Leila: Voy a ver Christian Grey hoy.
Susannah: ¿Cómo, Si
se niega a verte?
Leila: Él ama a su esposa. Iré
a verla y, conociéndolo bastante bien,
vendrá corriendo hacia ella.
Susannah: Oh, Leila. ¡Eres
un maestro de la manipulación!
Leila: Me gusta pensar en mí cuando quiero un buen resultado.
CAPÍTULO
XXIII
Tangled
Webs
—¿A dónde vamos?— Anastasia pregunta
retorciéndose en su asiento.
—Es un hermoso sábado y estoy robándome a
mi esposa— le contesto sonriendo. Ella
entrecierra los ojos, tratando de adivinar.
—Eh esperaba que me dieras un poco más de
información— dice tratando de contener voltear los ojos. Ella se mueve en su
asiento, tratando de encontrar una posición cómoda en el R8.
—Cariño, ¿dónde está la diversión si te
dijera todos mis planes? La mitad
de la diversión está en descubrirla y la otra mitad está en la construir la
expectativa— le digo y le guiño un ojo. —Además no es muy lejos a donde vamos—
agrego.
Me dirijo al noroeste de la 4ª Avenida hacia la calle Virginia. Cuando
me detengo en un semáforo en rojo se vuelve hacia mí —¿Vamos de picnic?
— No vas a renunciar ¿verdad? Nuestra parada
está a solo una milla de distancia— le respondo.
— ¿Una milla? ¿Quieres decir que estamos cerca?
—La paciencia es una virtud, Anastasia.
—Pensé que eras un hombre del momento.
—Lo soy... para algunas cosas— La luz se
pone verde y acelero. Cuando llego a la Wall Street, giro a la izquierda.
— ¿Vamos a la casa grande? La señora Jones te dio una cesta de picnic.
— No, no es para la casa grande. No hoy de todos modos— le digo
suprimiendo el intento de no reír.
Cuando llegamos al Alaskan Way, me dirijo hacia
la izquierda y sus ojos se engrandecen.
—¡¿Vamos al Grace?! ¿Vamos a navegar?— Pregunta y mi
respuesta es una sonrisa. —¡Vamos a navegar! ¡Siii!— dice ella
aplaudiendo y moviendo su torso de arriba abajo como si quisiera saltar, pero
el cinturón de seguridad no la deja y de pronto se detiene sonrojándose. Junta
las piernas en un apretón y pone las manos en su abdomen, tratando de detener
el movimiento de las bolas de plata en su interior. Mis ojos brillan tratando
de ocultar una sonrisa.
— ¿Algo te mantiene incómoda nena?
Pregunto.
—Uhm...— dice cambiándose en su asiento —no, nada—
responde con su voz una octava más alta. Me acomodo hacia la derecha y aparco
el R8 hacia el Bar Anthony Fish y salgo. Camino por detrás del coche y abro la
puerta del pasajero. Le doy mi mano a Ana para ayudarla a salir. Saco la cesta
de picnic y camino con mi esposa hacia el Grace. Es un buen día de verano. La
brisa es suave y hay sol.
— ¿Crees que lograrás hacer esto? Le
pregunto en un reto.
—Bueno, señor Grey, usted ha estado pagando por mis clases de
vela, y le digo que en la escuela fui una de las mejores. Estoy segura de que puedo
responder a sus demandas—dice sonriendo.
—No vamos a ir demasiado lejos. Vamos a probar tus habilidades en esta
ocasión.
—Encantado de verlo de nuevo Sr. Grey,
Ana. Bienvenidos a bordo— dice
Liam McConnell con su acento irlandés. Le
entrego la cesta de picnic y ya abordo del catamarán le doy una mirada
significativa a Mac por llamar a mi esposa por su nombre de pila.
—Hola Mac— Anastasia contesta.
Mac lleva la canasta a la cabina y
regresa.
— ¿Seguro que no va
a requerir mis servicios señor Grey? Pregunta alegremente.
—La señora Grey y yo— le digo enfatizando.
—Podemos navegar hasta mar abierto. Creo que te puedes bajar una vez salgamos
del puerto.
—Lo haré señor— responde con un brillo en
sus ojos a lo que le doy una mirada impasible.
—¿Vamos a comenzar señor Grey?
—Tan pronto como le ponga un chaleco
salvavidas a la señora Grey— respondo. Tomo uno de los chalecos y camino hacia
ella.
—Manos arriba— le digo y ella las levanta. Entonces le pongo la chaqueta por la
cabeza, y aprietor las correas a su alrededor. Tomo su mano y la llevo a la
cabina de la cubierta superior.
—Voy a sacarla de la marina, pero tú vas a
tomar el volante cuando te diga. ¿Entiendes?
—¡Sí, sí, capitán! Me saluda con un brillo
alegre en sus ojos.
—Ven aquí, esposa— le digo y la atraigo
entre mis piernas.
Enya - Sail
Away
Una vez que sacamos al Grace fuera del
puerto, Mac se prepara para irse.
—Vamos a navegar cerca del Canal Hood. Debemos estar de regreso por la tarde.
—Sí señor. Radio conmigo si necesita ayuda. Voy a estar esperándolo en el muelle.
—Gracias Mac— le digo y le envío fuera.
—Señora Grey, solos usted y yo navegando a
este bebé.
—Estoy un poco nerviosa, Christian. Sólo he tenido unas cuantas lecciones. No sé si soy buena.
—Nena, eres buena en lo que haces. Además,
no vamos demasiado lejos. Si estás demasiado nerviosa, abrimos las velas en el
camino. Sólo podemos hacerlo de vuelta—Ella da un suspiro de alivio.
—Sí por favor. Vamos a hacer eso.
La beso en los labios. —Bueno, entonces señora Grey, usted
puede sentarse en el regazo del capitán— dije haciendo su sonrisa.
— ¿A dónde vamos?
—Un lugar muy bonito llamado Canal de la
Capilla. Hay unas pequeñas islas y el paisaje es simplemente impresionante. Pero
en el camino de vuelta, me ayudarás a desplegar las velas, que operan con las
poleas, e izamos la vela mayor.
—Sí— responde sonriendo.
—Por ahora, navegaremos por estas aguas
con mi esposa en mis brazos—le digo. Ella
inclina la cabeza hacia atrás y me besa. El
canal de la capilla es un fiordo que forma el lóbulo occidental del Puget
Sound. Llevo al Grace a través del canal
y lo anclo después de una hora y media navegando.
—Ahora, señora Grey— le susurro en el
oído. —Creo que vamos a hacer cosas en la cubierta— digo casualmente y ella toma
una inhalación brusca. Sus ojos
se abren con entusiasmo y anticipación.
—Ven— le digo tomando su mano.
—Está bien— dice siguiéndome.
Cuando llegamos a la cubierta, se vuelve
hacia mí.
—Este lugar... el paisaje es
impresionante, muy pero muy romántico— susurra.
—Sí, el paisaje es impresionante— susurro,
solamente al verla. Ella traga
saliva.
—Dame un beso, Christian— me dice y se
levanta de puntillas para llegar hasta mí y yo estoy más que feliz de hacerlo. Sujeto la cola de su cabello y le inclino la
cabeza para facilitar el beso y mantenerla con firmeza donde yo quiero. Mi
lengua abre sus labios y me encuentro con la de ella haciendo movimientos
sensuales. Ella la atrapa y la chupa, llevando un hormigueo directo a mi ingle.
La levando del suelo haciéndola envolver sus piernas alrededor de mi torso. Mi
pene empuja a través de capas de tela entre nosotros para poder llegar a ella.
Levanto su falda agrupándola en su
cintura. Ella trata de frotarse contra mí y con una mano se sujeta de mi
cuello, baja la otra hasta mi entrepierna acariciando mi pene a todo lo largo
de mi erección haciéndome gemir.
Con mis manos
en su trasero la acerco más a mí. Meto una de mis manos entre sus piernas y
deslizo hacia un lado sus bragas. Froto delicadamente sobre su sexo
resbaladizo; luego inserto mi dedo medio
y acaricio con la palma su clítoris. Ella arquea la espalda e inclina la cabeza
hacia atrás. La suave brisa sobre
el Sound trae un olor salubre del océano Pacífico, que despiertan y fortalecen
mis sentidos.
