Capítulo V
Regresando a casa
Traducido y editado por María Teresa Camp Gozalbo
Taylor
entra al estacionamiento de Escala y para la SUV frente a los elevadores y nos
deja ahí para evitar a los fotógrafos y reporteros. Saco a Anastasia de la SUV.
Mis brazos aún envolviendo su cintura, la conduzco al elevador que está
abierto.
Una
vez en el elevador, le pregunto—,
¿contenta de estar en casa?
— Sí, —dice en tono susurrante. Mira alrededor del elevador. Nadie de
nosotros ha estado en casa desde el jueves. La última vez que estuve aquí fue
el martes en la mañana antes que Anastasia despertara. Pero, estando finalmente
en nuestro ambiente, habiendo alejado el peligro, lo secuestros, dejando atrás
la estancia en el hospital, Anastasia inexorablemente tiene una crisis
nerviosa. Empieza a temblar violentamente.
— Hey, —digo envolviendo mis brazos a su alrededor mientras la atraigo
más cerca—. Estás en casa. Estás a salvo, —susurro una y otra vez para hacerla
entender que el peligro ha pasado. Beso su cabello.
— Oh, Christian, —empieza a sollozar. El dique se rompe y llora en mi
pecho.
— Ahora silencio, —susurro acunando su cabeza. Casi perdí a mi esposa, a
mi bebé y a mi familia. La única mujer que significa algo para mí, y su
tristeza inmediatamente saca al marido protector; preocupado por su bienestar y
la venganza en la misma medida, se gestan en mi interior. Es difícil para mí
verla rota de esta forma y no estar furiosa por los que le infligieron ese
dolor, el casi irreparable daño. Continúa llorando en mi pecho. La puerta del
elevador suena cuando se abre y la levanto del suelo y la cargo al vestíbulo.
Envuelve sus brazos alrededor de mi cuello y sigue sollozando silenciosamente.
Atravieso nuestra recámara y la llevo al baño y la siento en una silla—. ¿Baño?
—Pregunto. Su cabeza dice ‘No’ casi violentamente—. ¿Ducha?
—Pregunto con creciente preocupación y miedo. Menea la cabeza. Abro la ducha y
Ana comienza a sollozar entre sus manos. El agua saliendo de la ducha imita sus
emociones. Soy el hombre que solía estar en control, y resolver los problemas
inmediatamente. Viendo a mi esposa golpeada, herida, habiendo estado casi al
borde de la muerte, perdido tanto peso en dos días, y emocionalmente angustiada
quizás por mucho tiempo, me mata. Prometí mantenerla a salvo, protegerla,
cuidarla y fallé—. Hey, —digo en un sonsonete. Me arrodillo frente a ella y
gentilmente quito sus manos de su cara; ahuecando sus mejillas cubiertas de
lágrimas consolándola. Me mira, sus ojos perplejos como perdidos pero tratando
de enfocarlos. Parpadea para contener sus lágrimas.
— Lo siento Christian. Lo siento por todo. Por preocuparte, por
arriesgar todo…. Y por las cosas que dije, —dice y llora más.
— Silencio nena, por favor, —canturreo besando su frente—. Lo siento
también. Se necesitan dos para bailar tango, Ana, —digo sonriendo. No creí que
imitaría a mi madre—. Bueno, eso es lo que mamá siempre dice. Dije e hice cosas
de las cuales no estoy orgulloso, —murmuro con contrición y remordimiento—.
Vamos a desvestirte, —murmuro en voz suave. Me mira con sus enrojecidos ojos
azules abiertos, y limpia su nariz con el dorso de su mano. Beso su frente nuevamente,
la levanto y le quito la ropa rápidamente. Pero tiro de su playera por su
cabeza con sumo cuidado, porque no sé que tan lastimada siente la cabeza. Me
quito la ropa a la velocidad de la luz y tomando su mano, la meto a la ducha
bajo la cascada de agua caliente. Acerco a Anastasia a mis brazos, y la
sostengo por largo tiempo mientras el agua lava la mugre, la pena y los
problemas de los últimos días que se sintieron como años. Abrazándola de esta
manera cuando creí que me abandonaba y después creyendo que había muerto cuando
la encontré, es tanto tranquilizante como surrealista. La preocupación en el
hospital ante la posibilidad de que no despertara o se recuperara, casi me mató
por la angustia. Estás más que agradecido por tenerla en mis brazos ahora.
Estamos en nuestro hogar. Saber que hay gente que quiere y desea hacerme daño y
a las personas que amo sin pensarlo un segundo por el solo hecho de hacerse de
mis millones o tratar de vengarse, constriñe mi corazón y me da la ferviente
determinación de proteger a quienes amo, feroz y violentamente si es necesario.
Anastasia llora en
mi pecho, silenciosamente, con sollozos de su corazón desgarrado, hasta que se
queda sin lágrimas. La abrazo y beso su cabeza mientras deja salir todos sus
temores, preocupaciones y estrés y permite que el agua se los lleve. La
balanceo suavemente con ritmo suave, abrazando su piel contra la mía, su
mejilla frotándose contra el vello de mi pecho. Todo lo que quiero hacer es
protegerla, amarla y mantenerla a salvo. Finalmente deja de llorar y da un paso
atrás.
Heavy in your arms - Florence & The Machine
— ¿Mejor? —Pregunto con cautela y mueve la cabeza—. Bien. Permíteme
mirarte. —Digo queriendo revisar sus heridas. Me mira sin ver pero tomo su mano
y examino su brazo, tomo nota de los hematomas en su hombro, cortadas y
raspaduras en su codo y muñeca. Cada una rompe mi corazón. Jack Hyde le pegó a
mi esposa, la pateó en el concreto por mi odio hacia mí, porque quería tenerla
y ella se negó. Beso todas y cada una de sus heridas como si mis besos pudieran
hacerla sentir mejor; de alguna manera sanarlas. Tomo el paño para baño y el
gel del entrepaño y aprieto el gel sobre el paño haciendo espuma—. Voltea, —le
pido. Comienzo a hacer espuma sobre su lastimado brazo, su cuello, el hombro su
espalda y su otro brazo lastimado. Cuando la volteo de lado, recorro su lado y
el gran hematoma donde fue golpeada; la rabia hierve en mí; lista para hacer
erupción. Cuando mis dedos pasan por el moretón particularmente morado y azul
oscuro, inmediatamente hace gesto de dolor. Puedo ver que el hematoma es
grande, extendiéndose sobre sus músculos y costillas. Cierro los ojos como si
fuera el herido, y mis labios se cierran en una línea. El aire sisea entre mis
dientes. Rabia es lo menos que siento.
— No duele, —murmura para calmarme, pero me es difícil creerlo. Trata de
tranquilizarme. Siento una rabia asesina creciendo en mí. Hyde hizo todo
esfuerzo posible para secuestrar a mi esposa, y había evidencia suficiente de
que no quería permitirles dejar el lugar vivas. Cuando su primer intento falló,
hizo un segundo. Si se le hubiera dado otra oportunidad, sé que hubiera hecho
otro intento para quitarle la vida. Solo quiero eliminarlo, y al peligro que
creó para mi familia. Mis ojos arden como volcanes, peligrosos, buscando los de
ella—. Quiero matarlo. Estuve a punto de hacerlo, —murmuro recordando lo cerca
que estuve de matarlo. Los oficiales de la policía tuvieron que apuntarme; pero
ni eso pudo pararme. Fue solo el saber que mi esposa necesitaba atención médica
inmediata y quería estar con ella cuando la estaban atendiendo. Mi respiración
se acelera y trato de alejar el recuerdo. Pongo un poco más de gel en el paño y
gentil y tiernamente lavo sus costados, sus nalgas y espalda. Luego me hinco
ante mi esposa como si me estuviera sometiendo, y lavo sus muslos
reverencialmente. Veo su hematoma en la rodilla, oscurecida, notándose
dolorosa. Me inclino sobre ella y la beso gentilmente. Luego lavo sus piernas y
pies. Anastasia agarra mi húmedo cabello y lo acaricia, sus dedos enredándose
entre mis mechones. Con lentitud me levanto. Mientras lo hago paso las manos
por sus costillas nuevamente—. Oh, nena, —gruño con voz atormentada. Tengo que
distraerme para no saltar fuera de la ducha, ir al hospital y buscar al jodido
y terminar con su miserable vida para que no pueda lastimar a otro ser humano
nuevamente.
