Capítulo VII
Qué dulce es ser amado por ti
Traducido y editado por María Teresa Camp Gozalbo
Me
levanto al clarear el día. No puedo dormir mucho más aunque haya tenido una
semana exhaustiva. El domingo lo he pasado descansando y solo algunas llamadas
de Welch. Solo deseo la recuperación de Anastasia, así que no voy a permitir
que nada, trabajo o cualquier otra cosa se interponga en el camino de su
recuperación. Pero, ayer insistió en ir a ver a su papá al hospital. Me rendí,
y la única salida que hicimos fue para ir a ver a Ray. Pero, para mi sorpresa,
no le dijo que estaba embarazada. ¿Por qué? No me detendré en eso por el
momento, sin embargo dejó una interrogante en mi mente.
Entro
a la cocina en pijama y la señora Jones ya está trajinando—. Buenos días señor Grey, ¿Desayuna señor? —Dice mirándome sin
sorprenderse que no vaya a trabajar hoy.
— Sí, señora Jones. Omelet, algo de fruta y una taza de café, por favor.
— Sí señor, —contesta y mira a Taylor que para mi sorpresa está inquieto
en la entrada. No me sorprende que está parado en su lugar habitual, pero sí
que esté inquieto. Taylor nunca se inquieta. Inmediatamente
soy pura atención, con el rostro tenso.
— ¿Taylor? — Pregunto con ojos burlones, mi ceja levántandose.
— ¿Puedo tener unas palabras con usted, señor? —Pregunta.
— Sí, —contesto todavía confuso y lo dirijo al estudio. De camino al estudio,
Sawyer y Ryan ven el paso nervioso de Taylor y mi confusión. Se miran con
preocupación. ¿Qué diablos pasa? Entro al estudio y Taylor cierra la puerta.
Camino alrededor del escritorio y tomo asiento. Primero miro el
escritorio donde follé a mi esposa que parece que fue hace largo tiempo y luego
levanto la mirada hacia mi jefe de seguridad que se ve como si se hubiera
tragado un sapo y tratando de vomitarlo, por la fuerza si fuera necesario. Claramente
se ve que quiere decir algo, pero parece que no encuentra las palabras.
Nerviosamente golpeteo el escritorio esperando que hable. Se aclara la garganta
pero el sapo del cual quiere deshacerse no le permite hablar.
— ¿Qué pasa? ¿Es acerca de Hyde?
— No señor.
— ¿El guardaespaldas que asignaste al papá de Ana? ¿Está haciendo bien
su trabajo
— Hablé con los dos chicos que están vigilando al señor Steele. Está
haciendo muy buen trabajo y con mucho sigilo, así que no, tampoco es acerca de
la seguridad del señor Steele.
— ¿Encontró Welch a quién pagó la fianza de Hyde? —Pregunto poniéndome
impaciente.
— No he sabido nada de él. Así que supongo que todavía no, —contesta en
forma ausente. Esto debe ser personal.
— ¿Están bien tu hija y tu ex? —Genuinamente preocupado por él.
— Sofía está maravillosamente, y la perra bruja está volando en su
escoba. Al menos así sonaba cuando la llamé esta mañana, así que supongo que
también está bien. —Contesta.
— ¡Taylor! Me estás poniendo nervioso, y sabes que no lidio bien con los
nervios, especialmente después de lo pasado la semana anterior. ¡Escúpelo
hombre! ¿Qué es?— ¿Nos estás dejando? —Pregunto cruzando los brazos; no podría
culparlo después del estrés de la semana pasada, pero haré todo lo que sea con
tal de conservar a Taylor conmigo. Es el mejor empleado que he conseguido, y
con todo lo que hemos pasado juntos toda la semana, me he permitido pensar que
es lo más cercano a un amigo que tengo. Eso sería una gran pérdida para mí. No
quizá para él.
— ¿Irme? —Pregunta completamente confuso—. No, no, por supuesto que no.
Es… No sé como poner esto con palabras. Solo un poco aturdido.
— ¿Estás bien?
— Sí, eso creo señor, sí lo estoy, —contesta y se retuerce las manos
como lo hace Ana cuando está nerviosa. Entrecierro los ojos para ver cual es el
problema de mi mano derecha. Recuerdo a la señora Jones lanzándole una mirada.
¿Está Gail embarazada tambien?
— ¡Taylor! ¿Está Gail bien?
— Sí, y es acerca de ella… y yo. Yo, hum… —Dice sonriendo—, le pedi a
Gail que se casara conmigo y aceptó. Es por eso que quería hablar con usted.
Todavía esoy conmocionado porque dijo que sí, considerando que se lo he pedido
por casi los últimos cuatro años, —dice pasmado. Y yo pensé que Ana se había tomado
mucho tiempo al hacerme esperar una semana para contestarme. Gail lo ha
torturado por cuatro años ¡Demonios! Sonrío inmediatamente.
Jason Taylor
— ¡Felicidades, Taylor! —Me levanto y le doy la mano—. ¡Estoy muy
contento por ambos! ¿Significa que Gail ya no trabajará para nosotros?A la
señora Grey y a mí nos encantaría que continuara trabajando aquí. Se ha
convertido en parte de nuestra familia. No podría pensar en nadie que pudiera
tomar su lugar.
— Oh no, desea continuar trabajando, —dice y algo cruza por su rostro, como
una aversión ante la idea de que hubiera alguien más aquí, en su lugar. Supongo
que es mejor para él estar cerca de ella considerando que requiero su presencia
en Escala 24/7. Sería muy difícil para el matrimonio. También odio los cambios.
Tanto Anastasia como yo apreciamos mucho a Gail. Conseguir a alguien en medio
de nuestra creciente familia sería difícil. Pero, esta es una decisión que
ellos deben tomar. A Anastasia le gusta trabajar, pero si dependiera de mí,
preferiría tenerla en casa.
— ¿Quieres que siga trabajando aquí?
— Aún no lo sé, señor. Si Gail está de acuerdo, se lo diré esta tarde,
pero todavía no tenemos fecha. Pero sé que nos gustaría que fuera antes del
cambio a la nueva casa y así mismo antes que naciera su bebé, —dice, y
convirtiéndonos en su prioridad antes que sus asuntos personales, no me habría
dado cuenta en el pasado ya que le pago generosamente pero me siento más cerca
de él por su amable gesto. Después de lo que hizo la semana pasada, estoy en
deuda con él.
— Dime que necesitas. Tu boda y
la luna de miel serán un regalo de parte de la señora Grey y mía, y en el momento
que fijen fecha, me aseguraré que el jet está listo para que lo utilices en la
luna de miel. Le diré a Andrea que ponga a tu disposición efectivo para que lo
uses, y te enviaré los detalles por e-mail en cuanto esté disponible —digo.
— Señor Grey, eso es… —dice moviendo la cabeza con incredulidad—, eso es
extremadamente generoso de su parte. Yo… hum… —por primera vez mi mano derecha
está perdido y no encuentra las palabras—. ¡Gracias! —Dice finalmente y deja la
estancia sin ninguna otra palabra, más aturdido de lo que ya estaba. Muevo la
cabeza sonriendo y feliz. Cuando voy a la cocina, mi desayuno está listo. Gail
toma mi omelet de la plancha que la mantiene caliente y me sirve el café.
— Felicidades Gail, —digo en lugar de señora Jones porque de alguna
manera es inapropiado cuando pronto se convertirá en la señora Taylor. Sonríe
tímidamente, y su sonrisa es completamente maravillosa.
— Gracias, señor Grey, —contesta—. Me encanta trabajar y ver por la
señora Grey y usted, señor. También estoy muy entusiasmada por la llegada del
bebé. No podría dejar que nadie más cuidara a la señora Grey y al bebé cuando
llegue el momento, —dice sonriendo, pero sabe que aún tengo algún tipo de
aprensión sobre el bebé, se queda callada moviendo la cabeza mirando hacia
abajo, y regresa a su trabajo en la cocina. Volteo la cabeza después de oír el
sonido de los tacones de Ana. Su cautivadora apariencia hace que detenga el
tenedor con la omelet a medio camino. Lo que veo es a mi esposa con una
indecentemente corta falda negra y blusa de seda blanca con volante. Sus
zapatillas Loboutin hacen juego con las medias. Está ligeramente maquillada, el
vibrante azul de sus ojos está ribeteado con rimel, su gordezuelos labios
brillan con el pintalabios y su cabello está suelto calgando en su espalda.
