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Tuesday, September 30, 2014

Libro III - Capítulo IX: CINCUENTA SOMBRAS DE GREY - CHRISTIAN Y ANASTASIA

Encima, el techo del pasillo hace un juego majestuoso,
Muchos arcos se levantaron y los ángeles descendieron
Para cumplir con el intercambio de regalos.

Alfred, Lord Tennyson, "El Palacio del Arte"

CAPÍTULO IX

_ Buenas noches, señor, señora Grey. Geoffrey, nuestro mayordomo personal, nos saluda cuando entro en la habitación con Anastasia en mis brazos y cruzamos a través de otro umbral, Taylor está siguiéndonos con nuestro equipaje.
 
_ Bienvenidos al Sheraton Park Tower Hotel. Espero que tengan una estancia agradable. ¿Cómo puedo ayudarlos esta noche? Pregunta con ojos brillantes, y expectantes. Yo  no  quiero al mayordomo esta noche, pero él está aquí ya.

Anastasia me mira después de que la bajo y la dejo de pie, se ve divertida. Ella ya sabe que yo quería que estuviéramos solos esta noche.

_ Geoffrey, no vamos a necesitar sus servicios esta noche, le digo, y su cara se cae; estaba esperando hacer algo por nosotros.

_ Pero, usted puede atender las necesidades de Taylor, digo señalando a Taylor cuyos ojos se abren como platos. Él no está seguro de si él escuchó correctamente.

_ ¿Señor? Taylor logra pronunciar.

_ Geoffrey, estará a tu disposición esta noche y atenderá todas tus necesidades, nos vamos a dormir temprano porque hemos tenido un día muy largo, le digo como algo normal. Él se pone carmesí. Taylor nunca ha tenido a nadie que le sirva, aparte de la señora Jones por supuesto, y yo no quiero saber de qué manera le sirve. Eso es entre ellos dos.

_ Sí, señor. Vamos Geoffrey, dice Taylor y se encamina con el mayordomo a otro lado.

_ Bueno, señora Grey, le digo mirando a mi esposa con los ojos oscuros. Finalmente estamos solos.

_ Bueno señor Grey ahora que estamos solo ¿Qué quiere hacer conmigo? Pregunta con timidez.

_ ¿Está coqueteando conmigo, señora Grey?

_ De eso estoy segura señor Grey, dice mirándome a través de sus largas pestañas.


_ Ven, creo que necesitamos un baño, le digo y le tomo la mano. Ella engancha su aliento y me mira deseosa. Su respuesta me enciende a lo grande. Entramos en una habitación grande con ventanas de pared a pared con vistas al London Eye y al Hyde Park.

Anastasia se acerca para observar la vista y queda hipnotizada.
_ ¡Guau! Esto es totalmente increíble.
Ella está paralizada con la vista que tiene enfrente. La dejo mirando y me voy al gran baño de mármol, vierto un poco de aceite de baño en el agua de la bañera y dejo correr el agua. Una vez que lentamente se comienza a llenar la bañera y la espuma comienza a formarse, esparzo pétalos de rosa que hay en una pequeña cesta. Enciendo las velas aromáticas creando un buen estado en el ambiente. Y finalmente me quito los zapatos y medias y me quedo descalzo. Por fin vuelvo hacia mi esposa que está de pie mirando el horizonte de Londres ante  ella, completamente hipnotizada por la belleza de la ciudad.  Llego detrás de ella y envuelvo mis brazos alrededor de su cintura y acaricio su cabello, tirando su cuerpo contra el mío. ¡Esto es el paraíso!

_ Te ves como si estuvieras disfrutando la vista señora Grey, digo mordisqueando el lóbulo de su oreja. Ella inclina la cabeza hacia un lado para darme un fácil acceso.

_ ¡Sí, me encanta!  ¿Pero qué estoy mirando Christian? Reconozco el London Eye y el Hyde Park por las fotos que he visto. Pero ¿cuáles son los otros edificios?  Me pregunta.

Sin soltarla y con mi brazo izquierdo todavía envuelto en ella, señalo hacia el lado izquierdo de la vista panorámica, ¿Ves los rascacielos de la izquierda? Le pregunto y ella asiente.  

_ Eso es Gherkin. Es el principal distrito financiero de Londres. Su Wall Street, le digo y ella apunta hacia el London Eye.


_ Esa torre es el London Eye y ¿qué está detrás de eso?  Pregunta.

_ Bueno esa torre gigante está situada a las orillas del famoso río Támesis.


_ Oh, sí, me gustaría ver Támesis. Siempre me ha gustado el poema de Kipling que describe el río.



Veinte puentes de la torre en Kew,
Querían saber lo que el río sabía,
Veinte puentes o veintidós años,
Porque ellos eran jóvenes, y el Támesis era viejo
Y esta es la historia que el río le dijo…

_ Sra. Grey nunca dejará de sorprenderme. Estoy tan contento de que a usted le guste Londres. Yo estaría encantado de mostrarle todo lo que siempre ha querido ver,  le digo emocionado con la perspectiva de enseñarle todo lo que pueda.

_ El edificio detrás del London Eye es la muy famosa catedral de St. Paul.

_ ¿Es una catedral anglicana? Pregunta haciéndome sonreír.

