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Friday, June 29, 2018

Libro IV - Capítulo XIII: CINCUENTA SOMBRAS DE GREY - CHRISTIAN Y ANASTASIA


Capítulo XIII
Excursión
Traducido y editado por María Teresa Camp Gozalbo


Esta es la primera vez de Anastasia en GEH desde que vino a entrevistarme. Cuando suena la campanilla de apertura del elevador el personal de la oficina brinca de sus asientos.

— Bienvenido señor Grey, —dice Andrea tan pronto como salgo del elevador. Después de ver a Anastasia la jalo destrás de mi con nuestras manos unidas, sus ojos muy abiertos por la sorpresa—. ¡Señora Grey! No la estábamos esperando. Bienvenida a GEH! —Saluda Andrea a mi esposa, pero sí algo aturdida. La mirada de Anastasia se entrecierra al mirarla.

— La señora Grey puede venir cuando desee a Grey House o cuando desee traerla conmigo. No tienes problema por ello, ¿verdad?

— ¡Por supuesto que no, señor! Me disculpo si di otra impresión. Estamos muy complacidos de verla señora Grey, —responde ruborizándose profusamente.

Anastasia acude a su rescate respondiendo—. Gracias Andrea, —y volteando hacia mí, pregunta—, ¿vamos, Christian?

— Vamos, señora Grey, —contesto sonriéndole—. Andrea, ¿a qué hora es la junta?

— En 30 minutos, señor. Pero Ros quiere verlo antes. ¿Estará aquí más tarde?

— Aún no lo sé. Iré a la junta y veré a Ros. Todavía no he decidido hasta cuán tarde me quedaré.

— Sí, señor. ¿Puedo llamar a Ros para que lo vea?

— Posiblemente en cinco minutos, —digo y jalo a mi esposa posesivamente detrás de mí. Las miradas de envidia y curiosidad de mis empleados subrepticiamente siguen nuestra partida. Puedo sentir su mirada en nuestras manos unidas, mi posesividad y la forma en que atraigo a Anastasia hacia mí. También puedo sentir los ojos de admiración de los hombres escaneando la figura de mi esposa. Taylor abre la puerta de mi oficina y tomo en brazos a mi esposa con su risita de sorpresa, así como la de mis empleados, paso a Anastasia por el umbral. Taylor sostiene la puerta, esperando mis órdenes. Volteo a verlo, y por un breve segundo nuestras miradas se enganchan mientras recibe la orden no verbal de que se quede atrás, cerrando la puerta en cuanto entro a la oficina. Después de la sorpresa de Anastasia, sonríe con reconocimiento.

— ¿Por qué, señor Grey, no me cargó a través del arco del elevador? Técnicamente, este es tu piso.

— Señora Grey, el edificio y la empresa son míos, pero este es el corazón de todas las operaciones de GEH, donde se toman todas la decisiones. Aquí es donde reside el maestro del universo. Te he llevado al corazón de las operaciones que básicamente es lo mismo, —digo sonriendo.

Anastasia deja de mirarme y se da cuenta de su sonriente imagen de gran tamaño que José le tomó, orgullosamente expuesta en la pared. Ahora tiene un lugar más prominente que la obra de arte de Trouton.

— Oh, Christian, —dice hundiendo su cara en mi pecho—. ¿Cómo puedes soportar esa imagen en tu oficina? Es tan grande… Con toda esa gente que viene a hacer negocios contigo…, —dice sin terminar la frase y se estremece.

— Me encanta ver tu cara sonriente Anastasia, —la regaño—. ¡Eres mi esposa, y estoy orgulloso de mostrarle a los demás que esta hermosa mujer es mía!

— ¿No te cansas de mirarme?

 

— Tengo ansía por ti. Quisiera verte todo el día, y no me puedo ir sin oír tu voz por varias horas. Eres el centro de mi universo. Todo lo que hago es por ti. ¿Cómo podía cansarme si eres mi razón de ser, Ana? —Murmuro mientras bajo los labios para cubrir los suyos. Sus brazos se envuelven en mi cuello. Abre los labios un poco, suspirando en respuesta a mi delicado tacto; nuestras respiraciones se entremezclan, el efecto me sobrecoge. Los labios de mi esposa son rojos y húmedos, y su instantánea excitación le causa respiración rápida, poniéndome duro al momento. ¡Dios! Estoy a un solo aliento de estar encendido, mi pene como una pistola apuntándola. La quiero devorar. El suave beso que une nuestros labios pronto es acompañado por mi lengua empujando rítimicamente en la cálida y acogedora boca de mi esposa. El feroz deseo que tengo por ella a veces me provoca una inconveniente arección. Y ahora mismo, estoy excitado. Anastasia me besa con lascivia, desesperadamente, de hecho causando que deje de pensar por mi necesidad de ella.

Despúes oímos la voz impersonal de Andrea por el intercomunicador—. Señor Grey, Ros está aquí para verlo, señor.

Nuestra respiración es rápida, unísona, nuestros labios están fusuionados, nuestro tango con la lengua continúa. Una vez que nuestro beso cesa, la necesidad de uno por el otro se incrementa diez veces, no desaparece; no aunque hayamos llegado al borde. Solo abrimos los labios porque estamos sin respiración. Beso la comisura de su boca y después su mano.

— Aún no he terminado contigo señora Grey. Pero por ahora, tenemos un negocio que dirigir. De hecho estoy ansioso por mostrarte lo que hacemos aquí, —digo. La pongo en el suelo. Mira hacia el bulto en mis pantalones.


— Tendremos que hacer algo acerca de eso señor Grey. Siento que no estoy cumpliendo con mis deberes matrimoniales, —dice frunciendo los labios—. Posiblemente mientras estás dirigiendo tu imperio, sentado a tu escritorio y jugando con tus millones, ordenando y mandando el mundo de los negocios; tomaré tu erección y la chuparé, —dice frotando suavemente la tienda de campaña que forma mi pene y trata de alejarse para sentarse. La agarro de la muñeca y la jalo hacia mí.

— ¿Qué me estás haciendo Anastasia? —Digo mientras la beso con fiereza nuevamente—. Me vas a deshumanizar, —respiro sobre sus labios. Y cerrando los ojos, pongo mi frente sobre la de ella, finalmente la tomo de la mano y la llevo a sentarse frente a mi escritorio—. Hoy. Hoy vas a cumplir tu palabra, nena, —susurro, mis palabras son tanto una amenaza como una promesa. Una vez he sentado a mi esposa, rodeo el escritorio. Mis ojos aún están oscurecidos por la lascivia latente, la erección todavía llena; me siento.

Pulsando el botón del intercomunicador—, haz entrar a Ros, Andrea, —digo, mi mirada todavía fija en mi mujer.

La puerta se abre, y Ros entra—. Señor Grey, gracias por venir hoy… —dice, pero al notar a Anastasia, la sorpresa la hace titubear—. Señora Grey ¡que agradable sorpresa! —Canturrea, positivamente encantada de verla—. ¿Estará aquí toda la tarde?

— Sí, mi esposa me va a acompañar hoy, Ros, —digo. Ros nota en mi tono que Anastasia va a ser parte del negocio hoy.

— Bien, ¡estoy complacida! ¡Bienvenida señora Grey! ¿Cómo se ha sentido desde que salió del hospital? A propósito, lo siento. Todos estábamos preocupados, —dice con sinceridad.

— Estoy bien, ¡gracias Ros! —Contesta Anastasia.

Ros se sienta frente a mí—. ¿Se trata de la reunión con el equipo de ingeniería?

— No, en realidad no, —dice mirando a Anastasia.

— Puedes hablarme con mi esposa presente, —digo arqueando las cejas.

— Muy bien… Necesitamos hablar sobre el envío de la segunda parte de la nómina y la cuenta de gastos a Taiwan.

— Pensé que querías enviar el 50% primero, y esperar otros seis meses para el otro 50%. ¿Qué cambió? —Pregunto recargándome en la silla, con los codos puestos en los  brazos de la silla; las manos fijas delante de mí.

— Ya hemos depositado 110 millones. Pero el astillero necesita cumplir con nuestros estándares. Hablé con el gerente. Tenemos que hacer algunos ajustes para que cumpla con nuestras necesidades. Nuestro inspector ya estuvo allí. Pero necesitamos mandar a nuestro gerente de aquí con Warren a Taiwan para ver exactamente lo que se necesita y como se empleará el dinero, cuanto costarán los arreglos y si algunas de las herramientas pueden ser enviadas de nuestro actual astillero para ahorrar costos. Las reparaciones ya empezaron. Creo que es mejor tener el dinero administrado en Taiwan para ahorrar impuestos aquí, porque ya está destinado a la nómina de ese astillero y como sabes hemos discutido la asignación de otros 100 millones para los reparaciones necesarias. Necesito tener ojos allá para vigilar el costo y así que todo se invierta como se programó.