Viéndola totalmente sexy, pero vestida para ir a trabajar me hace fruncir el
ceño.
— Buenos días señora Grey, ¿va a alguna parte?
— A trabajar, —contesta simplemente sonriendo.
Quizás está tratando de ser divertida. Resoplo por su ridícula respuesta—.
No lo creo, la doctora Singh dijo que una semana de descanso.
— Christian, no pasaré el día sola en la cama. Así que bien puedo ir a
trabajar. Buenos días, Gail, —dice y la señora Jones la mira divertida,
tratando de ocultar su sonrisa.
— Señora Grey ¿desea algo para desayunar?, —pregunta.
— Por favor.
— ¿Granola?
— Prefiero huevos revueltos con una tostada de trigo integral. —¿Qué
diablos pidió? ¿Acaba de pedir voluntariamente un copioso desayuno? Mi
mandíbula ha de haberse caído, porque ahora la señora Jones está sonriendo
ampliamente.
— Muy bien, señora Grey, —le contesta a Ana.
— Y no vas a ir a trabajar, —dijo tan firmemente como puedo, volviendo a
mi argumentación original.
— Pero… —Trata de replicar.
— Nop. Es simple. No discutas conmigo, —digo insistemente con mirada
adusta.
Anastasia está tratando de fulminarme con la mirada, pero cuando se da
cuenta de lo que llevo puesto, es el momento para sorprenderse. Aún estoy con
los pantalones del pijama y la camiseta de la noche anterior—. ¿Vas a ir a
trabajar? —Pregunta.
— No, —contesto simplemente.
Anastasia recorre la vista alrededor buscando una pista, confundida—.
¿Es lunes, no?
Sonrío ante su perplejidad—. Así era la última vez que miré el
calendario.
— ¿Vas a irte de pinta? —Pregunta entornando los ojos.
— No voy a dejarte sola para que te metas en problemas. Y la doctora
Singh dijo que sería una semana de descanso antes de volver al trabajo.
¿Recuerdas?— Así que también me tomo una semana de descanso con mi esposa. La
dejé solo un día y casi la matan. No lo volveré a hacer.
Anastasia se sienta en el taburete junto a mí y justo cuando se sienta
se asegura que su falda suba por su pierna. Oh, mi esposa está juguetona. La
señora Jones le pone el té Twinings enfrente.
— Te ves bien, —digo, y cruza las piernas y se sube la falda aún más.
¡Demonios! Está tratando de traspasar mis límites—. Muy bien. Especialmente
aquí, —viendo que no está usando pantimedias, pero sí tacones de aguja y mi
dedo recorre la carne desnuda justo arriba de sus medias y debajo de la línea
del dobladillo de la falda—. Esta falda es muy corta, —murmuro complacido, pero
no quiero que otros hombres se la coman con los ojos.
— ¿Lo es?, no lo había notado, —dice con falsa modestia.
Su intención de parecer modesta me hace retener la sonrisa y la miro,
pero sus repetidos intentos de persuadirme para tener sexo en su lastimoso
estado cuando Dios sabe que estoy desesperado por hacerle el amor y su intención
de ir a trabajar me exasperan—. ¿En serio, señora Grey? —Digo levantando las
cejas. Responde ruborizándose—. No estoy seguro que este atuendo sea apropiado
para ir al trabajo, —murmuro.
— Bien, —dice arrastrando la palabra—, ya que no voy a trabajar, ese es
un punto discutible.
— ¿Discutible?
— Discutible, —dice haciéndome sonreír, mientras continó comiendo la omelet—. Tengo
una mejor idea.
— ¿Cuál?
Sí, ciertamente la tengo. Tengo planes para mantenerla ocupada. La miro directamente
a los ojos, oscureciendo la mirada—. Podemos ir a ver como le está yendo a Elliot
con la casa.
— Me encantaría, —contesta ante la posibilidad de salir.
— Bien, —digo sonriendo.
— ¿No tienes que trabajar? —Pregunta como una idea tardía.
— No. Ros ya regresó de Taiwan. Todo fue muy bien. ¿Hoy por la tarde
está bien?, —digo—. Es un buen día.
It’s a beautiful
day – U2
— Pensé que irías a Taiwan, —dice acusadoramente. ¿Por qué haría eso cuando mi mundo se estaba
desmoronando en casa? Resoplo en respuesta.
— Ana, estabas en el hospital.
— Oh.
— Síp… oh. Así que hoy estoy pasando tiempo de calidad con mi esposa, —digo.
Tomando un sorbo de café, me pego en los labios. Simple comodidad.
— ¿Tiempo de calidad? —Pregunta Anastasia con los ojos muy abiertos,
esperanzada por una diferente clase de calidad. Su esperanzado comportamiento
no pasa desapercibido ni a la señora Jones que casualmente ignoro. Sonríe al
comentario de Anastasia y le pone enfrente el plato de huevos revueltos.
No puedo más que sonreír—. Tiempo de calidad, —confirmo con un
movimiento de cabeza. Sus huevos huelen deliciosamente, y antes que pueda
emitir otra palabra, voltea hacia su comida y cerrando los ojos inhala
profundamente y procede a comérselos con tal apetito que se podría pensar que
viene de una hambruna. Adoro verla comer—. Es bueno verte comer, —murmuro.
Luego me levanto y me inclino para besar su cabello—. Me voy a duchar, —le
digo.
Sus ojos se ensanchan con renovada esperanza. Volteando a verme con la
boca llena—, Humm… ¿puedo ir y rascarte la espalda? —Balbucea.
— No. Come, —ordeno. Mientras abandono la barra del desayuno, jalo la
bastilla de mi camiseta y tiro de ella para quitármela. Puedo sentir la mirada
abrasadora de mi esposa detrás de mí. No puedo tener sexo con ella ahora, pero
la puedo provocar. Cuando pueda tenerlo nuevamente, sé que no podremos
quitarnos las manos de encima uno del otro. Eso significa que tenemos que esperar
hasta que se haya recuperado.
De regreso,
rápidamente meto la cabeza en el estudio de Taylor—. Taylor, haz que Gail prepare discretamente una canasta de picnic para
nosotros. Voy a llevar a la señora Grey de picnic a la casa grande. Me llevaré
el R8. Pon la canasta en el maletero.
— Claro señor, —dice con una rara sonrisa después de haberse recuperado
de su aturdimiento anterior.
Me tomo tiempo en la ducha para darle oportunidad a Anastasia a terminar
su desayuno. Después de la ducha, me pongo camisa blanca de lino y vaqueros y
finalmente el saco de raya diplomática. Cuando regreso a la estancia, Anastasia
ha terminado de desayunar—. ¿Estás lista? —Le pregunto notando que se puso una
chamarra de mezclilla y se cambió los tacones por zapatos bajos.
— Sí, —contesta.
Miro a Taylor y me hace una ligera seña.
— Pensé en visitar primero a Ray, —digo, porque quiero pasar una buena
parte de la tarde en la casa grande.
— Oh sí, me encantaría ver a Ray,
—dice alegremente. Posiblemente hoy le diga acerca del bebé. Tengo curiosidad
por saber que dirá.
Cuando llegamos al hospital, Ray está acompañado por el señor José
Rodríguez, viendo un partido de futbol sóccer en la nueva TV de plasma que le
compré. Pensé que si iba a permanecer en el hospital algún tiempo, podía tener
una mejor TV ya que no tiene otro tipo de entretenimiento. Me complace ver que
la está disfrutando. No escapa a los ojos de Anastasia y sus ojos brillan,
completamente feliz. Lo que la hace feliz, me hace doblemente feliz.
