Saturday, February 10, 2018

Libro III - Capítulo XXVI: CINCUENTA SOMBRAS DE GREY - CHRISTIAN Y ANASTASIA


Capítulo XXVI – Final
El más pequeño invasor
Traducido y editado por: María Teresa Camp Gozalbo


Solo
Desde el tiempo de mi niñez, no he sido
como otros eran, no he visto
como otros veían, no pude sacar
mis pasiones desde una común primavera.
De la misma fuente no he tomado
mi pena; no se despertaría
mi corazón a la alegría con el mismo tono;
y todo lo que quise, lo quise solo.
Entonces -en mi niñez- en el amanecer
de una muy tempestuosa vida, se sacó
desde cada profundidad de lo bueno y lo malo
el misterio que todavía me ata:
desde el torrente o la fuente,
desde el rojo peñasco de la montaña,
desde el sol que alrededor de mí giraba
en su otoño teñido de oro,
desde el rayo en el cielo
que pasaba junto a mí volando,
desde el trueno y la tormenta,
y la nube que tomó la forma
(cuando el resto del cielo era azul)
de un demonio ante mi vista.
Edgar Allan Poe


No es de extrañar por qué el médico no ha venido a hablar conmigo. Me acababa de sentar para revisar algunos documentos de trabajo en mi laptop, sabiendo que el doctor podría tardar un rato, recibo esta gran noticia. Tomo una profunda respiración, y estoy cerrando los números documentos que tengo abiertos en la laptop para ir a ver a Anastasia, la puerta de la sala de espera se abre nuevamente. Levanto la vista y veo a mi esposa radiante.


— Está despierto —proclama con excitación. La confirmación de su despertar así como su clara felicidad, alivia toda la tensión que he estado viviendo por días. Sonrío como si parte de mi pesado equipaje haya sido quitado de mis hombros. Quiero que sea su felicidad y no quiero decirle que ya lo había oído. Tomo la laptop y la pongo dentro de su estuche y tomo a mi mujer en un abrazo.

— ¿Cómo está? —Pregunto mientras la sostengo.

— Hablando, sediento, y desconcertado. No recuerda nada del accidente.

— Eso es entendible. Ahora que ha despertado quiero trasladarlo a Seattle. Entonces podemos ir a casa y mamá puede echarle un ojo, —expongo lo que he estado pensando.

— No estoy segura si está lo suficientemente bien para ser movido, —responde inmediatamente. Pero, esa opinión debemos dejársela a sus médicos. Tenemos suficiente tecnología para brindarle el mismo cuidado ya que no está utilizando los aparatos que mantenían su vida y puede ser trasladado cómodamente a un hospital de Seattle en un helicóptero médico en un viaje que durará menos de una hora.

— Hablaré con la doctora Sluder para pedirle opinión. —Expongo.

— ¿Extrañas el hogar? —Pregunta dándose cuenta.

— Sí.

— De acuerdo, —acepta comprendiendo.

La doctora Sluder nos saluda una vez que regresa de revisar a Ray. Ray está como describió Anastasia, confundido, pero ha sido informado que tuvo un accidente y estuvo en coma. Es como una inyección de adrenalina. Mientras el doctor explica su mejora Ana sonríe constantemente con alegría, apretando con fuerza mi mano por la excitación. Cuando quedamos a solas con la doctora Sluder para discutir su salud, volteo hacía ella y le hago la pregunta que tengo en mente desde ayer—: Doctora Sluder, ¿está Ray en condiciones de ser trasladado a Seattle?

— Necesitamos observarlo por lo menos veinticuatro horas y practicarle varias pruebas para darle luz verde a su traslado. Estoy ochenta por cierto positiva de que su traslado puede ser factible en algún momento el martes, sujeto a los resultados de sus exámenes, —contesta. Bien, posiblemente uno o dos días más en Portland. Esa información me hace sentir aliviado.

* * * * *

Cuando llegamos al Heathman, miro alrededor y veo a Anastasia con su amplia sonrisa—. No has parado de sonreír. —Hago notar.

— Estoy muy tranquila y feliz.

Sonrío como respuesta. Soy feliz cuando ella lo es—. Bien. —El aire es frío y constante mientras la oscuridad de la tarde empieza a cobijar la ciudad. Anastasia entrega las llaves de su R8 al acomodador quien mira el coche de forma libidinosa como si fuera una hermosa mujer. Un escalofrío recorre el cuerpo de Anastasia, y sé que ahora no es de preocupación, sino por lo frío del aire. Pongo un brazo a su alrededor. El portero nos abre la puerta para que entremos.

— ¿Podemos celebrar? —Pregunto en cuanto entramos al vestíbulo.

— ¿Celebrar?

— A tu papá, —le recuerdo. Qué pronto olvidamos.

Hace su risita como respuesta—. Oh, él.

— He extrañado ese sonido, —digo besando su cabello. Ciertamente lo he hecho. Viendo a mi esposa estresada y la esperanza perdida, ha sido muy duro. Y su júbilo presente me relaja inmediatamente.

— ¿Podemos solo comer en nuestro cuarto? Tú sabes, ¿tener una noche tranquila?

— Claro. Ven, —Digo mientras tomo su mano.

¡La cena es más que placentera, porque Anastasia ‘limpia’ el plato de la comida y el postre hasta el último bocado! Ambos hechos sorprendiéndome y deleitándome—. Eso estuvo delicioso, —murmura completamente satisfecha, empujando el plato—. Seguro que aquí saben cómo hacer una buena ‘tarta tartin’

Tarta tartin

Tomamos juntos un relajante baño. Cuando salgo y me seco, me pongo T-shirt y jeans. Voy a la sala de estar y enciendo el iPod. Posiblemente todos los apetitos de Anastasia han regresado. Hay una manera de averiguarlo. Pongo una lista de reproducción de Dido, y está cantando ‘Bandera blanca’.

White flag – Dido
Cuando una fresca Anastasia viene bañada y usando solamente mi T-shirt y posiblemente solo bragas abajo, se ve como para comérsela. Si tengo suerte, quizás pueda—. Eso es lo mejor que te he visto comer en todo el tiempo que hemos estado aquí, —observo.
— Estaba hambrienta, —contesta.
Me siento en la silla y me inclino hacia atrás y, satisfecho tomo un sorbo de la copa de vino blanco, sonriendo—. ¿Qué te gustaría hacer ahora? —Pregunto en voz suave, esperanzada, lujuriosa.
— ¿Qué quieres hacer? Contesta con otra pregunta.
— ¿No es obvio? —Levanto una ceja, mirando divertido—. Lo que siempre quiero hacer.
— ¿Y eso es todo? —¡Vamos Ana! ¡Deja de bromear!
— Señora Grey, no sea tan remilgada, [links]digo. —Pero esta vez cruza la mesa, agarra mi mano y la voltea. Su tacto enciende mi sangre, abrasándome, como corrientes a través de cada una de mis células como un fuego salvaje. Mi respiración se acelera. Roza mi palma con su dedo índice.
— Me gustaría que me tocaras con este, —murmura al tiempo que recorre su dedo en mi dedo índice. Su tacto resuena en mi ingle y más abajo en la punta de mi pene, haciendo que me mueva en la silla.
— ¿Sólo con ese? —Pregunto con mis ojos oscureciéndose y estoy carnalmente personificado.
— ¿Quizá con esto? —Añade corriendo su dedo hacia mi dedo medio y de regreso a mi palma—. Y este, —continúa marcando una línea con su uña sobre mi dedo anular—, definitivamente con este, —confirma mientras su dedo para sobre mi anillo de casado—. Este es muy sensual.
Mis ojos están ampliamente abiertos, enfocados, intencionales y estoy completamente encendido—. ¿Lo es ahora?
— Seguro que sí. Dice que este hombre es mío.
Definitivamente me está encendiendo. Me inclino hacia delante y ahueco con las manos su barbilla y con la otra mano la hago mirarme—. Señora Grey, ¿me está seduciendo?
— Eso espero.
— Anastasia, estoy listo, —digo en voz suave y carnal—. Ven aquí, —ordeno suavemente tirando de su mano, y jalándola a mi regazo—. Me gusta tener acceso ilimitado a ti, —digo y recorro mi mano por sus caderas y nalgas. Agarrando su cuello con mi otra mano, la mantengo firmemente en su lugar, y la beso con todo lo que tengo. Primero suave y sensualmente, pero después, cuando corre sus dedos por mi cabello, sosteniéndome firmemente, estoy nuevamente ardiendo por ella, y mi lengua escarba dentro de su boca y explora, tocando, sintiendo, chupando y demandando. Su lengua se enrosca en la mía, y se retuerce en una danza seductora, reflejando lo que hacen sus manos. Es excitante, libidinoso e intoxicante. Tengo que tenerla, ahora. 



