella.

Cuando Nina canta "eres mía" me pongo a su lado. Tengo que darle un beso, tengo que tenerla. ¡Ahora! Esta es la única manera que sé cómo expresar lo que siento por ella. Soy muy malo de otra manera.

_ Christian, por favor, susurra mientras detiene el batidor que ha estado utilizando. 

_ Por favor, ¿qué? Le pregunto.

_ No lo hagas.
_ ¿Hacer qué?

_ Esto, ella hace un gesto entre nosotros. Me pongo delante de ella mirándola.

_ ¿Estás segura? Respiro y me acerco y tomo el batidor de su mano y lo dejo en el bol con los huevos medios batidos. Está confundida. Por una parte ella también me desea y por el otro lado está luchando contra lo que siente. Ella voltea la mirada para dejar de verme porque no se resiste. ¡Por favor, no hagas eso bebé!

_ Te deseo, Anastasia, murmuro. Lo adoro y lo odio y me encanta discutir contigo. Esto es nuevo para mí. Necesito saber que estamos bien. Solo sé hacerlo de esta forma, le digo para desahogarme con ella.

_ Mis sentimientos por ti no han cambiado, dice susurrando.

La fuerza que tenemos, la electricidad entre nosotros es fuerte, palpable. Es vibrante y siempre está tirando entre nosotros. Ella mira fijamente mi pecho con la camisa abierta y se muerde el labio. Me mira con deseo, pero no voy a tocarla, aunque Dios sabe que es muy difícil mantenerme tranquilo con esta proximidad.

_ Yo no voy a tocarte hasta que digas que sí, le digo en voz baja a ella. Pero en este momento, después de una mañana espantosa, quiero hundirme en ti y olvidarme de todo excepto de nosotros. ¿Puedo ser más claro Anastasia? ¡Por favor, escúchame y entiende lo mucho que te necesito! Levanta la cabeza y me mira fijamente.

_ Voy a tocar tu cara, respira y aunque su declaración me sorprende, asiento y me inclino para que lo haga. Pasa su mano por mi barbilla y siento esa dulce y tierna  caricia que me hace cerrar los ojos. Ella levanta automáticamente sus labios para buscar un beso. Pero no voy a darle un beso. Mis labios se ciernen sobre los suyos a milímetros de distancia, pidiéndole permiso.

_ ¿Sí o no, Anastasia? Le susurro.

Sex Therapy - Robin Thicke and Ludacris

_ Sí, responde ella, y mi boca se cierra sobre ella, mientras mi lengua lentamente separa sus labios y mis brazos se pliegan a su alrededor, tirando de ella hacia mí, hasta que ni el aire pueda pasar entre nosotros. Muevo mi mano por su espalda, mientras mis dedos se enredan en su pelo tirando suavemente y manteniéndola en su lugar forzándola contra mí. Ella gime suavemente con ganas de más con pasión y deseo.

_ Señor Grey, oigo a Taylor mientras tose rompiendo efectivamente el hechizo entre nosotros. Libero a Anastasia inmediatamente. Cuando nos damos la vuelta, un incómodo Taylor está de pie junto a la entrada de la sala de estar. Lo miro y sé que el nuevo equipo de seguridad está aquí.

_ En mi estudio, le digo a Taylor y él camina rápidamente hacia allá.

_ Lo dejaremos para otro momento, le susurro a Anastasia, y camino hacia mi estudio después de Taylor.

Entro en mi estudio, y Taylor me da la documentación de los nuevos tres agentes de seguridad.
 
_ Vamos a ver. Los documentos detallan la información sobre el nuevo personal. Todos ellos vienen con altas recomendaciones y son expertos en el suministro de seguridad de grandes clientes. Uno de ellos trabajó en el FBI, todos tienen experiencia de combate y están altamente capacitados.

_ Se ven muy bien. Quiero que hables con ellos y les informes lo que quiero en términos de seguridad y compromiso.

_ Sí, señor.

Mientras camino de vuelta a mi oficina Taylor camina detrás de mí.

_ Te informaré en diez minutos, le digo.

_ Estaremos listos, Taylor responde y sale de la habitación.

Me siento en la cocina y Anastasia está lista con la comida.

_ ¿Comemos? Pregunta.

_ Por favor, le digo mientras me siento en una de las sillas del bar. La miro con cuidado. Tengo que protegerla, pero cómo hacer para decirle sabiendo lo resistente que es a todo lo que quiero hacer por ella.

_ ¿Algún problema?

_ No, le respondo. Ella frunce el ceño y ella sabe que algo está pasando. Sirve nuestro almuerzo y finalmente suspira y se sienta a mi lado.

_ Esto está bueno, murmuro con admiración a lo que ella ha preparado. ¿Te gustaría una copa de vino? Le pregunto.