Tamborileo con los dedos en el escritorio, contemplando. Los ojos de Anastasia se amplían mientras hablamos de grandes sumas de dinero. No dice nada, pero me mira con un poco de asombro, un poco de admiración, un poco de intimidación, y un conjunto de mucha lujuria. Mantengo los ojos puestos en Ros para tener mi erección bajo control.

— ¿Qué estás sugiriendo? ¿Qué necesitas ir a Taiwan?

— Iba a sugerir que fueras a inspeccionar el astillero por ti mismo, hablar con el banco, los gerentes y verificar a los empleados. Eres más intimidante que yo pero tal vez deberíamos ir juntos porque, uno de nosotros es una tormenta tropical, pero juntos creamos un huracán. —Lo que está diciendo es cierto claro pero, no sé si es una buena idea ir a Taiwan estando mi esposa embarazada y enferma. Tengo que esperar a qué esté mejor y así la puedo llevar conmigo. O, enviar a Ros y Warren.

— Hablaré con el gerente del astillero esta noche. Pensaré en lo de ir a Taiwan, —digo mirando a Anastasia. Mi mujer siempre se niega cuando quiero llevarla a alguna parte, poniendo como excusa su trabajo. Con Linc suelto, y teniendo violentos episodios de malestares mañaneros, dejarla fuera de mi vista es lo último que quiero hacer.

— ¿Cuándo te irías si decides ir? —Pregunta Anastasia.

— Aún no he decidido ir, Anastasia, —respondo.

— ¿Ros? —Anastasia pregunta ignorándome.

— En dos semanas, pero aún no está decidido. Si Warren y yo vamos esta vez, podremos darle tiempo al señor Grey para que vaya en alrededor de mes y medio. Eso dará suficiente tiempo para hacer los cambios que queremos que se hagan en el astillero para que cumpla con nuestros estándares, —responde ajena a mi ira controlada por ignorarme.

— ¿Quieres ir con Ros en dos semanas? —Pregunta Anastasia.

— Anastasia, no puedo tomar esa decisión ahora porque estuviste en el hospital recientemente. Tu bienestar es más importante. Sabiendo que tengo empleados capaces y bien pagados, —enuncio—, deben ser capaces de resolver cualquier problema que surja ya que el trato de negocios ya ha sido afectado. Si voy, será después de dos semanas, —digo sin parpadear.

— Te voy a enviar la estimación financiera. He llegado a la conclusión antes de lo que había pronosticado que es por lo qué estoy recomendando transferir fondos más pronto. Pero ya que tenemos la mitad de los fondos allí destinados a la nómina, realmente recomiendo al menos transferir los fondos para la reparación y reestructurarlos.

— Necesito revisar los reportes, pero estoy de acuerdo con los fondos de reparación. Quiero hablar con el gerente del muelle esta tarde. Están quince horas delante de nosotros. Asegúrate que estará disponible para recibir mi llamada. Sobre la segunda idea… —digo haciendo pausa—, no lo hagas. Haré una llamada improvisada. No le des oportunidad de prepararse.

— Señor Grey, su equipo de ingeniería está reunido y esperando por usted en la sala de reuiniones cuatro, por favor, —dice Andrea por el intercomunicador.

— Estaremos allí en pocos minutos. Asegúrate que llevas Club Soda y galletas Saltine para la señora Grey. No ha comido mucho hoy.

— ¿Galletas, señor? —Pregunta Andrea confusa.

— ¡Sí Andrea, galletas! Especifícamente Saltine. Esas son las que le gustan.
Ros entrecierra los ojos, escudriñándome. Todavía no ha amanecido para ella, pero sus engranajes están empezando a funcionar en su cabeza.

Sin darle a Ros la oportunidad de descubrir el embarazo de mi mujer, me levanto de la silla cuán largo soy. Mi erección se ha calmado lo suficiente para que no aparezca la tienda de campaña en mis pantalones. Me abotono la chaqueta azul marino de Brioni, rodeo el escritorio con la agilidad que me caracteriza y tiendo la mano a mi esposa. La toma, dándome oportunidad de levantarla. Siento una corriente de emoción en mi interior ante la perspectiva de mostrar a mi hermosa esposa a mi lado remarcando mi posesión sobre ella. Con la mano de Anastasia segura en la mía, camino por el vestíbulo. Puedo sentir a los empleados levantarse para echarle una mirada a mi esposa conmigo. Anastasia es un espectáculo para contemplar. Tanto Taylor como Sawyer nos siguen cuando entramos a la sala de juntas, Taylor nos abre la puerta. El equipo de ingenieros se levanta cuando nuestro grupo entra. Taylor y Sawyer toman las esquinas opuestas para cubrir toda la sala. Ros se sienta a mi izqauierda. Todos los ojos voltean a vernos a mi esposa y a mí y subrepticiamente observan nuestras manos unidas.

— Damas y caballeros, ¿puedo presentarles a mi esposa, la señora Grey? Estará con nosotros durante la junta de hoy, —anuncio. Luego presento a cada miembro del equipo por su nombre a Anastasia, quien se levanta, saluda cada uno a Anastasia y ella saluda y sonríe a cada uno. Me siento en la cabecera de la mesa, después de haber sentado a mi esposa a mi derecha. Su Club Soda y galletas están en un plato.

— Me han dicho que finalmente han hecho un gran avance en la tecnología eólica y solar para los celulares que estamos intentando crear. ¿Qué es lo que tienen ahora y que tan diferente es de lo que me habían mostrado? —Pregunto.

Andrew, el ingeneriero jefe se aclara la garganta—. Señor Grey, tenemos tres diferentes prototipos. Uno solo utiliza energía solar, el otro solo energía eólica y el tercero utiliza ambas. El problema principal  era poder utilizar la energía solar y la superficie en la que hacerlo. Hemos examinado las hojas de un árbol, y cómo absorbe la energía solar y utiliza pequeños espacios para hacer la fotosíntesis. Tratamos de aplicar lo que hemos descubierto en las baterías PV (baterías fotovoltaicas) las que, por supuesto, no son tan eficientes como nos gustaría que fueran...

Anastasia lo corta, interesada en el tema—. ¿Qué son las baterías fotovoltaicas y cómo se utilizan en este teléfono celular?, —pide tomando uno de los prototipos en su mano. Miro a mi esposa orgullosamente por mostrar interés en algo que es cercano y querido a mi corazón: energía limpia.

— Buena pregunta, señora. La PV es básicamente una celda de silicón de cristal simple. El silicón tiene algunas propiedades químicas en su forma cristalina. Vea señora, un átomo de silicón tiene catorce electrones organizados en tres diferentes armazones, —dice y Anastasia parpadea perdida con la primera mención de electrones—. Permítame explicarlo de otra manera señora. Las hojas, por ejemplo, son centro de reacción que llevan la química mecesaria para hacer la energía útil. Nos dimos cuenta que en un día de sol brillante, hay más de 100 mil millones de millones de fotones rojos y azules que chocan a las hojas cada segundo. Bajo esas condiciones las plantas necesitan ser capaces tanto de utilizar la energía necesaria que requieren para crecer así como deshacerse del exceso que podría perjudicarlas. En pocas palabras señora, las plantas saben cuán rápidamente tomar la energía de forma regulada que descubrimos que son dos características clave en los sistemas de recolección de luz natural. Así que fue la utilización de los circuitos de energía correctos que podrían controlarse, regular, dirigir y amplificar la energía solar cruda hechos por el hombre y de esa manera prevenir la pérdida de energía antes de ser utilizada. Así que, la superficie que utilizamos para recolectar la energía solar era crucial. Hemos utilizado algunos métodos diferentes. Uno fue directamente en el celular pero nos dimos cuenta que no era práctico. Podrían calentarse los circuitos interiores que podrían dañar el teléfono y era contraproducente. Al final, hemos creado una unidad de carga removible como una caja, y aún más, un cargador solar todavía más pequeño que el usuario podría conectar y sería insertado en la parte de atrás o una superficie que reciba directa o indirectamente la luz del sol. La carga duraría ocho horas. Nuestra meta es almacenar mayores períodos de tiempo de modo que el usuario podría utilizarlo sin cargar por 24 horas. Hemos logrado eso. Debido a que la energía solar es abundante, aun en días nublados, sería posible cargar la batería del teléfono celular. —Dice sonriendo.