— Estoy bien, —me calma.
Levanta la cara tomádola entre sus manos, y me jala a sus labios. Dudo. Porque
un beso no es solamente un beso para nosotros… Solo un simple toque en sus
labios nos excita. No puedo hacer eso porque está herida. Sus labios se moldean
en los míos aunque siempre llenos de necesidad y deseo y empieza a besarme
apasionadamente a pesar de mis dudas. Su lengua fuerza su entrada en mi boca y
estoy perdido. Mi lengua encuentra la suya, acariciádola gentil pero con golpes
sensuales, reaccionando sola en su boca. Y mi polla se remueve, creciendo y
presionándose contra su cuerpo. ¡Oh, carajos! ¡No puedo hacer eso!
— No, —murmuro contra sus labios, y la empujo—. Vamos a limpiarte. —Hace un puchero,
enojada conmigo por romper la conexión entre nosotros después de ver lo serio
que estoy por eso. No quiero ponerla en peligro por tener sexo con ella. No he
tenido a mi esposa por días, y no quiero perder el control. Aun siendo muy cuidadoso
podría lastimarle sus músculos amoratados y sus costillas lastimadas. Está
loca; incluso divertida. Poniendo sus manos en las caderas, me mira enojada
como un niño a quien se le dice que no puede comer dulces, su reaccion me hace
sonreír. La beso brevemente, pero rompo nuestra conexión para no excitarla más—. Limpia… no sucia, —aclaro.
— Me gusta sucia, —responde.
— A mí también, señora Grey; pero no ahora, no aquí, —digo. Sin darle
oportunidad que diga otra palabra, tomo el champú, apretando pongo un poco en la
palma de mi mano; agarro su cabello y comienzo a lavarlo. Sabe lo que quiero
decir, y finalmente cerrando los ojos, se deja frotar gentilmente con mis
dedos, relajándose bajo el agua. Después de haber masajeado totalmente su cuero
cabelludo, dejo que el agua caliente escurra por su cabello y su espalda al
desagüe. Una vez que la he lavado completamente, empiezo a lavar mi cabello y
cuerpo. Quiere lavarme. Se lo permito porque anhelo su tacto de cualquier forma
posible. Pero cuando su mano se detiene en mi polla, su mano enjabonada
subiendo y bajando, tratando de bombearme, me provoca una gran erección, tengo
que quitarle la mano y soportar el deseo reprimido acompañado por la erección
pulsante y dolorosa.
Cuando salimos de la ducha, de alguna manera se ve más feliz, energizada
y relajada. La envuelvo en una gran toalla afelpada y envuelvo otra alrededor
de mis caderas. Anastasia empeza a secar su cabello mientras seco el mío.
— Aún no entiendo porque Elizabeth estaba involucrada con Jack, —murmura
confundida.
— Yo sí lo sé, —respondo oscuramente recordando el toque que el jodido
le hizo a Ana. Está completamente sorprendida, y me mira. Cuando me ve secándome
el cabello, mi pecho y hombros están todavía mojados brillando por el agua,
está haciendo un visible esfuerzo para ocultar sus pensamientos. Me mira como
si fuera algo para comerse; su mirada nunca deja mi cuerpo. Estoy
increíblemente tentado, con su mirada dirigida directamente a mi polla, mi
incipiente controlada erección creciendo nuevamente—. ¿Disfrutando de la vista?
—Pregunto.
— ¿Cómo lo sabes? —Pregunta tratando de ignorar el hecho de que la
sorprendí observando. Aunque no hubiera visto su mirada, mi cuerpo tiene una
conexión directa. Cuándo estamos cerca uno del otro, siento su presencia, su
mirada, su humor.
— ¿Qué estás disfrutando la vista? —La provoco.
— No, —refunfuña cambiando el tema—. Sobre Elizabeth.
— El detective Clark tenía la pista. —Levanta las cejas en su usual
forma de pedir que le diga más—. Hyde tenía videos. Videos de todas ellas. En
varios USBs—. Frunce el ceño completamente conmocionada por esta información—.
Videos de él cogiendo con ella y todas sus demás asistentes, —le digo sin darle
detalles. Sus ojos se abren entendiendo—. Exactamente. Material de chantaje. Le
gusta duro, —digo frunciendo el ceño. Eso es algo como yo. Me gusta duro, y aún
tengo imágenes de mis sumisas a pesar que ellas fueron advertidas del cuadro
que iba a ser llevado a cabo para la recreación de ambos y al mismo tiempo la
prohibición de su exhibición. No es diferente a mí. Inmediatamente estoy
enojado y lleno de odio contra mí mismo. He cogido duro, y probado más mierda
pervertida de lo que Hyde nunca pudiera haber soñado.
— ¡No! —Me advierte Anastasia.
Le frunzo el ceño, no entendiendo que quiere advertirme—. ¿No qué?
—Pregunto con inquietud y preocupación. ¿Hice algo que la hirió?
— No eres nada parecido a él. —Mis ojos se endurecen. Sabía lo que
estaba pensando. Por supuesto que puede. Nos entendemos muy frecuentemente sin
palabras—. No lo eres, —dice obstinadamente.
— Estamos cortados por la misma tijera, —murmuro disgustado.
— No, no lo estás, —chasquea. ¿Cómo puede pensar eso? Ambos estamos
jodidas desde la infancia. No conozco a mi papá; su papá murió en una bronca en
un bar. Mi madre fue una puta adicta al crack, la suya fue alcohólica y adicta
a las drogas. Fui un niño adoptado por los Grey, y él estuvo entrando y
saliendo de casas de acogida. Tuvo una adolescencia problemática robando autos;
bebí de adolescente y peleé con todos los que pude y me expulsaron de tres
escuelas en un año. Pude haber terminado en un centro de detención como le pasó
a él sino hubiera sido por Elena que enfocó mi atención hacia el sexo y mis
padres teniéndome atado corto. ¡Somos la misma mierda!—. Ambos tuvieron pasados
problemáticos, y ambos nacieron en Detroit. Eso es todo, Christian, —dice
poniendo sus puños en las caderas.
— Ana, tu fe en mí es conmovedora, especialmente a la luz de los pasados
pocos días. Sabremos más cuando Welch esté aquí, —digo descartando el tema. No
va a cambiar mis puntos de vista sobre esto. Estoy disgustando conmigo mismo;
la forma en qué me porté y haber distanciado a mi esposa de mí por mi propio
alarmante comportamiento; soy responsable de que haya estado secuestrada por
Hyde porque no confié lo suficiente para hacerle las preguntas correctas estando
en el banco. Tengo suerte de que esté viva y conmigo hoy.
— Christian… —Comienza y la corto con un beso.
— Suficiente, —respiro en sus labios. Estoy esperando que me siga
fastidiando más, pero no lo hace. Para con un puchero—. No hagas pucheros, —digo—. Ven, déjame
secarte el cabello. —Cuando está vestida con pantalón de chándal y playera, la
siento entre mis piernas para tener acceso a todo su cabello y efectivamente
manteniéndola quieta. Secando su cabello y teniendo esta cercanía con ella, nos
relaja a ambos. Una vez que apago la secadora, la llevo a la cama, la siento
frento a mí y comienzo a peinarla con un cepillo.
— ¿Así que Clark no te dijo nada más cuando yo estaba inconsciente?
—Pregunta.
— No que recuerde.
— Oí algunas de sus conversaciones, —replica. ¿Qué conversaciones oyó?
Mi mano con el cepillo se para en su cabello. ¿Qué oyó? ¿Cuánto oyó?
— ¿Ah, sí? —Pruebo despreocupadamente.
— Sí. A papá, al tuyo, al detective Clark… a tu mamá, —dice. Oyó a
todos.
— ¿Y a Kate?
— ¿Estuvo Kate allí? —Pregunta.
— Brevemente, sí. También está enojada contigo, —le digo.
