Capítulo XVII
Rendición total
Traducido y editado por María Teresa Camp Gozalbo
La lujuria es a las
otras pasiones lo que el fluido nervioso es a la vida; los apoya a todos, le da
fuerza a todos la ambición, la crueldad, la avaricia, la venganza, todos se
basan en la lujuria.
Marqués de Sade
— Espérame con Taylor y Sawyer, nena, —digo
permitiéndole salir del consultorio de Flynn. Le doy una sonrisa de confianza.
Una vez que se ha ido, cierro la puerta tras ella. La sonrisa se borra de mi
rostro. Mis ojos arden con determinación, como trozos de vidrio helado—. ¿Qué
pasa, John?
— Quiero que vigiles a Anastasia. Sus
emociones parecen frágiles. Ha tenido una plaga de eventos intensos últimamente
y debe estar al límite. Conocerte, introducirse a tu estilo de vida, casarse,
embarazarse, el accidente de su padre, ser secuestrada, cerca de la muerte y
ahora los paparazzi acosándola…
— ¿Estás tratando de decir que soy
demasiado para ella, que soy la causa de los problemas que asolan a mi mujer?
— No Christian, La vida sucede. Yendo
por lo que me has dicho sobre Ana, si no te hubiera conocido, podría haber sido
violada por su amigo, el señor Rodríguez, estando embriagada. Podría haber conseguido el
trabajo en SIP, y podría haber sido abusada por su antiguo jefe y sin un
protector, podría haber sido atrapada sin saber como tratar con él. Todavía
peor, podría haber sido como una de las otras asistentes, que terminaron en un
video sórdido. Su padre igual hubiera tenido el accidente y ella podría o no
conseguirle el mejor tratamiento. Esas cosas todavía habrían podido suceder con
resultados indeseables. Y el embarazo, el sexo sin protección conduce al
embarazo. Podría haber quedado embarazada ya sea por el señor Rodríguez o por
el abuso de su jefe. Todo embarazo viene de tener sexo sin protección, como
puedes atestiguar, aún con protección puede resultar en embarazo, —dice y la
ira me cae encima como ducha caliente, agua hirviente, llevándome al borde del
no control. Todo lo que ha dicho es verdad. La idea de que mi esposa haya sido
víctima de numerosos infortunios o ataques de gente cerca de ella, me enoja
hasta el infinito.
— Lo que estoy diciendo es que todos
esos eventos aun podrían haber sucedido; y sin la ayuda de alguien como tú, que
le puede enseñar como hacerse cargo de su vida o sin tu protección, pudo haber
salido ilesa, pero eso no es lo ideal dadas las circunstancias. Estás en
posición de hacer eso sin abrumarla. Anastasia es una mujer muy fuerte. Una de
las mujeres más fuertes que conozco, pero el embarazo, especialmente el primero,
puede abrumar física y emocionalmente a una mujer. Algunas hormonas se
desarrollan durante el embarazo y algunas van a tener altos niveles que harán
que su humor cambie, depresión, disturbios del sueño, cambio en los hábiros
alimenticios, incapacidad para concentrarse, las molestias mañaneras y toda una
lista de otras cosas. Necesito que le des sentido del control…
— No puedo relajar la seguridad si eso
es lo que estás proponiendo dados los acosos de los paparazzi y los reporteros
a los que ha estado expuesta.
— No te estoy pidiendo que te deshagas
de las medidas de seguridad que has impuesto por su seguridad. Pero cada uno de
nosotros quiere estar a cargo de la mayoría de los aspectos de nuestras vidas.
Aunque sea una ilusión de control que ella escoja, dáselo, para ayudar a
disminuir sus miedos.
Bruscamente, sin palabras. Tengo
algunas ideas. Le enseñare a estar en control, al menos de su propio cuerpo y
mente.
— ¿Algo más? —Pregunto.
— Sí. Leila ha estado llamando. Quiere
venir al oeste a visitar a un par de sus amigas durante el descanso del día de
Accion de Gracias. Dijo que tendría días libres en la escuela. Quiere saber si
está bien para ti venir de esa manera.
— ¡Absolutamente no! ¡Eso es todo lo
que necesito después de todos esos paparazzi de mierda! Si aun así trata de
acercarse a la oficina de Ana o en alguna parte fuera, ¿sabes lo que podría
hacerle? ¡O que los paparazzi conocieran a una ex! Pueden incluso hacerlo ver
como tirarme a una vieja relación porque mi mujer está embarazada.
— Christian, nadie sabe que tienes ex. Por
lo que respecta a cualquiera, fuiste un soltero confirmado. Aun cuando Leila se
acercara a Ana, podrían asumir que es una amiga de ella.
— No es porobable, John. No puedo tomar
el riesgo. Le di un ultimatum, y no me estoy desdiciendo. Un pie al oeste del
Mississippi y toda la ayuda es cortada. ¡Nada! ¡Cerrada! ¡Nada! Lo digo en
serio. Nadie, nada, nunca arriesgaré a Anastasia, nunca otra vez.
— Bien. Le daré esa información.
— ¿Cómo va su progreso? ¿Has hablado
con su doctor?
