Capítulo XV
La dueña de mi alma
Traducido y editado por María Teresa Camp Gozalbo
Quien controla a otros
puede ser poderoso, pero quien se ha dominado a sí mismo es más poderoso.
Lao Tzu
—
¡Welch!, ¡Quiero algunas putas respuestas! ¿Cómo se filtró esta noticia? Quiero
que encuentres la fuente, y que descubras quién está sacudiendo la olla
difundiendo rumores maliciosos sobre mi esposa!
—
Ya he enviado a algunos de mis hombres a investigar señor.
—
¿Cuán pronto puedes informarme?
—
Podemos comprar o intercambiar información de la fuente principal. Pero no lo
recomiendo con los tabloides. Sin embargo, es mejor tener una puerta trasera
abierta en casos como este.
—
No habrá información para los tabloides. Mi PR va a va a hacer algo con una de
las revistas principales.
—
Sí señor. Pero aun cuando la entrevista sea sentados, con fotografías, y todo
sea hecho con una revista seria, los paparazzi harán ‘la vigilancia sobre el
vientre de su esposa’. Ustedes son ‘la noticia’, señor.
—
¿Cómo…? ¡Protejo mi privacidad celosamente!
—
Señor Grey, ha sido un CEO de intenso trabajo, joven, y para todos los intentos
y propósitos, inalcanzable. Cuando la señora Grey llamó su atención, la gente
mostró curiosidad. Quieren saber quien es esta joven mujer. Porque usted nunca
antes ha sido visto en público con una mujer, los perros están husmeando a su
alrededor para ver que de especial hizo la señora Grey para llamar su atención.
No me sorprendería que fueran a husmear a su antiguo trabajo, amigos, o lugares
de reunión tratando de conseguir un defecto, un exnovio o cualquier cosa de ese
tipo. Están tratando de encontrar una historia tipo Cenicienta que puedan
mancillarla dados los eventos actuales con Hyde, —dice y rechino los dientes
con rabia.
—
¡Averigua quién o quiénes están detrás de todo esto! También te he enviado el
mensaje de Pella. Es más que los paparazzi. ¡Algo se está cocinando, y necesito
que te pongas en contacto con él para que te informe lo que ha oído! Todas
estas cosas no pueden ser solo una gran coincidencia.
—
Bien. Me pondré en contacto con él de inmediato, —dice antes que yo cuelgue.
Recorro
mi cabello con ambas manos. Recorro todos los nombres en mi mente que podrían
causar problema. El primero en la lista no es otro más que el puto Roger Lincoln. Pero no tiene manera
de saber sobre el embarazo de mi esposa a menos que tenga a alguien
siguiéndonos o a ella. Esa fuga lo beneficiaría mucho.
El
siguiente en la lista es José Rodríguez quien estuvo cerca de un ataque de
nervios cuando supo del embarazo de Anastasia. Tiene algunas conexiones con el
Portland Printz pero estos eran paparazzi. No pudo ser Elena. No sabía del
embarazo. Eso deja a la familia. Pero ninguno de ellos filtraría la información
intencionalmente.
Tomo
la BlackBerry de nuevo. Desplazándome por los números, encuentro el de José. El
teléfono suena cuatro veces antes de ser contestado. Su voz es errática como si
acabara de tener sexo o corrido una maratón.
—
¡Sí! —Mientras respira con rapidez. No hay agitación si interrumpí algo.
—
José, soy Christian Grey.
Su
tono se enfría varios grados—. ¿Qué pasa hombre?
—
¿Has hablado con la prensa o alguien sobre el embarazo de Anastasia?
—
¿La prensa? —Pregunta sorprendido—. Por supuesto que no. No he hablado con
nadie después de tener un sermón de papá
y Ray durante todo el camino a casa. —Dice inhalando.
—
¿Estás seguro? —Presiono—. ¡Había muy pocas personas que sabían de su embarazo
y tú te pusiste como un loco por eso!
—
¡Mira hombre! Lo siento. ¡Me siento horrible… de hecho terrible por eso! Ana no
ha tomado mis llamadas desde ese día. ¿Crees que iría a exponerla a un
periódico para perder nuestra amistad? —Pregunta enojado—. ¡Es mi amiga! ¿Estoy
tratando de contactarla para que me perdone, —dice en voz baja—. Metí la pata y
dejé salir toda la mierda de mi cabeza. Ahora, ¡no puedo retractarme! Lo
arruiné entonces. Nunca debí traicionarla de esa forma. Pero, ¿por qué me estás
preguntando si he hablado con la prensa sobre ella? —Pregunta con sinceridad.
—
Porqué fue emboscada por los paparazzi en su trabajo que fueron menos que
amables con ella.
—
¿Qué? —Grita. Oigo un ruido fuerte y algo rompiéndose—. ¡Oh, joder! —Una ola de
gemidos dolorosos se oye después—. ¡Lamento que haya sido emboscada! Nunca le
haría algo como eso. Espero que no haya sido nada relacionado con la escena que
monté en el hospital. ¡Oh hombre! ¡Por favor dime que no es la causa! —Exclama
rápidamente completamente ansioso ahora. No quiero consolarlo, pero ahora
también estoy convencido que no causó esto, al menos no intencionalmente.
—
No creo que haya nada relacionado con el incidente del hospital. Bien… —Exhalo
una profunda respiración—. Si me entero que has filtrado cualquier cosa a la
prensa sobre su embarazo o hablado a la prensa sobre mi esposa, te llegaré, ¡y
pagarás por ello! —Siseo.
—
Es lo justo. Pero no lo hice, jamás lo haría, nunca le haría eso, ¿Cómo puedes
siquiera pensar que haría algo como eso para lastimarla? —Dice sonando herido
por mi acusación.
—
¡El hecho es José, que no solamente la lastimaste, sino que también la
avergonzaste frente a su doctor, los de seguridad del hospital, mi personal de
seguridad, tu padre y su padre! ¡La cuestionaste sobre su embarazo como si
fuera una chica de 14 años que se deja preñar por el primero chico que ve!
¡Anastasia es una mujer casada! ¿Quién diablos te crees que eres para
cuestionar a MI esposa sobre su embarazo de nuestro bebé? Si quiero
embarazarla, no pido a nadie permiso. ¡Eso es entre MI esposa y yo! ¿Cómo te
atreves a reclamarle? ¿Cómo se atreve alguien? Pero esta no es tu primer
ofensa. Le tomaste cándidas fotografías y las pusiste en una galería de arte para
que otros la miraran y compraran sus fotos como si fuera una mercancía!
—
Pero, ¡fuiste tú el que las compró y me dijiste que las fotos te encantaban! —Replica.
—
Ese no es el punto. El punto es que hiciste todo eso sin su permiso. ¡No
importa cuan inocuo te parezca tu comportamiento, si haces algo con ella sin su
permiso, la hieres! ¡Incluso trataste de forzarla para besarla sin su permiso!
—
Por favor, ¡solo dime que está bien! —Dice con voz ronca.
—
Bueno José, ¡NO está bien! ¡Estaba aterrorizada!
—
¿Está en casa?
—
No. Está trabajando.
—
Lo siento. De verdad. Ana es mi amiga… —empieza a decir, pero lo corto.
—
¡No tengo tiempo para calmar tu mente, o confortar tu conciencia! ¡Estoy
tratando de proteger a mi esposa! ¡Así que, asegúrate de no volver a echarle
mierda como hiciste en el hospital, o hablar de ella con nadie, o hacer algo
que remotamente la lastime! ¡Si alguna vez haces algo que la haga sentir
miserable, te sacaré la mierda! —Siseo y cuelgo. Aun así, me siento más
confundido que nunca. Estoy completamente convencido que el jodido miserable
nada tuvo que ver con el ataque de los paparazzi. ¿Quién diablos está detrás de
mi mujer y porqué? Pero sé que mi mujer no es el objetivo del ataque; yo soy el
objetivo y ella es el medio para conseguirme.
Cuando
llegamos a Grey House una larga lista de pendientes me está esperando. Andrea
me sigue a mi oficina con su usual eficiencia a punto.
—
¿Dónde está humm… —Tengo la mente entre— …Janelyn? —Pregunto. Espero no tener a
otra incompetente interna como Olivia.
—
Está sentando a su siguiente grupo de visitantes en la sala de juntas. Los
estará atendiendo con las bebidas mientras llega usted, señor.
—
¿A quiénes tenemos?
—
Compradores europeos, señor. Son de una empresa llamada Unlimited Luxury. Tienen
varios pedidos fincados y su junta con ellos está agendada para dentro de 30
minutos. Ros estará en la sala de juntas en los próximos minutos. Les gustaría
hablar con usted sobre yates personalizados en base regular para sus clientes
habituales en varios países europeos. Han dicho que solamente hay tres empresas
en el mundo que pueden manejar este tipo de pedidos y GEH está en el primer
lugar de su lista por nuestra fuerte seguridad.