— Vamos a la cama, —murmuro sobre sus labios.
— ¿Cama? —Pregunta insegura. ¿Es que mi esposa quiere algo diferente? Me hago para atrás y jalo su cabello para que me vea a la cara—. ¿Dónde preferirías, señora Grey?
Se encoge de hombros, fingiendo indiferencia—. Sorpréndeme.
Sonrío. Está preparada para cualquier cosa—. Estás luchadora esta noche, —digo restregando mi nariz en la de ella.
— Posiblemente necesito ser disciplinada, —añade. ¡Mierda! ¡Cuán excitante es eso!
— Posiblemente lo necesitas. Te estás volviendo muy mandona en la vejez, —digo entrecerrando los ojos, pero estoy totalmente complacido con su petición.
— ¿Qué vas a hacer con respecto a eso? —Pregunta seductoramente.
¿Me preguntas eso? Puedo hacer un número de cosas con esa solicitud —. Sé lo que me gustaría acerca de eso. Depende si estás preparada.
— Oh, señor Grey, has sido mu gentil conmigo estos dos últimos días. No estoy hecha de cristal.
— ¿No te gusta mi gentileza?
— Contigo por supuesto. Pero tú sabes… la variedad es la sal y pimienta de la vida, —replica batiendo sus hermosas pestañas.
— ¿Pretendes algo menos gentil? —Me atrevo a preguntar.
— Algo que me haga sentir viva, —contesta.
Soy más que capaz de darle eso. Muevo la cabeza, la miro por un momento, evaluando su humor. Se muerde el labio—. No te muerdas el labio, —susurro, y repentinamente me levanto con Ana en brazos. Da una bocanada como reacción por lo precipitado de mi movimiento, y se agarra a mis bíceps. Me dirijo al más pequeño de los tres sofás de la sala y la ponga en él—. Espera aquí. No te muevas, —ordeno, mirándola por un momento con la intensidad de mi deseo carnal y me doy vuelta sobre mis talones y regreso a la recámara con pasos seguros. Sé exactamente lo que quiero hacer, y como quiero hacerlo. Voy al baño y recojo una toalla de manos y aceite para masaje. Regreso por detrás de ella, y se sorprende al verme allí—. Creo que nos desharemos de esto, —digo jalando su T-shirt y se la quito por la cabeza. Está desnuda excepto por sus bragas. Completamente caliente. Jalo su cola de caballo una vez más. Y la beso.

— Levántate, —le ordeno sobre sus labios y la suelto. Inmediatamente obedece. Dejo la toalla en el sofá donde quiero que se siente. Me mira inquisitivamente—. Quítate las bragas, —ordeno con voz ronca. Traga, pero excitada y expectante y se las quita dejándolas a un lado del sofá —. Siéntate, — digo y jalo su cola de caballo nuevamente, reclinando su cabeza una vez más—. Me dirás que pare si esto es demasiado, ¿sí? —Sobreexcitada, es incapaz de pronunciar palabra alguna. Mueve la cabeza afirmativamente—. Dilo, —digo con voz severa.
— Sí, —chilla.
Sonrío a su respuesta—[links] One or more forum threads is an exact match of your searched term
. Bien. Así que, señora Grey… por petición popular, te voy a amarrar, —susurro, hablándole a su libido. Sus ojos se oscurecen; los azules iris casi desaparecen en un círculos por la dilatación de sus pupilas—. Levanta las rodillas, —ordeno nuevamente en tono suave—, y recuéstate hacia atrás.
Pone sus pies en la orilla del sofá, con las rodillas frente a ella. Tomo su rodilla izquierda y tomo el cinturón de uno de los albornoces y ato una punta en su rodilla.
— ¿Albornoces? ­—Chilla.
— Estoy improvisando, —contesto sonriendo. Después de todo no estamos en casa. Entonces aprieto el nudo arriba de su rodilla y ato la otra punta del cinturón de felpa suave alrededor del remate en la esquina trasera del sofá —. No te muevas, —le advierto, y repito el proceso con su pierna derecha atando el segundo cinturón en la otra esquina. De tal manera que, efectivamente separando sus piernas en una posición invitadora. Completamente seductora y haciéndome agua la boca. Está frente a mí, desparramada en el sofá, las piernas separadas, atadas y completamente excitada. ¿Bien? —Pregunto suavemente, mirándola desde detrás del sofá. Asienta. Me doblo y la beso. A propósito no até sus manos. Tengo trabajo para ellas—. No tienes idea cuán excitada te ves ahora, —murmuro y paso mi nariz por la de ella. Lo que quiero hacer requiere un diferente tipo de música—. Cambio de música, creo, —digo levantándome y me dirijo al iPod.
Esta posición es expuesta, dejándola sentirse vulnerable, indefensa y por supuesto a propósito para la penetración. Justo en la forma que me gusta. La joven cantante tiene una voz voluptuosa y tentadora. Comienza cantando ‘Sweet about me’. Mirándome, dice al empezar la canción. Cuán a propósito. Eso es lo que exactamente lo que planeo hacer. Voy a ver a mi esposa darse placer. Le doy vuelta al sofá y mi mirada se engarza con la de Anastasia. Sin apartar la mirada de ella, camino por enfrente del sofá y ágilmente me arrodillo frente a ella. Mis ojos escanean su cuerpo, y ahora reconoce el efecto de cuán expuesta está—. ¿Expuesta? ¿Vulnerable? —Pregunto, sabiendo exactamente cómo se siente. Mis manos no se mueven de mis rodillas. Asiente—. Bien, —digo. Así es exactamente como la quiero—. Extiende las manos —nuestros ojos siguen fijos uno en el otro, y no puede apartar su mirada de mí. Hace lo que le pido. Extiendo aceite para masaje con fragancia sensual de aroma almizclado. Contiene semillas de almizcle, madera de sándalo y pachuli. La combinación de estos elementos hace que el aroma sea muy erótico, inspirador, terroso y estimulante. Es perfecto para hacer el aceite de masaje profundo y rico. Inhala el aroma mientras cierra los ojos. Sé que está cautivada por eso—. Frótate las manos, —le ordeno mientras abre los ojos. Está prácticamente retorciéndose, bajo mi abrasadora mirada—, quédate quieta, —le advierto—. Ahora Anastasia, quiero que te toques, —le digo con voz ronca. Parpadea y me mira indecisa. La voy a guiar en todo el proceso. Estoy completamente excitado ante la idea de mi mujer dándose placer solo para mis ojos—. Comienza en tu garganta. —Está reacia—. No seas tímida, Ana. Anda. Hazlo. —Mi voz y mi cara son un desafío, pero mayormente muriendo por ver eso. Quiero ver que tenga confianza en su sexualidad. Finalmente, dudando pone las manos en su garganta, y despacio las desliza hacia abajo hasta la parte superior de sus senos con facilidad, extendiendo el trazo del intoxicante aroma del aceite—. Más abajo, —murmuro, mi voz ronca, llena de anticipación carnal, mis ojos brillantes. Acuna sus pechos con las manos—. Provócate, —le ordeno suavemente. Retuerce sus pezones con gentileza, deseo realmente verla darse placer, jalando, apretando y alargando sus pezones—. Más fuerte, —la conmino. Me siento sin moverme entre sus muslos, solo observándola, excitado hasta más no poder. Aún es demasiado leve—, como yo lo haría, —añado, mi mirada oscureciéndose. Gime y jala sus pezones con más dureza. Se endurecen con el aceite para masaje, con la ayuda de Anastasia y mi intensa mirada—. Síííí. Así, otra vez, —le ordeno. Anastasia cierra los ojos y jala más fuerte. Esta vez los retuerce y rueda entre sus dedos pulgar e índice, gimiendo más fuerte. Mi respiración es superficial, pero rápida. Estoy excitado. Quiero ver esto otra vez. Y otra vez. Quiero que sienta mi mirada. Mirando sus dedos deslizarse, jalar, provocar, oyendo sus gemidos y viendo sus ojos fijos en los míos es extremadamente erótico, ¡una jodida excitación! —. Abre los ojos, —ordeno. Parpadea—. Otra vez. Quiero verte. Verte disfrutar tu tacto. —Lo repite nuevamente. Otra vez—. Ahora. Manos. Más abajo. —Se retuerce bajo el influjo de su propio tacto—. Mantente quieta, Ana. Absorbe el placer. Más abajo. —Digo en voz baja y ronca. Como el canto de sirena, tentándola, seduciéndola, todo al mismo tiempo.

                
Sweet about me – Gabriella Cilmi
Sheena Easton - For Your Eyes Only
Hazlo tú, —murmura, ansiando mi toque.
— Oh, lo haré, pronto. Tú. Más abajo. Ahora. —Digo, mi voz es la personificación de la sensualidad. Corro la lengua por mis dientes, y se retuerce, jalando de sus ataduras. Muevo la cabeza en forma de regaño. —Pongo las manos sobre sus rodillas, manteniéndola en su lugar—. Vamos Ana, más abajo. —Desliza sus manos sobre el estómago y hacía su vientre—. Más abajo. —Pronuncio carnalmente de nuevo.
— Christian, por favor.
Mis manos se deslizan hacia atrás de sus rodillas, deslizándolas por sus muslos, moviéndolas sobre su sexo—. Vamos Ana, Tócate.

Finalmente mueve su mano izquierda, rozando su sexo, y frotándoselo en círculo lento, su boca forma una O, jadeando.
— Otra vez, —susurro. Gime fuerte, y repite los movimientos, desatando el placer, echa la cabeza hacía atrás, resoplando—. Otra vez.
Su fuerte gemido es lo que inclina la balanza hacia mí, inhalo bruscamente. Agarro sus manos, doblo la cabeza hacia abajo, y corro mi nariz y luego mi lengua hacia adelante y hacia atrás sobre las invitadoras flores de su sexo posadas en el ápice de sus muslos.

— ¡Ah! —Gime fuertemente.
Hace el intento de tocarme, pero no quiero que esto sea rápido.  Cada vez que trata de mover su mano, le agarro las muñecas más fuerte—. Te voy a atar estas también. Quédate quieta, —ordeno. Gime. Le suelto las muñecas e inserto mis dos dedos medios profundamente en su sexo, y la palma de mi mano descansa sobre su clítoris—. Te voy a hacer venir rápido, Ana. ¿Lista? —Pregunto.
— Sí, —es su respuesta jadeando.
Posiciono la mano de tal forma que los dedos se mueven contra su sensible punto G, y froto mientras muevo la mano arriba y abajo en rápida sucesión, froto y estimulo su clítoris y punto G al mismo tiempo. Esto debe hacerla excitarse intensamente, construyendo su placer, recorriendo su sexo, y expandiéndose a través de todo su cuerpo. Trata de disminuir la tensión apretando sus piernas, pero están atadas, y no funciona. Debe absorber todo en dosis concentradas. Araña la toalla bajo ella. Trata de contenerse, mantener su orgasmo a raya.