_ Bueno, sí, lo son la mayoría de las iglesias que están en Inglaterra. Está en Ludgate Hill, que es el punto más alto de Londres, y creo que es la sede del obispo de Londres, le explico.

_ Creo que es en donde la familia real realiza la mayoría de sus eventos más importantes, como matrimonios, funerales y bautizos en la Abadía de Westminster. ¿Podemos por favor, por favor visitarla? ¡Quiero ver el Rincón del Poeta! Ella me ruega.
_ Anastasia, me sorprendes a cada paso. Sí, no veo por qué no podemos hacer eso mañana a primera hora. Pero primero quiero ir a esa bañera de mármol que está por allá y perderme en ti. Y la levanto en mis brazos para llevarla al impecable baño de mármol pálido


El cuarto de baño está lleno de los aromas de fresa y rosa. Cuando Anastasia entra conmigo, su boca se abre con la vista que tiene por delante. La bajo en frente de mí y  la miro con ojos oscuros y me inclino para sacar el labio de su cautiverio y lo chupo, haciéndola gemir. Levanto su barbilla para mantenerla en su lugar y empiezo a besarla. El deseo se despliega en ella y ella retribuye plenamente mis besos, metiendo su lengua en mi boca y sus manos empiezan a desabrochar mi camisa de lino blanco. Incapaz de desabrochar los dos últimos botones, ella abre la camisa con fuerza dispersando los botones por el piso donde ruedan hasta finalmente detenerse. Su pasión me hace sonreír a medida que continúo devorando sus labios.

_ ¡Marido te quiero! Ella respira en mi boca.

Rompo nuestra conexión y tomo el dobladillo de su vestido y la saco por encima. Ella está de pie delante de mí con su sujetador de encaje y sus bragas de encaje. La parte superior de sus pechos se muestran hermosas empujadas por el sujetador, lo que hace que encajen perfectamente en las palmas de mis manos. Bajo la copa del sujetador y capturo su pezón entre mis dientes haciéndola jadear. Cuando lo sostengo entre mis dientes suavemente, mi lengua comienza a girar entorno a él, haciendo que se alargue bajo mi asalto. Mi mano izquierda baja la otra copa del sujetador y agarro su otro pezón bajo mis dedos. Ella inclina la cabeza hacia atrás y gime, sonrío y chupo con más fuerza.

_ ¡Agh! Ella gime y sus manos chapucean en mi cabello, empujando su pecho a mi boca. Mi boca va entre su pecho hasta su vientre hasta llegar por encima de su hueso púbico. Ella corta su respiración y gime.

_ Shh… bebé, le digo, y sumerjo un dedo en su sexo y luego dos. Ella está completamente mojada, y empujando su pelvis en mi mano.  ¡Qué tan preparada estás para mí, nena! Le digo, mi voz reverencial.

Me pongo de pie de inmediato, y deslizo sus bragas hasta que hacen una piscina en sus pies; la ayudo a que salga de ellas. La acerco hacia mí y paso mis manos por su espalda para liberarla del sujetador y clavo mi excitación en su vientre a través de la tela de mis pantalones vaqueros. Ella mueve su pelvis en mi contra para sentir mi erección con avidez.

_ Usted tiene demasiada ropa... ella se queja.

_ Te voy a dejar a ti nena, puedes quitármela. Sus manos se extienden hacia abajo, y con destreza desabrocha el primer botón de mis jeans, y oigo el sonido revelador de la cremallera sin romper mi mirada con la de ella. Sin bajar mis pantalones ni los calzoncillos, en un gesto audaz ella sumerge su mano agarrando mi erección y acariciando mis bolas arriba y abajo en un movimiento rítmico. Mis labios hacen una "O" con su repentino asalto. A pesar de que es inesperado, es caliente como el infierno. Sumerge su otra mano y la lleva detrás hacia mi culo acariciando mis nalgas y apretándolas suavemente.  Finalmente ella mueve ambas manos alrededor de mi cintura para bajar mis pantalones y mis boxer que caen al mismo tiempo.

Mi mirada se fija en ella, y sé lo que quiere hacer a continuación. Ella me mira por sus largas pestañas. ¿Voy a tener suficiente de esta vista,  Anastasia en el suelo delante de mí como una diosa, y sus labios alrededor de mi hombría? Sus labios envainan mi polla lentamente, su lengua arremolinándose alrededor de la punta, chupa un poco, centrándose en la punta y luego sumerge la cabeza, y lleva su lengua viajando por toda mi longitud, y me da la más deliciosa sensación de hormigueo que he experimentado.  Cuando ella sale, ligeramente roza mi polla con sus dientes mientras su lengua me proporciona la sensación de placer. Ella está aprendiendo a dar dolor y placer al mismo tiempo. Mi chica se ha convertido en una experta con su boca, cada vez mejor y mejor.

Pero no quiero venirme así y hacer de esto una experiencia corta. Lentamente, pero de mala gana la levanto, y fusiono sus labios con los míos. Primero lentamente, moldeándonos uno con el otro, entonces el deseo se desata y la beso con fervor, chupando, sumergiendo mi lengua en su boca, y la de ella en la mía, dejándonos a ambos sin aliento, pero con ganas de más.

