Capítulo XVI
Pesadillas
Traducido y editado por María Teresa Camp Gozalbo
Profundamente
en la oscuridad mirando, largo tiempo me quedé aquí preguntando, temiendo,
Dudando,
soñando sueños que ningún mortal nunca se atrevió a soñar antes;
Pero
el silencio no se rompió, y la quietud no dio ninguna señal,
Y la
única palabra hablada allí fue la palabra susurrada: "¿Anastasia?"
Esto susurré,
y un eco murmuró de nuevo la palabra, "¡Anastasia!"
Simplemente
esto, y nada más…
Edgar
Allan Poe
¿Cómo puede un hombre
enamorarse una y otra vez de su esposa? Esta criatura durmiendo en mis brazos
es la más preciada persona que existe para mí. Quiere aprender a tener control.
Sé que tenía habilidades escondidas que hace tiempo que quería explorar, y
aprendiendo control nos da enorme acceso a nuestras habilidades secretas.
Habilidades más oscuras… Beso ligeramente su forma cambiante en mi abrazo.
Extiende su brazo a mi pecho y perfectamente se acomoda en el hueco de mi
brazo. Su brazo se extiende alrededor de mi torso buscando su propia
conexión.
—
Christian… —murmura. Abro la boca para responder pero noto que sus ojos todavía
están cerrados, profundamente en el sueño. Está durmiendo. Me hace
infinitamente feliz que esté pensando en mí aun en su sueño. Me deslizo fuera
de la cama, me pongo los vaqueros, con el pecho aún descubierto, recojo a mi
esposa envuelta en las sábanas rojas para llevarla a nuestra recámara. No me
gusta dormir en el cuarto de juegos. Aunque creo que a Anastasia no le importe
dormir allí; la prefiero en mi cama. Ya no la intimida el cuarto de juegos, lo
que me hace inmensamente feliz. La forma en que trató el regreso al Cuarto de
Juegos me hace pensar que después de todo encuentra placer y comodidad allí. Desbloqueo
la puerta con una mano mientras sostengo el cuerpo de mi esposa en los brazos.
Abro la puerta y salgo del cuarto con mi esposa en mi poder.
Mi
exhausta chica entierra más profundamente su cabeza en mi pecho. Bajo las
escaleras y camino el trecho del gran salón. La señora Jones está ocupada
cocinando. Mis pies solo hacen ligeras pisadas y no altos sonidos. Pero con su fina
audición, la señora Jones levanta la vista de su tarea de cortar vegetales y
cocinando—. ¿Están listos… —comienza la señora Jones cuando levanta la vista—,
….para cenar? —Su voz baja a tono disgustado.
Solo
sacudo la cabeza en respuesta y digo—, todavía no. —La señora Jones se pone
carmesí y baja la cabeza a su tarea mientras asiente.
Camino
a nuestra recámara y cierro la puerta con el talón. Pongo a Anastasia en la
cama bajo las sábanas y me aseguro que no tenga frío. Se ve exhausta. El
embarazo, los acontecimientos del día, el Cuarto de Juegos… No me extraña que
esté durmiendo el sueño de la muerte. El pensamiento me hace tener un gesto de
dolor.
Su
cabello está desparramado en su almohada. Lentamente me acuesto sobre las
cobijas. Extendiendo suavemente mi mano en su cabello, lo quito lentamente de
su cara. Un profundo suspiro escapa de sus labios.
La
vibración de mi BlackBerry en el buró me hace tanto saltar como fruncir el
ceño. ¿Quién estará llamando? Me inclino y miro el nombre. Es Welch. Suspiro.
Despacio bajo las piernas y me levanto para tomar el celular.
Encontrarlo,
Atarlo,
Atarlo a un
poste y romperle los dedos en astillas.
Arrastrarlo
hasta un hoyo hasta que despierte,
Desnudo,
arañando el techo de su tumba.
La Venganza del Marinero
—
Grey, —contesto cortante. Abro un cajón y saco una playera para ponérmela.
—
Welch aquí, —me saluda.
—
¿Qué hay? —Pregunto mientras salgo silenciosamente de la recámara, cerrando con
cuidado la puerta.
—
He descubierto como se filtraron las noticias.
—
¿Cómo? —Pregunto mientras me dirijo al estudio.
—
Lo oyeron de la directamente afectada. La señora Grey, —dice.
Me
paro—. ¿Lo dices otra vez? —Pregunto.
—
Debo reformular esa declaración. La fuente de los paparazzi escuchaba disimuladamente
una conversación que la señora Grey estaba sosteniendo. Claramente, la señora
Grey no estaba anunciando su embarazo a quien fuera que estaba escuchando.
Estaba con la señorita Kavanagh la semana pasada con su planeadora de bodas. La
señorita Kavanagh le preguntó a la señora Grey si estaba absolutamente segura de
la fecha de parto de su bebé, a lo que la señora Grey contestó que su doctora
le informó que podría ser el 11 o 12 de mayo. Luego la señorita Kavanagh le
dijo que el Country Club tenía disponible espacio para una semana y media antes
y una semana después que naciera el bebé. Estaban contemplando ambas fechas
para tener una idea clara del día de parto. La señorita Kavanagh le estaba
preguntando a la señora Grey si debían casarse antes debido a que el vestido de
Dama de Honor sería hecho para ajustarse a sus medidas estando embarazada y
sería difícil hacer ajustes en tan corto tiempo o si la señora Grey estaría
lista a tiempo después que el bebé naciera… —dice. Así que Kavanagh fue lo suficientemente descuidada
para discutir el embarazo no anunciado enfrente de completos extraños.
—
¿Quién fue la persona que escupió la información a los paparazzi? —Pregunto
rechinando los dientes mientras camino al estudio. ¿Y cómo sabían que había
suficiente dinero de por medio o significaba algo para alguien?
—
No revelaría el nombre señor. Pudo haber sido cualquiera que estuviera
trabajando ese día. Pero nuevamente, no pudieron ser muchas personas. Estas
planeadoras de bodas tienen pocos asistentes y la señorita Kavanagh es un
cliente de alto perfil, así que la mayoría de los empleados deben haber sido
informados de la confidencialidad de las conversaciones de los clientes a menos
que se trate de alguien recientemente empleado y además astuto. Pero incluso
entonces, se les habría hecho extremadamente claro que estos clientes se preocupan
por su privacidad inmensamente, —me hundo en la silla y comienzo a tamborilear
con los dedos en el escritorio.
—
Así que, ¿la filtración fue accidental?
— No podría descartarla fácilmente si fue una
audición accidental, señor Grey. Claramente alguien escuchó una conversación
privada entre la señora Grey y la señorita Kavanagh. Por eso la conversación
salió a la vista. La persona que la filtró no era conocida de los paparazzi,
quienes por lo general tienen plantado a alguien en los lugares caros donde
compran los ricos y famosos y por supuesto una planeadora de bodas como la que
eligió la familia de la señorita Kavanagh solo da servicio a ciertas personas
de altos ingresos. De todas formas, el individuo que llamó a los paparazzi
conocía los medios, sabía exactamente a quien llamar aunque él o ella actuó
ingenuamente. Sin embargo, el reportero no quiso revelar su fuente. Porque, si
la revela, las historias subsecuentes no le llegarían de otras fuentes. Claro
que, por unos cuantos miles de dólares, nos reveló el luga, lo que nos da un
punto de partida.
—
Entonces, ¿no tienes ninguna pista de quién era?
—
Tengo que entrevistar a la planeadora de bodas mañana. En el momento que
descubrí la primera parte, ella había salido a encontrarse con sus clientes y
no estaba en la oficina.
—
Sólo por curiosidad… ¿Por qué el paparazzi no da parte del nombre de la fuente?
¿Claramente pudo haber liberado algo más si quería aprovechar más recompensa? —Pregunto.