— Ríndete, —susurro aumentando el toque, y se deja ir; su inminente orgasmo se esparce por todo su cuerpo, pulsando en mis dedos, grita incoherencias. Presiono la palma de mi mano contra su clítoris, ya que las réplicas de su orgasmo continúan en su cuerpo, la impresión se prolonga por mi mano, permitiéndole gozar la dulce sensación agonizante un poco más. Mientras aún está cautiva de sus réplicas, le desato las piernas—. Mi turno, —murmuro y volteo a Anastasia, dejando su cara pegada al sofá y sus rodillas en el suelo. Separo sus piernas para acomodar mi hambrienta longitud, y le pego fuerte entre sus nalgas. 
— ¡Ah! —Aúlla mientras introduzco mi polla en su sexo. Está caliente, apretada y mojada. Las todavía pulsaciones jalan mi erección más adentro. Buscando más.
— Oh, Ana, —siseo entre mis apretados dientes, y comienzo a moverme. Aprieto sus caderas fuertemente, y martilleo incansablemente una y otra vez. Ahora siento su familiar apretón de su sexo, listo para iniciar otro orgasmo, pero lo controla y aúlla. Es tan jodidamente caliente y tentador al mismo tiempo—. ¡Vamos, Ana! —Grito ordenándole que se deje ir, y lo hace. Su orgasmo explota desde un simple punto donde mi polla está sumergida, estimulando y frotando, desencadenando un intenso orgasmo encendiendo todo su cuerpo, haciéndola llorar y se viene. Tengo que sostenerla para que no colapse por la intensidad de su placer. Está agotada y la vida reafirmada—. ¿Estuvo eso suficientemente bien para sentirte viva? —Le pregunto besando su cabello.

— Oh, sí —murmura, tan cansada hasta para mover su mirada clavada en el techo. Está tirada sobre mí, su espalda sobre mi pecho, en el piso al lado del sofá. Se las ingenia para mover la cabeza para darse cuenta que sigo vestido—. Creo que tendremos que hacerlo otra vez. Sin ropa para ti esta vez, —murmura.
— Por Dios Ana. Dale descanso al hombre, —murmuro mientras ella hace su risita. Rio entre dientes ante el sonido de ese dulce sonido—. Estoy contento de que Ray esté consciente. Parece ser que tus apetitos han vuelto—, digo sonriendo, completamente complacido.
Voltea y me frunce el ceño. ¿Te estás olvidando de la última noche y esta mañana? Pregunta haciendo pucheros.
— Inolvidables las dos, —sonrío. Pongo las manos en sus nalgas—. Tienes unas nalgas fantásticas, señora Grey.
— Tú también, —contesta arqueando una ceja—. Pero las tuyas están todavía cubiertas —añade.
— ¿Y qué vas a hacer con respecto a eso, señora Grey?
— Voy a desnudarte, señor Grey. Totalmente, —contesta haciéndome sonreír completamente—. Y creo que hay mucho de dulce en ti, —murmura, finalmente lo suficientemente coherente para oír la letra de la canción reflejando los sentimientos reconocidos en ella. Pero, no soy eso. Estoy lejos de ello. La realidad hace que mi cara caiga.
— Lo eres, —murmura fervientemente después de mirarme a la cara. Se inclina y besa la comisura de mi boca. Cierro los ojos y aprieto los brazos a su alrededor. Quiero ser digno de su estima, pero no soy lo que piensa. Soy un hombro duro, rudo, odioso y roto por dentro. Solamente siento todo con ella, y eso y el carácter que trata de ver en mí, no me pertenece—. Christian, lo eres. Hiciste de este fin de semana algo especial a pesar de lo sucedido a Ray. Gracias, —asegura fervientemente.
Abro los ojos ampliamente, serio y desconcertado. Estoy perdido. Hago lo que hago por ella porque amo a Anastasia. Haría cualquier cosa por ella, pero no soy ese chico dulce. No conozco ninguna otra forma de expresarle mi amor—. Porque te amo, —murmuro.
— Lo sé. También te amo, —dice acariciando mi cara—. Y eres valioso para mí también. Lo sabes, ¿no? —Deseo creer eso, de verdad lo deseo, pero ya que no puedo amarme, no veo como ella puede… ¿Cómo puede amar a un hombre que no la merece? Estoy perdido, sin rumbo—. Créeme, —murmura.
— No es fácil, —contesto en una apenas audible voz. ¿Cómo alguien a quién incluso fue odiado por seres de la más baja forma humana, puede ser merecedor de su amor? Ser no amado es más fácil. Es lo que sé. He aprendido a través de mi inmenso amor por ella, ¿pero cómo puedo aprender a recibir algo que no merezco? Amor… soy indigno de su amor, de esta sagrada emoción, y no es fácil aceptarlo. Por lo tanto, prevalece la razón de que ser amado por ella simplemente no puede ser verdad. Desesperadamente deseo recibirlo, pero tengo momentos duros para dejar la puerta de mi corazón abierta para que pueda depositar su amor. 
— Trata. Trata arduamente, porque es verdad, —me ruega, tomando mi cara una vez más. Sus dedos se deslizan por mis patillas. He descubierto que mi corazón es capaz de amar a Anastasia, pero es camino de un solo sentido. Soy capaz de amarla, pero incapaz de recibir esta reciprocidad en mi corazón. Mi corazón ha estado desolado, abandonado y descuidado cuando más lo necesité de niño, y luego solo evitó, rechazó y renunció a todo el amor que se me ofreció, permaneciendo vacante; porque simplemente no soy digno de amor y no lo merezco.
— Te vas a enfriar. Ven, —Me levanto y la jalo a mi lado. Desliza su brazo alrededor de mi cintura y regresamos al cuarto. No dice nada después de eso, posiblemente entendiendo como me siento.
Arruga el ceño al entrar en la habitación—. ¿Podemos ver televisión? —Pregunta.
Resoplo. ¿Televisión? Pensé que volvería a cogerla otra vez—. Tenía esperanza de tener una segunda ronda, —contesto.
Arquea una ceja con curiosidad y para al lado de la cama—. Bien, en ese caso, creo que estaré a cargo, —dice y me empuja a la cama mientras la miro boquiabierto. Se encarama y se pone a horcajadas sobre mí, clavando mis manos al lado de mi cabeza. ¡Eso es excitante!
Le sonrío—. Bien, señora Grey, ahora que me atrapaste, ¿qué vas a hacer conmigo?
Se inclina y me susurra al oído—, te voy a coger con la boca, —contesta. Cierro los ojos inhalando rápidamente, y recorre gentilmente con sus dientes mi mandíbula, hacia mi cuello y torso.
  