— La escuela le está dando sentido de
normalidad, una rutina. Está cerca de sus padres y por lo que he oído, son
amorosos, padres preocupados. Su doctor dice que su progreso está en la mira.
Pedí sus reportes después de su petición. Todavía está enamorada de ti, y le
dije que no le recomendaba que estuviera cerca de ti o ponerse en contacto
contigo. Esto ocasionaría que diera tres pasos atrás en su progreso y que
necesita ir hacia delante. Posiblemente todavía no esté preparada para conocer
a alguien. Todavía tiene mucho que sanar desde su pérdida. Pienso que si se
acerca a ti o se pone en contacto contigo, puede que eso la hiciera retroceder.
No queremos que traslade las emociones de su pena a sentimientos por ti, que
decididamente no la ayudarían a sanar y seguir adelante. Pero si solamente
intenta visitar a sus amigos, no le veo el problema.
— John, te lo dije, no puedo
arriesgarme. Nunca estará cerca de mi esposa aunque la tenga que forzar a
permanecer al otro lado del país. ¡No he olvidado el revólver con el que apuntó
a mi esposa! No he olvidado la manera en que asustó a la señora Jones
abriéndose las venas. ¡No he olvidado el susto que le dio a Anastasia yendo a
su trabajo, y deliberadamente ignoró mis órdenes de no hablar con ella! ¡No!
Conozco a mi esposa. No escuchará. Y también sé que Leila puede ser muy malvada
y manipuladora aunque sea por el hecho de estar enamorada de mí. Así que, mi
respuesta es un rotundo NO. ¡No debe dar ni medio paso fuera del Mississippi!
Si llego a saber algo por mi equipo de seguridad o de alguien, ¡la ayuda
DESAPARECE! ¡Definitivamente! Viste a mi esposa. Me acabas de decir el estado
vulnerable en el que está. ¿Crees que permitiré que alguien la ponga peor?
— Es tu decisión, Christian. Le daré la
información y le diré que se quede en la costa este.
— Gracias.
— Recuerda traer pronto a Anastasia.
Quiero saber si sus pesadillas aumentan. Te necesita, Christian.
— Lo sé. Haré todo lo que esté a mi
alcance para mantenerla a salvo.
— Eso es suficiente. Necesitas darle
las herramientas para que pueda hacerlo por sí misma. Cuando tienes hijos, no
caminas por ellos, no comes por ellos, ni tampoco aprendes por ellos. Sin
embargo, puedes enseñarles y darles las herramientas para incrementar sus
habilidades. Todo lo que tienes que hacer es enseñar a Anastasia como lidiar
con los medios por largo tiempo y darle las herramientas para tratar con ellos.
Te sorprenderá. Es una mujer asombrosa, —dice el doctor Flynn.
— Eso es ella. Es asombrosa. Su fuerza
me quita el aliento. Gracias John, —respondo.
— Entonces te veo la próxima semana, si
tienes tiempo, —dice extendiendo la mano que gustosamente aprieto.
* * * * *
El
camino a casa es en silencio. Ambos estamos perdidos en nuestros pensamientos.
Estoy determinado, más que nunca, a enseñarle como estar a cargo de los jodidos
acosadores que la rodean. Taylor nos deja frente a los elevadores. Sawyer sube
en el elevador con nosotros. Sostengo la mano de Anastasia firmemente para
asegurarle que nunca la dejaré, o permitiré que alguien más me la arrebate.
Cuando suena el ding del elevador, las puertas se abren, salimos al vestíbulo
de nuestro apartamento. Despido a Sawyer y volteo hacia mi mujer atrapándola
con la mirada y mi cuerpo.
— ¿Estás cansada o no te sientes bien?
—Pregunto.
— No, tomé una larga siesta,
¿recuerdas? —Contesta sonriendo expectante.
— Bien. Quiero que vayas al cuarto de
juegos, nena. Y quiero que te arrodilles junto a la puerta con solamente tus
bragas, —murmuro lascivamente. Sus ojos se iluminan, su respiración se
detiene—. No me estás tomando el pelo como más temprano, ¿verdad? —Pregunta
suspicazmente.
— No. Sin juegos. Bien, de cualquier
manera, no hasta que estemos en el cuarto de juegos.
— ¿Vamos a continuar con las lecciones?
—Pregunta esperanzada.
— Puede ser. Depende que estés lista
para el reto, —digo casualmente—. ¿Estás lista para un reto señora Grey? ¿Crees
que puedes manejarlo?
— Creo haber probado esta tarde que
podría manejar cualquier reto que me quieras lanzar, señor Grey, —responde.
— Sí, lo que tengo en mente es algo que
nunca has probado. Vamos a hacer juegos anales… Eso es si crees poder
aguantarlo. Te lo dije antes, nena. Voy a reclamar tu delicioso trasero y esta
noche es la noche, —murmuro lamiendo el lóbulo de su oreja. Cierra los ojos de
puro placer.
— Sí… señor, —escapa de sus labios.