Después de saludar y dar la mano tanto a Ray como al señor Rodríguez,
jalo una silla y me siento a observar
como Anastasia interactúa con ambos.
— Estoy muy contento de ver algo de color en tu cara. ¡Estás radiante! —Comenta
su padre mientras ella lo abraza. Ana se ruboriza y le agradece a su padre.
Estamos con ellos aproximadamente media hora, pero veo que Anastasia no
le dice a su padre que estamos esperando un bebé. Su reticencia me causa
curiosidad. ¿Está preocupada de alguna manera de que no quiera a nuestro bebé?
Si es eso lo que está pensando, no me está dando ninguna pista sobre ese
sentir. No es que ya no tenga miedo o preocupación. Porque la tengo. ¿Qué pasa
si jodo esta paternidad, y no sea el gran padre que Ana cree que seré? Estoy
determinado a tratar con tenacidad y trabajar en ello. Habiendo tenido las
vidas de Ana y júnior en peligro cambió algo en mí. ¡Algo pulsó en mi mente y
finalmente me di completa cuenta de que este es mi bebé! En lugar de
estar en condición de indeseado, ahora es parte nuestra. Nuestro: tan simple
como eso…
Esa personita insertada con seguridad en el útero de mi esposa, es
alguien que demostrará irrefutablemente al mundo que es el producto del amor y
la intensa pasión que Anastasia y yo nos tenemos, y la prueba irrefutable de
que su madre es indudablemente, mi mujer. Extrañamente, la idea me relaja, y
sonrío cuando Anastasia se vuelve para mirarme.
Cuando dejamos solos a Ray y al señor Rodríguez, parecen contentos de
seguir lo que queda del partido de futbol. Cuando cerramos la puerta tras
nosotros el señor Rodríguez le cuenta a Ray la parte del partido que se perdió
por nuestra llegada.
Tomo la mano de Anastasia y la llevo a nuestro coche. Habiendo pasado
parte de la semana pasada en este hospital preocupado por mi esposa, me siento
feliz de salir del estacionamiento. Conduzco hacia el norte sobre la autopista
sintiéndome hoy tan libre como un pájaro. Estoy llevando a mi esposa a nuestro
futuro hogar. Puedo sentir su mirada bebiéndome; deseosa y hambrienta. Girando
para mirarla, le agarro la pierna por arriba de la rodilla; gentil y
sensualmente se la acaricio. Una fuerte inhalación de aire se refleja en sus
labios—. Me alegro que no te hayas cambiado, —le digo, me gusta el fácil acceso
a sus piernas. Manteniendo la mano sobre su pierna disfruto de nuestra
conexión. Si no puedo poseerla, necesito tener este enlace. Lo necesito.
Ella pone la mano sobre la mía—. ¿Vas a continuar seduciéndome?
— Puede ser, —le digo con una sucia sonrisa.
— ¿Por qué?
— Por qué puedo, —respondo sonriendo, completamente feliz. Está caliente
y molesta, y de alguna manera sexy como el infierno. Muevo hacia arriba mi dedo
sobre sus muslos seduciéndola.
— Dos pueden jugar a este juego, —murmura. Ella sólo subió las apuestas,
mi juego favorito. Muevo mi dedo más arriba de su muslo.
— Sube la apuesta, señora Grey, —sonrío de oreja a oreja.
Entorna los ojos, y resopla por la nariz. Cogiendo con cuidado mi mano,
la pone de regreso a mi rodilla—. Bueno señor Grey, puedes mantener tus manos
quietas.
Sonrío con suficiencia ante su frustración—. Como quiera, señora Grey.
Me mira con incertidumbre, dándose cuenta de que quizás no se salga con
la suya. Si supiera que lo único que me detiene a poseerla y hacer las cosas a
mi manera con ella es el saber que aún está lastimada.
El resto del camino a nuestro nuevo hogar es relativamente silencioso.
Cuando llego al camino de entrada a nuestra casa, me detengo en el teclado de
la verja y pincho el código de entrada. La puerta blanca de hierro forjado
ornamentado se abre. Unos segundos después de conducir por la calzada, oigo
cerrarse la verja. El paisaje es casi surrealista. La calzada está bordeada de
árboles con los colores que indican el fin del verano y el principio del otoño
con mezclas de verde, amarillo y cobre bruñido. La hierba en el prado también
se está volviendo dorada, aunque todavía podemos ver manchas de flores
silvestres. Tengo que recordar que se ponga césped perenne antes que nos
mudemos. Aunque no sé como reaccionaría con los inviernos de Seattle. Acabo de
darme cuenta que no tengo muchas habilidades domésticas. ¡Oh mierda! He
contratado a un jardinero. Cómo más nos acercamos al Sound, más podemos oler el
salobre olor del mar. También podemos oír las olas rompiendo en la orilla.
Anastasia está emocionada y tranquila al mismo tiempo. Cuando llegamos a
nuestro camino privado, la casona se ve a través de varios de los camiones de
la compañía de mi hermano con el letrero de GREY CONSTRUCTION, estacionados al
frente.
El andamio rodea la casa y numerosos trabajadores de la construcción con
casco están ocupados trabajando en el frente y también en los andamios en el
techo. Una excitación vertiginosa burbujea en mí. Este caparazón de casa pronto
acomodará a mi familia: mi esposa e hijo. La actividad acelerada en nuestro
hogar indica que pronto podremos vivir aquí. ¡Pero la idea de pasar nuestra
primera Navidad en nuestra nueva casa es completamente emocionante!
Dejo el R8 enfrente del pórtico y apago el motor—. Vamos a buscar a
Elliot, —digo y le tiendo la mano a Ana.
— ¿Está aquí?
— Eso espero. Le estoy pagando bastante.
Resopla ante mi expresión y le sonrío.
Oímos la voz de mi hermano llamándome—. ¡Hey, hermanito! —Miramos
alrededor para verlo pero vuelve a gritarme—. ¡Aquí arriba! —Está en el techo
saludándonos y sonriendo de oreja a oreja—. Ya era hora de vernos aquí.
Quédense donde están. Bajaré enseguida, —dice burlonamente. Ana me mira
inquisitivamente, y me encojo de hombros. Ese es mi hermano, ¿Qué puedo decir?
Y aparece en la puerta en pocos minutos. Me saluda con una gran sonrisa—.
¡Hola, hermanito! —Y me da la mano—. ¿Y cómo estás damita? —Voltea hacia mi
mujer cargándola y dándole vueltas. ¡Por el amor de Dios! ¡Tiene las costillas
lastimadas! Le frunzo el ceño a Elliot y me ignora deliberadamente.
— Mejor, gracias, —Anastasia hace su risita sin respiración.
— Vamos a la oficina. Necesitarán uno de estos, —nos dice tocando su casco.
Nos lleva al trailer donde está la oficina. Es un viejo trailer de acero que se
ve como diseñado para soportar el rigor de un lugar en construcción, con alta
seguridad y dispositivos anti-vandalismo. Subimos los cuatro escalones que nos
conducen a su oficina móvil. La puerta tiene tres letreros ‘Construcción en
proceso’, ‘todos los visitantes deben registrarse en la oficina’ y ‘oficina’.
Hay un escritorio ocupado por una mujer vestida con el rudo atuendo para
la construcción, y con tatuajes en su hombro derecho y músculos que rara vez se
ven en una mujer. Su cabello está atado en cola de caballo en su nuca. Levanta
la vista cuando entramos—. ¡Hola jefe! —Dice saludando a su jefe y nos dedica
una sonrisa a Ana y a mí.
— ¡Hey Donna! ¡Este es mi hermano Christian y su esposa Ana! —Nos
presenta.
— ¡Ah, el jefe del jefe! —Sonríe—. ¿Qué puedo hacer por usted? —Pregunta
de forma ilógica mientras tiende su mano primero a Ana y después a mí.
— Necesitamos un par de casos, —contesta Elliot.
