Tuesday, September 8, 2015

Libro III - Capítulo XXII: CINCUENTA SOMBRAS DE GREY - CHRISTIAN Y ANASTASIA

Mi único talento radica en deshacer
el mal que me hace sufrir terriblemente
Arquíloco (7 º siglo aC)

CAPITULO XXII
  

Anastasia es tan cansada, que se queda dormida en la camioneta. La tengo rodeada con mi brazo protegiéndola. Mi hermano y Kate están en todo el camino a casa sin quitarse las manos de encima. Mia e Ethan se han quedo en la discoteca divirtiéndose más.  

—Despierta Ana— la agito suavemente cuando llegamos a la casa. Abre los ojos, pero todavía está con mucho sueño y se tambalea en la furgoneta con las piernas temblorosas. Mi hermano y Kate desaparecen tan rápido como pueden. Espero que no hayan dejado rastros de sus ropas camino a su habitación.

— ¿Quieres que te lleve? Le pregunto. Ella niega con la cabeza.

—Sr. Grey voy a ir a buscar a la señorita Grey y al Sr. Kavanagh— dice Taylor, yo asiento, y llevo a Ana a la puerta principal sosteniendo su mano. Medio dormida y medio mareada, ella se tropieza junto a mí. Me preocupa que mientras haga todo el camino hasta la puerta, se vaya a tropezar con sus tacones tan altos.  Me detengo y me agacho delante de ella, le sujeto el tobillo y le quito los zapatos. Entonces me enderezo y la miro sosteniendo sus Manolos en mi mano. Ella comienza a mover los dedos de sus pies tratando de relajarse.

— ¿Mejor?— Le pregunto en un tono divertido. Ella asiente con la cabeza.

—Tuve visiones encantadoras de estos tacones alrededor de mis oídos— murmuro, mirando hacia abajo a sus zapatos con aire taciturno. Pero ella está desgastada. Niego con la cabeza para despejar mis pensamientos lascivos. Suspiro y tomo su mano una vez más y la llevo a través de la casa a oscuras hasta nuestro dormitorio. — ¿Estás destrozada no?— le pregunto en voz baja. Ella asiente con la cabeza otra vez, demasiado cansada como para pronunciar una palabra.

Le desabrocho el cinturón de su gabardina.

— Yo lo haré— se las arregla para susurrar, tratando de alejarme débilmente.

—Déjame— le ordeno y le solicito.   Ella suspira, dándose por vencida.

— Es la altitud. No estás acostumbrada… y la bebida por supuesto— Le recuerdo. Vivimos en Seattle que está a nivel del mar y aquí estamos más o menos a unos ocho mil pies sobre el nivel del mar. No debí dejarla beber demasiado aunque fuese por la celebración de mi hermano y Kate.  La altura hace que el alcohol te afecte más rápido de lo habitual. Debí asegurarme de que tomara el doble de agua. Me siento culpable, porque ella no sabía como se iba a comportar su cuerpo por la altura, yo sí lo sé.  

Tomo su abrigo y lo tiro en una de las sillas. La tomo de la mano y la llevo al baño. Primero tengo que limpiar su cara. Ella está demasiado cansada para hacerlo.

—Siéntate— le digo y le apunto a la silla. Ella se sienta como una niña buena. Busco en su tocador, entre sus productos de bellaza. Estoy buscando un poco de algodón.  ¡Ah! ¡Allí está! Camino de vuelta a mi esposa;  está tan cansada que sus ojos están cerrados. Le inclino su cabeza hacia atrás y ella abre los ojos parpadeando.

— Ojos cerrados— le digo y le muestro el algodón. Ella se relaja y lo hace. Le limpio el maquillaje de sus ojos con suavidad. Me siento feliz de tener que ser el que cuide de sus necesidades, aunque sea algo pequeño. Ella está sentada sin hablar.  

—Ahí está la mujer con la que me casé— le digo después de quitar su maquillaje.  

— ¿No te gusta mi maquillaje? Me  pregunta.

—Me gusta mucho, pero prefiero lo que hay debajo— Le digo y beso su frente. Entonces agarro un par de pastillas de Advil y un vaso de agua y las coloco en sus manos. Ella lo mira y hace pucheros.
—Tómalas—  El alcohol combinado con la altura, pudiera darle un dolor de cabeza. Ella voltea los ojos, tal como esperaba, pero obedece.

—Bien. ¿Necesitas un momento privado?— Pregunto con arrogancia. Ella resopla burlonamente.

—Tan tímido señor Grey. Sí necesito hacer pis— me río con su respuesta. Ella va al grano como siempre.

— ¿Esperas que me vaya?

Se ríe en respuesta.  —¿Quieres quedarte?— Pregunta. Sí, realmente no me importa. No veo por qué debería estar avergonzada de hacer pis en mi presencia.  Hemos  hecho tantas mierdas que puedo pasar eso. Muevo mi cabeza a un lado con expresión divertida.  

—Eres un hijo de puta pervertido. Fuera. No quiero que me mires orinando. Eso es un paso demasiado lejos— me dice parándose y sacudiendo su mano para sacarme del baño. Ella está muy agotada, pero recibe una ráfaga de energía y patea a su marido fuera del baño. ¡Esta muy luchadora!

Me dirijo al armario para desligarme de mi ropa. Me pongo solo mi pantalón de pijama. Pocos minutos después Anastasia sale del baño. Aunque cansada, su mirada se detiene en mis pantalones mirando mi abdomen y luego baja a mi camino feliz. Está muy distraída mirándome.  

—¿Disfrutando de la vista? — pregunto con ironía.

—Siempre— dice sin vergüenza.

—Creo que estás un poco borracha señora Grey.

—Creo que, por primera vez, estoy de acuerdo con usted, señor Grey.

—Déjame ayudarte a salir de este poco vestido.  Realmente debe venir con una advertencia de seguridad— le recuerdo. Camino a su alrededor y deshago el único botón del cuello. Este vestido debió fabricarlo una viuda.

—Estabas muy enfadado— murmura. Sé de lo que está hablando. Enfadado... No es la palabra correcta, pero no voy a aclararlo.  Lleno de una rabia era lo que estaba al ver a otro hombre acariciar el trasero de mí mujer.

—Sí, lo estaba.

—¿Conmigo?—  Me cuestiona.

—No. No contigo— le digo besando su hombro. —Por primera vez— Ella sonríe reconociéndolo.

—Es un gran cambio— dice alegremente.

—Sí. Lo es— le digo mientras bajo su vestido y lo dejo caer a sus pies en el suelo. Le quito las bragas y ella está gloriosamente desnuda delante de mí. Le agarro la mano para ayudarla a salir de su vestido.
—Paso— le ordeno, y ella sale de su vestido mientras se aferra a mi mano para mantener el equilibrio. Agarro el vestido y las bragas y las tiro en la silla junto con el abrigo. Entonces agarro una de mis camisetas para ponérsela. —Sube los brazos— y cuando los levanta le pongo mi camiseta y la bajo hasta cubrirla. La abrazo y la beso. Su aliento a menta es intoxicante.  

—Por mucho que me encantaría enterrarme en usted, señora Grey,  ha bebido mucho y está a ocho mil pies de altura y no durmió bien la noche pasada. Ven. Métete a la cama— la pongo en la cama y la cubro con el edredón.  —Cierra tus ojos. Cuando vuelva a la cama, espero que estés dormida— le ordeno.