— Buena chica, —digo jalando su
exuberante boca hacia la mía. Cada terminación nerviosa de mi cuerpo está
alerta. Cuando jalo su hermoso cuerpo, sus pechos, todavía creciendo por el
embarazo, me presionan. Haciendo una ojeada a su mente y sabiendo cuán
profundamente me ama, me afecta totalmente. Apenas controlando mis manos
temblorosas, aún así la acerco más a mí, inmovilizándola—. Quiero que me beses,
—ordeno. Podría besarla por días, pero quiero que tome la iniciativa. Qué me
demuestre la profundidad de su deseo por mí; que tome de mí lo que necesita en
este momento, porque va a ceder esa libertad moméntaneamente. Primero muerde su
labio inferior, luego deposita delicados besos sobre mis párpados, haciéndome
gemir. La fiebre de su tacto calienta mi sangre, y me hace arder. Sus besos
como plumas suaves continúan hacia mi mejilla, la línea de mi mandíbula y las
comisuras de mis labios.
— ¿Tienes alguna idea, a través de lo
que atravesé en la última hora cuando supe la porfundidad de tus miedos?
—Murmuro agónicamente, cerrando los ojos. Anastasia lame la esquina de mi boca.
— Posiblemente entiendes como me siento
sabiendo tu miedo a perderme, Christian, —dice recorriendo su lengua por mis
labios.
— No me gustó. Conozco mis miedos. No
podría soportar que tuvieras tormentos similares.
— ¿No quieres que comparta mis miedos
contigo? —Pregunta mientras muerde mi garganta. Gimo. Mi erección se sacude
entre sus piernas.
— No juegues conmigo, Ana. Sabes que
quiero que me digas todo. ¡Ansío saber todo lo que pasa por tu hermosa cabeza!
Quiero saber tus necesidades, aspiraciones, miedos y deseos. Quiero conocerlos
completamente y quiero poseerte a ti de igual manera, aunque eres mi esposa, y
solo mía, quiero arruinarte para cualquier otro hombre que ponga los ojos en
ti. Sé que esto no es lo que al buen doctor le gusta oír. Posiblemente tampoco
tú lo quieres oír… —Digo mientras su lengua se arrastra por mi garganta—. Pero
soy un hombre poseído por su esposa, enamorado completamente de ella, ¿no es
justo que me correponda? —Sus labios siguen jugueteando. Gimo, y corto sus
atenciones con un beso duro que correponde con igual ardor. Su cuerpo suave y
ardiente, encaja con el mío como un guante. Mi lengua gira ávida y urgentemente
en su boca. Sus manos se dirigen a mi cabello, retorciéndolo y jalándolo.
Levanto su cuerpo y le inclino la cabeza para besarla mejor, acariciando su
labio inferior, agarrándolo entre mis dientes, chupándolo y mordiéndolo. Luego
lo lamo con suavidad para calmar la mordida. Para cuando rompemos el beso,
estamos consumidos uno en el otro, ajenos a nuestro entorno. Noto que Taylor se
aleja sigilosamente del vestíbulo y se retira a su oficina. Anastasia ni
siquiera nota su presencia—. Arriesgaría todo por ti. Te amo, Anastasia Grey.
¿Estás lista para el reto que tengo en mente para ti?
— ¿Nada que sea traspasar mis límites
infranqueables?
— ¡Por supuesto que no! Ana, esto no se
trata de romperte o de desconocer tus límites. Pero quiero explorar tus límites
y enseñarte el control sobre tu cuerpo y tu mente. La lección continúa… ¿Te
gustó la lección anterior?
— ¡Sí! —Respira.
— Sí, ¿qué? —La castigo con una
nalgada.
— ¡Sí, señor!
— Ahora ve al cuarto de juegos.
Y deja el vestíbulo con emoción.
* * * * *
Cuando entro al cuarto de juegos,
Anastasia está arrodillada junto a la puerta. Su cabello castaño cae en una
gruesa cascada sobre sus llenos y brillantes pechos, creando una imagen celestial.
Su cabeza está inclinada hacia abajo. Sus dedos sobre sus rodillas. No le
hablo. Camino al lado la pared hacia el gabinete donde tengo las cuerdas de
suspensión guardadas. No quiero suspender a Anastasia, pero quiero amarrarla,
hacer que se sienta completamente desamparada, no solamente que me rinda su
cuerpo, sino que aprenda a tomar posesión de su propia mente, y por
consecuencia de su cuerpo, controlando ambos. Todavía estoy estremecido por
haberme ocultado sus pesadillas. Necesito que se rinda a mí voluntariamente. Deseo
que ella completa, absolutamente confíe en mí, en cuerpo y mente, dejando ir
sus temores y preocupaciones, confiar en mí para permitir que me haga cargo de los problemas que la preocupan,
puedo protegerla, hacer que los problemas desaparezcan para que finalmente
pueda respirar y relajarse tranquilamente.
