Capítulo
XXVI – Final
El más
pequeño invasor
Traducido y editado por: María Teresa Camp Gozalbo
Solo
Desde
el tiempo de mi niñez, no he sido
como otros eran, no he visto
como otros veían, no pude sacar
mis pasiones desde una común primavera.
De la misma fuente no he tomado
mi pena; no se despertaría
mi corazón a la alegría con el mismo tono;
y todo lo que quise, lo quise solo.
Entonces -en mi niñez- en el amanecer
de una muy tempestuosa vida, se sacó
desde cada profundidad de lo bueno y lo malo
el misterio que todavía me ata:
desde el torrente o la fuente,
desde el rojo peñasco de la montaña,
desde el sol que alrededor de mí giraba
en su otoño teñido de oro,
desde el rayo en el cielo
que pasaba junto a mí volando,
desde el trueno y la tormenta,
y la nube que tomó la forma
(cuando el resto del cielo era azul)
de un demonio ante mi vista.
como otros eran, no he visto
como otros veían, no pude sacar
mis pasiones desde una común primavera.
De la misma fuente no he tomado
mi pena; no se despertaría
mi corazón a la alegría con el mismo tono;
y todo lo que quise, lo quise solo.
Entonces -en mi niñez- en el amanecer
de una muy tempestuosa vida, se sacó
desde cada profundidad de lo bueno y lo malo
el misterio que todavía me ata:
desde el torrente o la fuente,
desde el rojo peñasco de la montaña,
desde el sol que alrededor de mí giraba
en su otoño teñido de oro,
desde el rayo en el cielo
que pasaba junto a mí volando,
desde el trueno y la tormenta,
y la nube que tomó la forma
(cuando el resto del cielo era azul)
de un demonio ante mi vista.
Edgar Allan Poe
No es de extrañar por qué el médico no ha venido a hablar
conmigo. Me acababa de sentar para revisar algunos documentos de trabajo en mi
laptop, sabiendo que el doctor podría tardar un rato, recibo esta gran noticia.
Tomo una profunda respiración, y estoy cerrando los números documentos que
tengo abiertos en la laptop para ir a ver a Anastasia, la puerta de la sala de
espera se abre nuevamente. Levanto la vista y veo a mi esposa radiante.
— Está despierto —proclama con excitación. La confirmación de su
despertar así como su clara felicidad, alivia toda la tensión que he estado
viviendo por días. Sonrío como si parte de mi pesado equipaje haya sido quitado
de mis hombros. Quiero que sea su felicidad y no quiero decirle que ya lo había
oído. Tomo la laptop y la pongo dentro de su estuche y tomo a mi mujer en un
abrazo.
— ¿Cómo está? —Pregunto mientras la sostengo.
— Hablando, sediento, y desconcertado. No recuerda nada del accidente.
— Eso es entendible. Ahora que ha despertado quiero trasladarlo a Seattle. Entonces podemos ir a
casa y mamá puede echarle un ojo, —expongo lo
que he estado pensando.
— No estoy segura si está lo suficientemente bien para ser movido,
—responde inmediatamente. Pero, esa opinión debemos dejársela a sus médicos.
Tenemos suficiente tecnología para brindarle el mismo cuidado ya que no está
utilizando los aparatos que mantenían su vida y puede ser trasladado cómodamente a un hospital de Seattle en un helicóptero
médico en un viaje que durará menos de una hora.
— Hablaré con la doctora Sluder para pedirle opinión. —Expongo.
— ¿Extrañas el hogar? —Pregunta dándose cuenta.
— Sí.
— De acuerdo, —acepta comprendiendo.
La doctora Sluder nos saluda una vez que regresa de revisar a Ray. Ray
está como describió Anastasia, confundido, pero ha sido informado que tuvo un
accidente y estuvo en coma. Es como una inyección de adrenalina. Mientras el
doctor explica su mejora Ana sonríe constantemente con alegría, apretando con
fuerza mi mano por la excitación. Cuando quedamos a solas con la doctora Sluder
para discutir su salud, volteo hacía ella y le hago la pregunta que tengo en
mente desde ayer—: Doctora Sluder, ¿está Ray en condiciones de ser trasladado a
Seattle?
— Necesitamos observarlo por lo menos veinticuatro horas y practicarle
varias pruebas para darle luz verde a su traslado. Estoy ochenta por cierto
positiva de que su traslado puede ser factible en algún momento el martes,
sujeto a los resultados de sus exámenes, —contesta. Bien, posiblemente uno o
dos días más en Portland. Esa información me hace sentir aliviado.
* * * * *
Cuando llegamos al Heathman, miro alrededor y veo a Anastasia con su
amplia sonrisa—. No has parado de sonreír. —Hago notar.
— Estoy muy tranquila y feliz.
Sonrío como respuesta. Soy feliz cuando ella lo es—. Bien. —El aire es
frío y constante mientras la oscuridad de la tarde empieza a cobijar la ciudad.
Anastasia entrega las llaves de su R8 al acomodador quien mira el coche de
forma libidinosa como si fuera una hermosa mujer. Un escalofrío recorre el
cuerpo de Anastasia, y sé que ahora no es de preocupación, sino por lo frío del
aire. Pongo un brazo a su alrededor. El portero nos abre la puerta para que
entremos.
— ¿Podemos celebrar? —Pregunto en cuanto entramos al vestíbulo.
— ¿Celebrar?
— A tu papá, —le recuerdo. Qué pronto olvidamos.
Hace su risita como respuesta—. Oh, él.
— He extrañado ese sonido, —digo besando su cabello. Ciertamente lo he
hecho. Viendo a mi esposa estresada y la esperanza perdida, ha sido muy duro. Y
su júbilo presente me relaja inmediatamente.
— ¿Podemos solo comer en nuestro cuarto? Tú sabes, ¿tener una noche
tranquila?
— Claro. Ven, —Digo mientras tomo su mano.
¡La cena es más que placentera, porque Anastasia ‘limpia’ el plato de la
comida y el postre hasta el último bocado! Ambos hechos sorprendiéndome y
deleitándome—. Eso estuvo delicioso, —murmura completamente satisfecha,
empujando el plato—. Seguro que aquí saben cómo hacer una buena ‘tarta tartin’
Tarta tartin
Tomamos juntos un
relajante baño. Cuando salgo y me seco, me pongo T-shirt y jeans. Voy a la sala
de estar y enciendo el iPod. Posiblemente todos los apetitos de Anastasia han
regresado. Hay una manera de averiguarlo. Pongo una lista de reproducción de
Dido, y está cantando ‘Bandera blanca’.
White flag
– Dido
Cuando una fresca Anastasia viene bañada y usando
solamente mi T-shirt y posiblemente solo bragas abajo, se ve como para
comérsela. Si tengo suerte, quizás pueda—. Eso es lo mejor que te he visto
comer en todo el tiempo que hemos estado aquí, —observo.
— Estaba hambrienta, —contesta.
Me siento en la silla y me inclino hacia atrás y,
satisfecho tomo un sorbo de la copa de vino blanco, sonriendo—. ¿Qué te
gustaría hacer ahora? —Pregunto en voz suave, esperanzada, lujuriosa.
— ¿Qué quieres hacer? Contesta con otra pregunta.
— ¿No es obvio? —Levanto una ceja, mirando
divertido—. Lo que siempre quiero hacer.
—
¿Y eso es todo? —¡Vamos Ana! ¡Deja de bromear!
— Señora Grey, no sea tan remilgada, digo.
—Pero esta vez cruza la mesa, agarra mi mano y la voltea. Su tacto enciende mi
sangre, abrasándome, como corrientes a través de cada una de mis células como
un fuego salvaje. Mi respiración se acelera. Roza mi palma con su dedo índice.
— Me gustaría que me tocaras con este, —murmura al tiempo que recorre su
dedo en mi dedo índice. Su tacto resuena en mi ingle y más abajo en la punta de
mi pene, haciendo que me mueva en la silla.
— ¿Sólo con ese? —Pregunto con mis ojos oscureciéndose y estoy
carnalmente personificado.
— ¿Quizá con esto? —Añade corriendo su dedo hacia mi dedo medio y de
regreso a mi palma—. Y este, —continúa marcando una línea con su uña sobre mi
dedo anular—, definitivamente con este, —confirma mientras su dedo para sobre
mi anillo de casado—. Este es muy sensual.
Mis ojos están ampliamente abiertos, enfocados, intencionales y estoy
completamente encendido—. ¿Lo es ahora?
— Seguro que sí. Dice que este hombre es mío.
Definitivamente me está encendiendo. Me inclino hacia delante y ahueco
con las manos su barbilla y con la otra mano la hago mirarme—. Señora Grey, ¿me
está seduciendo?
— Eso espero.
— Anastasia, estoy listo, —digo en voz suave y carnal—. Ven aquí, —ordeno
suavemente tirando de su mano, y jalándola a mi regazo—. Me gusta tener acceso
ilimitado a ti, —digo y recorro mi mano por sus caderas y nalgas. Agarrando su
cuello con mi otra mano, la mantengo firmemente en su lugar, y la beso con todo
lo que tengo. Primero suave y sensualmente, pero después, cuando corre sus
dedos por mi cabello, sosteniéndome firmemente, estoy nuevamente ardiendo por
ella, y mi lengua escarba dentro de su boca y explora, tocando, sintiendo,
chupando y demandando. Su lengua se enrosca en la mía, y se retuerce en una
danza seductora, reflejando lo que hacen sus manos. Es excitante, libidinoso e
intoxicante. Tengo que tenerla, ahora.
— Vamos a la cama, —murmuro sobre sus labios.
— ¿Cama? —Pregunta insegura. ¿Es que mi esposa quiere algo diferente? Me
hago para atrás y jalo su cabello para que me vea a la cara—. ¿Dónde
preferirías, señora Grey?
Se encoge de
hombros, fingiendo indiferencia—. Sorpréndeme.
Sonrío. Está
preparada para cualquier cosa—. Estás luchadora esta
noche, —digo restregando mi nariz en la de ella.
— Posiblemente necesito ser disciplinada, —añade. ¡Mierda! ¡Cuán
excitante es eso!