—Voy a desvestirte— le digo con voz de
necesidad. La coloco de pie y agarro el dobladillo de su camiseta, lo levanto y
se la quito. Deslizo su falda hasta abajo junto con sus bragas, ella lleva sus
manos hacia su sujetador, pero la detengo.
—Déjatelo puesto—
—Bien… susurra.
A continuación, me quito rápidamente mi
ropa.
Por último, me acerco y me paro en frente
de ella. Bajo la copa del sujetador de su pecho izquierdo, haciéndolo subir
hacia arriba y mi otra mano se desplaza hacia el otro acariciándolo sobre el
encaje. Mis labios van hacia su pezón chupando con suavidad y luego girando mi
lengua sobre él. Ella gime en voz alta. Luego bajo la copa del otro seno y hago
el mismo procedimiento. Mi mano derecha baja hasta su sexo y comienzo a frotarlo.
Siento como sus piernas tiemblan y su cuerpo delata que está al borde de
dejarse ir. Agarro la cuerda de las bolas de plata y las saco suavemente pero
con precisión y ella detona en un orgasmo haciéndola gritar de placer. Mis
dedos sin descanso se mantienen frotando su sexo hasta sacar cada gota de
placer.
Inmediatamente la acuesto en la tumbona.
—Sostente a los lados de la silla bebé y no te sueltes. Luego envuelve tus piernas alrededor
de mi cuello— Ella obedece. Levanto
su torso hacia arriba mientras se sostiene a los lados. Su sexo está recto delante de mis
labios y sello mi boca sobre ella, lamiendo y tomando el final de su orgasmo. Ella pronto comienza a construir de nuevo
cuando mi lengua está acariciando sin descanso. Mi lengua cava dentro de su
sexo entrando y saliendo sin detenerme. Ana como siempre, sabe a néctar de flor
en primavera. Ella grita mi nombre con
voz entrecortada —¡Christian!— y con movimientos expertos de mi lengua ella se
desvanece de nuevo para mí.
—Ven cariño, quiero que te aferres al
borde de las barandillas, sé que estás agotada, pero si te sueltas te azoto
¿Entiendes?— le advierto. Esta es una de mis posiciones favoritas, para joder
¡duro!
Ella no contesta, pero se agarra de las
barandillas con fuerza. Levanto su culo en dirección hacia mi pene. Estoy tan
duro que duele.
Juego en la entrada de su sexo con la
cabeza de mi pene, entrando y saliendo. —Síiii— Es todo lo que puedo decir. Voy
ajustando mi entrada hasta llenarla por completo. Salgo y entro con fuerza
hasta el fondo.
—¡Ah! Ella gime con sorpresa.
— Más suave Christian… déjame
acostumbrarme— A veces se me olvida que soy un chico grande y ella es muy
estrecha. Me retiro lentamente y entro con suavidad.
—¿Más?
—Sí.
Salgo de nuevo y vuelvo a entrar.
—¿Una vez más?
—Sí. Ahora sí. No te detengas Christian.
¡Quiero más!— Atraigo sus caderas al encuentro de mi pene, buscando toda la
profundidad posible. Golpeo y golpeo sin descanso, girando mis caderas para
tocar y sentir todas las ondulaciones de su sexo. Ella comienza a construir una
vez más.
— Espera bebé. No te vengas hasta que te diga— siseo
entre dientes.
—No me puedo aguantar… ella gime.
—Solo un poco nena, quiero sentirte más—
Este es mi lugar favorito en todo el mundo y aunque tenemos sexo diariamente,
yo nunca me cansaré de ella.
Empujo en ella en rápida sucesión.
—Ahora sí, cariño, vente para mí— le
mando. Los dos llegamos a nuestros picos con gemidos y finalmente colapsamos en
el piso de la cubierta. La abrazo y la
coloco encima de mí.
— ¿Lista para comer? Le pregunto cuando
nuestra respiración vuelve a la normalidad.
—Hmmm... es lo único que puede responder.
***** ❦ ♡ ❧ *****
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De: Anastasia Grey
Asunto: Navegar volar y nalgadas.
Fecha: 05 de septiembre 2011 09:17
Para: Christian Grey
Esposo
Seguro sabes como hacer que una chica lo
pase bien. Por supuesto estaré esperando este tipo de trato cada fin de semana.
Me estás consintiendo. Te amo.
Su esposa
xox
Anastasia Grey
Coordinadora Editorial, SIP
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De: Christian Grey
Asunto: La misión de mi vida...
Fecha: 05 de septiembre 2011 09:24
Para: Anastasia Grey
Es consentirla señora Grey. Y mantenerte a
salvo porque te amo.
Christian Grey
CEO Locamente enamorado Grey Empresas Holdings Inc.
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De: Anastasia Grey
Asunto: La misión de mi vida...
Fecha: 05 de septiembre 2011 09:32
Para: Christian Grey
Es permitírtelo porque también te amo.
Ahora dejar de ser tan romántico.
Me vas a hacer llorar.
Anastasia Grey
Igualmente enamorada Coordinadora
Editorial SIP
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Va a ser el cumpleaños de Anastasia el 10
de septiembre. Quiero planear una
fiesta sorpresa para ella. O
quizá llevarla a algún lugar especial. ¡Nueva
York! Nunca la he llevado a Nueva
York y tenemos un lugar ahí. Su
cumpleaños sería una gran oportunidad para bautizar el apartamento. La última vez que fui tuve que salir
de la ciudad bruscamente porque… no quiero pensar en eso ahora. Todo va bien y
tuvimos un fin de semana genial. Navegamos, le di unas nalgadas y ¡tuvimos
mucho sexo en el Grace!
Sí, debería definitivamente llevarla a
Nueva York. Puedo llevarla al
Blue Hill después de ver un espectáculo en Broadway; es un excelente lugar para cenar. El Gramercy Tavern sirve buenos almuerzos
y tiene una lista de vinos exquisita. Si
volamos el viernes, puedo crear un día de diversión para su cumpleaños el
sábado. Puedo llevarla al
edificio Empire State durante el día, y luego un tour en helicóptero privado
sobre la ciudad en la noche, mirando las luces de la ciudad. Puedo llevarla a dar un paseo en el
West Village el domingo. Me
emociono mientras hago una lista mental de todas las cosas que podemos hacer en
Nueva York. También podemos ir de compras al Bergdorf Goodman.
Después de pasar casi treinta minutos
sumando y restando la lista del cumpleaños, mi Blackberry zumba con un correo electrónico de Anastasia. Lo abro con entusiasmo. Oigo un golpe insistente en la puerta
de mi oficina, y sin esperar una respuesta de mi parte, Taylor entra
bruscamente; su rostro es
solemne, enojado e inquieto. Un
mensaje de Anastasia y Taylor con esta cara no puede ser una buena noticia.
— ¿Taylor? Le pregunto.
— Acabo de recibir un correo de voz de Prescott. Leila y Susana están en SIP, y al
parecer ambas lograron burlar la seguridad, y la señora Grey sabe acerca de su
presencia. Prescott dijo que ella
va a tratar de hablar con la señora Grey para que no la atienda, pero…
—¡¿Qué?! Salto de mi asiento. Mi mano va al e-mail en mi Blackberry.
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De: Anastasia Grey
Asunto: Visitantes
Fecha: 06 de septiembre 2011 15:26
Para: Christian Grey
Christian
Leila está aquí para verme. Voy a verla con Prescott. Voy a usar
mi reciente adquirida habilidad de abofetear con mi mano, ahora sana, si
tuviera que hacerlo. Trataré y me refiero a que en serio trataré, no te preocupes.
Soy una chica grande. Llamaré una vez que
hayamos hablado.