Anastasia se muestra entusiasmada—. ¿Que hay de este? ¿Cómo trabaja este con energía eólica? —Pregunta sosteniendo un teléfono celular con una manivela en la parte inferior. Su mano ausentemente alcanza el plato y toma una galleta Saltine, y mordisquea.

Mi equipo de ingenieros está más que ansioso de explicar a mi esposa como su creación funciona, como si se tratara de su alumna favorita. El estusiasmo de Anastasia me excita de otra forma. Siento cierta normalidad y algo más. Hay asombro en mi esposa por mi causa personal, y el mismo asombro está reflejado en el equipo de ingenieros en relación a mi esposa. Es accesible, curiosa, interesada e inquisitiva.

A mitad de la reunión no puedo apartar la mirada de mi esposa quien de alguna manera toma el liderazgo con su curiosidad, haciendo preguntas a todos. Mis ingenieros están ansiosos y competitivos para explicarle y contestar sus preguntas. Aún no sé como tomar esto. ¿Es su admiración por ella, o el encanto natural de mi esposa ha cautivado a todos los hombres?

Cuando Ros examina los esquemas y empieza a hacer preguntas sobre el costo de producción, distribución y la comercialización del producto, Anastasia se inclina hacia mí y pregunta—, Christian, ¿dónde está el baño?
— ¿Estás enferma? —Le pregunto rápidamente y la miro una vez a la cara. —Sacude ligeramente la cabeza, sus ojos casi prohibiéndome preguntar. ¿Por qué?—. Te llevaré a mi oficina. Tengo un baño privado.

— Sawyer o Taylor pueden mostrarme el camino. Termina tu junta, —susurra y se levanta abruptamente. ¡Demonios! No escucha.

Sigo el ejemplo y me levanto rápidamente. Todas las cabezas voltean en nuestra dirección, mirándonos inquisitivamente.

— Ros, ¿Por qué no terminas la junta? —Digo. Anastasia ya está caminando hacia la puerta rápidamente murmurando su agradecimiento detrás de ella. Sawyer corre hacia ella, y rápidamente me apresuro tras ellos con las caras confusas mirándonos detrás. Taylor corre a la cabeza de inmediato, abriendo la puerta y encaminando a Anastasia mi baño privado—. Esperen afuera, —ordeno firmemente a ambos, y sigo a Anastasia al baño cerrando la puerta—. ¡Ana! ¿Estás enferma? ¿Qué pasa?

— Christian, ¿podrías esperar afuera? Necesita algo de privacidad. Necesito ir al baño.

— ¿No vas a vomitar?

— No. Solo tomé dos botellas de Club Soda. Tengo que ir, —dice juntando las piernas. Doy un suspiro de alivio.

— Entonces ve. Solo te daré la espalda por si acaso no te sientes bien.

Rueda los ojos—. ¡Christian, por favor! ¡Yo no estoy observando cuando tú vas!

— Nena, puedes quedarte observando cuando quieras. No tengo escrúpulos para que me veas hacer lo que sea.

— ¡Aghhh! ¡Eres incorregible! —De repente, estoy de regreso al día que despertó en el hospital y no tenía ningún deseo de dejarla ni por un segundo.

— Christian, te lo aseguro, no estoy enferma. ¡Solo espera afuera! ¡No puedo hacer cuando estás observando!

— Ya te lo dije Ana, me voltearé de espaldas. ¡Solo hazlo!

— ¡Bien!, solo esta vez. ¡Voltéate! —Ordena rodando los ojos nuevamente.

— No me tientes, mujer, —digo sonriendo.

— ¡No eres un caballero, señor Grey!

— ¡Nunca he declarado ser un caballero! Solo soy un marido preocupado que está locamente enamorado de su esposa.

Anastasia termina lo que fue a hacer. Volteo después de oír el sonido del agua corriente—. Todo hecho, señor Grey y sin enfermarme. ¡Pero no quiero maldecir!

— Ven, —digo tomando su mano—. ¿Tienes hambre? No has comido más que el desayuno un poco de caldo y galletas. Hace un gesto—. Ordenaremos algo. ¿Qué quieres?

— A ti, —dice curvando sus labios con apenas una ligera sonrisa.

— Pero, señora Grey, pretendo cumplir con todos tus apetitos, pero ahora creo que nuestro bebé tiene hambre en este  momento, —digo ante la señal de que su estómago gruñe.

— No quiero comer en este momento Christian, tengo muchas galletas, —dice.

— Nena, no flirtees con el demonio. Sólo te quemarás, —susurro—. Sabes como me siento cuando no comes. Además, te voy a dar de comer si tengo que hacerlo, Anastasia. Las galletas son para calmar tu estómago. La comida es para ti y el bebé, —le digo poniendo mi mano en su vientre.

Toma una brusca respiración—. En ese caso señor Grey, quizá podamos llegar a un acuerdo, —dice lamiéndose los labios.

— Anastasia, no negocio cuando se trata del bienestar del bebé, especialmente cuando estás siendo desobediente, —digo levantando las cejas.

— Pero señor Grey. Sabes que he sido una mala chica al no obedecer tus órdenes para comer, —susurra con voz ronca, y primero lame su labio inferior y después lo chupa—. Creo que debería ser castigada. Tal vez de rodillas bajo tu escritorio mientras gobiernas el universo.

Mi respiración sisea entre mis dientes—. Anastasia, me vas a deshumanizar, nena. Pero si eso sucede, esa es una de mis fantasías y una docena de superficies en esta oficina en las que me gustaría cogerte. Pero permíteme alimentarte primero, mujer… —murmuro levantando su barbilla hacia mi cara—. Dime que te gustaría comer.

— Tal vez sopa de almejas en pan fermentado y ensalada primavera.

— Bien. Haré que lo traigan. —Tomo la BlackBerry y presiono la tecla de marcado rápido de Taylor.

— Si señor, —contesta.

— Taylor, necesito que recojas dos órdenes de sopa de almejas y pan fermentado y ensalada primavera… —Y volteando hacia Anastasia pregunto—, Nena, ¿quieres postre?

— Sí, —musita, pero no es la clase de postre que Taylor podría pedir al restaurant. Mi mirada se oscurece ante su respuesta.

— Eso es todo Taylor.

— Señor Grey, Ros está en la puerta. Quiero dejarte los prototipos así puedes echarles un mejor vistazo. ¿Es buen momento para que entre?

Ruedo los ojos—. Hazla pasar.

— Estaré de regreso en treinta minutos señor. Sawyer está aquí por si necesita algo.

— Gracias Taylor

* * * * *

Observo a Anastasia durante toda la comida para ver si se siente mal, débil o cansada. Parece haber recuperado el apetito, y se termina toda la sopa y el pan. También se come toda la ensalada, entonces mira la mitad del pan que aún estoy comiendo.

— ¿Vas a terminarte eso? —Pregunta todavía masticando su último bocado. Generalmente soy el primero en terminar la comida y nunca dejo ni una migaja de pan en el plato. Pero, parece que Anastasia ha recuperado el apetito y todavía tiene hambre. Sonrío, y corto un pedazo de pan de mi plato y se lo pongo en la boca. Lo mastica y cierra los ojos saboreándolo.

— ¿Más? —Pregunto sonriendo.

— Sí, por favor.

Tomo otro pedazo, humedeciéndolo en el plato de sopa, hundiendo el dedo con el pedazo de pan. Cuando meto el pedazo de pan en la boca de Anastasia, sus labios capturan mi dedo con la sopa y lo chupa. Mi polla se mueve en respuesta. Mi mirada se oscurece—. Compórtate señora Grey, —susurro con voz ronca.

— Puede que no quiera comportarme, —me reta—. Además, la comida se ha terminado y todavía no me has ofrecido postre.

— No todavía, soy el anfitrión, señora Grey. Te daré lo que quieres, pero ahora le quiero mostrar a mi esposa nuestra empresa., —Digo. Quiero aegurarme que la comida que acaba de consumir no quiere regresarse. Quiero a mi esposa bien y lista, y excitada para mí.

— Quiero mi postre ahora, —haciendo pucheros.