— Posiblemente lo necesitas. Te estás volviendo muy mandona en la vejez,
—digo entrecerrando los ojos, pero estoy totalmente complacido con su petición.
— ¿Qué vas a hacer con respecto a eso? —Pregunta seductoramente.
¿Me preguntas eso? Puedo hacer un número de cosas con esa solicitud —. Sé
lo que me gustaría acerca de eso. Depende si estás preparada.
— Oh, señor Grey, has sido mu gentil conmigo estos dos últimos días. No
estoy hecha de cristal.
— ¿No te gusta mi gentileza?
— Contigo por supuesto. Pero tú sabes… la variedad es la sal y pimienta
de la vida, —replica batiendo sus hermosas pestañas.
— ¿Pretendes algo menos gentil? —Me atrevo a preguntar.
— Algo que me haga sentir viva, —contesta.
Soy más que capaz de darle eso. Muevo la cabeza, la miro por un momento,
evaluando su humor. Se muerde el labio—. No te muerdas el labio, —susurro, y
repentinamente me levanto con Ana en brazos. Da una bocanada como reacción por
lo precipitado de mi movimiento, y se agarra a mis bíceps. Me dirijo al más
pequeño de los tres sofás de la sala y la ponga en él—. Espera aquí. No te
muevas, —ordeno, mirándola por un momento con la intensidad de mi deseo carnal
y me doy vuelta sobre mis talones y regreso a la recámara con pasos seguros. Sé
exactamente lo que quiero hacer, y como quiero hacerlo. Voy al baño y recojo
una toalla de manos y aceite para masaje. Regreso por detrás de ella, y se
sorprende al verme allí—. Creo que nos desharemos de esto, —digo jalando su
T-shirt y se la quito por la cabeza. Está desnuda excepto por sus bragas.
Completamente caliente. Jalo su cola de caballo una vez más. Y la beso.
— Levántate, —le ordeno sobre sus labios y la suelto. Inmediatamente
obedece. Dejo la toalla en el sofá donde quiero que se siente. Me mira inquisitivamente—.
Quítate las bragas, —ordeno con voz ronca. Traga, pero excitada y expectante y
se las quita dejándolas a un lado del sofá —. Siéntate, — digo y jalo su cola
de caballo nuevamente, reclinando su cabeza una vez más—. Me dirás que pare si
esto es demasiado, ¿sí? —Sobreexcitada, es incapaz de pronunciar palabra
alguna. Mueve la cabeza afirmativamente—. Dilo, —digo con voz severa.
—
Sí, —chilla.
. Bien. Así
que, señora Grey… por petición popular, te voy a amarrar, —susurro,
hablándole a su libido. Sus ojos se oscurecen; los azules iris casi desaparecen
en un círculos por la dilatación de sus pupilas—. Levanta las rodillas, —ordeno
nuevamente en tono suave—, y recuéstate hacia atrás.
Pone sus pies en la orilla del sofá, con las rodillas frente a ella. Tomo
su rodilla izquierda y tomo el cinturón de uno de los albornoces y ato una punta
en su rodilla.
— ¿Albornoces? —Chilla.
— Estoy improvisando, —contesto sonriendo. Después de todo no estamos en
casa. Entonces aprieto el nudo arriba de su rodilla y ato la otra punta del cinturón de felpa suave alrededor del remate
en la esquina trasera del sofá —. No te muevas, —le
advierto, y repito el proceso con su pierna derecha atando el segundo cinturón
en la otra esquina. De tal manera que, efectivamente separando sus piernas en una
posición invitadora. Completamente seductora y haciéndome agua la boca. Está
frente a mí, desparramada en el sofá, las piernas separadas, atadas y completamente
excitada—. ¿Bien? —Pregunto
suavemente, mirándola desde detrás del sofá. Asienta. Me doblo y la beso. A
propósito no até sus manos. Tengo trabajo para ellas—. No tienes idea cuán
excitada te ves ahora, —murmuro y paso mi nariz por la de ella. Lo que quiero
hacer requiere un diferente tipo de música—. Cambio de música, creo, —digo
levantándome y me dirijo al iPod.
Esta posición es expuesta, dejándola sentirse vulnerable, indefensa y por
supuesto a propósito para la penetración. Justo en la forma que me gusta. La
joven cantante tiene una voz voluptuosa y tentadora. Comienza cantando ‘Sweet
about me’. Mirándome, dice al empezar
la canción. Cuán a propósito. Eso es lo que exactamente lo que planeo hacer.
Voy a ver a mi esposa darse placer. Le doy vuelta al sofá y mi mirada se
engarza con la de Anastasia. Sin apartar la mirada de ella, camino por enfrente
del sofá y ágilmente me arrodillo frente a ella. Mis ojos escanean su cuerpo, y
ahora reconoce el efecto de cuán expuesta está—. ¿Expuesta? ¿Vulnerable?
—Pregunto, sabiendo exactamente cómo se siente. Mis manos no se mueven de mis
rodillas. Asiente—. Bien, —digo. Así es exactamente como la quiero—. Extiende
las manos —nuestros ojos siguen fijos uno en el otro, y no puede apartar su
mirada de mí. Hace lo que le pido. Extiendo aceite para masaje con fragancia
sensual de aroma almizclado. Contiene semillas de almizcle, madera de sándalo y
pachuli. La combinación de estos elementos hace que el aroma sea muy erótico,
inspirador, terroso y estimulante. Es perfecto para hacer el aceite de masaje
profundo y rico. Inhala el aroma mientras cierra los ojos. Sé que está
cautivada por eso—. Frótate las manos, —le ordeno mientras abre los ojos. Está
prácticamente retorciéndose, bajo mi abrasadora mirada—, quédate quieta, —le
advierto—. Ahora Anastasia, quiero que te toques, —le digo con voz ronca.
Parpadea y me mira indecisa. La voy a guiar en todo el proceso. Estoy
completamente excitado ante la idea de mi mujer dándose placer solo para mis
ojos—. Comienza en tu garganta. —Está reacia—. No seas tímida, Ana. Anda.
Hazlo. —Mi voz y mi cara son un desafío, pero mayormente muriendo por ver eso.
Quiero ver que tenga confianza en su sexualidad. Finalmente, dudando pone las
manos en su garganta, y despacio las desliza hacia abajo hasta la parte
superior de sus senos con facilidad, extendiendo el trazo del intoxicante aroma
del aceite—. Más abajo, —murmuro, mi voz ronca, llena de anticipación carnal,
mis ojos brillantes. Acuna sus pechos con las manos—. Provócate, —le ordeno
suavemente. Retuerce sus pezones con gentileza, deseo realmente verla darse
placer, jalando, apretando y alargando sus pezones—. Más fuerte, —la conmino.
Me siento sin moverme entre sus muslos, solo observándola, excitado hasta más
no poder. Aún es demasiado leve—, como yo lo haría, —añado, mi mirada
oscureciéndose. Gime y jala sus pezones con más dureza. Se endurecen con el
aceite para masaje, con la ayuda de Anastasia y mi intensa mirada—. Síííí. Así,
otra vez, —le ordeno. Anastasia cierra los ojos y jala más fuerte. Esta vez los
retuerce y rueda entre sus dedos pulgar e índice, gimiendo más fuerte. Mi
respiración es superficial, pero rápida. Estoy excitado. Quiero ver esto otra
vez. Y otra vez. Quiero que sienta mi mirada. Mirando sus dedos deslizarse,
jalar, provocar, oyendo sus gemidos y viendo sus ojos fijos en los míos es
extremadamente erótico, ¡una jodida excitación! —. Abre los ojos, —ordeno.
Parpadea—. Otra vez. Quiero verte. Verte disfrutar tu tacto. —Lo repite
nuevamente. Otra vez—. Ahora. Manos. Más abajo. —Se retuerce bajo el influjo de
su propio tacto—. Mantente quieta, Ana. Absorbe el placer. Más abajo. —Digo en
voz baja y ronca. Como el canto de sirena, tentándola, seduciéndola, todo al
mismo tiempo.
Sweet about me – Gabriella
Cilmi
Sheena Easton - For Your Eyes Only
Hazlo tú, —murmura,
ansiando mi toque.
— Oh, lo haré, pronto. Tú. Más abajo. Ahora. —Digo, mi voz es la
personificación de la sensualidad. Corro la lengua por mis dientes, y se
retuerce, jalando de sus ataduras. Muevo la cabeza en forma de regaño. —Pongo
las manos sobre sus rodillas, manteniéndola en su lugar—. Vamos Ana, más abajo.
—Desliza sus manos sobre el estómago y hacía su vientre—. Más abajo. —Pronuncio
carnalmente de nuevo.
— Christian, por favor.
Mis manos se deslizan hacia atrás de sus rodillas, deslizándolas por sus
muslos, moviéndolas sobre su sexo—. Vamos Ana, Tócate.
Finalmente
mueve su mano izquierda, rozando su sexo, y frotándoselo en círculo lento, su
boca forma una O, jadeando.
— Otra vez, —susurro. Gime fuerte, y repite los movimientos, desatando el
placer, echa la cabeza hacía atrás, resoplando—. Otra vez.
Su fuerte gemido es lo que inclina la balanza hacia mí, inhalo bruscamente.
Agarro sus manos, doblo la cabeza hacia abajo, y corro mi nariz y luego mi
lengua hacia adelante y hacia atrás sobre las invitadoras flores de su sexo
posadas en el ápice de sus muslos.
— ¡Ah! —Gime fuertemente.
Hace el intento de tocarme, pero no quiero que esto sea rápido. Cada vez que trata de mover su mano, le
agarro las muñecas más fuerte—. Te voy a atar estas también. Quédate quieta,
—ordeno. Gime. Le suelto las muñecas e inserto mis dos dedos medios
profundamente en su sexo, y la palma de mi mano descansa sobre su clítoris—. Te
voy a hacer venir rápido, Ana. ¿Lista? —Pregunto.
— Sí, —es su respuesta jadeando.