A x
Anastasia Grey
Coordinadora Editorial SIP
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¡¿Qué coño?! ¿Mi esposa perdió por completo la
cabeza? Me hundo en la silla y le doy al número 1 de marcado rápido. El
teléfono suena y suena ¡y ella no contesta el jodido BlackBerry! Mis nudillos
están en blanco agarrándome de mi escritorio. Cae el buzón de voz con su alegre
voz: Hola habla Anastasia Grey… inmediatamente cuelgo. ¡Anastasia se comprometió a no
desafiarme! ¡Y sin embargo, aquí
está, haciendo exactamente lo contrario de lo que ella ha dicho que no iba a hacer! La ira está hirviendo a través de mis
poros. ¿Por qué tiene que ser cruel
conmigo? ¿Cómo puede permitirse hablar con Leyla cuando estuvo a punto de morir
en sus manos? Leila está desobedeciendo deliberadamente mis
instrucciones y órdenes específicas de no acercarse a Anastasia. ¿Qué demonios cree que está haciendo
Anastasia al recibirla y donde coño está Prescott que lo permitió? No quiero
hablar con Leila y he rechazado sus reiteradas peticiones de verme. ¿Por qué
Anastasia responde a su petición de verla sabiendo que ella le puso una pistola
en la cabeza?
Marco la oficina de Anastasia. Su asistente responde alegremente.
—Buenas tardes. Oficina de Anastasia Grey en SIP— oigo
a Hannah pero la corto.
—Hannah, habla Christian Grey. ¡Quiero hablar con la señora Grey,
ahora mismo!
—Ana está con...
— ¡Yo sé con
quien está!— Le grito bruscamente y me pongo de pie con la silla raspando el
suelo. Taylor se estremece. —¡Ponla en la puta línea inmediatamente si valoras
tu trabajo!— Ladro cuando agarro mi chaqueta para correr a SIP. Taylor abre la puerta sin decir una
palabra y nos dirigimos hacia allá.
— Uhm. Sí,
de inmediato, Sr. Grey— ella gime por teléfono. Oigo un pequeño ruido sordo
cuando se le cae el teléfono en su escritorio, y ella lo recoge, para
disculparse, ¡Disculpas Sr. Grey! El
teléfono se me…
—¡Ponga
al teléfono a mi esposa ¡AHORA! Siseo amenazante con los dientes
apretados. Oigo un golpe del teléfono de nuevo en el escritorio de Hanna y también
la oigo retirarse rápidamente. Andrea y Olivia saltan cuando me
oyen gritar. Las ignoro y voy con
Taylor a toda velocidad hacia los ascensores. ¿Qué
diablos quiere Leila de Anastasia? ¿Por
qué quiere ponerse en contacto con ella? ¿Por
qué rompió su acuerdo de no verla? Ella
sabe que le cortaría todo el apoyo. ¿Por
qué entonces se expone a eso? ¡A menos que ella en verdad quiera quitarle la
vida! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Y ahora! ¡Dios! Pulso el botón de llamada del ascensor
varias veces hasta que siento que pasa una eternidad para abrir las puertas.
Oigo la conversación a distancia por el
teléfono. Ella debe haber dejado la puerta abierta.
—Siento interrumpirte, Ana. Tengo al Sr. Grey en la línea.
—Dile que estoy ocupada— ¿Ocupada? ¡Ocupada
jodiéndome por desobedecerme por completo! ¿Qué
pasa si Leila tiene un arma? ¿Y
si no es así? ¡A la mierda esto!
¡Responde el teléfono de mierda Ana!
—Es bastante insistente— dice ella sonando
temblorosa.
—Estoy segura de que lo está. ¿Puedes
disculparte con él y decirle que le devolveré la llamada pronto?— ¡Mi mujer
está decidida a atormentarme con vehemencia hoy! Hay una pausa embarazosa durante unos
segundos.
—¡Hannah, por favor! Ella asiente. Mi mano vuela a mi pelo, exasperado, y
Hannah se vuelve a agarrar el teléfono.
—Sr. Grey,
pido disculpas señor, pero Ana dijo que le llamará en breve.
— ¿No puede contestar? Pregunto como mi
mano en un puño tirando de mi pelo.
—Lo siento señor…
¡Que mierda! Cuelgo y marco a Prescott.
—Sr. Grey,
ella contesta.
—¡Prescott, estoy más que furioso contigo
por descuidar tus deberes!— le grito agarrándome con fuerza del pasamanos del
ascensor. —¡Eres incapaz e inadecuada! ¡La primera persona en la lista de
proscritos, es Leila Williams y está con mi esposa! ¿Qué coño crees que estás
haciendo? Hablaré contigo cuando llegue ahí. ¡Ahora pasa el puto teléfono a mi
esposa!— le grito al teléfono como si fuera ella.
—Sí, señor— responde
dócilmente.
— Christian— responde ella con
exasperación. O sea todavía tiene las bolas de molestarse.
—¡¿A qué coño estás jugando?! Le grito con
furia.
— No me grites— responde.
— ¡¿Qué quieres decir con que no te
grite?! Le digo aún más fuerte. ¡Te di instrucciones específicas que has
ignorado completamente, otra vez! ¡Diablos Ana! ¡Estoy jodidamente furioso!
—Cuando estés más tranquilo, hablamos de
esto— dice preparándose a colgar. Las puertas del ascensor se abren y yo salgo
disparado al igual que Taylor que también anda con mala cara.
—¡No se te ocurra colgarme! Le grito.
— Adiós Christian— dice y ¡me cuelga! Marco de nuevo, ahora a su celular y suena y
suena y me lleva a la grabadora ¡Mierda, mierda, mierda! ¿Por qué me hace sentir
impotente y atado? Ella me esclaviza con
una palabra o acción, o poniéndose en peligro de muerte. Yo, básicamente, corro a la camioneta
para llegar a SIP, tan pronto como
Taylor presiona el botón de la alarma y él se desliza rápidamente hacia el lado
del conductor.
— ¡Conduce como si tu vida dependiera de
ello! le ordeno
—¡Sí señor!
Ir hasta SIP es el camino más largo que he
hecho, solo superado por el vuelo devuelta de Nueva York. ¡No puedo confiar en
ella! ¿Qué pasaría si estuviera fuera de la ciudad? ¿No puedo confiar en que la
puta seguridad haga su trabajo tampoco? Me aflojo la corbata y deshago el botón
superior de mi camisa. Me paso ambas manos por el pelo con absoluta
desesperación e ira. Miro a Taylor con intensidad.
— ¡Prescott se va! ¡Y cuando esto haya
terminado, quiero que profundices en el equipo de seguridad, que nunca jamás,
Leyla Williams puede acercarse a la señora Grey, así tengan que arrastrarla
delante de sus ojos! ¡De lo contrario, serán reemplazados como Prescott!
—Sí señor.
¡Estoy fuera de control! ¿Qué demonios está haciendo Leila
allí? ¿Qué diablos es lo que quiere? ¿Por
qué está rompiendo las reglas? ¡Y
mi mujer está cayendo en la trampa de Leila por su maldita curiosidad! El fantasma
de Leila con una pistola apuntando la cabeza de Ana aún recorre mis sueños y me
hace enojar. ¡Y ahora, ella está
con ella! ¡De nuevo! Si el desafío constante de Anastasia
fuera la medida de millas de viajero frecuente, yo no necesitaría el avión de GEH, porque
estaría volando en primera clase ¡de por vida! Me estoy desintegrando por
dentro y temo que por su imprudencia y el descuido de mi propio equipo de
seguridad, Leila le pueda hacer daño. ¡Anastasia
será mi muerte! Espero que no le haga daño, que esté bien cuando llegue a SIP.
Anastasia crea un infierno personal con su propia marca y me quema el alma.
¿Por qué me hace sufrir así?
Taylor pasa una luz roja al doblar la
esquina, y SIP está a la vista. Él
frena al tomar la esquina para estacionarse y antes de que se haya detenido por
completo, abro la puerta y salgo. Lo oigo murmurar —¡mierda!— Camino con pasos
enérgicos para entrar en SIP. La chica de la recepción cuyo nombre en la
etiqueta de su chaqueta dice Claire, se pone de pie. Taylor se pone al día
conmigo. Entonces veo a Susannah sentada
allí, y ella palidece en cuanto ve mi
cara furiosa. Ella sabe lo que
significa suficientemente bien: estoy en un estado de ánimo de castigar.
— ¡Sr. Grey! ¿Debo informar a Ana o el Sr. Roach de
su llegada? Pregunta Claire corriendo detrás de mí.