—No te vayas— me suplica.

—Tengo que hacer algunas llamadas Ana.

—Es sábado. Es tarde. Por favor— sigue suplicando y tengo sentimientos encontrados.  Si me meto en la cama con ella, dado el hecho de que no tengo sueño, y ella está exquisitamente desnuda… es demasiada tentación para un hombre como yo.  Me paso la mano por el pelo.

—Ana, si voy a la cama ahora, no vas a descansar. A dormir— le mando una vez más. Ella muestra su desagrado al cerrar los ojos y me besa suavemente en la frente.

—Buenas noches bebé— le digo. Hay una gran sonrisa en su rostro cuando salgo de la habitación.
                                                *****      *****
La primera llamada es para Welch.

—Habla Welch, saludos.
—¿Qué paso con las actualizaciones? Pregunto sin preámbulos.

—No hemos encontrado mucho en Detroit. No quiero enviar a alguien más para investigar. Preferiría hacerlo yo mismo, señor. Pero, ahora  no es  el mejor momento. Me gustaría atar los cabos sueltos aquí en primer lugar, si está de acuerdo, señor Grey.

—¿Qué está haciendo el hijo de puta desde la cárcel?

—Pidiendo libertad bajo fianza. Es demasiado listo…

—Has hablado con mis abogados, ¿no? Pregunto con mi ira en aumento.

—Sí señor. Están haciendo todos los intentos de bloquear su petición de libertad bajo fianza. Además, solo puede darse el lujo de una defensa pública. Pero no queremos tomar su petición a la ligera. Ha hecho mucho y nos gustaría mantenerlo en el agujero.

—¿Sabes qué le a dicho a la policía?

—Tienen la boca muy cerrada. He tratado de buscar información con mis contactos, pero dado que este es un caso de alto perfil, todos los culos están alineados y nadie quiere meter la pata. Estoy seguro de que van a hacer todo por el libro señor.

Dejo escapar un suspiro de exasperación.

—Así que será lento y exasperante entonces…— murmuro en voz baja.

—No estamos dependiendo del departamento de policía, nunca lo hemos hecho. Estamos con los ojos y oídos tan cerca de su celda como podemos.

—Mantenme actualizado. Estaremos de vuelta a la ciudad más tarde en el día— le recuerdo.

—Sí señor.

Entonces voy a través de mi trabajo con los e-mails. Hay una montaña de correos electrónicos y documentos de trabajo que necesitan mi firma u opinión. Aburrido como agua en una zanja. Pero voy a resolverlos para poder liberar mi tiempo y estar más con Ana. Me sumerjo en ellos y al cabo de unas pocas horas ya he finalizado. Cuando me voy a nuestro cuarto son las 3:00am. Busco un vaso con agua con gas bien fría, para cuando Ana se pare. Anastasia está acurrucada en posición fetal con la mano extendida sobre mi almohada como si quisiera tenerme en su sueño. Coloco el vaso en su mesa de noche y me deslizo en la cama y la volteo para pegarla completamente de mí. Pongo mis manos en su cintura y la atraigo hasta que toda su espalda y trasero están pegados de mi pecho y mi vientre. Meto mis piernas entre las de ella. Y sabiendo que está a salvo dentro de mi agarre, caigo en un sueño tranquilo. 
                                          
*****      *****

Estoy acogedor y cálido. Movimientos leves me despiertan. Siento su pelo haciéndome cosquillas en mi cara mientras ella se mueve, y mis piernas están enredadas con las de ella, como de costumbre.

—¿Qué pasa?—  Le pregunto medio atontado y con sueño.

—Nada. Buenos días— contesta en voz baja y pasa los dedos por mi cabello suavemente, inmediatamente me relaja.

—Sra. Grey, te ves hermosa esta mañana— le susurro y le doy un beso en la mejilla. Sus ojos se iluminan incandescentes.

—Gracias por cuidar de mí anoche— me dice agradecida.

—Me gusta cuidarte. Es lo que quiero hacer— le digo en voz baja. ¿No entiende que tengo que cuidar de ella? Quiero que ella me necesite. Su agradecimiento por cuidar de ella me exalta inesperadamente. Escondo mis sentimientos, pero mis ojos traicionan mi alegría. Me siento triunfante cuando logro lo que me he propuesto hacer. Entonces otra vez… lo hice. Mi meta principal en esta vida es cuidar de Anastasia y encuentro que es muy agradable.

—Me hiciste sentir querida— dice ella haciéndome respirar profundo.

—Eso es porque lo eres.

Le agarro la mano y ella se estremece. Alarmado inmediatamente la libero.

—¿Por el golpe?— Le pregunto con los ojos fríos recordando las manos del hijo de puta en ella. Me da una rabia, trato de ocultarlo, pero es evidente en mi voz.

—Le di una bofetada. No lo golpeé.

—¡Ese hijo de puta! ¡No puedo soportar que te tocara!

—Él  no  me hizo daño, solo fue  inapropiado. Christian estoy bien. Mi mano está un poco roja, eso es todo. Seguramente tú sabes lo que es eso— Dice sonriendo. Su comentario me distrae. Yo disfruto mucho el hormigueo de mis manos luego de dar un buen azote.

—Por que señora Grey estoy familiarizado con eso— Sonrío de placer. —Puedo reencontrarme con ese sentimiento si así lo deseas— Suelto mi anzuelo a ver si pesco algo.

—Oh, guarda tu mano inquieta señor Grey— dice acariciando suavemente mi cara con su mano lesionada. Sus dedos me tocan y me acarician. Agarra mi cabello y lo jala suavemente. Tomo su mano y le doy un beso en la palma. No. Hoy tampoco es mi día de pesca.

— ¿Por qué  no  me lo dijiste ayer por la noche?

—Uhm... Realmente no lo sentí ayer en la noche. Está bien ahora— A pesar de que le duele la mano, me siento orgulloso y un alivio inexplicable, sabiendo que golpeó al bastardo.

—¿Como te sientes?

—Mejor de lo que merezco.

—Ese es, absolutamente un buen brazo el que tiene allí señora Grey— le digo con orgullo.

—Harías bien en recordarlo  Sr. Grey.

—¿En serio?— le digo desafiándola. Me ruedo y me monto rápidamente encima de ella, empujándola con todo mi peso en el colchón. Agarro sus muñecas y las sostengo sobre su cabeza.  Estoy completamente excitado. Mi mirada se fija en ella. Quiero que se resista. El pensamiento de que luchemos en la cama, es un giro inesperado, que me excita.

—Me gustaría luchar cualquier día contigo señora Grey. De hecho someterte en mi cama es mi fantasía— le digo y le beso el cuello seductoramente.

—Creí que me sometías todo el tiempo— dice jadeando mientras mordisqueo su oreja y chupo el lóbulo.

—Hmmm... pero me gustaría un poco de resistencia— le susurro y paso mi nariz por su mandíbula. Ella se mueve debajo de mí. Me detengo inmediatamente y libero sus manos, luego se inclina hacia arriba en los codos.

—¿Quieres que me pelee contigo? ¿Aquí?— Me pregunta susurrando. Mi revelación la sorprende. Sí por favor. ¡Lucha contra mí! Despierta el depredador que llevo por dentro. Con apenas disimulado entusiasmo, asiento con la cabeza. Mis ojos están cautelosos, preocupado por su reacción.