Posiciono la mano de tal forma que los dedos se mueven contra su sensible
punto G, y froto mientras muevo la mano arriba y abajo en rápida sucesión,
froto y estimulo su clítoris y punto G al mismo tiempo. Esto debe hacerla
excitarse intensamente, construyendo su placer, recorriendo su sexo, y
expandiéndose a través de todo su cuerpo. Trata de disminuir la tensión
apretando sus piernas, pero están atadas, y no funciona. Debe absorber todo en
dosis concentradas. Araña la toalla bajo ella. Trata de contenerse, mantener su
orgasmo a raya.
— Ríndete, —susurro aumentando el toque, y se deja ir; su inminente
orgasmo se esparce por todo su cuerpo, pulsando en mis dedos, grita
incoherencias. Presiono la palma de mi mano contra su clítoris, ya que las
réplicas de su orgasmo continúan en su cuerpo, la impresión se prolonga por mi
mano, permitiéndole gozar la dulce sensación agonizante un poco más. Mientras
aún está cautiva de sus réplicas, le desato las piernas—. Mi turno, —murmuro y
volteo a Anastasia, dejando su cara pegada al sofá y sus rodillas en el suelo.
Separo sus piernas para acomodar mi hambrienta longitud, y le pego fuerte entre
sus nalgas.
— ¡Ah! —Aúlla mientras introduzco mi polla en su sexo. Está caliente,
apretada y mojada. Las todavía pulsaciones jalan mi erección más adentro.
Buscando más.
— Oh, Ana, —siseo entre mis apretados dientes, y comienzo a moverme.
Aprieto sus caderas fuertemente, y martilleo incansablemente una y otra vez.
Ahora siento su familiar apretón de su sexo, listo para iniciar otro orgasmo,
pero lo controla y aúlla. Es tan jodidamente caliente y tentador al mismo
tiempo—. ¡Vamos, Ana! —Grito ordenándole que se deje ir, y lo hace. Su orgasmo
explota desde un simple punto donde mi polla está sumergida, estimulando y
frotando, desencadenando un intenso orgasmo encendiendo todo su cuerpo,
haciéndola llorar y se viene. Tengo que sostenerla para que no colapse por la
intensidad de su placer. Está agotada y la vida reafirmada—. ¿Estuvo eso
suficientemente bien para sentirte viva? —Le pregunto besando su cabello.
— Oh, sí —murmura, tan cansada hasta para mover su mirada clavada en el
techo. Está tirada sobre mí, su espalda sobre mi pecho, en el piso al lado del
sofá. Se las ingenia para mover la cabeza para darse cuenta que sigo vestido—.
Creo que tendremos que hacerlo otra vez. Sin ropa para ti esta vez, —murmura.
— Por Dios Ana. Dale descanso al hombre, —murmuro mientras ella hace su
risita. Rio entre dientes ante el sonido de ese dulce sonido—. Estoy contento
de que Ray esté consciente. Parece ser que tus apetitos han vuelto—, digo
sonriendo, completamente complacido.
Voltea y me frunce el
ceño—. ¿Te estás
olvidando de la última noche y esta mañana? —Pregunta haciendo pucheros.
— Inolvidables las dos, —sonrío. Pongo las manos en sus nalgas—. Tienes
unas nalgas fantásticas, señora Grey.
— Tú también, —contesta arqueando una ceja—. Pero las tuyas están todavía
cubiertas —añade.
— ¿Y qué vas a hacer con respecto a eso, señora Grey?
— Voy a desnudarte, señor Grey. Totalmente, —contesta haciéndome sonreír
completamente—. Y creo que hay mucho de dulce en ti, —murmura, finalmente lo
suficientemente coherente para oír la letra de la canción reflejando los
sentimientos reconocidos en ella. Pero, no soy eso. Estoy lejos de ello. La
realidad hace que mi cara caiga.
— Lo eres, —murmura fervientemente después de mirarme a la cara. Se
inclina y besa la comisura de mi boca. Cierro los ojos y aprieto los brazos a
su alrededor. Quiero ser
digno de su estima, pero no soy lo que piensa. Soy un hombro duro, rudo, odioso
y roto por dentro. Solamente siento todo con ella, y eso y el carácter que
trata de ver en mí, no me pertenece—. Christian, lo eres.
Hiciste de este fin de semana algo especial a pesar de lo sucedido a Ray.
Gracias, —asegura fervientemente.
Abro los ojos ampliamente, serio y desconcertado. Estoy perdido. Hago lo
que hago por ella porque amo a Anastasia. Haría cualquier cosa por ella, pero
no soy ese chico dulce. No conozco ninguna otra forma de expresarle mi amor—.
Porque te amo, —murmuro.
— Lo sé. También te amo, —dice acariciando mi cara—. Y eres valioso para
mí también. Lo sabes, ¿no? —Deseo creer eso, de verdad lo deseo, pero ya que no
puedo amarme, no veo como ella puede… ¿Cómo puede amar a un hombre que no la
merece? Estoy perdido, sin rumbo—. Créeme, —murmura.
— No es fácil, —contesto en una apenas audible voz. ¿Cómo alguien a quién
incluso fue odiado por seres de la más baja forma humana, puede ser merecedor
de su amor? Ser no amado es más fácil. Es lo que sé. He aprendido a través de
mi inmenso amor por ella, ¿pero cómo puedo aprender a recibir algo que no
merezco? Amor… soy indigno de su amor, de esta sagrada emoción, y no es fácil
aceptarlo. Por lo tanto, prevalece la razón de que ser amado por ella
simplemente no puede ser verdad. Desesperadamente deseo recibirlo, pero tengo
momentos duros para dejar la puerta de mi corazón abierta para que pueda
depositar su amor.
— Trata. Trata arduamente, porque es verdad, —me ruega, tomando mi cara
una vez más. Sus dedos se deslizan por mis patillas. He descubierto que mi
corazón es capaz de amar a Anastasia, pero es camino de un solo sentido. Soy
capaz de amarla, pero incapaz de recibir esta reciprocidad en mi corazón. Mi corazón ha estado desolado, abandonado y
descuidado cuando más lo necesité de niño, y luego solo evitó, rechazó y
renunció a todo el amor que se me ofreció, permaneciendo vacante; porque
simplemente no soy digno de amor y no lo merezco.
— Te vas a enfriar. Ven, —Me levanto y la jalo a mi lado. Desliza su
brazo alrededor de mi cintura y regresamos al cuarto. No dice nada después de
eso, posiblemente entendiendo como me siento.
Arruga el ceño al entrar en la habitación—. ¿Podemos ver televisión?
—Pregunta.
Resoplo. ¿Televisión? Pensé que volvería a cogerla otra vez—. Tenía
esperanza de tener una segunda ronda, —contesto.
Arquea una ceja con curiosidad y para al lado de la cama—. Bien, en ese
caso, creo que estaré a cargo, —dice y me empuja a la cama mientras la miro
boquiabierto. Se encarama y se pone a horcajadas sobre mí, clavando mis manos
al lado de mi cabeza. ¡Eso es excitante!
Le sonrío—. Bien, señora Grey, ahora que me atrapaste, ¿qué vas a hacer
conmigo?
Se inclina y me susurra al oído—, te voy a coger con la boca, —contesta.
Cierro los ojos inhalando rápidamente, y recorre gentilmente con sus dientes mi
mandíbula, hacia mi cuello y torso.
* * * * *
La mañana me
encuentra inquieto nuevamente, y estoy despierto y trabajando despejado y
temprano en la suite. Tengo que responder a toneladas de correos electrónicos
por trabajo. Pero primero pido el desayuno para que Anastasia y yo salgamos en
treinta minutos.
No estando en
Seattle añade comunicaciones adicionales a mi agenda diaria, así que me lanzo a
ellos inmediatamente. Pronto descubro un correo de un detective Clark. Esto no
pueden ser buenas noticias. ¡Mierda!
__________________________________________________________
De: Jefferson Clark
Asunto: Entrevista
Fecha: 12 septiembre 2011, 7:50am
Para: Christian Grey
Señor Grey:
Me gustaría hablar hoy con la señora Grey
acerca de Jack Hyde. Por favor infórmeme qué hora sería conveniente para ella.
Gracias.
J. Clark
Detective, Seattle Police Department
__________________________________________________________
Le contesto
inmediatamente.
______________________________________________________
De: Christian Grey
Asunto: Entrevista
Fecha: 12 septiembre 2011, 7:54am
Para: Jefferson Clark
Detective Clark:
Mi esposa no está disponible hoy. Estamos en
Portland. Su padre ha tenido un serio accidente automovilístico. ¿Podría esto
esperar? Si no puede, ¿puede ser por teléfono?
Christian Grey
CEO, Grey Enterprises Inc.
______________________________________________________
De: Jefferson Clark
Asunto: Entrevista
Fecha: 12 septiembre 2011, 7:59am
Para: Christian Grey
No, señor Grey. Desafortunadamente no puedo
esperar. Prefiero hablar de persona a persona. No soy mucho de teléfono.
Estaría contento de viajar a Portland hoy.
Esto es importante. Lo más pronto que hable con la señora Grey, más pronto me
perderán de vista. Por favor avíseme donde puedo encontrarme con la señora
Grey.
Gracias.
J. Clark
Detective, Seattle Police Department
______________________________________________________
Adivino que
no puedo evitarlo. Tiene razón; lo más pronto que esto se haga, más pronto estará
lejos de nosotros. ¿Pero por el jodido Jack? No quiero perder mi tiempo con ese
culo de burro.
Mientras estoy pensando, Anastasia entra—. Buenos días, —murmura desde el
quicio de la puerta.
Volteo y le sonrío—. Eres un deleite para la vista cansada, nena.
En cuanto ve mi feliz sonrisa, se lanza hacia mí y se acurruca en mi
regazo—. Como tú, —dice.
— Estaba trabajando, —contesto moviéndome en el asiento y besando su
cabello. Estoy inquieto por el correo del detective y realmente odio perder un
simple minuto de nuestro tiempo por el jodido Hyde, aunque sea indirectamente.
Anastasia siente mi incomodidad.
— ¿Qué? —Pregunta.
Alzo la vista—. Me llego un correo del detective Clark. Quiere hablar
contigo del jodido Hyde.
— ¿De veras? —Pregunta sorprendida. Se aparta para mirarme.