Desbloqueo
el estrecho gabinete. Hay un surtido de cuerdas organizadas e inocentemente
colgadas. Elijo la cuerda de nailon roja de seis milímetros. Es buena para principiantes,
no irrita, se puede aflojar cuando es utilizada por períodos más largos, o
mientras la persona se mueve. Quiero que entienda lo que significa rendirse
totalmente, perder todos los sentidos excepto el tacto y el olfato, y aunque
perdiera todos los sentidos estaría abriendo la puerta a todo un conjunto de
nuevos sentidos. Técnicamente, Anastasia es una virgen anal. Aunque haya usado
el tapón anal y el meñique, no cuentan. Quiero reclamar totalmento su culo esta
noche, y darle una importante lección de control y rendición.
Enseguida
conecto el iPod al estéreo. Fijo la canción que quiero usar en la escena, y
meto el control en mi bolsillo trasero. Después tomo los auriculares con la
antena para recibir la música del estéreo en mi mano, voy a la gaveta anal. De
la gaveta, tomo los dos juguetes que me gustaría usar. Satisfecho con los
escogidos, cierro el cajón. Luego tomo otros tres juguetes, y agarro la botella
de aceite perfumado. Y ahora los juguetes que quiero para la escena, están
completos. Los llevo a la mesa, y los alineo con cuidado. Le echo un rápido
vistazo a Anastasia. Está esperando pacientemente, pero creo que sus piernas
deben estar entumecidas de estar sentada sobre sus piernas. Trata de cambiar de
postura discretamente. Su respiración parece haberse acelerado por su creciente
expectativa. Lentamente me acerco a ella. Puedo ver que su mirada se dirige a
mis pies descalzos. Se está bebiendo la vista de ellos.
— Puedes mirarme Anastasia, —ordeno.
Lentamente sus ojos se deslizan por mis piernas hasta la pretina de los jeans
con el único botón desabrochado, después siguiendo por mi torso desnudo. Se
detienen en mis abdominales y luego sobre mi pecho, los labios y después se detienen
en mis ojos. Se ve expectante. Sus labios se abren con repentino deseo, y una
ligera expiración sale por ellos. Le extiendo la mano—. ¿Tienes idea de lo deliciosa
que te ves señora Grey? —Le pregunto, solo a un aliento de su oreja. Sus
pezones se fruncen como si una brisa fría corriera sobre ellos. Están tensos y
ansiosos por mi tacto. Sacude la cabeza, incapaz de decir palabra alguna—. Date
vuelta —ordeno.
— Sí… dice primero, pero inmediatamente
se corrije—, sí, señor. —Oculto una sonrisa. Separo su cabello en tres partes y
rápidamente lo trenzo y lo ato al final. Dándole un buen tirón, le jalo la
cabeza hacia atrás y la beso con suaves aterciopeladas lamidas, profundamente
en su boca. Anastasia gime en mi boca.
— Ahora silencio, —murmuro mientras
acuno sus pechos, amasándolos—. ¿Sabes que he planeado para ti esta noche?
—Digo.
— No señor.
— Vamos a probar algo nuevo que no
hemos hecho antes. Vamos a jugar con cuerdas y voy a reclamar tu culo
completamente. —Explico.
— ¿Va a doler, señor?
— Te he atado antes, y has sido
esposada, y has estado inmovilizada efectivamente en numerosas ocasiones. Esta
es una forma diferente de sujetarte, pero es extremadamente sensual—. Requiero
tu total… —Camino alrededor de su cara—, completa… —Acaricio su cara—, confianza.
—Susurro—. Confiar en que probaré tus
límites mientras te acaricio, y llevarte a los picos de placer que no sabes que
existen, —murmuro—. Será intenso. Voy a impedir que uses el sentido del oído.
Te taparé los ojos. Empujaré tus límites cada vez, y aprenderás a dominar tu
cuerpo. Aprender a sentir sin depender de tus ojos y tus oídos. ¿Estás lista
Anastasia? —Pregunto.
Asiente con la cabeza, aturdida. Le doy
una nalgada fuerte. Grita—. Sí señor, murmura.
Sostengo la cuerda roja de nailon
frente a ella—. Tócala, —digo. Levanta la mano para acariciar la cuerda de sesenta
centímetros de largo—. Tengo otra de tres metros que voy a utilizar en tus
piernas.
— ¿No es suficiente con esto?
— No nena, no lo es. Voy a usar esto en
poco tiempo, desde aquí, —recorro con los dedos índices en dirección opuesta de
sus hombros—, …hasta aquí. —Digo tocando su sexo. Cierra los ojos, inhalando
bruscamente—. Voy a usar esta cuerda para envolverla alrededor de tu torso. Se
llama ‘karada’ en japonés. Es muy fácil de atar. Es el arnés de
cuerda básico. Me llevará unos quince minutos atarte. Pero primero, vamos a
deshacernos de esto, —digo corriendo la mano sobre sus bragas de encaje.
Me
arrodillo frente a ella y lentamente bajo sus bragas sensualmente, dándole un
sentido sensorial. Cuando sus bragas están alrededor de sus tobillos, le
permito salir de ellas. Entonces, con lentitud recorro sus piernas hacia
arriba. Al alcanzar la unión de sus muslos, inhalo profundamente su esencia
mientras sostengo sus nalgas con las manos. Un estremeciento involuntario la
recorre. Entierro la lengua entre los pliegues de su floreciente sexo, probando
sus fluidos. Cerrando los labios sobre su clítoris, sorbo. Fuerte. Gime con un
profundo sonido mientras se agarra a mis hombros para apoyarse. Mi lengua gira
y la saborea. Finalmente salgo, dejándola queriendo más. Y abruptamente me
pongo de pie para tomar su cara entre mis manos, y dejarle probar el sabor de
su excitación al mismo tiempo que la beso. Acercando su cuerpo al mío, lo
recorro con mi erección dentro de los vaqueros.