—¿Ahora?— Pregunta. Me encojo de hombros. Estoy emocionado, encendido, cautivado y la idea de que ella se me resista me seduce al instante.  Asiento con la cabeza lentamente. Mi respiración es superficial. Mi erección está tan gruesa que se clava en su carne suave y tentadora.  


—¿Es esto lo que querías decir acerca de venir a la cama enojado?— Pregunta. Asiento con la cabeza una vez más; mis ojos están ansiosos y cautelosos. Sólo sé que someterla me haría tener el control absoluto durante el sexo, sacaría su cólera y eso es lo que necesitamos y lo que me encanta.  Pero su resistencia en la cama también reflejaría su comportamiento diario. Sería exasperante, seductora, tentadora. Es como conquistar lo inconquistable. Cuando ella le está dando vueltas en su cabeza a la idea, se muerde el labio.

—No te muerdas el labio— le advertí. Ella libera su labio, obedientemente.

—Creo que me tiene en desventaja, Sr. Grey— dice ella batiendo sus pestañas y se retuerce bajo mi polla provocativamente.

—¿En desventaja?— Pregunto sin entender lo que significa.

—Sin duda ya me tienes donde me quieres— Por supuesto... me presiono contra ella para que sienta de nuevo mi erección.

—Buen punto, bien hecho, señora Grey— le susurro y beso rápidamente sus labios. Pues bien, señora Grey, me puede obligar. La sostengo y me doy la vuelta para que ella quede a horcajadas sobre mí. Ella agarra mis manos y las sube a mi cabeza. Su cabello está suelto y cae en mechones castaños magníficos alrededor de su cara, sobre sus pechos y, finalmente, llegan a mi cara; ella lo mueve haciéndome cosquillas en el rostro. ¡La amo! Yo volteo mi cara de golpe, por su dulce asalto, pero dejo que comience el juego.

—Así que, ¿quieres jugar rudo?— Pregunta mientras  barre su entrepierna sobre la mía, me hace abrir la boca e inhalar con fuerza.

—¡Siiii!— Siseo y ella me libera.


—Espera— dice, y se inclina sobre la mesa auxiliar, toma el vaso de agua y bebe un largo trago. Mis dedos trazan sobre sus muslos dibujando pequeños círculos y por último aprieto sus nalgas. Ella se inclina para besarme, y con su lengua abre mi boca y vierte agua fría en ella. Trago complacido.

—Muy deliciosa, señora Grey— murmuro sonriendo.

Ella coloca el vaso en la mesita de noche y quitando mis manos de su trasero, la lleva hacia mi cabeza una vez más.

—¿Así que se supone que no debo estar dispuesta?— Me pregunta sonriendo.

—Sí.

—Yo no soy muy buena actriz— dice  dispuesta a estar debajo de mí. Sonrío con un gozo salaz.

—Prueba— murmuro.

Ella baja la cabeza mientras su cabello crea un velo ocultando su rostro; me besa y en voz baja, me habla.  —Está bien, voy a jugar—. Sin quitar los labios de mi cara, arrastra los dientes a lo largo de mi mandíbula, raspando mi mentón; su lengua me da varias lamidas creando una sensación de hormigueo. Puedo sentirlo por todo el camino hasta mi ingle. Mi respuesta es un sonido primitivo, depredador. Hago mis movimientos.

Esta criatura sexy, mi esposa está despertando todas mis sinapsis, junto con la hambrienta bestia climatizada que hay en mí y me hierve la sangre. Me muevo en mi lugar y giro arrojándola a un lado de la cama. Ella grita por la sorpresa, luego me muevo y me coloco encima de ella tratando de capturar sus manos. Ella las pone en mi pecho, primero lentamente y luego ejerce toda su fuerza tratando de apartarme. Mientras trata de separarme de ella, con una rodilla trato de separar sus piernas. Ella enfoca todo su esfuerzo en sus manos, empujándome; pero estoy firmemente plantado encima de ella. No me detiene su toque, de hecho lo estoy disfrutando muchísimo.

Intento capturar sus muñecas de nuevo, y esta vez, capturo una, pero ella trata de torcerla para salir de mi agarre. Es la mano adolorida. Pronto se rinde y con la otra mano ¡me jala el pelo con fuerza! Que me hace mover la cabeza a un lado. ¡Mierda!

—¡Ah!— me quejo por su  asalto, pero estoy completamente encendido, despierto y lujurioso. Sigo manteniendo su mano capturada. La miro con ojos licenciosos, apasionados.

—Salvaje… le susurro.
Está ferozmente encendida y está poniendo un esfuerzo real por detenerme. Lucha contra mí, tratando de sacar su mano y junta los tobillos como una yegua salvaje, para que yo no le abra las piernas con mis rodillas. ¡Cree que va a salir intacta! ¡Ese coño es mío y lo agarro porque quiero! ¡Estoy más allá que encendido! Agarro su otra mano a pesar de sus esfuerzos y la subo junto con la otra, para mantener las dos sujetas con mi mano izquierda. Con la mano derecha me paseo por su cuerpo, acariciando, tocando sus pezones en el camino.

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Ella grita mientras pellizco su pezón y su respiración se vuelve más pesada, hace otro intento por empujarme fuera de ella, pero es en vano.

Me inclino y trato de besarla, pero ella voltea su cabeza de lado a lado, así que no puedo capturar sus labios. Mi mano derecha descaradamente se mueve desde el borde de su camiseta hasta la barbilla y la mantengo en su lugar para correr mis dientes a lo largo de su mandíbula, reflejando su acción anterior.  

—Oh, nena pelea conmigo— me quejo. Lucha debajo de mí, haciendo el trabajo para yo recibir mi recompensa. Ella se tuerce y se retuerce, tratando de liberarse sin remedio. La tengo en un firme agarre, porque soy mucho más fuerte. Le chupo su labio inferior y de inmediato trato de meter mi lengua, invadiendo su boca, pero esta vez ella no se resiste. Me regresa el beso… más ardiente. Entonces desengancha sus tobillos y envuelve sus piernas alrededor de mis caderas y utiliza sus pies para bajar mi pijada por mi trasero.

—Ana…— respiro con deseo, completamente perdido en su magia y la beso por todas partes. Ya no estamos luchando, pero nuestras manos comienzan a acariciar, apretar, darnos placer; nuestras lenguas retorciéndose, chupando, lamiéndonos sensualmente entre sí.

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Estoy urgido por desnudarla.

—Desnúdate—murmuro con voz ronca y dificultad para respirar. La arrastro y le quito la camiseta en un movimiento rápido.

—Tú— susurra. Luego de un tirón desabrocha mi pantalón de pijama y mi erección salta libre, firme y gruesa con deseos de enterarme en lo más profundo. Ella la agarra y aprieta con fuerza en su mano. Siseo mi respiración a través de mis dientes apretados fuertemente mientras ella se hace cargo de mi pene y sube y baja lentamente.

—¡Joder!— Me quejo. Inclino mis caderas hacia atrás y levanto sus muslos empujándola más en la cama. Ella mantiene el dominio en mi pene, moviendo arriba y abajo con delicia, bombeando. Cuando su mano llega a la punta, levanta el pulgar y propaga toda la humedad acumulada alrededor de la corona, girando… y siento un hormigueo hasta los dedos de los pies. Ya he aguantado mucho sin follarla. La acomodo mejor en la cama mientras le acaricio las caderas, el vientre, sus pechos y ella mete su dedo pulgar en su boca saboreándome. —¿Sabe bien?— le pregunto, mientras alineo mi cuerpo sobre el de ella. Mis ojos ardiendo de deseo carnal por mi esposa.