_ Nena envuelve tus piernas alrededor de mí, le digo mientras la levanto del suelo. Ella hace lo que le digo. Guío mi erección dentro de ella y la bajo lentamente, hasta llegar al final y empezar a movernos. Ella envuelve sus brazos alrededor de mi cuello, y busca mis labios mientras ella misma baja y sube a su antojo. Yo la encuentro con cada movimiento para conseguir la máxima fricción. Mis manos están apretando su culo y en un momento justo cuando ella desciende, la sostengo con fuerza y le doy una palmada cerca de su sexo y ella grita de placer. Cambio de manos y hago lo mismo en la otra nalga durante su descenso. Se muerde el labio inferior ligeramente.

_ Vamos hacia la bañera, le murmuro en su boca y ella frena sus movimientos. Pongo un pie en la bañera y luego el otro y poco a poco me hundo en el agua caliente jabonosa con mi mujer todavía montada en mi polla. Ya en el agua, mis manos se mueven a sus pechos, y mis labios descienden a uno de ellos para capturarlo, chupando y haciendo girar mi lengua en él. Ella inclina la cabeza hacia atrás; y el movimiento empuja su pecho aún más en mi boca, y la punta de su cola de caballo entra en la espuma mojándose. Ella sigue montándome arriba y abajo, y gira sus caderas para frotar en su lugar muy especial, lo que me hace sonreír de placer.

Mis manos viajan a sus nalgas guiando sus movimientos, y empiezo a sentir su fuerza debajo de mí.  Nuestros labios se encuentran de nuevo, y esta vez las lenguas bailan con desespero, los dos estamos gimiendo cuando alcanzamos nuestro pico juntos. A medida que se derrumba sobre mi pecho, entro en ella tres veces más, buscando mi propia liberación, perdido por el momento, perdido en mi esposa.

_ ¡Oh, Anastasia! ¡Te amo tanto!  Le digo con fervor cuando la sostengo más cerca de mí.

_ ¡Yo también te amo, Christian! Responde ella jadeando y se acurruca en mi pecho, sin romper nuestra conexión. Sonrío hacia ella.

_ Déjame que te bañe bebé, le digo y nos bañamos para luego irnos a la cama en donde pronto tomamos un sueño reparador.

*****

Me despierto antes que Anastasia como de costumbre. Yo no necesito dormir tanto. Miro su figura dormida apoyada sobre el codo, con el cabello extendido sobre la almohada. Me volteo para buscar  mi Blackberry y le mando un texto a Taylor, luego pongo de nuevo el celular en la mesa y me giro para ver a mi chica dormir. Se ve tan joven y tan inocente. Cuando trato de moverme, su mano me busca en sueños. Ella me quiere a su alrededor.  Tomo su mano y la beso y la sostengo en mi corazón. Sus ojos revolotean abriéndose y una pequeña sonrisa perezosa se arrastra sobre sus labios.

_ Buenos días señora Grey, le susurro.

_ Buenos días Sr. Grey. ¿Cuánto tiempo me has estado viendo?  Pregunta.

_ No mucho, sólo unos pocos minutos. ¿Tienes hambre?

_ En realidad, muy hambrienta después de los esfuerzos de  la noche anterior, Sr. Grey, dice todavía aturdida.

_ Sra. Grey, si así lo desea, podemos revivir aquellos momentos de nuevo esta mañana. Así, que le pregunto ¿Primero el desayuno o sexo?

_ Sexo, responde ella con voz entrecortada, y una sonrisa malvada llega a sus labios hasta encontrarse con los míos.

_ Esperaba que dijeras eso, le digo y empujándola bajo en el  colchón, cubro el cuerpo de Anastasia con el mío.

Decido tomar el desayuno servido en nuestra suite porque quiero dar mi regalo de bodas a Anastasia en la intimidad. Ya duchados y vestidos,  volvemos a la sala de estar, y Geoffrey está de pie en traje completo con una toalla blanca colgando de su brazo. También lleva guantes blancos.

_ El desayuno está servido señor Grey, señora,  dice con una voz culta. Él nos dirige al comedor y saca la silla para que Anastasia se siente en primer lugar. Anastasia come panqueques, tocino, tortilla, y Té Twinings y yo tortilla de clara de huevos, tostadas, fruta y café. Le doy las gracias a  Geoffrey y lo despido.

_ ¡Esto es como tener a la señora Jones pero en un británico! Brota Anastasia haciéndome reír.

_ ¿Qué vamos a hacer hoy Christian? Pregunta  con entusiasmo. ¡Hay  muchas cosas que quiero ver en Londres! ¡Ni siquiera sé por dónde empezar!

_ ¿Qué tal si terminamos nuestro desayuno de primero? le digo. El regalo que quiero darle a Anastasia me está haciendo un agujero en el bolsillo. Ella termina toda su comida y deja el plato limpio. Estoy totalmente satisfecho.

_ ¡Sra. Grey! Voy a trabajar con mayor vigor todas las mañanas para asegurarme de que se coma el desayuno completo, le digo lascivamente. Ella me da su sonrisa de mil megavatios en respuesta y toma un sorbo de su té.
_ Tengo algo para ti.

_ ¿Ah, sí? Saco el pequeño paquete envuelto en regalo de mi bolsillo y se lo doy sin romper la mirada. Sus ojos brillan.