— Sí. Le dije que estamos en Portland y que tendría que esperar. Pero
dice que le gustaría entrevistarte aquí.
— ¿Viene para acá? —Pregunta Anastasia
sorprendida.
— Aparentemente sí, —digo distraídamente.
Frunce el ceño—. ¿Qué podría ser tan
importante que no puede esperar?
— Exactamente.
— ¿Cuándo viene?
— Hoy. Le voy a contestar el correo.
— No tengo nada que ocultar. ¿Me pregunto qué
quiere saber? —Pregunta.
— Lo sabremos cuando llegue. También estoy
intrigado, —replico moviéndome nuevamente—. El desayuno estará aquí pronto.
Vamos a desayunar, después podemos ir a ver a tu papá.
Mueve la cabeza. Viendo mi laptop abierta le
digo—. Puedes quedarte aquí si quieres. Veo que estás ocupado, —dice.
Pongo mala cara. No quiera mandarla a ningún
lado sola si lo puedo evitar—. No, quiero ir contigo.
— De acuerdo, dice sonriendo y rodeándome el
cuello, me besa. Una vez que me suelta, tocan la puerta. Pulso ‘enviar’ al
correo antes de ir a abrir la puerta.
______________________________________________________
De: Christian Grey
Asunto: Entrevista
Fecha: 12 septiembre 2011, 8:10am
Para: Jefferson Clark
Detective Clark:
Nos hospedamos en el Heathman en Portland.
Avíseme a qué hora estará aquí. Nos gustaría ir al hospital.
Christian
Grey
CEO, Grey
Enterprises Inc.
______________________________________________________
El padre de
Anastasia debe estar mejorando, porque está lo suficientemente bien para estar
enojado por la comezón y picazón. Está impaciente e incómodo por tener que
estar acostado por varios días. Odia estar recluido en un cuarto de hospital a
pesar que requiere tiempo para recuperarse.
— Papá, has tenido un accidente muy grave.
Tomará tiempo para que sanes. Christian y yo queremos trasladarte a Seattle.
— No sé porque se molestan por mí.
Estaré bien aquí solo.
— No seas ridículo —dice apretando su mano en
un gesto amoroso, y le sonríe a Anastasia. Me dirijo a la puerta para dejar a
Ana sola con su papá, y voy a la sala de espera para trabajar. Prendo mi laptop
y tomo otra silla para poner el ratón. Mi laptop está en mi regazo, y abro
algunos archivos para trabajar. Reviso los correos nuevamente para ver si hay
alguna respuesta de Clark. No la hay.
Mi BlackBerry vibra y la saco del bolsillo de
mis pantalones—. Grey, —contestando sin mirar el nombre. Hablando del mismo
diablo…
— Señor Grey. Soy el detective Clark, —dice—.
¿Qué le parece a las dos hoy? —Pregunta.
— No, no puede ser. Estamos en el hospital con
el padre de mi esposa. No es buena hora. Después de la comida pero antes de la
cena y preferiblemente dentro de las horas hábiles será mejor para nosotros.
— Entonces a las 4:00pm estará bien. Dará
tiempo suficiente para hacerle las preguntas a la señora Grey y todavía serán
dentro de las horas hábiles y habremos terminado la entrevista.
— Detective Clark, ¿de qué se trata esto?
—Pregunto irritado.
— Se lo dije. Tengo algunas preguntas sin
contestar acerca del señor Hyde y algunas cruzadas con las declaraciones de él.
—Dice crípticamente.
— ¿Y eso no puede ser dicho por teléfono?
— No señor, prefiero estar cara a cara, —dice
firmemente.
— Entonces a las 4:00pm en el hotel Heathman,
—contesto y la puerta se abre.
— Lo veo entonces, señor Grey. —Y cuelgo.
Anastasia me mira inquisitivamente—. Clark
estará aquí a las cuatro esta tarde.
Frunce el ceño reflejando mi sentir—. De
acuerdo, —acepta—. Ray quiere café y donas.
Me rio de eso—. Creo que haría lo mismo si
hubiera tenido un accidente. Pídele a Taylor que vaya.
— No, iré yo, —responde.
— Llévate a Taylor —la refuto con voz severa.
— De acuerdo, —dice concediendo pero sin dejar
de rodar los ojos.
— Oh, señora Grey, adelante, rétame. —Sonríe y
ladeo la cabeza. Puedo jalarla a mi regazo justo aquí si desea seguir con esa
actitud. Estaré más que feliz de usar mis palmas anhelantes—. No hay nadie
aquí, —digo en voz baja, ronca, amenazadora. Sus ojos brillan, justo para
atreverse, pero para cuando una joven pareja entra a la sala. La mujer llora
copiosamente. Viéndola, Anastasia se encoge disculpándose y muevo la cabeza.
Estábamos en su lugar solo dos días atrás. Recojo la laptop, tomo la mano de mi
mujer y me la llevo de la sala de espera—. Necesitan privacidad más que
nosotros, —murmuro—. Tendremos nuestra diversión más tarde.
Taylor está pacientemente esperando afuera
como usualmente. Qué diablos, no hay lugar para trabajar en el hospital y mi
mujer se va para para comprar café y donas. Estoy dispuesto también—. Vamos
todos por café y donas, —digo y nos vamos.
* * * * *
A las
3:30pm en punto, estamos en el hotel. Taylor ya está informado de la visita del
detective y está en la suite con nosotros. Exactamente a las 4:00pm tocan a la
puerta. Taylor va a la puerta y dirige a Clark a la sala. Clark muestra su
usual malhumor, perversamente irritable. Bienvenido al club; también voy a
ingresar a él.
— Señor Grey, señora Grey, gracias por
recibirme. —Nos saluda. Al menos tiene maneras.
— Detective Clark, —Le doy la mano, mostrando
mi sobria cortesía, y lo dirijo a un asiento. Ana y yo nos sentamos en el sofá
que bautizamos anoche. Anastasia debe estar pensando en lo mismo, porque se
ruboriza profusamente.
— Es a la señora Grey a quien deseo ver,
—apuntando a Taylor y a mí. Miro a Taylor e inclino imperceptiblemente la
cabeza. Taylor se da vuelta y se va, cerrando la puerta detrás de él. Será un
día frío en el infierno si voy a dejarlo solo con mi mujer para hablar del
jodido Hyde.
— Cualquier cosa que le quiera decir a mi
esposa, puedo hacerlo frente a mí, —digo, en voz plana, fría y como de
negocios.
El detective está firme. Voltea hacia
Anastasia—. ¿Está segura que quiere que su esposo esté presente? —Pregunta como
si estuviera insinuando que Ana está ocultando algo.
Miro a Anastasia. Frunce el ceño—. Por
supuesto —responde obstinadamente—. No tengo nada que ocultar. ¿Me está
entrevistando? —Pregunta.
— Si, señora.
— Entonces, me gustaría que mi marido se
quede, —dice.
¿De qué puede tratarse esto? Estoy más tenso que un tambor, y la tensión y el
estrés irradian a través de cada célula de mi cuerpo.
— Muy bien, —murmura Clark resignado. Aclara
su garganta como preámbulo a cualquier mala noticia que dará acerca del pedazo
de mierda—. Señora Grey, el señor Hyde mantiene que lo acosó sexualmente y que
le hizo varios avances lascivos, —declara como si estuviera hablando del estado
del tiempo del domingo. Estoy a punto de ponerme en pie y golpear a este imbécil por decir algo
así. Estoy haciendo uso de todo mi autocontrol para contenerme sin levantarme y
decirle dónde puede ir con esto. Solo me muevo en el asiento, hacia delante,
listo. La mano de Anastasia encuentra mi muslo y lo aprieta para contenerme,
recordándome—. Eso es ridículo, —exploto con malevolencia. Anastasia aprieta mi pierna más fuerte para
silenciarme.
— Eso no es verdad, —aclara perfectamente
calmada—. De hecho, fue al revés. Me propuso de forma muy agresiva, y fue
despedido.
La boca de Clark se adelgaza en una línea
recta brevemente antes de continuar con su declaración acusatoria—. Hyde alega
que usted amañó la historia de acoso sexual para conseguir que fuera despedido.
Dice que hizo eso porque se rehusó a sus avances y porque quería su puesto.
Puedo matar a ese hijo de puta de Hyde por
montar esa absurda historia. Anastasia frunce el ceño—. Eso tampoco es verdad,
—dice moviendo la cabeza. Enojada, pero todavía calmada.
— Detective, por favor no me diga que ha
conducido hasta aquí para acosar a mi esposa con esas ridículas acusaciones,
—siseo.
Clark voltea su imperturbable mirada azul
hacia mí, pero conteniéndose como yo—. Necesito escuchar eso de la señora Grey,
señor, —dice. ¡Estoy a punto de sacarlo de mi suite pateándole el trasero, y no
tendrá la servicial bienvenida que he mostrado sin la presencia de una armada
de abogados! Por otro lado, Anastasia aprieta mi pierna una vez más para
mantenerme quieto.
— No necesitas oír esta mierda, Ana.
— Creo que el detective Clark debería saber
cómo pasó, —dice mirándome. La miro impasiblemente por un minuto, entonces
levanto la mano en un gesto de resignación—. Lo que dice Hyde simplemente no es
verdad, —explica Ana conservándose fría y calmada. Toma una respiración honda y
mira al detective a los ojos—. El señor Hyde me acosó en la cocina de la
oficina una tarde. Me dijo que fue gracias a él que había sido contratada y que
esperaba favores sexuales como recompensa. Trató de chantajearme, usando los
correos que había enviado a Christian, que no era mi marido entonces. No sabía
que Hyde estaba monitoreado mis correos. Es ilusorio que además me haya acusado
de ser una espía enviada por Christian, presumiblemente para ayudarle a tomar
la compañía. Él no sabía que Christian ya había comprado SIP, —resume todo
calmadamente. Agita la cabeza como si el movimiento alejara los malos
recuerdos—. Finalmente, lo… tiré al suelo, —dice.
Los ojos de Clark se abren totalmente y las
cejas se levantan por la sorpresa—. ¿Lo tiro al piso? —Pregunta ladeándose
hacia adelante.