— ¡No! ¡Vuelve
a tu asiento!— y por supuesto otros
empleados oyen lo que está pasando por lo que se asoman.
— ¿Qué está pasando?— Roach asoma la
cabeza fuera de su oficina con curiosidad. Cuando
me ve, su actitud cambia, y él sale a mi encuentro con bríos, abrochándose la
chaqueta.
—Sr. Grey, no sabía
que iba a venir… Dice dubitativo.
— ¿Qué estás pasando aquí, Roach? ¿Por qué la falta de seguridad? Al parecer, cualquiera podría entrar
aquí— Él parpadea unas cuantas veces.
— Sr. Grey,
si lo desea, podemos ir a mi oficina para discutir. ¿Quiere algo de beber?
— Esta no es una visita social, Roach. Vengo por otra cosa— Siseo con voz
baja. ¡Estoy regiamente cabreado
con los de seguridad por aquí! Taylor
habla con Roach —Vuelva al trabajo, por favor— y me sigue tan pronto como hago
camino hacia la puerta de la oficina de Anastasia. Hannah inmediatamente se pone de pie
ruborizándose.
—¡Uhm... Sr. Grey! Ana no está en su oficina.
—¿Dónde diablos está?— gruño.
— Ella está en la sala de reuniones con la
señorita Williams y Prescott.
— ¡No se limite a sentarse allí! ¡Señáleme la sala de reuniones!
—Oh, sí, claro. Lo acompaño señor— dice levantándose
bruscamente y mientras caminamos a la sala de reuniones me doy cuenta de que
otros empleados están saliendo de sus oficinas y otros tratando de parecer que
están ocupados. Pero me importa una mierda ahora mismo. ¡Estoy enojado con Leila, por ignorar
mi orden específica de no acercarse a mi esposa! ¡Enojado con Anastasia por desafiarme!
¡Enojado conmigo mismo por contratar a un equipo de seguridad incompetente! ¿Y
si hubiese estado fuera de la ciudad? Abro la puerta de golpe y Taylor
está detrás de mí.. Anastasia está
sentada en la mesa con Leila. Ella le da a Taylor una sonrisa nerviosa y sé que
él anda tan molesto como yo. Vuelvo mi
mirada hacia Anastasia y Leila. Mi rabia y furia se sienten en la habitación
como una ola de calor. Anastasia me mira intensamente y la mirada de
Leila es nerviosa luego baja la vista mirando el borde de la mesa. Al ver que
Anastasia está ilesa, me alivio pero no lo suficiente. Luego miro a Prescott.
— Tú— Le digo en un tono engañosamente
suave —Estás despedida. Sal ahora.
Anastasia se estremece como si la hubiera
golpeado.
— Christian dice y se levanta.
Levanto mi dedo índice en señal de
advertencia. —No lo hagas— le digo en tono bajo. No voy a tratar este tema livianamente. Anastasia se calma y se sienta en su
silla. Prescott inclina la cabeza
vergonzosamente y rápidamente sale de la sala de reunión para unirse con Taylor
afuera. Cierro la puerta tras de
sí, y miro a Anastasia y a Leila de nuevo con una mirada amenazadora y camino
hasta el borde de la mesa, de pie frente a Leila. Me inclino hacia abajo, y pongo mis
manos sobre la superficie de madera. Ella
es el único enfoque de mi rabia.
—¿Qué mierda estás haciendo aquí?— le
gruño
— ¡Christian! Anastasia jadea. Ignoro por completo su tono.
— ¿Y bien?— le digo exigiendo una
respuesta.
Ella finalmente me mira con los ojos muy
abiertos y su cara pálida. Su voz es un susurro.
— Quería verlo a usted, y usted no me dejaba— ¿Así que este es su
juego? Tratar de someterme a través de mi esposa para cumplir sus demandas.
— ¿Así que viniste aquí a acosar a mi
esposa? Le digo en voz baja con mi furia apenas contenida. Ella mira hacia abajo a la mesa de
nuevo.
Quito las manos de la mesa y enderezo mi
cuerpo, mirándola seriamente.
—Leila, si te acercas a mi esposa de
nuevo, cortaré todo tu soporte. Médicos, escuela de arte, seguros, todo se irá
¿entiendes?
—Christian— Anastasia intenta de nuevo. La veo con una
mirada que la hace callar, le prohíbo que intervenga. Ella parpadea.
—Sí— Leila consiente con una voz apenas
audible.
—¿Qué está haciendo Susannah en la
recepción?— le pregunto. ¿Qué diablos es esto? ¿Una reunión de sumisas en el
lugar de trabajo de mi esposa?
— Ella vino conmigo.
¿Susannah habrá ayudado a acosar a Ana?
Tengo que averiguarlo. Me paso la mano por el pelo mirándola.
—Christian, por favor— Anastasia me
suplica. —Leila sólo quiere dar
las gracias. Eso es todo.
Ana definitivamente es idiota o imprudente
con su vida, por no tomar en cuenta que Leila irrumpió en su apartamento con
una pistola.
—¿Te quedaste con Susannah cuando estabas
enferma?
—Sí— responde de nuevo en un susurro que
confirma mis sospechas.
—¿Sabía lo que estabas haciendo mientras
te alojabas con ella?
—No. Ella
estaba de vacaciones— ¿Por qué entonces Leila quiere verme? Ella puede pasar sus peticiones a
través de Flynn. Pongo mi dedo
índice sobre el labio inferior contemplando —¿Por
qué necesitas verme? Sabes que deberías dirigir cualquier petición a Flynn.
¿Necesitas algo?— Pregunto sintiéndome responsable una vez más.
Leila pasa su dedo por el borde de la
mesa, permaneciendo en silencio durante un minuto.
—Tenía que saber— dice y mira hacia mí
directamente. Por primera vez en
la historia.
— ¿Tenías que saber qué? La acoso. ¡Esto es manipulación!
— Que estás bien.
Me quedo boquiabierto. ¿Ella estuvo a punto de darme un
jodido ataque al corazón, sólo porque quería saber que estoy bien?
— ¿Qué si estoy bien?— Le pregunto con burla. ¡Esta mierda es
increíble! Ella quiere jugar conmigo. Al venir aquí a acosar a mi esposa solo
ha alimentado mi enojo.
—Sí.
—Estoy bien. Pregunta contestada. Ahora Taylor te llevará al Sea-Tac
para que puedas regresar a la Costa Este. Y
si das un paso al oeste de Missisipi todo se acaba ¿entiendes?
—Sí. Entiendo—
responde ella en voz baja.
—Bueno—
contesto aliviado.
Entonces mi mujer abre su boca de nuevo. —No sería conveniente para Leila
volver ahora. Tiene planes— dice en su defensa. ¿Acabo de abrir los ojos a un
universo paralelo? ¿Por qué carajo va a
salir defendiendo su causa?
Vuelvo la mirada a mi esposa. —Anastasia— le digo con voz escalofriante
mezclada con la advertencia —Este no es asunto tuyo— le digo.
Ella sólo me frunce el ceño y se cruza de
brazos. —Leila vino a verme a mí, no a ti—murmura como un niño petulante. Qué
poco sabe de Leila. Leila fue a
verla para atraerme aquí. Ella es
sólo el cebo.
Entonces Leila se vuelve hacia Anastasia y
dice con los ojos muy abiertos, —Tenía instrucciones señora Grey y las
desobedecí— le dice y voltea la cabeza para mirarme con nerviosismo y luego
vuelve hacia Ana. —Este es el Christian que conozco— dice con un tono melancólico y triste. Yo frunzo el ceño ante Leila. Anastasia parece que alguien la golpeó
y la dejó sin aliento. Su respiración se
corta y apoya sus manos del borde de la mesa. Leila una vez le hizo daño le da
una media sonrisa y se pone de pie.
—Me gustaría quedarme hasta mañana. Mi vuelo sale al mediodía— dice en voz
baja.
—Voy a mandar a alguien que te recoja a
las diez para que te lleve al aeropuerto.
—Gracias.
— ¿Estás con Susannah?— Le pregunto
—Sí.
— Bien.
Anastasia me mira amenazadoramente. Odio que tuviera que lidiar de nuevo con este
juego de dom/sum. Una vez más mi pasado me jode la vida espectacularmente antes
los ojos de mi esposa.