— Gratificación diferida. Piensa en lo mucho más que me desearás, no sabiendo qué, cuando o como lo conseguirás, señora Grey, —susurro en su oído—. Además, quise mostrarte GEH cuando viniste a verme por primera vez, pero simplemente corriste. Esta es mi segunda oportunidad de enseñártelo. Y, —bajo la voz, mis pupilas dilatándose, mi voz está saliendo en tono carnal—, eras toda dedos tratando de disponer la maldita grabadora sobre mi mesa de café Bauhaus, —murmuro señalándola—. A pesar de eso, tu torpeza y falta de coordinación me habrían hecho saltar de ira si hubiera sido cualquier otra persona, pero había algo en ti que me hizo pensar que era adorable, que me jaló hacia ti. Quería prolongar tu estancia tanto como fuera posible. Pensaba en todas las cosas que podría utilizar para domar tu volubilidad, —digo acariciando su mejilla—. Luego hiciste algo. Me miraste y mordiste tu labio inferior… cómo estás haciendo ahora, —le digo tirando de su barbilla—. Me pegó como un accidente de tren. Me di cuenta de tu adorable, besable y follable boca.

— ¡Christian! —Dice sin aliento.

— Una vez que terminaste, me miraste con tus grandes ojos azules. Me preguntaste algo inconsecuente. Me miraste con desaprobación, no complacida con mi respuesta.

— Todo lo que recuerdo es que tu mirada, tus simples movimientos, tu labio, la forma en que te sentaste y la intensidad de tu mirada me estaba haciendo retorcer, la confianza, arrogancia, y la maestría con la que te comportaste, me intimidaron. No podía mirarte.

— Lo recuerdo. Bajaste la mirada y dijiste ‘sí señor’ pegándome en una mano, luego me llamaste fanático del control, rompiendo todas mis barreras, viéndome como soy. ¡Me leíste muy a mi pesar, nena! —Le digo con asombro. Su genuina sonrisa es enorme.

— Me dijiste que ejercías el control sobre todo, y sentí el efecto de tus palabras que me afectaban justo aquí, —dice poniento su mano exactamente sobre su abdomen.

The way you make me feel - Michael Jackson ft. Britney Spears

— Luego me diste el mayor impacto de mi vida al preguntarme si era gay, justo aquí, —le digo caminando hacia el área de asientos. —¡Tuve la necesidad de levantarte de la silla, cruzarte sobre mis rodillas en ese preciso momento y nalguearte hasta sacarte la mierda. Quería atarte las manos a la espalda, doblar tu glorioso brillante culo sobre mi escritorio con tus piertnas totalmente abiertas, tu sexo escurriendo y hambriento, presentado para mi polla, tu hermoso cabello enroscado en mi muñeca para jalarte hacia atrás, quería follarte como el infierno solo para mostrarte como no era gay! —Siseo a través de los dientes, mi sangre hirviendo como si el recuerdo solo fuera de ayer.

— ¡Estoy lista para eso ahora! —Anastasia respira mientras su pecho sube y baja, completamente excitada.

— Todo a su tiempo, nena. Ahora quiero enseñarte nuestra empresa.

— ¡Christian! —Me reprende—. No me puedes seducir de esa manera, y dejarme excitada y molesta.

La miro y le sonrío lascivamente—. Nena esperé, tuve que esperar un par de semanas para poder mostrarte que fui injustamente llamado ‘gay’ y probar mis tendencias heterosexuales.

Hace pucheros—. No estás intentando hacerme sufrir durante semanas, ¿verdad señor Grey? —Me pregunta frunciendo el ceño—. Porque literalmente me quemaré. Con mis antojos, creo que estás obligado a cuidar de mis hambres, señor Grey. ¿O deliberadamente estás olvidando las órdenes de la doctora?

— No olvido nada acerca de ti Anastasia. Te cuidaré, lo prometo, pero dame esto. He esperado mucho tiempo para  mostrarte mi segundo mejor logro.

Frunce el ceño—. ¿El segundo mejor?

— Tú, mi querida esposa, eres mi mejor logro. Casarme contigo fue el mejor esfuerzo que haya hecho jamás. Ven, —le digo jalando su mano. Mostrarle a mi esposa lo que tenemos juntos.

Andrea y la nueva becaria saltan para ponerse de pie. Olivia estuvo a punto de ser despedida porque informó del compromiso mío con Anastasia a los paparazzi que terminaron por lastimarla. Su beca ha terminado, pero no puedo tener personal ineficiente en mi nómina. No se le contratará. No tolero los errores; especialmente los que lastiman a mi esposa, son imperdonables.

— ¿Quién era la otra chica que está con Andrea? No se parece a la otra asistente que tenías.

— Eso es por qué la beca terminó. Esa es otra interna, Janelyn.

— Otra de tus rubias, —murmura.

— No son mis rubias. Aquí, la única mujer que me pertenece, o en otro lugar, eres tú Anastasia. Ellas son mis empleadas, —digo, notando que mi mujer va a estar muy aburrida cuando hayamos terminado el tour por la compañía—. Cómo más aburridos estemos los dos, el placer será mucho más intenso. Pero esperar es la tortura, el precio que debemos pagar por ese placer.

* * * * *

— No me había dado cuenta de la cantidad de personal que trabaja para ti en solo este edificio, —comenta Anastasia asombrada.

— Empleo a más de 40,000 personas en los Estados Unidos y vamos a contratar más personal que va a incrementar nuestra fuerza de trabajo por cerca de un tercio.

— De ti depende el sustento de mucha gente Christian. Me asombras, —dice mirándome reverentemente—. Y cuando ibas a ir a Taiwan para tratar el contrato, te las ingeniaste para quedarte en Portland conmigo cuando estaba esperando que Ray hablara, esperaste por mí en el hospital, y me cuidaste en casa. Todavía me estás cuidando. En este momento… —dice comprendiendo.

Siempre la estoy vigilando. Para sus necesidades; su binestar. Todo lo que hago es por ella y nuestro bebé—. Es porque tu eres mi razón de vivir. Eres el centro de mi universo, Anastasia. No tienes idea de lo que no haría por ti… —Susurro inclinándome. Cuando levanto la mirada, miro alrededor para ver donde estamos, y me doy cuenta que estamos al otro lado del vestíbulo y cerca de los elevadores—. Ven, —tiro de su mano detrás de mí.

Andrea salta con la nueva interna—. Señor Grey, tiene programada una llamada a Taiwan en 30 minutos. —Verifico la hora. Son pasadas las 6:30 de la tarde—. La hora en Taiwan en este momento son las 9:30 de la mañana, señor.

— Pásame la llamada a las 7:00 p.m., y después ambas pueden irse a casa, Andrea.

— Podemos quedarnos más tarde si necesita nuestra ayuda, señor, —dice con exuberante eficiencia. La mano de Anastasia aprieta la mía, y me acerca más a ella. El aburrimiento la está carcomiendo. Sus ojos están impasibles, mirando a Andrea; sin embargo Anastasia es todo.  

— Mientras tanto, conéctame con el gerente del astilleros en diez minutos, y después pueden irse. Puedo hacer lo demás desde ahí.

— Sí señor Grey, —responde Andrea. Tanto Sawyer con Taylor están esperando en la entrada del vestíbulo. Taylor levanta la mirada y nuestros ojos se encuentran; sabe que no debe dejar entrar a nadie.

— Vamos señora Grey, —le digo y jalo a Anastasia a mi oficina. Cierro y bloqueo la puerta detrás de mí—. Así que, señora Grey… —digo volteando, pero me corta.

— Señor Grey, estoy inquieta por la ansiosa ayuda que recibe aquí. Quiero decir que sus asistentes están solo queriendo morder un pedacito de ti para complacerte. No sé si debería estar feliz o celosa por el servicio que te proporcionan, —dice regañándome burlonamente. Se vuelve para dar un paso adelante, pero la atrapo de la cintura—.  Tus rubias sumisas son…

— No son mis rubias. Son mis empleadas. Están obligadas a ser eficientes, puntuales, eficaces en el trabajo y estar a mano hasta que les permita salir. Se les paga muy bien por el trabajo que hacen. Tú, por otro lado, eres mi esposa. No tienes nada de qué preocuparte.

— Por supuesto que sí, señor Grey, —dice mordiéndose el labio. Mi mirada se oscurece. Este es su juego. Su mano me acaricia sobre la corbata de seda gris plata que me puse deliberadamente hoy, y luego agarrándola por el final, tira de ella haciéndome caminar hacia delante e ir hasta mi escritorio mientras sigue jalando, Agarra uno de los cojines de lujo en el camino a mi escritorio.


Me empuja a mi asiento, tira descuidadamente el cojín bajo mi escritorio y se sube al escritorio justo frente a mí, balanceando las piernas. Se para sobre los tacones Loboutin y entre mis piernas, manteniéndolas separadas. Sus hermosas piernas se exhiben; su falda amplia se desliza hacia sus muslos y sus bragas de encaje negro muestran lo hambriento que está su sexo por mí.