Por
supuesto que conozco a Unlimitged Luxury. Es una empresa importante con una
nutrida cuenta bancaria, dando servicio a los más ricos del mundo cuando se
trata de jets privados, yates o vehículos de ultra lujo. Les gusta ser el mayor
distribuidor en Europa y tienen el plan de expanderse a Asia. Este puede ser un
negocio rentable si los precios son competitivos.
Antes
de ir a la junta, le envío un correo a Anastasia.
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De: Christian Grey
A: Anastasia Grey
Fecha:
1º de noviembre 2011, 9:37
Hola
esposa:
¿Cómo
te sientes? Te extraño. Quisiera poder quitarte las heridas y el dolor que
sentiste esta mañana.
No, esto no dice lo que quiero transmitirle… ¿Cómo puedo
expresarle que es el centro de mi universo y que lo que la lastima a ella, me
lastima a mií más? Quiero tomar todo lo que la hizo sentir miserable y
simplemente hacerla feliz. Y el deseo de castigar a aquellos que le infligieron
este dolor está royendo mi alma.Permítaseme intentarlo otra vez…
Bebé,
Te quiero. Es así de
simple, de verdad.
Te amo
desesperadamente; mis sentimientos están a tu merced. Te amo con todo lo que
soy, que todo lo que te lastima me hace enojar, y me llena de tan feroz rabia
que estoy listo para asumir cualquier cosa que te haga enojar y mucho menos,
miserable. Amo tu chispa. Amo tus comentarios ingeniosos. Amo tu boca
inteligente. Amo tu intensidad, amo tu voluntad por ser tú misma. Amo que me
ames, que ames a nuestro bebé que llevas. Eres mi universo. En este punto, soy
simplemente un hombre locamente enamorado de su esposa. Lo que sea, quienquiera
que esté fuera y trate de lastimarnos no importa. Otros no importan. Soy suficientemente grande, malo y poderoso para
alejar eso. Confía en mí. Confía en que te amo. Confía en que te protegeré a ti
y a nuestro bebé. Confía en que no hay nada, ni nadie más importante que tú y
nuestro pequeño. Los protegeré a ambos.
Ya no soy el hombre
jodido que conociste. Todavía estoy jodido en muchos aspectos, pero tú me
completas; me forzaste a salir de mi oscura esquina de la que me negaba a
salir. Tú y solo tú me diste una razón para cambiar. Tú me hacer desear ser
un mejor hombre. Me diste esperanza en el futuro; me enamoré de ti inesperada,
rápida y desesperadamente, Ana. Continuaría amándote aunque tú no me amaras.
Porque mi amor por ti no tiene caducidad; no está condicionado. Pero sabiendo
que lo haces… que me amas me impulsa a esforzarme más para merecerte. Tú,
Anastasia Rose Grey, eres mía. ¡Mi esposa!
Y
es mi promesa a ti que haré que esto desaparezca.
Christian Grey
Locamente enamorado CEO, Grey Enterprises Holdings. Inc.
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Me
levanto para ir a la junta; mi mente todavía ocupada con mi esposa. Mi jodida
BlackBerry se está quedando sin batería. La dejo al cuidado de Andrea para que
se encargue de cargarla—. Andrea, si mi esposa llama, me la pasas
inmediatamente sin importar cuán ocupado esté. Solo encuéntrame. Recuérdale a
Janelyn esto, —ordeno.
—
Claro señor. Es su orden permanente. Inmediatamente se lo recordaré a Janelyn.
Mientras
cruzo la puerta, le digo a Andrea que traiga mi laptop. Si Anastasia me
contesta, necesito tener acceso a mi correo durante la reunión.
Viéndola
tan angustiada hoy, dejándola en el trabajo y no trayéndomela de regreso
conmigo va en contra de todas las células de mi cuerpo. Pero, no puedo dejar
que pierda su valentía. Tengo que enseñarle como estar al mando en su entorno
inclusive si todo su ser desea gritar y escapar. Antes he sido un enigma, y buen
guardador de secretos. Mi esposa, que es aun más enigmática que yo, desconocida
para todos hace solo unos meses es locamente caliente y está embarazada.
Conquistó a un soltero confirmado, un hombre que algunos pensaron que era gay;
los que sabían de mi estilo de vida nunca hubieran soñado en que me casaría.
Diablos; nunca pensé que podría tener esto; que podría amar a alguien en forma
tan indeleble, tan completamente. Pero ahora, imaginarme hipotéticamente sin
ella es imposible. Naturalmente, la existencia de esa rara mujer en mi vida se
convierte en objeto de noticia. Pero, deseo mantenerla alejada de esta atención
indeseable, especialmente de los paparazzi.
Por
lo tanto, es de suma importancia que pueda encontrarme en cualquier momento que
me necesite. Mi teléfono esta descargado y debo estar en una reunión por
un potencial negocio lucrativo. Taylor
me abre la puerta para que entre. Tanto Ros como Warren están ahí. Ella se ve
como una mujer inocente, pero esa es la impresión que da a la mayoría de los hombres
de negocios cuando tratan de subestimarla. Puede hacer que el diablo se haga
hacia atrás.
Cuando
entro a la sala de juntas, Taylor se coloca en su lugar habitual en la esquina,
un punto ventajoso donde puede inspeccionar y observar toda la sala. Andrea
menea la cabeza imperceptiblemente a Janelyn. Pone la última botella de agua
sobre la mesa frente a uno de los hombres de negocios y camina para reunirse
con Andrea.
—
Bonjour Monsier Grey, —me saluda el CEO de Unlimited Luxury con su acento parisino.
—
Bonjour Monsier Decoux, —le respondo con sonrisa profesional mientras tomo su
mano tendida—. Avez-vous fait a bon voyage? —Pregunto acerca de su viaje, a
pesar que me importa un pepino si su viaje fue agradable o no. No sabe que es
mi fachada profesional reservada para el mundo de los negocios. Mi cara dice
que estoy seguro de mí mismo, tácitamente dominante; la encarnación del amo y
comandante de todo lo que me rodea. No es de sorprender que la gente responda a
eso en forma sumisa. La única excepción sería que hubiera otros machos alfa
sobre los que declaro mi dominio. Solo puede haber un alfa. De otra manera, no nos
quedamos en el mismo lugar por mucho tiempo. Es cuestión de territorio. Y este
es el mío.
Después
de las introducciones, discutimos el plan de negocios con el hombre de negocios
francés y la mujer. Están ansiosos por hacer negocios con GEH, porque
simplemente construimos los mejores y más seguros barcos.
Después
de casi dos horas de junta, aún no he recibido respuesta de Anastasia a mi
correo. Idea que me distrae y debo poner doble atención para seguir el hilo de
la reunión.
Finalmente
llego respuesta a mi correo. Mis ojos se dirigen a la laptop y muevo el ratón
para abrirlo inmediatamente, ocultando efectivamente mi ansiedad. Abro la
botella de agua y tomo un sorbo. Después de leer el saludo de Anastasia, tomo
otro sorbo para aparentar que estoy ocupado y escuchando la propuesta del
hombre de negocios francés. Decoux empieza a hacer sus observaciones finales.
Mi mente solo está a medias entendiendo lo que está diciendo. Sin embargo capto
su chiste sobre hacer ventas pobres porque no haya podido leer completamente mi
cara acerca de lo que exactamente haya pensado sobre su propuesta y hacer una
broma quejándose de sus antepasados porque no quería convertirse en el
destinatario de ‘dérogeance’, en otras palabras, la pérdida de la nobleza debido
a las actividades comerciales y manuales que dejaría a las futuras generaciones
por la falta de habilidad haciendo referencia también a su noble linaje.
—
Le aseguro Monsier Lecoux, que estoy a favor de su propuesta, y le daremos
nuestra completa agilidad examinándola y regresándosela con nuestra
contra-propuesta que sea beneficiosa para ambas partes. —Mi respuesta hace que
Decoux sonría y continúe con sus observaciones finales. Regreso al correo de mi
esposa mientras tomo otro sorbo de agua.
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De: Anastasia Grey
A: Christian Grey
Fecha:
1º noviembre, 2011, 11:48
Marido:
Que
hermoso mensaje recibido de mi hombre, el amor de mi vida. NO TIENES IDEA lo que tu mensaje me hizo, me alegró como si fuera una
preserva de vida. Cómo me levantó.
¡Gracias!
Me
asombra que puedas ser tan romántico, tan elocuente al expresar tu amor.
Sabiendo que nunca hiciste la cosa del amor el el pasado, estoy
más allá del éxtasis por ser la primera, la única destinaria de tu afecto. Eso
me dice que eres mío en todas las formas posibles, de la misma forma que soy
tuya.
Después
que me empujaste hoy a enfrentar el trabajo, debo admitir que estaba en piloto
automático y le di toda mi atención a todos mis proyectos en espera, leyendo y
anotando manuscritos para mantenerme tan ocupada que pude olvidar el incidente
de la mañana. No significa que me gusten más los paparazzi ahora, pero tú,
marido, me hiciste sentir inmensamente mejor. Cuando tuvimos la junta de
editores, me sentía de alguna manera como yo misma. Pero fue tu mensaje, la
declaración de tu amor la que me levantó. Acabo de leerla hace pocos minutos,
porque me aseguré de estar ocupada toda la mañana. Ahora, hubiera deseado
leerla antes. Leyendo tus tiernas palabras me hicieron extrañarte. Realmente
extrañarte… Gracias por amarme tanto. Gracias por hacerme sentir, haciéndonos
sentir seguros.