Cuando
la dejo ir, vuelvo a levantar la cuerda de nuevo. Completamente sin aliento,
mira la cuerda—. ¿Quince
minutos señor?
— Sí. Normalmente me tomaría alrededor
de siete minutos, pero quiero disfrutar el proceso, y quiero que tú lo
disfrutes. Esto es completamente nuevo para ti. ¿Estás lista Anastasia?
—Pregunto una vez más.
— Sí señor, —dice parpadeando.
Encuentro la mitad de la cuerda que envuelvo alrededor de su
cuello por la espalda. Entonces llevo los extremos de la cuerda de uno a otro
tres veces, que usaré para crear tres diamantes para lograr el arnés. Después
llevo los dos extremos de la cuerda entre sus piernas mientras froto su sexo en
el proceso y después hacia arriba y aparte
en el otro extremo de la espalda. Envuelvo cada extremo de la cuerdo alrededor
de sus caderas y después a través de la torsión más baja en el frente. Pero, me
aseguro de no tirar fuerte porque mientras me dirijo hacia arriba, se pondrá
más tensa. Hago lo mismo en la parte delantera una vez más.
— ¿Estás cómoda? —Pregunto mientras me
ve trabajar expertamente con la cuerda. Puedo ver la curiosidad en sus ojos, y
los celos no manifestados porque he hecho eso a otras mujeres. He ansiado
hacérselo a ella. Me encanta el juego con cuerdas pero nunca lo he disfrutado
tanto como ahora.
— Sí señor. Está estimulando mi clítoris
mientras estás haciendo los nudos hasta aquí, —señala con la cabeza.
— Voy a poner los extremos de la cuerda
detrás de ti, y luego de regreso a tu frente, para atarlos ahí, —digo apuntando
bajo sus brazos.
— Sí señor, —responde con entusiasmo.
La cuerda envuelve arriba y debajo de sus pechos enfatizando sus montículos
crecientes. No puedo evitar pasar mis manos sobre ellos, y asegurarme que las
cuerdas también la acarician. Cada toque le provoca una fuerte inhalación,
haciéndola cerrar los ojos para saborear la sensación.
— ¡Te ves simplemente sensacional,
nena! —Digo admirando mi trabajo. Paso la cuerda alrededor de su frente, y a
través del giro de más arriba, y luego de vuelta hacia atrás otra vez. Y en su
espalda solo envueldo las terminaciones de la cuerda alrededor de donde se
enrolla en su parte posterior. Me encanta esta técnica porque la red que he
creado es sumamente útil para hacer asas para agarrar, retorcer y jalar.
— No me estoy restringiendo, señor. Es
como un atuendo muy sexy y revelador. ¿Cuál es la función de la cuerda?
Sonrío sin responder. Lo sabrá muy
pronto. Mi única respuesta es jalando de ella del tejido debajo de sus pechos,
y sellando mis labios sobre los de ella en un beso fuerte y exigente. Después
de soltarla—, Anastasia, quiero que vayas a la pared y tráeme la fusta de
montar, —ordeno. Me mira confundida—. ¡Ahora! —Ordeno.
— Sí señor, —responde y va a la pared
más lejana para tomar la fusta de montar. Mientras se mueve, siente la cuerda
moverse contra las partes sensitivas de su cuerpo, estimulando su sexo, creando
movimiento contra el interior de sus muslos y nalgas, despertando los nervios
enterrados bajo la capa de grasa. Los efectos son aún más estimulantes después
de las nalgadas. Regresa con la fusta, y me la entrega; ya está enrojecida por
los estímulos.
— Ahora arrodíllate en la cama, —ordeno
y sube a la cama de cuatro postes, arrodillándose—. Voy a atarte las piernas
que estarán completamente inmovilizadas no pudiendo doblarlas y te forzarán a
permanecer de rodillas, nena, —susurro. Tomo un nuevo pedazo de cuerda, la ato
a la karada
y la llevo a sus piernas. Pasándola bajo sus piernas y alrededor de
ellas—. Esto va a ser muy restrictivo nena. Pero quiero que te rindas a mí. Te
enseñaré como experimentar… completar tu experiencias y prolongar tu placer.
Esto solamente se adquiere con un gran control. ¿Entiendes Anastasia?
Menea la cabeza. Le doy una nalgada—.
Sí señor, —responde.
— Te ves como una diosa, nena. ¡Estoy
completamente excitado, por esta vista tuya! —Digo con asombro—. Voy a ir
eliminando tus sentidos uno por uno para que te concentres solamente en las
sensaciones, reconociendo las señales de mi cuerpo. El último sentido que perderás
es el del oído. Ahora te voy a tapar los ojos —susurro cerca de su oreja,
mordiéndole el lóbulo—. Tomo la venda y cubro sus ojos. Una vez que está
vendada—, la boca nena. —ordeno y obedece inmediatamente—. Voy a poner estas
cosas en tu boca para lubricarlas.