* * * * *
La mañana me encuentra inquieto nuevamente, y estoy despierto y trabajando despejado y temprano en la suite. Tengo que responder a toneladas de correos electrónicos por trabajo. Pero primero pido el desayuno para que Anastasia y yo salgamos en treinta minutos.
No estando en Seattle añade comunicaciones adicionales a mi agenda diaria, así que me lanzo a ellos inmediatamente. Pronto descubro un correo de un detective Clark. Esto no pueden ser buenas noticias. ¡Mierda!
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De: Jefferson Clark
Asunto: Entrevista
Fecha: 12 septiembre 2011, 7:50am
Para: Christian Grey
Señor Grey:
Me gustaría hablar hoy con la señora Grey acerca de Jack Hyde. Por favor infórmeme qué hora sería conveniente para ella.
Gracias.
J. Clark
Detective, Seattle Police Department
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Le contesto inmediatamente.
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De: Christian Grey
Asunto: Entrevista
Fecha: 12 septiembre 2011, 7:54am
Para: Jefferson Clark
Detective Clark:
Mi esposa no está disponible hoy. Estamos en Portland. Su padre ha tenido un serio accidente automovilístico. ¿Podría esto esperar? Si no puede, ¿puede ser por teléfono? 
Christian Grey
CEO, Grey Enterprises Inc.
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De: Jefferson Clark
Asunto: Entrevista
Fecha: 12 septiembre 2011, 7:59am
Para: Christian Grey
No, señor Grey. Desafortunadamente no puedo esperar. Prefiero hablar de persona a persona. No soy mucho de teléfono.
Estaría contento de viajar a Portland hoy. Esto es importante. Lo más pronto que hable con la señora Grey, más pronto me perderán de vista. Por favor avíseme donde puedo encontrarme con la señora Grey.
Gracias.
J. Clark
Detective, Seattle Police Department
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Adivino que no puedo evitarlo. Tiene razón; lo más pronto que esto se haga, más pronto estará lejos de nosotros. ¿Pero por el jodido Jack? No quiero perder mi tiempo con ese culo de burro.
Mientras estoy pensando, Anastasia entra—. Buenos días, —murmura desde el quicio de la puerta.
Volteo y le sonrío—. Eres un deleite para la vista cansada, nena.
En cuanto ve mi feliz sonrisa, se lanza hacia mí y se acurruca en mi regazo—. Como tú, —dice.
— Estaba trabajando, —contesto moviéndome en el asiento y besando su cabello. Estoy inquieto por el correo del detective y realmente odio perder un simple minuto de nuestro tiempo por el jodido Hyde, aunque sea indirectamente. Anastasia siente mi incomodidad.
— ¿Qué? —Pregunta.
Alzo la vista—. Me llego un correo del detective Clark. Quiere hablar contigo del jodido Hyde.
— ¿De veras? —Pregunta sorprendida. Se aparta para mirarme.
— Sí. Le dije que estamos en Portland y que tendría que esperar. Pero dice que le gustaría entrevistarte aquí.
— ¿Viene para acá? —Pregunta Anastasia sorprendida.     
— Aparentemente sí, —digo distraídamente.
Frunce el ceño—. ¿Qué podría ser tan importante que no puede esperar?
— Exactamente.
— ¿Cuándo viene?
— Hoy. Le voy a contestar el correo.
— No tengo nada que ocultar. ¿Me pregunto qué quiere saber? —Pregunta.
— Lo sabremos cuando llegue. También estoy intrigado, —replico moviéndome nuevamente—. El desayuno estará aquí pronto. Vamos a desayunar, después podemos ir a ver a tu papá.
Mueve la cabeza. Viendo mi laptop abierta le digo—. Puedes quedarte aquí si quieres. Veo que estás ocupado, —dice.
Pongo mala cara. No quiera mandarla a ningún lado sola si lo puedo evitar—. No, quiero ir contigo.
— De acuerdo, dice sonriendo y rodeándome el cuello, me besa. Una vez que me suelta, tocan la puerta. Pulso ‘enviar’ al correo antes de ir a abrir la puerta.
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De: Christian Grey
Asunto: Entrevista
Fecha: 12 septiembre 2011, 8:10am
Para: Jefferson Clark
Detective Clark:
Nos hospedamos en el Heathman en Portland. Avíseme a qué hora estará aquí. Nos gustaría ir al hospital.
Christian Grey
CEO, Grey Enterprises Inc.
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El padre de Anastasia debe estar mejorando, porque está lo suficientemente bien para estar enojado por la comezón y picazón. Está impaciente e incómodo por tener que estar acostado por varios días. Odia estar recluido en un cuarto de hospital a pesar que requiere tiempo para recuperarse.
— Papá, has tenido un accidente muy grave. Tomará tiempo para que sanes. Christian y yo queremos trasladarte a Seattle.
— No sé porque se molestan por mí. Estaré bien aquí solo.
— No seas ridículo —dice apretando su mano en un gesto amoroso, y le sonríe a Anastasia. Me dirijo a la puerta para dejar a Ana sola con su papá, y voy a la sala de espera para trabajar. Prendo mi laptop y tomo otra silla para poner el ratón. Mi laptop está en mi regazo, y abro algunos archivos para trabajar. Reviso los correos nuevamente para ver si hay alguna respuesta de Clark. No la hay.
Mi BlackBerry vibra y la saco del bolsillo de mis pantalones—. Grey, —contestando sin mirar el nombre. Hablando del mismo diablo…
— Señor Grey. Soy el detective Clark, —dice—. ¿Qué le parece a las dos hoy? —Pregunta.
— No, no puede ser. Estamos en el hospital con el padre de mi esposa. No es buena hora. Después de la comida pero antes de la cena y preferiblemente dentro de las horas hábiles será mejor para nosotros.
— Entonces a las 4:00pm estará bien. Dará tiempo suficiente para hacerle las preguntas a la señora Grey y todavía serán dentro de las horas hábiles y habremos terminado la entrevista.
— Detective Clark, ¿de qué se trata esto? —Pregunto irritado.
— Se lo dije. Tengo algunas preguntas sin contestar acerca del señor Hyde y algunas cruzadas con las declaraciones de él. —Dice crípticamente.
— ¿Y eso no puede ser dicho por teléfono?
— No señor, prefiero estar cara a cara, —dice firmemente.
— Entonces a las 4:00pm en el hotel Heathman, —contesto y la puerta se abre.
— Lo veo entonces, señor Grey. —Y cuelgo.
Anastasia me mira inquisitivamente—. Clark estará aquí a las cuatro esta tarde.
Frunce el ceño reflejando mi sentir—. De acuerdo, —acepta—. Ray quiere café y donas.
Me rio de eso—. Creo que haría lo mismo si hubiera tenido un accidente. Pídele a Taylor que vaya.
— No, iré yo, —responde.
— Llévate a Taylor —la refuto con voz severa.
— De acuerdo, —dice concediendo pero sin dejar de rodar los ojos.
— Oh, señora Grey, adelante, rétame. —Sonríe y ladeo la cabeza. Puedo jalarla a mi regazo justo aquí si desea seguir con esa actitud. Estaré más que feliz de usar mis palmas anhelantes—. No hay nadie aquí, —digo en voz baja, ronca, amenazadora. Sus ojos brillan, justo para atreverse, pero para cuando una joven pareja entra a la sala. La mujer llora copiosamente. Viéndola, Anastasia se encoge disculpándose y muevo la cabeza. Estábamos en su lugar solo dos días atrás. Recojo la laptop, tomo la mano de mi mujer y me la llevo de la sala de espera—. Necesitan privacidad más que nosotros, —murmuro—. Tendremos nuestra diversión más tarde.
Taylor está pacientemente esperando afuera como usualmente. Qué diablos, no hay lugar para trabajar en el hospital y mi mujer se va para para comprar café y donas. Estoy dispuesto también—. Vamos todos por café y donas, —digo y nos vamos.
* * * * *
A las 3:30pm en punto, estamos en el hotel. Taylor ya está informado de la visita del detective y está en la suite con nosotros. Exactamente a las 4:00pm tocan a la puerta. Taylor va a la puerta y dirige a Clark a la sala. Clark muestra su usual malhumor, perversamente irritable. Bienvenido al club; también voy a ingresar a él.
— Señor Grey, señora Grey, gracias por recibirme. —Nos saluda. Al menos tiene maneras.
— Detective Clark, —Le doy la mano, mostrando mi sobria cortesía, y lo dirijo a un asiento. Ana y yo nos sentamos en el sofá que bautizamos anoche. Anastasia debe estar pensando en lo mismo, porque se ruboriza profusamente.
— Es a la señora Grey a quien deseo ver, —apuntando a Taylor y a mí. Miro a Taylor e inclino imperceptiblemente la cabeza. Taylor se da vuelta y se va, cerrando la puerta detrás de él. Será un día frío en el infierno si voy a dejarlo solo con mi mujer para hablar del jodido Hyde.
— Cualquier cosa que le quiera decir a mi esposa, puedo hacerlo frente a mí, —digo, en voz plana, fría y como de negocios.