—Sí. Toma— dice con una voz entrecortada y empuja el pulgar en mi boca. Soy muy malo y al chupar muerdo el respaldo. Ella gime y agarra mi cabeza y tira de mí hacia ella para darme un beso. Envuelve sus piernas alrededor de mí y empuja mi pijama con los pies hasta bajarla por mis piernas, luego se envuelve de nuevo en mis caderas. Mis labios se arrastran desde el otro lado de la mandíbula hasta la barbilla, mordisqueando suavemente.

—Eres tan hermosa— me quejo cuando meto mi cabeza en la base de su garganta—Esa piel tan hermosa— le respiro. Mis labios van hasta sus pechos acogedores.

—Christian— me llama como pidiendo un favor. ¿Quiere que vaya más rápido? Ella sigue con sus puños en mi pelo.

—Silencio— le susurro haciendo círculos en su pezón con mi lengua y luego chupo con fuerza.

—¡Ah!— Ella gime y se retuerce debajo de mí, subiendo su pelvis para encontrarse con mi pene. Sus intentos me hacen sonreír contra su piel, pero no voy a ceder. Vuelvo mi atención hacia su otro pezón.

—¿Impaciente, señora Grey? Pregunto, y luego chupo duro en su pezón, tirando con profundidad. Ella tira de mi pelo. Me quejo y levanto mi cabeza para mirarla. —Te voy a amarrar— digo con tono de advertencia.


—Tómame…— ella me pide necesitada.

—Todo a su tiempo— me quejo contra su piel. Mi mano se desplaza hasta la cadera lentamente, mi boca jugando con su pezón, lamiendo, arremolinando y chupando,  adorándola.  Ella gime en voz alta, su respiración es corta y profunda.  Mece sus caderas contra mí, tratando de tirar de mí. Mi pene está grueso, pesado y palpitante para ella, pero quiero tomarme mi tiempo. Quiero hacer el amor con mi esposa.

Pero, de repente, Anastasia cambia de tacto. Ella lucha y gira en mi contra, esta vez decidida a alejarme.

—¡Qué mierda! — le digo mientras agarro sus manos y las pongo a los lados de la cama, con todo mi peso sobre su cuerpo. Ella está como un animal salvaje y sin aliento.

—Querías resistencia— dice jadeando. Levanto mi cuerpo con sus manos aún atrapadas y la veo a todo lo largo, tratando de descifrar lo que quiere. Ella coloca sus talones en mi trasero y me empuja, pero no puede moverme.

—¿No quieres jugar limpio?— Le pregunto perplejo. Estoy encendido de la emoción.

—Yo sólo quiero que me hagas el amor, Christian— dice ella. ¿Qué demonios estaba haciendo? Pensé que estaba haciendo el amor con ella... bien podría añadir.

—Por favor— dice presionando sus talones contra mi trasero de nuevo. Trato de buscar en su cara una pista para entender exactamente lo que quiere. Ella quiere satisfacción ahora. Bueno, le daré eso. Libero sus manos y me siento sobre mis talones y la traigo hacia mi regazo.

—Está bien, señora Grey, vamos a hacer esto a su manera— le digo, y la levanto para bajarla lentamente sobre mi erección, por lo que ella está ahorcajadas.  

—¡Ah!— Dice completamente satisfecha. Coloca sus brazos alrededor de mi cuello y sus dedos retuercen mi cabello. Tiene una expresión de dicha en su cara y comienza a moverse. Está a cargo. No sé qué pensar acerca de eso. Me gusta estar a cargo en la cama. Me gusta estar a cargo en todo momento, pero sobre todo en la cama. Esto es único… Comienza a moverse lentamente primero, luego toma ritmo, caricias de terciopelo para mi pene en la entrada y en la salida. Es… simplemente delicioso. Gimo cuando siento la acumulación familiar en su sexo, sus músculos acariciándome, apretándome, tratando de tirar de mí más profundo y… —¡Ah!— Estoy en mi mejor momento; como que ambos llegaremos a nuestros picos al mismo tiempo. Mis labios encuentran los de ella y nos perdemos en un orgasmo intenso. 
*****      *****

No sé cómo, ni en qué momento caímos en la cama. Pero cuando mis sentidos están de vuelta, sus dedos están acariciando mi pecho. Mi mano está rítmicamente acariciando su espalda y los dos estamos todavía tratando de recuperar el aliento. Estoy perdido en mis pensamientos tratando de descifrar lo que acaba de suceder. Ella tomó el control en medio de nuestra relación y yo se lo entregué a ella. De buena manera, debo admitir. Pero esto nunca me había sucedido. No le he entregado el control a nadie desde que me volví un dominante. Sin embargo no me importa entregárselo a ella. Mis pensamientos son ambivalentes, entre contento y desconcertado.

—Estás muy callado— susurra y besa mi hombro. Volteo mi cabeza para mirarla.

—Eso fue divertido— le digo. Su rostro cambia. Se ve preocupada. —Usted me confunde, señora Grey.

— ¿Te confundo?— Pregunta.
Me muevo y volteo hacia ella, así que estamos cara a cara. —Sí. Tú. Teniendo la última palabra. Es diferente.

— ¿Diferente bueno o diferente malo?— Pregunta pasando un dedo por mis labios. Responde eso Grey. Honestamente yo todavía estoy tratando de averiguarlo. Surco mi frente para aclarar mis propios sentimientos. Beso su dedo distraídamente.

—Diferente bueno— le digo pero la sensación de ambivalencia todavía está oscilando en diferentes direcciones.

—¿Nunca habías complacido esta pequeña fantasía antes? Pregunta sonrojándose.   

—No, Anastasia. Tú me puedes tocar— le digo simplemente la verdad. Nadie más podía.

—La Sra. Robinson podía tocarte, murmura, entonces parece lamentar sacar a relucir su nombre en este momento. ¿A dónde diablos quiere llevar esta conversación con esa afirmación? No quiero a Elena en mi cama, incluso hipotéticamente. Ella me tocó sin mi permiso en ese entonces y a ella le importaba una mierda. Anastasia tiene mi permiso y mi ferviente deseo de que me toque.

—Eso fue diferente— le susurro.

Su rostro se transforma en curiosidad de nuevo. —¿Diferente bueno o diferente malo?— Pregunta.

Ella me mira expectante, con los ojos muy abiertos, tratando de conocer un poco más sobre mi coloreada vida sexual, queriendo averiguar mi pasado. Siento la punzada repentina de dolor. La duda pasa por mi mente momentáneamente. En ese momento, pensé que eso era lo que quería, porque era el único toque que podía tener. La manera en que lo podía tolerar.  Estaba ahogado en sentimientos reprimidos que no tenía la forma de liberar. Esa era la única manera de respirar, para liberar la rabia que tenía dentro de mí. No sé exactamente cómo era. Tal vez mala... Pero eso es todo lo que podía recibir, tolerar y la única manera de sentir.

—Mal, creo— le susurro.

—Pensé que te había gustado.

—Me gustó. En ese momento— Porque yo no sabía que lo que tengo con Anastasia sería posible. Ni siquiera me imaginaba la posibilidad de que esto podría pasar con alguna mujer. ¡Es que ni siquiera fantaseé con eso! La única manera de poder tener alguna conexión humana tangible era esa y así me las arreglé para sentir cualquier cosa. 