Inmediatamente se voltea en mi regazo—. Para con el ‘todos están enojados con la mierda de Ana’, ¿de acuerdo?
—Chasquea.
— Solamente diciéndote la verdad, —murmuro perplejo por su súbito
arrebato.
— Sí, fue imprudente, pero sabes, tu hermana estaba en peligro, —dice.
Recordando lo cerca que ambas estuvieron de morir hace que mi cara caiga
nuevamente—. Sí, lo estaba. —Digo levantando su mentón—. Gracias, —digo y veo
el impacto en su cara por mi gratitud hacia ella—. Pero no más temeridades.
Porque la próxima vez, te sacaré la mierda nalgueándote, —amenazándola con nada
más que la verdad en mi tono.
Da un soplido—. ¡No serías capaz!
— Claro que sí, —digo en tono serio. Me toma cara y ve mi determinación
de hierro—. Tengo el permiso de tu padrastro. —Sonrío. Trata de ver si estoy
bromeando. Se lanza sobre mí, giro para que caiga en la cama y justo a mis
brazos. Esto podría habernos llevado a actos más sucios, pero se estremece de
dolor. Verla retorciéndose de dolor me pone pálido—. ¡Compórtate! —La censuro
enojado; tanto con ella como conmigo por ceder.
— Lo siento, —murmura, y me acaricia la mejilla con su mano.
Su tacto significa mucho para mí, y la froto con mi nariz, besándole la
mano con delicadeza—. Honestamente Ana, no tienes ninguna preocupación por tu
seguridad. Tiro de la orilla de su playera y pongo mis dedos en su vientre,
donde está nuestro bebé. Anastasia para de respirar—. Y ya no eres solo tú,
—susurro mientras mis dedos se deslizan por su cinturilla y debajo por su piel.
La maravilla es que mi hijo, nuestro bebé, que hicimos juntos está creciendo
dentro de mi esposa. Pero justo en ese momento siento a Anastasia jadeando de
deseo y su cuerpo excitándose, su cara se pone roja de lujuria. Me tenso
inmediatamente, y paro de mover los dedos y la miro. Deliberadamente quito los
dedos de su vientre y solo toco un mechón de su cabello—. No, —susurro. No hay
nada más que deseo de tener a mi mujer, hacer el amor, y hundirme profundamente
en ella por días; pero no podemos. No sin lastimarla, y eso es algo que no
haré.
Me mira con desilusión, deseo intenso, lujuria, todo en un solo paquete.
— No me mires así. He visto las heridas. Y la respuesta es no, —digo con
voz firme y determinante. Mientras le beso la frente, se retuerce debajo de mí.
— Christian, —gimotea.
— No, métete a la cama, —digo sentándome.
— ¿Cama?
— Necesitas descansar.
— Te necesito a ti.
Me sorprende y tengo que hacer uso de todo mi auto control para
separarme de ella. Cierro los ojos y sacudo la cabeza, tratando de ignorar mis
deseos para evitar ceder a su voluntad. Cuando finalmente recupero el control,
me decido por su seguridad antes que su deseo por mí, me las arreglo para abrir
los ojos y decididamente digo—, solo haz lo que te digo, Ana.
Finalmente niega con la cabeza, aunque a regañadientes—. Bueno, —dice
con una mueca como si fuera una nena, haciéndome reír ruidosamente.
— Voy a calentar algo. La señora Jones está ocupada.
— Christian, yo lo haré. Estoy bien. Jeez, quiero sexo por lo tanto
puedo cocinar, —dice y se sienta torpemente y con dificultad. Pero puedo ver el
dolor en sus ojos mientras trata de ocultarlo.
— ¡A la cama! —Ordeno señalando la almohada, con mis ojos brillando.
— Ven conmigo, —murmura tratando de convencerme.
— Ana, métete a la cama. ¡Ahora! —Le ordeno nuevamente. Me mira
entrecerrando los ojos y entonces frunce el ceño. Poniéndose de pie, se quita
bruscamente los pantalones de chándal y los tira al suelo, arreglándoselas para
no quitarme la mirada de encima todo el tiempo. Trato de no sonreír por sus
payasadas, pero es difícil no hacerlo. Jalo la manta para hacerla entrar—.
Oíste a la doctora Singh. Dijo que dencansaras, —le recuerdo en voz más suave.
Se mete a la cama y cruza los brazos en señal de desesperación—. Quédate, —le
ordeno una vez más, consiguiendo que finalmente haga lo que le he ordenado.
Frunce el ceño con más profundidad.
Voy a la cocina y caliento el estofado de pollo que la señora Jones
preparó. Dispongo dos charolas; una para Ana y otra para mí. Llevando la comida
a la cama, siento a Anastasia en la cama y así puede disfrutar su alimento. Me
siento en la cama con las piernas cruzadas y como con ella.
— Eso estuvo muy bien calentado, —sonríe satisfecha, y le correspondo.
Cuando se termina toda la comida, se ve llena y lista para dormir.
— Te ves cansada, —le digo y le retiro la charola.
— Lo estoy, —dice bostezando.
— Bien, a dormir, —le digo besándola—. Tengo trabajo pendiente que debo
atender. Lo haré aquí si estás de acuerdo.
Sacude la cabeza, pero incapaz de mantener los ojos abiertos, los
cierra.
Me llevo las charolas a la cocina, enjuagándolas, dejando los platos en
el fregadero. Luego tomo mi laptop y regreso a nuestra habitación y me siento
de mi lado de la cama para trabajar. Me pongo a revisar la buena cantidad de
correos que tengo pendientes. Ros y Warren están en Taiwan para firmar los
documentos e inspeccionar el astillero. Ella dice que todo va bien y que
regresarán hoy. Reviso los documentos y sus anotaciones. ¡Dios! Hay cientos de
correos acumulados. Los escojo por categorías y me voy sobre los más
importantes. My BlackBerry vibra con un mensaje de texto. Es un mensaje de
Taylor:
*Welch está
aquí para verlo.*
Esta es la temida reunión, pero una por la que debo pasar para saber cual
es la conexión entre Hyde y yo. Me dará un mejor entendimiento del porqué el
jodido está obsesionado conmigo. Le contesto:
*Llévalo a
mi estudio. Voy para allá.*
Cuándo llego al estudio, Welch está sentado y un sospechoso gran sobre
de papel manila sobre mi escritorio esperándome. Se levanta para saludarme y
Taylor está esperando con las manos a la espalda. Llego a mi asiento y le
señalo la silla para que se siente—. Háblame de tu viaje, —empiezo la
conversación.
— Mi punto de partida fue la búsqueda en su viejo lugar de residencia.
Los apartamentos aún están ahí, pero quería ver si sus antiguos ocupantes
incluían a Hyde y a su madre en algún punto. Pero allí no había antecedentes de
que su camino y el de ellos se hubiera cruzado cuando usted vivía con su madre
biológica. Usted no había ido a la escuela ni se había unido a ningún grupo
para jugar. No tenía parientes conocidos. Después de confirmar que usted no
tenía conexión con Hyde mientras estaba con su madre biológica, busqué alguna
otra posible conexión después que fue sacado de la escena de la muerte. Lo que
descubrí es interesante. ¿Recuerda el breve tiempo que estuvo en una casa de
acogida antes que su adopción fuera finalmente aceptada para los señores Grey?
—Pregunta.
— ¿Casa de acogida? ¿Estuve en una casa de acogida? —Le pregunto
completamente conmocionado.
— Sí señor. Lo estuvo. Por breve tiempo. Primero quiero presentarle un
cuadro general de las circunstancias alrededor de su adopción para ayudarle a
entender mejor cómo y porqué estuvo en la casa de acogida, lo que explica mucho
mejor cómo usted y Hyde estuvieron en el mismo lugar y al mismo tiempo, —dice.
Inmediatamente soy atención pura, con las cejas levantadas. ¡Estoy en
tal estado de conmoción que me podría noquear con una pluma!— ¿Qué? ¿Dices que
estuve con él en el mismo lugar y al mismo tiempo?