— Anaaa, —susurro su nombre con deseo carnal.

— A principios de esta tarde se hicieron ciertas promesas, señor Grey, y creo que puedo probar también, que soy muy eficiente. —Mi mirada se entrecierra en ella, estudio el trasero de mi mujer que está insaciablemente voraz para mí. Quiere jugar. La idea me hace crecer el deseo por ella—. Aunque tuve que salir de la junta inesperadamente, tuve una muy buena excusa, señor Grey, —dice suspirando.

— No damos segundas oportunidades y aquí las excusas no se toleran, señora Grey, —respondo con voz de prohibición.

— Lo sé señor Grey, pero realmente me gustaría que lo reconsiderara. Vea, a pesar que hoy he sido una asistente alborotadora en juicio por salir de la junta antes de llegar a la conclusión, me gustaría recordarle que soy excepcionalmente buena en mi trabajo, y realmente debería darme la oportunidad de demostrarle cuán excelente puedo ser al proporcionarle los servicios que requiere de mí.

Mis pupilas se dilatan, y mi mirada se oscurece en nuestro juego de rol—. Señora Grey, creo que el puesto ya está cubierto por una mujer muy capaz, devastadoramente hermosa de la que estoy locamente enamorado. Y, no sigo consejos de los empleados y el curso de acción que debo llevar con ellos. Esta nunca ha sido mi práctica. ¿Qué dice a eso?

Hace pucheros con los labios y muerde su labio inferior. Después de desabrochar tres botones de su blusa, puedo ver sus llenos pechos aprisionados por el sostén de encaje negro. Sus manos se deslizan perezosamente por su blusa, para finalmente descansar y enroscarse en el filo del escritorio. Se inclina despacio hacia atrás. Esa simple acción empuja sus pechos hacia delante. Sus pesados párpados se levantan lentamente y no hay nada más que libidinoso deseo en ellos.


— ¿Podría encontrar en su corazón el darme otra oportunidad, Señor? Adoooro mi trabajo, y simplemente estoy enamorada del jefe, del jefe de mi jefe. Estoy hecha para ese puesto. Solo que no me reconoce. ¿He cambiado tanto, Señor? —E involuntariamente un aliento pasa través de mis dientes.

— Amo la ambición, el entusiasmo, la unidad, la inventiva y la entusiasta iniciativa, señora Grey. Posiblemente en este momento debería explotar las habilidades que parece poseer.

— Gracias, Señor. Me gustaría consolidar mi posición como la mujer número uno en todas partes después de la demostración, —dice mientras la punta de su zapato acaricia mi impaciente erección. La incorpórea voz por el intercomunicador nos hace saltar.


— Señor Grey, tengo al señor Lung Shyn, el gerente del astillero de Taipei en la línea. Me disculpo por la tardanza. Él estaba supervisando el desmantelamiento de una de las grúas de 20 toneladas. —Frunzo el ceño. Esto es inesperado. Pero mi mirada está aún prendida en la de mi esposa. Se desliza hacia abajo del escriotio.

— Gracias, Andrea. Tú y Janelyn se pueden ir ahora a casa, —Digo de un tirón con mi tono distante, soy-tu-jefe-y-es-mi-tono-de-jefe.

— Buenas noches señor Grey.

— Anastasia, —siseo con la mirada llena de intenciones carnales, mis ojos oscurecidos. Me levanto de mi asiento y agarrando su cabello, pongo su cabeza en el ángulo que deseo, y la beso larga y duramente. Su mano se extiendo por sobre mis pantalones, envolviendo con sus dedos mi rígida polla.



— Mi hambrienta mujer, empeñada en castrarme, —respiro en sus labios.

— Quiero esto, —susurra—. Quiero ser la única que te complazca siempre, —dice con una súplica desesperada. ¿Está celosa de mi asistente y la becaria? La única vez que su comportamiento cambió fue cuando Andrea y Janelyn preguntaron si debían quedarse más tiempo. ¿Eso la molestó? ¿Qué otra mujer, una empleada esté pidiendo cumplir una tarea, un deber? Es absurdo. Trabajan para mí. Les exijo que trabajen hasta tarde y mucho tiempo para que pueda estar con Anastasia.

— Ana eres la única mujer que me complace. Ellas solo son empleadas. Eres mi todo. Mi mundo, mi universo, el amor de mi vida. Lo creas o no, nena, quiero que hagas esto. Quiero que me demuestres cuanto me deseas… —siseo, ahuecando su cara—. Tomo lo que sea de tu mano y tus labios. Y te daré cualquier cosa que desees de mí, —gruño.

Undisclosed desires – Muse

Me hundo hacia atrás en mi asiento y tomo el teléfono—, Aquí Grey, —saludo con mi mirada siguiendo el lento descenso de Anastasia hacia el suelo.

— Señor Grey, habla Lung Shyn. Siento mucho que me haya tenido que llamar tan tarde para usted. Si lo hubiera sabido, me hubiera esperado hasta tarde ayer por la noche para recibir su llamada a una hora apropiada para usted. ¿En que puedo servirle hoy, señor?

Las manos de Anastasia desabrochan mi cinturón y me baja el cierre. Introduce su mano en el bóxer y sus dedos inmediatamente se enroscan en mi pulsante erección. Quiero silbar una respiración con fuerza, pero me controlo para dejarla salir lentamente. Inserta las dos manos en el bóxer rozando alrededor de mi cintura tratando de jalar mis pantalones hacia abajo para tener completo acceso a mi erección. Sonrío, y levantando mi trasero de la silla, le doy el acceso que necesita.

 

  
— He sabido que estás desmantelando una de las grúas de 20 toneladas, Shyn. No estaba informado de eso. ¿Por qué se está haciendo fuera del plan? —Pregunto mientras las manos de Anastasia me aprietan las nalgas. Sonrío en respuesta.

— Sí señor. Esto es por que la inspectora, señorita Bailey dijo que una de las grúas de 20 toneladas no cumplía con las reglas de seguridad de OSHA (Occupational Safety and Health Administration (Administración de Seguridad y Salud Ocupacional). Aunque no practicamos las reglas OSHA aquí, GEH lo hace. Por lo tanto estamos cumpliendo con todo lo que nos exigen que hagamos, —explica.

Mientras tanto Anastasia me sostiene con ambas manos. Una mano en la punta de mi polla, la otra cubriendo mis testículos. Sus cálidos y húmedos labios descienden sobre la punta, cubriéndola. Entonces chupa, siempre con delicadeza. Su lengua se mueve sobre la punta, frotando y lamiendo. La sensación arde y pone mi sangre en llamas, corriendo por mis venas, y encojo los dedos de los pies. Mi mano derecha aprieta el teléfono con tal fuerza que siento que la sangre se drena de ella. Su lengua regresa y me jala más profundamente. Mientras se mueve, puedo sentir que inhala mi aroma como si no pudiera tener más de mí con solo el sabor. Siento su jalón en el hueco de su mejilla interior.

— ¿Qué otros cambios están haciendo? —Pregunto.

— Tenemos una lista de ellos, y estamos trabajando para cumplir con cada uno.

— ¿Qué son?

— Espere un segundo señor, déjeme sacar el expediente y le leeré todos ellos, —dice.

— Tómate tu tiempo, —digo rodando la cabeza hacia atrás y empujo la cadera hacia la capaz boca de mi mujer. Poniendo el teléfono en espera digo—, ¡sigue chupando, lamiendo! —le digo y hace lo que le he pedido moviendo su lengua bajo mi polla, después sacude la lengua en el borde. Sus manos y boca trabajan en sincronización volviéndome loco. Movimientos rítmicos… Empujo los pies en el suelo, con el placer floreciendo—. ¡Profundo, nena, y duro!

Closer - Kings of Leon

Me coge con el puño desde la base del pene y lo envuelve como como un guante deslizándose hacia la punta. ¡Fuerte! Luego sus labios corren hacia la raíz, empujando la punta hasta el fondo de su garganta. Le agarro el cabello con la mano, manteniéndola en su lugar como si al mover su boca no pudiera soportarlo. El placer me embarga y la lujuria se incrementa exponencialmente. Levanto el trasero del asiento usando los codos. Una de sus manos me rodea y aprieta mis nalgas. El líquido preyaculatorio se derrama en la boca de mi mujer y me lame mientras descubre sus dientes que se arrastran hacia atrás nuevamente hacia la punta.

Oh, sí. La primera reparación empezó en los muelles, señor. Tenemos cerca de cien empleados dedicados a que el astillero funcione de acuerdo a sus especificaciones. —Vuelvo a poner el altavoz.