—
La información que podría obtener de nosotros sería solo una pieza en lugar del
nombre que pudiera lanzar. Revelar el nombre de la fuente podría ser notoria
entre sus compañeros y desde luego sería muy malo para su desempeño en el
trabajo. Por otro lado, tengo el presentimiento que ya sea que espere más de
esa fuente o empezar otra historia, o que tiene la certeza que
conseguirá más información de la señora Grey, posiblemente algo más valioso. —La
rabia que siento es instantánea y asesina. Me doy cuenta que estoy sosteniendo
el borde del escritorio con fuerza, los nudillos se me vuelven blancos. Esta es
mi esposa, y alguien está tratando de intercambiar información sin tener ningun
respeto por su seguridad.
—
¿Qué significa eso? ¿Ninguna de las conversaciones es privada en ese lugar? —Siseo.
Tengo que advertir a mi hermano que le ponga un bozal a su prometida si tiene
qué. ¡Su boca floja va a lastimar a mi esposa! Casarse con un miembro de la
familia Grey requiere lealtad familiar, y proteger los intereses de esta
familia es lo primero; nos protegemos unos a atros, no nos saboteamos voluntariamente
o de ninguna otra forma. El comportamiento de Kavanagh es desconcertante. Nunca
la pondríamos en ese riesgo tan descuidadamente. Es periodista. Debería saber
como trabajan los medios. Un soltero multimillonario se casa y embaraza a su
esposa durante su luna de miel es el sueño húmedo de cualquier revista de
chismes. Las claramente descuidadas observaciones de Kavanagh discutiendo la
fecha de parto de Ana simplemente han empujado a mi esposa contra su voluntad o
deseos al centro del universo de los tabloides que claramente la aterrorizaron.
La
voz ronca de Welch me trae de regreso al aquí y al ahora—. Estoy seguro que van
a grandes pasos para salvaguardar la privacidad de sus clientes como una prioridad.
De otra forma nunca podrían haber obtenido el nivel de respeto de sus clientes
más importantes. Por eso es que estoy contando con con la cooperación del
propietario de la información para descubrir al culpable. Una familia Grey
descontenta sería ciertamente un golpe a su credibilidad; como un negocio que
atiende a aquellos que requieren máxima confidencialidad y profesionalismo.
Puedo
ser percibido como un rico cabrón que exige confidencialidad, pero de nuevo,
difícilmente cualquiera quiere que sus vidas sean diseccionadas, analizadas y
criticadas en los medios nacionales. Haré cualquier cosa para alejar a mi
esposa de esa exposición y castigaré a cualquiera que quiera hacerle daño—. Ahí
está mi preocupación: Si estás tan seguro de que esto no pudo ser un empleado
de boca floja, debe haber una amenaza subyacente que estás viendo y qué aún no
me explicas.
—
No puedo hacer conclusiones sin envidencia sólida, señor Grey. Primero debo
eliminar a los aparentes sospechosos, a saber, los empleados que estaban
trabajando el día que la señora Grey estaba ahí. Quiero conseguir sus nombres,
y entrevistarlos personalmente. También veré si entró algún repartidor,
reparador u otros posibles clientes que estuvieran allí en ese momento. Aunque
hablé con Sawyer, quien aseguró el área. Me dijo que se mantuvo a la distancia
prevista de la señora Grey. Ya que elimine esas posibilidades, tengo que
explorar los aspectos oscuros, otros posibles intentos maliciosos. La señorita
Kavanagh y su madre se abocaron a esta planificación de la boda hace
aproximadamente un mes. Usted y la
señora Grey son inaccesibles para otros. Pero, la señorita Kavanagh no es tan
inaccesible. No aceptó nuestra oferta de proveerla de seguridad… —dice Welch
poniéndolo en forma suave. Recuerdo la respuesta que Welch retransmitió: ‘¡Ponle
la correa a alguien más! No me estoy casando contigo; ¡ciertamente no me estoy
casando con uno de tus muchachos de seguridad! ¡Mantenlos alejados de mí! ¡Si
los veo a mi alrededor sin mi permiso puedes estar seguro que llamaré a la
policia por acoso! No soy Ana’. Y eso solo lo resume. No es Ana, pero de
cierta manera, su descuido está poniendo a mi esposa en peligro.
—
Pero eso hace de la señorita Kavanagh un blanco fácil si alguien quiere llegar
a la señora Grey. Son mejores amigas, y con los preparativos de la boda de la
señorita Kavanagh en los que la señora Grey está participando, es posible que
algunos de sus adversarios exploren esas opciones para encontrar vulnerabilidades.
Está tan fuertamente protegido como su eslabón más débil. Y ahí está su eslabón
más débil, señor.
Exasperado
me paso la mano por el cabello—. No puedo hacer que la prometida de mi hermano
acepte tener seguridad. He tenido suficiente tiempo difícil con mi propia
hermana. Aunque me esquivara, —digo agriamente, recordando como fue secuestrada
como carnada para Anastasia—. Encuentra quien fue responsable, y determina como
tapar ese hoyo en la seguridad. Quiero joderlos, no que dañen directamente a mi
familia, especialmente a mi esposa. ¿Entendido? —No es una pregunta. Es una
orden.
—
Perfectamente señor.
Después
de colgar, me sostengo el puente de la nariz para evitar un dolor de cabeza que
se manifiesta. Katherine Kavanagh y José Rodríguez son las dos espinas a mi
lado. Ana, pienso orgullosamente, se hizo cargo de él. Con la trituradora de
huevos debe tratar de razonarse. No es solamente la prometida de mi hermano,
sino que también es la mejor amiga de mi mujer. No la puedo eliminar
completamente de nuestras vidas, o prohibirle a Ana que la vea. Me gustaría,
pero no puedo. No tiene muchos amigos y los que tiene son un dolor en el culo
para mí. Debo ver a Flynn. Aún no he resuelto completamente los miedos de
convertirme en padre. Posiblemente esta noche, si Ana está bien, posiblemente
mañana.
Se
abre la puerta lentamente y levanto la vista con enojo. Viendo que es
Anastasia, mi mirada se suaviza.
—
Hola, —dice con voz aterciopelada—. ¿Por qué estás encerrado en este agujero? —Mi
mirada se derrite mientras miro a mi esposa. Es todavía la misma chica con la
que me casé, pero ahora sus rasgos están más definidos, bien formada, su cuerpo
está bien tonificado, y hay algo más. El embarazo la está haciendo más
curvilínea, sus pechos más llenos, más firmes, sus caderas redondeadas y sus
pezones se están alargando deliciosamente; de hecho se le está formando una
redondez femenina justo arriba de su hueso púbico.
Anastasia
lleva shorts de corte bajo y camiseta de tirantes, sus largas piernas desnudas,
haciéndome agua la boca. Su cabello castaño le llega hasta la cintura,
brillante, rogando que pase las manos por él. Mi esposa me mira con sus azules
ojos, clavándome en mi lugar. Lame sus labios como si los tuviera resecos y con
necesidad de agua y luego captura su labio inferior entre sus dientes,
castigándolo duramente. Camina hacía mí lentamente. Dando vuelta al escritorio,
se para delante de mí. Se encarama en mi regazo, y se enrosca, buscando refugio
como si algo la hubiera asustado. Mi abrazo de inmediato se encierra alrededor
de ella, y la abrazo más apretadamente a mi pecho.
—
¿Qué pasa? —Pregunto suavemente, inquisitivamente mientras trato de ocultar mi
ansiedad. Ella
agita su cabeza—. ¡Anaaa! —La reprendo sin alzar la voz.
—
Solo acabo de tener un mal sueño, eso es todo. —Le levanto la cara con mi dedo
índice, buscando cualquier evidencia de que haya algo más de lo que dice.
—
Me prometiste ser abierta conmigo. —Digo tratando de no acusarla.
—
Solo estaba durmiendo Christian. ¿Qué más podría haber sucedido? Pueden haber
sido los acontecimientos del día los que me derrumbaron, —murmura. Luego baja
más la voz como si eso fuera posible. Me esfuerzo para oírla—. Vi que nuestro
bebé estaba herido, por la conmoción de la multitud. Lo único que veía eran
flashes de las cámaras por dondequiera. No podía ver. Y el bebé estuvo ahí por
un minuto y luego en el siguiente ya no estaba. Pude oír el llanto del bebé.