— Claro patrón, —dice y va a un gabinete de metal, toma dos cascos y nos
los trae dándonos uno a cada uno. Después de agradecerle, vemos un gran plano
de nuestra casa en la pared. Anastasia sonríe y toma mi mano mientras salimos.
Elliot nos lleva a través de la entrada principal y nos muestra que
ahora es solo un cascarón, el esqueleto en lo que se convertirá. Algunas de las
paredes originales se han eliminado para dar mayor espacio abierto y se han
construido otras nuevas que aún están en obra negra. El piso está cubierto con
lo que parece arpillera. Elliot mira si estoy poniendo atención y explica—. Sí,
es arpillera. Bueno, técnicamente este es burlete en realidad. Ayuda a
solidificar el concreto a fondo y ecológicamente sostenible. ¡Tratamos de ser
protectores del ambiente todo lo posible, hermano! —Dice orgullosamente. Algunas
de paredes están cubiertas con láminas de plástico y seccionadas. Hay bastantes
trabajadores, tanto hombres como mujeres. Elliot tiene una copia de los planos,
y nos muestra las diferentes partes de la casa. Los ojos de Ana brillan cuando
ve que la escalera de piedra con la balaustrada de hierro siguen en su lugar
tapadas con telas para evitar el polvo.
Cuando entramos al gran salón que se convertirá en nuestra sala de
estar, los ojos de Ana vuelven a brillar. La pared trasera que daba al patio ha
sido removida para hacer una pared de vidrio, y la reconstrucción del nuevo
patio también está en progreso. Pero la más hermosa vista no es la
construcción; es la vista al Sound. Esto es de lo que Ana se enamoró, y es la
vista que queremos ver al despertar cada mañana.
— Ahora que estoy aquí abajo, realmente aprecio la vista que tienes
desde aquí, Christian. Cuando estamos ocupados en varios sitios, no podemos
sentarnos a contemplar la vista, —dice Elliot sosteniendo su casco con una mano
y secándose el sudor con la manga de su otro brazo, se vuelve a poner el casco.
— Sí, nos encanta la vista —respondo mirando a Anastasia.
— Gia lo ha hecho bien en este diseño, —Ana asienta aceptando señalando
la parte de pared que fue eliminada, mirando el paisaje. Elliot nos explica el
tiempo que la construcción llevará en cada fase, profesional y pacientemente—.
Definitivamente, vamos a trabajar arduamente para terminar tu casa y puedan
habitarla antes de Navidad.
— No estoy seguro. Parece ser que hay mucho por hacer. Navidad suena un
poco optimista.
— Es un tiempo estimado, Christian. Pero hemos hecho varios proyectos de
este tipo, aún mayores. Nunca he dejado de cumplir una fecha límite. Tengo
decenas de trabajadores trabajando en dos turnos al día. Tengo mucha confianza
en que podremos terminar para la fecha que te he dicho. Podemos hacerlo,
hermano. Asegúrate de reservar tu árbol de Navidad de cinco metros. No son
fáciles de conseguir —dice sonriendo confiadamente.
— Oh, ¿en serio? ¿nos podrás tener la casa para antes de Navidad,
Elliot? —Pregunta Anastasia claramente emocionada por pasar la Navidad viendo
el Sound. Elliot asiente.
— Acabas de subir las apuestas. Más te vale que la entregues, hermano, —digo
arqueando las cejas. No quisiera desilusionar a Anastasia.
— No te preocupes por eso. Permítanme mostrarles su nueva cocina, —dice
y nos muestra donde se pondrán los muebles, a pesar que aún también es solo un
cascarón de su futura gloria.
— Con esto concluye el tour. Los dejo para que deambulen por aquí. Pero
tengan cuidado. Es un lugar en construcción, —nos recuerda.
— Claro. Gracias Elliot, —murmuro y tomo la mano de Anastasia—. ¿Feliz? —Le
pregunto mirando su cara una vez que Elliot se ha ido a hacer su trabajo.
Anastasia mira el cascarón vacío de lo en que se convertirá nuestra cocina.
Está pensando, pero sus ojos chispean con deleite.
— Mucho. Me encanta. ¿A ti? —Pregunta. Cuando está feliz, yo soy más
feliz. ¿Cómo puede ser? Ella es mi mundo entero.
— Ídem, —contesto sonriendo.
— Bien. Estaba pensando en poner los cuadros de los pimientos aquí.
Asiento. Las adquisiciones de arte durante nuestra luna miel en Francia—.
Quiero poner las fotografías que te hizo José en esta casa. Debes decidir donde
deben ir.
Se ruboriza, claramente aún aprensiva de ver su propia belleza—. En
algún lugar donde no las vea a menudo.
— No seas así, —la amonesto mientras le acaricio el labio inferir con el
pulgar. Tengo una preciosa esposa, y esas son unas asombrosas fotos de ella. La
quiero ver siempre—. Son mis fotos favoritas. Me encanta la que tengo en la
oficina.
— No tengo idea de porqué, —murmura y besa la yema de mi pulgar y lo
captura con sus labios. Este simple acto se va directo a la punta de mi polla. Es
como despertar a una bestia hambrienta para devorar todo aquello que está a la
vista.
— Hay cosas peores que ver tu hermosa cara sonriente todo el día.
¿Tienes hambre? —Pregunto.
— ¿Hambre de qué? —Pregunta lascivamente.
No es suficiente que haya despertado mi hambrienta libido, pero su deseo
por mí, me hace querer saltar sobre ella aquí. Mi mirada se emsombrece mientras
la miro. Control, Grey, control. Respira, dentro, fuera, dentro, fuera…
— De comida, señora Grey, —respondo con voz ronca y le planto un beso
suave en los labios.
Se burla de mí y suspira. Recordando su otra hambre… de comida, para
cambiar—. Sí. En estos días siempre tengo hambre.
— Podemos tener un picnic los tres.
— ¿Los tres? —Pregunta ladeando la cabeza a un lado con curiosidad. Como
yo lo hubiera hecho—. ¿Hay alguien que se nos va unir?
— En alrededor de siete u ocho meses, —le recuerdo a nuestro bebé.
Sonríe por mi interés en el bebé—. Pensé que te gustaría comer al aire libre.
— ¿En la pradera? —Pregunta esperanzada.
Asiento. Sonríe completamente encantada—. ¡Claro! Este será un gran
lugar para criar una familia, —murmuro mientras miro a mi mujer. Abro los dedos
sobre su vientre. Esto es una maravilla. Hay una personita en su interior que
es parte de mí, y parte de mi mujer. Una representación nuestra; de nuestra
unidad, Anastasia contiene la respiración, y pone su mano en la mía.
— Es difícil de creer, —murmumo maravillado.
— Lo sé. Oh… aquí, tengo la evidencia. Una foto.
¿Qué clase de foto?—. ¿Una foto? ¿La primera sonrisa del bebé? —Pregunto.
No sé nada acerca de embarazo ni bebés.
Mete la mano en su cartera y saca una imagen de ultrasonido—. ¿Ves?
Tomo la imagen en blanco, negro y grises y la observo por largos
segundos, tratando de encontrar un bebé. Entonces justo ahí, una personita del
tamaño de un frijol se ve en la imagen. Ese va a ser mi hijo—. Oh… Bip. Síp, ya
veo, —murmuro, maravillado de que mi esposa y yo hayamos creado una nueva vida.
Una muy pequeña nueva vida.
— Tu hijo, —murmura Anastasia.
— Nuestro hijo, —la corrijo. Nuestro.
— Uno de muchos, —murmura.
¿Qué?, ¿la oí correctamente?—. ¿Muchos? —Abro los ojos desmesuradamente
con pánico. Apenas estoy acostumbrándome a la idea de tener un hijo. Muchos es un número indefinido que no
puedo manejar. Un número definido como uno me ha sido difícil digerirlo. No
puedo pensar en ‘muchos’ niños ahora.
— Al menos dos, —corrige su dicho anterior de ‘muchos’
— ¿Dos? —Digo, probando la validez de las palabras en mi boca. Todavia
amargo, todavía difícil de manejar—. ¿Podemos pensar en un niño a la vez?