Sobre
otro asunto positivo que sé que te hará feliz, me siento rabiosamente
hambrienta. Sawyer me trajo un sándwich de pavo, ensalada griega y un cuerno
(croissant, pan) con queso untable y té Twinning’s caliente. Estoy avergonzada
de decirte que me comí todo hace alrededor de una hora y me vuelvo a sentir
hambrienta. También estoy feliz por reportarte que no he tenido malestares
mañaneros y por supuesto, estaré cruzando los dedos cuando haya pulsado
‘enviar’ :)
Quiero
decirte que también te amo apasionadamente, desesperadamente. Algunas veces con
tan conmocionante intensidad que el doloroso anhelo que siento por ti es completamente
indecente, vulgar, licencioso, obscenamente lujurioso e increíblemente voraz y
empeoró cuando me preñaste… quiero decir cuando quedé embarazada. ¡Deseaba
todas esas cosas antes de estar embarazada pero este anhelo se está convirtiendo
en increíble! Aquí estoy, una mujer de 22 años con un trabajo como editora en
una compañía editora respetable y soy incapaz de concentrarme en una simple
tarea como leer un manuscrito encantador. ¡Pero, en cambio me encuentro
pensando en las manos de mi marido sobre mi cuerpo y su polla dentro de mí!
Debería seguir molesta por lo de esta mañana y aun así estoy lujuriosa después
de la distracción de mi marido…
Me
doy cuenta que la magnitud de mi amor y deseo se ha amplificado mucho. No creo
que solo sean las hormonas del embarazo. ¡Eres tú! Eres mi adicción. El
embarazo me ha vuelto un poco más atrevida. Nunca pensé que un amor como este
fuera posible. Solía asustarme y de alguna manera aún lo hace. Pero nuestro amor se ha convertido en mi forma de
vida. Soy infinitamente feliz por qué tú, Christian Grey eres mi marido, todo mío para tenerte y
apoyarte, amarte y para que me folles en la cruz de madera, y me azotes hasta
que me hagas gritar tu nombre, y ser besada por ti por todas partes mientras
mis manos están esposadas, y el jugar contigo en el Cuarto Rojo del Dolor (¿Por favor?), y hacer el amor la mayor
parte de la tarde y acariciarnos por siempre jamás. Eres mi alma. Eres todo
para mí. ¡Te amo!
Ana
PD:
Nótese que te estoy enviando el correo desde mi BlackBerry y no por el correo
electrónico de SIP. Puedes ver que soy ocasionalmente responsable :)
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¡Joder!
¡Joder! ¡Joder! No solamente me provocó una enorme lujuriosa erección
inesperadamente, en un momento de lo más inoportuno, en medio de la maldita
reunión y con la sala llena de hombres de negocios que vinieron desde París para
acordar un nuevo trato de negocios, pero yo, Christian Grey me acabo de
atragantar con el agua de la botella atrayendo toda la atención a mí. Miradas
curiosas y preocupadas están todas sobre mí.
—
Monsier Decoux, usted no es solo un astuto empresario sino también muy
entretenido con sus ingeniosos comentarios. Debe ser un rasgo del encanto de la
nobleza francesa.
—
Sin embargo, —dice Ros palmeando mi espalda ligeramente con su mano dos veces—,
el señor Grey es muy susceptible al humor francés por haber vivido en París en
el pasado. No ahogue a mi jefe con su ingenio. Todavía lo necesitamos aquí, —dice
suavemente con sonrisa deliciosa, haciendo reír a los presentes alrededor de la
mesa. Recordando que me disgusta que me toquen, pregunta—, ¿está bien señor
Grey?
—
Sí, —digo tosiendo nuevamente, sonriendo a todos. La reunión está cerca de
terminar, pero me encuentro en estado de excitación y una dura erección en
medio de mi jodida junta de negocios, torpe, incómodo e impasible. Esto nunca
me había pasado. ¡No así! Siempre tengo mi cuerpo bajo control.
Al
igual que Alain Decoux y sus directores asistentes se preparan para concluir e
irse, volteo hacia ellos para darle tiempo a mi polla un momento para calmarse
y distraer mi mente, pienso rápidamente en una pregunta al azar. ¡De alguna
manera, el correo de Anastasia encontró el bypass de emergencia de mi cerebro y
tomó el control de mi jodida polla!—. Monsieur Decoux, ahora que hemos
terminado nuestra junta, quisiera preguntarle su opinión sobre una producción
francesa. He oído buenos comentarios acerca de la película ‘Intocables’. Se
supone que la estrenarán aquí mañana. Leí la novela, por supuesto. Ya que hay
aristocracia en su linaje, me pregunto si habrá leído el libro y si ha visto
los avances de la película.
Está
un poco confundido pero sigue mi cambio de conversación—. No creo haberla visto,
Monsieur Grey. ¿Hay alguna razón en particular por su interés en la película?
Discúlpeme; no conozco el contexto completo de la novela o la película. He oído
sobre ella, pero no he tenido oportunidad de leer la novela.
Tema de la
película Intocables
—
Buena, tenía intención de llevar a mi esposa a verla durante el Festival
Internacional de Cine. Quería saber la opinión de alguien de primera mano. La
mayoría de las veces las películas no hacen justicia a los libros.
La
mano derecha del señor Decoux se aclara la garganta—. Si me permite intervenir,
Monsieur Grey. He leído la novela y he visto la película durante una proyección
especial que se dio la semana pasada, —dice Julianne con admiración apenas
disimulada. Es una mujer aristocrática, bien vestida, de lenguaje fluido,
culta, bien educada que está en sus tempranos 30s. Alta, delgada, rubia, se
defiende bien, pero aún le falta un largo camino para llenar los zapatos Manolo
Blahnik que lleva puestos y ser del calibre de Ros.
—
¿Y su opinión de él? —Le pregunto con interés fingido.
—
La recomiendo totalmente.
—
¿Por qué? —Pregunto mientras Ros me mira con tal curiosidad como si estuviera
tratando de resolver un difícil rompecabezas.
—
Está más allá del encuentro entre un aristócrata incapacitado y un inmigrante
africano, un potencial cuidador descarado que estaba tratando de engañar al
sistema para no ser rechazado en la posible contratación del puesto y poder
seguir cobrando el cheque de desempleo. Son dos personas que no podrían ser más
diferentes tanto en sus orígenes sociales como raciales, sin embargo, son lo
necesitan el uno del otro. La sangre azul de uno y la común del otro. Pero,
¿cómo dicen en los Estados Unidos? Es lo que el médico recomendó.
— No sabía que tenías un lado literario
Julianne, —dice Decoux con mucho interés.
—
Mi sangre es tan azul como la suya Monsieur Decoux. Graduarme en la Sorbonna y
después en Cambridge, me hizo apreciar la gran literatura, pero hay otras
razones por las cuales disfruté este libro tanto como la película en la
pantalla de la proyección privada, —dice con propiedad—. El personaje principal
es muy rico. Tiene a su alcance todos los lujos de la vida, lleno como en la
vieja escuela de sangre azul. También posee coches de lujo de gran velocidad,
jets privados, yates, también un palacio, pero por desgracia no puede disfrutar
de los placeres de la vida porque está paralizado. El personaje sin privilegios
de ninguna índole hace que el rico Philippe se dé cuenta de lo que tiene y le
enseña a disfrutar sus posesiones y disfrutar la vida nuevamente. Cualquier
cosa que haga que la gente aprecie las cosas buenas de la vida, los lujos que
ofrecemos en Europa y Asia a la larga es una visión de bienvenida para m,í una
buena para los negocios, —dice sonriendo como si quisiera demostrarme que puede
ser una empresaria astuta.
Veo
a Taylor con mi vista periférica, discretamente leyendo en su BlackBerry y
frunciendo el ceño. ¿Por qué está frunciendo el ceño? ¿Welch lo contactó? ¿O es
sobre Anastasia? Si me hubiera llamado, Andrea sabe que debe traerme el
teléfono. Me envió un correo hace solo media hora. ¿Se puso enferma? ¡Oh,
mierda! Probablemente se enfermó otra vez. Mi mirada se vuelve seria y miro a
Taylor con ojos inquisidores.
Se
acerca a la mesa y se inclina y murmura con voz aparentemente discreta pero
sabe que es lo suficientemente alta para que lo oigan los demás—. Perdone
señor. Me disculpo por interrumplir su plática. Tenemos una pequeña emergencia
que requiere su atención tan pronto le sea posible, —dice con cara taciturna.