—Adiós, señora Grey. Gracias por recibirme.
Anastasia se levanta y le da su mano a
Leila y ella la sacude con gratitud.
—Uhm... adiós, entonces. Buena suerte— murmura Anastasia. Leila
asiente y se vuelve hacia mí. Mirándome
con los ojos muy abiertos. —Adiós, Christian— El alivio me inunda por haber evitado un gran
desastre como el que sucedió en el apartamento de Anastasia.
—Adiós Leila— le contestó en voz baja. —Dr. Flynn,
recuerda.
—Sí señor.
Abro la puerta para que ella salga de la
empresa de mi esposa. Pero Leila se detiene y se vuelve hacia mí, mirándome de
arriba abajo, como si hubiese querido hacerlo desde hace mucho tiempo. El
cambio repentino de su comportamiento me pone nervioso, me inquieta, parece
lista para cualquier cosa.
—Me alegra que estés feliz. Mereces serlo— y me da la espalda sin esperar
mi respuesta.
The Cardigans
- Lovefool (Di que me quieres)
Taylor, ha estado rondando detrás de la
puerta nervioso como un gato de cola larga en un cuarto lleno de mecedoras, me
mira esperando instrucciones, yo le hago seña para que siga a Leila hasta fuera
del edificio. El la sigue y yo cierro la puerta. Ahora es el momento de decidir
qué hacer con mi desobediente esposa. Me le quedo mirando, para que por su
cuenta me dé una respuesta de su actitud.
— Ni siquiera pienses en enojarte conmigo—
Anastasia sisea entre dientes. —Llama a Claude Bastille y le sacas la mierda a
patadas o ve a ver a Flynn— me ladra. Mi boca se abre completamente
desconcertado por su arrebato. Aquí
estoy enojado con ella como el infierno, después de haber tenido casi un
infarto, haber envejecido diez años en los últimos minutos y ¡ella está enojada
conmigo!
—Me prometiste que no harías esto— le acuso.
—¿Hacer qué?
—Desafiarme.
—No, yo no lo hice— ella niega. —Yo dije que sería más considerada. Te
dije que estaba aquí. Hice que Prescott la revisara y a tu otra pequeña amiga.
Prescott estuvo conmigo en todo momento y ahora has despedido a la pobre mujer,
que estaba haciendo lo que le pedí. Te dije que no te preocuparas, pero aquí
estás. No recuerdo haber recibido ninguna bula papal decretando que no podía
ver a Leila. No sabía que mis visitantes estaban sujetos a una lista censurada—
me acusa alzando la voz.
Examino la expresión de mi esposa durante
un minuto; su mirada es indescifrable. Ella
nunca deja de sorprenderme o escandalizarme. Siempre
un poco exigente la señora, para pegarse a sus normas. Vine aquí enojado, muy enojado con
ella, enfadado con todo el mundo, y aquí me está sometiendo. Mi boca se tuerce con una sonrisa
contenida.
— ¿Bula papal? Le pregunto divertido y la
pesada carga que sentía en mi alma se levanta y me relaja. Mi ira fluye y me
siento más a gusto. Pero ella está en modo de pelea.
— ¿Qué? pregunto completamente exasperado
con ella, una vez más. Su cara aún
está roja por su temperamento.
—Tú, ¿Por qué fuiste tan insensible con
ella?
¡No esto de nuevo! Suspiro y me muevo dando un paso hacia
ella, y finalmente me siento en la mesa. ¿Ella
no entiende que ninguna otra mujer significa algo para mí, que me gusta
mantener mi pasado en el pasado?
—Anastasia— le digo lentamente como si
estuviera explicando un concepto simple para alguien con conocimiento limitado.
— Tú no entiendes. Leila,
Susannah... todas ellas... eran un agradable y divertido pasatiempo. Pero eso es todo. Tú eres el centro de mi universo. La última vez que las dos estaban en
una habitación juntas, ella te tenía apuntando con un arma. No la quiero en ninguna parte cerca de ti.
Si pierdo a Anastasia, todo mi mundo se
derrumba. Nada, ni nadie
significaría algo para mí. Ella
es el único punto, la única persona en el universo que me hace sentir todo. La única persona que amo. Cualquier cosa y cualquier persona que
quisiera hacerle daño están en mi lista de mierda.
—Pero, Christian, ella estaba enferma.
—Yo sé, y sé que está mejor ahora, pero no
le voy a dar el beneficio de la duda nunca más. Lo que hizo fue imperdonable.
—Pero tú simplemente fuiste un juguete en sus
manos. Quería verte de nuevo y ella sabía que vendrías corriendo a verme—dice
ella. ¿Y
de quién es la culpa? Ella fue la
única que aceptó verla a pesar de mis advertencias. Anastasia tiene que
entender que Leila no significa nada. Creer que Leila quería jugar conmigo, no
significa nada. Anastasia me mandará al infierno. Me encojo de hombros con
insignificancia.
— No quiero que te corrompan con mi
antigua vida.
Ella se sorprende.
—Christian... eres lo que eres por tu
antigua vida, o por tu nueva vida. Lo que te afecte a ti, me afecta a mí. Lo
acepté cuando estuve de acuerdo en casarme contigo, porque te amo— me declara.
Y esa es la mejor declaración que he
escuchado en todo el día. Ella siempre tiene la capacidad de sacudirme por
dentro. Acaba de conocer una fracción de mi jodido pasado, o sea, un choque de
trenes frente a sus narices y ella declara su amor por mí. Niego con la cabeza
lentamente.
—Ella no me
hizo daño. Ella también te ama.
— Me importa un carajo— Lo que los demás
piensen de mí no hace ninguna consecuencia. Si me odian o me aman, me es
indiferente. Ella me mira embobada, sorprendida. Sus ojos parecen decepcionados
e incluso tristes. Lleva su mano a su garganta y parpadea visiblemente. Cierro
los ojos y tomo una respiración profunda.
—¿Por qué estás abanderando su causa de
repente? Pregunto. Mi mujer es un
enigma, me confunde y me irrita todo el tiempo. Otra mujer estaría al borde de
la furia si se consigue con una rival.
— Mira Christian, no creo que Leila y yo estemos
intercambiando recetas y tejiendo en un futuro cercano. Pero no pensé que
serías tan desalmado con ella.
Yo soy un desalmado, sin alma y sin
cuidado; un hijo de puta adicta
al crack.
— Te lo dije una vez, yo no tengo un
corazón, murmuro con mirada fría.
Ella voltea los ojos, como cansada de lo
mismo.
— Eso no es cierto, Christian. Estás siendo ridículo. Tú te preocupas por ella. No estarías pagando
las clases de arte y todas esas cosas si no te preocuparas.
Esto no nos lleva a ninguna parte. Sólo quiero irme a casa y castigarla
por su desafío. ¡No puedo
pegarle, ni azotarla! ¡Mierda! Ella me mira con lástima y no quiero
nada de eso. ¡No puedo soportarlo! Ella
me puede amar, enojarse conmigo, coquetear conmigo, follarme, incluso odiarme
de vez en cuando. ¡Pero no quiero su lástima! Y en un segundo me enojo.
— Esta discusión ha terminado, vámonos a
casa.
Ella baja la vista hacia su reloj Cartier
que le regalé. Sigo su mirada. Son las cuatro y veinte de la tarde. —Es demasiado pronto— ella murmura protestando.
— A casa— le exijo.
—Christian— suspira en un tono agotado. —Estoy cansada de tener el mismo
argumento contigo— me hace fruncir el
ceño. ¿Qué argumento será?
— Tú sabes— ella me explica. —Hago algo
que no te gusta y piensas en alguna manera de vengarte de mí. Normalmente
involucrando una acción inmoralmente perversa que puede ser alucinante o cruel—
Y se encoge de hombros.
— ¿Alucinante? Le pregunto en voz baja. Sus ojos se abren.
—Por lo general, sí.
Una manera de
distraer a mi esposa es cambiar el tema, pero estoy inmensamente curioso. Su aceptación informal de mis
habilidades en la cama es francamente excitante y sorprendentemente sensual,
incluso si ella no quiere decir que sea así.
— ¿Qué fue alucinante? Le pregunto
encantado.