— Mi padre es un exmilitar. Hyde… uhm… me tocó
y sé cómo defenderme. —Miro a Anastasia con orgullo, y aunque trato
de ocultarlo, sabe que estoy muy jodidamente orgulloso de ella por patear las
pelotas de Hyde.
— Ya veo, —dice Clark recargándose en el sofá
nuevamente, pestañeando aceleradamente. Sabe que Anastasia está diciendo la
verdad.
— ¿Ha hablado con alguna de las asistentes de
Hyde? —Pregunto afablemente.
— Sí, lo hemos hecho. Pero la verdad es que no
hemos conseguido que hablen con nosotros. Todas dicen que fue un jefe ejemplar,
a pesar que ninguna de ellas duró más de tres meses, —dice, sabiendo que hay
algo sospechoso ahí. Si tiene la mitad de cerebro, debe figurárselo.
— Hemos tenido ese problema también, —murmuro
casi ausente. Tanto Anastasia como Clark tienen la misma expresión de asombro
en sus caras—. Mi jefe de seguridad entrevistó a las últimas cinco asistentes
de Hyde, —explico.
— ¿Y por qué hizo eso? —Pregunta Clark
acusatoriamente.
Lo miro con mirada implacable; firme ante su
acusación—. Porque mi esposa trabajó para él, y ordené verificaciones de
seguridad de todas las personas que trabajaban con ella, —enfatizo. Lo miro
para decirle—, ¿tiene algún problema por eso? —Anastasia carraspea,
disculpándose, sabiendo mis tendencias de control.
— Ya veo, —murmura Clark—. Creo que hay más de
lo que encontramos a simple vista, señor Grey. Vamos a revisar con más
detenimiento su apartamento mañana, así que quizá encontremos algo. Aunque,
según los informes, no ha vivido allí por algún tiempo.
— ¿Ya lo han registrado? —Pregunto.
— Sí. Lo haremos de nuevo. A fondo esta vez,
—declara.
— ¿Todavía o lo han acusado de tentativa de
asesinato de Ros Bailey y mía? —Digo quedamente. Anastasia gira violentamente
la cabeza hacia mí, oyendo esto por primera vez, sus ojos buscando mi cara,
cuestionando, preocupada.
— Estamos esperando encontrar más evidencia en
relación al sabotaje a su helicóptero, señor Grey. Necesitamos más que una
huella parcial, y mientras Hyde esté en custodia, podemos armar el caso.
— ¿Es todo por lo que vino aquí? —Pregunto,
ahora mi voz es acusatoria.
Clark se esponja como un puercoespín, pero
mantiene la compostura—. Sí, señor Grey, ¿recuerda algo más acerca de esto?
—Pregunta. ¡Maldito bastardo, tiene que preguntar en presencia de Anastasia!
Ella arruga las cejas, y su cara inquisidora
busca la mía—. No. Se lo dije; esto no representa nada para mí, —contesto
incapaz de esconder mi exasperación—. Y no veo porque no podíamos hacer esto
por teléfono.
— Creo que se lo dije, prefiero hacerlo de
primera mano. Y voy a visitar a una tía abuela quien vive en Portland… dos
pájaros… un tiro, —contesta con su usual impasible cara, ignorando mi mal
humor.
— Bien, hemos terminado, tengo trabajo que
atender, —digo poniéndome de pie, efectivamente corriéndolo.
El detective Clark se levanta listo para
salir—. Gracias por su tiempo, señora Grey, —dice cortésmente a Anastasia. Ella
asiente en respuesta sin decir palabra—. Señor Grey —incapaz de decirme ninguna
palabra amable, ¡no que me importe una mierda! Se va y cierro la puerta.
Anastasia se hunde en el sofá exhausta por el
estrés de la entrevista.
— ¿Puedes creer a ese pendejo? —Exploto.
— ¿Clark?
— No. Ese cabrón, Hyde.
— No, no puedo.
— ¿Cuál es su jodido juego? —Siseo con los
dientes apretados.
— No lo sé. ¿Piensas que Clark me creyó?
— Claro que sí. Sabe que Hyde es un jodido de
mierda.
— Estás muy malhablador, —afirma Anastasia mirándome.
— ¿Malhablador? —Sonrío. Dejemos que mi
esposa ponga todo en el mínimo común denominador—. ¿Es eso
siquiera una palabra?
— Lo es ahora, —dice muy segura de sí misma.
Sonrío ante su declaración, y me siento a su
lado, jalándola a mis brazos—. No pienses en ese cabrón. Vamos a ver a tu papá,
y trata de hablar sobre el traslado de mañana.
— Estaba terco en que quiere quedarse en
Portland y no ser una molestia.
— Hablaré con él.
— Quiero viajar con él, —dice. Observo a Ana
por un momento. Está decidida. De acuerdo, se lo permitiré. Es su papá, su
único pariente cerca.
— De acuerdo, también iré. Sawyer y Taylor
pueden llevar los coches. Le permitiré a Sawyer conducir tu R8 esta noche,
—digo y es tan simple como eso.
* * * * *
No me lleva mucho tiempo convencer a Ray. Le
digo que Ana está conduciendo de ida y vuelta a Portland para visitarlo, y es
mucho más fácil tenerlo en Seatlle más que en Portland. Conociendo a su terca
hija hace gestos—. Eso son tres horas de venida. No creo que quiera que todos
los días conduzca para verme. —Dice.
— Tampoco quiero, Ray. Y tiene el pie pesado. No la quiero tendida a tu
lado cuando ambos podemos tener paz de mente teniéndote en Seattle. Eso sería
de hecho un favor para nosotros. Espero que no te importe. Odio pedirte este
favor viendo que acabas de tener un accidente. ¿No te molestaría mucho el que
el Northwest Hospital te atienda en Seattle?
Northwest Hospital - Seattle
— ¿Favor?
Christian, estoy preocupado por mi terca hija haciendo ese viaje diariamente.
Estaría actuando como ella, —dice. No es que
permitiría a Ana conducir de ida y vuelta todos los días. Pero Ray no tiene por
qué saber eso—. Ambos trabajan, —reflexiona sobre esta idea. Entonces sacude su
cabeza habiendo tomado una decisión—. Iré —acepta en forma gruñona y reacia. Y
eso es todo.
* * * * *
El martes Ray es revisado en el centro de rehabilitación del Northwest
Hospital, mirando alrededor, verificando sus nuevos entornos una vez que ha
sido trasladado por helicóptero sanitario. Anastasia quiere permanecer un poco
más con Ray para asegurarse que ha sido adecuadamente instalado. Acepto a pesar
que me habría gustado ir al trabajo con ella como normalmente lo hacemos. Irá
tan pronto como hable con sus doctores. Estamos en nuestro hogar. La dejo en el
hospital con Saywer, tengo muchísimo trabajo. Taylor me lleva directamente a
GEH.
Andrea salta tan pronto como me ve entrar—. Buenos días, señor Grey.
Bienvenido de regreso, señor, —tintinea y me sigue a mi oficina con su tablet y
una pila de documentos. Trabaja con eficiencia—. Señor Grey, tenemos algunas
reuniones pospuestas desde el viernes pasado en la tarde hasta ayer. Sam está
con el equipo de ingeniería y lo están esperando en la sala de reuniones 3.
— Recuérdame la agenda nuevamente, Andrea, —digo mientras comienzo a dar
un vistazo al contenido de los expedientes que puso frente a mí.
— Sí señor. Ya que la compra del astillero va a finalizar en pocos días,
está programado para ir a Taipei. Nuestro equipo de ingeniería quiere que se
familiarice completamente con la capacidad del astillero, lo que tiene que
añadirse, cambiarse y como reacomodar a la fuerza de trabajo que estamos
planeando. Delante de usted están las especificaciones existentes, la actual
fuerza de trabajo clasificada por el tipo de trabajo y títulos, de los
empleados requeridos. Walter también se reunirá con usted después que haya
terminado con los ingenieros para discutir el lugar donde se enviarán los
fondos para las mejoras y la fuerza de trabajo adicional así como el último
pago a los taiwaneses. Se espera entregar los fondos después de la firma de los
documentos en Taipei en dos semanas a lo sumo.
— De acuerdo. Vamos a ello, —digo mientras me levanto. Andrea y Taylor me
siguen.
Cuando terminamos con las reuniones es casi la 1:00p. Ros, Sam, Walter y
yo vamos a comer para discutir el viaje a Taipei, e ir sobre los acuerdos de la
reunión. Quiero llamar y hablar con Anastasia, pero el haber faltado día y
medio al trabajo ha cobrado su factura y deben ser repuestos. Han sido cerca de
tres horas las que han pasado desde que vi a mi esposa, y ya la estoy
extrañando. ¡Dios! ¿Cómo puedo estar apegado a otro ser humano tanto? Le envío
un correo.
______________________________________________________
De:
Christian Grey
Asunto:
Extrañándote
Fecha: 13
septiembre 2011, 13:57
Para:
Anastasia Grey
Señora
Grey:
He estado
en la oficina por solamente tres horas, y ya te extraño.
Espero que
Ray haya sido adecuadamente instalado en su nuevo cuarto. Mamá va a ir a verlo
para revisarlo esta tarde. Te recogeré alrededor de las seis, y podemos ir y
verlo antes de ir a casa. ¿Suena bien?
Tu amante
marido
Christian
Grey
CEO, Grey
Enterprises Holdings, Inc.
______________________________________________________
Su
respuesta es corta, brusca y francamente incómoda. ¿Qué ha pasado en mi
ausencia? ¿Está Ray bien? Ahora estoy preocupado. Si algo ha cambiado en la
condición de Ray porque lo haya trasladado, nunca me lo perdonaré. Pero, no lo
dijo. ¿Es acerca del trabajo? ¿Dijeron algo porque se fue?
______________________________________________________
De:
Anastasia Grey
Asunto:
Extrañándote
Fecha: 13
septiembre 2011, 14:09
Para:
Christian Grey
Claro
X
Anastasia
Grey
Editora
encargada, SIP
______________________________________________________
Le contesto
para entender. ¿Qué la está molestando?
______________________________________________________
De:
Christian Grey
Asunto:
Extrañándote
Fecha: 13
septiembre 2011, 14:13
Para:
Anastasia Grey
¿Estás
bien?