Ella rasga la envoltura del paquete, al abrirla encuentra un reloj Omega de Platino, ella me mira perpleja. 

_ ¡Esto es absolutamente hermoso! Susurra.

_ Dale la vuelta y mira dentro de él, le digo y ella lo hace. Sus ojos se abren, y ella parpadea varias veces para hacer retroceder sus lágrimas.

Anastasia
Tú eres mí Más
Mi Amor, Mi Vida
Christian

_ ¡Oh Christian! Dice en un tono suave incapaz de contener sus lágrimas, y empujando su silla rápidamente se pone a mi lado y se lanza sobre mí.

_ ¡Usted, marido, dice y escribe las cosas más románticas que cualquier chica jamás podría desear! ¡Tú eres mi más, tú eres mi amor, y tú eres mi vida! ¡Te amo mucho! Solloza en mi camisa de lino blanco.

_ ¡Hey! ¡Yo  no  quiero hacerte llorar! Shhh la calmo y sosteniendo su barbilla con mi dedo índice, beso sus labios mientras mi mano se extiende suavemente sobre el cabello.

_ Tus labios  siempre son más suaves después de llorar nena le digo, y las lágrimas siguen rodando. ¡Te amo! No llores...

_ Estoy llorando porque estoy  feliz, dice ella lloriqueando.

_ Sí, me estoy acostumbrando a la idea de que la felicidad a veces provoca lágrimas en las mujeres, le digo sonriendo. Pero, vamos, no más lágrimas por hoy. He planeado mucho este día para nosotros, digo sonriendo tratando de distraerla. Ella se seca los ojos con mi camisa.

_ ¿A dónde vamos? Pregunta.

_ Oh, un buen guía nunca revela su secreto comercial bebé, le digo. Te voy a enseñar Londres.

Las instrucciones que le di a Taylor, es que en primer lugar nos llevara a la Abadía de Westminster. ¡Sé que le encantaría ir!


Nuestro guía personal Fredrick nos encuentra fuera de la Abadía. Es un hombre joven, probablemente de mi edad con el pelo oscuro y los ojos azules brillantes. Es alto, y parece hacer ejercicio con regularidad y tiene una actitud amistosa. Está vestido con una camisa blanca y corbata, y llevaba pantalones de vestir con mocasines cómodos posiblemente para caminar todo el día.

_ Estoy encantado de conocerlos señor y señora Grey. Mi nombre es Fredrick Lovelace, nos da la bienvenida con una sonrisa genuina extendiendo su mano.

Los ojos de Anastasia brillan con una mirada de sorpresa, y ella trata de reprimir su sonrisa después de escuchar su apellido. Se aclara la garganta mientras sacudo la mano del guía.

_ Sr. Lovelace, mucho gusto en conocerlo, dice ella y le da la mano.

_ El placer es todo mío, señora. Por favor, llámeme Fredrick,  le dice mientras sostiene la mano de mi mujer más tiempo de lo necesario. ¡Bueno suéltala! Le digo en mis pensamientos. Envuelvo mi brazo alrededor de su hombro  territorialmente  y tiro de ella más cerca de mí, mirándolo fijamente.

Luego se vuelve hacia Taylor.

_ Sr. Taylor y lo saluda, Taylor le devuelve el saludo con un gesto de la cabeza.

_ Sigue llamándole Sr. Lovelace, le susurro en el oído a Ana, no hay necesidad de ser muy amable con él. Ella me mira entrecerrando los ojos. Le sonrío inocentemente.

_ Ustedes han  venido a Londres en una época muy agradable del año, dice con su acento muy británico en un tono encantador. Yo sostengo la mano de Anastasia y la aprieto con fuerza haciéndola sonreír. De pie en una distancia razonable de la entrada, hace un gesto grandilocuente con sus manos hacia la abadía. 
_ Tengan en cuenta el gran edificio que está levantado ante ustedes. La Abadía de Westminster con sus grandes cúpulas puntiagudas góticas tan magníficamente altas que casi tocan el cielo. El arco fabricado que están viendo se extiende fuera de la parte exterior del edificio a lo largo de la nave de la catedral, él explica y Anastasia se ríe tontamente.



Miro hacia ella con curiosidad. Ella me susurra en voz baja: acabo de pensar en el odioso Sr. Collins.

_ ¿Quién?  Pregunto. ¿Quién es el Sr. Collins? ¿Y por qué está pensando en él en nuestra luna de miel?

_ El primo de Elizabeth Bennett, el que estaba enamorado de la Casa Rosings Estate, propiedad de Lady Catherine de Bourgh, tanto es así que, según dijo,  “que una repisa de la chimenea solo había costado 800 libras” dice en un acento británico falso. Me pareció gracioso que él esté hablando de ese modo de la Abadía de Westminster, ella susurra con un brillo malvado cuando Lovelace está todavía hablando de la grandeza de la Abadía. Anastasia no deja de emocionarse.

Lovelace habla de la historia de la Abadía y para mi sorpresa, Anastasia devora toda la información con codicia. Cuando finalmente entramos en el edificio, la abadía se encuentra bañada por la luz del sol. Ahora está llena de turistas y de varios grupos que están pululando dentro y fuera de las puertas gigantes con sus guías, y los guías turísticos están pronunciando sus líneas memorizadas. Anastasia gira 360 grados a su alrededor y la enormidad de la Abadía le impresiona. Ella inhala profundamente.