— ¿Qué son, señor? —Pregunta.
— Perlas anales, —contesto mientras
acepta los tamaños graduales de las perlas de silicón en el calor húmedo de su
boca.
— Ahora, dame la mano, —ordeno.
Extiende la mano. Pongo las pinzas para pezones en sus palmas, haciéndola
sentirlas—. Estas son ajustables. Se pueden graduar, —le digo—. No voy a
ponerlas muy apretadas, pero lo suficiente para empujar tus límites
sensoriales. —Exhala a través de las perlas en su boca y cabecea. Me inclino y
capturo un pezón con mi boca ansiosa y lo chupo fuertemente. Luego tomo el otro
entre las yemas de mis dedos, rodándolo. Pellizco sus pezones dolorosamente apretados
haciendo que un gemido escape de sus labios. Arquea la espalda, empujando su
pecho más profundamente dentro de mi boca. Juego con su pezón, mordiéndolo y
luego chupándolo con jalones fuertes. Anastasia gime, completamente seducida
por mi deseo por ella. Tomo su otro pezón en mi boca, y chupo mientras le pongo
la pinza en el otro pezón, mientras ella todavía está bajo el influjo de mi
lengua. Finalmente ponga la otra pinza en el otro pezón que está erecto y
apretado, rogando por más atención de mi boca. Jalo la cadena que conecta ambas
pinzas una vez que los dos pezones están asegurados con ellas.
Me levanto y enciendo el iPod donde
cuarenta voces celestiales se van incrementando una sobre otra en el Spem in
Allium de Thomas Tallis. Anastasia levanta la cabeza cuando oye el sonido.
Spem in Allium – Thomas Tallis
Ocultando una sonrisa, vierto el aceite
aromático en mis palmas y comienzo a extenderlo alrededor de sus nalgas y ano.
Jalo las asas que hice, dejando sus nalgas al aire, forzándola sobre sus
rodillas. Separo sus piernas, se detiene sobre sus codos. Mis dedos se deslizan
sobre su hendidura, golpeando los labios de su sexo. Entonces inserto
delicadamente el dedo meñique aceitado en su ano, haciéndolo girar para
suavizarlo—. Ahora tomaré las perlas, —digo y se las saco de la boca. Están
calientes y lubricadas. Pongo dos gotas más de aceite en mi palma y las corro
sobre el aceite caliente. Finalmente, acaricio el borde de su ano nuevamente,
persuasiva y suavemente inserto las perlas en ella—. Anastasia, sentirás como
si estuvieras bajo acoso sexual. Voy a dominar y tomar todos tus sentidos. Cada
uno. Uno solo. Uno. De. Ellos. Tendrás. ¿Entiendes eso?
— Sí señor.
— Ahora te voy a amordazar.
— ¿Amordazar? Límite blando, —me
recuerda.
— Lo recuerdo, ¿crees que lo puedes
probar nena? ¿Puedes confiar plenamente en mí y lo que mi cuerpo puede darte?
¿Puedes lidiar con la pérdida de todos los sentidos para abrirle camino a las
sensaciones que voy a abrir para ti? —Pregunto suavemente acariciando su
expuesto sexo—. Esto es lo que la total sumisión representa, y en compensación
te enseñaré a tener control total de tu mente y cuerpo controlando múltiples
sensaciones. Experimentarás placeres que no has tenido antes, y te enseñaré
como ser un cuerpo conmigo en el pico de tus placeres, nena. ¿Crees que puedes
lidiar con eso?
— Sí puedo, señor, —dice, su voz casi
sin aliento. Su cuerpo se ajusta y su sexo brilla por sus fluidos con la
anticipación.
— Anteriormente te enseñé como funciona
la mordaza. La sujetarás con los dientes. Podrás respirar con ella puesta,
nena. Si no te gusta, sacude la cabeza y te la quitaré. Primero vamos a probar
la sumisión total, —instruyo. Quiero que encuentre el lugar mental para cuando
no pueda responder con palabras a intenciones maliciosas, como el ataque de los
paparazzi, y conectarse conmigo cuando la comunicación verbal no es posible.
Quiero que aprenda a sacar fuerzas de mí. No pudo hacer eso cuando estaba
frente a los paparazzi. No pudo hablar o responder. Quiero mostrarle el lugar
de su mente al que pueda escalar, donde puede tener cercano el control absoluto
o como reaccionar cuando los sentidos externos se cierran o están abrumados. No
puede lograrlo si no practica e intento sobrepasar todos los sentidos de su placer
mientras tengo su cuerpo totalmente restringido, empujando a Anastasia a sus
límites de sus deseos carnales—. Piensa que no pudiste responder a pesar de
tener el poder del habla. Una vez que te ponga la mordaza, voy a doblar tus
rodillas. Las esposas te forzarán a estar sobre los codos, tus nalgas a la
vista y tus piernas abiertas. ¡Qué magnífica vista eres, Anastasia!