Christian Grey
CEO,
Grey Enterprises Holdings, Inc.
______________________________________________________
Me está
atemorizando. ¿Qué le ha pasado a la alegre esposa que dejé esta mañana en el
hospital?
______________________________________________________
De:
Anastasia Grey
Asunto:
Extrañándote
Fecha: 13
septiembre 2011, 14:16
Para:
Christian Grey
Bien. Solo
ocupada.
Nos vemos a
las seis.
Anastasia
Grey
Editora
encargada, SIP
______________________________________________________
Definitivamente
algo está mal. Sin palabras cariñosas, ni saludos, ni salidas inteligentes,
nada de su usual agudeza. ¿Qué le ha pasado a mi mujer en las pasadas pocas
horas?
Llamo a
Sawyer—. Sí, señor
Grey, —contesta.
— Sawyer, ¿está la señora Grey bien?
— Eso creo, señor. Aunque parece que haya visto a un fantasma más
temprano.
— ¿Cuándo fue eso? ¿En el trabajo o en el hospital?
— Después del hospital. Estaba esperándola en la SUV. Había terminado de
ver a su padre. La señora Grey se veía como si tuviera frío. Mucho frío, pero
la temperatura estaba muy agradable. Su cara estaba grisácea. Se veía muy
contrariada, inquieta, preocupada, señor.
— ¿La llevaste directamente a SIP?
— Sí, señor. Le pregunté qué adonde quería que la llevara al ver que no
sentía bien. Dijo: SIP.
— ¿Estás seguro que no estaba enferma?
— No lo sé señor. Podría ser. No se veía bien. Pensando en ello, sentía
frío cuando la temperatura era buena. Se veía un poco enferma. Pero se veía
contrariada. No se lo podría decir con seguridad, señor.
— Gracias Sawyer. Vigílala. Si está enferma, llámame.
— Sí señor.
Dudo que esté enferma. Me habría dicho que no se sentía bien. Es algo
más. Las seis no están lo suficientemente cercanas. Llamo a mi madre y le
pregunto si tuvo oportunidad de ver a Ray. Me dice que a pesar de su cansancio,
la condición de Ray está mejorando rápidamente. Así que, no es Ray. ¿Qué
diablos ha pasado?
* * * * *
Taylor abre la puerta y Anastasia sube a la SUV tímidamente como una
gacela atrapada por un león, ¿Qué o quién la está perturbando?
— Hola, —saludándola con cautela.
— Hola, —murmura con poco entusiasmo.
El corazón se me va a los pies. La preocupación se refleja en mi cara y
estoy intranquilo por ella—. ¿Qué pasa? —Pregunto frunciendo el ceño. Mueve la
cabeza mientras Taylor nos conduce al hospital.
— Nada, —contesta. ¿Cómo puede ser nada cuando su cara habla de que el
mundo se está desmoronando?
— ¿Va bien en trabajo? —Intento.
— Sí. Bien. Gracias. —Sus palabras cortadas, sin emoción y al punto.
Gruño interiormente—. Ana, ¿qué pasa? —Pregunto en tono enérgico. Sé que
algo está mal y sé que me está ocultando algo.
— Solo te he extrañado, es todo. Y he estado preocupada por Ray, —dice.
¡Oh! Estaba preocupada por su traslado. Podría ser. Me relajo un poco—. Ray
está bien. Hablé con mamá esta tarde y está impresionada por su recuperación.
—Tomo sus manos entre las mías. Están heladas—. Hey, tus manos están frías.
¿Comiste hoy? —Se ruboriza intensamente. Está preocupada por su papá, su rutina
normal está desquiciada y no ha comido. Eso podría hacerla enfermar—. Ana, —la
regaño completamente molesto. No pienso pedirle que recuerde comer sea mucho
pedir.
— Comeré esta noche. Realmente no tuve tiempo. —Dame paciencia. Me
frustra condenadamente. Es muy delgada. Muevo la cabeza con disgusto—. ¿Quieres
añadir ‘alimentar a mi esposa’ en los deberes del equipo de seguridad?
— Lo siento. Comeré. Es que ha sido un día raro. Sabes, trasladando a
papá y todo.
Ahí está de
nuevo. Esa punzada de inquietud. Algo está terriblemente mal. No puedo poner mi
dedo en eso. Presiono los labios en una delgada línea dura. Tengo que hablarle
de mi inminente viaje a Taiwan. Quizá quiera ir conmigo. —Posiblemente
tenga que ir a Taiwan, —digo.
— ¡Oh! ¿Cuándo?
— A fines de esta semana. Quizá la próxima.
— Bien. — Quiero que vayas conmigo. —Traga. Sé que va a decir ‘no’. Si incluso no fue a Nueva York
conmigo, por supuesto que no querrá ir a Taiwan. ¿Qué hay de malo en
preguntarle a mi esposa estar a mi lado cuando la quiero y la necesito?
— Christian, por favor. Tengo un trabajo. No tengamos esta discusión
nuevamente.
Suspiro y hago
pucheros. ¿Por qué no puede hacer esto por mí? Si estuviera haciendo algo por
su trabajo y quisiera llevarme con ella, es mi deber como su esposo estar en
sus brazos y apoyarla en su empeño. A veces, necesitaré que esté a mi lado, por
aburrida que sea la actividad. ¿No entiende que la necesito? Pero me pone en un
segundo plano por su trabajo—. Pensé que podía proponerlo, —digo tristemente. Su actitud brusca, su
comportamiento y la preocupación detrás de sus ojos me hacen preguntarme por
qué está de este humor. Me roe por dentro, preocupado.
— ¿Cuánto tiempo te vas? —Pregunta.
— No más de dos días. Me gustaría saber que te está molestando.
— Bueno, ahora que mi amado marido se va lejos…
Beso sus nudillos—. No me iré por mucho tiempo.
— Bueno, —dice sonriendo, pero no alcanza a sus ojos y la ligera
preocupación permanece inquietante.
* * * * *
Ray está más animado, y me agradece cada pocos minutos—. No tienes nada
que agradecer. Ana quiere verte diariamente, y de hecho me estás haciendo un
favor al aceptar ser tratado en Seattle. Pero si realmente quieres agradecerme
algo, lo puedes hacer aceptando ir en algún momento a Aspen para pescar
conmigo.
— ¿Qué clase de pesca tienen allí?
— Lago, pesca en río. La pesca con mosca es muy popular.
— ¡No me digas! —Y ahora pasamos un buen tiempo hablando de pesca y los
Mariners. Aún está débil, y se cansa después de poco tiempo. Es mejor que nos
vayamos. Miro a Ana y asiente.
— Papito, nos vamos para dejarte dormir.
— Gracias, querida Ana. Me gusta que te dejes caer por aquí. Vi a tu mamá
hoy, Christian. Fue muy tranquilizadora. Y es fan de los Mariners.
— Pero no es aficionada a la pesca, —digo irónicamente al levantarme para
irnos.
— No conozco a muchas mujeres a quienes les guste, ¿eh? —Contesta
sonriendo.
— Te veré mañana, ¿de acuerdo? —Dice Anastasia y lo besa. No dijo más de
tres oraciones en todo el tiempo que estuvimos allí. Continuó mirando a la
distancia. ¿Qué carajos pasa?
— Ven, —digo tomando su mano y frunciéndole el ceño. Me la recibe y
abandonamos el hospital. El regreso a casa no es diferente del camino al
hospital. Está ausente.
— Señores Grey, la cena está servida, —anuncia Gail. Ha hecho pollo a la
cazadora. Tomo la mano de Ana y la conduzco al comedor para cenar. Mi mirada
está constantemente sobre ella. Y está completamente ignorante de que la estoy
mirando. El tenedor en su mano, solo picotea la comida, con dificultad apenas
comiendo cuatro pequeños bocados. No puedo esperar más. Ha estado de este humor
desde la tarde, y la preocupación me está matando.
— ¡Diablos Ana! ¿Me dirás que está pasando? —Pregunto y empujo mi plato
vacío, completamente exasperado. Me mira silenciosamente—. Por favor. Me estás
volviendo loco, —suplico.
Traga. Puedo ver el pánico en sus ojos. Mi corazón se acelera ante su
reacción. ¿Qué diablos le pasa a mi mujer?
Hace una profunda inspiración—. Estoy
embarazada.
Por un momento, creo que dijo que está
embarazada. Pero eso no puedo ser verdad. Simplemente no puede estar embarazada.
Me congelo en la silla. Todos los colores desaparecen de mi cara. Solo quiero
confirmar lo que oí—. ¿Qué? —Susurro la pregunta. A pesar que tengo miedo de
oír la misma respuesta, debo saber.
— Estoy embarazada, —repite.
¿Está jodidamente embarazada? No entiendo como
sucedió esto. Está poniéndose una inyección de control natal. Mi ceja se frunce
incomprensible por su simple anuncio—. ¿Cómo?, —pregunto. La primera vez que le
cedo el control a su control natal, ¡lo jode! ¿Al menos se puso la inyección? ¿Cómo
carajos le concedí el control sobre esto cuando no puede siquiera recordar
comer? Se atreve a verme con la mirada de: cómo-crees-qué-me-embaracé. Mi
postura cambia inmediatamente ante su desfachatada mirada. Mis ojos se
endurecen, volviéndose glaciales—. ¿Tu inyección? —Rujo. Su cara se pone
blanca—. ¿Olvidaste la inyección? —Me mira quedándose sin palabras. ¡Olvidó su
jodida inyección! No puedo creerlo. ¡Estoy jodidamente furioso! ¿Tiene que
recordársele todo? Come Ana… cúbrete Ana… duerme Ana… no vayas de viaje con el
cabrón de Hyde Ana… Lo único en que confié en ella, ¡una jodida inyección! ¡Y
no lo hizo! Es mi maldito error por consentir darle el derecho de esa
decisión!—. ¡Cristo, Ana! —Grito golpeando con los puños en la mesa, haciéndola
saltar. Me levanto abruptamente, y la silla en
la que estaba sentado tembló y se bamboleó, casi se cae, pero no me importa una
mierda en este momento—. Tienes una
cosa, una cosa para recordar. ¡Mierda! No lo creo, carajo. ¿Cómo pudiste ser
tan estúpida?