Llanto de dolor… —Ella se estremece—. Mi corazón se rompe. Fue instintivo. Traté
de empujar a la gente y eso mismo hizo Sawyer. Pero, lo único que podía ver era
que la multitud iba creciendo y de alguna manera empujándote a ti y Taylor
lejos de mí. No importaba cuan fuertemente tratábamos de empujarlos para
alcanzarnos unos a otros, pero fue imposible. Y Bip estaba gritando. Tanto tú
como yo tratamos de encontrarlo. No pudimos… Entonces lo perdí. Estaba como
loca. No sé como controlar a la multitud. Estoy aterrorizada, Christian. Mucho.
—Declara simplemente con voz temblorosa. Hundo la nariz en su cabello,
inhalándola profundamente.
—
No permitire que eso suceda. ¡NUNCA permitiré que eso suceda! —Enfatizo—.
Las multitudes no nos separarán. Los protegeré a ambos. Y Ana… gracias, nena, —susurro.
Levanta la cabeza inclinándola hacia atrás y me mira confundida.
—
¿Por qué? —Pregunta.
—
Por ser honesta conmigo. Abierta. Te abriste y me hablaste de tu sueño,
permitiste que me introdujera en tu pesadilla así que puedo hacerla
desaparecer. Estoy agradecido, nena. —La sombra de una sonrisa aparece en su
boca y tira de la comisura de sus labios.
—
¿Te gustaría ir a ver a Flynn conmigo esta noche?
—
¿Esta noche? No sabía que tenías cita con Flynn.
—
No. Todavía. Pero le pago una pequeña fortuna para que esté disponible cuando
lo necesito. Estás temblando y teniendo pesadillas. Quiero que esto se vaya y
lo haré pero necesito que primero recibas ayuda.
Parpadea—.
De acuerdo.
—
Llamaré ahora a Flynn y luego cenaremos antes de irnos. —Su estómago gruñe como
si estuviera de acuerdo.
* * * * *
John
Flynn se sorprende al oír que iremos ambos. Puedo oír el leve matiz de emoción
en su voz. Aunque no estuviera disponible esta noche, se está asegurando que
puede ir a su consultorio y vernos a los dos. Incluso Flynn no es inmune a los encantos
de Anastasia.
La
señora Jones ha hecho pollo a la Marsala, puré de papas y ensalada primavera. Me
sirvo vino blanco y los ojos de Ana lo mira con anhelo.
—
¿Agua mineral, jugo o Ginger Ale, señora Grey? —Pregunto.
—
Jugo de arándano y Ginger Ale, por favor, —dice.
—
¿Alguna razón en particular para la mezcla? ¿Es antojo?
—
Sí, pero no lo que estás pensando. Voy a cerrar los ojos y voy a pretender que
es jugo de arándanos con vodka.
—
¿Cosmo? Hummm… —Murmuro—. ¿Georgia?, —digo mientras se me oscurece la mirada
con deseo.
—
¡Christian! —Me reprende en voz baja
mientras sus ojos están mirando a la señora Jones ir y venir, quien está
quitando los platos y estudiadamente ignorándonos. Una vez que quita el último
recipiente, se aleja tranquilamente de la cocina.
—
¿Bien? —Pregunto. Soy un hombre con apetito sexual sano y estoy detrás de mi
esposa con lujuria especialmente cuando se refiera a alguna reunión apasionada
que hayamos tenido.
—
Te deseo, pero no en este momento.
—
¿Por qué no ahora? —Le pregunto, visiblemente tenso por su negativa. ¿Fui
demasiado duro antes?—. Apuesto que puedo cambiar tu opinión, —la coacciono con
voz ronca.
—
Sí, sí puedes señor Grey. Fácilmente. ¿Pero olvidas que vamos a ver a Flynn?
—
Flynn puede esperar, —digo inclinándome a su oído murmurando. Mis ojos están
muy abiertos, enfocados en su cara. Veo que sus ojos se suavizan y sus labios
se abren lentamente. Pasa la lengua suavemente por su labio superior.
Inmediatamente provoca un inmediato e intenso fuego en mí que se hace cargo de
mi cuerpo, propagándose como fuego salvaje, pasando por mis venas. Mi polla
está palpitando por ella, lista para tomar mi sentido común.
—
Quiero ver a Flynn, posiblemente estaría mejor enfocada después de verlo.
—
Apuesto que puedo sacar de tu mente cualquier cosa que te esté molestando, —murmuro.
—Suspira frunciendo los labios y luego muerde su labio inferior—. Cuando haces
eso… —Digo mientras lentamente tiro de su barbilla para liberar su labio
inferior, y me inclino para besarlo. Tomándolo entre mis dientes, chupo y lo
muerdo un poco. Finalmente chupo su labio para quitarle el escozor—, …estar
dentro de ti es todo en lo que puedo pensar, nena. —murmuro dentro de su boca,
haciéndola jadear. Sus manos lentamente se dirigen a mi cabello. Sus dedos
entre los mechones de mi cabello, me jalan hacia ella. Me quejo con un profundo
sonido gutural.
—
¡Cama! —Gime finalmente dándose por vencida y tragando el sonido de su voz,
sonriendo con mis besos. Haciéndome hacia atrás, beso su nariz.
—
¿Has olvidado que tenemos cita con el doctor Flynn? Ven, vámonos. —digo
poniéndome de pie y extendiéndole la mano.
Parpadea
confusa—. ¿Qué demonios? —Pregunta—. ¿No me acabas de provocar una completa
explosión? ¡Ahora me estás dejando caliente y molesta! —Escondo una sonrisa.
—
Te satisfaré cuando volvamos. Piensa en lo bueno que será. Anticipación Ana, la
llave de la seducción, —murmuro sin apartar la mirada de ella. Me inclino e
inhalo su esencia una vez más.
Gime—.
¿Por qué diablos nos estás torturando? —Se queja.
—
Lección dos, nena: manejando tus impulsos. ¿Puedes concentrarte en algo
completamente diferente cuando tienes un deseo elemental para hacer algo más? —Tiro
de ella con suficiente fuerza para mantenerla pegada a mi cuerpo—. Hambre… —Susurro
mientras le beso la nariz—. Sed… —Beso la comisura izquierda de sus labios—.
Lujuuuria… —Esta vez mi voz es baja, profunda, apasionada y hambrienta por
ella. Le beso la comisura derecha de sus labios—. Insoportable necesidad de
follarte… —Una fuerte exhalación y un desesperado gemido escapa de sus labios.
Anastasia y yo estamos muy sintonizados. Instantáneamente responde a mi cuerpo,
al tono de mi voz y la forma en que la miro.
—
Creí que habías dicho que vamos a ver al doctor Flynn, —dice tragando. Un lado
de mis labios se frunce aparentando una sonrisa. Le atrapo las nalgas y la jalo
a mi siempre creciente erección. Encierro sus manos en su espalda y froto mi
erección a través de la tela de nuestra ropa. Inclina la cabeza hacia atrás con
su cabellera tocando el brazo que estoy usando para inmovilizar sus manos. Gimo
de pura lujuria que reverbera en su garganta mientras me inclino y pellizco y
lamo su expuesta garganta. La suelto y la pongo detrás de mí—. Cambiemos y vamos
a ver al buen doctor, —digo con el íntimo timbre de voz, dejando a mi esposa
caliente como si estuviera ardiendo.
—
¡Christian, no es justo! —Se queja mientras llegamos a la puerta de nuestra
habitación.
—
¿Qué no es justo señora Grey? —Pregunto inocentemente.
—
¡Sabes qué! Me estás dejando caliente y molesta! ¡Y no actúes tan
inocentemente! —Dice frunciendo el ceño. Cierro la puerta tras nosotros y la
arrastro al closet.
—
Señora Grey, estás lastimando mi ego, solamente estoy tratando de ayudarte a aprender
control. Las lecciones aún no han terminado. Quieres dominar las habilidades, ¿verdad
nena? —Le pregunto retándola.