Lo
miro interrogante; con la intensidad de mi mirada escaneo su rostro para ver
algún signo de emergencia. Cuando nos
miramos, inmediatemente sé que se trata de Anastasia. Al momento que
estoy seguro de que se trata de algo relacionado con mi esposa, siento ansiedad
y preocupación en mi interior. Pero en el exterior no hago la mirada del
depredador. Con fragmentos gélidos cubriendo mi mirada, me levanto con la
facilidad y gracia de un animal. Volteando hacia el grupo de los hombres de
negocios franceses, los ofrezco mis disculpas, listo para salir—. Damas,
caballeros, —digo abrochándome el saco—, parece ser que el trabajo de CEO nunca
termina. Mi colega, la señorita Bailey y el señor Warren colaborarán con
ustedes para finalizar el documento mientras que debo atender un asunto urgente
que requiere mi atención personal. Monsieur Decoux, es un placer hacer negocios
con usted. Agendaremos una reunión final una vez que revisemos los documentos
que nos han presentado. Y ‘merci beaucoup Mademoiselle Durant’ por
su recomendación sobre la película, —e inclino la cabeza al resto del grupo y
los hombres de negocios se levantan con mi apresurado adiós. Rápidamente acepto
la mano tendida de Decoux, y ordenando a Ros que se haga cargo con solo mi
mirada, dejo la sala de juntas.
Tan
pronto como Taylor cierra la puerta tras nosotros, me vuelvo a él y pregunto—,
¿Qué demonios está mal?
—
Fue el mensaje de Sawyer. Aparentemente le llamó a su celular, pero la nueva
interna le dijo que estaba en junta y no le pasó la llamada. ¡Qué demonios!
—
¡Trataré con ella más tarde! ¿Por qué estaba enviando mensaje?
—
El señor José Rodríguez se presentó en SIP y aparentemente la señora Grey sabía
de su llegada. Se fue a comer con él. El texto de Sawyer decía que él estaba
disculpándose todo el tiempo y al principio la señora Grey estaba reacia a ir a
comer pero él insistió para poder pedirle perdón.
—
¿Dónde jodidos estaba el bastardo? ¡Pensé que estaba en Portland!
—
No, aparentemente cuando lo llamó usted esta mañana, estaba en Seattle. Se
sentía mal por lo pasado con la señora Grey y fue a su trabajo humillándose y
disculpándose, —repite.
—
¡Mierda! —¡Le advertí al bastardo sobre la angustia de mi esposa y conseguí que
se acercara a ella! ¿Olvidé decirle que ella está fuera de sus límites?
—
Sí señor. Pero no están lejos. Sawyer los llevó a un pequeño restaurante
mexicano fuera de las rutinas normales.
Camino
a mi oficina y me detengo enfrente del área de recepción. Tanto Andrea como
Janelyn brincan sobre sus pies. Extiendo la mano para que me dé mi celular. Ignorando
completamente a Janelyn, volteo hacia Andrea—. ¿Por qué no fui informado de la
llamada de Sawyer? —Pregunto.
La
cara de Andrea muestra sorpresa y su boca se abre entendiendo lo que Janelyn
había o no hecho. Cierra la boca y la abre nuevamente—. Lo siento mucho, señor
Grey. No sabía que Sawyer había llamado. Le hubiera llevado el teléfono
inmediatamente.
—
Lo siento señor Grey, —Janelyn responde apenada—. Tenía la impresión de que
solo las llamadas de la señora Grey debían pasársele y tomé los mensajes de las
otras llamadas. ¿Hice algo mal señor Grey?
—
¡Sí! ¡Lo hiciste! ¡Sawyer es el guardaespaldas de mi esposa y lo sabes! ¡No le
permitiste hablar conmigo!
—
Me disculpo señor Grey. Yo… traté de seguir las reglas… lo siento, —dice
finalmente cuando ve mi creciente enojo.
—
¡No. Nunca. Me. Interrumpas! Me ocuparé de ti mañana, —digo en voz baja. Lo
suficientemente baja para no confundirse con nada más que malevolencia. Janelyn
se pone morada y está a punto de llorar.
—
¡Vámonos! —Le ordeno a Taylor. Tan pronto entramos al elevador reviso mi
BlackBerry. Hay dos mensajes de texto de Anastasia.
*Christian, José está aquí para disculparse. Quiere ir a
comer conmigo para hacer las paces. Iré y lo escucharé. Quiero darle la
oportunidad en lugar de hacer suposiciones acerca de lo que hizo. Después de
esta mañana, me di cuenta de que no quiero que hagan conjeturas sobre mí. Seré
amable y actuaré de la misma manera.*
El
siguiente mensaje llegó 10 minutos después del primero.
*O estás ocupado o estás de acuerdo en que vaya a comer con
José. Estaremos en el Tía Rosa. Sawyer nos lleva. Te llamaré cuando regrese a
SIP*
¿Qué
está pensando mi esposa? ¡José! ¡Saliendo con José! ¿Y qué demonios va a hacer
José? ¿No lo amonesté esta mañana acerca del acoso de los paparazzi a mi
esposa? ¿Qué hace? Va a buscar a mi esposa para ser perdonado sabiendo
perfectamente bien que una simple foto, no importando cuán inocente sea puede
ser malinterpretada. Estoy retorciéndome de rabia. Cuando se anuncia nuestra
llegada a la planta baja tomo la delantera con pasos rápidos y Taylor camina
enérgicamente para emparejarme—. ¿Señor Grey? —Pregunta.
—
¡Qué! —Chasqueo.
—
Saywer está al teléfono señor.
—
¿Dónde demonios están? —Siseo.
—
En un pequeño restaurante mexicano llamado Tía Rosa, justo en la avenida
principal. La señora Grey está segura, el restaurante no está lleno.
—
¿Qué está haciendo? —Pregunto mientras Taylor abre la portezuela de la SUV.
Entro y la cierra.
—
Ordenó tacos de mariscos y chimichanga (burrito frito). Está sentada con los
brazos cruzados, recargada su espalda en el respaldo de la silla, oyendo al
señor Rodríguez, —responde.
Que
esté sentada recargada en el respaldo y sus brazos cruzados está bien. Eso
significa que está cerrada a él sea lo que sea que esté tratando de decirle, o
que la esté tratando de impresionar.
—
¿Por qué no insististe en hablar conmigo?
—
Señor Grey, solo tuve unos minutos porque primero iba a disuadir al señor
Rodríguez de ver a la señora Grey después del incidente del hospital y las
instrucciones que se le dieron. Pero la señora Grey salió y dijo que estaba
esperando al señor Rodríguez y que debería hacerlo entrar cuanto llegara a SIP.
Para ese momento él ya estaba esperando en la recepción. Basado en su
comportamiento de la última vez, no tenía ninguna seguridad de cual sería su
comportamiento en ese momento y quise evitar que causara otra escena. Pero la
señora Grey dijo que estaba bien y que le informaría a usted de su visita.
Quise seguir el protocolo y quise informarle a usted de todas formas. Cuando
la nueva becaria dijo que estaba en una
reunión importante, no quise molestarlo. Sin embargo, Taylor insistió en que
debe ser informado de cualquier viaje no programado o de un visitante inesperado,
así que le envié un mensaje. No podía hablar porque tuve que entrar a la
oficina de la señora Grey con el señor Rodríguez y cuando él regreso a la
recepción para esperar a la señora Grey mientras ella recogía sus cosas, apenas
tuve tiempo de hacerle una rápida llamada pero no pude hablar con usted porque
la señora Grey ya estaba afuera lista para ser transportada. Así que
inmediatemente le envié mensaje a Taylor.
—
¿Había algunos paparazzi cuando se fueron?
—
No señor. La policía se hizo cargo de ellos toda la mañana y los hombres de
Welch han estado patrullando alrededor de SIP para parar a cualquier paparazzi
que los policias no hubieran detectado. Uno de los hombre de Welch nos ha
seguido al restaurante. Está escaneando el área por si acaso.
—
Estaremos allí en pocos minutos.
—
Sí señor. La señora Grey está sentada en uno de los gabinetes cercanos al patio
trasero. Siga por el pasillo principal del comedor y doble a la derecha, por
favor.
—
¿Cuál es el aspecto del señor Rodríguez? ¿Enojado, ansioso, de confrontación,
sosegado, con voz alta? —Pregunto.
—
Suplicante. Parece que está rogando. Está hablando en voz baja pero
rápidamente. Y parece que pudiera llorar si la señora Grey solo dijera una
palabra concisa. Justo acaba de secarse el ojo derecho con el reverso de su
mano, —dice Sawyer como si estuviera dando un informe paso a paso.
Está
explotando el lado suave e indulgente de Ana. Debió haber pensado en esto antes
de haber empezado su escena a gritos en el hospital sobre el embarazo de mi
esposa. No planeado, lo admito, pero eso no es de su maldita incumbencia. ¡Mi
esposa no tiene que darle explicaciones a este maldito cabrón!
—
Estamos a la vuelta de la esquina. Te veremos pronto, —digo y cuelgo. Taylor da
una vuelta rápida a la derecha para entrar al estacionamiento del restaurante.
Si algunos paparazzi están aquí, sería como si nos hubiéramos reunido para
comer. Entro al restaurante y Taylor me sigue. La anfitriona me mira y traga—.
¿Cuántas personas señor? —Pregunta.