— Sí señor, así lo dije. Voy a eso, pero necesito explicarle primero
como ocurrió eso. De acuerdo a las leyes de adopción vigentes, si una pareja ya
ha sido aprobada para adoptar, usualmente no hay período de espera para la
adopción dentro del estado de origen del individuo, dado que el niño también es
residente de ese estado. Pero las leyes eran diferentes entonces. Creo que es
muy importante aclararle las leyes de adopción de 1987, año en que fue
adoptado, señor. Por poco podría no haber descubierto eso y casi haber pasado
por alto su estadía en la casa de acogida. Porque el año en que fue adoptado,
hubo varios cambios en las leyes de adopción. No me fue fácil descubrirlos porque
algunos de ellos aplicaban a su caso y otros no, y es increíblemente difícil
encontrar información porque los registros no se guardan en un solo lugar, y
algunos están disponibles y otros simplemente no existen. Es un gran laberinto
pero me puse en contacto con Pella. Me señaló la dirección correcta sobre los
cambios en las leyes de adopción, los archivos estatales y los registros de las
diferencias agencias de las casas de acogida.
Alex Pella
En el estado de Michigan, si un niño iba a ser adoptado, el pequeño
primero debía estar libre de cualquier posible tutor legal y estaba bajo la
custodia del estado. Esa es una de las primeras condiciones para la adopción de
un niño. Si el futuro padre adoptivo está casado con uno de los padres biológicos
y es candidato para la adopción del niño, el padre biológico que es cónyuge de
ese posible padre adoptivo primero debía aceptar cortar sus derechos parentales
y el niño debía estar completamente bajo la custodia del estado mientras duraba
el proceso de adopción. Los derechos del o de la madre biológicos deben haber
sido cortados voluntariamente o por el estado al momento de la adopción. Su
madre biológica murió y su padre no se encontró en el cuadro. Por ende se
convirtió en pupilo del estado. Incluso estando la familia Grey calificada para
su adopción, el estado requería buscar lazos de sangre. Si nadie se presentaba,
entonces podía ser adoptado. Durante ese proceso el niño a ser adoptado no
podía vivir con los posibles padres adoptivos. Así fue como fue colocado en una
casa de acogida.
— Bueno, ¿cómo entra Hyde en el cuadro?
— Ese es el otro asunto. Localicé a la familia que lo acogió.
Legalmente, los nombres de los menores no pueden hacerse públicos.
Aparentemente esas leyes eran mas estrictas en ese entonces. Y los servicios
sociales del estado no tienen todos los registros. Los estados trabajaban con
muchas casas de acogida. Desafortunadamente, el mantenimiento de sus registros
está lamentablemente atrasado. No todos los registros están disponibles y falta
mucha información. Los documentos judicales son irrelevantes. De hecho, tuve
que revisar todos los registros judiciales para descubrir que estuvo en una
casa de acogida. Sin embargo el nombre de la agencia no estaba disponible. Tuve
que localizar a una empleada que trabajaba allí en la época de su adopción y me
informó sobre las más conocidas agencias de acogida de entonces. En el tercer
intento logré obtener el nombre de la agencia y de allí la casa de acogida que
lo acogió, —dice solemnemente.
— ¿Quién fue? —Pregunto en un murmullo.
— Janice and Chuck
Collier, sus gemelos y su hija adolescente. La familia había acogido niños por
años para complementar sus ingresos. Usted no fue el primero al que acogieron,
o el último, señor, —dice.
Lo miro impasible,
pero que no lo estoy para nada. ¿Cómo me relaciona eso con Hyde?— ¿Y…?
— Vea, porque lo
represento pude acceder a sus registros y saber de ellos. Pero legalmente no
podemos hacer eso con Hyde, Básicamente estaba en un callejón sin salida hasta
que localicé a la familia. Bueno, a la señora Collier para ser exacto. Su
marido murió de un ataque cardíaco hace dos años. Ella todavía vive en la misma
casa. Fue colocado con los Collier por dos meses y nueve días. Ese es el tiempo
que la corte dispone colocar a los niños para localizar a algún pariente que
pudiera reclamarlo, y si ninguno se presenta, entonces el proceso de adopción
sigue adelante. La señora Collier lo recuerda, —dice.
— ¿En serio? ¿Qué
dijo? —Pregunto sorprendido.
— La señora tiene
alrededor de 67 años. Ella y su marido acogieron decenas de niños a través de
los años, pero lo recuerda a usted. Dijo que tenía cuatro años pero parecía más
pequeño; estaba asustado y no hablaba. Lo recuerda desnutrido. Dijo que se
sentía seguro con ella y le gustaba sentarse cerca de mientras le leía; pero
nunca en su regazo porque lo encontraba raro para un niño de su edad. Trató de
mantenerse alejado de su marido. Dijo que tenía un miedo inusual a los adultos
hombres. Me contó una historia: aparentemente, a su marido, un exmilitar, le
gustaba la puntualidad a la mesa y usted jugaba con un carrito de juguete.
Cuándo el señor Collier lo llamó para que fuera a la mesa, se asustó y se
escondió bajo el gabinete del fregadero, aferrado a su manta, —dice.
Mis ojos se ensanchan
y trago con dificultad—. Sigue…, —Pido. No recuerdo nada de esto. Me está
volviendo loco. Recuerdo casi todo mi pasado, pero ni una pizca de recuerdos de
ese tiempo.
— Y antes que fuera
a vivir con ellos, la familia tenía a otros dos niños en custodia. Uno de los
niños fue devuelto a su abuela materna justo un par de días antes que usted
fuera puesto a su cuidado, y había otro chico todavía en la casa. Un niño
huérfano de nueve años cuya madre fue a prisión por posesión de drogas.
Recuerda su primer nombre, pero no el apellido.
— ¿Cuál era su
nombre? —Pregunto incapaz de reconocer mi ronca voz.
— Jack. Su nombre
era Jack. Dijo que su familia tuvo muchos niños en custodia a través de los
años. Podría no haberlo recordado a usted pero, dos cosas se le clavaron de
usted: no hablaba y que fue adoptado por una familia rica, lo que la
sorprendió.
— ¿Por qué la
sorprendió? —Pregunto mosqueado.
— Dijo que le
gustaba mucho pero asumió que una muy rica familia como esa podría haber
adoptado a un bebé o…, —dice parando y aclarando la garganta.
— ¡Adelante, no
trates de endulzármelo, Welch! —Ordeno con mirada llameante.
— …un niño sin
necesidades especiales y con menos equipaje, o mejor crianza. Me dijo que no
quería decirlo para ser cruel, porque había acogido a muchos niños, pero usted
no hablaba, no quería que la gente lo tocara, se encondía ante la presencia de
hombres adultos, pero con desesperada necesidad de cuidados. Estaban en el
sistema de acogida hasta los dieciocho años, o hasta que un pariente los
reclamara que, dijo que eso también era raro. Es por eso que se sintió
extremadamente feliz cuando encontró un buen hogar para usted.
— ¿Algo más?
— Sí, tengo un par
de fotografías, —dice entregándome dos descoloridas fotografías. La primera es
la de una destartalada casita con una extraña puerta amarilla y una ventana de
techo. El porche parece desgastado y con la pintura desprendida hasta donde
puedo ver, y el patio delantero indescriptible.
Retiro la imagen de
la casa y a continuación saco la otra fotografía. Es la imagen de una familia
frente a la casa de la puerta amarilla. Los adultos aparentan estar en la mitad
de sus cuarentas, marido y mujer aparentemente. El hombre lleva corte de pelo
alborotado, grueso y viste ropas desgastadas. El cabello de la mujer es
ondulado y rubio; también usa ropa corriente y usada en exceso. Pero ambos
parecen contentos. El hombre posa una mano sobre su hija adolescente, de
aspecto irritable. Sus hijos gemelos aparentan alrededor de doce años y
aparecen contentos y sonrientes.
— ¿Los Collier?
— Sí señor, Chuck y
Janice Collier, sus hijos gemelos y su hija adolescente.