—
¡Sííí! —Dice refunfuñando. Esta vez sonrío ante su respuesta—. ¡No seré capaz
de enfocarme, señor Grey!
—
Ese es el punto. Quiero que aprendas a mentalizar cada una de las sensaciones.
Redireccinar tus deseos y enfocarte en algo más…
—
¡Va a ser peor!
—
Sí, pero podrás aguantarte. Así es como se siente al ser provocado. Si reaccionas
de la forma esperada, sabrán como provocarte.
—
¡Es difícil contigo, Christian! —Se queja. Me vuelvo hacia ella
inesperadamente y presiono su espalda
sobre la pared. Inmediatamente rodea mi cintura con sus piernas y sus brazos se
enroncan en mi cuello. Mi pene está dolorido por ella. Esto también es un
castigo para mí, pero será un gran final esta noche. Mi boca se sella sobre la
suya con hambre feroz. Somos todo lenguas y labios. Cada ondulación y golpe de
mi cadera la empuja. Se suaviza y abre más las piernas. Sus brazos caen detrás
de mí, rascando y arañando; tratando de jalarme dentro de ella, su cuerpo está
gritandóme para arrastrarme dentro de ella. Está preparada y lista. Cuando
finalmente la dejo libre, está jadeando.
—
Christian, ¿me estabas provocando? —Pregunta.
—
No nena, —contesto calmadamente, a pesar que apenas puedo contener mis deseos.
—
¿Entonces no me deseas? —Sus ojos lucen preocupados, casi horrorizados.
Tomo
su mano y la pongo en mi tensa erección—. ¿Se siente esto como si no te
deseara, señora Grey?
Traga
con fuerza visiblemente—. N… n… no… —tartamudea.
—
¡Bien, porque yo sí! Tenemos un compromiso que atender. Quiero que te enfoques
solo en eso.
Piensa
en ello por un minuto—. Es una lección dura, Christian, —dice torciendo los
labios.
—
¡Control, nena, control!
—
¿Y si me quemo?
—
Oh, tengo un truco o dos para apagarte, —sonrío.
* * * * *
Estamos
en la parte trasera de la SUV. No permito que Anastasia me suelte la mano.
—
Ana, cuándo fuiste la semana pasada con Kate a la planeadora de bodas, ¿quién
más estaba con ustedes? —Pregunto.
Me
mira inquisitivamente—. Kate, su mamá y Mia. ¿Por qué?
—
¿Nadie más? ¿Estuvo alguna de las damas con ella en algún momento? —Ana entrecierra
los ojos y busca mi cara. Hay más que
curiosidad. Hay un dejo de celos también. La clase de celos que sentiría si el
nombre de mi esposa fuera mencionado en la misma oración con el nombre de otro
hombre. Esta revelación por supuesto que me hace feliz, pero la oculto.
—
¿Por qué la curiosidad en las damas de la boda de Kate? —Pregunta sin dar una
respuesta.
—
Porqué Welch descubrió que la filtración a los paparazzi que se realizó esa
mañana surgió de alguien que estaba presente contigo o alguien que estaba con
la planeadora de bodas cuando Kate estaba discutiendo contigo la fecha de parto
por la coincidencia de su boda. ¿De qué más hablaron?
—
Christian, ¿cómo supiste de lo que hablamos? ¿Estás haciendo que Saywer me
oiga? —Pregunta. Sus ojos se fijan en la nuca de Sawyer cuyas orejas están
rosas.
—
¡Jesús, no! Te lo dije, fue Welch quién lo descubrió. El trabajo de Sawyer es
protegerte. No lo reprendas por hacer su trabajo. Se supone que debe hacer para
lo que fue asignado. Ahora ustedes son dos y deberías pensar que la seguridad
de nuestro Bip está por encima de los planes de boda de Kavanagh… —me mira—, de
Kate, —me corrijo—. No es porque su boda no sea importante, nena. Pero de
alguna manera terminas siendo a quién se daña.
Suspira—.
Kate me dijo que rechazó las medidas de seguridad que le ofreciste. Dijo que no
quería estar como yo, seguida por la seguridad para tener solo la ilusión de
privacidad.
—
Eso está bien, pero tiene que ser cuidadosa de hablar sin pensar sobre nuestra
información privada. Entonces terminaremos teniéndola fuera del
círculo.
—
¡Christian, esto no habría sido gran problema si fuera la esposa de José o
Ethan! —Dice.
Gruño—.
¿José o Ethan? —Rujo—. ¿Me está provocando?
—
Sabes lo que quiero decir, —se corrige.
—
¡No, Anastasia! ¡No se que lo que quieres decir! ¡Explícame como José y Ethan
entraron en esta conversación como los hipotéticos padres de MI hijo.
—Siseo con voz peligrosamente baja.
—
¡Lo siento! No quise decirlo de esa manera. Me vino a la mente porque eso es lo
que dijo Kate.
¡La
rompe-huevos irrumpe nuevamente en nuestra relación!— Anastasia, —le digo
entrelazando nuestros dedos—, Katherine Kavanagh no tiene que lidiar con las
consecuencias de lo que te pase. Honestamente, estoy decepcionado de ella como
tu mejor amiga, que estaba devastada por ti cuando estabas en el hospital
después del ataque de Hyde, debería tener un poco más de consideración. ¡Especialmente
cuando esa amiga está embarazada! —Digo fervientemente—. ¡Pero las consecuencias
de tus actos y los actos de de tus amigos que probablemente descuidan nuestra
privacidad terminan afectándote a ti, a nosotros tres! ¡Kate posiblemente no
puede preocuparse por ti en la forma que yo lo hago… Claramente… Porque soy el
que está enamorado de ti! ¡Es fácil para Kate o cualquier otra persona tener
opiniones sobre mi vida, la tuya y la nuestra; pero ellos no son yo, no son tú,
no son nosotros! No viven nuestras vidas. Valgo mucho dinero. Cuándo la gente
quiere parte de eso, no se detendra por ningún medio para hacerte daño o
ponerte las manos encima. ¡Hay gente que te infligirían daño a ti y a nuestro
hijo por un paquete de cigarrillos sin pensárselo dos veces! Es así de simple.
Te convierte en un medio para un fin. No quiero que tú, MI esposa e hijo paguen
las consecuencias de de esas acciones. Pensé que estábamos de acuerdo en eso.
—
Sí, desde luego. Es muy difícil para mí entender que hasta una inocente plática
de mi fecha de parto podría hacer tanto daño. ¡Eso es lo qué me molesta! Es
como si no pudiera tener tiempo de chicas con mi mejor amiga, o disfrutar lo
que otros de mi edad disfrutan, o simplemente estar embarazada.
—
Nena, pensé que ser la esposa de Christian Grey tenía beneficios incontables, —digo
con sonrisa lasciva acariciando suavemente su cara con el dorso de la mano.
Se inclina ante mi caricia con los ojos cerrados—. Solo tenemos que ser un poco más discretos. Ahora dime, ¿quién más estaba ahí Anastasia?
Rueda
los ojos—. La planificadora de bodas, dos de sus asistentes, la señora Kavanagh
y Mia. Sawyer esperaba en la puerta para darnos privacidad. Ah, y vi brevemente
a un hombre muy guapo en sus recientes 30. Era alto, bien construido,
posiblemente en el ejército, pero no tenía el corte de cabello que tienen
Taylor o Sawyer. La planeadora de bodas no nos presentó, pero podría ser su
novio por la forma en que la sostenía detrás de la pared.
Aprieto
los dientes por la mucha descripción que me da de ese hombre. Si puso tanta
atención a su apariencia en el breve momento que lo vio sin mencionar a la
bocafloja de Kavanagh… los celos surgen de nuevo en mí—. No estoy seguro que me
guste que hayas prestado tanta atención a otro hombre, señora Grey. ¿Y cómo
sabes que estaba en los cuerpos armados si no tenía los signos reveladores del
corte de cabello?
—
Por qué soy hija de un ex del ejército que estuvo en combate. Es la forma en
que caminan, te miran o escanean el lugar al que entran como si fueran a ser
emboscados. Pero no se quedó mucho tiempo. Tan solo asintió hacia nosotras y
luego estaba ocupado acariciando a la planeadora de bodas hasta que felizmente
ella lo ahuyentó.