_ Huele como a metal y  piedra fría, por alguna razón, ella dice.

_ Yo  no  sabía que la piedra fría tuviera un olor,  le respondo en tono de burla.

_ Claro que sí. Creo que huele como a viejo, a albañilería recién hecha, a aluminio, se siente la rigidez y se puede notar la antigüedad del edificio, dice muy seria.

_ Sra. Grey, continúa sorprendiéndome, le digo y tomo de su mano. Ven quiero mostrarte algo especial, después de que Lovelace termine su discurso, susurro.

_ La Abadía de Westminster pertenece a la Reina y es independiente del resto de todas las Iglesias de Inglaterra. Reyes y Reinas han sido coronados y enterrados aquí desde 1066. Aparte de la realeza, muchos de los héroes y eventos nacionales de Inglaterra se celebran y son recordados en este sitio. De hecho, ya que están la mayoría de los reyes y reinas aquí sepultados, voy a mostrarles el poema de Francis Beaumont en las tumbas de la Abadía de Westminster, él dice y comienza a recitar en un tono muy poético, sonando como un trovador.

¡Mortalidad, he ahí el miedo!
¡El cambió de la carne está aquí!
Piensen en cuántos huesos reales
Duermen dentro de este montón de piedras.
Aquí yacen, tuvieron reinos y reinas
¿Quieren ahora fuerza para agitar sus manos?
¿Cuando desde sus púlpitos son polvos?
Ellos predican “En la realeza hay confianza”
Aquí hay una hectárea sembrada de hecho
Con las semillas reales más ricas.
Que la tierra alguna vez aspiró
Desde que murió el primer hombre por pecador
Aquí los huesos de nacimiento han llorado
A pesar de que eran dioses, como los hombres normales murieron
Aquí están en las arenas, las cosas innobles
Aquí está un mundo de pompa y Estado
Enterrados en el polvo
Una vez muertos por el destino.


Anastasia aplaude sus manos en entusiasmo. 

_ ¡Siempre quise leer ese poema aquí!

_ Está escrito señora en el Rincón de los Poetas. Voy a llevarlos  allí ahora mismo, dice Lovelace. Él camina con nosotros lentamente apuntando a diversas obras y maravillas arquitectónicas de la iglesia y finalmente hacemos nuestro camino hacia la esquina sureste de la iglesia. La luz del sol se cuela por el rosetón.


_ Sr. Grey pienso que este sería el lugar favorito para su señora. El Rincón de los Poetas. Un santuario nacional de los escritores más célebres de Gran Bretaña. En realidad, llegó a ser por casualidad, dice y hace una pausa, ante la tumba de Chaucer, que es, por supuesto...  dice y Anastasia lo interrumpe.

_ ¡El padre de la literatura Inglesa! Ella lo interrumpe y todos nos miramos con admiración.

_ ¡Sí, señora! ¡Precisamente! ¡Usted es muy inteligente! La tumba de él se encuentra al cruzar al sur de la abadía, por aquí, señorita Grey, él dice.

_ ¡Señora Grey! Le corrijo.

_ Mis disculpas señora Grey, él se corrige. ¡Cállate y deja de coquetear con mi esposa! Anastasia entrecierra sus ojos y me mira.

_ Chaucer fue enterrado aquí en 1400. A continuación, le siguió el entierro de Edmund Spenser y así comenzó la tradición de enterrarlos aquí para conmemorar a poetas, escritores, dramaturgos, así fue como se inició este rincón de la Abadía de Westminster.

 _ En realidad  están caminando sobre sus tumbas, y apunta hacia abajo.
_ Pensé que Shakespeare no estaba enterrado aquí... Anastasia comenta después de ver su nombre en una placa.

_ No está  señora. Fue enterrado en Stratford-upon-Avon en 1616. Esta placa es sólo una conmemoración, él dice, y a continuación, cambia el tema. El único escritor estadounidense honrado en el Rincón de los Poetas es Henry Wadsworth Longfellow. Es este hermoso busto, dice señalando a un busto de mármol, fue instalado en 1884.

_ Coleridge, Samuel Johnson, Chaucer, Edmund Spenser, Robert Burns... ¡Oh Dios! Christian, ¿puedes imaginar lo que estos genios literarios hablaban cuando se iban a pasar el rato con los demás?  ¡Simplemente increíble! ¡Gracias por hacer mi sueño realidad, Christian! Ella dice y me besa castamente en los labios, delante de los dos agentes nuevos de seguridad, Taylor y Lovelace. Yo le devuelvo el beso con un ligero fervor.

_ ¡De alguna manera siempre sabes exactamente lo que quiero! Susurra, sonrojándose.

_ ¿Cómo no iba a saberlo? Es el propósito de mi vida  entender a mi esposa en la medida de mis posibilidades, y hacer sus sueños realidad, le contesto con una voz que sólo ella puede oír.

Cuando la gira de Westminster ha terminado, Lovelace me estrecha la mano, y cuando Anastasia extiende su mano a hacia él, él la toma y la besa en la parte superior ligeramente.  ¡Hijo de puta!