El detective está firme. Voltea hacia Anastasia—. ¿Está segura que quiere que su esposo esté presente? —Pregunta como si estuviera insinuando que Ana está ocultando algo.
Miro a Anastasia. Frunce el ceño—. Por supuesto —responde obstinadamente—. No tengo nada que ocultar. ¿Me está entrevistando? —Pregunta.
— Si, señora.
— Entonces, me gustaría que mi marido se quede, —dice.
¿De qué puede tratarse esto? Estoy más tenso que un tambor, y la tensión y el estrés irradian a través de cada célula de mi cuerpo.
— Muy bien, —murmura Clark resignado. Aclara su garganta como preámbulo a cualquier mala noticia que dará acerca del pedazo de mierda—. Señora Grey, el señor Hyde mantiene que lo acosó sexualmente y que le hizo varios avances lascivos, —declara como si estuviera hablando del estado del tiempo del domingo. Estoy a punto de ponerme en pie y golpear a este imbécil por decir algo así. Estoy haciendo uso de todo mi autocontrol para contenerme sin levantarme y decirle dónde puede ir con esto. Solo me muevo en el asiento, hacia delante, listo. La mano de Anastasia encuentra mi muslo y lo aprieta para contenerme, recordándome—. Eso es ridículo, —exploto con malevolencia. Anastasia aprieta mi pierna más fuerte para silenciarme.
— Eso no es verdad, —aclara perfectamente calmada—. De hecho, fue al revés. Me propuso de forma muy agresiva, y fue despedido.
La boca de Clark se adelgaza en una línea recta brevemente antes de continuar con su declaración acusatoria—. Hyde alega que usted amañó la historia de acoso sexual para conseguir que fuera despedido. Dice que hizo eso porque se rehusó a sus avances y porque quería su puesto.
Puedo matar a ese hijo de puta de Hyde por montar esa absurda historia. Anastasia frunce el ceño—. Eso tampoco es verdad, —dice moviendo la cabeza. Enojada, pero todavía calmada.
— Detective, por favor no me diga que ha conducido hasta aquí para acosar a mi esposa con esas ridículas acusaciones, —siseo.
Clark voltea su imperturbable mirada azul hacia mí, pero conteniéndose como yo—. Necesito escuchar eso de la señora Grey, señor, —dice. ¡Estoy a punto de sacarlo de mi suite pateándole el trasero, y no tendrá la servicial bienvenida que he mostrado sin la presencia de una armada de abogados! Por otro lado, Anastasia aprieta mi pierna una vez más para mantenerme quieto.
— No necesitas oír esta mierda, Ana.
— Creo que el detective Clark debería saber cómo pasó, —dice mirándome. La miro impasiblemente por un minuto, entonces levanto la mano en un gesto de resignación—. Lo que dice Hyde simplemente no es verdad, —explica Ana conservándose fría y calmada. Toma una respiración honda y mira al detective a los ojos—. El señor Hyde me acosó en la cocina de la oficina una tarde. Me dijo que fue gracias a él que había sido contratada y que esperaba favores sexuales como recompensa. Trató de chantajearme, usando los correos que había enviado a Christian, que no era mi marido entonces. No sabía que Hyde estaba monitoreado mis correos. Es ilusorio que además me haya acusado de ser una espía enviada por Christian, presumiblemente para ayudarle a tomar la compañía. Él no sabía que Christian ya había comprado SIP, —resume todo calmadamente. Agita la cabeza como si el movimiento alejara los malos recuerdos—. Finalmente, lo… tiré al suelo, —dice.
Los ojos de Clark se abren totalmente y las cejas se levantan por la sorpresa—. ¿Lo tiro al piso? —Pregunta ladeándose hacia adelante.
— Mi padre es un exmilitar. Hyde… uhm… me tocó y sé cómo defenderme. —Miro a Anastasia con orgullo, y aunque trato de ocultarlo, sabe que estoy muy jodidamente orgulloso de ella por patear las pelotas de Hyde.
— Ya veo, —dice Clark recargándose en el sofá nuevamente, pestañeando aceleradamente. Sabe que Anastasia está diciendo la verdad.
— ¿Ha hablado con alguna de las asistentes de Hyde? —Pregunto afablemente.
— Sí, lo hemos hecho. Pero la verdad es que no hemos conseguido que hablen con nosotros. Todas dicen que fue un jefe ejemplar, a pesar que ninguna de ellas duró más de tres meses, —dice, sabiendo que hay algo sospechoso ahí. Si tiene la mitad de cerebro, debe figurárselo.
— Hemos tenido ese problema también, —murmuro casi ausente. Tanto Anastasia como Clark tienen la misma expresión de asombro en sus caras—. Mi jefe de seguridad entrevistó a las últimas cinco asistentes de Hyde, —explico.
— ¿Y por qué hizo eso? —Pregunta Clark acusatoriamente.
Lo miro con mirada implacable; firme ante su acusación—. Porque mi esposa trabajó para él, y ordené verificaciones de seguridad de todas las personas que trabajaban con ella, —enfatizo. Lo miro para decirle—, ¿tiene algún problema por eso? —Anastasia carraspea, disculpándose, sabiendo mis tendencias de control.
— Ya veo, —murmura Clark—. Creo que hay más de lo que encontramos a simple vista, señor Grey. Vamos a revisar con más detenimiento su apartamento mañana, así que quizá encontremos algo. Aunque, según los informes, no ha vivido allí por algún tiempo.
— ¿Ya lo han registrado? —Pregunto.
— Sí. Lo haremos de nuevo. A fondo esta vez, —declara.
— ¿Todavía o lo han acusado de tentativa de asesinato de Ros Bailey y mía? —Digo quedamente. Anastasia gira violentamente la cabeza hacia mí, oyendo esto por primera vez, sus ojos buscando mi cara, cuestionando, preocupada.
— Estamos esperando encontrar más evidencia en relación al sabotaje a su helicóptero, señor Grey. Necesitamos más que una huella parcial, y mientras Hyde esté en custodia, podemos armar el caso.
— ¿Es todo por lo que vino aquí? —Pregunto, ahora mi voz es acusatoria.
Clark se esponja como un puercoespín, pero mantiene la compostura—. Sí, señor Grey, ¿recuerda algo más acerca de esto? —Pregunta. ¡Maldito bastardo, tiene que preguntar en presencia de Anastasia!
Ella arruga las cejas, y su cara inquisidora busca la mía—. No. Se lo dije; esto no representa nada para mí, —contesto incapaz de esconder mi exasperación—. Y no veo porque no podíamos hacer esto por teléfono.
— Creo que se lo dije, prefiero hacerlo de primera mano. Y voy a visitar a una tía abuela quien vive en Portland… dos pájaros… un tiro, —contesta con su usual impasible cara, ignorando mi mal humor.
— Bien, hemos terminado, tengo trabajo que atender, —digo poniéndome de pie, efectivamente corriéndolo.
El detective Clark se levanta listo para salir—. Gracias por su tiempo, señora Grey, —dice cortésmente a Anastasia. Ella asiente en respuesta sin decir palabra—. Señor Grey —incapaz de decirme ninguna palabra amable, ¡no que me importe una mierda! Se va y cierro la puerta.
Anastasia se hunde en el sofá exhausta por el estrés de la entrevista.
— ¿Puedes creer a ese pendejo? —Exploto.
— ¿Clark?
— No. Ese cabrón, Hyde.
— No, no puedo.
— ¿Cuál es su jodido juego? —Siseo con los dientes apretados.
— No lo sé. ¿Piensas que Clark me creyó?
— Claro que sí. Sabe que Hyde es un jodido de mierda.
— Estás muy malhablador, —afirma Anastasia mirándome.
— ¿Malhablador? —Sonrío. Dejemos que mi esposa ponga todo en el mínimo común denominador. ¿Es eso siquiera una palabra?
— Lo es ahora, —dice muy segura de sí misma.
Sonrío ante su declaración, y me siento a su lado, jalándola a mis brazos—. No pienses en ese cabrón. Vamos a ver a tu papá, y trata de hablar sobre el traslado de mañana.
— Estaba terco en que quiere quedarse en Portland y no ser una molestia.
— Hablaré con él.
— Quiero viajar con él, —dice. Observo a Ana por un momento. Está decidida. De acuerdo, se lo permitiré. Es su papá, su único pariente cerca.
— De acuerdo, también iré. Sawyer y Taylor pueden llevar los coches. Le permitiré a Sawyer conducir tu R8 esta noche, —digo y es tan simple como eso.
* * * * *
No me lleva mucho tiempo convencer a Ray. Le digo que Ana está conduciendo de ida y vuelta a Portland para visitarlo, y es mucho más fácil tenerlo en Seatlle más que en Portland. Conociendo a su terca hija hace gestos—. Eso son tres horas de venida. No creo que quiera que todos los días conduzca para verme. —Dice.
— Tampoco quiero, Ray. Y tiene el pie pesado. No la quiero tendida a tu lado cuando ambos podemos tener paz de mente teniéndote en Seattle. Eso sería de hecho un favor para nosotros. Espero que no te importe. Odio pedirte este favor viendo que acabas de tener un accidente. ¿No te molestaría mucho el que el Northwest Hospital te atienda en Seattle?