—
¿Se fue del edificio? —Ronroneo.
—
Tu voz es muy sensual, puedes derretir la cera, marido, —dice frunciendo los
labios, sus ojos me comen como si fuera un postre, un banquete para una mujer
hambrienta, luego suspira. Descanso la mano íntimamente en su rodilla y luego
la aprieto, moviéndola ligeramente hacia su muslo. Su mirada sigue el movimiento
de mi mano con hambre. Traga. Sin apartar su mirada, dice—. Se fue, pero no
puedo decirte si dejó el edificio o la sala de exposición de la planeadora.
Taylor
da vuelta hacia el consultorio de Flynn y parquea en el estacionamiento. Tanto
Sawyer como Taylor salen de la SUV y abren las portezuelas para nosotros. Salgo
inmediatemente y rodeando por detrás la camioneta me acerco a Anastasia,
sosteniendo su mano. Enlazamos nuestros dedos, camino hacia la puerta del
consultorio de Flynn. Una brisa fría nos llega, haciendo temblar a Ana. La jalo
a mi lado. John Flynn abre la puerta para saludarnos con una cálida sonrisa.
—
Anastasia, ¡qué maravilloso verte! He oído que las felicitaciones están a la
orden del día, —dice extendiendo la mano. Anastasia toma la mano extendida con
una genuina sonrisa de las suyas—. Hola Christian, —dice y sacude mi mano—.
Taylor, Sawyer, —dice asintiendo hacia ellos.
—
Doctor Flynn, —responden al unísono.
—
¿Vamos? —Dice apuntando en dirección a su cálida oficina amueblada
masculinamente. Ana y yo nos sentamos en el oscuro sofá de cuero en los que
ambos cabemos. Pongo mi tobillo derecho sobre mi rodilla izquierda. Tomo la
mano de Anastasia y la pongo sobre mi regazo. Anastasia se inclina hacia mí. El
doctor Flynn nos observa como nos acomodamos en el sofá, encajando
perfectamente. Ana me sonríe—. No te he visto en varias semanas, Christian. ¿De
qué te gustaría hablar hoy?
—
Ana no se ha estado sintiendo bien. Soy reacio a dejarla en ese estado, —digo
encogiendo los hombros. John inclina la cabeza a un lado. Su cara permanece
neutral, pero sus ojos brillan, satisfechos.
—
¿Te estás haciendo a la idea de convertirte en padre?
Me
encojo de hombros sin comprometerme—. ¿Cómo no acostumbrarse? —Ana me mira—. Es
mi bebé.
—
Sí, es el bebé de Ana y tuyo, pero esa no es la pregunta que hice. ¿Te estás
haciendo a la idea de convertirte en padre?
Hago
una honda inspiración. Anastasia es pura atención y me escucha—. Me estoy
haciendo a la idea, de hecho me estoy volviendo posesivo con el bebé. Pero… —Hago
pausa. Dos pares de ojos se fijan en mí.
—
¿Pero qué? —Pregunta Ana antes que el doctor.
—
Pero, a veces, cuando estoy trabajando solo en la noche, tengo el repentino
temor de que seré una mierda de padre, —le digo a Flynn. Anastasia trata de
quitar la mano de la mía. Se la sostengo más fuerte. Volteo la mirada llena de
intensa oscuridad hacia ella—. Cuando me siento de esa manera, voy a la cama a
reunirme contigo, entonces el temor desaparece. Eres mi ancla, Ana. Me enojo
con cualquiera que se refiera a nuestro bebé aun en forma hipotética sobre que
sea de algún otro hombre, —le recuerdo a Anastasia las palabras de Kate—. Me
vuelvo extremadamente posesivo. Es mi bebé. Pero eso no cambia la
posibilidad de que yo tenga algún defecto genético como la puta adicta al crack
y joda el futuro de este niño por ser mal padre.
—
¿Has hablado con Anastasia acerca de tus temores?
—
Hablamos. De algunos… —me reclino hacia atrás, exhalo ruidosamente y miro el
techo—. La puta adicta al crack, Ella… -ese era su nombre-, era mala madre.
Pobre, deficiente, no calificada no describe lo suficiente su incompetencia. Sé
que algunas personas carecen de la habilidad… —entonces volteo a ver a Ana—.
Dijiste que tenía qué lidiar con sus propios problemas. Entiendo eso. ¡De
verdad que sí! Pero luego leo historias de mujeres, madres en Darfur o partes
de África donde envío comida. A pesar de toda la adversidad, días sin comida,
esas madres tratan de hacer milagros para cuidar a sus hijos, porque creo que
existe la habilidad natural, maternal, un gen parental. ¿Qué pasa si Ella
carecía de eso y me lo pasó a mí? ¡Que pasa si te decepciono? —Susurro, con la
mirada rogándole que me entienda—. A veces estoy asustado hasta la mierda. ¿Qué
pasará si te das cuenta, me dejarás? Tu serás una madre perfecta. Yo no soy
perfecto, no soy apto. Tengo pesadillas acerca de eso… —digo en voz baja. Los
labios de Ana se abren, su mirada se suaviza y quiere decir algo, pero está
hablando con los ojos. Hay confianza en ellos. Amor, pero no lástima. No podría
con la lástima.
—
Christian, también he pensado mucho sobre esto, pero creo que puedo darte una
respuesta plausible. Ninguno de los dos conoció a tu madre biológica
personalmente para asumir que no tenía el gen maternal. Fue una adicta que tuvo
el razonamiento cognitivo que una persona pueda tener. Las drogas son un hábito
difícil de romper. Pueden haber sido una herramienta que sus proxenetas
emplearon para mantenerla bajo control. Aun así, a pesar de todas las
dificultades, no te abandonó, te mantuvo a su lado, —explica el doctor Flynn.
—
¡Pero lo hizo John! ¡Cuando llegó el momento, se fue! ¡Me dejo junto a su
jodido cuerpo muerto por cuatro malditos días!
—
Vamos a ver esto desde otro punta de vista, si me permites. ¿Qué habría
sucedido si hubiera sobrevivido? ¿Qué habría pasado si te hubiera entregado a
sus posibles padres, hermanos u otros parientes si tuviera algunos? Lo más
probable es que la hubieran rechazado, o que se hubieran ido, podría estar
avergonzada por la forma de vida que adoptó. No sabemos eso. Solo podemos
especular. Podría haber asumido que la clase de vida a la que acabaría
conduciéndote sería el mismo que ella había seguido. Aunque hubiese sido una
madre atenta, tan atenta como una madre soltera de su profesión pudiera ser, no
era capaz de darte todo lo que necesitabas. Tal vez, la única manera que pensó
que podría sacarte de la vida que llevaba era dejar la suya. A los padres se
les conoce haciendo un sacrificio definitivo por sus hijos, —sacudo la cabeza y
no miro a los ojos de Ana o Flynn.
—
Cuando era pequeño, tuve solo destellos de amor, un momento aquí, un momento
allá. Un solo pastel de cumpleaños: chocolate. Aún recuerdo el olor. Y a veces
me permitía cepillarle el cabello. Y unas pocas veces, me permitió dormir con
ella.
—
Eso es bueno Christian.
—
¿Eso es bueno? —Pregunto incrédulamente. Mi voz está llena de escarnio
arrogante—. John, ¡solo un puto puñado de buenos momentos en el curso de cuatro
jodidos años! ¿Cuántos recuerdos positivos y alegres tienen tus hijos en el
curso de una sola semana? No soy hombre de apuestas, pero puedo apostar que son
más que toda mi lista. —Me odié por mucho tiempo, porque era indigno, sin amor
y sin cuidados.