Llevo a Anastasia al Restaurant One Twenty One Two para almorzar.  El restaurante está adornando las orillas del Támesis, One Twenty One Two lleva el nombre del famoso y universalmente número de teléfono, Whitehall 1212, en conmemoración al ex vecino del hotel,  Scotland Yard. Está también a pocos minutos de los teatros, de Charing Cross y Trafalgar Square. El menú es exquisito, y Ana quiere sentarse en la terraza. Pedimos Gressingham pechuga de pato, halibut escalfado con un caldo de mariscos y azafrán. La carta de vinos es impecable. De postre pedimos banana caramelizada, tarta tartin y compota hecha con manzana de otoño y natilla.


Después del almuerzo la llevo a los Jardines de Kew, que es el Real Jardín Botánico. Es un lugar muy grande. Sólo la llevo a las piezas donde yo sé que ella estaría interesada en conocer. La próxima parada es el Museo Británico. Cuando entramos, nos damos cuenta de que es enorme y hay mucho que Anastasia quiere ver. Lo más probable es que no lo podamos conocer en un día. Hay obras arquitectónicas de África, América, Asia, Gran Bretaña, Egipto, Europa, Grecia, Japón, Oriente Medio, el Pacífico, Roma, realmente inmenso. Anastasia aplaude sus manos como una niña pequeña que acaba de entrar a su tienda de dulces favoritos. ¡Ella chilla con deleite!

_ ¡Oh, Dios mío, Christian! ¡Podría pasar días aquí!

_ Bueno, podemos volver mañana. Sólo podemos pasar un par de horas hoy, nena. Tengo planes para la cena y vamos a la ópera esta noche. Ella pone mala cara, y luego sonríe.

_ Está bien, ¡no perdamos las horas que tenemos entonces! Dice tirando de mí en dirección a las momias.

_ No, nena, le sonrío de nuevo. Tenemos una visita guiada. Yo  no  quiero que te pierdas de nada.

_ ¿Lovelace está aquí? Pregunta curiosa.

_ ¡Noo! Es otra persona, le digo con rabia.

_ Taylor, espéranos aquí con la guía. Necesito hablar unas palabras con la señora Grey, le digo y tomo su mano con firmeza y me la llevo.

_ ¿Christian a donde vamos? Pregunta, pero no le respondo. Ella redobla sus pasos para ponerse a mi lado luego de que casi la arrastro.

Finalmente me detengo y descubro a un hombre que forma parte del equipo de limpieza del  museo y discretamente lo sigo para encontrar un cuarto. El abre la puerta y deja unos productos de limpieza y se aleja mientras que la puerta inicia su cierre lentamente. Yo pongo mi pie de inmediato y la bloqueo. Miro alrededor y me meto con Anastasia.

_ ¿Por qué estamos aquí? Pregunta Anastasia en un susurro.

_ ¡Sabes por qué! Le digo. Y pongo mis manos sobre ella por todo su cuerpo, y cubro su boca con la mía. ¡Me vuelves loco! ¡Me pones celoso! Le digo a través de mis dientes con besos exigente.

_ Yo  no  quería… susurra en mi boca.

_ Demasiado tarde para eso. Voy a follarte aquí y ahora, y no tenemos mucho tiempo. ¡Tengo que mostrarle que usted me pertenece  señora Grey!  Le digo.

_ ¡Oh! Susurra.

_ Esto va a ser rápido, nena. Date la vuelta, le digo y aseguro la puerta para que permanezca bloqueada. Le levanto la falda, y busco con mi dedo su sexo apartando a un lado sus bragas. Lo encuentro húmedo y comienzo a despertarla. Sumerjo mi dedo índice y con el pulgar froto su clítoris, ella gime y me da unas palmadas en el culo.

_ ¡Silencio ahora! Estamos en un lugar público, me quejo. Inclínate nena y agárrate de ese estante. Ella obedece rápidamente jadeando.  

Bajo mi cremallera para que mi polla salte libre y me coloco detrás de ella en todo su centro. Ella jadea y guío sus caderas hacia mi polla dura entrando y saliendo varias veces hasta que entro hasta la empuñadura.  Ver sus nalgas pegadas en mi vientre me sube la libido hasta su punto máximo. Salgo y entro de golpe de nuevo varias veces, localizando su punto dulce. Froto con la punta de mi polla y tiro hacia atrás para entrar rápido otra vez. Sus nalgas haciendo una danza frente de mí. Ella empuja sus caderas gimiendo para satisfacernos. Cuando siento el agarre de costumbre que viene antes de su orgasmo, aumento la velocidad para alcanzar los dos nuestro punto máximo. Las oleadas de éxtasis corren a través de nosotros ella empuja su culo para sentirme completo y yo me corro dentro de ella a borbotones. Cuando lo temblores de nuestros cuerpos cesan me salgo de ella y localizo un rollo de papel sanitario y me encargo de limpiarnos. Subo mi cremallera y la pongo derecha.
  
Aún saciado con nuestros orgasmos, Anastasia se aferra a mí cuando estoy acomodando su ropa interior y poniendo su falda en su lugar. Le pongo la espalda en la pared y la beso con posesión. Mi lengua lanzándose en su boca, chupando y mordiendo.  

_ ¡Eres mía! ¡No lo olvides!

_ Sí, tuya, dice con voz entrecortada.  Debería darte celos con más frecuencia marido. Me encantó la follada en este armario. Hace calor y fue duro y apasionado, murmura.