Northwest Hospital - Seattle
¿Favor? Christian, estoy preocupado por mi terca hija haciendo ese viaje diariamente. Estaría actuando como ella, —dice. No es que permitiría a Ana conducir de ida y vuelta todos los días. Pero Ray no tiene por qué saber eso—. Ambos trabajan, —reflexiona sobre esta idea. Entonces sacude su cabeza habiendo tomado una decisión—. Iré —acepta en forma gruñona y reacia. Y eso es todo.
* * * * *
El martes Ray es revisado en el centro de rehabilitación del Northwest Hospital, mirando alrededor, verificando sus nuevos entornos una vez que ha sido trasladado por helicóptero sanitario. Anastasia quiere permanecer un poco más con Ray para asegurarse que ha sido adecuadamente instalado. Acepto a pesar que me habría gustado ir al trabajo con ella como normalmente lo hacemos. Irá tan pronto como hable con sus doctores. Estamos en nuestro hogar. La dejo en el hospital con Saywer, tengo muchísimo trabajo. Taylor me lleva directamente a GEH.
Andrea salta tan pronto como me ve entrar—. Buenos días, señor Grey. Bienvenido de regreso, señor, —tintinea y me sigue a mi oficina con su tablet y una pila de documentos. Trabaja con eficiencia—. Señor Grey, tenemos algunas reuniones pospuestas desde el viernes pasado en la tarde hasta ayer. Sam está con el equipo de ingeniería y lo están esperando en la sala de reuniones 3.
— Recuérdame la agenda nuevamente, Andrea, —digo mientras comienzo a dar un vistazo al contenido de los expedientes que puso frente a mí.
— Sí señor. Ya que la compra del astillero va a finalizar en pocos días, está programado para ir a Taipei. Nuestro equipo de ingeniería quiere que se familiarice completamente con la capacidad del astillero, lo que tiene que añadirse, cambiarse y como reacomodar a la fuerza de trabajo que estamos planeando. Delante de usted están las especificaciones existentes, la actual fuerza de trabajo clasificada por el tipo de trabajo y títulos, de los empleados requeridos. Walter también se reunirá con usted después que haya terminado con los ingenieros para discutir el lugar donde se enviarán los fondos para las mejoras y la fuerza de trabajo adicional así como el último pago a los taiwaneses. Se espera entregar los fondos después de la firma de los documentos en Taipei en dos semanas a lo sumo.
— De acuerdo. Vamos a ello, —digo mientras me levanto. Andrea y Taylor me siguen.
Cuando terminamos con las reuniones es casi la 1:00p. Ros, Sam, Walter y yo vamos a comer para discutir el viaje a Taipei, e ir sobre los acuerdos de la reunión. Quiero llamar y hablar con Anastasia, pero el haber faltado día y medio al trabajo ha cobrado su factura y deben ser repuestos. Han sido cerca de tres horas las que han pasado desde que vi a mi esposa, y ya la estoy extrañando. ¡Dios! ¿Cómo puedo estar apegado a otro ser humano tanto? Le envío un correo.
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De: Christian Grey
Asunto: Extrañándote
Fecha: 13 septiembre 2011, 13:57
Para: Anastasia Grey
Señora Grey:
He estado en la oficina por solamente tres horas, y ya te extraño.
Espero que Ray haya sido adecuadamente instalado en su nuevo cuarto. Mamá va a ir a verlo para revisarlo esta tarde. Te recogeré alrededor de las seis, y podemos ir y verlo antes de ir a casa. ¿Suena bien?
Tu amante marido
Christian Grey
CEO, Grey Enterprises Holdings, Inc.
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Su respuesta es corta, brusca y francamente incómoda. ¿Qué ha pasado en mi ausencia? ¿Está Ray bien? Ahora estoy preocupado. Si algo ha cambiado en la condición de Ray porque lo haya trasladado, nunca me lo perdonaré. Pero, no lo dijo. ¿Es acerca del trabajo? ¿Dijeron algo porque se fue?
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De: Anastasia Grey
Asunto: Extrañándote
Fecha: 13 septiembre 2011, 14:09
Para: Christian Grey
Claro
X
Anastasia Grey
Editora encargada, SIP
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Le contesto para entender. ¿Qué la está molestando?
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De: Christian Grey
Asunto: Extrañándote
Fecha: 13 septiembre 2011, 14:13
Para: Anastasia Grey
¿Estás bien?
Christian Grey
CEO, Grey Enterprises Holdings, Inc.
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Me está atemorizando. ¿Qué le ha pasado a la alegre esposa que dejé esta mañana en el hospital?
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De: Anastasia Grey
Asunto: Extrañándote
Fecha: 13 septiembre 2011, 14:16
Para: Christian Grey
Bien. Solo ocupada.
Nos vemos a las seis.
Anastasia Grey
Editora encargada, SIP
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Definitivamente algo está mal. Sin palabras cariñosas, ni saludos, ni salidas inteligentes, nada de su usual agudeza. ¿Qué le ha pasado a mi mujer en las pasadas pocas horas?
Llamo a Sawyer. Sí, señor Grey, —contesta.
— Sawyer, ¿está la señora Grey bien?
— Eso creo, señor. Aunque parece que haya visto a un fantasma más temprano.
— ¿Cuándo fue eso? ¿En el trabajo o en el hospital?
— Después del hospital. Estaba esperándola en la SUV. Había terminado de ver a su padre. La señora Grey se veía como si tuviera frío. Mucho frío, pero la temperatura estaba muy agradable. Su cara estaba grisácea. Se veía muy contrariada, inquieta, preocupada, señor.
— ¿La llevaste directamente a SIP?
— Sí, señor. Le pregunté qué adonde quería que la llevara al ver que no sentía bien. Dijo: SIP.
— ¿Estás seguro que no estaba enferma?
— No lo sé señor. Podría ser. No se veía bien. Pensando en ello, sentía frío cuando la temperatura era buena. Se veía un poco enferma. Pero se veía contrariada. No se lo podría decir con seguridad, señor.
— Gracias Sawyer. Vigílala. Si está enferma, llámame.
— Sí señor.
Dudo que esté enferma. Me habría dicho que no se sentía bien. Es algo más. Las seis no están lo suficientemente cercanas. Llamo a mi madre y le pregunto si tuvo oportunidad de ver a Ray. Me dice que a pesar de su cansancio, la condición de Ray está mejorando rápidamente. Así que, no es Ray. ¿Qué diablos ha pasado?
* * * * *
Taylor abre la puerta y Anastasia sube a la SUV tímidamente como una gacela atrapada por un león, ¿Qué o quién la está perturbando?
— Hola, —saludándola con cautela.
— Hola, —murmura con poco entusiasmo.
El corazón se me va a los pies. La preocupación se refleja en mi cara y estoy intranquilo por ella—. ¿Qué pasa? —Pregunto frunciendo el ceño. Mueve la cabeza mientras Taylor nos conduce al hospital.
— Nada, —contesta. ¿Cómo puede ser nada cuando su cara habla de que el mundo se está desmoronando?
— ¿Va bien en trabajo? —Intento.
— Sí. Bien. Gracias. —Sus palabras cortadas, sin emoción y al punto.
Gruño interiormente—. Ana, ¿qué pasa? —Pregunto en tono enérgico. Sé que algo está mal y sé que me está ocultando algo.
— Solo te he extrañado, es todo. Y he estado preocupada por Ray, —dice. ¡Oh! Estaba preocupada por su traslado. Podría ser. Me relajo un poco—. Ray está bien. Hablé con mamá esta tarde y está impresionada por su recuperación. —Tomo sus manos entre las mías. Están heladas—. Hey, tus manos están frías. ¿Comiste hoy? —Se ruboriza intensamente. Está preocupada por su papá, su rutina normal está desquiciada y no ha comido. Eso podría hacerla enfermar—. Ana, —la regaño completamente molesto. No pienso pedirle que recuerde comer sea mucho pedir.
— Comeré esta noche. Realmente no tuve tiempo. —Dame paciencia. Me frustra condenadamente. Es muy delgada. Muevo la cabeza con disgusto—. ¿Quieres añadir ‘alimentar a mi esposa’ en los deberes del equipo de seguridad?
— Lo siento. Comeré. Es que ha sido un día raro. Sabes, trasladando a papá y todo.
Ahí está de nuevo. Esa punzada de inquietud. Algo está terriblemente mal. No puedo poner mi dedo en eso. Presiono los labios en una delgada línea dura. Tengo que hablarle de mi inminente viaje a Taiwan. Quizá quiera ir conmigo. —Posiblemente tenga que ir a Taiwan, —digo.
— ¡Oh! ¿Cuándo?
— A fines de esta semana. Quizá la próxima.
— Bien. — Quiero que vayas conmigo. —Traga. Sé que va a decir ‘no’. Si incluso no fue a Nueva York conmigo, por supuesto que no querrá ir a Taiwan. ¿Qué hay de malo en preguntarle a mi esposa estar a mi lado cuando la quiero y la necesito?
— Christian, por favor. Tengo un trabajo. No tengamos esta discusión nuevamente.
Suspiro y hago pucheros. ¿Por qué no puede hacer esto por mí? Si estuviera haciendo algo por su trabajo y quisiera llevarme con ella, es mi deber como su esposo estar en sus brazos y apoyarla en su empeño. A veces, necesitaré que esté a mi lado, por aburrida que sea la actividad. ¿No entiende que la necesito? Pero me pone en un segundo plano por su trabajo. Pensé que podía proponerlo, digo tristemente. Su actitud brusca, su comportamiento y la preocupación detrás de sus ojos me hacen preguntarme por qué está de este humor. Me roe por dentro, preocupado.
— ¿Cuánto tiempo te vas? —Pregunta.
— No más de dos días. Me gustaría saber que te está molestando.
— Bueno, ahora que mi amado marido se va lejos…
Beso sus nudillos—. No me iré por mucho tiempo.
— Bueno, —dice sonriendo, pero no alcanza a sus ojos y la ligera preocupación permanece inquietante.
* * * * *
Ray está más animado, y me agradece cada pocos minutos—. No tienes nada que agradecer. Ana quiere verte diariamente, y de hecho me estás haciendo un favor al aceptar ser tratado en Seattle. Pero si realmente quieres agradecerme algo, lo puedes hacer aceptando ir en algún momento a Aspen para pescar conmigo.
— ¿Qué clase de pesca tienen allí?
— Lago, pesca en río. La pesca con mosca es muy popular.
— ¡No me digas! —Y ahora pasamos un buen tiempo hablando de pesca y los Mariners. Aún está débil, y se cansa después de poco tiempo. Es mejor que nos vayamos. Miro a Ana y asiente.
— Papito, nos vamos para dejarte dormir.
— Gracias, querida Ana. Me gusta que te dejes caer por aquí. Vi a tu mamá hoy, Christian. Fue muy tranquilizadora. Y es fan de los Mariners.
— Pero no es aficionada a la pesca, —digo irónicamente al levantarme para irnos.
— No conozco a muchas mujeres a quienes les guste, ¿eh? —Contesta sonriendo.