— Ya sabes— dice sonrojándose en un tono
dulce. Sí, yo sé todo lo que le gusta y el que ella lo sepa me atrae. La forma
en que está de pie frente a mí, incluso cuando peleamos es una atracción que no
se puede evitar.
—Puedo adivinar— susurro en un tono
lascivo.
—Christian, yo…— ella dice completamente
asombrada.
—Me gusta complacerte— murmuro mientras paso
con cautela mi pulgar por el labio inferior.
—Lo haces— responde en un susurro.
— Lo sé— le digo con voz suave. Inclinándome
hacia adelante, mi voz como un soplo susurrando en su oído —Es lo único que sé—
le digo. La vista y el olfato pueden crear un ambiente sensual si se sabe como
utilizarlos. Ella inhala mi
olor cerrando los ojos, tratando de sumergirse, a continuación, abre los ojos y
me mira. Me inclino hacia atrás y la
miro sonriendo, sabiendo que ella está bajo mi hechizo.
— ¿Qué fue alucinante Anastasia? Sondeo
con un brillo malicioso en los ojos.
— ¿Quieres una lista?— ¿Qué? Esto me
sorprende gratamente.
— ¿Hay una lista? Pregunto.
Ella suspira y responde —Bien, las
esposas— murmura, y a continuación, se ruboriza, posiblemente recordando
nuestra luna de miel. No creo que me
gustaría dejarle marcas. Levanto su mano y trazo una línea en su muñeca.
— No quiero dejarte marcas— le digo en voz
baja. Ella tiene que saber lo mucho que la valoro y lo que significa para mí. Su
respiración se profundiza, sus ojos se amplían deseosos por mí. Mis labios
trazan una sonrisa seductora. —Vámonos a casa— le insisto.
—Tengo trabajo por hacer.
— A casa— le repito de nuevo. Yo la quiero en
mi casa, en mi cama, en mis brazos, y debajo de mí. Odio la
distancia, no me gusta que nos peleemos, pero siempre estoy encendido después
de una pelea con ella. Tengo que
llegar a casa. Me siento
desconcertado. La miro
hambriento, sin sentido, mis ojos grises fundidos, ella me mira con su mirada
azul asombrada, tratando de comprender algo. Quiero que mi
esposa vuelva a casa conmigo. Sobre todo
después de este susto preocupante que no tiene fin. No estoy dispuesto a
dejarla aquí. Levanto la mano y acaricio su mejilla suavemente.
— Nos podríamos quedar aquí— le digo en
voz baja. Sus ojos se abren como si estuviera sorprendida con unos 1000 voltios
de electricidad.
—Christian, no quiero tener sexo aquí. Tu
amante acaba de estar en esta habitación.
—Nunca fue mi amante— le gruño, mi boca
entra en una línea sombría y frunzo el ceño.
—Eso es sólo semántica, Christian.
—No pienses demasiado esto Ana. Ella es
historia— Ella tiene que entender que ya esa mierda no la quiero. Sus ojos se
abren de nuevo como si estuviera reviviendo un mal recuerdo. La noto
con miedo, su cara se cae y sus labios se abren para dar cabida a una profunda
respiración.
Ella susurra —No...
—Sí— le contrarresto con fuerza y levanto
su barbilla para darle un suave beso en sus labios.
—Christian, a veces me asustas— ella dice horrorizada. Me agarra la cabeza con
las dos manos y finalmente sus dedos viajan a mi cabello y me lleva hacia su
boca, besándome con fuerza. Su repentino
fervor me aquieta durante unos segundos. Envuelvo mis manos a su alrededor, no
quiero asustarla.
—¿Por qué?— pregunto.
— Pudiste apartarte de ella tan
fácilmente…
Ella no entiende. Nunca amé a Leila. Nunca nadie
abrió mi corazón de la forma como lo ha hecho Anastasia. Ella me hace sentir
vivo.
— ¿Y piensas que podría apartarme de ti? ¿Por qué
demonios piensas eso? ¿Qué sacas de eso? Ella niega con
la cabeza.
—Nada. Bésame. Llévame a casa—
declara. ¡Sí, señora! Me inclino y la
beso con todo lo que tengo.
***** ❦ ♡ ❧ *****
El estado de ánimo que tengo camino a Escala es exactamente lo contrario
de lo que fue camino a SIP. Anastasia
se sube a mi regazo y pasa sus brazos como serpiente en mi cuello.
Ft Sting
Stevie Wonder -. Frágil
—Sra. Grey,
debe tener el cinturón de seguridad, le digo, pero con mis brazos a su
alrededor, apretándola con fuerza, sin dejarla ir. Taylor siendo el profesional
que es, nos ignora. Después del miedo y la ansiedad que he sufrido hoy, tenerla
en mis brazos es como sostener la cosa más preciada en el mundo entero. Tan suave al tacto en el cautiverio de
mis brazos. Estamos encajados con cada curva de nuestros cuerpos. Se apoya en mi brazo, y por un
momento, el sol de la tarde se refleja en su cara apoyada en mi pecho. Me hace pensar que hay días en los que
vale la pena vivir y morir. Y por esta mujer, mi esposa, el centro de mi
universo, vale la pena vivir y morir.
En principio no entendí la causa de su defensa
por Leila, hasta que me di cuenta de que ella pensó que yo podría hacerle lo
mismo. Dejarla en cualquier momento que pudiera desaprobar algo. Yo todos los
días desapruebo algo de ella. Pero lo que ella hace por mí, aunque sea
enloquecedor y aunque es la única que puede desafiarme, es una afirmación de
vida. Yo siempre quiero estar en control, pero el amor que tengo por ella
siempre choca con mi tendencia en todo momento. No importa lo que haga, no importa que
me desobedezca por voluntad propia o deliberadamente, eso no es suficiente para
apartarla de mí. Nadie podrá hacer que me libere de ella. Y menos cualquier
mujer de mi pasado. Nadie podrá interponerse entre nosotros. Me gustaría seguirla hasta los
confines de la tierra. La quiero
con locura. Las realidades
libertinas de mi pasado, las pesadillas de abuso del proxeneta y la muerte de
la puta, me mantienen despierto toda la noche, pero esos dolores del pasado son
nada en comparación con el dolor que me produciría no tenerla conmigo. Porque
sé que Anastasia es la única que puede herirme, me hace ir al cielo y al
infierno en un mismo día.
Aunque me gustaría que tuviera su cinturón de seguridad mientras vamos
en el auto, en este momento solo deseo su cara apoyada en mi pecho, cerca de mi
corazón. No quiero dejarla ir del agarre de mis brazos. Es como un pedacito de
cielo, a pesar de que me vuelve
ansioso y furioso. Cierro los ojos y aspiro su olor. A continuación, coloco un beso en la
parte superior de su cabeza, cuando Taylor entra lentamente en el garaje de
Escala. Tan pronto como aparca el
coche tomo la mano de Anastasia y tiro de ella a mi lado. El paseo hasta el ascensor es muy
largo. Cuando llegamos a nuestro
ático, aprieto su mano y la llevo a nuestra habitación.
— Espera voy a dejar mi maletín— me dice. Se lo quito de la mano y lo
dejo en la mesa junto al sofá.
Cuando entramos en nuestra habitación, cierro la puerta detrás de
nosotros y la bloqueo, ella da unos pasos hacia el closet, pero la atrapo
rápido y la pongo al ras de mí. Me inclino hacia abajo en busca de su permiso
para besarla, ella levanta la cabeza y captura mis labios. No hay nada suave en nuestra expresión carnal. Yo la quiero mucho.
—Quiero esposarte…— susurro en sus labios.
—Christian… no sé si es una buena idea después de lo de hoy. ¿Vas a
hacerme daño?
—Ana... no quiero hacerte daño. Creí que las esposas estaban en la parte
superior de la lista— le digo con desafío. —Quiero complacerte bebé— Murmuro en sus labios mordiendo y chupando su
labio inferior. Ella gime y sello
mis labios con los de ella otra vez.
—Entonces... sí, ¡hazlo!— susurra.