—
Christian, ahora eres adulto. Nuestro razonamiento, la forma en que pensamos es
más compleja. Nuestras personalidades son múltiples. Estás herido porque amaste
a tu madre. Los aquí presentes hemos descubierto que tus problemas de control
se han derivado del hecho de que no pudiste alterar el curso de su vida, no
pudiste controlar sus circunstancias y consecuentemente no pudiste cambiar su
destino. Esas fueron cosas que no podía resolver un niño de cuatro años. Sé que
no quieres ser como ella; un padre fracasado. Ella no tenía un compañero en su
vida para ayudarla con su maternidad o con su vida en general.
—
¡Me dejó! ¡Solo, John!
—
Y aun así, lo que conseguiste con su partida fue una pareja de padres amantes,
hermanos, consistencia y amor. Tan malo como una tragedia puede ser Christian,
ella fue la causa de la vida que tienes hoy. Su muerte desató la serie de
eventos que no podrías haber tenido de otra manera.
—
¿Por qué no pudo entonces darlo en adopción sin suicidarse, John? —Pregunta Ana
con curiosidad.
—
¿Eso reduciría la sensación de abandono o lo incrementaría? Christian ya tenía
cuatro años. Conocía la existencia de su madre biológica. Algunas madres que
ceden a sus hijos, cambian de opinión. El proceso de adopción es largo, si
hubiera cambiado su idea en un momento de debilidad, posiblemente hubieran
regresado al primer momento.
—
Doctor Flynn, ¿está justificando el suicidio de Ella? —Pregunta Ana con
incredulidad.
—
No Ana. Estoy examinando los motivos de una mujer que dejó algunas pistas de
como se estaba sintiendo. Analizar el comportamiento y justificar son dos cosas
completamente diferentes. Es una reconstrucción psicológica. No significa que
lo que hizo fue correcto. Simplemente significa que su amor estaba mal
dirigido. Es claro tu amor por Christian y tu cuñada Mia cuando te pusiste a ti
y a tu bebé en peligro. En momento de desesperación, especialmente en la
situación de Ella, en la que se le había prolongado la desolación, es posible
que haya pensado que esa era la única manera de terminar con su agonía y salvar
el futuro de Christian al mismo tiempo.
—
Es una mala manera de salir pero, lo entiendo. —Dice Ana.
—
¡No te hagas ideas! — La regaño.
—
Mírate Christian, nuestras vidas no están hechas solo de genética. El medio
ambiente, las circunstancias, nuestra propia manera de pensar afectan el
resultado final como puede testificar tu propia vida. Si estás buscando una
profecía auto-cumplida, estoy aquí para decirte que los patrones que estás
buscando pueden ser rotos: de hecho los has roto. Posees auto-conocimiento y
tienes el intenso deseo de cambiar. Me dijiste que quieres ser merecedor de Ana
y su amor. Tienes la capacidad, las herramientas mentales, los medios y
auto-control para lograr ser un buen padre. Los niños no vienen con un manual.
Cada uno es diferente. Pero, afortunadamente para nosotros, no empiezan muy
complicados. Para los bebés, los infantes y niños, la ecuación es bastante
simple. Están genéticamente diseñados para amarte y estar unidos a ti en la más
primitiva y egoísta manera. Te encontrarás deseando darle reciprocidad, ser
arrastrado a ese bebé que no quiere otra cosa más que tus brazos.
—
¿Los míos o los de Ana? —Pregunto con curiosidad. El doctor Flynn ríe.
—
Los de ambos. Aunque estoy orgulloso de decir que mis hijos prefieren que los
lleve a la cama y les lea en lugar de mi esposa, no le digas eso a Rhian.
—
Creo que la mayor preocupación de Christian es que lo amaré menos, y finalmente
amaré más al bebé que a él.
—
Hummm… ¿Estás preocupado por eso
Christian? —Pregunta John.
—
Podría estar un poco preocupado por eso. —Digo encogiendo los hombros.
—
¿Amas a Mia?
—
Por supuesto.
—
¿Amas a Elliot?
—
Desde luego.
—
¿Y a Grace?
—
Adoro a mi mamá. ¿Dónde vas con esto, John?
—
¿Y a Carrick? —Pregunta ignorando mi pregunta.
—
Amo a mi papá.
—
¿En algún momento has pensado que la existencia de tu amor por un individuo en
tu familia, disminuiría el amor por otro miembro de la familia?
—
Por supuesto qué no. Los amo a todos. El amor para cada uno de ellos es diferente,
pero aún así el mismo.
—
¿Serías capaz de escoger entre ellos, apoyar a uno de ellos por sobre los
demás?
Pienso
por un momento acerca de eso. Mamá me salvó la vida. Mi amor y respeto por ella
es inmenso. Papá aceptó el deseo de mamá de adoptarme sin ningún recelo. Me
ama, y siempre me apoyó excepto cuando dejé Harvard. Todos en su propia manera,
me aman y los amo—. No puedo escoger, los amo a todos.
—
Así será con tu bebé. Será como ningún otro amor. Harás espacio en tu corazón y
tu amor por Ana crecerá por hacer posible ese tipo de amor para ti.
No
digo nada. No logro hacerme a esa idea todavía. El hecho es que estoy
aterrorizado de perder mi tiempo con Ana, o teniendo su atención dividida y
clavada lejos de mí. Pero, ya pensaré en eso cuando sea el momento—. Gracias
John. Creo que es mi amigo el que habla, no mi loquero.
—
A veces necesitas un amigo con los conocimientos de un loquero, —dice
sonriendo.
—
También necesitamos hablar de los temores de Ana, John.
—
¿Tienes temores sobre el bebé? —Pregunta el doctor Flynn.
—
No doctor Flynn. Christian se refiere a mi miedo a los paparazzi. Temor de
perder mi privacidad, temor de no poder discutir cosas simples con mi mejor
amiga sin que se conviertan en noticias en los tabloides, temor de salir sin
guardaespaldas.
—
¿Estás preocupada que el estilo de vida de Christian tiene mucho control sobre
la tuya? —Su cuerpo se tensa, y pone las manos en su regazo, retorciéndolas.
Está nerviosa. ¿Es eso lo que está pensando? Me mira nerviosamente y luetgo mira
al doctor Flynn.
—
Hace pocos meses, no tenía idea del voluptuoso estilo de vida que estoy
viviendo. Mi marido… Christian me pone la sangre caliente, —dice, su mano
alcanza mi rodilla, estrujándola—. Pero más allá de eso, lo amo con cada fibra
de mi ser. Por supuesto, constantemente me recuerda que la abundancia en su
vida es parte del paquete: una parte de lo que es. Solo estoy preocupada por el
peligro al que eso nos expone. Mucho más ahora que vamos a tener un bebé. —Levanto
el brazo y lo envuelvo en ella, jalándola a mi abrazo protectoramente.
—
Cada vida tiene sus propias dificultades Ana, ya sea que estés o no bajo el
radar. Hay gente que tiene muy poco y son casi invisibles para otros, no
solamente porque no estén bajo el radar o no los veamos, pero la gente en
general solo se permiten tratarlos con
brusquedad, descortesía, mal educados y apresuradas respuestas. La gente se
deshace de ellos con rapidez. Por más complejas que sean sus personalidades, la
gente no les pone atención y son simplemente ignorados como si no existieran.
La vida es dura, muy dura para ellos. Asimismo pudo haber sido la vida para
Ella. Christian ha creado una vida que es algo en lo que no muchos pueden
soñar. Es un hombre brillante, más grande que la vida. La vida que ha creado
para él, de la cuál ahora eres parte, es algo que crea envidia, curiosidad,
distinción y lo hace estar más allá de la aristocracia. Claramente tiene una
hermosa esposa, un bebé en camino de un
hombre muy atractivo que pertenece al 1% del 1% de los más ricos del mundo, que
es noticia si simplemente estornuda. Lo que tú y Christian visten se convierte
en moda. Todo lo que hacen impactará poco o mucho porque la gente estará
observando. Ese es el otro extremo del espectro. No quiere decir que sea malo;
simplemente significa que tendrán que desarrollar un conjunto diferente de
habilidades para lidiar con esos aspectos de la vida particular con los que se
conducen.
—
¡Pero doctor Flynn, nunca ha sido emboscado por un grupo de paparazzi que daba
por hecho que nuestro bebé podría no ser de Christian cuando es el único hombre
con el que he estado! —Dice Ana fervientemente.