—
Vengo a encontrarme con otras personas aquí. Solo una. —Mira a Taylor
confundida, pero no dice nada. A continuación, baraja los menús y se le caen,
murmurando una disculpa sin aliento. Luego, recogiendo un menú, me dirige un
rápido vistazo y nos conduce. Localizo a mi esposa, y en el mismo momento
siente mi presencia. Prendiendo nuestras miradas, camino a su gabinete. Aún
está sentada recargando su espalda en el respaldo pero sus brazos ya no están
cruzados y José está inclinado hacia delante, sus codos en la mesa, sus manos
se dirigen en dirección a Ana en un gesto inconscientemente suplicante. Su
mirada sigue a la de Ana, y cuando me localiza se pone rígido. Mis ojos enfocan
sus brazos acercándose a mi esposa. Inclinando la cabeza hacia un lado, levanto
las cejas con cara reticente. Mi mirada es fría, fragmentos de hielo. Con pasos
lentos pero seguros, con una presencia declarando mi dominio, llego al gabinete
que están ocupando—. Hola, —digo interrogativamente en voz baja.
—
¡Christian! —Responde Ana con voz entrecortada. Sus ojos me revisan con un poco
de asombro, un poco de intimidación y hambre voraz apenas contenida. También
hay un tinte de irritación. Empequeñece los ojos, cuestionándome que hago aquí.
José inmediatamente se inclina hacia atrás y retira los brazos que se dirigían
a mi esposa. Primero se ve como un adolescente regañado. Lo clavo en su
asiento.
Luego,
volteando hacía mi descarriada esposa—, señora Grey, —enfatizando y
declarando mi posesión sobre ella.
—
¿Qué haces aquí? —Pregunta Anastasia sin aliento.
— Oí que sus tacos de
mariscos son grandiosos. Sabes que me gusta la buena comida. Por supuesto, la
buena comida en compañía de mi esposa, diciéndome en su correo de más temprano cuán hambrienta estaba, —digo con voz
seductora—, quería segurarme que satisfaría todas sus hambres. —La anfitriona se ruboriza, aturdida, José parece que
se haya tragado un bicho desagradable y Anastasia primero parpadea y luego abre
la boca. Quiere decir algo, pero demasiado sorprendida para hacerlo. Cierra la
boca y la abre nuevamente. Está horrorizada, encendida y sonrojada, todo al
mismo tiempo. Volteo hacia la anfitriona con sonrisa deslumbrante—. No necesito
el menú. Tacos de pescado y agua embotellada, por favor. Gracias, —digo e
incapaz de decir una sola palabra, la anfitriona asiente y se retira
apresuradamente murmurando—, ¡Santa mierda! ¡Tipo excitante! ¡Caliente! ¡Caliente!
¡Caliente!
— José, —me inclino y digo
con voz gélida. Me deslizo por el asiento del gabinete
con gracia hasta mi esposa—. Hola nena, —susurro apresando su mirada con la
mía. Instintivamente se acerca más a mí y puedo sentir su agitación. Me inclino,
pidiéndole permiso para besarla con los ojos. Se estira y puedo capturar sus
labios con los míos, besándola posesivamente como si no hubiera mañana. Se
ruboriza intensamente, dejándola sin aliento cuando termino. Es incapaz de
mirar a su amigo a los ojos.
— Hola. Tengo entendido
que recibiste mi mensaje de texto, —murmura.
— Por supuesto, hubiera
venido más pronto, pero estaba comprometido con otra cosa.
— ¿Comprometido? —Pregunta
empequeñeciendo los ojos. ¿Es eso celos? Me gustan sus celos. Su declaración su
posesión de mí enfrente de otros hombres es simplemente excitante.
— Sí. Hombres y una mujer
de negocios franceses. Tuve una junta.
— ¿Mujeres de negocios
francesas?
— Mujer de negocios.
Singular. El resto eran hombres de negocios. Por supuesto que después de
recibir tu correo, estaba muy… distraído… para enfocarme en la
tarea del momento.
— Estábamos solamente
comiendo comida mexicana y aclarando algunos asuntos… tú sabes.
— Así que me dejé caer, —digo
con gesto impasible nuevamente—. No sabía que estabas en la ciudad José, —lo
acuso.
— Me quedé otro día. Pero
tengo que volver a la escuela, —añade a toda prisa—. Ya que estaba en la
ciudad, quise hablar con Ana y disculparme con ella una vez más. Nada vale la
pena si destruyo mi amistad con ella. Solo quería hacerle saber que siempre
seré su amigo sin importar qué, y siempre puede contar conmigo. A pesar que no
he sido un buen amigo como debería haber sido, puede que me dé oportunidad de
hacer las paces, —dice en doble sentido. Básicamente me está diciendo que
estaría esperando por mí si la fastidio con ella, mi hijo y todo lo demás.
— ¿No es eso muy
considerado de tu parte? Ana necesita amigos buenos, leales y desinteresados
solamente preocupados por su bienestar. No quisiera que nada molestara a mi
esposa especialmente en su condición de madre expectante, —murmuro en tono
plano a José sin pestañear—. ¿Cómo te sientes hoy, nena? —Volteo y le pregunto
a Anastasia con voz solícita.
— Bien. Ninguna molestia
mañanera hasta ahora, —dice cruzando los dedos de ambas manos—. Solo muy
hambrienta, —añade. Miro su plato apenas tocado.
— No has comido mucho.
¿Hay alguna razón para que tu apetito se haya ido? —Pregunto.
— Nooo, —dice poniento su
servilleta sobre la mesa a toda prisa. Siento la creciente tensión en la mesa.
— ¿Cómo está tu padre,
José? —Pregunto cambiando de tema—. ¿Se ha sentido mejor después del accidente?
Toma una gran bocanada de
aire como si acabara de salir del fondo del océano—. Sí, está mucho mejor. Aún está en terapia
física, pero puede hacer algunas de las actividades que solía disfrutar.
Recientemente, papá, Ray y yo vimos el juego de los Mariners en el campo Safeco
Field.
— ¿Estaba Ray lo
suficientemente recuperado para ir al estadio? —Pregunto. No sé porque me
irrita que José pase tiempo con el padrastro de Ana.
— Tienen accesos para
discapacitados, pero sí, estaba suficientemente recuperado, — contesta José
finalmente dando una mordida a su enchilada sin tocar.
Una mesera diferente me
trae los tacos de pescado y el agua embotellada—. Gracias, —digo con una
sonrisa, y gime batiendo las pestañas.
— De nada señor, —responde
con voz entrecortada. Anastasia entrecierra los ojos a la camarera quién se
aleja cuando se encuentra con la mirada acusadora de Anastasia ante la
respuesta sumida de la camarera.
— ¿Por qué no nos traes la
cuenta? —Pregunta Anastasia a la camarera.
— No has comido todavía y
yo tampoco, —replico.
— Lo habré hecho cuando
traiga la cuenta. Me llevaré el resto al trabajo.
— ¿Vas a regresar al
trabajo? —Pregunto incredulamente.
— Sí, solamente salí para
comer. Tengo mucho trabajo pendiente.
José nos mira con
curiosidad.
— ¿Puedo convencerte de
que regreses a casa conmigo? —Le pregunto.
Los ojos de Anastasia se
fijan en José mientras se ruboriza hasta la raíz del cabello—. Aún tengo que
trabajar cuatro horas, Christian. Y ya que hoy me siento bien, debo hacerme
cargo de algo de ello, —murmura.
La camarera regresa con la
cuenta, y le entrego un billeto de 100 dólares y lo meto en la carpeta de la
cuenta antes de que la deje en la mesa—. Quédate con el cambio, —murmuro
sonriente.
— Yo iba a pagar,
Christian, —dice José con petulancia.
— Está bien. Tu dinero no
es bueno aquí, —no voy a permitir que otro hombre pague por la comida de mi
esposa. Volviéndome nuevamente hacia Anastasia le pregunto—, ¿te gustaría ir
conmigo a GEH entonces?
Anastasia suspira—.
Christian, tengo mucho trabajo que hacer. Muchos manuscritos que leer y
hacerles anotaciones, resumirlos, ir hasta lo esencial.
— Podríamos detenernos y
recoger tu trabajo para llevarlo a casa. Ven conmigo, —susurro en voz baja y
diabólica y con nada más que intención de seducción.
De inmediato se da cuenta
de mi intención—, ¿podemos hablar en privado Christian?, —pregunta en un
susurro.
— Sí, por supuesto, digo y
me levanto. Exxtiendo la mano para ayudar a Anastasia a levantarse.
— Regresaremos en un
momento José, —sonríe levemente y él frunce el ceño, lanzando la servilleta
sobre la mesa. Sus fosas nasales arden, pero no hay una maldita cosa que pueda
hacer por eso.
Anastasia camina hacia el
patio trasero. No hay clientes sentados allí, y la gente que está comiendo está
en el interior.
Tan pronto como la puerta
se cierra automáticamente, Anastasia voltea hacia mí. Taylor está vigilando la
puerta en el otro lado.
— ¿Por qué estás haciendo
esto Christian? —Pregunta murmurando.
— Sabes por qué, —digo en
voz baja.