— Quiero que me leas todos los artículos, uno por uno. Te detendré si tengo alguna pregunta. A continuación, envíame un correo con el contenido.
— Como desee señor, —dice y empieza a leer mientras pongo nuevamente el altavoz en modo mudo.

Un suave gemido escapa de los labios de Anastasia, mientras chupando la punta como el infierno, el placer de su lengua me tortura. Después vuelve a insertar mi erección dentro de la boca, ahuecando sus mejillas. Incrementa la velocidad, tirando de mí, jalando, chupando, aumentando mi placer. Está siendo codiciosa, como si no tuviera suficiente de mí. Mis esposa de rodillas, su boca chupando y acariciando mi polla, su lengua acariciando cada vena pulsante las hacen ensancharse, crecer más gruesas.

— ¡Caaarajo! ¡Ana! ¡Me dejas seco, nena! ¡Me voy a venir muy duro! —Digo empujando las caderas. Ana es la única mujer que puede quitar todas las barreras, dusnudándome totalmente frente a ella, y en este momento, lo único que importa es llegar al orgasmo. La mano de mi esposa ahuca mis testículos, acariciándolos, mientras su otra mano, su lengua y sus suaves labios trabajan incontrolablemente para llevarme al orgasmo. A medida que el clímax se acerca, mis pelotas se sienten pesadas al principio, luego tiesas y finalmente listas. La enloquecedora sacudida de placer me recorre el cuerpo entero y se centra en esta parte de mi anatomía que alctualmente está en la boca de mi mujer—. ¡Mierda! ¡Ana! ¡Me estás llevando a la locura! ¡Jódeme! ¡Chúpame hasta dejarme seco! —Mi voz es irrreconocible, áspera, profunda y gutural. Mis manos están prendidas en su cabello, los ojos me ruedan en la cabeza, y el orgasmo me llega con fuertes chorros calientes en la boca de Anastasia. Acerco las caderas de nuevo a su boca, mi semen cubriéndola. Mi dura erección es otra cosa, palpitante y pulsátil hasta que me saca todo el placer del cuerpo. Me sigue ordeñando implacablemente, haciendo que todo el cuerpo me tiemble. Mi placer se libera en forma de gemido y pongo el teléfono en el escritorio mientras Shyn continúa leyendo la lista.


Anastasia solo se detiene cuando dejo de empujar. Esta es otra primera vez. Mi esposa se convierte en la primera mujer que me chupa en GEH. Y ahora mi media controlada erección solo quiere follarla de la misma forma que lo deseé cuando vino aquí por primera vez.

Una sonrisa de satisfacción aparece en la cara de Anastasia. Sus grandes ojos azules me miran por debajo de sus espesas pestañas. Mientras se lame los labios, me voltea a ver y pregunta—. Bueno señor, ¿puedo conservar mi trabajo?

— Joder nena, ¡no solo conservas el trabajo sino que también obtienes un ascenso!

— La lista también contiene la reubicación de la grúa de 150 toneladas a una ubicación diferente en los muelles para utilizarla con mayor eficiencia en el montaje. Esto concluye la lista, —vagamente oigo a Shyn en el fondo.

Tomo el teléfono mientras jalo a mi esposa a mis brazos, con mi trasero aún al aire y mi polla colgando. Vuelvo a poner el altavoz—. ¿Cuál es el tiempo estimado para la el término de las reparaciones y requisitos solicitados?

— En el peor de los casos, estaremos plenamente en operación en un mes, señor. Aún podemos operar, pero es más seguro cuando el trabajo esté terminado. Están trabajando todo el día.

— De acuerdo, espero que me envíes un mensaje de la lista indicando que está terminado, lo que aún necesita hacerse, cuanta gente está trabajando en esto, tiempo estimado de finalización de cada proyecto y cuánta gente intentas reubicar para cada tarea. Envía copia a la señora Bailey y al señor Warren. También necesito las hojas de costo. Indica el costo de cada proyecto hasta el último tornillo, —mirando a mi mujer carnalmente.

— Tengo todos los costos desglosados señor. Y el tiempo proyectado de término. Están en tres diferentes expedientes. Se los enviaré en la próxima hora. ¿Hay algo más en que pueda ayudarle?

— Eso es todo Shyn, —digo y cuelgo—. Así qué, señora Grey, —indico—. Tú y yo tenemos otra primera vez, nena. Nunca había sido chupado en mi oficina.

Sonríe ante mi declaración—. Me complace oír eso señor Grey. ¿Follaste a alguien en esta oficina?

— Qué lenguaje más grosero señora Grey. ¿No eres acaso el epítome de la gentileza esta noche? —Digo imitando su falsa burla.

Entrecierra los ojos—. ¿Está siendo evasivo, señor Grey? —Su voz se siente herida.

— Como sucede, señora Grey, serás la primera mujer que follo en esta oficina y me gustaría cumplir la meta en los próximos pocos minutos. Te lo dije: eres la única mujer para este trabajo. No quiero a nadie más. Solo a ti, nena. ¡Solo eres tú! —Digo con fervor.

— ¿De verdad señor Grey? —Murmura tímidamente—. Posiblemente debiera jugar duro para conseguirlo. Quiero un juego un poco rudo esta noche.

— Ana, no estoy seguro de que debieras. No quiero que te enfermes.

— ¡Vamos Christian, hazlo! —Dice levantándose de mi regazo.

— ¡Joder! —Siseo y me apresuro tras ella. Hablando de cazar con los pantalones abajo. Rápidamente meto la camisa en los pantalones, y los subo, tratando de cerrarlos. Sin abrocharme el cinturón corro tras Anastasia. Ella corre hacia el área de asientos, despojándose de los altos tacones en el camino, gana impulso. En este momento, nada más importa. Solo mi mujer.

Nothing else matters- Metallica

— ¡Ana! —Siseo—. Si te caes, podrías lastimarte y también al bebé.

— El suelo es de alfombra, Christian. Hay suficiente acojinamiento. ¡no voy a caerme! ¿Tienes miedo de no poder alcanzar a una mujer embarazada? —Se burla.

— ¡Maldita sea Ana! ¡Para de correr! —Digo mientras lentamente me acerco al borde del sofá para cazarla. Rápidamente se mueve al otro lado del sofá. Para atraparla antes de que se lastime, me apoyo en una mano en el sofá y otra en el respaldo y salto al otro lado, casi atrapando a Ana, pero se lanza al otro lado de mi cara gran mesa de café, chillando de placer.

— ¡Mierda! —Nuestro juego es excitante, pero estoy preocupado de que se caiga y se lastime. Corro al otro lado de la mesa de café y corre a la ventana cristal de pared a pared. Va detrás de la silla artesanal. La acoso despacio, como una pantera. Sus chillidos de satisfación son como el canto de la sirena para mí. Extiendo la mano y al jalar la seda de su blusa un único botón se rompe y sale volando de la blusa. Con otro chillido, corre a otro lado otra vez. Esta vez salto y finalmente la capturo, y la levanto del suelo apretándola con firmeza—. Así que, señora Grey, —gruño—. Querías ser mala. Sabes como me siento acerca de eso nena. No quiero que huyas de mí, porque aun jugando, me de un susto de mierda, y también te has puesto en peligro a ti y al bebé corriendo alrededor descuidadamente. ¿Que debo hacer para castigar tus transgresiones? —Pregunto con voz ronca.

— Algo que haga que el trasero me duela, y tu polla dura para tenerme aquí, ahora mismo, —respira rápidamente.

— Ana… ¿por qué haces esto?

— Estoy excitada de placer; solo quiero que me cojas sin sentido, Christian. Mi deseo por ti está encendido y no puedo apagarlo. ¡Estoy locamente celosa de las mujeres que llegan a estar en contacto contigo, y como tú, quiero declarar que eres mi hombre!

— Ana, soy tuyo. ¿Qué te está preocupando? —Digo dirigiéndome a su lado posesivo.

— Sé que no te gustan las rubias y Andrea es una buena asistente. Pero, quiero tener esto aquí, declararte en el asiento de tu reino que eres mío. ¡Dejar mi esencia aquí y así cada mujer que entre por esas puertas sabrá que ese Christian Grey es mi hombre!

— ¿Y pensaste que poniéndote en peligro lograrías ese fin? —Pregunto con incredulidad.

— Me gusta jugar contigo, Christian. Has sido muy cuidadoso conmigo últimamente. Atento y preocupado, que aprecio intensamente, pero he extrañado la parte perversa de nuestra relación.