_ No, gracias. Cuando el silencio se hace entre nosotros, me levanto y enciendo la música clásica. La música es calmante.

_ ¿Qué es? Pregunta Anastasia.
_ Canteloube, Songs of the Auvergne. Esto se llama 'Bailero'  le digo.

Bailero - Netania Davrath

  
_ Es preciosa. ¿Qué idioma es? Pregunta con curiosidad.

_ Está en francés antiguo-occitano, de hecho, respondo.

_ ¿Hablas francés, entiendes lo que dice? pregunta

_ Algunas palabras, sí, le digo sonriendo. Mi madre tenía un mantra: instrumento musical, idioma extranjero, artes marciales. Elliot habla español; Mia y yo hablamos francés. Elliot toca la guitarra, yo toco el piano, y Mia el chelo, le digo.

_ ¡Wow! ¿Y las artes marciales? Pregunta.

_ Elliot hace Judo. Mia se plantó a los doce años y se negó, sonrío al recordar ese momento y exasperó tanto a mi madre que tuvo que renunciar a sus esfuerzos de artes marciales.

_ Ojalá mi madre hubiera sido tan organizada, suspira Anastasia.

_ La Dra. Grace es formidable en lo que se requiere al logro de sus hijos,   declaro con naturalidad.

_ Ella debe estar muy orgullosa de ti. Yo lo estaría, dice Anastasia suspirando.

Recuerdo tratar de encajar en la familia perfecta, como un individuo perfecto, con un pasado y presente imperfecto. No fue una tarea fácil para mí. Miro hacia Anastasia con cautela y decido cambiar el tema.

_ ¿Has decidido lo que te vas a poner esta noche? ¿O tengo que escoger algo por ti? Pregunto tratando de desaparecer la incomodidad que me da al recordar mi infancia.  

_ Um... no todavía. ¿Tú escogiste toda esa ropa? Pregunta.

_ No, Anastasia, no. Le di lista y tu talla a una asesora personal de Neiman Marcus. Debería quedarte bien. Y aprovecho de soltar lo de la seguridad sin querer darle tiempo a hablar.

_ Para tu información he contratado personal de seguridad para esta noche y los próximos días. Leila anda deambulando por las calles de Seattle y es impredecible, así que lo más sensato es estar precavido. No quiero que salgas sola ¿De acuerdo? ¡Ya lo dije! Y sin que le quede la menor duda de que voy a cuidarla.

Parpadea hacia mí, y murmura, "okay".
_ Bueno. Voy a informarles. No tardaré mucho.

_ ¿Ya están aquí? Pregunta sorprendida.

_ Sí.

Cojo mi plato y lo coloco en el fregadero. Entonces salgo de la cocina sin decir nada. No le voy a dar tiempo a que comience a discutir otra vez, de lo que debo o no hacer por ella. Ella no sabe el sentimiento de culpa que siento ahora y del dolor que me causaría si Leila le hiciera daño. Pero cuando se trata de proteger a Anastasia se me sale el lado siniestro de Christian que es el menos cariñoso, y muy brusco. Siempre he estado protegido ante el mundo con capas y capas de brusquedad. Me odio a mi mismo por hacerle esto, pero no puedo evitarlo. ¡Su seguridad es mi prioridad!

Me transformo en el jefe-de-mierda-que-soy y entro en la oficina de Taylor donde están cuatro hombres que se levantan ante mi brusca entrada.

Ya estoy a cargo una vez más.



3 comments:

Unknown said...

Dios existirá algún capitulo que no me guste? lo dudo, aquí ana tiene razón grey la boto do jonron eso de llevarla a esa peluquería fue una estupidez, ana es diferente coño llevela a un sitio diferente,aunque viendolo bien ana pudo conocer a la bruja asi no la engaña en la fiesta de disfraces,y eso de ana que no es interesada esta bien, pero es una boberia de ella al no querer regalos, tan rico que es que de ves en cuando le den a uno alguna sorpresa,y me encantan los pensamientos de cristian, pues son los de un hombre enamorado, si no le interesara le importaría un rábano lo que ella pensara,gracias Emine genial como siempre y Patricia mil gracias madre insuperable como siempre te quiero mucho amiga un beso.

Anonymous said...

Estoy maravillada con esta version segun la vision de Cristian, lo he leido todo en dos dias, como te imaginaras espero con ansias la traduccion al español, estaria mas que complacida de saber cuando publican los siguientes capitulos, mis palabras son de agradecimiento y felicito a la autora poe ello, nada de lo que he leido se asemeja a esta, gracias, u abrazo de mi parte.

La abuela said...

pienso que la autora es increible y la traductora tambien.... las felicito!!!!!!!!!!!!