_ ¡Cuidado! No empujes mis límites, le digo con mis ojos oscureciéndose. Oigo a alguien colocando una llave en el ojo de la cerradura tratando de abrir la puerta del armario. Abro la puerta de golpe y tirando a Anastasia de la mano, nos alejamos. Una señora de mediana edad en uniforme se queda con la llave en el aire mirándonos mientras nos alejamos para encontrarnos con Taylor.  

Una mujer joven elegantemente vestida con cabello oscuro en cola de caballo viene a saludarnos. Ella es una morena y la cara de mi esposa cambia con una pizca de celos. Los ojos de la joven se ensanchan cuando me ve, y nerviosamente se mete el pelo detrás de las orejas, y parpadea un centenar de veces, antes de que pueda abrir la boca y saludarnos. Anastasia voltea los ojos, a pesar de que no la estoy viendo sé que lo está haciendo, yo siempre sé cuando ella voltea los ojos. Esta situación me contenta. Quiero que el mundo de Ana comience y termine conmigo y su posesividad me hace sentir… eufórico.  Quiero que declare su territorio. Supongo que me gustaría que ella muestre su lado felino. Sé que solo soy una cara bonita, pero yo quiero que ella me desee tanto como yo a ella. ¿Es mucho pedirle a la esposa de uno?

Anastasia envuelve su brazo alrededor de mi cintura y mete la mano en mi bolsillo trasero apretando mi nalga con fuerza.  Le doy la bienvenida a su reacción y solo sonrío. La miro oscuramente.

_ Bienvenido al Museo Británico  Sr. Grey, dice ella, y me estrecha la mano y se aferra a ella un poco más.

_ ¡Yo soy la señora Grey! dice Anastasia y ladea sus cejas hacia ella, extendiendo su mano. La guía cuyo nombre todavía no sabemos a regañadientes suelta mi mano y se vuelve hacia Anastasia.

_ Bienvenida señora Grey. Soy Martha Davis. Seré su guía hoy, ella dice y comienza su charla.

_ El Museo Británico cuenta con más de 13 millones de obras y tiene un buen número de secciones en los que podría pasar muchos días para observarlo por completo. ¿Qué desea ver primero Sr. Grey? Me pregunta directamente.  

_ ¡Mi marido y yo deseamos  ver la sección egipcia, señorita Davis! Anastasia dice bruscamente y un fantasma de sonrisa se arrastra sobre mis labios.

_ Sí, por supuesto, señora, responde ella. Ella nos dirige a la sección del Antiguo Egipto o como ella lo llama, la Sección de Egiptología.







Nos muestra varias estatuas de diferentes dinastías y diferentes obras, de vez en cuando me mira fijamente. Finalmente estamos en la sección donde se exponen las momias, y miramos las momias de diferentes dinastías y períodos de Egipto. Las habitaciones ahora están bien organizadas. Vine aquí con mis padres en 1998 y en aquel entonces las habitaciones estaban repletas y desgastadas y llena de ataúdes egipcios. Las etiquetas explicativas eran escasas, la iluminación era pobre y las multitudes eran abrumadoras. Pero ahora, que lo veo de nuevo, está organizado, y con todas las explicaciones en su lugar, cada obra está bien iluminada. Ahora es digno de ver.

_ El antiguo egipcio enterraba a sus muertos en pequeños hoyos en el desierto. Por supuesto, el calor del desierto y el aire seco de la arena deshidrataba los cuerpos de forma rápida, y luego se momificaron de forma natural, dice señalando a una momia que se muestra en posición fetal.


_ Cada una de las momias de nuestro Museo Británico estuvo una vez con vida, respiraban en su vida cotidiana. Conozcan a  Nesperennub...  dice señalando un ataúd de una momia que  no ha  sido abierto por más de 100 años. Él vivió hace casi tres mil años en Tebas... ella comienza explicando.

Cuando ella está a punto de terminar con la sección egipcia, Anastasia recuerda algo y habla.

 _ ¿Podemos ver la piedra de Rosetta antes de irnos? Pregunta.

_ Sí, señora, responde la señorita Davis. Está también en la sección egipcia. Por aquí por favor, y nos lleva con un comportamiento profesional.

_ La piedra Rosetta es uno de los objetos más famosos del Museo Británico. La piedra en sí es una parte rota de una gran losa de piedra. Hay un mensaje tallado en ella escrito en tres tipos de secuencias de comandos. Lo más importante de ese escrito, es que ayudó a los egiptólogos a descifrar los jeroglíficos. La piedra es un decreto oficial del rey Ptolomeo V. Él tenía sólo 13 años de edad. El mensaje simplemente dice que los sacerdotes de un templo en Memphis deben apoyar al rey. Ese mensaje simple inscrito en jeroglíficos egipcios antiguos, en escritura demótica y en griego fue la clave para entender los jeroglíficos.

Al final de la gira de Egipto, le recuerdo a Anastasia que tenemos que volver al hotel ya que tengo planes para esta noche. Taylor y los de seguridad nos llevan de vuelta al hotel. Geoffrey nos recibe en la puerta.

_ Lo que pidió ha llegado señor. El esmoquin y el vestido están en su armario. ¿Hay algo más que desee señor?  Pregunta cortésmente.