— ¿Ahora no?

La miro con ojos asustados. Niego con la cabeza. Eso... eso... no era nada comparado con lo que ahora tengo. Yo amo a Anastasia. Siento cosas por ella, cosas comprensibles. Ahora soy un hombre que ha experimentado todo.

—Oh, Christian— dice abrumada. Ella se lanza sobre mí y me besa la cara, la garganta, el pecho, cada una de mis cicatrices. Gimo profundamente apasionado y el amor estalla como si nada. La abrazo y la beso con amor puro, con intensidad y lujuria. Disfrutando de ella y entregándome a ella por completo. Nos sumergimos de nuevo en nuestra burbuja placentera a un ritmo pausado, con ternura, para hacer el amor con la única mujer que amo y que amaré. 

*****      *****

Después de tener nuestra mañana apasionada y luego de una ducha con Ana, me visto y voy hacia la cocina. Anastasia se ha quedado en el cuarto todavía vistiéndose.

— Buenas Christian…— murmura Mia Malhumorada. ¿Qué le pasa? ¿Está brava con Ethan? —Hola, buenos días Mia— le contesto, pero no voy a interrogarla. —Ethan— le digo saludándolo. 

—Buenos días Chrstian— responde muy alegre. La señora Bentley les ha puesto el desayuno a todos. Cuando saludo al resto de ellos me dirijo a la señora Bentley.

— ¿Sra. Bentley, está el Sr. Bentley afuera?— Pregunto.

—Buenos días Sr. Grey. Sí. Debe estar en el patio, señor.  

Gracias. Y, señora Bentley, me gustaría llevar a mi esposa a una caminata y un picnic. ¿Le importaría empacarnos un almuerzo para el aire libre? Le pregunto y hago mi camino hacia la salida. No vengo a Aspen muy a menudo. Como el dueño de la casa tengo que hablar con el Sr. Bently y saber si todo está bien por estos lados. El Sr. Bentley es un hombre rubio, delgado y musculoso, de ojos oscuros. Está vestido con sus pantalones de trabajo, y un t-shirt del Departamento de Bomberos de Aspen.

—¡Sr. Grey!— Siento que no pueda quedarse por mucho más tiempo, señor. Hemos tenido un clima muy agradable.

—Volveremos de nuevo. ¿Cómo ha estado todo por aquí?

—Muy bien señor.  Hemos  tenido varias grandes tormentas. De hecho la lluvia se ha llevado el viejo puente de hierro por todo el arroyo. ¡El río creció como nunca jamás se ha visto! Y el invierno parecía estar retrasando la primavera hasta finales de mayo. Por supuesto que me quedó una gran cantidad de arbustos y árboles por recoger, pero me gusta el trabajo de jardinería señor.   

—Usted y la señora Bentley han hecho un buen trabajo—  lo alabo y él sonríe amablemente.

—Gracias señor Grey, pero todavía tenemos que sembrar plantas perennes de verano. Como puede ver, el sitio donde van, está vacío. Hemos sembrado la mayoría, pero falta todavía. Pero el tiempo ha estado lluvioso y no queremos que las flores se inunden de agua. Las lluvias no parecían dejar este verano.

—Las montañas Ajax son hermosas en esta época del año.

—De hecho, lo son, pero por otra parte, son hermosas en cada época del año. Sólo que es un tipo diferente belleza, responde riendo.

Me doy cuenta que hay tirado un palo de bambú en la grama. Es un poco largo. Lo recojo del suelo y lo flexiono con mis manos. Se dobla por la tensión y se devuelve con fuerza. ¡Es como un bastón!

— ¿Cree que va a venir con su padre para la pesca de este año?

—Sí. Quisiera. Tal vez incluso pueda traer a mi suegro. El es un buen pescador— le digo. Sostengo de nuevo la caña de bambú y a continuación con el brazo extendido la azoto cortando el aire. Siento un júbilo al instante. He perdido el control de castigar. Aunque no voy a utilizarla en mi esposa. Eso está en mi pasado.

Corto de nuevo el aire con la vara, la cual emite un sonido como un silbido, por último cae en el suelo. No es como golpear las nalgas, con líneas de color rosa formándose, pero me recuerda la sensación.  Mi corazón se agita, pero me doy cuenta de que no es la misma emoción que sentí alguna vez. Entonces siento su mirada en la distancia. Ella me está mirando, de pie junto a la ventana. Me detengo, y trago. ¿Qué pensará de mí? Me siento como un alcohólico en recuperación atrapado bebiendo el vino de la cocina para recordar el sabor. Anastasia me ve y a continuación sale de la ventana. ¡Mierda! Seguro que va a querer hablar de esto.

*****      *****

Kate y Elliot quieren pasar tiempo a solas después de haberse comprometido.  Mia está molesta y yo no quiero compartir su estado de ánimo con nosotros. Ella y Ethan han estado dentro de casa. Si Mia se queda, no me llevaré a Ethan como una tercera rueda con nosotros. Quiero mostrar la belleza de mi mujer al aire libre de Aspen. La llevaré al camino de Río Grande porque es uno de los más accesibles y uno de los senderos más populares debido a la facilidad de la ruta. Anastasia no hace caminatas largas ni difíciles. La llevo siguiendo el antiguo sendero de Denver y por el lado Río Grande por donde pasaba antes el viejo tren.

Quiero mostrarle todo lo que me gusta hacer. El clima es moderado y el sol está brillando. Le muestro los puntos diferentes que me gustan de esta ruta. Al final de la caminata ella está muy cansada, así que nos detenemos para comer nuestro picnic.

La señora Bentley nos empaquetó una manta a cuadros rojos y blancos. La saco de la mochila de senderismo y la pongo sobre la verde hierba. Es un sitio exuberante con vista al río. La Altitud y la caminata tienen a Ana un poco pesada.


—¿Está muy cansada señora Grey?

— Lo estoy Sr. Grey— dice mientras se recuesta apoyándose con los codos.

— ¿Te ha gustado el paisaje hasta ahora?—  Le pregunto ansiosamente, inclinándome sobre mi vientre y apoyándome en los codos.  

— Christian es hermoso. Estar aquí solo nosotros, no hay cámaras que nos vigilen, nada de qué preocuparse…— dice y mi cara se cae.

—Sé  que hemos  tenido una semana difícil, pero espero que estas mini vacaciones, alejen de tu mente todas las preocupaciones de la casa— le digo con mis ojos muy abiertos sin pestañear.  

Ella se levanta en sus rodillas y se inclina hacia mí, sosteniendo mi rostro en sus manos.

—Esto— dice gesticulando con una mano, —esto es maravilloso. Lo que hiciste al traer a mis amigos aquí, en tan poco tiempo. Me faltan las palabras Christian. ¡Está más allá de lo atento! ¡Eres un maravilloso marido! ¡Mío!— Dice y se inclina para besarme.  

Cuando nuestros labios se tocan, el fuego se inflama dentro de mí y yo me levanto para atraer su cuerpo entre mis brazos. Ruedo con ella sobre mi espalda montándola encima de mí. Nuestro beso se hace más grande y más apasionado, pero interrumpido por el ruido de unos niños excursionistas cerca.