—Espera— le digo y camino hacia la música, colocando cuatro canciones en
repetición. Entonces abro un cajón de la
cómoda y consigo algunos artículos; los coloco a mi lado mientras me siento en
la cama para quitarme los zapatos y los calcetines. Finalmente lentamente me paseo de nuevo hacia
mi esposa que está observando todos mis movimientos. —Quítate la ropa. Poco a
poco— le susurro seductoramente. El equipo de música cobra vida con la melodía
suave de un sonido de violín.
—¡Oh! Anastasia jadea con sorpresa. Ella
desabrocha lentamente su camisa y la deja deslizar fuera de sus brazos. Luego
baja la cremallera de su falda gris y la baja mientras bambolea las caderas con
movimientos sensuales. Ella la deja caer a sus pies. Sostengo su mano y la
ayudo a caminar fuera de la falda. Está de pie junto a mí, con sujetador, sus
bragas y sus medias con liguero. ¡Mierda! ¡Soy
un hombre afortunado! Entonces la
voz aterciopela de Sting comienza a cantar. "Siempre que digo tu
nombre."
Sting - Siempre que
diga tu nombre
Cuando sus manos van a quitar sus medias, la detengo.
— Déjalas puestas nena— murmuro mientras paso mi dedo índice por su
barbilla.
—Ahora, el sujetador— le digo. Ella
desabrocha su sujetador de encaje y lentamente lo saca fuera de sus brazos. Mi
lengua pasa por mis labios saboreando mentalmente.
—Y, no necesitarás
estas— le susurro y bajo sus bragas. Poco a poco me quito la chaqueta, aflojo la corbata un poco más y la
saco por mi cuello. Y la envuelvo alrededor del cuello de Ana y aprieto solo un
poco.
—Desabrocha mi camisa, le ordeno. Sus
ojos se iluminan, sus fosas nasales se ensanchan y ella sonríe. Ella primero la saca fuera de mis pantalones
y luego la desabrocha. Sus manos van hacia mis pantalones, pero le agarro las
manos.
_ Sólo lo desabrochas.
Te quiero de rodillas primero— le digo.
—Oh— susurra con una respiración profunda. Me baja la cremallera y sumerge su
mano en mis boxer liberando mi erección. Cuando
la sostiene apretando… —Espera— le digo porque está demasiado ansiosa. —Tus zapatos.
Yo la siento en la cama, y paso mi pulgar por el arco de su pie. Ella se estremece con la sensación.
—Quiero vendarte los ojos y atar tus manos hacia la espalda. Todo lo que
quiero es tu boca... por ahora— le sonrío.
Su respiración se acelera. Agarro una
silla y la coloco junto a la cama y lanzo una almohada al suelo delante de
ella.
—Date la vuelta, bebé— le susurro.
—Christian— murmura con incertidumbre.
—¿Confías en mí, Ana?— Le susurro mi pregunta en la oreja; mi voz apenas es un suspiro. Ella asiente con la cabeza. Llevo sus manos detrás de ella y le
coloco unas esposas de cuero suave.
—Ahora arrodíllate en la almohada, bebé— le digo, y ella obedece
inmediatamente. Me siento en la
silla, y sus ojos están sobre mi erección considerable, codiciosa. Ella se inclina y recoge la punta de
la erección, atrapándola con sus labios.
—¡Aghh! ¡Espera cariño!— Me quejo, sosteniendo su cabeza. —no te he vendado los ojos.
Ella hace remolinos con
la punta de su lengua sobre la punta de mi pene. —¡Mierda! ¡Ana!— Yo retiro mis caderas
hacia atrás y le pongo la venda en los ojos. Agarro su cabeza y lentamente guío
su boca hacia mi erección. Ella entra y
sale lentamente, luego roza los dientes a lo largo del camino cuando comienza a
sonar la canción "Every Breath You Take" .
Sting - Every Breath
You Take
Una sonrisa se arrastra por los labios de Anastasia y mete mi pene hasta
su garganta. Yo tomo una inhalación brusca.
—¡Ahhh Ana!— mi voz es un
sonido gutural. Ella ahueca sus
mejillas y me chupa duro y rápido. —¡Síii!—
Siseo. Su lengua pasa de la base
hasta la punta y hace un gemido de satisfacción. Veo una niebla de sudor
haciendo brillar su piel aún más. Estoy a su merced.
—¡Bebé lento... Ana! ¡Ffffuck!
Me agarro de los brazos de la silla mientras ella sigue saliendo y entrado,
chupando y lamiendo, haciéndome llegar a mi borde.
—¡Baby! ¡Ahhh! Me voy a venir en tu boca si no disminuyes la
velocidad ¡Ana!— le advierto. Los dedos de mis pies se encogen y mi cabeza cae
hacia atrás. Ella me expresa que le pertenezco y no se detiene. ¡Mierda! Esto
es… demasiado caliente… Me rindo ante su boca talentosa, mientras mis ojos
ruedan y me dejo ir. Ella continúa con sus caricias hasta llevarse la última
gota de placer. Cuando bajo de mis alturas, me las arreglo para abrir
los ojos y escuchar la última nota de la canción. Ella se retira dejando mi
pene domesticado pero aún erecto.
Le quito la venda de sus ojos y ella parpadea con una mirada de
satisfacción en su rostro.
—Tskkk... tsskk... tsskk...
señora Grey. Usted me confunde. Me
Posee. Le temo…— le digo mientras la
levanto del suelo. —Pero creo que es el momento de devolverle el favor—
Sonrío lascivamente. Me quito la camisa
y saco mis pantalones sin apartar los ojos de ella. Ella está de espalda a la
cama. La volteo y quito las esposas de cuero y froto sus muñecas. La empujo en
la cama acostándola de espalda y me subo sobre ella. Agarro las esposas de
cuero y amarro cada codo en cada rodilla. Ella está atada y jodidamente
caliente.
Gran concierto en el
cielo - Pink Floyd
Me inclino hacia abajo y abro sus piernas. Empiezo arrastrando besos por
su pierna, y finalmente llego a su sexo. Acaricio
con mi lengua sobre su sexo húmedo e hinchado. Chupo su clítoris y ella gime
tratando de levantar sus caderas para encontrarse con mi boca. Me hace sonreír. Cuando muevo mi experta lengua sobre
su sexo, levanto sus nalgas e inserto dos dedos en ella. Mi boca es implacable
mientras mis dedos entran y salen lentamente.
—Oh, por favor,
Christian— ella ruega. Entonces saco mis dedos y freno los ataques de mi
lengua. Levanto la cabeza y soplo suavemente para enfriar la construcción de su
orgasmo.
—Todo a su tiempo— me quejo. Ella
fue bastante implacable, aún atada y con los ojos vendados. Debería devolverle el favor. Ella tira contra sus ataduras, pero
sus piernas están muy abiertas con los codos pegados a sus rodillas. Se ve obligada a soportar los efectos de
placer que le estoy dando. Me apoyo en mis codos y levanto sus nalgas
hasta tener su sexo frente a mi boca. Comienzo
de nuevo el ataque con mi lengua sobre su sexo. La corro a lo largo de su
abertura y sobre su clítoris varias veces. La meto y la saco, lamiendo,
chupando suavemente. Una… dos… tres… veces. Mi lengua entra y sale sin
descanso. Sus manos llegan hasta
mi cabeza y hacen un puño en mi pelo. Siento el ajuste familiar de su músculo,
—No te corras— le advierto —O te voy a azotar— Ella gime en respuesta.
Quiero enseñarle a mi mujer a controlar su deseo de venirse para
prolongar la sensación y multiplicar el resultado final.
—Control, Ana. Todo es
cuestión de control— le recuerdo. Entonces muevo mi lengua sobre su sexo, entrando,
lamiendo, chupando, follándola sin descanso y ella no puede soportar la tensión
acumulada. Su orgasmo recorre cada parte de su cuerpo y me aseguro de no detenerme
hasta sacarle la última gota de placer como ella hizo conmigo.
—Oh, Ana. Te viniste— le
regaño. Me siento victorioso,
siendo capaz de sacar múltiples orgasmos a mi esposa y ella no se pudo
resistir, otra vez. Le doy la
vuelta ella sobre su frente, y ella trata de mantenerse en sus antebrazos. En
una particular nota alta de la canción, levanto mi mano y golpeo su nalga muy duro. Se siente increíble.