— ¡No, no lo sé! Ponme al
corriente, por favor. ¿Es por qué los paparazzi me acusaron de deslealtad hacia
ti? Si es…
— ¡Para de hablar! —Gruño,
inclinándome hacia sus labios. Estamos separados por un suspiro uno del otro.
Puedo sentir los latidos del corazón de Anastasia—. Me importa una mierda lo
que nadie diga, digamos un paparazzi sórdido. Nunca me ha importado. Por lo que
me preocupo, es por ti. La persona a la que deseo proteger eres tú, y a la
persona que llevas en el vientre. Tú y este pequeño, —digo extendiendo mi mano
derecha sobre su vientre y mi mano izquierda acaricia la parte baja de su
espalda—, tú y este pequeño son míos. Ambos. Haré todo lo que esté en mi poder
para protegerlos. Vigilarlos… Estaba preocupado hoy cuando oí que José te había
ido a ver. Porque justo fue a verte después que lo llamé, —digo.
— ¿Qué? ¿Lo llamaste? ¿Por
qué lo llamaste?
— Lo llamé está mañana
porque fueron emboscados por los paparazzi y solamente muy poca gente sabía de
tu embarazo, y solamente una de esas personas pudo haber sido después de oír
que estabas esperando un niño, —murmuro—. Quería asegurarme que no fuera a
lastimarte.
— ¡Es mi amigo, no haría
eso! —Replica.
— Puede que así sea Ana…
Tiene un historial que dice lo contrario. No voy a dejar que estos sucesos sigan
a tu costa.
— ¿Qué historial?
— ¿Dónde podré empezar? Empujándose
hacia ti, sin mencionar su lengua cuando llegué a rescatarte estando ebria.
Tomándote fotos cándidas sin tu permiso y poniéndolas en exhibición en la sala
de arte para que otros las compraran. Haciéndote acusaciones sobre el hecho de
que te casabas conmigo por mi dinero…
Empequeñece los ojos por
mi último comentario—. ¿Cómo supiste eso?
— Lo oí hablar contigo.
Incluso si se trataba de una broma, eso era lo que pensaba. ¡Mi última razón
fue cuando te avergonzó frente a tu doctora y el personal del hospital,
acusándote de haberte embarazado a propósito! Es todo lo que sé de José.
— Quiso disculparse y
hacer las paces.
— Eso está bien, ya lo
hizo. Pero la amistad requiere que haya respeto por ambas partes. No respetó
tus decisiones u oportunidades, porque no están a su favor. Ese no es el
comportamiento de alguien que se preocupa por un amigo.
— Christian… —Exhala
largamente—. ¿Estás haciendo esto porque estás celoso?
— En parte sí, —confieso—.
Pero esa no es la razón principal.
— ¿Cuál es la razón,
Christian? —Pregunta—. ¿No puedo salir a comer con un viejo amigo?
— Nena, si José solo fuera
un viejo amigo que desea comer contigo, no me importaría. Bueno, —corrijo—. A
mi viejo yo sí. Lo que José está haciendo, o pretendiendo hacer es luchar por
tu cariño.
— ¿Qué? ¡Eso es ridículo!
¡Sabe que soy una mujer casada! —Replica.
— Oh, sí, sabe eso muy bien,
pero nena, todavía está luchando por ti, por tu atención.
— No… —dice con
incredulidad.
— Sé que que no te ves
como los hombre te ven. Pero Ana, —murmuro sobre sus labios—, cualquier hombre
pelearía por ti. Eres hermosa, dulce, inteligente, atrevida, de boca
inteligente; eres simplemente un espécimen exquisito de mujer. Yo intento
seguir luchando por tu atención y cariño. Eres mi esposa, y no soy más que un
mortal que está, verdadera, loca y profundamente enamorado de su esposa.
Truly, madly, deeply – Savage Garden
— Oh Christian, —respira y despacio acerco su espalda a la pared y la encierro entre el
confinamiento de mi cuerpo y la pared mientras mis brazos la mantienen en
cautividad.
— Ven a casa conmigo… —murmuro—. He estado duro desde que leí tu correo…
bastante público e inesperadamente, debo añadir.
— No he sido yo misma en todo el día, pero creo que tenías razón esta
mañana. Necesito ganar control en el trabajo y aprender a manejar las críticas,
o al menos que no me preocupen y así puedo ser yo misma el resto del tiempo.
Pero, estoy tentada a irme a casa sabiendo que debo regresar al trabajo. No me
lo estás poniendo fácil, Christian, —murmura.
— Nena, constantemente me tientas, y desde que recibí tu correo hoy he
estado con el pene como una pistola, excitado y hambriento por tu tacto. —Tan
pronto como la última palabra sale de mis labios, Anastasia pone las manos
sobre mi pecho y me presiona hacia atrás. Sus manos se mueven bajo mi saco
rodeando mi cintura, y subiendo por mi espalda. Mis ojos se oscurecen; mi
respiración silba a través de mis dientes. Mi polla palpitante y adolorida por
estar dentro de ella, dentro de sus cálidos y lujuriosos labios.
— Compromiso… Déjame terminar mi trabajo hoy. Te prometo que puedes
cumplir todo por lo que te pedí en mi
correo.
— ¿Subiendo desde el fondo de nuevo, señora Grey? —Le digo presionándome
contra ella.
— Como si me cedieras el control a mí, señor Grey, —murmura carnalmente.
— No tienes idea de lo que te permitiría hacer nena. Haría cualquier
cosa por ti. Y en este momento tengo la abrumadora necesidad de follarte.
¡Hacerte el amor hasta que grites mi nombre, y dejarte tan satisfecha que no
recardarás el nombre de ningún otro hombre por algún tiempo!
Los labios de Anastasia se abren y traga fuerte. Hay un inmenso deseo en
su mirada mezclada con otras emociones: amor, lujuria, ternura y satisfacción
primitiva de una mujer que sabe que tiene a su hombre cogido por las pelotas—.
Contraoferta… Tú trabajas dos horas y te recojo a las 3:00 p.m. —Murmuro
mordiendo y chupando su labio inferior.
Gime—. A las cuatro p.m.
— A las 3:30 —Le digo presionándola.
— ¡Trato hecho! —Responde con su sangre ardiendo.
— Ahora, digamos adiós a tu amigo, y te llevaré a SIP antes que decida
tomarte en un cercano lugar privado, —le digo
tomando la mano de mi esposa y tirando de ella detrás de mí.
José es incapaz de hacer contacto visual con Ana mientras ella le
agradece haber hecho las paces y le dice adiós.
Cuando se las arregla para mirarla, murmura—, ¿Eres realmente feliz,
Ana?
— Sí José, soy locamente feliz con mi marido, —dice apretando mi mano
mientras su otra mano inconsciente y protectivamente se dirige a su vientre.
— Entonces soy feliz por ti. Pero, —dice bajando la voz—, si en algún
momento no lo eres, estoy allí para ti, soy tu amigo, —dice dejando las
palabras no dichas de como desea que fuera algo más.
— Gracias. Eres mi amigo, el hermano que nunca tuve. Deseo verte feliz
con alguien que se preocupe por ti y te ame de la manera que mereces ser amado,
—le dice Anastasia. Luego baja la voz—, pero no soy esa persona. Soy una mujer
casada enamorada de su marido. Locamente enamorada… —luego se aleja de mi un paso
y tomando el codo de José camina unos paso lejos de mí—. Deseo esto para ti,
para tu vida. No alguien que no pueda
amarte de la forma en que tú la ames. Nunca habrá nadie más para mí. Nunca.
Solamente es Christian. Siempre será solo Christian. No puedo amar a nadie más
como lo amo a él. Es mi marido, mi vida, y mi universo entero.
— Es un controlador, —José dice respirando.
— Es mío y soy suya. No lo quiero de ninguna otra forma. Lo amo con todos
sus defectos, con todas sus extravagancias y su comportamiente dominante. Lo
amo no por quién es, sino por lo que soy cuando estoy con él. Soy toda,
completa, feliz y soy mi mejor versión gracias a él. Nos completamos uno al
otro. Por favor entiende eso. Si quieres una amiga, soy tu amiga, tu hermana.
Eso nunca cambiará y espero que sea suficiente. Si quieres algo más, sábete que
nunca podré ser eso para ti ni para nadie. Siempre será Christian para mí.
— Lo sé, pero… —comienza en un murmullo.
— Antes que digas cualquier otra cosa José, quiero que pienses muy bien
lo que deseas decirme, por favor. Deseo conservarte como amigo, pero en
cualquier momento que pienses en mí como algo más, dejaré de estar en contacto
contigo a pesar del hecho de que te quiero y valoro nuestra amistad, José. Y
nunca más cuestiones el amor y consideración de mi marido por mí. No es tu
lugar para hacer eso. ¡Es mi hombre y solo mío! —Dice, su voz es un ferviente
murmullo—. En el momento que faltes el respeto a mi relación con mi marido, no
lo detendré a que tome las medidas que quiera tomar para saber que no estás
entrometiéndote en su territorio. Tanto como Christian es mío, también lo soy
de él. Soy su esposa embarazada y no una soltera disponible. Muéstranos tu
repeto a nuestra relación y podremos reciprocar lo mismo para ti. ¿Entiendes mi
reticencia? Dices que valoras mi amistad pero tu comportamiento indica otra
cosa. Me estás forzando a romper mi amistad contigo, sin embargo a
regañadientes, pero es tu propio comportamiento… —José abre la boca pero
Anastasia levanta su dedo—. Esta es tu oportunidad para decirme que la amistad
que te ofrezco es suficiente, o la terminará para siempre.