—Compórtate, señora Grey— me burlo para advertirle y ella se ríe. Comenzamos a sacar nuestro almuerzo y comemos animadamente.

El resto del día pasa rápido, las pequeñas vacaciones se terminan. Estamos de regreso a Seattle, de vuelta a la realidad.  
Stephan prendió el signo de abrocharse el cinturón y estamos a punto de aterrizar. Anastasia está dormida.

—Hey, dormilona. Despiértate. Ya vamos a aterrizar. El cinturón de seguridad— le susurro.

Medio dormida, ella hurga buscando el cinturón sin poder abrochar la hebilla. Le sonrío y la fijo. Le beso la frente y ella se recuesta de nuevo en mi hombro. Me siento satisfecho de saber que ella me necesita aún en las cosas más simples. Cada pasajero está tranquilo en el avión incluyendo a mi hermana. Agarro mi contrato de negocio y empiezo a leer y seguir anotando. Elliot está casi roncando y siento a Ana que abre los ojos y me mira, mi hermano de alguna manera se despierta.

— Me encanta tu rubor Ana— dice Elliot bromeando con Ana; luego bosteza y se estira. La Oficial Beighley anuncia nuestro aterrizaje por el intercomunicador y Anastasia me aprieta con fuerza.  Sostengo su mano, frotando círculos suaves en el interior sus palmas y la calmo con suaves murmullos.

Una vez que salimos del avión, nos encontramos con Ryan que nos espera con el Audi SUV. Él abre la puerta del pasajero para nosotros. Dejo que Anastasia se deslice, entonces me siento a su lado. Ryan cierra la puerta y se sienta en la parte delantera con Taylor.

—¿Cómo estuvo tu fin de semana, señora Grey? Pregunto.

—Bien, gracias— responde sonrojándose y tímida.

—Podemos ir en cualquier momento. Llevar a quien desees.

—Deberíamos llevar a Ray. Le gusta la pesca.

—Esa es una buena idea— le respondo. Ya se lo he mencionado al Sr. Bentley antes.

—¿Y cómo estuvo para ti?

—Bien. Realmente bien—  le respondo. Me sentí relajado y lejos del estrés de lo sucedido. No me tuve que preocupar por su seguridad, porque estaba con ella.

—Pareció que te relajabas— me dice. Me encojo de hombros.

— Sabía que estabas segura.

Ella frunce el ceño ante mi respuesta. —Christian, estoy segura la mayoría del tiempo. Te lo he dicho antes, colapsarás a los cuarenta si sigues con ese nivel de ansiedad. Y quiero envejecer contigo— Me dice con fervor y agarra mi mano. En mis votos dije que la cuidaría y que la haría feliz. Ese es el trabajo de un marido. Yo levanto su mano y beso sus nudillos.

—¿Cómo está tu mano?

—Está mejor, gracias.

—Muy bien, señora Grey. ¿Está lista para hacerle frente a Gia otra vez?— Ella voltea los ojos.

— Podría querer mantenerte lejos, mantenerte seguro— dice sonriendo.

—¿Protegiéndome?— Le pregunto sonriendo. Mi esposa puede ser una felina cuando alguna mujer se me acerca y no le gusta.

—Como siempre Sr. Grey. De todas las depredadoras sexuales— susurra.  


*****      *****

— La señorita Matteo está aquí señor— Taylor nos anuncia y Anastasia toma una respiración profunda, se endereza y se pone de pie en sus tacones de aguja, con un toque de gracia.

Gia Matteo aparece en la entrada con una sonrisa crujiente, pero nerviosa.

—Buenas tardes señora Grey— dice y sacude la mano de Ana primeramente. Mi mujer anda con su rostro impasible que ha aprendido de mí.

—Sr. Grey— dice educadamente y me estrecha la mano.

—Gia— Le contesto.

— Les he traído los planes actualizados. Estoy esperando por el diseño, dice ella con nerviosismo.

—¿Quieres algo de beber Gia?— Anastasia le pregunta y coloca una copa más en la mesa.

— Tomaré lo que estén tomando, señora Grey— Responde casi sumisa. Ana asiente con la cabeza y se dirige a la nevera. Agarra la botella de vino y vierte en la copa. Gia está distante de mí y espera a que Ana vuelva a la zona del comedor.

Cuando le pasa la copa a Gia Ana le dice —Te vi en Aspen hablando con Elliot ayer— La expresión de Gia cambia como en shock.

—Oh... yo... ¿Qué? ¿Cómo? ¿Estaban en la ciudad?

—Sí, todos estábamos. Tomando unas mini vacaciones y también celebrando que Elliot y Kate, se comprometieron— suelta Anastasia la noticia deliberadamente, tomando un sorbo de vino y viendo la reacción de mía en sus ojos.

—Comprometido... ¿de verdad?— Gia dice y traga, tratando de ocultar su sorpresa.

—Sin duda, debes haber oído hablar de su novia Katherine Kavanagh. Se va a casar con mi mejor amiga.

—Sí, él mencionó que estaba en la ciudad con su novia, pero  no  dijo nada sobre el compromiso.

—Bueno,  no lo podía  decir. No había hecho la pregunta aún. Estaba comprando el anillo.  

—Ah… No lo dijo. Me encontré con él en la calle. Yo estaba allí para trabajar mejor en los planos de su vivienda. Tengo una cabaña en Aspen— dice en un suspiro acompañado con una sonrisa frágil.

Dejo a Anastasia que proteja a su amiga. Niego con la cabeza imperceptiblemente, tratando de ocultar mi sonrisa cuando veo a mi mujer hacerse cargo de Gia  Matteo.

Gia muestra los cambios  que hemos  solicitado y resultaron ser muy agradables.

—¿Ana?— Le pregunto a mi esposa.

—Me gustan— dice sonriendo.  Sostengo la mano de mi esposa, acercándola más a mí. Gia aparta su mirada nerviosa.

—Me alegro— responde ella.

— Le voy a informar a Elliot, y creo que él puede comenzar a desalojar la casa y la remodelación en la próxima semana. ¿Estás completamente satisfecha bebé?— Pregunto.

—Sí, Christian, me encanta. Es todo lo que quiero— dice dándome una sonrisa tranquilizadora.

— Señorita Mateo, su jefe, la señora Grey, aprueba sus remodelaciones. Envíele los planos a Elliot— digo todavía sonriendo y mirando a Ana.

—¡Genial!— dice Gia con entusiasmo. Se pasa la mano por el cabello llevándolo hacia atrás con sus uñas bien cuidadas.  —Entonces, voy a preparar todo y enviarlos a Elliot. Buenas noches señora Grey— dice y sacude la mano de Ana. —Buenas noches señor Grey— dice y me estrecha la mano. Taylor ya está de pie junto a la puerta para acompañar a Gia.

*****      *****

El día, así como nuestras mini vacaciones ha terminado. Me pongo mis pantalones de pijama y me estoy lavando los dientes. Oigo a Ana riéndose en la cama, pero cuando entro su mirada está perdida mirando hacia el horizonte la ciudad de Seattle. Parece perdida en sus pensamientos.

—¿Todo bien?— Le pregunto cuando me subo a la cama.

—No tengo ganas de volver a la realidad— murmura.

—¿No?— Pregunto y ella me responde negando con la cabeza. Acaricia suavemente mi cara con sus dedos — Tuve un fin de semana maravilloso. Gracias.

Su divulgación me hace sonreír. —Tú eres mi realidad Ana— me quejo y la beso.