— Claro, —acepta sonriendo. ¡No me tortures en un buen día, nena!
Finalmente salimos tomados de la mano. Una cálida tarde de otoño nos saluda.
Las vistas, olores y sonidos del fin del verano son invitadores y seductores.
— ¿Cuándo vas a decírselo a tu familia? —Pregunto con curiosidad por
saber porque les está ocultando la información. Claramente no es porque no
quiera al bebé. Si fuera su decisión, tendría más niños.
— Pronto, —murmura ausente—. Pensé en decírselo a Ray esta mañana, pero
el señor Rodríguez estaba ahí, —contesta encogiendo los hombros, también
contestando mi pregunta no formulada.
Voy al R8 y abro la cajuela. Tomo la cesta de mimbre para picnic y la
manta escocesa que compramos en Londres. Sabía que sería útil.
— Ven, —le digo en tanto tomo la cesta y la manta en una mano y con la
otra sostengo la mano de mi mujer. Caminamos a la pradera con las manos
agarradas.
Cuando
llegamos a un punto lejos de la construcción y las miradas indiscretas, cerca
del Sound, satisfecho con la ubicación, tiendo la manta. Levanto la mano para
que Ana camine sobre la manta. Luego saco las viandas que la señora Jones,
pronto señora Taylor, preparó. Ana camina sobre la manta después de librarse de
los zapatos y se acuesta mientras me observa poner la comida en los
contenedores para facilitar el acceso. Me quito los zapatos y calcetines de una
patada y me siento al lado de mi mujer; levanto las rodillas y las rodeo con
los brazos. No tengo suficiente de Anastasia, la persona que tiene todo mi
universo. Pensar que casi la pierdo me encoge el corazón.
La
brisa proveniente del Sound balancea los altos tallos verdes y oro, haciéndome
sentir que estamos en nuestro propio refugio provincial, nuestro paraíso único.
Y, por supuesto mi teléfono vibra para sacarme de mis ensoñaciones—. Señor Grey, lamento molestarte en tu día libre… —comienza Ros.
— No lo lamentes, de otra manera no me estarías llamando, —le digo.
— Bueno, en eso me has pillado. No, supongo que no. Pero hay una razón
importante por la que te estoy llamando. Posiblemente tenga que llamarte nuevamente con mis disculpas,
señor.
— Bien, ¿qué pasa?
— Los depósitos iniciales se hicieron a Taiwan. Todo se ve bien.
Necesitamos empezar la base de la nómina. ¿Quieres que transfiera toda la
cantidad al banco, o solo para el primer trimestre?
— Bueno eso depende de dos cosas. La tasa de interés del banco taiwanés
comparada con la que tenemos actualmente con nuestro banco aquí y la
implicación que suponen los impuestos tanto para Taiwan como para los Estados
Unidos. Haz que Warren me llame para darme los números y las comparaciones.
— ¡Perfecto! ¡Estoy en ello! Ten un buen día libre, jefe, —dice y
cuelga.
Pongo la cabeza de Anastasia en mi regazo y despacio la alimento con los
deliciosos sándwiches que la señora nos empacó—. ¿Algo de tomar, nena? —Le
pregunto.
— ¿Vino?
— Trata otra vez… tengo jugo y agua.
— Jugo, por favor, —dice. Le doy una botella de jugo después de
abrírsela. La agarra con una sonrisa.
Mi teléfono vibra otra vez, y esta vez es Warren para transmitirme los
números. Sobre todo, hay una pequeña diferencia en porcentaje en nuestro banco,
pero Taiwaán parece un poco más rentable.
Anastasia tiene calor después de haber comido y estando carca de mi
cuerpo. Se sienta y se quita la chamarra. Hago lo mismo y me quito la chaqueta,
poniéndola encima de su chamarra. Justo al momento de tomar una fresa el
teléfono vibra una vez más.
— Hola otra vez, señor Grey. Warren me dijo que habló contigo. También
acabo de repasar sus evaluaciones. Iré al grano y recomendaré que traslademos
la mitad de la nómina a Taiwan. Eso nos dará seis meses para evaluar como será
manejado, y los resultados que generará, la otra mitad puede quedarse aquí y
así podemos hacer comparaciones después de los seis meses. ¿Qué me dices?
— Claro Ros, hazlo.
— ¿Eso es?
— Síp, —digo—. Estoy de acuerdo con tu evaluación.
— Humm, de acuerdo, —dice confundida por mi fácil aprobación. Cuelgo y
vuelco mi atención en mi esposa nuevamente.
— ¿Dónde estábamos? —Digo y le pongo otra fresa en la boca. La chupa
despacio, y entonces muerde un pequeño bocado masticándola sin quitarme los
ojos de encima. Mi mirada se oscurece con deseo por ella.
— ¿Sabrosa? —Le pregunto en un susurro.
— Mucho.
— ¿Tuviste suficiente?
— De fresas, sí.
Mi respiración silba entre mis dientes a medida que la voracidad se
eleva en mí a pasos agigantados. Un repentino estallido desenfrenado de lujuria
me cubre como una segunda piel, haciendo brillar mis ojos y le sonrío a mi
mujer por su reciprocidad de emociones—. La señora Jones hizo una gran merienda
campestre, —digo.
— Sí que la que hizo, —susurra Ana. La mirada en sus ojos, la forma en
que me desea, no solo con lujuria sino con amor, me atemoriza. Repentinamente
me muevo de mi lugar y me acuesto a su lado poniendo la cabeza en su vientre.
Aquí está representado mi mundo, en mi mujer y nuestro hijo. Cierro los ojos y oigo
su suave respiración y el palpitar de su corazón. Sus dedos enlazan mi cabello,
acariciándome; haciéndome sentir querido.
Y el momento es interrumpido por otro zumbido de mi BlackBerry. Doy un
profundo suspiro y frunzo el ceño ante la pantalla del celular. Al revisar el
nombre, me doy cuenta que es Welch. Hablé con él el domingo. No me estaría
llamando si no tuviera noticias importantes. ¡Mierda! Tengo que contestar la
llamada. Pongo los ojos en blanco y contesto—. Welch, —contesto bruscamente.
No se entretiene, yendo directo al grano—. Hemos identificado a quién
otorgó la fianza, —comienza. Mi cuerpo entero se pone rígido. Contengo la
respiración—. Fue el señor Lincoln, el CEO de Lincoln Timber. Mis hombres están
vigilando cada uno de sus movimientos. ¡El hijo de puta es tan retorcido que
puede patear al diablo en el trasero con sus propias patas traseras! Puso mucho
empeño y esfuerzo para conseguir sacar a Hyde bajo fianza. Tengo mucho que
decirle. ¿Está libre para hablar, señor?
— No.
— Bien. ¿Quiere que sigamos vigilando al bastardo? —Dice sin ninguna
emoción.
— 24/7…
— Como desee, señor Grey, —no quiero decir mucho frente a Anastasia.
Tendré un día de campo mañana. Roger Jodido Lincoln trató de joderme ayudando a
un criminal que fue arrestado por irrumpir en mi casa e intento de
secuestro de mi esposa, lo que resultó en el secuestro de mi hermana y cerca de
la muerte de mi familia. A sabiendas, trató de destruirme liberando a alguien
que intentó matarme, que trató de dañar a mi familia. Le serviré sus propios
testículos en un plato, castrarlo enfrente de toda su compañía. Miro a mi mujer
que me observa con curiosidad. Una fría y escalofriante sonrisa cruza mi cara
con la cercana satisfacción de lo que estoy a punto de hacerle. Un
estremecimiento visible sacude a Anastasia, con sus ojos ampliamente abiertos
sigue mirándome.
Tomo la BlackBerry y rápidamente llamo a Ros.
— ¿Señor? —Contesta.
— Ros, ¿cuántas acciones en Lincoln Timber? —Pregunto.