Me reconozco en la
imagen atrás de un niño pelirrojo. Las fosas nasales se me dilatan y los ojos
se me ensanchan. Me miro en la foto por dos largos minutos. Me veo sucio,
extremadamente desnutrido, asustado, vestido con ropa desigual, aferrado a una
cobijita. Me veo como de dos años, no de cuatro. Me escondo detrás de un niño
de cabello rubio rojizo y ceño fruncido que parece tener menos de diez años—.
¿Quién es el otro chico? —Pregunto.
— Ese… —dice
significativamente Welch—, …es Jack Hyde.
— ¿Está confirmado?
— Sí señor. Estuvo
en el sistema de hogares de acogida hasta que su madre lo reclamó. La señora
Collier no recuerda su apellido, pero recuerda su nombre y que era un niño
agresivo. Dijo que se volvió hostil con usted después que sus padres adoptivos
lo fueran a visitar una semana antes que se llevara a cabo la adopción, —dice y
esas declaraciones hacen sonar las alarmas inmediatamente—. Tuve que dar marcha
atrás para localizar los registros de las familias de acogida en las que estuvo
por largos períodos. Pero esos registros fueron difíciles de encontrar, porque
los registros estatales solo tenían una entrada y tuve que recurrir a varios
recursos y pagarles a los empleados para obtener acceso a la información.
Mientras tanto, volví a la agencia de hogares de acogida que lo colocó a usted
con los Collier para cruzar y verificar la información que la señora Collier
nos proporcionó y hacer que me permitieran leer los registros durante quince
minutos. Ahí estaba. Solo tomé fotografías de los registros porque no me permitieron
sacar copias, —dice y empuja el sobre grande hacia mí—. Este archivo contiene
información tanto de usted como de Hyde y los coloca en el mismo lugar con la
familia Collier, entre el 13 de mayo y el 22 de julio de 1987. Usted y Hyde
estuvieron juntos en la misma casa de acogida por dos meses y nueve días. ¡Así
es como se conocieron; es de ahí de donde lo conoce! La memoria USB también
contiene los videos que grabó cogiendo a sus asistentes y a Elizabeth Morgan, —dice
enfatizando.
Lo miro
desconcertado y sin palabras por un momento—. ¿Dónde conseguiste eso?
— Digamos que fue
un gesto de buena voluntad de la policía local por nuestra ayuda y colaboración
adicionales.
— ¿Qué hay de la
investigación de la policía local? ¿Has sabido algo más además de esto?
— Les tomará tiempo
reconstruir el escenario, señor. Y el maldito aún está en el hospital, pero no
habla. Por supuesto, la Morgan está cantando para salvar su culo. Pero quería
que usted fuera el primero en tener esta información. ¿Quiere que envíe mis
hallazgos a la policía?
— Sí, y también a
mis abogados. Quiero asegurarme que ese hijo de puta no vuelva a ver la luz del
día jamás. Esto les mostrará que no es un caso aislado de violencia sino que
está arraigado en el pasado.
— Sí señor. Le
informaré si aparece alguna nueva noticia, —Dice antes de irse. Taylor me mira significativamente antes de conducir a
Welch a la salida.
Miro los expediente
que trajo Welch y un escalofrío me recorre. Inserto la memoria USB en la
computadora y se abren varios archivos. Pulso en cada uno y lo veo cogiendo a
diferentes mujeres en los más duros estilos del BDSM. Al cabrón le gusta duro.
¡Mierda! ¡Es cómo yo en más de un sentido! Tomando las dos fotos que Welch
trajo, regreso a nuestro dormitario como un zombie.
Anastasia todavía
está durmiendo. Me siento en el sillón observando a mi mujer, la única persona
que me ancla aquí y ahora.
El hijo de puta de
Hyde casi la mata por su odio hacia mí, por no conseguir a quién amo y lo que
me pertenece. Estoy conmocionado, mi rostro cadavérico. Me falta un trozo de mi
pasado. No recuerdo nada sobre eso. ¡Nada! Ni una sola imagen o un simple
recuerdo. ¿Por qué? Recuerdo todo el antes y el después. ¿Por qué no ese
período? Observo la fotografía una y otra vez, y aún así todo lo que veo es el
rostro de extraños. No los recuerdo. Soy un hombre al que le gusta saber todo;
el conocimiento me da control y poder. Sin embargo, no puedo ejercerlo sobre mi
propio pasado. Me está volviendo loco. Todavía tengo que hacer la conexión
entre lo que Hyde escribió en la nota de rescate y esta información faltante.
El hecho de que Hyde sepa algo de mí que desconozco, y que ese hijo de puta
ejerza control de mi pasado me está atormentando.
El sol se está
poniendo, y el crepúsculo aparece en el cielo de Seattle como una manta. Es la
hora mágica. Las luces carmesíes y naranjas del ocaso se filtran levemente en
nuestra habitación. Las últimas luces de colores rosas y camesíes del día
bailan en la cara de Anastasia. Estoy obsesionado con ella como si sin ella
estuviera perdido para siempre.
Se mueve en la
cama, retira su brazo de la frente, y parpadea varias veces. Al ver mi rostro
atormentado se sienta de inmediato—. ¿Qué pasa? —Pregunta haciendo una mueca.
— Welch acaba de
irse, —murmuro.
— ¿Y…? —Pregunta
con ansiedad.
— Viví con el
cabrón, —me las arreglo para susurrar.
— ¿Vivido? ¿Con
Jack? —Asiento en respuesta con los ojos muy
abiertos, todavía estupefacto—. ¿Tienen algun parentesco?
— No. Buen Dios,
no.
Se mueve en la
cama, haciéndome lugar, y abre el cobertor, palmeando el espacio junto a ella.
Me quito los zapatos e inmediatemente me meto en la cama con ella. Necesito
estar cerca de ella. No puedo estar dentro de ella cuando está lastimada de esa
manera; pero aún tengo que tener su tacto. La necesito desesperadamente. Envuelvo
un brazo alrededor de ella, y me enrollo cerca de ella, poniendo la cabeza en
su regazo. Su mano se posa en mi cabello, y empieza a recorrerlo co sus dedos,
relajándome. Puedo sentir su mirada penetrante sobre mí—. No lo entiendo, —murmura.
Cierro los ojos e
intento recordar el pasado, frunciendo las cejas—. Una vez que me encontraron
con la puta adicta, antes de irme a vivir con Carrick y Grace, estuve al
cuidado del estado de Michigan. Viví en un hogar de acogida. Pero no puedo recordar
nada de esa temporada, —digo todavía atormentado por la falta de recuerdos de
ese tiempo.
— ¿Por cuánto
tiempo? —Murmura su pregunta.
— Dos mesos más o
menos. No me acuerdo.
— ¿Has hablado con
tus papás acerco de eso? —Pregunta.
Ni siquiera había
pensado preguntarles. No me gusta pedir ayuda a nadie—. No, —respondo
simplemente.
—Posiblemente
debieras. Quizá pudieran llenar esos recuerdos faltantes.
La abrazo más
fuertemente y me enrollo tan cerca de ella como me es posible. Extiendo la mano
sosteniendo las fotos—. Aquí, —digo.
Ana se inclina y
enciende la lámpara de la mesita de noche para verla mejor. Silenciosamente observa las fotos por largo
tiempo. Finalmente oigo su voz susurrante—: Este eres tú. —Sus ojos llorosos.
Asiento—. Ese soy
yo.
— ¿Welch trajo
estas fotos?
— Sí, no recuerdo
nada de eso, —murmuro en voz plana, insípida y desolada.
— ¿Quieres decir
recordar tu estancia con los padres de acogida? ¿Por qué deberías? Christian,
fue hace mucho tiempo. ¿Es esto lo que te preocupa?
— Recuerdo otras
cosas, de antes y después. Cuando conocí a mis papás. Pero esto… No recuerdo
esto. Esto es como un gran abismo.
Su mano acaricia mi
cabello una vez más ausentemente, y dejo caer mi cabeza bajo su brazo—.
¿Está Jack en la foto?
— Sí, es el niño
mayor, —digo cerrando los ojos fuertemente, tratando de centrarme. Tratando de
recordar y tratando de olvidar, de sacudir los malos recuerdos. Sostengo a mi
esposa con todo lo que tengo, abrazándola como si algo pudiera sacarme de su
órbita, y estar perdido para siempre.