— Tu amistad es suficiente Ana. Debe serlo.
He estado orgulloso de mi mujer antes, pero en este momento, Anastasia
se ha hecho cargo de su amigo y lo pone en su lugar haciendo que mi mente se
relaje y me hace enamorarme de ella nuevamente. Habría sido una muy buena
jodida dominante. Después nuevamente, sé que es un cambio. ¡Joder! ¡No puedo
esperar hasta la noche!
* * * * *
— ¿Cómo está señora Grey? —Le pregunto a Anastasia
cuando se desliza por el asiento de atrás de la SUV. Una tímida sonrisa asoma a
sus labios.
—
Estoy bien, señor Grey. ¿Tuviste un día agradable? —Me pregunta.
— Después de haber comido con mi esposa y obteniendo ciertas promesas de
ella, creo que mi día solo puede mejorar, Anastasia, —murmuro con sonrisa
lujuriosa. Tomo su mano entre las mías y la jalo a mis brazos—. Te he extrañado
señora Grey, —murmuro en su oreja.
— ¿En las últimas tres horas? Lo hiciste mal para mí. Pero nuevamente,
es justo.
— ¿Por qué?
— Porqué me puse peor.
— ¿Cómo está júnior?
— Muy bien, —dice con asombro en los ojos.
— ¿Qué?
— Nada, —dice moviendo la cabeza.
— Ana, nunca es nada en ti. ¿Qué?
— ¿No puede una chica estar maravillada de su guapo, sensible, sensual y
excitante marido? Eso es todo… —Reponde.
— ¿Eso es todo señora Grey?
— Hay más. Pero para qué decirlo todo al mismo tiempo.
— Ponte el cinturón de seguridad señora Grey. —La reprendo burlonamente—,
los quiero seguros a los dos.
— Sí señor, —responde haciendo temblar mi pene.
* * * * *
Taylor nos deja frente a los ascensores. Sawyer maneja la otra SUV desde
SIP.
— ¿Tienes hambre? —Pregunto en el elevador, el calor de mi mirada atrapando
la suya.
— No de comida.
— Bien, yo tampoco. ¿Estás segura que quieres ir al Cuarto de Juegos? —Pregunto.
— ¿Te estás echando para atrás? —Pregunta ansiosamente.
— No. Pero quiero asegurarme que esto es lo que quieres, no lo que
piensas que quiero.
— Señor Grey, tenía la impresión de que el Cuarto de Juego también era
mío. Tú dijiste eso. ‘Si dices que sí, Anastasia, este Cuarto de
Juego puede ser todo tuyo’. —Dice haciendo una buena imitación de mi
voz.
— Lo que me gustaría hacerle a tu boca inteligente, —sonrío con deseo
lascivo.
— Sé lo que quiero.
— ¿Y qué es?
— Quiero que me enseñes a ganar control sobre mi cuerpo así no cederé
inesperadamente el control a otros como esta mañana. Quiero que tomes ese
control durante las siguientes siete horas y aclararé mi mente. Quiero me
complazcas y que me pidas que te complazca. Haz… haznos perdernos el uno en el
otro… —dice y oscureciendo mis ojos, la libido se me dispara hasta el techo y
mi polla se tensiona en mis pantalones doliendo, deseando enterrarme en mi
esposa. Empujo a mi esposa a la pared del elevador y sello mis labios sobre los
de ella.
Cuando se abren las puertas del elevador, entrelazo mis dedos con los de
ella y la jalo fuera del ascensor.
Ignorando al personal doméstico, tomo el portafolios de mi esposa y lo
dejo caer sobre la mesa del vestíbulo. Luego la jalo a nuestra recámara.
Cerrando la puerta con el pie, me vuelvo hacia Anastasia—. ¿Cómo te sientes?
— Excitada, —responde haciendo que yo haga una media sonrisa.
— Físicamente. —Corrijo.
— Bastante bien, señor Grey. Todo lo que quiero hacer es…
— Sé lo que quieres y vamos a probar todos los deseos y sabores señora Grey.
Solo quiero asegurarme que mi esposa puede tomar lo que tengo para ofrecerle.
Así que, permíteme preguntarte una vez más. ¿Cómo te sientes?
— ¡Me siento bien Christian! —Dice rodando los ojos.
— ¡No ruedes los ojos, señora Grey! Quiero que vayas al Cuarto de
Juegos, te quites todo excepto esos deliciosos Loboutin y tus bragas. He estado
soñando con esos tacones alrededor de mis hombros, mi cintura o mi trasero todo
el día. —Su boca se abre—. Vete ahora y siéntate como te enseñé junto a la
puerta, —digo mientras le doy un duro golpe detrás.
Grita—, ¡Ay!
— ¿Qué?
— ¡Si Señor! —Responde mientras se apresura al Cuarto de Juegos.
Inmediatamento me deshago de mi traje, corbata, camisa, bóxer, zapatos y
calcetines. Saco los vaqueros deslavados y rotos y me los pongo. Dejando el
botón de la cintura abierto, me dirijo a la cocina. Lleno un vaso con hielo,
tomo una botella de Sancerre frío y me dirijo al Cuarto de Juegos. Cuando
entro, encuentro a Anastasia sentada junto a la puerta, desnuda excepto por sus
bragas y sus zapatos de tacón alto. Su cabeza está gacha y sus manos extendidas
sobre sus rodillas. Sin palabras camino a la cómoda y dejo el vaso de hielo y
la botella de Sancerre encima. Con cuidado escojo los juguetes que quiero
utilizar para esta escena. Luego, despacio me dirijo al aparato estéreo.
Cuando empieza la música, Anastasia levanta la cabeza y su mirada
engancha la mía cuando Michael Bublé y Laura Pausini empiezan a cantar ‘Nunca
encontrarás un amor como el mío’, una reminiscencia de nuestra luna de miel
recordándole que nadie puede amarla tanto como yo.
You’ll
never find another love like mine – Laura Pausini & Michael Bublé
La levanto del del suelo y enredando su cabello
alrededor de mi muñeca, la beso duro, chupando su labio inferior, y después
invadiendo con mi lengua su cálida y aterciopelada boca. Cuando nos separamos
ambos estamos sin aliento.
— Vuélvete, —ordeno.
— Sí, Señor, —responde sin aliento.
Trenzo su cabello mientras ella silenciosamente me tiende la banda para
asegurarla.
— Anastasia, estamos aquí porque decidiste cederme el control de tu
cuerpo y mente esta tarde. Pero eres mi esposa. Así que, en cualquier momento
que sea demasiado, quiero que solo digas ‘para’ y lo haré. Sin palabras de
seguridad, ¿de acuerdo?
— Sí, Señor, —responde con voz entrecortada.
— Buena chica. Te enseñaré a tener control sobre tu cuerpo y
eventualmente sobre tu mente.
— Gracias Señor.
— ¿Qué quieres Anastasía?
— Usted decide Señor, yo… —dice dudosamente—. Quiero darte el control
sobre mí esta tarde.
— ¿Estás segura? Dime que pare si es demasiado intenso, y lo haré.
— Sí, Señor, —responde respirando ansiosamente por la anticipación.
— Ven, —le digo y la tomo de la mano—. Pon la cara sobre esta mesa. —Obedece
inmediatamente. Aparto sus pies solo un poco con los míos. Acaricio sus
hermosas nalgas y le doy la primera nalgada fuerte. Gime en respuesta.
— Ahora silencio. La primera parte del control es esperar lo inesperado.
—Deslizo sus bragas de encaje hacia abajo, lentamente. Mis manos acariciando
sus tonificados muslos y piernas, patinando sobre suave y tersa piel. Las pongo
alrededor de sus tobillos. Levantando un pie, le quito las bragas y luego el
otro, las arrojo a la silla de cuero. Vierto aceite para masaje en mi palma, y
cuidadosamente la extiendo en ambas manos. Presiono firmemente detrás de sus
sensuales rodillas. Gime apenas tenuemente—. Control nena, es necesario que
controles tus deseos. La gratificación diferida no solo te enseña a ti, —le
digo mientras mis dedos suben por la longitud de sus piernas y llegando a la
cúspide de sus muslos, hundo un dedo en su brillante sexo rosado—, pero
también, —añado—, proporciona la máxima intensidad, —mientras abro sus piernas
con las mías forzándola a mantenerlas separadas mientras hundo un segundo y
tercer dedo en sus pliegues, haciendo círculos gentilmente, proporcionándole
placer, abrazando mis dedos en su cremosidad—, así como el máximo placer. Saco
los dedos de ella y pongo la cabeza sobre su sexo inhalando profundamente su
esencia. Jalo sus nalgas hacia arriba y pongo mi mano izquierda sobre su hueso
púbico, haciéndose presente su sexo detrás de mi lengua lista a disfrutar su
dulce sabor. Presiono su clítoris con el yema del pulgar mientras mi lengua
invade y conquista su sexo, sumergiéndola y retirándola varias veces. Cada vez
que está lista para el orgasmo, retiro la lengua y mantengo su placer a raya—.