— Hasta la semana pasada 78%, señor. —Ella es como un libro de visitas
con memoria fotográfica. ¡Jaque mate para Roger Lincoln! Me arrodillo de
inmediato. Esto es mejor de lo que pensaba.
— Entonces consolida las acciones en GEH, y después despide al consejo…
— ¿Despedir al consejo? —Pregunta conmocionada, no estando segura de
haberme oído bien.
— Sí, el consejo. Excepto al CEO…
— ¿Estás loco? ¡Son doce personas, sin incluir al CEO!
— ¡Me importa una mierda! —Le respondo gritando.
— Christian, ¿cuándo has pensado en esto? ¡Posiblemente tengamos doce
demandas! Posiblemente sostengan que el despido no está justificado, alegando
que sea una especie de represalia, —responde.
— ¡Te oí, solo hazlo! —Digo. Puse todos los pros y contras en fila antes
de haber tomado esa decisión. En los negocios, es el dinero el que habla. Sé lo
que voy a hacer con su empresa.
— ¡Bien! Generalmente te gustaría hacer el honor a tales despidos. Pero,
según tus órdenes, lo haré hoy, señor.
— Gracias.
— Llamaré a los miembros del consejo a junta de emergencia y les
anunciaré su despido.
— Mantenme informado, —digo colgando, me parece ver una mirada desconcertada
en mi esposa. La miro impasible por un minuto mientras me calmo. No quiero que
mi rabia esplote sobre mi mujer. Cuento en mi cabeza hasta que me calmo. Una
vez exhalo suavemente, Anastasia habla.
— ¿Qué pasó?
— Linc, —murmuro.
— ¿Linc? ¿El ex de Elena?
— El mismo. Fue el que pagó la fianza de Hyde. —Su mandíbula simplemente
se abre con asombro. ¡Nuestros mundos estuvieron cercanos al colapso, casi
jodidamente terminaron porque Lincoln quería vengarse mí! A Elena le hizo lo
que le debía, pero ella no presentó cargos. Pero esa fue su decisión. ¡Y ahora que
tengo una familia, va tras todos los que amo para dañarlos; yendo tan lejos
como para colaborar con Hyde quien repetidamente trató de lastimarnos! Presiono
la boca en una firme línea, por la ira. Sé que hay más de lo que se ve a simple
vista.
— Bueno… se verá como un idiota, —murmura Anastasia, completamente
aturdida—. Quiero decir, Hyde cometió otro delito estando libre bajo fianza.
Mi esposa es la reina de los eufemismos. Si solo supiera. Lo que había
sufrido la rompió física y emocionalmente. Nunca, jamás permitiré que esos
hijos de puta la alcancen en forma alguna; ni siquiera noticias sobre ellos.
Cualquier cosa sobre ellos la dañará. Sin mencionar que lleva a nuestro bebé.
No puedo informarle el alcance de lo que ha sucedido, no si la voy a lastimar.
De acuerdo a la indicado por Welch hay más cosas de las que no estoy enterado
todavía. Pero todas las piezas del rompecabezas están siendo colocadas donde
pertenecen.
Entrecierro los ojos y sonrío. ¿Quieres venganza, Linc? Tráela: Me
vengaré de una forma que no puedes soñar—. Buen punto señora Grey, —digo
satisfecho con mi decisión. Mantenerla a salvo. Mantener a salvo a los dos.
— ¿Qué acabas de hacer? —Pregunta, arrodillándose frente a mí, mirándome
a la cara.
— Lo jodí.
La cara de Ana está impactada—. Mumm… eso parece un poco impulsivo, —murmira.
¿Impulsivo? Gracias a Lincoln, Hyde fue liberado. A mi hermana le pusieron
cloroformo, tranquilizante para caballos y cuando se rompió la aguja le dieron
una dosis de droga para violación. Después le dio una paliza a mi esposa,
empeñado en matarla. Tenía intención de matarlas a ambas, tanto a Mia como
Anastasia y después huír del país. ¡Todo por cortesía de Roger Lincoln porque
el hijo de puta me odia por haber follado con su mujer. ¿Y estoy siendo
impulsivo? No, estoy en modo castigador. ¿Linc quiere dominarme con sus jodidas
formas tortuosas? Veamos quién domina a quién.
— Estoy en-el-momento-de-tipo-generoso, —contesto calmadamente.
— Estoy al tanto de eso.
Sabía que Lincoln podría ir eventualmente detrás de mí. He visto los
resultado de su ira desenfrenada. Su propósito era llevar a Elena tan lejos que
acabara por presentar una queja y así darle la oportunidad de arrastrar mi
nombre por el barro, el nombre de mi familia y convertir a Elena en abusadora
de menores, enviándola a la cárcel también. Incluso si su venganza fuese a
costa de ir la cárcel él mismo. Cuando se trata de venganza, sé que Lincoln no
duda, y no tiene límites cuando se trata de su enojo. Tenía el presentimiento
que vendría por mí algún día, pero nunca asumí que iría tan lejos como para
lastimar a mi familia de esta manera.
Entrecierro los ojos y aprieto los labios en una línea al pensar en lo
que Lincoln casi logró en su intento de infligir daño a mis seres queridos. Lo
hizo de una manera en que no pudiera ser implicado directamente. No puedo dejar
esto sin castigo.
— He tenido este plan en mente por largo tiempo, —digo con acritud.
— ¿Ah? —Pregunta frunciendo el ceño.
Tengo que pensar lo que quiero decirle. No es porque no quiera compartir
los detalles de mi pasado. Tengo que darle una ligera idea de la clase de
hombre que Lincoln es. Odio sacar a la superficie toda esta mierda, pero
necesita saber esta. Finalmente tomo un respiración profunda para hablar—. Hace
varios años, cuando tenía veintiún años, Lincoln golpeó a su mujer hasta
hacerla pedazos. Le rompió la mandíbula, el brazo izquierdo y cuatro costillas
porque estaba follando conmigo—. Mi mirada se endurece como roca. Tengo la
sensación de que sintió gran placer sabiendo que mi esposa también fue golpeada
hasta casi perder la vida, aunque sé que hubiera estado más satisfecho si ella
y mi hermana hubieran sido violadas y asesinadas. La idea hace que todo mi
cuerpo se ponga rígido—. Y ahora qué sé que pagó la fianza para el hombre que
trató de matarme, secuestró a mi hermana, fracturó el cráneo y golpeó las
costillas de mi esposa; he tenido suficiente. Es tiempo de cobrar la deuda.
Anastasia palidece y se estremece—. Buen punto, señor Grey —susurra.
Es mejor que piense en mí como un hombre duro y no como un marido que es
incapaz de defender y proteger a su familia—. Ana, esto es lo que hago. —Normalmente
la venganza no me motiva, pero no puedo permitir que se salga con la suya en
esto. Lo que le hizo a Elena… bueno, ella debió presentar cargos, pero no lo
hizo. Esa fue su prerrogativa—. Pero se pasó de la raya con el asunto de Hyde.
Linc hizo esto personal cuando fue tras mi familia. Lo voy a aplastar, quebrar
su empresa justo frente a sus narices, y vender las piezas al mejor postor. Lo
voy a llevar a la bancarrota. —Anastasia está en silencio mientras abre los
ojos desmesuradamente—. Además, tendremos ganancias con el trato, —digo
sonriendo. Anastasia continúa mirándome a los ojos que me arden de rabia. Se ve
asustada. ¡Oh, no! No quiero asustarla. Necesito protegerla, proteger a mi
familia—. No pretendía asustarte, —susurro.
— No lo hiciste, —dice. Pero Anastasia es una mentirosa sin esperanza de
serlo. Miente muy de vez en cuando; ni siquiera puede hacer que suene sincera.
Levanto una ceja inquisitivamente—. Solo me tomaste por sorpresa, —susurra y
traga.
Me inclino y rozo sus labios, moldeándome suavemente sobre los de ella—.
Haré cualquier cosa para mantenerte a salvo. Mantener a salvo a mi familia.