— Cuando Jack me
llamó para decirme que tenía a Mia, dijo que las cosas hubieran podido ser
diferentes, si hubiera sido él.
Cierro los ojos y
lanzo mi epitafio—. ¡Ese cabrón! Claro que podría haber sido. Si lo que la
señora Collier es correcto sobre lo que dijo acerca de las agresiones de Hyde
cuando conocí a mis padres, pudo haber pensado que le había hecho trampa con la
familia que pudo haber tenido. Está realmente mal de la cabeza.
— ¿Piensas que hizo
todo esto porque los Grey te adoptaron a ti en lugar de a él?
— ¿Quién sabe? —Digo
en tono amargo—. Me importa un carajo.
— Posiblemente
sabía que nos veíamos cuando fui a la entrevista de trabajo. Quizá pensó en seducirme
todo el tiempo, —murmura disgustada.
— No lo creo, —contesto
finalmente con los ojos abiertos—. Las búsquedas que hizo sobre mi familia no
empezaron hasta una semana o así, después que empezaste a trabajar en SIP.
Barney tiene las fechas exactas. Y Ana, folló a todas sus asistentes y las
grabó, —digo apretando más a Anastasia.
Un escalofrío
sacude a Ana. Queda en contemplación por un minuto—. Christian, creo que
deberías hablar con tus papás, —insiste mientras se mueve en la cama,
deslizándose hacia atrás y se encuentra cara a cara conmigo. Su preocupada mirada
azul se fija en mis desconcertados ojos. Estoy atormentado porque viví con
alguien hace mucho tiempo y esa persona intentó dañarme, a mi familia y a mi
empresa una y otra vez. Si me tomó mucho tiempo descubrir este hecho y el vacio
en mi mente, la falta de recuerdos con respecto a ese momento son un agujero
negro en mi interior.
— Déjame llamarlos,
—murmura. Sacudo la cabeza negativamente. No me gusta pedir ayuda a nadie, aun la
de mis padres. Aprendí a cuidarme por mí mismo, y lo he hecho toda mi vida—.
Por favor, —ruega. La miro, la angustia y vacilación están en cada fibra de mi
ser, reflejándose en mi mirada. No se si debería llamar a mis padres. No les he
pedido nada por años. Ana es mi roca. Tal vez puedan arrojar alguna luz a ese momento de mi vida.
— Los llamaré, —murmuro.
— Bueno. Podemos ir
a verlos juntos, o puedes ir solo. Lo que prefieras, —dijo con suavidad.
No quiero llevarla
en coche en su lastimoso estado, o dejarla sola en casa. Si mis padres están
disponibles, pueden venir aquí. Pero lo dudo—. No, ellos pueden venir aquí.
— ¿Por qué?
— No quiero que
vayas a ninguna parte.
— Christian, estoy
lista para viajar en coche.
— ¡No! —Digo
firmemente, pero sonriéndole. El viaje pudiera no ser necesario—. De todas
maneras, es sábado por la noche, probablemente estén en alguna función. —Participan
en muchas obras de caridad y asisten a reuniones sociales con sus amigos y
colegas.
— ¡Llámalos! —Insiste—.
Estas noticias obviamente te han caído mal. Problablemente puedan arrojar
alguna luz, —dice. Entonces voltea la cabeza y mira el despertador. Dice que
son las 6:45pm. Miro a mi mujer impávidamente por un momento, observándola.
Solo hay amor y preocupación por mí en su cara. No quiero añadir más
preocupación a su ya llena mente. También está embarazada. El estrés puede no
ser bueno ni para ella ni para nuestro bebé.
— De acuerdo, —accedo.
Me siento, y tomo el teléfono inalámbrico de la mesita de noche. Mientras,
Anastasia envuelve su brazo a mi alrededor y apoya la cabeza en mi pecho, tomo
una profunda inhalación y marco el teléfono de la casa de mis padres.
— Residencia Grey, —contesta
mi padre.
— ¿Papá? —Pregunto
completamente sorprendido de encontrarlo en casa. Los he llamado esperanzado en
que no estuvieran ahí.
— ¡Hola Christian!
¿Cómo está Ana? ¿Están de regreso del hospital? —Pregunta preocupado.
— Ana está bien.
Ahora estamos en casa, —digo y tomo otra débil inhalación — Welch acaba de irse. Encontró la conexión…
— ¿Conexión? ¿Con
Hyde?
— Sí. La casa de
acogida en Detroit.
— ¡Oh! ¡Había
olvidado eso totalmente! —Entonces habla con alguien en un grito contenido—. Es
Christian, querida. Encontró la conexión con Hyde… —entonces contesta la
pregunta de mamá—. La casa de acogica en Detroit… Sí, también estoy
sorprendido, —dice.
— No recuerdo nada
de eso, —digo en apenas voz audible. Ana me abraza más fuertemente, y le
aprieto el hombro en respuesta.
— Bien, tu mamá lo
recuerda.
— ¿Sí?
— Sí, podemos ir y
hablar de eso si quieres.
— ¿Pueden? ¿Lo
harán?
— Sí, supongo que
podemos irnos en cuanto tu mamá agarre su chaqueta y su bolsa.
— ¡Grandioso! —Respondo
colgando. ¿Mis padres desean venir hasta aquí para explicar algo sobre mi
pasado? ¿Por qué aún estoy sorprendido por eso?—. Están de camino, —le digo a
Ana, incapaz de sacudir el asombro por eso.
— Bien. Debería
vestirme, —dice Anastasia.
La sostengo más
fuerte como si fuera a perder mi sol si se va unos pasos para vestirse—. No te
vayas, —murmuro.
— Bueno, —dice
acurrucándose a mi costado y abrazándome para que la sensación de pérdida
disminuya.
* * * * *
Cuando mis padres
llegan a Escala, los recibimos en la entrada del gran salón. Nos sonríen. Mamá
mira directamente a Anastasia y la abraza suavemente mientras papá me da la
mano.
— Ana, Ana, querida
Ana, —le murmura con gratitud—. Salvaste a dos de mis hijos. ¿Cuándo podré
alguna vez agradecértelo? —Pregunta, haciendo que mi mujer se ruborice. Después
papá abraza a Anastasia, besando su frente. ¡Pero mi siempre inquieta hermana
toma a Anastasia y la aprieta con fuerza, olvidando que tiene las costillas
magulladas! Veo que Ana jadea y hace una mueca, mientras Mia murmura—, gracias
por salvarme de esos cabrones.
— ¡Mia! —Le digo echando chispas—. ¡Debes ser cuidadosa! Está adolorida.
— ¡Oh! Lo siento, —Dice Mia apenada.
—
Estoy bien, —Anastasia trata de calmar. Pero Ana hace un suspiro de
alivio cuando Mia la suelta. Anastasia le da una buena mirada a mi hermana y
nota sus apretados jeans negros y la pálida blusa rosa con holanes. Después
ella dirige imperceptiblemente a su propia ropa. Se ve maravillosa con el vestido
envolvente y zapatos planos. Quiero que esté cómoda mientras está
recuperándose. Mia se apresura hacia mí y me da un fuerte abrazo poniendo sus
brazos alrededor de mi cintura.
Una vez que Mia me suelta, mis padres me miran expectantes. Le doy a mamá las fotografías. Ambos se
inclinan sobre las fotos y mamá da un soplido, su mano volando a su boca para
sofocar el torrente de emociones. Su mirada plena de reconocimiento. La cara de
papá está sombría mientras abraza a mi madre para darle fuerza—. Oh, querido, —mi madre me
acaricia una mejilla.
Taylor está en el umbral de la entrada aclarándose la garganta—. ¿Señor
Grey? La señorita Kavanagh, su hermano Ethan y su hermano están subiendo,
señor.
¿Qué? No los invité. No cuando Ana
apenas acaba de llegar a casa y todavía convaleciente. Frunzo el ceño—. Gracias
Taylor, —susurro completamente desconcertado.