—¡Ay!— Ella grita.
—Control— le digo. Me apodero de sus caderas y empujo mi pene en un
movimiento rápido y de inmediato siento las réplicas del final de su orgasmo
que siguen apretando en su interior. Me
quedo profundamente dentro de ella, disfrutando de la sensación. Entonces me
inclino y suelto ambas esposas. Envuelvo mis brazos alrededor de ella
y la atraigo hacia mi regazo, su espalda en mi frente. Paso mi mano por su barbilla alrededor de su
garganta.
— Muévete— le ordeno.
Ella gime y se eleva hacia arriba y abajo en mi regazo. Ahora la necesito demasiado como para
hacer esto lento y dulce.
—Más rápido— le susurro con voz ronca.
Ella se mueve cada vez más rápido. Gimo
cuando llevo su cabeza hacia atrás y muerdo suavemente su cuello. Mi otra mano
baja por su cuerpo, por su cadera llegando hasta su sexo y cierro mis dedos
alrededor de su clítoris, estimulándolo.
—Sí, Ana…— le digo suavemente al oído. —Eres
mía. Sólo tú— le susurro
recordándole que nadie más importa. ¡Sólo
ella!
—Sí— respira y su sexo se aprieta cuando ella se mueve hacia arriba y
hacia abajo con rapidez a lo largo de mi longitud.
— Córrete para mí— le ordeno.
Y ella obedece.
—¡Christian! Grita. Y mi nombre en sus labios es mi perdición. La
sostengo cuando su orgasmo rasga a través de ella y yo entro más profundo,
reclamándola y me dejo ir en silencio.
—Oh, Ana, te amo— gimo, cuando oigo a Sting canturrear “esa no es la forma de mi corazón”
Sting - Shape of My Heart
Le beso el hombro y le muevo el pelo para quitarlo de la cara. —¿Eso entró en la lista señora Grey?—
Le pregunto mientras ella está boca abajo y yo apoyado en mi codo a su lado.
Acaricio suavemente su espalda.
—Hmm...
—¿Es un sí?
—Hmmm...— dice sonriendo.
Sonrío y la beso de nuevo, y se da la vuelta para mirarme.
—¿Y bien? Pregunto ansioso por
saber cómo lo hice.
—Sí. Entra en la lista. Pero es una larga lista.
Sonrío de oreja a oreja, increíblemente feliz con la aprobación de mi
esposa. Me inclino hacia delante
y la beso suavemente. —Bien. ¿Vamos a cenar?— Le pregunto con amor
y picardía.
Ella asiente con la cabeza. A
continuación, se acerca y suavemente tira de mis vellos en el pecho. —Quiero que me digas algo— susurra.
—¿Qué?
—No te enojes.
—¿Qué pasa, Ana?— Pregunto.
— Te importa.
¿Qué? ¿Por qué trae este
tema justo después de un sexo alucinante? Mis ojos se abren. No hay espacio para nadie más. Es sólo ella.
—Quiero que admitas que te importa. Debido
a que el Christian que conozco y que amo
le importaría.
Eso me detiene en seco. Mis
ojos están puestos en ella. ¿Qué
quiere de mí? ¿Qué quiere que
diga? Yo no la quiero. Pero no estoy hecho de piedra. Yo, no lo sé. Lo que
siento por Leila o pienso de ella, no se compara con lo que siento por Ana. Es
el cuidado de un ser humano a otro. De alguien con quien tuve una relación
¡Joder Ana! Lo que ella no entiende es
que si hago esto por Leila es simplemente para mantenerla lejos de ella. ¿Por
qué me haces esto? Abro la boca y
la cierro. Ella me mira como si me ruega que tenga un corazón. ¡Mierda! ¡Sí, tengo un corazón!
—Sí. Sí, me importa. ¿Feliz?— Le pregunto en un susurro.
Ella suspira con alivio, y sonríe. —Mucho—
dice.
¿Que demonios? —No puedo
creer que esté hablando contigo ahora en nuestra cama sobre…— Ella pone su dedo
sobre mis labios.
—No estamos. Vamos a comer, estoy hambrienta.
Suspiro y sacudo la cabeza. —Me
cautivas y me desconciertas señora Grey.
—Bien— responde ella con una dulce sonrisa y me besa.
***** ❦ ♡ ❧ *****
________________________________________________
De: Anastasia Grey
Asunto: La Lista
Fecha: 09 de septiembre 2011 09:32
Para: Christian Grey
Eso es sin duda está en la parte
superior.
Un
sobresaliente.
A x
Anastasia Grey
Coordinadora Editorial, SIP
________________________________________________
Mi intercomunicador suena.
—Sr. Grey Barney desea
hablar con usted.
—Pásalo.
—Sr. Grey me gustaría
mostrarle el nuevo acceso creado para la sala de servidores, si tiene tiempo
señor— Miro mi reloj. Todavía tengo unos 30 minutos para la
reunión con los taiwaneses.
—Sí... creo que tengo el tiempo justo. Voy
para allá.
—Muy bien, señor. Le voy a
mostrar algunos esquemas primero y luego le explico como funciona el sistema de
ingreso— dice con la emoción de un niño con juguete nuevo. Un juguete caro y
necesario.
Escribo y envío un mensaje a Anastasia, pero la batería de mi teléfono
celular está casi agotada.
____________________________________________________
De: Christian Grey
Asunto: Dime algo nuevo.
Nueva Fecha: 9
Septiembre de 2011 09:41
Para: Anastasia Grey
Me has dicho
eso los últimos tres días. Decídete o… podríamos pobrar algo más.
Christian Grey
CEO, disfrutando de este juego, Grey Enterprise Holdings Inc.
________________________________________________
Salgo de mi oficina.
—Andrea, voy a comprobar algo. Voy
a estar en la oficina de Barney, pero necesito que cargues mi teléfono celular,
y si alguien llama, responde y toma el mensaje.
—Sí, señor— dice y extiende su mano para recibir el teléfono
celular. Taylor está de pie y
listo para seguirme.
—No voy a tardar Taylor. Te
puedes ir a tomar una taza de café— le digo y él asiente con la cabeza. La oficina de Barney está desordenada. Él tiene un conjunto central de
comando sobre su escritorio. Es
el sueño húmedo de un geek.
—¡Sr. Grey! Este es el nuevo sistema y será beneficioso
porque detendrá el acceso no autorizado a la sala de servidores. Será crucial
para nuestras operaciones en la compañía— Le toma al
menos diez minutos explicarme el sistema simple pero eficaz.
—Como le he explicado señor— recapitula mientras caminamos a la sala de
servidores, —hay diez medidas de seguridad física que tomamos. Ya teníamos un sistema de bloqueo,
pero claramente no fue tan eficaz como pensábamos que era. También tuvimos un sistema de
vigilancia, pero ahora hemos añadido cámaras en la pared en un lugar que
identificará las caras que entren en la habitación. Hemos cerrado los lados más
vulnerables ya. Tenemos el mejor sistema de seguridad en la sala de servidores.
Ahora entrar en la habitación será más difícil que conseguir un archivo secreto
en El Vaticano— dice sonriendo.
—Bueno, sólo espero que no impida las funciones de la sala de servidores
en caso de necesitar entrar en él rápidamente.
—Por supuesto señor. Yo ya
he implementado una derivación al igual que lo haría en una caja fuerte. Aquí, déjame mostrarle— dice. A medida que comienza a hablar, Taylor
corre hacia nosotros a toda velocidad. Su rostro está sombrío. ¿Qué diablos pasó? Mi ritmo cardíaco aumenta.
— ¿Qué pasa?
— Todavía no estoy seguro. Ana...—
dice, y luego se corrige — la señora Grey llamó tratando de hablar con usted.
—¡Habla rápido! ¿Qué hay de malo con Ana? Le pregunto cuando camino
rápidamente hacia mi oficina.
—Algo está mal, y no está en su
oficina. Debe llamar
inmediatamente. Andrea dijo que
estaba a punto de llorar, muy molesta.
—¿Dónde diablos está Sawyer?
Sólo tuve el tiempo para encontrarlo señor. No sé lo que está pasando.
—¡Joder! Murmuro maldiciendo.