Exploro su cara. Quiero estar seguro que no está haciendo esto por una idea equivocada de que necesito el maldito sexo duro. Y para lograr ese fin está arriesgando su propio bienestar. Habrá mucho tiempo disponible cuando esté mejor—. Anastasia, —digo oscureciendo la mirada—. ¿Se trata esto de mis empleadas? ¿Estás tratando de empujarme a jugar duro contigo a causa de mi asistente y la becaria? Si es así, puedes olvidarlo. Exijo que mi asistente esté dispuesta a todas horas. Ser profesional, trabajar duro, que complete las tareas en un momento dado y ser eficiente. Porque soy un hombre muy ocupado, un hombre de negocios muy demandante, requiero que sean así de trabajadoras como si no tuvieran vida propia. Quiero que hagan su trabajo apropiadamente de manera que yo pueda pasar tiempo con mi adorable esposa. Como recompensa, se les paga con creces. Tienen las mejores prestaciones y les pago buenos bonos por los trabajos excepcionales que realizan. Nuestra relación aquí, en GEH, siempre profesional. ¿Entiendes eso? Me arruinaste para cualquier otra mujer. ¡No tengo deseo por nadie más, ni tiempo. Ni preocupación o sentimiento por ninguna otra mujer! Solo por ti Anastasia Grey, —digo desnudando mi alma a mi esposa.

— ¡Oh, Christian! ¡Sé eso! ¡Confío en ti! ¡Solo quiero que sepas que no estoy hecha de cristal!

— Ana, me siento preocupado a ser duro contigo ahora, porque has estado en el hospital después de haber sido lastimada, y después has estado violentamente enferma. ¿Estás olvidando que tu admirador José me acorraló en el hospital pensando que de alguna manera había sido duro contigo en ese momento? ¿O qué te enfermaste tanto que tuve que llamar a la doctora Greene? ¿Puedes entender que soy un marido preocupado porque está loco, demente, celosamente enamorado  de su esposa? Si en algún tiempo, por cualquier razón, nuestra vida sexual te enferma, incluso solo debido a las náuseas y mareos mañaneros, o de alguna manera algo te lastima durante nuestro juego, o te desmaya en cualquier forma, me mataría. Todo lo relacionado contigo, todo lo que hacemos juntos es más importante que cualquier otra cosa en el mundo. Porque eres mi mundo. Eres el único lugar en el universo donde me siento seguro, en casa y centrado. Eres mi razón de existir. Y por eso es muy difícil para mí ser rudo contigo a pesar que deseo y extraño esa parte de nuestra relación.

— ¡También la extraño, Christian! Amo todo lo que hacemos juntos. Adoro cuando eres dulce y gentil, también amo cuando eres perverso, amo cuando eres rudo, la carnalidad personificada. Es solo que eres mi marido. Sé que la relación que tienes con tus empleados es muy profesional. Pero, soy mujer. Siento y noto cuando otras mujeres te desean aunque sean muy profesionales contigo. También quiero marcar mi territorio y decirles “¡Este es mi hombre!” Además, encima de todo eso, este embarazo me está conviertiendo en hambrienta de todo; tengo hambre de comida todo el tiempo, y te deseo más. Mi deseo sexual parecer estar desatado; no tengo suficiente de ti. Quiero esto, necesito esto, Christian. ¿Qué más te puedo decir para conseguirlo? —Pregunta mirándome con sus imposibles ojos azules—. Supongo, —dice—, dice agitando las pestañas—, si no estás dispuesto a hacerte cargo de este lado mío, tendré que aliviarme yo misma, marido.

— ¡Eres el diablo! ¡Nadie alivia tus deseos sexuales excepto yo! ¡Esto me pertenece! —Digo tocando su sexo, y lentamente acariciándolo sobre el encaje de sujs bragas. Está empapada, hambrienta de mí. Quiero darle lo que quiere sin lastimarla mucho o de alguna manera desencadenar sus molestias matutinas.


— Señora Grey, estás siendo una chica muy mala… muy mala. Te voy a azotar porque quieres tener placer por ti misma, sin  mí. Soy el dueño de tu cuerpo. Soy tu marido y tu amante. Este es mi trabajo y el placer de ambos. Y quieres quitarme esa tarea. —Digo oscureciendo los ojos—. ¿Cómo te castigaré?

Sus ojos se iluminan—. Como quiera el Señor, —dice bajando la mirada—. ¡Cógeme!

— Bien entonces, te voy a azotar en mi regazo, y te voy a coger muy fuerte encima del escritorio. No tengo un cierto número en mente. Serás mi guía y contarás conmigo. Soy tu amante Anastasia. Los amantes no tienen palabras de seguridad. Solo dime que pare cuándo hayas satisfecho tu tanda de nalgadas y lo haré. ¿Entendido?

— ¡Sí!, —dice respirando.

— ¿Qué dirás cuando hayas tenido suficiente, Anastasia?

— ¡Voy a decir que te detengas, señor! —Dice haciendo que tenga que tomar una bocanada de aire.

— ¡Buena chica! —Tiro de mi esposa a mi regazo, y subo su falda. Bajando sus bragas de encaje, su hermoso trasero de alabastro está delante de mis ojos. Volteo su cabeza a un lado y sujeto sus piernas debajo de mi pierna derecha. Luego empujo su espalda hacia abajo con mi brazo izquierdo. Acaricio sus nalgas con la mano y sin más preámbulo acaricio su sexo y hundo mi dedo entre sus pliegues. Inserto otro dedo en su sexo y encuentro que está empapado para mí. Gimo profundamente. Masajeo su sexo insertando otro dedo y con gemidos superficiales; estimulo su sexo haciendo que mi esposa gima por la necesidad. Inmediatamente retiro los dedos levantando la mano y golpeando las nalgas de mi esposa.


— ¡Ouch! ¡Uno! —Grita con sorpresa haciéndome sonreír. Mi mano está cantando y amo la sensación. Froto sus nalgas y la levanto y la dejo caer en la otra nalga—. ¡Dos! —Cuenta. Masajeando sus glúteos una vez más, levanto la mano una vez más, y la dejo caer en la nalga derecha sobre su sexo—. ¡Tres! —Su voz es un gemido. Desarrollo un patrón con movimiento circular, esparciendo el dolor, llevando la sangre a la superficie, estimulando sus profundamente enterrados nervios sexuales y despertando su excitación. Incorporo presión y ritmo sin fricción. Tocando su clítoris de esta manera también la estimula, y pegando totalmente a su vulva le proporciona estimulación placentera. Le doy otro golpe en la nalga izquierda dejándole una marca rosa—. ¡Dieciseis! —Grita. Acaricio y dejo caer otra nalgada sobre su glúteo derecho—. ¡Diecisiete! —La acaricio una vez más y le pego entre ambas nalgas y sobre su sexo—. ¡Dieciocho! ¡Detente! —Dice sin aliento.

Mi mano está cantando con el mismo dolor exquisito que sus nalgas. La respiración silba entre mis dientes. Levanto a mi mujer del suelo y rápidamente la pongo sobre el escritorio. Empujo a un lado el contenido y le pongo la cara hacia abajo—. Anastasia, quiero que te agarres fuerte de los lados. ¡Ahora te voy a coger duro nena! Pídeme parar si esto se convierte en demasiado duro en cualquier momento.

— ¡Sí! —Respira emocionada.

La mantengo abajo, vuelvo su cara de lado, le abro las piernas con mis pies, y ahora le levanto el trasero para mi polla. Bajando el cierre de mis pantalomes, saco mi erecto pene en modo saludo. Y sin ningún preámbulo, me sumerjo con rápido movimiento profundamente hasta mis testículos. La sensación es abrumadora, embriagante y completamente celestial. El mejor lugar del mundo para mí es dentro de mi esposa. Es mi gloria. Anastasia gime con mi polla llenándola. Cierro los ojos y saboreo la sensación, saboreo a mi esposa. Despacio voy saliendo, y primero penosamente despacio y lentamente vuelvo a introducirme sintiendo cada músculo de su sexo.

— ¡Más rápido, Christian! —Se queja.

— Déjame saborear esto nena, —Silbo entre dientes.