—¿Lo extrañas?— Pregunta. 

— ¿Extrañar qué? Le pregunto confundido.

— Sabes. Los castigos con los látigos… y eso— susurra avergonzada.

¡Oh, mierda! Ella ha estado pensando en ello desde esta tarde. Me preguntaba cuándo lo preguntaría. Me quedo mirándola, ¿Qué esta tratando de averiguar? Ella me miró con la caña de bambú ¡Mierda! Va a creer que necesito a alguien para hacer esa mierda.

—No Anastasia, ya no— Le contesto con firmeza y seguridad. Acaricio su mejilla. —El Dr. Flynn me dijo algo cuando te fuiste, algo que se quedó conmigo. Me dijo que yo no podía ser de esa manera si tú no estabas dispuesta. Fue una revelación— Frunzo el ceño. Esa era la manera que tenía de expresarme físicamente, un método para una satisfacción sexual. —No sabía de otra manera Ana. Ahora lo sé. Ha sido educativo— le digo.  

— ¿Yo, educarte a ti? Dice con desdén. Pero tiene que haber una razón por la que está preguntando esto. ¿Le estoy negando algo que desea? Tengo que averiguarlo. Mi mirada se suaviza.

—¿Lo extrañas?— Pregunto con suavidad. 

— No quiero que me lastimes, pero me gusta jugar Christian. Tú lo sabes. Si quieres hacer algo…— dice encogiéndose de hombros mirándome. ¡Vamos, Ana! ¿Algo? ¿Qué es ese algo?

—¿Algo? Pregunto apenas conteniéndome.

—Ya sabes, con el flagelador o tu fusta…— dice sonrojándose. Levanto mis cejas con sorpresa, y lamo mis labios con la punta de la lengua.

—Bueno... ya veremos. En este momento, me gustaría un poco del buen y anticuado vainilla— le digo, y corro el pulgar por el labio inferior y beso a mi esposa profundamente y me sumerjo en ella.

Siente el momento-. Pitbull & Christina Aguilera


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De: Anastasia Grey
Asunto: Buenos días
Fecha: 29 de agosto 2011 09:13
Para: Christian Grey
Sr. Grey 
Sólo quería decirte que te amo.
Eso es todo.
Siempre tuya.
A x 
Anastasia Grey
Puesta Editor, SIP
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De: Christian Grey
Asunto: Expulsando la tristeza del lunes
Fecha: 29 de agosto 2011 09:17
Para: Anastasia Grey
Señora Grey 
Qué palabras tan gratificantes para escuchar de la esposa de uno (errante o no)  un lunes por la mañana. Le aseguro que me siento de la misma manera. Perdón por lo de la cena de esta noche. Espero que no sea demasiado aburrida para ti.
X 
Christian Grey
CEO, Grey Enterprises Holdings Inc.
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De: Anastasia Grey
Asunto: Barcos que pasan en la noche
Fecha: 29 de agosto 2011 09:25
Para: Christian Grey
Sr. Grey 
Estoy seguro de que usted puede pensar en una manera de darle vida a la cena...
Suya anticipadamente.
Señora G. x Anastasia (no errante) Grey
Coordinadora Editorial, SIP
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De: Christian Grey
Asunto: La variedad es la especie de la vida
Fecha: 29 de agosto 2011 09:34
Para: Anastasia Grey
Señora Grey 
Tengo algunas ideas…
X 
Christian Grey
CEO, Grey Enterprises Holdings Ahora Impaciente por la cena AACB Inc.
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De: Christian Grey
Asunto: Ayer por la noche
Fecha: 30 de agosto 2011 09:23
Para: Anastasia Grey
Fue divertido. ¿Quién hubiera creído que la cena anual de AACB podría ser tan estimulante?
Como siempre, nunca decepciona, señora Grey.
Te amo.
 X

Christian Grey
Pasmado CEO, Grey Empresas Holdings Inc.
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De: Anastasia Grey
Asunto: Me encanta un buen juego de pelota...
Fecha: 30 de agosto 2011 09:32
Para: Christian Grey
Estimado Sr. Grey 
He echado de menos las bolas de plata.
Nunca decepcionas.
Eso es todo.
Señora G.
X 
Anastasia Grey
Coordinadora Editorial SIP
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La jornada de trabajo está por terminar. Mi intercomunicador zumba.

—Sr. Grey el Sr. Welch está en línea para un mensaje urgente— dice Andrea.

— Pásalo.

—Sr. Grey, tengo noticias para usted.

— Te estoy escuchando.

—El abogado de Hyde ha interpuesto varias solicitudes para una fianza, pero sus abogados me informaron que sus esfuerzos han sido infructuosos. Aún está en prisión preventiva— dice Welch. Dejo escapar el aliento que no sabía que tenía contenido.  

—Me alegra saber que el hijo de puta sigue tras las rejas. ¿Cómo pueden pensar que merece ser libre, o que hay una fianza para casos como estos?

—Bueno, la detención preventiva se diferencia de la detención fija, hasta que lo acusen. Por los momentos, él es inocente hasta que se pruebe su culpabilidad ante los ojos de la ley.

—¡Excepto que  no es  inocente! Allanamiento de morada, intento de secuestro, intento de asesinato... ¿Qué más se necesita?

—No podría  estar más de acuerdo con usted, señor. Pero, su abogado sostiene que la detención sin juicio viola el Estado de Derecho. Él está trayendo a colación el hecho de que Hyde provenía de un ambiente en desventaja, pero aceptó el reto y se graduó en Princeton; una hazaña que muy poca gente logra si vienen de dinero o no, y él era un Editor respetable, hasta que fue despedido. Sus antecedentes penales están sellados y no se pueden utilizar con él. Sabemos de su reputación, sin embargo no hay nadie que pueda decir algo malo de él. Esos elementos están a su favor. Pero sus abogados han logrado bloquear todo intento de sacarlo de la cárcel.

— Esto está mucho mejor, para eso es que les pago.

—Sí, esa es la buena noticia. Ha sido acusado de intento de secuestro y del incendio, señor.

—¿Eso es todo? ¿Tiene defensa pública?

—Sí, señor, eso es todo. Y él está utilizando defensa pública. Pero, Hyde es un chico listo, yo no quiero que nos sorprendan. Tengo ojos y oídos dentro de la cárcel y me enteraré de cualquier cosa. Aparentemente presentarán el recurso de Hábeas Corpus.  

—¿Qué? ¿Cómo puede hacer eso? ¿Cómo pueden permitirle hacer eso? ¿Está tratando de decir que su detención carece de causa o prueba suficiente?

—Bueno, en términos simples, sí. Eso es lo que está tratando de decir. Él afirma rotundamente su inocencia, y que él fue la víctima— dice Welch, y maldigo mi epitafio en voz baja. ¡Cabrón!

—¿Qué pasa con los cómplices?

— No suelta palabra. Si dice algo, se estaría incriminando y como le dije es muy inteligente. Mucho silencio al respecto.

—Bueno, ¿Pero no ha presentado la petición todavía?

— ¿De Habeas corpus? No, todavía no, señor. Y hasta ahora, él está en prisión preventiva bajo custodia. Cuando eso suceda sus abogados intervendrán para anular esa solicitud.

— ¡Que ni se les ocurra permitirlo! Lo quiero en la cárcel de forma permanente ¿Entiendes? Cualquier intento que haga por salir, me avisan de inmediato.