¡Simplemente impresionante! —Digo
frotando sus nalgas—. ¿Ahora todo está claro, nena?
— Sí, señor.
— Esto será muy… —Digo deslizando la mano
sobre su costado y murmullo en su oído, …muy… —lamo el lóbulo de su oído
mientras deja escapar un gemido, inclinando la cabeza en mi hombro, — …muy…
—haciendo un sendero de besos hasta su garganta—, …muy intenso. —Inhalo su
aroma cerrando los ojos, recorriendo la nariz de un hombro al otro—. He
esperado mucho tiempo para tener esta absoluta, singular conexión contigo,
Anastasia, —murmuro. Cuando todos los sentidos externos están desconectados, solamente
estarás sintonizada conmigo nena… —mi frente está en su espalda. Deslizo los
dedos por sus brazos. Un estremecimiento recorre su cuerpo—. Nunca he deseado a
nadie, ni nada tanto como te deseo en este momento, Anastasia. Eres el amor de
mi vida, mi alma. Ansío que nuestras almas se conecten. ¿Puedes darme eso,
nena?
— Si… —Responde con voz ronca y
lasciva.
— Buena chica. Ahora, si quieres que
pare, palmea con tu mano, —digo levantando su mano derecha en la mía—, …tres
veces y pararé. Soy tu marido, tu amante, y no tu dominante. Pero, estamos probando
tus límites, así que es importante que sepa cuando has alcanzado tus límites. —Estaré
sintonizando con su cuerpo también, sintiendo, escuchando y conectando. Deseo
que nuestra conexión sea perfecta, muy profunda e infinitamente intensa—. Abre
la boca, y cuando ponga la bola en tu boca, quiero que la aprietes con tus
dientes, —ordeno.
— Sí, señor. —Una vez que muerde la
pelota, la aseguro en su nuca. La pongo sobre su espalda y aseguro las esposas
de cuero a su correspondiente rodilla—. ¡Oh, nena! ¡Estás deslumbrante! ¡Un
bocado delicioso!, —murmuro. A través del entramado que tejí en su cuerpo,
rápidamente la volteo y pongo sus nalgas al aire. Ahora se está sosteniendo en
sus codos y rodillas—. Recuerda, tres palmaditas, —digo acariciando su mano
derecha, mientras me inclino sobre ella—. Hora de los auriculares, Ana, —digo y
le pongo los audífonos, cortando su último sentido al mundo exterior aparte del
tacto. Tomo la fusta de montar y la corro por todo su cuerpo, despertando el
único sentido que tiene del mundo exterior.
Requiem –
Mozart
Tomo el control remoto y conecto la
canción al Requiem de Mozart. Es lo inesperado. Anastasia se desplaza formando
un triángulo desde sus codos a sus manos. Sus piernas están forzadas a
permanecer abiertas porque sus codos jalan los nudos de sus piernas atadas.
Deslizo la fusta entre sus muslos, sobre el hueso púbico y finalmente en el
pliegue de su sexo, abriendo expertamente los pliegues con la punta de la
fusta. La froto atrás y adelante perezosamente. Su sexo está resbaladizo por
sus fluidos, insaciable por lo que únicamente yo puedo darle. Un gemido
amortiguado escapa de su gargante detrás de la mordaza.
Le pego en el sexo, de ida y vuelta,
extendiendo la crema en el pliegue, y de regreso al ano, despacio, seductoramente.
Después inclinándome, sostengo sus nalgas y muslos con las manos, y le regalo a
su sexo un beso de amante, primitivamente, empujando la lengua dentro de ella,
golpeando sus paredes interiores. Mi lengua está abrazada por las paredes
interiores de su coño como un amante hambriento. El tormento de alcanzar el
pico, pero manteniéndolo a raya solo para prolongar e intensificar el resultado
final, es también placer. No descansaré hasta que la última parte de su cuerpo
sienta la sensación. Cuándo noto que se desatan las contracciones, me regreso.
Su sexo está empapado con nuestros fluidos. Una vez más agarro la fusta después
de deslizarla sobre su sexo, comienzo a dar pequeños golpecitos sobre sus
nalgas, muslos y sexo, utilizando la presión del punto de la cuerda en su
cuerpo para estimular más sus sentidos de entrenamiento. Me aseguro de no dejar
caer la fusta en el mismo punto, pero doy los pequeños golpes sin un patrón
establecido. De esa forma su cuerpo no sabe que esperar, o dónde esperar; es la
mejor manera de estimular sus zonas erógenas.
A continuación,
sostengo el bucle del final de las perlas anales y saco una perla a la vez
entre los pequeños latigazos. Anastasia inclina la cabeza hacía atrás por el
placer acumulado. Despacio vuelvo a introducir las perlas, una a la vez. No
puede cerrar las piernas sin tirar de sus brazos. Cuando siento que su sexo
está prteparándose para el orgarmo, me detengo y aprieto su nalga con la mano
izquierda para recordarle que se contenga, saboree, que se escape a un nivel
superior de consciencia y permita al placer prepararse para un impacto mayor.