Mantener a este pequeño a salvo, —murmuro y extiendo los dedos sobre su vientre
y lo acaricio suavemente.
La respiración de Anastasia se detiene. Nuestro contacto tiene el
cosquilleo eléctrico habitual en mi cuerpo, despertando cada célula, gritando por
mi esposa. La miro y veo que ella y yo estamos conectados. Siente lo que estoy
sintiendo. Lujuria, el deseo carnal desenfrenado estalla, oscureciendo mis
ojos. Las yemas de mis dedos rozan su sexo. Estoy jodidamente duro por ella
ahora. Sus manos alcanzan mi cabeza increíblemente rápido aferrándose, tirando
de mi hacia abajo, y cuando sus dedos se
enredan en mi cabello, sus labios encuentran los míos, tirando con fuerza,
raspando, chupando y mordiendo. Su invasión a mi boca es tan repentina, que me
hace jadear, y gemir con toda la carga de deseo sexual. La beso con todo lo que
tengo. Mis labios cubren su labio inferior y lo chupo con fuerza, y después
lamo su labio superior mientras mi lengua se clava en su boca, reencontrándonos
uno al otro con nuestras bocas, lenguas, labios, gusto, respiración, y nuestra
única marca de carga sexual.
— Ana, —respiro con su nombre, completamente hechizado por ella. Mi mano
sube por su costado hasta la bastilla de su falda. Las manos de Ana
inmediatamente apuntan a mi camisa, tratando de desabotonarla, completamente
fuera de práctica.
— ¡Guau! ¡Ana… para! —Le digo haciéndome hacia atrás. ¿Qué estaba yo
pensando? Ella no está bien. Mi mandíbula se aprieta, agarro sus manos para
separarlas de mí.
— ¡No! —Protesta, incorporándose para sujetar mi labio inferior y tira
de él—. No, —murmura nuevamente, mirándome. Después, soltando mi labio—, te
quiero, —dice con tal anhelo que está derribando mis defensas. Inhalo
bruscamente. La deseo con desesperación. Han pasado días, que se sienten como
años. Aquí está la mujer que amo con todo lo que tengo, y me quiere. Me desea y
jodidamente no puedo decir que sí, porque estoy muy temeroso de lastimarla.
Todavía está magullada.
— Por
favor, te necesito, —me ruega. Su mirada es de súplica, su cuerpo está
posicionado de tal manera que está listo para fusionarse conmigo; moldeado a
mí. Mi cuerpo la extraña desesperadamente. Gimo y me rindo. ¡Joder! Me inclino
y mis labios encuentran los suyos, definiéndose, moldeando, probando,
masajeando, dando y tomando. Estamos destinados para esto; creados el uno para
el otro. Tomo su cabeza con una mano suavemente para no empujarla mientras mi
mano derecha se desliza por su cuerpo hasta la cintura y la pongo de espaldas
sobre la manta y me pongo a su lado sin hacer contacto con sus labios.
Retrocedo y
me cierno sobre mi esposa, mirándola como si no la hubiera visto en muchos
años. Esta es mi segunda oportunidad con ella. Ha regresado a mí después que
estuvo a punto de morir en mis brazos—. Eres tan hermosa, señora Grey.
Sonríe y
sus manos alcanzan mi rostro y me acaricia—. También tú lo eres. Por fuera y
por dentro.
Frunzo el
ceño. ¿Cómo puede pensar eso después de todo lo que ha pasado?— No frunzas el ceño. Lo eres para mí aunque estés enojado, —murmura.
¡Mierda! ¡Estoy jodidamente enamorado de ella! Gimo y mi boca encuentra
la suya una vez más, empujándola contra el suave césped bajo la manta—. Te he
extrañado mucho, —susurro y rozo su barbilla con los dientes. Esto es mi alma
gritando, porque si hablo más alto, lloraré. Ella llena emociones que nunca
antes tuve, cargando mi cuerpo, jalándome hacia ella; haciendo que quiera dejarla.
— Te he extrañado también. Oh, Christian, —murmura enterrando su mano en
mi cabello y la otra mano sosteniéndose en mi hombro.
Mis labios se mueven hacia su garganta en una hilera de besos mientras
mis dedos desabotonan su blusa rápida y expertamente. Cuando desabotono el
último botón, la aparto, besando los suaves montículos de sus senos bajo su
sostén. ¡Joder! Gimo apreciativamente con tono gutural, siempre nervioso con mi
cuerpo alerta. Puedo sentir que su pecho ya se está alargando; sus pezones son
más largos y firmes que antes. Aparentemente no extremadamente, pero puedo
sentir los cambios sutiles en el cuerpo de mi mujer que es toda una maravilla
en sí misma.
— Tu cuerpo está cambiando, —murmuro con asombro. Con mi pulgar provoco
su pezón y pronto está erecto, haciendo presión bajo su sostén—, me gusta, —respiro.
Trazo la línea entre la hinchazón de su seno y el sostén, burlándome y
cautivándola. Agarrando la copa del sostén entre mis dientes, la tiro hacia
abajo, y su pecho salta hacia adelante. Acaricio su pezón con la nariz que se
enrojece de inmediato, y se le pone carne de gallina alrededor de la areola
como una brisa de primavera precipitándose a nuestro alrededor. Lo llevo al
húmedo calor de mi boca, y lo chupo largo y duro.
— ¡Ah! —Gime e inhala bruscamente mientras cambio al otro pezón,
haciendo una mueca de dolor. Sus magulladas costillas le están doliendo.
¡Mierda!
— ¡Ana! —Grito mirándola. La deseo desesperadamente, pero estoy muy
preocupado por lastimarla—. Esto es de lo que estoy hablando. Tu falta de
auto-preservación. No quiero lastimarte.
— ¡No! No pares, —gime. ¿Cómo puedo decirle que no, negarle algo que
quiere de mí, cuando quiero darle todo? Pero el sexo podría lastimarla. Su
mirada está desesperada con necesidad, como si yo fuera la comida que su alma
necesita. ¿Qué diablos hago? Espera, puede sentarse sobre mí, montarme a su
propio ritmo.
— Aquí, —le digo moviéndome rápidamente y rodando la hago sentar a
horcajadas sobre mí. Su falda pecaminosamente corta está enredada alrededor de
sus caderas. Sus desnudos muslos justo encima de las medias son para hacer agua la boca.
— Ahí. Eso está mejor y puedo disfrutar de la vista, —digo mientras
estiro mi dedo para liberar su otro pecho. Mientras rodeo con las manos el
contorno de sus pechos, echa la cabeza hacia atrás para darme mejor acceso. Mis
dedos agarran hábilmente sus pezones, provocando, tirando de ellos, y
amasándolos hasta que no puede contener el placer y grita. El sonido de su
placer es mi perdición. Me siento inmediatamente y de repente estamos nariz con
nariz; mis ojos voraces están fijos en ella. La beso mientras sigo provocando a
sus pezones.
Sus dedos se pegan a mi camisa, desabrochando los botones, sus dedos se
apresuran con los pulgares para desabrocharlos todos, con prisa, como si en
algún momento fuera a pararla y estuviera en una competencia para terminar la
tarea.
— Oye… —le digo gentilmente sosteniendo su cabeza y empujándola hacia
atrás para mirarla—. No hay prisa. Tómalo con calma. Te quiero saborear.
— Christian, ha pasado tanto tiempo, —responde jadeando.
— Despacio, —murmuro ordenándole. Todavía está ansiosa. Beso la comisura
derecha de su boca—. Despacio, —respiro, y entonces le beso la comisura izquierda—.
Despacio nena. —Tiro de su labio inferior con los dientes. Quito los dedos de
su cabello y la mantengo en su lugar, tomando posesión de su boca, calmándola
suavemente, probándola, soberándola, pidiéndole y excitándola.