Control nena.
— Por favor Christian, —me ruega.
— Todo a su debido tiempo. Anticipación, espera, restringe y disfruta la
excitación—, murmuro entre cada chupada que le da placer. Justo cuando está a
punto de alcanzar su pico, la jalo para ponerla en posición vertical—. Ahora,
ponte de pie con tu espalda en mi pecho, —ordeno. Obedece inmediatamente. Le
vendo los ojos lentamente acariciando sus mejillas, cuello, los lóbulos de sus
orejas y chupo hacia su garganta—. Quiero que pongas tus manos alrededor de mi
cuello, —murmuro y obedece. Sus pechos están más curvos que nunca debido a su
embarazo y encajan en mis manos bellamente. Recorro con mis manos oleosas su
garganta, sus pechos, los montes de ellos y hacia su vientre y su hueso púbico
y lentamente subo nuevamente. Gime y se retuerce con mi tacto—. El control
requiere absorber la sensación, y encontrar ese lugar en tu mente donde la
intensidad del acto te alcanzará solo cuando tú lo permitas, —murmuro. El
sonido que le sale del alma a una mujer grita la letra sin palabras cantando
‘El gran concierto en la luna’—. Siente mis manos, pero encuentra ese lugar en
tu mente, enciérrate, y hazme trabajar para conseguirte. Mi recompensa es
trabajar duramente para alcanzar tus puntos de placer, no solo aquí, —murmuro
retorciéndole ambos pezones entre mis pulgares e índices, provocándole otro
gemido de placer. Y arqueando su espalda entre las palmas de mis manos.
The
great gig in the sky – Pink Floyd
— O aquí, —murmuro lascivamente chupando su cuello mientras mis dedos trabajan dentro de su mágico
interior—. Quiero estar aquí, —murmuro besando su inclinada sien—, y aquí, —deslizo
las manos entre sus senos—. Quiero que te rindas a mí de forma tal que seas
incapaz de venirte sin que yo te lo diga. Tienes que someter el control de
tu placer a mí.
— Sí… ahhhh… —gime—, Señor, —añade.
Mi polla está apretando dentro de los vaqueros suaves, lista para
complacerla. Pero esto es en beneficio de ambos. Mi esposa quiere aprender a
controlarse de la misma manera que a someterse a mi control en este caso. Solo
quiero lograrlo.
Lentamente la conduzco a la cruz de madera con sus brazos alrededor de
mi cuello y mi polla apretando sus nalgas—. Te esposaré los brazos a la cruz
ahora Anastasia, pero voy a sujetarte las piernas con la barra espaciadora, —le
informo—. Pero después de eso, no te haré más adeventencias. Todo será
inesperado. Tendrás que controlar tu placer hasta que te diga que te vengas, y
no sin mí. ¿Entiendes? —Pregunto. Ella asiente—. Necesito confirmación verbal
Anastasia, —ordeno.
— Sí, Señor, —responde sin aliento.
— ¿Y si es demasiado intenso? —Pregunto.
— Te diré que pares, Señor, responde.
— Buena chica—. Agarro el vaso con hielo y tomo uno entre los dedos.
Despacio lo paso por uno de sus pezones que inmediatamente se yergue, que hace
dar un gemido ahogado a Anastasia. Paso el hielo alrededor de la areola y luego
introduzco su pezón a la calidez de mi boca, creando una sensación
contrastante. Chupo su pezón profundamente y fuerte mientras paso el hielo en
la misma dirección que mi lengua chupando el otro pezón causándole que se yerga
y pidiendo la atención de mi boca. Anastasia se trata de deshacer de sus
ataduras pero es incapaz de moverse un solo centímetro. La espalda de Anastasia
se arquea mientras tiembla por la anticipación del intenso deseo. Luego tomo el
hielo entre los dientes y recorro arriba y abajo su torso. Cuando llego a su
encerado sexo, el hielo la hace temblar y rogar.
— ¡Necesito tu polla! ¡Por favor Christian! ¡Dentro de mí! —Vuelvo a
tomar el hielo entre mis dedos y lo paso por sus pezones otra vez.
— Control nena, encuentra el lugar en tu mente y hazme trabajar para
abrir la puerta de tu mente. —Hace una profunda y temblorosa respiración.
Finalmente paso el hielo por sus labios haciéndole lamerlos y lamer el trozo de
hielo. Me inclino y la beso con dureza, dejándole los labios lastimados y
deseosos.
Tomo su látigo de equitación favorito y lo paso por sus pechos, a los
lados y finalmente lo sumerjo en su sexo. Se estremece en respuesta—. Placer y
dolor… no muy diferentes uno del otro, —murmuro deslizando el látigo fuera de
su sexo que ahora brilla con su cremosidad—. Chuuupa. —le ordeno y obedece de
inmediato—. Basta, —le dijo jalando el látigo de su ansiosa boca. La deslizo
por su barbilla, cuello, entre el valle de sus senos, alrededor de sus pezones,
a los lados, y acariciando su vientre, haciéndola sostener la respiración.
Finalmente levanto el látigo y empiezo a darle golpecitos contra el sexo,
muslos, pezones y nalgas, pero nunca en sucesión, e inesperadamente sin un
patrón de tal forma que entenderá el concepto de control. La canción de Pink
Floyd’s empieza nuevamente y Anastasia alcanza su pico—. ¡Controla el impulso
Ana! —Le ordeno y finalmente le dejo caer pequeños pero eficaces golpecitos
sobre su clítoris.
— ¡Christian, no puedo aguantarme!
— ¡Sí, sí puedes!
— ¡No puedo! ¡Estoy cerca!
— ¡Sí puedes! ¡Sí puedes! ¡Sí puedes! ¡Aguanta nena, hasta que te diga
que te vengas! ¡Solo hasta que te diga que te vengas! —Sus pezones se fruncen,
y su cara se aprieta como si se estuviera concentrando en algún otro lugar de
su mente. Dejo caer el décimo quinto golpecito sobre su sexo,;rápidamente
desato sus manos y llevo a mi esposa a la cama. La pongo boca abajo y
rápidamente me despojo de los vaqueros. Levanto las nalgas de Anastasia en el
aire y la nalgueo dos veces y le doy otro golpe en el sexo. Luego me empujo al
interior de su sexo con un duro golpe, manteniéndome profundamente dentro de
ella, dentro de mi esposa donde he querido estar todo el día.
Salgo de ella lentamente hasta la punta. Haciéndola sentir cada
centímetro de mi longitud y luego me sumerjo en ella nuevamente. Salgo una vez
más y solo inserto la punta de mi pene, cubierto por su resbaladiza cremosidad.
Luego finalmente empiezo a entrar y salir rápidamente, en sucesión animal. Se
sostiene en sus codos mientras me introduzco en ella.
— ¡Por favor Christian… Señor! ¡Estoy cerca!
— ¡No! ¡Todavía no! ¡Contrólalo. Mántenlo, no permitas que te domine! —Grita
con su cuerpo apenas contenido por el placer que está esperando en el precipio.
Su sexo está hinchado, su abertura invitante, apretando como un guante en puño.
Meto mi polla más profundamente, escurriéndome de su centro y frotando sobre su
dolorido clítoris. Quiere cerrar las piernas, pero la barra espaciadora le
impide hacerlo y la deja sentir todo el placer. Empujo más profundamente, y levantando
sus glúteos encuentro la secreta localización de su placer central. Angulando
mis caderas, la punta de mi polla golpea sobre el punto dolorosamente lento.
— ¡Christian! —Ruega.
— ¡Di mi nombre otra vez!
—
¡Christian! ¡Christian! ¡Christian! ¡Christian Grey!
— ¿Cuándo. Te. Vienes? —Siseo a través de los dientes con cada empuje.
— ¡Cuando me lo permitas, Señor! —Grita—. ¡Por favor…! —Ruega.
— ¡Vente para mi ahora nena! —Grito y y ella grita su orgasmo con la voz
del alma en la canción también grita su éxtasis. Me vengo en voz alta,
derramando mi placer en ella, llenándola, declarando mi amor y mi marca de
posesión de mi esposa, me siento completo, y completamente lleno.
Cuando finalmente regresamos a nuestros sentidos, desabrocho la barra
espaciadora de sus piernas, y froto sus tobillos—. ¿Cómo estuvo eso para el
control?
— Alucinante y totalmente educativo, —murmura antes de quedar dormida
entre mis brazos.
El amor no conoce límites
a su resistencia, no hay final a su confianza, ni desvanecimiento a su
esperanza; puede sobrevivir a cualquier cosa. El amor aún permanece cuando todo
lo demás ha sido vencido.