Se queda sin aliento ante mi comentario. ¡Sí, estúpida! Nunca hace lo que
se le pide. ¡Nunca! Siempre hace lo que quiere sin mostrar la mínima jodida
consideración sobre lo que yo pueda pensar, querer o sentir. ¡Esto es lo peor!
¡Joder! Baja la mirada a sus dedos—. Lo siento, —susurra.
¡Lamentarlo no lo remedia!
— ¿Lamentarlo? ¡Joder! ¿Es todo lo que tienes
que decir?
— Sé que no es el momento apropiado
— ¡No apropiado! —Grito. Nos casamos… ¿qué?,
hace tres minutos, y la conozco desde hace solo cinco minutos, y me golpea a
pesar del hecho de que le conseguí la mejor doctora de Seattle, conseguirle una
inyección que no tiene que tomar píldora cada día y lo único que tenía que
hacer… ¡era ponerse una segunda inyección que estaba programada!—. ¡Nos
conocemos desde hace cinco jodidos minutos. Te quería enseñar todo el maldito
mundo y ahora…! ¡Joder! ¡Pañales, vómitos y mierda! —Cierro los ojos. Estoy
tratando de tener control sobre mi creciente ira. Y tengo el ominoso
sentimiento de que ya no tengo control sobre mi vida. Lo perdí. Me hizo perder
el control. Está expandiendo su caótico comportamiento en todos los aspectos de
mi vida. ¡No! ¡Tengo! ¡Control! Me estoy sofocando. ¡No puedo ser padre!
¡Simplemente no puedo! No soy bueno para mí mismo, ¿cómo puedo ser bueno para un
bebé? ¡Espera! Fue agendada automáticamente para su siguiente inyección. ¿No
podrían haberle hecho una llamada de cortesía para su inyección y revisión?,
¿trató de embarazarse? ¿Lo hizo a propósito?, ¿por qué lo haría sabiendo cómo
podría sentirme? Todas estas jodidas emociones están nublando mi resbaladizo
juicio—. ¿La olvidaste? Dime. ¿O hiciste eso a propósito? —Pregunto mientras
mis ojos arden y la ira me prende como una bomba de hidrógeno, consumiendo todo
a mi alrededor.
— No. —susurra.
— ¡Creí que teníamos un acuerdo sobre esto!,
—grito.
— Lo sé. Lo teníamos. Lo siento. —Así qué,
¿solo lo olvidó? ¿Pasado por alto? ¿Ignorado? ¿Cómo puedes haber jodido
nuestras vidas, Anastasia?—. Este el porqué. Esto es por lo que me gusta el
control. Así, mierda como esta no viene y jode todo, —bramo.
— Christian, por favor no me grites, —mientras
abre los grifos.
— ¡Joder! —¡Me estoy aterrorizando! ¡Esto es
un error! ¡Es malo! ¡Muy, muy malo! ¡Soy un hombre jodido! ¿Cómo puede
confiarse en mí para ser padre de una criatura? Apenas, apenas tengo tiempo
para llevar una vida normal… Apenas sostengo a Ana entre mis brazos, he tenido
cinco minutos con ella, ¡y ahora! ¡Un bebé! ¡La voy a perder por un bebé! Corro
una mano por mi cabello, pero estoy listo para arrancarme la cabeza. Encuentro
que estoy jalándome un mechón de cabello. ¡Si no me hubieran jodido antes,
total y completamente jodido de por vida ahora, por cortesía de Anastasia!
— Sé que ninguno de nosotros está preparado
para esto, pero creo que serás un magnífico padre, —dice entrecortadamente—. Lo
resolveremos.
— ¡¿Cómo carajos lo sabes?! —Grito. No,
aúllo—. ¡Dime cómo! —Me duele por la pérdida de mi esposa, la mujer que pensé
que tendría para mí para varios años, y ahora, no será la misma para mí: no me
amará, ni pasará tiempo conmigo, ni me cuidará, ni siquiera me abrazará como lo
ha hecho hasta ahora. ¡Esto no es justo! ¡No he tenido esto antes, nunca! Nunca
he sido apoyado, nunca había sido amado, nunca había sido el centro del
universo en la vida de nadie. ¡Y ahora todo se habrá perdido! ¡Se ha ido! Y tendré la responsabilidad de otro ser humano, ¡un bebé! ¿Qué
diablos sé sobre un bebé? ¡No soy apto para ser padre! La gente como yo no
debería tener hijos. ¡Lo voy a joder, y no será solo mi vida esta vez! Quería aprender
a tener una vida con mi mujer. La estoy perdiendo. No, ya la perdí… He perdido
dos de las más importantes cosas de mi vida esta noche: mi esposa; su amor y
atención y el control sobre mi vida. Estoy dolido, aterrado y petrificado. Las
jodidas reglas caóticas de mi vida nuevamente. He regresado a mis cuatro años.
Los demás me dicen lo que es bueno para mí. ¡Otros toman decisiones sin mi
permiso o deseo, y lanzan los resultados sobre mí para lidiar con la mierda!
¿Qué carajos hago? ¿Cómo diablos regreso a mi vida? Estoy más asustado como
jamás antes estuve en largo tiempo. Cada barrera que erigí cuidadosamente para
protegerme aún de mí mismo algunas veces, ahora mi mundo está en ruinas. Estoy
derrotado—. ¡A la mierda con esto! —Grito insolentemente, y levanto las manos.
Estoy borrado, derrotado en mi propia vida por la persona que más amo. ¡Todos
los castigos están a la vista aunque fue ella quién desnudó mi alma de todas
las capas de protección que había erigido cuidadosamente y ahora las ha destrozado
pieza por pieza debido a su descuido. Giro sobre mis talones, y miro hacia el
vestíbulo. Agarro mi chaqueta y salgo por la puerta doble al vestíbulo, dando
un portazo detrás de mí.
No
tengo donde ir. ¡Nadie con quién hablar! Nadie me entiende. ¡Nadie! Nadie sabe
lo que mis miedos me hacen. Cómo me convierten en un bruto, una amenaza para mí
y la sociedad. El ascensor desciende al vestíbulo del Escala. Me pongo la
chaqueta y salgo a la calle iluminada. Oigo pasos rápidos pero silenciosos
detrás de mí. Sin mirar atrás, sé que son de Taylor. Giro sobre mis talones y
me detengo a hablar con él—. Ve a casa Taylor. Solo voy al consultorio de
Flynn, —ordeno.
— Estoy seguro que no le importará que vaya
con usted mientras el doctor Flynn llega, señor, —dice con mirada impávida,
pero no puede ocultar la preocupación en sus ojos.
— ¡Quiero que alguien me obedezca, que esta
noche alguien haga exactamente lo que digo! ¿Qué carajos no entiendes? ¿Tengo
que despedir a mi jefe de seguridad esta noche? —Digo enfáticamente.
— Señor Grey, por favor. Permítame hacer el
trabajo para el que me contrató.
— Vete a casa Taylor, —ordeno mirándolo
intencionalmente. Me mira fijamente, asegurándose con la mirada si estoy en
peligro por mí mismo. Puedo ver claramente eso en sus ojos. Habiendo tomado una
decisión, sacude la cabeza.
— Lo veré en casa, señor, —dice, y se regresa.
Sé que me estará monitoreando, pero quiero al menos tener la ilusión de que de
alguna manera esta noche tengo alguna clase de control. Irradio tensión, temor.
Estoy realmente atemorizado por mi futuro… ahora nuestro futuro. ¿Qué demonios
haré?
Saco la BlackBerry y marco al doctor Flynn,
estoy a pocas cuadras de su consultorio. Suena cinco veces antes que conteste
su maldito teléfono. Hay muchos ruidos en el fondo—. ¿Christian? —me saluda en
voz baja, tratando de no interrumpir los que están en el fondo.
— ¡John! ¡Necesito verte ahora! Estoy cerca de
tu consultorio. ¿Cuán pronto puedes llegar?
— Lo siento Christian. Esta noche no puedo.
Estoy en la escuela de mis hijos. No puedo irme en este momento. ¿Puede eso
esperar hasta mañana?
Estoy híper-ventilando. ¡Esto no me ha pasado
antes! Estoy helándome bajo la débil luz de un farol—. No, no puedo. ¡Es una
emergencia!
— Solamente puedo hablar contigo pocos
minutos, porque el turno de mis hijos está por iniciar, —dice y se disculpa con
alguien por el ruido que hace. Baja más su voz—. ¿Qué pasa?
— ¡Todo! ¡Mi vida está totalmente jodida!
¡Anastasia está embarazada! ¡Aparentemente olvidó ponerse la inyección de Depo
Provera para el control de la natalidad y ahora está embarazada! —Siseo.
— Felicidades a los dos, Christian. Esto puede
parecerte algo malo, pero no lo es. Tiene la extraña habilidad de resolver las
cosas, los problemas irresolubles. Mira, lograste tener una relación normal con
Ana, ¿verdad? Son individuos inteligentes y capaces… —empieza.
— ¡John! ¿No entiendes? He perdido todo
control y definitivamente voy a perder a mi esposa: porque pertenecerá al bebé.
¡No a mí! ¡Todo lo que he creado cuidadosamente para tener algo de salud
mental, algo de tranquilidad y sentido del control se han desvanecido! ¡Ido!
¡Destruido!
Puedo oír a John suspirando al otro lado de la
línea—. Christian, mira, tengo que irme, pero te veré mañana a primera hora. Es
el turno de mis hijos en este momento. No pienses demasiado esta noche. Toma
una respiración profunda, consigue un trago, relájate, y entonces regresa con
tu mujer y hablaremos mañana, —dice y cuelga. ¡Me cuelga! ¡Esta noche no podría
ser peor!
Comienzo a deambular por las calles. ¿Con
quién hablo? No con mis padres. Dirían lo mismo que John. ¿Y Elliot? ¿Qué
carajos podría saber sobre convertirse en padre? No ha embarazado a nadie… La
verdad es: no tengo amigos, ni lugar adonde ir, y estoy en la desesperada necesidad
de tener algunos minutos con alguien que me entienda. Estoy jodidamente enojado
conmigo mismo por rendirme en esto, confiando a Anastasia el control natal.