Sus manos acarician suavemente mi cara. Sus dedos vacilantes se mueven
hacia mi barbilla, mi garganta, y
finalmente a mis botones, lentamente esta vez y la beso. Cuando ha terminado de
deshacer el último botón, me quita la camisa y sus dedos comienzan a
arrastrarse por mi pecho. Finalmente calmada, me empuja suavemente hasta que se
extiende sobre mí. Luego se sienta y me mira. Mi erección está buscando
liberación, y sintiendo las crestas de mi pene, se está retorciendo. Levanta
los dedos y suavemente me los arrastra por los labios, luego se dirige a mi
garganta, sobre la manzana de Adán y hasta mi clavícula. Inclinándose sigue el
trazo de sus dedos. Acariciando mi mandíbula con sus dientes, y besando mi
garganta. He extrañado su tacto. Esto es simplemente la gloria.
— Ah… —gimo mientras inclino la cabeza hacia atrás, dándole fácil acceso
a mi garganta. Mi boca se relaja y la abro en silenciosa devoción por ella.
Estoy jodidamente hipnotizado, excitado más allá de toda creencia. Su lengua se
arrastra por mi esternón, provocando y pasando por el vello de mi pecho. Me
huele. Se inclina más y besa una de los cicatrices, luego otra. Tengo que
tenerla. Me quiere, y jodidamente la quiero. Agarro sus caderas, y sus dedos
detienen su trazo en mi pecho. Me mira. Mi respiración es rápida y fuerte como
si estuviera en un maratón—. ¿Quieres esto? ¿Aquí? —Respiro. Porque estoy muy
enamorado y demasiado lujurioso para parar una vez que empiece.
— Sí, —murmura. Cuando sus labios y lengua rozan mi pecho y mi pezón, mi
puto cohete se libera. Captura mi pezón con su boca y lo jala y rueda con sus
dientes. Este suave dolor y placer es suficiente para volverme loco.
— Oh Ana, —murmuro. Rodeando su cintura la levanto, tironeo del botón de
mi pantalón y mi erección salta. La vuelvo a sentar, y en broma la siento lo
suficientemente lejos de mi polla. Luego mis manos recorren sus muslos por
arriba de las medias donde está su lechosa piel, provocando, haciendo pequeños
círculos y lentamente me dirijo a su sexo y le acaricio el clítoris—. Espero
que no estés muy apegada a tu ropa interior, —murmuro con ojos salvajes, casi
delirante por el deseo que tengo por mi mujer. Recorro el elástico a lo largo
de su vientre, luego deslizo mis dedos adentro, provocando a su sexo. Luego
retrocedo y la acaricio sobre el delicado material de sus bragas, finalmente
presiono con el pulgar, rompiendo sus delicadas bragas. Mis manos están extendidas
sobre sus muslos y finalmente presiono con mi pulgar y toco su sexo otra vez.
Cuando flexiono las caderas, mi polla se frota contra su sexo. Ella está
empapada.
— Puedo sentir lo empapada que estás, —le murmuro con apreciación
carnal. No quiero que hagamos esto aprisa. Voy a tomarme tiempo y saborearla. Me
siento inmediatamente y estamos nariz con nariz otra vez. Froto mi nariz contra
la suya e inhalo su aroma—. Vamos a hacer esto despacio, señora Grey, quiero
sentir todo de ti, —le digo. La levanto otra vez y muy lentamente y con
facilidad la bajo sobre mi voraz pene. Cuando la vuelvo a sentar sobre mi
totalmente endurecida erección, se empuja hacia abajo contra mí como si
estuviera tratando de alcanzar el fondo con mi polla mientras trato de alcanzar
el rincón más profundo de su sexo.
— ¡Ah!, —gime casi incoherentemente y se agarra a mis brazos. Intenta
levantarse pero la detengo. Necesito estar profundamente enterrado en ella.
— Todo de mí, —murmuro. Necesito que me ceda el control. Inclino su
pelvis y empujo mi polla hasta el último centímetro para encontrar mi punto
favorito para follarla, haciéndome sentir que he conquistado su interior.
Anastasia deja caer la cabeza hacia atrás y deja escapar un grito ahogado de
placer. El sonido de su éxtasis me lleva a una dimensión diferente—. Déjame
oírte, —le murmuro. Trata de moverse hacia arriba, — No… no te muevas, solo
siente—. Ella abre los ojos, su boca pasmada en éxtasis silencioso. Viéndola en
este estado es la gloria, placer puro. Mis ojos están fijos en mi mujer con una
mirada licenciosa. Me muevo y giro las caderas, pero asegurándome que está fija
en su lugar. Gime. Mis labios están en su garganta, besándola y chupándola con
delicadeza—. Este es mi lugar favorito. Enterrado en ti, —murmuro.
— Por favor muévete, —me suplica.
— Despacio señora Grey. —Flexiono las caderas nuevamente, frotando ese
punto profundo de su sexo. Me toma la cara con las manos y me besa; su beso se
convierte en fuego devorador.
— Ámame. Por favor Christian, —suplica.
Mis dientes se deslizan por su mandíbula, hasta su oreja—. Vamos, —murmuro.
Levantándola arriba y abajo, la hago moverse. Pero Anastasia tiene sus propias
ideas. Me empuja hacia abajo, y realmente empieza a moverse, cabalgándome,
conduciendo mi pene con energía. Pongo las manos alrededor de su cintura, y
sincronizo movimiento por movimiento, y ritmo por ritmo. La puesta de sol está
a su espalda sobre el Sound.
— ¡Oh Ana! —Gimo. Son un afortunado hijo de puta. Tengo la cabeza hacia
atrás y la boca abierta. El momento en que me perdí en el placer y la lujuria
casi me acercaron a la locura. Sostengo sus muslos y presiono sobre su
clítoris, frotando una y otra vez hasta que grita mi nombre perdiéndose; la
dejo ir y me entrego a ella totalmente perdiendo la cabeza en total éxtasis.
Había echado esto de menos con desesperación.
Anastasia está acostada sobre mi pecho mientras la abrazo, acunando su
cabeza. Sus manos están extendidas sobre mi pecho, calmando los latidos de mi
corazón. Me besa y me acaricia. Relajada.
— ¿Mejor? —murmuro. Levanta la cabeza. Viendo la mirada de amante
satisfecha, sonrío de oreja a oreja.
— Mucho. ¿Tú? —Más que satisfecho. Me siento completo, nuevamente.
— Te he extrañado, señora Grey, —digo en tono serio y ahogado. Podía
haberla perdido.
— Yo también.
— No más heroicidades, ¿eh?
— No, —y mueve la cabeza con seguridad.
— Siempre deberías decirme lo que pasa, —murmuro, mi corazón rompiéndose
otra vez porque no dijo lo que Hyde estaba haciendo.
— Como tú, Grey.
Sonrío a sabiendas—. Buen punto. Lo intentaré. —Beso su cabello.
— Creo que vamos a ser felices aquí, —murmura y cierra los ojos
encantada.
— Síp. Tú, yo y… Bip. Por cierto, ¿cómo te sientes?
— Bien. Relajada. Feliz.
— Bien.
— ¿Tú?
— Síp, todas esas cosas, —murmuro. Me mira, tratando de evaluar algo.
¿Qué está tratando de encontrar?
— Sabes, eres muy mandón cuando tenemos relaciones sexuales.
— ¿Te estás quejando?
— No. Solo me estoy preguntando… dijiste que lo extrañabas.
¡Oh, mierda! Está preguntando acerca de eso. No es a quién, es solo lo
que extraño—. A veces, —susurro, inmóvil, mirándola.
— Bueno, tendremos que ver que podemos hacer sobre eso, —murmura
envolviéndose a mi alrededor—. También me gusta jugar, —murmura mirándome.
Me asombra en cada momento. Me encuentro sonriéndole tímidamente—. Lo
sabes, realmente me gusta probar tus límites, —murmuro.
— ¿Mis límites en qué?
— Placer.
— Oh, creo que me gustaría eso, —dice.
— Bueno,
tal vez cuando lleguemos a casa, —murmuro. Si está lo suficientemente bien. Me
acaricia nuevamente, la estrecho entre mis brazos acuno a mi mujer, mi mundo.
I am your man – Leonard
Cohen
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