Toma una temblorosa inhalación, estremeciéndose. Su trasero está rosa, con la sangre
acumulada, lista para un orgarmo intenso, cuando esté listo para entregárselo. Este
es el momento para usar el vibrador Hitachi. Está preparada. Tomo el vibrador y
juego con su clítoris, proveyéndola de estimulación constante mientras saco y
meto las perlas.
Un sordo ‘¡por favor!’ sale de
Anastasia, Tiro la fusta y prontamente me deshago de los jeans, saltando mi
polla libremente, y me sumerjo profundamente en mi esposa. Las excelentes
paredes cremosas de su sexo succionan la cabeza de mi polla, jalándola
profundamente, como si estuviera hambrienta por mi pene. La jalo hacía mí por
la red de cuerdas. De esta forma la red despierta todos los nervios en todas
las zonas erógenas que las cuerdas están tocando: sus pechos, axilas, ingles,
caderas, glúteos, muslos. Mientras intenta retorcerse dabajo de mí, la base de
mi pene besa la entrada de su sexo. Jalo las perlas anales, solo una a la vez y
las inserto nuevamente al mismo tiempo que mi polla se sumerge en ella. Mis
testículos aprietan y golpean su clítoris con cada embestida, estimulándola,
preparándola para el orgasmo cuádruple que estoy intentando darle
simultáneamente. Saco el pene hasta la punta. Está recubierto de nuestros
fluidos desde la punta hinchada hasta la base.
Tiro de las cuerdas en su espalda,
haciendo que Anastasia dé una bocanada, mientras su dulce sexo se abre y rodeo
su clítoris con la yema de mi dedo medio. Entonces saco otra vez mi polla
cuando siento que está alcanzando el pico, los dedos de sus pies se enroscan
ante mis ojos, su cabeza arqueada hacia atrás. Saco el dedo y permito que mis
testículos peguen en su clítoris. Anastasia alcanza su clímax cuando mi pene
está profundamente enterrado profundamente en su sexo, luchando para reclamar
cada centímetro ardiente de mí, jalo las pinzas de sus pezones, liberándolos de
su cautiverio. Un profundo gemido de satisfacción se le escapa mientras empuja
sus nalgas para aceptar mi pene en su ano. En su orgasmo medio, le saco las
perlas anales. Y cerrando los ojos, golpeo dentro de ella una y otra vez.
Permitiendo que las ondas de su orgasmo me reclamen, y entrar en un frenesí
hasta dejarme seco. El primer chorro de semen sale de mi polla gruesa y
caliente en el sexo de mi esposa. Saco mi polla con una flexión y la pongo
sobre su ano palpitante, y despacio inserto mi erección cubierta con mis fluidos
y semen en su ano. La penetro hasta la empuñadura. Las pulsaciones en ella
aprietan mi polla nuevamente, y despacio empujo dentro y fuera de sus nalgas,
reclamando el trasero de mi esposa. Su ano abraza mi longitud, con mis
testículos golpeando su clítoris nuevamente, provocando otro orgasmo. Se empuja
hacia mí, y por la forma que posiciona su cuerpo, me está pidiendo que mantenga
ese ángulo.
Lo sostengo. Se las ingenió para
comunicarse conmigo a pesar de que sus sentidos están fuera de servicio. Con un
giro de mis caderas, golpeo el punto que desea disfrutar con la punta
palpitante de mi polla. Gime de nuevo. Nuestros cuerpos están cubiertos por el
brillo del sudor. El sonido de mis testículos golpeando en su sexo, las
caricias rítmicas de mi pene una y otra vez en el punto profundo dentro de
ella, el aroma de nuestras esencias unidas, el aroma almizclado del sexo,
intoxicante, los gemidos de placer de Anastasia me impulsan más. Cierro los
ojos, y la veo en mi mente, la huelo, los sonidos del éxtasis saliendo de sus
labios, siempre están en mi mente, incluso cuando estoy trabajando. En este
momento, somos uno, cuerpo y alma. Su ano recibió con entusiasmo mi polla y en
este momento alcanzamos nuestro clímax juntos, derramando finalmente cada gota
de semen, inundándola. Mis ojos ruedan en la parte de atrás de mi cabeza, y
estamos perdidos el uno en el otro nuevamente.
Cuando mis nervios se conectan
nuevamente con mi cerebro, salgo de ella y el semen se derrama en el vacío
dejado por mi polla. Rápidamente le deshago las ataduras, y desabrocho las
esposas que la restringen. Le froto las piernas para alentar la circulación de
la sangre. A continuación le quito la mordaza y finalmente la venda de los
ojos.
— Bienvenida de regreso, —murmuro con una
cálida mirada—. ¿Cómo estuvo eso de la sumisión total?
— La más pervertida cogida que he
tenido, —dice con asombro en su mirada—. Y fuel simplemente celestial, —añade
con los párpados soñolientos, bostezando—. Ahora solo abrázame, marido.
— Sí señora, —digo y envuelvo mis
brazos alrededor de su torso, haciendo cucharita. Sus manos van a su vientre, y
las mías cubren las de ella, protegiendo la vida que hemos creado juntos; nuestro
bebé.
I can’t take my eyes off of you - Muse
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