— Te veré mañana, ¿de acuerdo? —Dice Anastasia y lo besa. No dijo más de tres oraciones en todo el tiempo que estuvimos allí. Continuó mirando a la distancia. ¿Qué carajos pasa?
— Ven, —digo tomando su mano y frunciéndole el ceño. Me la recibe y abandonamos el hospital. El regreso a casa no es diferente del camino al hospital. Está ausente. 
— Señores Grey, la cena está servida, —anuncia Gail. Ha hecho pollo a la cazadora. Tomo la mano de Ana y la conduzco al comedor para cenar. Mi mirada está constantemente sobre ella. Y está completamente ignorante de que la estoy mirando. El tenedor en su mano, solo picotea la comida, con dificultad apenas comiendo cuatro pequeños bocados. No puedo esperar más. Ha estado de este humor desde la tarde, y la preocupación me está matando.
— ¡Diablos Ana! ¿Me dirás que está pasando? —Pregunto y empujo mi plato vacío, completamente exasperado. Me mira silenciosamente—. Por favor. Me estás volviendo loco, —suplico.
Traga. Puedo ver el pánico en sus ojos. Mi corazón se acelera ante su reacción. ¿Qué diablos le pasa a mi mujer?
Hace una profunda inspiración—. Estoy embarazada.
Por un momento, creo que dijo que está embarazada. Pero eso no puedo ser verdad. Simplemente no puede estar embarazada. Me congelo en la silla. Todos los colores desaparecen de mi cara. Solo quiero confirmar lo que oí—. ¿Qué? —Susurro la pregunta. A pesar que tengo miedo de oír la misma respuesta, debo saber.
— Estoy embarazada, —repite.
¿Está jodidamente embarazada? No entiendo como sucedió esto. Está poniéndose una inyección de control natal. Mi ceja se frunce incomprensible por su simple anuncio—. ¿Cómo?, —pregunto. La primera vez que le cedo el control a su control natal, ¡lo jode! ¿Al menos se puso la inyección? ¿Cómo carajos le concedí el control sobre esto cuando no puede siquiera recordar comer? Se atreve a verme con la mirada de: cómo-crees-qué-me-embaracé. Mi postura cambia inmediatamente ante su desfachatada mirada. Mis ojos se endurecen, volviéndose glaciales—. ¿Tu inyección? —Rujo. Su cara se pone blanca—. ¿Olvidaste la inyección? —Me mira quedándose sin palabras. ¡Olvidó su jodida inyección! No puedo creerlo. ¡Estoy jodidamente furioso! ¿Tiene que recordársele todo? Come Ana… cúbrete Ana… duerme Ana… no vayas de viaje con el cabrón de Hyde Ana… Lo único en que confié en ella, ¡una jodida inyección! ¡Y no lo hizo! Es mi maldito error por consentir darle el derecho de esa decisión!—. ¡Cristo, Ana! —Grito golpeando con los puños en la mesa, haciéndola saltar. Me levanto abruptamente, y la silla en la que estaba sentado tembló y se bamboleó, casi se cae, pero no me importa una mierda en este momento. Tienes una cosa, una cosa para recordar. ¡Mierda! No lo creo, carajo. ¿Cómo pudiste ser tan estúpida?
Se queda sin aliento ante mi comentario. ¡Sí, estúpida! Nunca hace lo que se le pide. ¡Nunca! Siempre hace lo que quiere sin mostrar la mínima jodida consideración sobre lo que yo pueda pensar, querer o sentir. ¡Esto es lo peor! ¡Joder! Baja la mirada a sus dedos—. Lo siento, —susurra. ¡Lamentarlo no lo remedia!
— ¿Lamentarlo? ¡Joder! ¿Es todo lo que tienes que decir?
— Sé que no es el momento apropiado
— ¡No apropiado! —Grito. Nos casamos… ¿qué?, hace tres minutos, y la conozco desde hace solo cinco minutos, y me golpea a pesar del hecho de que le conseguí la mejor doctora de Seattle, conseguirle una inyección que no tiene que tomar píldora cada día y lo único que tenía que hacer… ¡era ponerse una segunda inyección que estaba programada!—. ¡Nos conocemos desde hace cinco jodidos minutos. Te quería enseñar todo el maldito mundo y ahora…! ¡Joder! ¡Pañales, vómitos y mierda! —Cierro los ojos. Estoy tratando de tener control sobre mi creciente ira. Y tengo el ominoso sentimiento de que ya no tengo control sobre mi vida. Lo perdí. Me hizo perder el control. Está expandiendo su caótico comportamiento en todos los aspectos de mi vida. ¡No! ¡Tengo! ¡Control! Me estoy sofocando. ¡No puedo ser padre! ¡Simplemente no puedo! No soy bueno para mí mismo, ¿cómo puedo ser bueno para un bebé? ¡Espera! Fue agendada automáticamente para su siguiente inyección. ¿No podrían haberle hecho una llamada de cortesía para su inyección y revisión?, ¿trató de embarazarse? ¿Lo hizo a propósito?, ¿por qué lo haría sabiendo cómo podría sentirme? Todas estas jodidas emociones están nublando mi resbaladizo juicio—. ¿La olvidaste? Dime. ¿O hiciste eso a propósito? —Pregunto mientras mis ojos arden y la ira me prende como una bomba de hidrógeno, consumiendo todo a mi alrededor.
— No. —susurra.
— ¡Creí que teníamos un acuerdo sobre esto!, —grito.
— Lo sé. Lo teníamos. Lo siento. —Así qué, ¿solo lo olvidó? ¿Pasado por alto? ¿Ignorado? ¿Cómo puedes haber jodido nuestras vidas, Anastasia?—. Este el porqué. Esto es por lo que me gusta el control. Así, mierda como esta no viene y jode todo, —bramo.
— Christian, por favor no me grites, —mientras abre los grifos.
— ¡Joder! —¡Me estoy aterrorizando! ¡Esto es un error! ¡Es malo! ¡Muy, muy malo! ¡Soy un hombre jodido! ¿Cómo puede confiarse en mí para ser padre de una criatura? Apenas, apenas tengo tiempo para llevar una vida normal… Apenas sostengo a Ana entre mis brazos, he tenido cinco minutos con ella, ¡y ahora! ¡Un bebé! ¡La voy a perder por un bebé! Corro una mano por mi cabello, pero estoy listo para arrancarme la cabeza. Encuentro que estoy jalándome un mechón de cabello. ¡Si no me hubieran jodido antes, total y completamente jodido de por vida ahora, por cortesía de Anastasia!
— Sé que ninguno de nosotros está preparado para esto, pero creo que serás un magnífico padre, —dice entrecortadamente—. Lo resolveremos.
— ¡¿Cómo carajos lo sabes?! —Grito. No, aúllo—. ¡Dime cómo! —Me duele por la pérdida de mi esposa, la mujer que pensé que tendría para mí para varios años, y ahora, no será la misma para mí: no me amará, ni pasará tiempo conmigo, ni me cuidará, ni siquiera me abrazará como lo ha hecho hasta ahora. ¡Esto no es justo! ¡No he tenido esto antes, nunca! Nunca he sido apoyado, nunca había sido amado, nunca había sido el centro del universo en la vida de nadie. ¡Y ahora todo se habrá perdido! ¡Se ha ido! Y tendré la responsabilidad de otro ser humano, ¡un bebé! ¿Qué diablos sé sobre un bebé? ¡No soy apto para ser padre! La gente como yo no debería tener hijos. ¡Lo voy a joder, y no será solo mi vida esta vez! Quería aprender a tener una vida con mi mujer. La estoy perdiendo. No, ya la perdí… He perdido dos de las más importantes cosas de mi vida esta noche: mi esposa; su amor y atención y el control sobre mi vida. Estoy dolido, aterrado y petrificado. Las jodidas reglas caóticas de mi vida nuevamente. He regresado a mis cuatro años. Los demás me dicen lo que es bueno para mí. ¡Otros toman decisiones sin mi permiso o deseo, y lanzan los resultados sobre mí para lidiar con la mierda! ¿Qué carajos hago? ¿Cómo diablos regreso a mi vida? Estoy más asustado como jamás antes estuve en largo tiempo. Cada barrera que erigí cuidadosamente para protegerme aún de mí mismo algunas veces, ahora mi mundo está en ruinas. Estoy derrotado—. ¡A la mierda con esto! —Grito insolentemente, y levanto las manos. Estoy borrado, derrotado en mi propia vida por la persona que más amo. ¡Todos los castigos están a la vista aunque fue ella quién desnudó mi alma de todas las capas de protección que había erigido cuidadosamente y ahora las ha destrozado pieza por pieza debido a su descuido. Giro sobre mis talones, y miro hacia el vestíbulo. Agarro mi chaqueta y salgo por la puerta doble al vestíbulo, dando un portazo detrás de mí.
 No tengo donde ir. ¡Nadie con quién hablar! Nadie me entiende. ¡Nadie! Nadie sabe lo que mis miedos me hacen. Cómo me convierten en un bruto, una amenaza para mí y la sociedad. El ascensor desciende al vestíbulo del Escala. Me pongo la chaqueta y salgo a la calle iluminada. Oigo pasos rápidos pero silenciosos detrás de mí. Sin mirar atrás, sé que son de Taylor. Giro sobre mis talones y me detengo a hablar con él—. Ve a casa Taylor. Solo voy al consultorio de Flynn, —ordeno.
— Estoy seguro que no le importará que vaya con usted mientras el doctor Flynn llega, señor, —dice con mirada impávida, pero no puede ocultar la preocupación en sus ojos.
— ¡Quiero que alguien me obedezca, que esta noche alguien haga exactamente lo que digo! ¿Qué carajos no entiendes? ¿Tengo que despedir a mi jefe de seguridad esta noche? —Digo enfáticamente.
— Señor Grey, por favor. Permítame hacer el trabajo para el que me contrató.
— Vete a casa Taylor, —ordeno mirándolo intencionalmente. Me mira fijamente, asegurándose con la mirada si estoy en peligro por mí mismo. Puedo ver claramente eso en sus ojos. Habiendo tomado una decisión, sacude la cabeza.
— Lo veré en casa, señor, —dice, y se regresa. Sé que me estará monitoreando, pero quiero al menos tener la ilusión de que de alguna manera esta noche tengo alguna clase de control. Irradio tensión, temor. Estoy realmente atemorizado por mi futuro… ahora nuestro futuro. ¿Qué demonios haré?
Saco la BlackBerry y marco al doctor Flynn, estoy a pocas cuadras de su consultorio. Suena cinco veces antes que conteste su maldito teléfono. Hay muchos ruidos en el fondo—. ¿Christian? —me saluda en voz baja, tratando de no interrumpir los que están en el fondo.
— ¡John! ¡Necesito verte ahora! Estoy cerca de tu consultorio. ¿Cuán pronto puedes llegar?
— Lo siento Christian. Esta noche no puedo. Estoy en la escuela de mis hijos. No puedo irme en este momento. ¿Puede eso esperar hasta mañana?
Estoy híper-ventilando. ¡Esto no me ha pasado antes! Estoy helándome bajo la débil luz de un farol—. No, no puedo. ¡Es una emergencia!
— Solamente puedo hablar contigo pocos minutos, porque el turno de mis hijos está por iniciar, —dice y se disculpa con alguien por el ruido que hace. Baja más su voz—. ¿Qué pasa?
— ¡Todo! ¡Mi vida está totalmente jodida! ¡Anastasia está embarazada! ¡Aparentemente olvidó ponerse la inyección de Depo Provera para el control de la natalidad y ahora está embarazada! ­—Siseo.