_ No Geoffrey, gracias, le respondo, y Anastasia me mira con curiosidad.

_ ¿Vestido y esmoquin?

_ Para cenar y vamos a la ópera.

_ ¿Cuándo los pediste?

_ Antes de venir, en Harrods, contesto.

_ Vamos, una ducha rápida, y a ponernos en marcha.

Una vez que nos duchamos, Anastasia se seca el pelo y se hace un moño a la perfección. Se pone sus bragas y un bustier. Se ve impresionante. No puedo mantener mi mirada en ella, porque si no…

_ ¿Me está comiendo con los ojos, señor Grey? Pregunta.

_ Sí, señora Grey. Necesito que te pongas algo para mí, le digo.

_ ¿Qué? Pregunta.

_ Esto, le digo y le muestro nuestro juguete favorito. Ella sonríe.  

_ ¿Para el Royal Opera House? ¡Sr. Grey, eres un vicioso! Ella se ve sorprendida.

_ Sra. Grey usted es la otra mitad.

Una vez que nuestro juguete favorito esta insertado de manera segura dentro de mi esposa, ella se pone su vestido plateado que escogí específicamente para esta ocasión. Es un vestido hecho a mano sin tirantes con una abertura en la parte derecha que comienza desde su muslo. ¿El precio? £ 14,000 y vale cada penique, porque le queda espectacular. Le doy dos pendientes de lágrimas que enfatizan su largo cuello. Ella va maquillada naturalmente y tiene guantes largos. ¡Simplemente se ve impresionante! Definitivamente soy un hijo de puta con suerte.

Estoy listo, vestido con mi esmoquin negro,  pajarita y camisa blanca.

Taylor y la seguridad británica nos llevan.

_ ¿Dónde vamos a cenar? Me pregunta Anastasia con curiosidad.

_ En la ópera.

_ ¿La Opera?

_ Sí, le digo y acaricio con mi pulgar los nudillos de sus dedos, dándole escalofríos.  Iba a reservar en un comedor privado en el Salón Paul Hamlyn, pero no es lo suficientemente acogedor para nosotros. 

_ ¿No es lo suficientemente acogedor? Me pregunta enganchando su aliento. 

_ No. Así que Taylor nos reservó un comedor privado en los Jardines Covent.

_ Oh, ella dice con una voz entrecortada. ¿Entonces? Ella sondea después de soltar la respiración.

_ Entonces vamos a nuestro palco privado en la ópera,  señora Grey, le digo sonriendo.

_ ¿Qué vamos a ver esta noche?

_ Le Nozze di Figaro, le respondo.

_ ¿Las bodas de Fígaro? Pregunta.
_ El mismo, le respondo con ojos oscuros.

A lo largo de la cena me aseguro de no tocar a Anastasia, y ella está sufriendo por una conexión. Una vez que nos traen la comida en nuestra habitación privada, le digo: No quiero que toques tu comida.

_ ¿Qué? Pregunta con curiosidad.

_ Te voy a alimentar señora Grey, me quejo sin romper mi mirada. Ella se mueve en su asiento, excitada, tratando de buscar una posición cómoda para que las bolas bailen dentro de ella. Ella ahoga un grito de asombro, mirando las espaldas de los jefes de seguridad.

Esta noche será una noche que nunca olvidará.



* El cuento del Río

Veinte puentes de la torre de Kew
Querían saber lo que el río sabía,
Veinte puentes o veintidós años,
porque ellos eran jóvenes, y el Támesis era viejo
y este es el cuento que el río les dijo:

Yo hago mi recorrido en la Ciudad de Londres, 
Cinco horas  y hasta siete bajando. 
Llego hasta el extremo de la ciudad que se llama Teddington.
Abajo llego con el barro en mis manos
y el yeso por encima de las Arenas Maplin. 
Pero tendrían que saber que estas aguas  
una vez fueron una rama del río Rin, 
desde cientos de kilómetros hacia el Este cuando 
Inglaterra se unió al continente. 

Me acuerdo de los pájaros lagartos con alas de murciélagos, 
de La Edad de Hielo y del rebaño de mamut y de los Tigres gigantes
que acechaban abajo a través del parque de Regent en Camden Town. 
Y me acuerdo como si fuera ayer el primer Cockney que vino hacia mí, 
cuando caminó a través del bosque que bordeaba el Strand, 
con pintura en su cara y una lanza en su mano. 
Él era la muerte de la pluma, de la aleta y de la piel. 
Él atrapó mis castores en Westminster. 
Él marcó mi salmón, cazaba mis venados, 
Él mató a mi garza de Lambeth Pier. 
Él luchó con su prójimo con hachas y espadas, hierro y bronce, en mis lados superiores, cuando bien abajo en Greenwich, los barcos de guerra del Mar del Norte, que brillaban como libélulas, llenos de esclavos robaban el estaño.
Y el Escandinavo y el Griego, el Negro y el Galia bebían con los británicos en el Barking Creek y la vida era alegre, y el mundo era nuevo. Y yo tenía una milla de ancho en Kew. Pero el romano vino con mano dura y acortó mi paso y gobernó la tierra y los daneses hicieron estallar mi orilla. ¡Y es ahí en donde comienzan los libros de historia!