— Llamé a Elliot y le dije que
veníamos, —dice mi hermana sonriendo—. Es una fiesta de bienvenida, —dice
encogiendo los hombros. Así que esto es toda su responsabilidad. Mi padres
miran a mi hermana con disgusto y Anastasia me mira con simpatía.
— Entonces es mejor que comamos algo
juntos, —anuncia Ana—. Mía, ¿puedes darme una mano?
— Oh, encantada, —contesta. Cuando
Anastasia y Mia se van a la cocina, llevo a mis padres al estudio.
Después que mis padres entran, cierro
la puerta y les señalo las sillas frente al escritorio. Voy y me inclino sobre
mi escritorio—. No recuerdo nada de ese tiempo. De hecho, esta es la primera
vez que he sabido que estuve en una casa de acogida.
— También se ha borrado completamente
de mi memoria. Ha pasado tanto tiempo, —dice papá volteando hacia mi madre.
— Lo recuerdo bien, —dice suavemente,
tragando con fuerza—. Adoptamos a Elliot, así que estábamos aptos como
candidatos a padres adoptivos. Pero debido a que tu mamá biológica murió y no
había nombre de padre registrado, la ley del estado tenía la obligación de
esperar a ver si algún pariente tuyo te reclamaba, —dice. Mi mirada es dura;
mis labios están tensos y cerrados en una fina línea. Estoy muy contento de que
ningún miembro de mi familia venga de ninguno de mis jodidos parientes
consanguíneos. Si no pudieron ser una familia decente para su hija, ¿qué bien
podrían haberme hecho, salvo contribuir a mi jodida disfuncional y rara vida?—
Fueron los dos meses más largos de espera, preocupados de que alguien te
reclamara y te llevara. Alguien que fuera en detrimento de tu bienestar… He
visto a muchos niños abusados en manos de sus parientes; estabas en gran peligro,
porque ya habías experimentado eso en tu antiguo hogar, querido.
— ¿Era su proxeneta mi padre
biológico? —Pregunto, esperando lo peor.
— No, no lo era, —dice papá con
resolución.
— ¿Cómo puedes estar tan seguro?
— Lo vi en la estación de policía
cuando fue llamado a declarar. No tiene ni el más mínimo parecido a ti, y
obstinadamente negó que fueras suyo, asegurando que se había hecho la
vasectomía, lo que probó posteriormente. Estamos cien por ciento seguros que no
tenía parentesco contigo de ningún tipo. Aseguró que tu madre biológica no
sabía quien era tu padre.
— ¿Visitaron a mis padres de acogida?
—Pregunto queriendo confirmar lo que la señora Collier le informó a Welch.
— Varias veces. La última vez fue una
semana antes que los papeles de adopción estuvieran listos, —contesta mamá.
— ¿Recuerdan haber visto al otro
chico? —Les pregunto.
— Para ser honestos, hijo, no pusimos
atención a ninguno de los chicos de la casa de acogida. Había otros chicos en
su casa, pero no sabíamos cuales eran de ellos o si había otros chicos de
acogida. Así qué, obviamente no quisimos ofenderlos de ninguna forma
preguntando por sus hijos. Fuimos y estuvimos algún tiempo contigo y te
llevamos un juguete, y algunas prendas de ropa básicas. —Sacudo la cabeza. ¡No
sabía nada de esto! Aparentemente una pequeña parte de información, pero un
trozo perdido de mi pasado. Una pieza importante… Mi mente continúa yendo hacia
atrás ante la posibilidad de lo que pudo suceder si alguien se hubiera
pesentado. ¿Qué hubiera pasado si al jodido proxeneta se le hubiera ocurrido
reclamar que era mi papá y hubiera seguido abusando de mí? Qué si… Qué si…
Estoy completamente aturdido, tenso, y agitado como si esto hubiera ocurrido solo
ayer. En este momento, estoy jodidamente temblando como si me hubieran soltado
en el espacio sin paracaídas; no me siento como el dominante CEO de Grey
Enterprises Holdings, Inc., sino un niño perdido.
Sacudo la cabeza—. No recuerdo nada
de eso. Recuerdo toda la mierda de antes…
con la puta adicta, el proxeneta, el abuso. Todavía tengo pesadillas de
ello. Y más después de la adopción. ¡Pero no recuerdo nada de eso! Nada, —susurro
con los ojos muy abiertos.
Mamá toma mis manos entre las suyas—.
Estoy muy contenta de que nos hayas llamado para ayudarte a recordar, —dice.
— Ana me dijo que los llamara. No
sabía si tenía que hacerlo. Quería que yo… —Digo encogiéndome de hombros.
— Es una chica maravillosa. Te ama,
hijo. No sé que habríamos hecho sin ella. Nos ha dado tantas cosas, te iluminó
como los fuegos artificiales, y ahora salvó la vida de Mia. ¡Nos hará abuelos,
también! ¡Es un envío del cielo! —Mi madre barbota deshecha en lágrimas como si
Anastasia simplemente hubiera caminado sobre el agua después de sanar a una
colonia de leprosos en una noche.
— Nunca había sido tan feliz de
haber estado equivocado, Christian, —dice papá—. Lo que Ana ha hecho por
nuestra familia nunca podrá ser pagado. Puso su vida y la de su bebé en peligro
por nuestra hija, y te ama intensamente. Hace que te comuniques con nosotros.
¿Te das cuenta del tiempo que hace desde que tuvimos esta clase o al menos
cercana conversación de corazón a corazón sin contar la del hospital?
— Podría haber sido nunca.
— No es porque no hayamos tratado. La
última vez que realmente traté de acercarme a ti fue cuando dejaste Harvard y
tuvimos esa pelea. Después de eso pusiste densas murallas a tu alrededor, hijo.
Después de eso no importa lo que hice, cuanto traté de conectarme contigo, eras
distante; a kilómetros de distancia. Esto,
—dice señalando alrededor del estudio con su mano, —es una primera vez.
Pero soy feliz de saber que eres cercano a tu mamá. Quiero que sepas que, nosotros…
—Se corrige—, queremos que sepas que debías haber acudido a nosotros con o sin
temor o esperando que te juzgáramos, o te criticáramos o te rechazáramos, —dice
y mamá asiente con fervor, sus ojos brillando con lágrimas, una mano agarrando fuertemente a la
mía, la otra sobre su boca reprimiendo un sollozo.
— Solamente tenemos a Ana para
agradecerle que hayas regresado a nosotros, —mamá susurra.
— Lo sé mamá. ¿Recuerdan algo más
acerca de la casa de acogida?, —les pregunto.
— Bien, cuando te visitamos, la mamá
de acogida hizo algunos panes deliciosos y nos ofreció algunos y parecía que te
encantaban sus postres, y estaba cocinando la cena cuando estabámos a punto de
irnos que olía divinamente. Era muy cortés. Nos invitó a cenar, pero no
quisimos importunarlos, y nos fuimos. Fue hace mucho tiempo, pero recuerdo eso,
—dice mamá.
— Gracias por compartir esta
información mamá y papá, —digo todavía deprimido y tembloroso. Me levanto. Mamá
me devuelve las fotos y las pongo en el escritorio. Estoy dándole vueltas a
millones de kilómetros por hora; mucha mierda que procesar en mi mente. Salgo
tambaleante del estudio con mis padres. El alto ruido de nuestros visitantes
nos saludan en la puerta. Cuando regreso al gran salón detrás de mis padres,
todavía estoy pálido, pero cuando veo a Anastasia con una copa de champán en la
mano, abro los ojos desmesuradamente. ¿En qué demonios está pensando? ¡No puede
tomar alcohol estando embarazada!
A million miles an hour -
Eastern Conference Champions
Veo a Katherine Kavanagh, y la saludo
fríamente mientras me acerco a Anastasia—. Kate.
Responde—, Christian, —en igual
medida de frialdad.
Mis ojos están fijos en la copa que Anastasia
sostiene—. Tus medicinas, señora Grey, —digo intencionalmente. Estrecha los
ojos.
Mi madre se une a nosotros con su
propia copa de champán—. Un sorbo está bien, —dice con un guiño. Les frunzo el
ceño a ambas.
— ¡Hey, hermanito! ¿Viste el juego de
los Mariners contra los Rangers? —Pregunta.