— Felicidades a los dos, Christian. Esto puede parecerte algo malo, pero no lo es. Tiene la extraña habilidad de resolver las cosas, los problemas irresolubles. Mira, lograste tener una relación normal con Ana, ¿verdad? Son individuos inteligentes y capaces… —empieza.
— ¡John! ¿No entiendes? He perdido todo control y definitivamente voy a perder a mi esposa: porque pertenecerá al bebé. ¡No a mí! ¡Todo lo que he creado cuidadosamente para tener algo de salud mental, algo de tranquilidad y sentido del control se han desvanecido! ¡Ido! ¡Destruido!
Puedo oír a John suspirando al otro lado de la línea—. Christian, mira, tengo que irme, pero te veré mañana a primera hora. Es el turno de mis hijos en este momento. No pienses demasiado esta noche. Toma una respiración profunda, consigue un trago, relájate, y entonces regresa con tu mujer y hablaremos mañana, —dice y cuelga. ¡Me cuelga! ¡Esta noche no podría ser peor!
Comienzo a deambular por las calles. ¿Con quién hablo? No con mis padres. Dirían lo mismo que John. ¿Y Elliot? ¿Qué carajos podría saber sobre convertirse en padre? No ha embarazado a nadie… La verdad es: no tengo amigos, ni lugar adonde ir, y estoy en la desesperada necesidad de tener algunos minutos con alguien que me entienda. Estoy jodidamente enojado conmigo mismo por rendirme en esto, confiando a Anastasia el control natal. Nunca me he rendido ante una mujer en esto antes, ¿por qué lo hice con ella? Enojo, tensión, la exasperación corre por todo mi cuerpo lo suficiente para arrasar con todo en el vecindario. Estoy buscando algo que me resulte familiar. Algo que me pueda devolver a mi órbita. Estoy perdido. Doy vuelta en la esquina y me encuentro en la zona de tiendas del vecindario. El letrero luminoso de Esclava es como una señal, llamándome desde varias puertas abajo. Ahora las tiendas están cerradas, pero en tanto me acerco a Esclava, Elena sale por la puerta del salón y cierra tras ella con llave. Siente mi presencia desde varias puertas abajo y espera que me acerque.
No sé por qué estoy aquí, o como llegué aquí. ¿Es este el lugar para mí? No se siente como eso. Pero Elena me es familiar, la asocio con el control de mi vida. Pero aun así… no le puedo hablar sobre el embarazo de Anastasia. Pero necesito hablar con alguien; necesito ordenar mis pensamientos, juntar mis ideas. Tal cual está, mi vida es un desastre. La alfombra que pensé que estaba firme bajo mis pies me ha sido retirada, dejándome impotente, fuera de control y hecho un caos. Y ahora estoy cara a cara con mi mayor negocio no finiquitado. Pero tal vez viendo a Elena me haga sentir que no es la órbita a la que pertenezco. La mía está en casa. Pero esto algo que puedo terminar, finalizar. Puedo dejar algo resuelto tras de mí esta noche. Esto me dará algún sentido de control. Algún sentido de éxito, aunque de alguna forma pequeño.
— Christian, —me saluda, mirándome con cuidado.
— Elena, —gesticulo.
— Te ves molesto, —dice cuidadosamente—. No te he visto así en largo tiempo. Yo… hum, iba a un bar a la vuelta de la esquina para tomarme un trago tranquilamente. ¿Quieres acompañarme? —Pregunta. Muevo la cabeza. La caminata al bar es en silencio. Todavía estoy muy tenso, pero siento cierto sentido de inmoralidad en esto. Caos. Estoy contribuyendo a mi propio caos ahora. ¡Mierda!
Pido una mesa en lugar de sentarnos en la barra. Tomamos una mesa en una esquina. — Botella de Sancerre si tienes, —digo—. ¿Elena? —Pregunto.
— Tomaré Sancerre contigo, —dice sin dejar de verme a los ojos. El mesero se va.
— ¿Quieres hablar de ello?
— ¿De qué? —Siseo.
— De tu reciente manual adquirido para principiantes de cincuenta sombras oscuras. Está todo en tu cara… —Sacudo la cabeza. El mesero viene con la botella y dos copas. Escancia el vino y pregunta si necesitamos algo más. Lo despido—. Desde que viniste a Esclava y no a Escala, voy a ser atrevida y asumir que es sobre Anastasia, —dice. La miro y trago el vino, sirvo otra copa y tomo otro trago—. Tan malo, ¿eh? —Levanto la mira hacia Elena. Esta mujer me enseñó todo lo que sé sobre coger y controlar. Por años, ha sido la única amiga que tengo. No había nada bajo el sol de lo que no habláramos. Incluso hubo un tiempo que pensé que la amaba y que haría cualquier cosa por ella. Cualquier cosa que me pidiera hacer. Pero esto, está lejos de aquellos días. No siento nada de esa clase. Viéndola aquí solo enfatiza mi amor por Anastasia. Una Anastasia embarazada que me ha jodido, pero es a la Anastasia a la que amo.
— Anastasia quiere tener un bebé, —digo y suelto la copa nuevamente. Esto no es lo que Elena esperaba.
— ¿Eh? —Apuesto que estaba esperando que hubiera algún problema en el cuarto de juegos o que me estoy divorciando, o que me está dejando, pero puedo ver en la cara de Elena que esto la ha tomado por sorpresa. Toma un cuidadoso trago de vino y pone la copa en la mesa.
— ¿Y tú no quieres un bebé? —Pregunta cuidadosamente.
— ¡Mírame, Elena! Me has conocido la mayor parte de mi vida. ¿Crees que soy apto para ser padre? ¡Estoy jodido, soy hijo de una puta adicta al crack!
— Eres el mejor en el cuarto de juegos. ¿Paternidad? Ambos son muy jóvenes. ¿Cómo afectaría esto a tu lado dominante? —Pregunta.
— Lo sé, —murmuro.
— Probablemente algunas decisiones que recientemente has tomado no fueron en tu mejor beneficio, —murmura mientras toma casualmente un trago—. Seguramente eres mejor siendo dominante. ¡Eres el mejor! Eres el mejor cuando tomas el control, porque naciste para ser dominante. Por supuesto, —alargando sus palabras—, no hay nada erróneo en tratar otras curiosidades, —dice como si Anastasia fuera una curiosidad. Entorno los ojos. Ya extraño a Anastasia. Termino el vino. Me sirvo otra copa, y la dejo en la mesa. Mi mano está temblando, irradiando mi temor.
Elena chupa su labio inferior y lo muerde lentamente como queriendo seducirme. Su mano alcanza la mía para tocarme, y agarra mi temblorosa mano, automáticamente me estremezco y la arranco de su agarre. ¡No es para esto que estoy aquí con ella! Pero mi impulso nos conmociona a ambos. Nunca me había estremecido ante el tacto de Elena. Mi repulsión automática a ella y mi expresión facial a su avance muestran que no es bienvenida, deseada ni querida. ¿Qué diablos estoy haciendo aquí?— No, —siseo—. No estoy aquí para eso. ¡Amo a mi esposa! ¡No pienso en ti de esa manera, no más! De hecho, ¡no he pensado en ti de esa manera en años!
Elena está alterada—. Christian, lo siento. Te malinterpreté. No me habías rechazado antes. Este matrimonio te tiene nervioso. ¡Honestamente! ¿Cuándo te volviste puritano? Solo traté de tranquilizarte amistosamente y un apretón no significa que te quiero en mi cuarto de juegos… —dice nerviosamente tomando un trago de vino y poniendo la copa en la mesa.
Esta vez veo a Elena como lo que es. Anastasia está encinta. De mi hijo. Mi bebé. Y repentinamente veo al pequeño con Elena. Lo está abofeteando y luego besándolo y otra vez abofeteándolo. Está hincado en su oscuro cuarto de juegos, desnudo, y ella está ahí para coger… La bilis sube a mi garganta, y estoy disgustado. La imagen de mi propio hijo con ella… ¡No puedo hacerme a la idea! ¿De dónde vino esta imagen protectora de una persona que no existía esta mañana? Mis manos se encogen en puños. Los nudillos en blanco. Siento un momento de claridad. Una epifanía. Estoy realmente jodido otra vez. Dejé a mi esposa en casa, y aquí estoy tomando un trago con una mujer que Anastasia odia. Y como si fuera lo que sigue, mi teléfono vibra por un mensaje de texto:
*¿Dónde estás?*
No contesto. Necesito terminar este asunto. Devuelvo el teléfono a mi bolsillo. — Elena, —empiezo—. Esta es la última vez, la verdadera última vez que tú y yo nos vemos. No habrá otra ocasión. Este era nuestro negocio no terminado, y lo estamos terminando aquí ahora. Me voy con mi esposa después de esto. La amo más que a nada o nadie antes, o a toda la gente que haya amado junta. Es mi vida. Mi universo entero, —digo con la mirada fija en la suya.
Su mirada es impávida, impenetrable—. Lo sé. Puedo verlo en ti, Christian. No tengo malos deseos para ti o Anastasia. Además, tengo a Isaac que me hace muy feliz y tengo a Esclava que me tiene inmensamente ocupada. Pero extraño la amistad de tu madre. Desde tu cumpleaños, mi círculo social se ha reducido drásticamente. Cuando me retiró su amistad, también me quitó de su círculo social. Solíamos ser de los mismos círculos, sabes… —Entonces toma otro trago de vino—. Entiendo sus sentimientos, te ama, es tu madre. Aun así, extraño tu amistad. Lamento la pérdida. Y la última vez que estuvimos juntos, sabes, tú, Anastasia y… —mira su copa de vino suspirando—. Grace, fue de lo más espantoso, el peor momento de mi vida. No puedo regresarlo, pero entiendo que después de lo sucedido, es imposible recuperar lo que tenía con Grace o contigo por el asunto, sin que te ponga en problemas con tu esposa, —dice sonriendo.
— ¿Entiendes qué? No podemos tener lo que tuvimos, Elena, ni siquiera como amistad. Lo entiendo ahora, —murmuro—. Lo que hicimos, lo que tuvimos… estuvo mal. Es lo mejor separar nuestros caminos permanentemente, definitivamente. No te veré de nuevo, Elena. Jamás.
Toma su bolsa, y trata de sonreír mientras se levanta sobre sus temblorosos pies—. Entonces eso es un adiós, —dice.
— No Elena, es una despedida. Esta es la última vez que nos vemos o hablamos.
Mueve la cabeza con una sonrisa triste—. Adiós Christian. Buena suerte en todo, —dice mientras se da vuelta y sale.
No soporto estar cerca de ella, lo reconozco ahora. Terminar esto no se siente ni remotamente satisfactorio, porque soy miserable. Sin mi esposa, nada tiene sentido, ¡me siento como una mierda! Estoy perdido, un planeta sin sol, una vida sin alma. Hueco, vacío, sin propósito sin ella. Mi conducta fue deplorable. Miro ahora la botella vacía de vino. ¿Qué hago ahora? Esta noche quiero ahogar mis penas. Quiero olvidar lo despreciable que fui. Le pediré perdón mañana—. ¡Mesero! ¡Necesito una botella de borbón!

Alone – Celine Dion


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