—
Ahh… Ahora estamos llegando a un punto. ¿Estás preocupada por las opiniones y
acusaciones de los paparazzi que puedan cambiar el amor y el afecto de
Christian por ti?
Un
apenas audible “sí”, escapa de sus labios. Su respuesta hace que mi mandíbula
caiga abierta.
—
¿Christian? ¿Piensas en las preocupaciones de Ana? —Pregunta el doctor Flynn.
Parpadeo
varias veces. Me vuelvo completamente para ver la cara de mi esposa—. Ana, ¿Cómo es posible que pienses eso?
¿Piensas actualmente que los perros de caza de las revistas de chismes podrían
de alguna manera cambiar mi amor por ti? ¡Si alguno de ellas trata de
lastimarte de alguna manera, me aseguraré que el reportero que haya hecho el
intento de calumniarte nunca vuelva a trabajar en eso u otra publicación y
sería castigado de tal forma que sería vendido a sus enemigos pedazo a pedazo
para nunca recuperarse! ¡No tomo a la ligera ninguna amenaza contra ti Ana!
Sabes eso. —Digo fervientemente mientras tomo su barbilla y la levanto para
forzarla a mirarme. Un estremeciento de temor pasa por ella.
—
Lo sé, Christian, —susurra.
—
Ana, los paparazzi no son tu única preocupación, ¿o sí? —Pregunta el doctor
Flynn. —Después de dudarlo, responde “no”, con voz queda—. ¿Qué más te
preocupa?
Ana
levanta la vista hacia mí, luego voltea hacia John, sacude la cabeza, y
permanece en silencio.
—
Doctor Flynn, antes que digas algo para mandarme fuera de este consultorio,
quiero oír que es lo que preocupa a mi esposa. —Claramente es algo acerca de mí—.
Ana… —digo dirigiendo la intensidad de mi mirada a sus muy abiertos ojos, mi
atención está puesta por completo en ella. Mis dos pies están ahora firmemente
plantados en el piso. Me inclino y pongo los codos sobre mis rodillas. Mis
manos toman las suyas, buscando su calidez y conexión—. Nena, ¿Estás preocupada
por mi enojo? ¿Estás temerosa de que te hago daño? ¡Necesito saberlo, nena! —Me
mira y luego a John con los ojos muy abiertos.
—
Si te hace sentir más cómoda… —empieza el doctor Flynn.
—
¡John! —Le advierto.
—
¡Christian, en mi consultorio, mis reglas! —Dice alzando las cejas. ¡Que
galante de tu parte John!
Ana
quita sus manos de las mías con frustación, y las levanta con exasperación—.
¡Oh, por el amor de Dios! ¡Los dos, guárdense la discusión! No temo que mi marido me lastime. ¡Solamente
estoy preocupada que por mí, él sea lastimado! Que alguien esté tratando o
tratará de conseguirlo a través mío. No conozco todas las reglas para tratar
con los medios, especialmente con los medios chismosos. Pero estoy aprendiendo,
—dice mirándome—. Y aunque fuera una profesional en esto, aún estaría
preocupada, porque estoy enamorada de mi marido, —susurra en voz baja—. Te amo
Christian Grey, ferozmente, intensamente, impotentemente, desvergonzadamente y
mucho más ardientemente. Pero, los eventos recientes, especialmente la
emboscada de esta mañana me hicieron darme cuenta que algunas personas harán lo
imposible por lastimarnos personal y públicamente como si fuera un picnic
dominguero, como si sus acciones no tuvieran ramificaciones, y sentir que es
simplemente correcto hacer eso. Y en eso, me lastimarán y te lastimarán a ti a
través de mí.
—
Seguridad… —comienzo a decir pero ella levanta un dedo.
—
También quiero la normalidad, al menos la ilusión de tener privacidad que es
algo de lo que no me había percatado al ser lujosos para algunos, por nosotros. Aun así, lo que me causa
pesadillas son las caras desconocidas que quieren lastimarte. Eso es lo que me
horrorizó de la pesadilla de esta tarde.
—
¿De qué se trató tu pesadilla, Ana? —Pregunta Flynn con curiosidad. Los ojos de
Ana abiertos ampliamente con temor. Tiembla al inhalar. La mano que sostiene la
mía me aprieta muy fuerte, sus nudillos se ponen blancos. Los ojos del doctor
Flynn evalúan por completo su lenguaje corporal y gabaratea febrilmente en su tablet.
Ana levanta la mirada hacia mis ojos buscando consuelo. Mi mirada se suaviza.
Me acomodo en el sofá y reposiciono mi brazo alrededor de su torso de nuevo,
manteniéndola firmemente bajo mi brazo, dándole mi apoyo. Mi otra mano solo
sostiene las suyas en su regazo, con el pulgar acaricio sus dedos con suavidad.
—
Le hablé de mi pesadilla a Christian esta tarde, —empieza. Traga y hace una inhalación
temblorosa—. Estoy caminando a través de un lujoso edificio con arcos, columnas
dóricas, en una estancia hermosa cuidadosamente elegante. Luego se convierte en
el salón de los espejos del Palacio de Versalles. Estoy observando los arcos pintados,
las pilastras de mármol decoradas. Es ostentoso, espléndido… Pero lo que es
diferente es que el salón se convierte en una estancia sin salidas por ningún
lado. La escultura de Afrodita está en medio del salón de los espejos. Estamos
admirándola. Tú, —dice enfatizando—, la estás admirando. La cara de Afrodita
es distante, inexpresiva, atemporal, pero frente a nuestros ojos, su vientre
empieza a crecer, de hecho muy abultado. Tu admiración por ella cambia primero
por algo desagradable. Luego, cuando la transformación se ha completado, se
vuelve hacia mí. Era yo. Lo que vi fueron los ojos de Christian, —dice con voz
apenas audible—, eran de disgusto, desinterés, faltos de amor. Me veo
firmemente clavada en el piso, en una base de mármol, vientre abultado, y el
torso desnudo. Luego, recuerdo los flashes. Flashes parpadeantes. Miles de
ellos amplificados por los espejos. Veo mi imagen muy embarazada, indeseable en
los trescientos cincuenta y siete espejos reflejados miles de veces. Pero los
flashes parpadeantes de las cámaras continúan produciéndose. Las voces son
ruidosas, burlonas, desconocidas. Nunca me había sentido tan sola. Muy… muy…
abandonada. Luego sentí dolor, terrible dolor como nunca antes había sentido.
Bip está tratando de salir, —susurra tomando una temblorosa honda inhalación.
Está parpadeando. Está perdida en su pesadilla. Se acurruca en mí haciéndose
pequeña, poniendo sus piernas bajo ella. Se retuerce las manos e inclina la
cabeza hacia abajo. Después mueve sus manos hacia su vientre protectivamente. Otro
estremecimiento la sacude—. Entonces algo horrible sucede. Una mano o varias me
cortan. Siento el chorro de sangre, los fluidos en medio de los destellos de
los flashes y ruidos burlones, y alguien tira de Bip lejos de mí. Oigo el
llanto del bebé, más bien un grito de dolor. Luego se ha ido. ¡No me puedo
mover! —Dice levantando la voz—. Estoy inmóvil, sangrando, y ni siquiera puedo gritar.
Lo único que veo son lágrimas cayendo por la cara inexpresiva de mármol, y
flashes… nunca me había sentido tan sola, tan imposiblemente sola entre esa
multitud. Tan indefensa, Siento la pérdida absoluta de todo lo que amaba.
Quería que los flashes y el ruido cesaran. Quería que mis pies pudieran moverse
para buscar al bebé que ya había sido tomado por manos desconocidas. Quería
pedirle a Christian que me ayudara. También se había ido, muy disgustado conmigo.
Luego tuve el deseo abrumador de… morir… —susurra a mis horrorizados oídos.