Luego salgo de nuevo y me introduzco con dureza. Sosteniendo sus nalgas la jalo hacia mí mientras me hundo en ella, alcanzando más profundidad y lejanía. Estoy perdido, sin embargo, estoy allí también, y lo único que quiero es follar fuerte, empujando y llevándonos a los dos al precipicio rápido, duro y explosivamente. Golpeo en ella, mis testículos golpeando su clítoris castigándola y dándole placer al mismo tiempo, consiguiendo gemidos de excitación de ella. Me hundo en ella una y otra vez, sintiendo finalmente el tan familiar pero ansiado apretón de su sexo como un puño apretado, animándome a ir más profundo, tirando de mí, coincidiendo con los pulsos de mi polla, apretando mi longitud invitadoramente, acariciando y abrazando como una amante voraz. Me sumerjo en ella y jalo nuevamente sus glúteos hacia mí. Giro las caderas una vez más, girando para encontrar el ángulo perfecto para conseguir estar en lo más profundo de su sexo. Cuando localizo ese punto, sostengo sus nalgas, y caracoleo frotando ese punto con la punta de mi polla, estimulando mi glande y sus sentidos secretos, regresándome justo lo necesario, dando zambullidas superficiales. Un profundo gemido sale de los labios de Anastasia, su sexo aprieta más y más rápido. Me retiro y empujo hacia delante de nuevo, duro y profundo. El único sonido en el cuarto son nuestros gemidos, el húmedo deslizamiento de mi polla dentro de la crema de mi esposa, y el rítmico golpeteo de mis bolas castigando y dando placer en su clítoris.

— ¡Christian! —Gime Ana mientras se viene debajo de mí. A medida que el orgasmo se esparce por todo su cuerpo, pasando a mi polla, las ondas de su orgasmo chupan mi polla y me vacío en su sexo en gruesos chorros de semen.

— ¡Anaaa! —Gimo en el orgasmo, mi cuerpo entero se pone rígido, mis ojos pierden el foco mientras ruedan de regreso a mi cabeza, finalmente me quedo quieto en ella hasta que la última gota de semen es vaciada en su interior, marcándola como mía una vez más. Salgo lentamente de ella provocándole que haga una mueca de desencanto por la pérdida. Una mezcla de mi semen y sus jugos cremosos siguen en mi polla y ruedan entre sus piernas. Mi oficina huele a una mezcla de nostros y nuestro duro, sin barreras, sexo. Los músculos de mi esposa están cansados y saciados. Todo el sentimiento de celos y hambre carnal están totalmente saciados. Levanto a mi esposa del escritorio, mi polla aún colgando, la llevo a mi baño privado. Siento a mi mujer en una silla y limpio sus piernas. Luego las abro y comienzo a limpiar su sexo.

— Christian, —se ruboriza—. ¡Puedo hacer eso!

— Sin embargo, quiero hacerlo, Ana. Vamos, acabas de seducir a tu marido para darte una paliza y follarte más duro, ¿pero no me permites limpiar tu lujurioso sexo? Anhelo momentos como estos. Son más íntimos que el sexo. Quiero tener intimidad contigo en todas las formas posibles, tanto que no habrá nada que no sea intimidad entre nosotros.

Cierra los ojos, ruborizándose. Levanto su barbilla y hago me mire—. Mírame nena. Quiero que veas cuanto te amo, lo mucho que me importas, y lo valiosa que eres para mí. —Tiro la toalla de papel a la basura, y caigo de rodillas ante mi esposa. Abriendo sus piernas, hundo la cabeza en su sexo.

— ¡Christian, no creo que pueda! ¡Oh! —Gime.

— Puedo hacerte venir una vez más, —murmuro contra su sexo y comienzo a aplicar golpes expertos con mi lengua dentro de su sexo. Sus manos sujetan mi cabello jalándome. Levanto una mano  y mientras mi boca y mi lengua aplican apenas la justa medida de presión para animar otro orgasmo, libero sus pechos y empiezo a rodarlos entre mis dedos. Arquea su pecho hacia mi mano. Elevando sus piernas del suelo, las envuelve alrededor de mis hombros, haciéndome sonreír.


— ¡Oh mi… ah! ¡Dios! ¡Christian! —rueda las caderas y empuja su sexo a mi boca invitadoramente. Pruebo la mezcla de mi esposa y la reclamo. Cuando he sacado el último resquicio de su orgasmo, está como mantequilla, derretida en mis manos.

Hay todavía algunas superficies a las que ir. Pero creo que hemos cubierto las áreas principales en las que deseaba verla tumbada y saciada. La próxima vez la follaré contra la ventana, con las luces encendidas, mirando la ciudad de Seattle mientras esté tocando el Spem in Allum de Thomas Tallis. Después de todo, no hay nada más celestial que mi esposa para mí.

Spem in allium – Thomas Tallis

* * * * *
Seattle Nooz

31 de octubre de 2011

¡Feliz Halloween queridos siatelitas!

¡Odiamos darles las buenas noticias que pueden ser malas para algunas de ustedes que aún tienen la esperanza de poner sus manos sobre nuestro-no-soltero-local: Christian Grey! ¡Como podrán recordar, les dimos la noticia de su compromiso hace ya varios meses, y ahora estamos dándoles la mala noticia para algunas de ustedes nuevamente, aunque es una feliz noticia para la pareja! ¡Hemos oído a un pajarito no tan pequeño, una cigüeña, que nuestro antiguo soltero favorito deliciosamente guapo y enigmático siatelita Christian Grey y su hermosa esposa Anastasia, están esperando bebé! ¡Sí, sí, algunas de ustedes incluso comentaron en nuestra página que dejarían a sus novios o maridos con tal de probar a Christian Grey! ¿Quién no? Es la cosa más excitante de Seattle, asquerosamente rico, joven, y se ve que tiene la resistencia para hacer que cualquier mujer arañe las sábanas toda la noche! Pero nuevamente, parece ser que su encantadora esposa ha estado haciendo un buen trabajo manteniendo a nuestro chico local verdaderamente feliz. ¡Es muy pronto para decir sí tendrán niño o niña ya que nuestras fuentes nos dijeron que está embarazada de un poco más de tres meses! ¡Mantendremos nuestros oídos atentos y las mantendremos informadas! ¡Espeluznaaante Halloween!

* * * * *

— ¡Bueno, bueno, bueno! ¿Qué sabes? ¡Christian Grey está reproduciéndose! —Ríe con fuerza—. No podría haber sido más fácil si hubiera tratado con más firmeza, planear mejor para infligir el más perfecto, más delicioso dolor en él y su hijo! Me estás dando toda la munición que quiero. ¡Bueno, te enseñaré como joder a alguien apropiadamente, Grey! —Murmura oscuramente. Lincoln se mira en el espejo. Su barba de una semana merece ahora ser afeitada. Se siente mareado, con un propósito. No se había sentido de esta manera  desde que regresó del Caribe hace varias semanas. Fue beneficioso. Se las ingenió para conseguir algo de su dinero, transferido a uno de sus bancos en Canadá en el que tiene cuenta de negocios en secreto desde hace varios años. ¿Creen Grey y sus malditos abogados que podrían borrar su nombre y legado solo por apoderarse de Lincoln Timber? Ha sido un maestro del dominio durante décadas. Le enseñó a Elena lo que sabía. Ella a cambio le enseñó a Grey lo que había aprendido de él y recogiendo su recompensa en la forma de un chico-juguete cogiéndolo sin sentido. ¡Él es Roger Lincoln! Roger Lincoln se había equivocado solo dos veces en su vida. Una cuando golpeó a Elena y la siguiente con la impulsiva decisión sobre Hyde. Ninguna de las dos salió bien. Esta vez se tomará su tiempo.

Cogió el teléfono y marcó.

— ¡Sí!

— Ahora estás en la nómina. Sigue su puto culo y el de su mujer. Aprende sus itinerarios, rutinas, paradas y los lugares donde van. Colócate de tal manera que cuando llegue el momento, te daré la orden de que hacer. Vas a tener una jugosa recompensa si tienes éxito. Si no, te voy a despedir.

— ¡Sin preocupaciones, señor! Nunca he fallado en una misión. Y este es solamente un civil. Un chico rico. No me gustan los chicos ricos, —contestó el hombre con voz gruesa y áspera.

— Muy pronto tu cuenta en Canadá recibirá un depósito. Este es tu primer pago. Necesito actualizaciones periódicas, detalles, itinerarios y rutinas.

— Absolutamente. Le enviaré actualizaciones semanales. Si algo es importante o fuera de sus rutinas, le informaré inmediatamente para futuras instrucciones.

— ¡Perfecto! La próxima semana entonces, —dice y cuelga.

Se siente como para vestirse con un traje caro y comiendo fuera. Por primera vez en semanas, siente que va a conseguir lo que quiere. Siempre lo hace. Tarde o temprano. Es Roger Lincoln. Posiblemente perdió una batalla, pero siempre gana la guerra. Nunca pierde.

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