Nunca me he rendido ante una mujer en esto antes, ¿por qué lo hice con ella?
Enojo, tensión, la exasperación corre por todo mi cuerpo lo suficiente para
arrasar con todo en el vecindario. Estoy buscando algo que me resulte familiar.
Algo que me pueda devolver a mi órbita. Estoy perdido. Doy vuelta en la esquina
y me encuentro en la zona de tiendas del vecindario. El letrero luminoso de
Esclava es como una señal, llamándome desde varias puertas abajo. Ahora las
tiendas están cerradas, pero en tanto me acerco a Esclava, Elena sale por la
puerta del salón y cierra tras ella con llave. Siente mi presencia desde varias
puertas abajo y espera que me acerque.
No sé por qué estoy aquí, o como llegué aquí.
¿Es este el lugar para mí? No se siente como eso. Pero Elena me es familiar, la
asocio con el control de mi vida. Pero aun así… no le puedo hablar sobre el
embarazo de Anastasia. Pero necesito hablar con alguien; necesito ordenar mis
pensamientos, juntar mis ideas. Tal cual está, mi vida es un desastre. La
alfombra que pensé que estaba firme bajo mis pies me ha sido retirada,
dejándome impotente, fuera de control y hecho un caos. Y ahora estoy cara a
cara con mi mayor negocio no finiquitado. Pero tal vez viendo a Elena me haga
sentir que no es la órbita a la que pertenezco. La mía está en casa. Pero esto
algo que puedo terminar, finalizar. Puedo dejar algo resuelto tras de mí esta
noche. Esto me dará algún sentido de control. Algún sentido de éxito, aunque de
alguna forma pequeño.
— Christian, —me saluda, mirándome con
cuidado.
— Elena, —gesticulo.
— Te ves molesto, —dice cuidadosamente—. No te
he visto así en largo tiempo. Yo… hum, iba a un bar a la vuelta de la esquina
para tomarme un trago tranquilamente. ¿Quieres acompañarme? —Pregunta. Muevo la
cabeza. La caminata al bar es en silencio. Todavía estoy muy tenso, pero siento
cierto sentido de inmoralidad en esto. Caos. Estoy contribuyendo a mi propio
caos ahora. ¡Mierda!
Pido una mesa en lugar de sentarnos en la
barra. Tomamos una mesa en una esquina. — Botella de Sancerre si tienes,
—digo—. ¿Elena? —Pregunto.
— Tomaré Sancerre contigo, —dice sin dejar de
verme a los ojos. El mesero se va.
— ¿Quieres hablar de ello?
— ¿De qué? —Siseo.
— De tu reciente manual adquirido para
principiantes de cincuenta sombras oscuras. Está todo en tu cara… —Sacudo la
cabeza. El mesero viene con la botella y dos copas. Escancia el vino y pregunta
si necesitamos algo más. Lo despido—. Desde que viniste a Esclava y no a
Escala, voy a ser atrevida y asumir que es sobre Anastasia, —dice. La miro y
trago el vino, sirvo otra copa y tomo otro trago—. Tan malo, ¿eh? —Levanto la
mira hacia Elena. Esta mujer me enseñó todo lo que sé sobre coger y controlar.
Por años, ha sido la única amiga que tengo. No había nada bajo el sol de lo que
no habláramos. Incluso hubo un tiempo que pensé que la amaba y que haría
cualquier cosa por ella. Cualquier cosa que me pidiera hacer. Pero esto, está
lejos de aquellos días. No siento nada de esa clase. Viéndola aquí solo
enfatiza mi amor por Anastasia. Una Anastasia embarazada que me ha jodido, pero
es a la Anastasia a la que amo.
— Anastasia quiere tener un bebé, —digo y
suelto la copa nuevamente. Esto no es lo que Elena esperaba.
— ¿Eh? —Apuesto que estaba esperando que
hubiera algún problema en el cuarto de juegos o que me estoy divorciando, o que
me está dejando, pero puedo ver en la cara de Elena que esto la ha tomado por
sorpresa. Toma un cuidadoso trago de vino y pone la copa en la mesa.
— ¿Y tú no quieres un bebé? —Pregunta
cuidadosamente.
— ¡Mírame, Elena! Me has conocido la mayor
parte de mi vida. ¿Crees que soy apto para ser padre? ¡Estoy jodido, soy hijo
de una puta adicta al crack!
— Eres el mejor en el cuarto de juegos.
¿Paternidad? Ambos son muy jóvenes. ¿Cómo afectaría esto a tu lado dominante?
—Pregunta.
— Lo sé, —murmuro.
— Probablemente algunas decisiones que
recientemente has tomado no fueron en tu mejor beneficio, —murmura mientras
toma casualmente un trago—. Seguramente eres mejor siendo dominante. ¡Eres el
mejor! Eres el mejor cuando tomas el control, porque naciste para ser
dominante. Por supuesto, —alargando sus palabras—, no hay nada erróneo en
tratar otras curiosidades, —dice como si Anastasia fuera una curiosidad.
Entorno los ojos. Ya extraño a Anastasia. Termino el vino. Me sirvo otra copa,
y la dejo en la mesa. Mi mano está temblando, irradiando mi temor.
Elena chupa su labio inferior y lo muerde
lentamente como queriendo seducirme. Su mano alcanza la mía para tocarme, y
agarra mi temblorosa mano, automáticamente me estremezco y la arranco de su
agarre. ¡No es para esto que estoy aquí con ella! Pero mi impulso nos conmociona
a ambos. Nunca me había estremecido ante el tacto de Elena. Mi repulsión
automática a ella y mi expresión facial a su avance muestran que no es
bienvenida, deseada ni querida. ¿Qué diablos estoy haciendo aquí?— No, —siseo—.
No estoy aquí para eso. ¡Amo a mi esposa! ¡No pienso en ti de esa manera, no
más! De hecho, ¡no he pensado en ti de esa manera en años!
Elena está
alterada—. Christian, lo siento. Te malinterpreté. No me habías rechazado antes.
Este matrimonio te tiene nervioso. ¡Honestamente! ¿Cuándo te volviste puritano?
Solo traté de tranquilizarte amistosamente y un apretón no significa que te
quiero en mi cuarto de juegos… —dice nerviosamente tomando un trago de vino y
poniendo la copa en la mesa.
Esta vez veo a Elena como lo que es. Anastasia
está encinta. De mi hijo. Mi bebé. Y repentinamente veo al pequeño con Elena.
Lo está abofeteando y luego besándolo y otra vez abofeteándolo. Está hincado en
su oscuro cuarto de juegos, desnudo, y ella está ahí para coger… La bilis sube
a mi garganta, y estoy disgustado. La imagen de mi propio hijo con ella… ¡No
puedo hacerme a la idea! ¿De dónde vino esta imagen protectora de una persona
que no existía esta mañana? Mis manos se encogen en puños. Los nudillos en
blanco. Siento un momento de claridad. Una epifanía. Estoy realmente jodido
otra vez. Dejé a mi esposa en casa, y aquí estoy tomando un trago con una mujer
que Anastasia odia. Y como si fuera lo que sigue, mi teléfono vibra por un
mensaje de texto:
*¿Dónde estás?*
No contesto. Necesito terminar este asunto.
Devuelvo el teléfono a mi bolsillo. — Elena, —empiezo—. Esta es la última vez, la verdadera última vez que tú y yo
nos vemos. No habrá otra ocasión. Este era nuestro negocio no terminado, y lo
estamos terminando aquí ahora. Me voy con mi esposa después de esto. La amo más
que a nada o nadie antes, o a toda la gente que haya amado junta. Es mi vida.
Mi universo entero, —digo con la mirada fija en la suya.
Su mirada es impávida, impenetrable—. Lo sé.
Puedo verlo en ti, Christian. No tengo malos deseos para ti o Anastasia.
Además, tengo a Isaac que me hace muy feliz y tengo a Esclava que me tiene
inmensamente ocupada. Pero extraño la amistad de tu madre. Desde tu cumpleaños,
mi círculo social se ha reducido drásticamente. Cuando me retiró su amistad,
también me quitó de su círculo social. Solíamos ser de los mismos círculos,
sabes… —Entonces toma otro trago de vino—. Entiendo sus sentimientos, te ama,
es tu madre. Aun así, extraño tu amistad. Lamento la pérdida. Y la última vez
que estuvimos juntos, sabes, tú, Anastasia y… —mira su copa de vino
suspirando—. Grace, fue de lo más espantoso, el peor momento de mi vida. No
puedo regresarlo, pero entiendo que después de lo sucedido, es imposible
recuperar lo que tenía con Grace o contigo por el asunto, sin que te ponga en
problemas con tu esposa, —dice sonriendo.
— ¿Entiendes qué? No podemos tener lo que
tuvimos, Elena, ni siquiera como amistad. Lo entiendo ahora, —murmuro—. Lo que
hicimos, lo que tuvimos… estuvo mal. Es lo mejor separar nuestros caminos
permanentemente, definitivamente. No te veré de nuevo, Elena. Jamás.
Toma su bolsa, y trata de sonreír mientras se
levanta sobre sus temblorosos pies—. Entonces eso es un adiós, —dice.
— No Elena, es una despedida. Esta es la
última vez que nos vemos o hablamos.
Mueve la cabeza con una sonrisa triste—. Adiós
Christian. Buena suerte en todo, —dice mientras se da vuelta y sale.
No soporto estar cerca de ella, lo reconozco
ahora. Terminar esto no se siente ni remotamente satisfactorio, porque soy
miserable. Sin mi esposa, nada tiene sentido, ¡me siento como una mierda! Estoy
perdido, un planeta sin sol, una vida sin alma. Hueco, vacío, sin propósito sin
ella. Mi conducta fue deplorable. Miro ahora la botella vacía de vino. ¿Qué
hago ahora? Esta noche quiero ahogar mis penas. Quiero olvidar lo despreciable
que fui. Le pediré perdón mañana—. ¡Mesero! ¡Necesito una botella de borbón!
Alone
– Celine Dion
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