Creo
que tanto Flynn como yo la miramos con la misma cara conmocionada y
sorprendida. Ninguno de los dos es capaz de decirle una palabra. El garabateo
febril de John se detiene. Creo que es el primero que aclara su garganta y hace
el intento de hablar—. ¿Es la primera vez que has tenido esta clase de
pesadilla?
—
Tuve la pesadilla de Versalles antes, cuando Christian se alejó de mí y
desapareció, —murmura sin mirarme. Por otro lado mi mirada se posa en ella.
—
¿Sabías de su pesadilla, Christian? —Prgunta el doctor Flynn.
—
No, —es mi respuesta seca, sin mirar a Flynn—. Solo me hablaste de la otra
pesadilla.
—
¿Tuviste otra pesadilla? —Pregunta el doctor Flynn.
—
Primero tuve la otra pesadilla. Estaba muy cansada y caí dormida y luego tuve
esta otra pesadilla que completamente me aterrorizó, —murmura.
—
¿Por qué no le hablaste de esta otra pesadilla antes a Christian, Ana? —Pregunta
Flynn.
—
¿Decírselo? ¡Doctor Flynn, todo lo que quería era olvidarme de la pesadilla, no
fijarla firmemente en mi mente y repetírsela a Christian! Y usualmente lo habría
hecho… olvidarla. Pero últimamente ha venido a mí con intensidad y después de
lo que sucedió esta mañana, tuve la pesadilla. No había manera de que pudiera
olvidarla. Estaba aterrorizada, —dice respirando rápidamente como si acabara de
correr una maratón.
—
¿Qué hay del deseo de morir? ¿Es esta la primera vez en tu pesadilla? ¿Está eso
limitado a tus pesadillas? ¿Tienes pensamientos de suicidio? —Pregunta suavemente.
Me tenso inmediatamente mirando a Anastasia, buscando la verdad en las palabras
que vaya a pronunciar.
—
¡Nooo!, —dice fervorosamente—. ¡No tengo pensamientos de suicidio! Fue la
primera vez en mi pesadilla. Nunca antes había sentido esa sensación. Pero
tampoco había perdido todo lo que amo, —dice mirándome mientras sus manos están
sobre su vientre protectoramente—. Nunca había sentido la absoluta desolación,
todo lo que amo me es arrebatado o alejándose de mí. Sentí la pérdida de mi
razón de vivir, —dice con los ojos rebosantes de lágrimas sin derramar. Oigo
una fuerte inhalación mientras mis pasmados ojos miran a mi esposa y me doy
cuenta que he sido yo. Justo frente a los sorprendidos y muy abiertos ojos del
doctor Flynn, jalo a mi esposa a mi regazo, la abrazo con fuerza, inhalando su
aroma.
—
Nunca te dejaré ir, señora Grey. ¿Crees que es fácil deshacerse de mí? Eres mi
mujer y ese es nuestro bebé. Nadie se atreverá a lastimar a ninguno de los dos.
Te amaré sin importar cuan grande se haga tu vientre con nuestro bebé.
¿Entendido? —Susurro para su oídos solamente, me da otra firme determinación
para encontrar a quién está causando todo este enredo. Silenciosamente mueve la
cabeza.
—
Ana, una pregunta más… —dice Flynn aclarándosre la garganta. Permito a Ana que
se siente a mi lado nuevamente en el sofá, pero no la suelto, la tengo
firmemente sujeta bajo mi brazo—. ¿Pensaste que la idea de la muerte cesó
cuando despertaste de tu pesadilla?
—
Una vez que me orienté, me di cuenta que era una pesadilla, algo que estaba
fuera de mi control, se disipó como el humo. Sí, completamente desapareció. Eso
no es lo que soy doctor Flynn, pero enfatizó que no tenía control sobre los
aqcontecimientos a mi alrededor o los que otros me hacían. Cuándo Christian se
fue en mi pesadilla, la gente continuó lo que me estaba haciendo, burlándose,
riéndose, tomando fotos y sin fin de flashes de las cámaras. Pero esta vez,
estaba completamente, absolutamente, singularmente sola. Ese fue la peor
sensación porque estaba amplificada por la sensación de pérdida. Es miles de
veces peor que solo estar sola. Es como si mi corazón y alma hubieran sido
irrevocablemente rotos en miles de pedazos. —Su cuerpo tiembla. Otra inhalación
temblorosa la sacude. Luego su voz baja mucho—. No puedo sobrevivirte,
Christian. No puedo sobrevivir sin ti —susurra.
Alone – Celine Dion
—
Ana, no es saludable que pienses que no puedes sobrevivir sin alguien…
—
¿Alguien? —Pregunto inclinando la cabeza.
—
Permítanme reformular. No es saludable pensar que no puedes sobrevivir sin
Christian, —dice—. El amor es una emoción muy intensa. Pero ambos son muy
jóvenes. Esas no son la clase de sensaciones que deben pasar por tu cabeza. Dado
que estás embarazada…
—
John, ¿Es eso una recomendación? —Pregunto.
El
doctor Flynn suspira—. Christian, solo estamos analizando la pesadilla de
Anastasia y queremos que
Anastasia tenga un conjunto saludable de emociones. Posiblemente sus hormonas
también están afectando su angustia actual. Aunado a su experiencia con los
paparazzi, está más angustiada. Ana necesita tranquilidad y descanso.
—
¿Y esa es la opinión profesional? John, por definición las emociones es un
instintivo estado natural mental derivado de las circunstancias, estado de
ánimo y relaciones de las personas. La salud no siempre está involucrada. Son
subjetivas, experiencias conscientes y respuestas naturales a esas
experiencias.
—
Sin embargo, pueden ser perjudiciales, que es por lo que es primordial que
aprenda a dirigirlas por canales positivos y no permitir que se apoderen de su
estimación cognoscitiva, tendencias de acción y definitivamente no bajar sus
defensas mentales y físicas.
—
De acuerdo, —asiento con firmeza.
—
¿Cómo hago eso? —Pregunta Ana con determinación.
—
Sabiendo lo que algo realmente es. Tú y Christian son “motivo de noticias” que
hace a la gente curiosa. Un ataque de los paparazzi no tiene porque ser
personal. Quieren dinero, y solamente una historia sensacionalista puede hacer
que eso suceda por la curiosidad pública por las vidas de una pareja atractiva.
No les den razones para seguirlos, reaccionando a sus acusaciones en la forma que
esperan. Su defensa contra ellos es entender los motivos detrás de eso, y
lidiar con ello. Tus miedos solamente harán que te provoquen más. Comprende que
todos y cada uno tenemos temores y preocupaciones. Nadie es inmune a ellos. No
tenemos garantía en la vida. Pero el efecto de esos miedos y fobias que
finalmente invaden nuestra mente pueden ser disminuidos si aprendemos a tomar
control de nuestras vidas y no permitir que nos persigan, simplemente aprendiendo
porque estamos asustados. No sucederá de la noche a la mañana, pero pasará.
Piensa en el tiempo en que tu padre estaba en el hospital. No tenías ningún
control sobre lo que le sucedió o como su cuerpo reaccionaría al tratamiento.
Tú y Christian hicieron lo único posible: le proporcionaron la mejor atención
médica disponible y su cuerpo hizo el resto. El hecho es, que mucho pasa fuera
de nuestro control, como cuando Christian se enteró que estabas embarazada y
cuando fuiste atacada por Hyde, —dice mientras un estremecimiento me recorre
como si alguien pisara mi tumba.
—
¿Cómo pretendes lidiar con eso? —Le pregunta a Anastasia—. ¿Vas a permitir que
extraños tomen el control de tu vida y emociones o prefieres conservarlo en tus
propias manos? No puedes controlar el comportamiento de los demás pero puedes
controlar tus reacciones, —dice levantando sus cejas.
Anastasia
asiente—. No permitiré que otros controlen mis reacciones, —replica.
—
Bien. Me gustaría verlos a ambos de nuevo, pronto. —Dice Flynn con una sonrisa.
Nos levantamos y nos vamos—. Christian, ¿puedo tener una palabra contigo en
privado?, —murmura.
—
Por supuesto, —replico con curiosidad. La preocupación se apodera de mi alma—.
¿Qué pasa?
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