— No. ¿Cómo estuvo?
— Perdimos 7 a 6. ¡Pero fue un gran
partido!
— ¿Quién anotó? —Le pregunto
siguiéndolo al sofá.
— Bueno, Gentry bateó un sencillo a
la izquierda y Napoli anotó por los Rangers primero. Luego Suzuki conectó un
sencillo en el cuadro interior a campocorto, Kennedy y Ryan anotaron y Saunders
en segundo lugar… —empieza contándome jugada por jugada.
Mis ojos se vuelven a mi esposa quien
es abrazada por mis padres, que le besan las mejillas y le hablan.
Mi hermana está sentada junto a Ethan
y están tomados de las manos. Ethan entra a la conversación—. ¡Te perdiste un
gran partido, Christian! Estaban tan cerca. ¡Realmente pensé que ganaríamos!
Carp conectó un cuadrangular a la derecha y Seager anotó para los Mariners, ¡pero
no fue suficiente para emparejar! ¡Apuesto que hubiéramos ganado si el
campocorto de los Mariners, Brendan Ryan
no hubiera dejado el juego en la parte alta de la tercera entrada por espasmos
en el cuello! —Dice entusiasmado.
— ¡Vamos! ¡Esa mierda no es gran cosa!
—Dice mi hermano.
— ¡Por supuesto que lo es! ¡Andrus y
Hamilton de los Rangers batearon jonrones consecutivos en la tercera entrada,
hombre! Lo necesitábamos…
Cuando mis padres y Anastasia
regresan al gran salón, Anastasia viene y se acurruca junto a mí con su copa
aún en la mano.
— Un sorbo, —le siseo y le quito la copa de la mano.
— Sí señor, —dice
completamente sumisa y batiendo las pestañas me desarma inmediatamente, pongo
los brazos a su alrededor, acercándola a mí, y con mi familia alrededor, y
volteando hacia mi hermano para continuar hablando del último partido de los
Mariners.
Después que todos
han comido, y los platos recogidos, despedimos a mi familia y a los Kavanagh.
Mi esposa requiere descanso.
Tomo la mano de
Anastasia y la llevo a nuestra recámara.
— Mis padres
piensan que caminas sobre el agua, —susurro mientras me quito la camisa. Ella
está en la cama acurrucada, observándome, mirándome con deseo para mi deleite.
— Es bueno que
ahora lo sepas de manera diferente, —resopla.
— Oh, no lo sé, —digo
quitándome los pantalones.
— ¿Llenaron vacíos
para ti?
— Algunos. Viví con
los Collier dos meses mientras mis papás esperaban los documentos. Estaban ya aprobados
para adoptar por Elliot, pero la espera era requerida por ley para ver si algún
pariente vivo me quería reclamar.
— ¿Cómo te sientes
acerca de eso? —Pregunta presionando por mi anterior preocupación.
Frunzo el ceño. No
me gusta para nada—. ¿Acerca de no tener parientes vivos? A la mierda. Si fueran
parecidos a la puta adicta… —digo con disgusto. No recurro al resto del
pensamiento. Ya es lo suficientemente perturbador tal cual es.
Me pongo el pijama,
me subo a la cama y jalo a mi mujer a la seguridad de mis brazos.
— Los recuerdos
están regresando. Recuerdo la comida. La señora Collier sabía cocinar. Y al
menos sabemos porque ese cabrón está tan interesado en mi familia. —¡Oh,
mierda! ¿Recuerdo! Recuerdo algo más—. ¡Mierda! —Susurro mientras corro la mano
por mi cabello. Estoy boquiabierto con Anastasia sorprendida.
— ¿Qué? —Pregunta
preocupada.
— ¡Tiene sentido
ahora! —Establezco.
— ¿Qué? —Pregunta
exasperada.
— Pajarito. La
señora Collier solía llamarme Pajarito.
Anastasia me mira
desconcertada—. ¿Eso tiene sentido? —Pregunta levantando las cejas, confundida.
— La nota, —digo
mirándola—. La nota de rescate que ese cabrón dejó. Iba como algo así ‘¿Sabes
quién soy? Porque yo sé quién eres, Pajarito’. Anastasia todavía me mira
desconcertada. Es de un libro para niños. ¡Cristo! Los Collier lo tenían. Se
llamaba ‘¿Eres mi madre?’ ¡Mierda! ¡Me encantaba ese libro!, —digo abriendo los
ojos ampliamente. ¡Lo recuerdo ahora! Los recuerdos regresan flotando. El
entendiemiento llega a Anastasia—. La señora Collier acostumbraba leérmelo. —Sus
labios se abren para decir algo pero los cierra nuevamente, no sabiendo qué
decir—. Cristo. ¡Lo sabía… ese cabrón lo sabía!
— ¿Se lo dirás a la
policía?
— Sí. Por supuesto
que lo haré. Dios sabe que hará Clark con esta información, —Balanceo la cabeza
tratando de quitar de mi mente la mierda de mente de Hyde—. Y gracias por esta
tarde.
— ¿Por qué?
— Por preparar de
cenar a mi familia al momento de las noticias.
— No me lo
agradezcas, agradece a Mia y a la señora Jones. Tiene la alacena bien surtida. —Meneo
la cabeza. No entiende lo especial que es. A mi esposa todavía le es difícil
recibir elogios.
— ¿Cómo te sientes,
señora Grey?
— Bien. ¿Cómo te
sientes?, —me pregunta.
Estoy perfectamente
saludable—. Estoy bien, —digo frunciendo el ceño—. ¿Me veo enfermo?
Sonríe y comienza
arrastrando sus dedos por mi estómago y hacia abajo. Agarro sus manos sabiendo
exactamente que está tratando de hacer—. Oh no. No te hagas ideas. —Hace pucheros, haciéndome reír. Estoy muriendo por hacerle el amor. Pero
no puedo mientras todavía no está lo suficientemente bien—. Ana, Ana, Ana, ¿qué
voy a hacer contigo? —Pregunto besando su cabello.
— Tengo algunas
ideas, —dice retorciéndose a mi lado. Pero inmediatamente hace un gesto de
dolor y pone automáticamente las manos en sus costillas.
— Nena, ya has
tenido bastante. Ademas, tengo un cuento para ti. Me mira parpadeando—. Querías
saber… —Digo, apagando la voz. Trago con dificultad, pero todavía determinado a
desnudar mi alma ante mi mujer. Sus ojos se abren comprendiendo, me las arreglo
para dejar a mi mujer sin palabras por una vez—. Imagínate esto, un adolescente
buscando ganar dinero extra para continuar con su escondido hábito de beber, —comienzo
mi historia. Me volteo en la cama sobre mi lado y estamos acostados cara a
cara. Miro a Anastasia a los ojos, deseando captar todas sus reacciones—. Así
que estaba en el patio de los Lincoln, quitando escombros y basura debido a la
ampliación que el señor Lincoln acababa de hacer a su casa…
Anastasia abre las
mandíbulas boquiabierta, completamente sorprendida por que estoy compartiendo
mi historia más oscura con ella. Pero esta es una noche de revelaciones. No
quiero nada que quede sin decir entre nosotros. Es mi esposa, la madre de mi
hijo nonato, ella es mi todo.
Como es grande mi amor
por ti
Roberto Carlos
Tengo tanto hoy para hablar
Que con palabras no sé decir
Como es grande mi amor por ti
Que con palabras no sé decir
Como es grande mi amor por ti
Y no hay nada que comparar
Para poderte a ti explicar
Para poderte a ti explicar
Como es grande mi amor por ti
Ni el mismo el sol, ni las estrellas
Ni el mismo el mar o el infinito
No pueden ser como este amor, ni más bonitos
Ni el mismo el mar o el infinito
No pueden ser como este amor, ni más bonitos
Me desespero por encontrar
Alguna forma para expresar
Alguna forma para expresar
Como es grande mi amor por ti
Nunca te
olvides ni un segundo Que eres todo en este mundo
Como es grande mi amor por ti
Nunca te olvides ni un segundo
Que eres todo en este mundo
Como es grande mi amor por ti
Como es grande mi amor por ti
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