—Es evidente, señor— dice Welch, y cuelgo. Tomo una respiración profunda y escribo un e-mail a Anastasia.
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De: Christian Grey
Asunto: Hyde
Fecha: 01 de septiembre 2011 15: 24
Para: Anastasia Grey

Anastasia 
Para tu información, a Hyde se le ha negado la libertad bajo fianza y está en prisión preventiva. Está acusado de intento de secuestro y del incendio. Hasta el momento no se ha fijado fecha para el juicio.

Christian Grey
CEO, Grey Empresas Holdings Inc.
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De: Anastasia Grey
Asunto: Hyde
Fecha: 01 de septiembre 2011 15:52
Para: Christian Grey

Esas son buenas noticias.
¿Significa esto que vas a aligerar la seguridad?
Realmente no me pongo de acuerdo con Prescott.
Ana x

Anastasia Grey
Coordinadora Editorial, SIP
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¡Oh, Anastasia! Usted será la muerte para mí. No puedo aligerar la seguridad mientras el hijo de puta está haciendo artimañas para salir de la cárcel, y no tenemos ni idea de quiénes son sus cómplices. ¡No puedo correr el riesgo de su seguridad! Si no le gusta Prescott, la cambio. Honestamente, Ana parece una niñita a veces.
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De: Christian Grey
Asunto: Hyde
Fecha: 01 de septiembre 2011 15:58
Para: Anastasia Grey

No, la Seguridad se mantendrá en su lugar. Sin discusión.
¿Qué hay de malo con Prescott? Si no te gusta ella, la reemplazaremos.

Christian Grey
CEO, Grey Enterprises Holdings Inc.

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De: Anastasia Grey
Asunto: ¡Tranquilo!
Fecha: 01 de septiembre 2011 16:02
Para: Christian Grey

Solo preguntaba (pongo los ojos en blanco)  Y pensaré lo de Prescott.
¡Calma tu mano inquieta!
Ana x

Anastasia Grey
Coordinadora Editorial, SIP
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De: Christian Grey
Asunto: No me tientes.
Fecha: 01 de septiembre 2011 16:10
Para: Anastasia Grey

Le puedo asegurar señora Grey, que mi cabello está firmemente agarrado. ¿No ha sido eso demostrado a menudo por su buena persona? Mi mano sin embargo está inquietándose.
Puede que tenga que hacer algo al respecto esta noche.
X

Christian Grey
CEO, No calvo aún, de Grey Enterprises  Holdings Inc.
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De: Anastasia Grey
Asunto: Retorciéndome
Fecha: 01 de septiembre 2011 16:19
Para: Christian Grey

Promesas, promesas...
Ahora deja de molestarme. Estoy tratando de trabajar. Tengo una reunión improvisada con un autor. Trataré de no distraerme con pensamientos sobre ti durante la reunión.

A x

Anastasia Grey
Coordinadora  Editorial, SIP
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Señora Grey, creo  que ha  estado anhelando mi azote. Esta noche entonces... ¡no puedo esperar!


*****      *****

Sería bueno en cualquier caso, satisfacer algún día cara a cara el camino hacia el infierno. Me recorre un oleaje de sentimientos.

Langston Hughes


El hombre entra en el restaurante con pasos seguros. Es lujoso, exclusivo y está lleno. La anfitriona inmediatamente corre hacia el hombre de pelo oscuro con penetrantes ojos azules vestido con un costoso traje elegante Brioni; es de alta estatura.

—¿En qué puedo ayudarle señor? dice la camarera tartamudeando. El hombre se le nota que tiene control y mando.   Ella traga y levanta su mirada hacia él —¿tiene alguna reserva? ¿Busca a alguien?

— He quedado con alguien aquí, dice el hombre con una profunda voz de barítono. —Mi socio ya está aquí.

— Perfecto señor. Si me da el nombre, con mucho gusto podría llevarla hasta…  ¿Ella?—
Eso salió mal. No debió haber hecho esa pregunta. El hombre está molesto. Se nota muy depredador, listo para saltar, su mirada se fija en ella. Mirándola como si estuviera perdiendo el tiempo. Esto nunca le sucedió antes. Ella es una chica hermosa, algunos podrían llamarla un golpe de gracia. Casi todos los clientes le echan un segundo vistazo. Pero este hombre es como un león vestido con un traje caro. Él es seductor, pero su mirada infunde miedo en ella inmediatamente. Ella baja los ojos, incapaz de mirar. ¿Por qué es tan difícil de mirar directamente a sus ojos? Parece como si estuviera hablando con ella con sus ojos. Ella parpadea y evita mirarle.

— Sé exactamente dónde está y quién es. Lo encontraré.

—Como usted quiera, señor, responde en voz baja.

Levanta la intensidad de la mirada de ella, y se va hacia una habitación privada reservada para los VIP. No toca la puerta. Entra. Y el hombre que lo espera está vestido con traje de alta costura de Armani, color negro, sofisticado a juego con la camisa y corbata negra, se pone de pie, seguro de sí mismo. Tienen gustos similares y muy singulares. Están en su armadura psicológica. Tienen la necesidad física de ser así. El hombre de traje Brioni se está reuniendo con el otro subrepticiamente. Él es un abogado consumado, con record invicto, siempre sirviendo a ricos y culpables. Él le ha servido en el pasado muy bien. Para cubrir huellas, para mantener su nombre a salvo y sin ninguna tachadura. El abogado consumado sabe que debajo de ese traje de Armani, mocasines John Lobb, mirada poderosa, dominante y rico, sigue siendo un matón. Pero él no lo desprecia. Es una herramienta para un fin. Afortunadamente, él no tiene ese tipo de necesidad, pero por otra parte, nunca se pondría un traje de diseñador de vitrina. De hecho le gusta gastar dinero en su ropa por encargo. No le gusta la conformidad.  

—Sr. Lincoln, buenas— el hombre le extiende la mano, pero lo interrumpe.

—Sin nombres aquí, me puedes decir señor Albert—dice con una voz inconfundible, autoritaria e imperiosa.

—Encantado de verlo señor—  dice Albert torpemente.

— Siéntate— Lincoln le ordena enfatizando la S  y Albert, un hombre de mediana edad con una importante posición social en los círculos de abogados en Seattle, que pensaba que estaba a cargo del lugar, por ser un abogado de record invicto en la sala, obedece y se sienta como un cachorro.  Eso le sorprende enormemente.

Se aclara la garganta.

—Tengo vino aquí, y podemos llamar para que sirvan la comida, si así lo desea— dice sin saber qué más decir a Lincoln. Albert siente que la mirada de Lincoln lo quiere pelar capa por capa. Es intenso y con un silencio exigente.

—Puedo preguntar, ¿por qué me ha convocado aquí, señor?

Lincoln inserta su mano en su chaqueta de traje azul marino Brioni y saca un pedazo de papel. Es una pieza impresa de un reportaje del Seattle Times.

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Seattle Times
27 de agosto, 2011

El ático de uno de los hombres más ricos de Seattle, sólo superado por Bill Gates, ha sido invadido por un hombre llamado Jack Hyde que ha sido identificado como el ex jefe de la joven esposa del Sr. Christian Grey. La fuente no identificada en el Departamento de Policía confirma que se encontraba en las instalaciones para secuestrar a la señora Anastasia Grey y pedir un rescate. El Sr. Jack Hyde también ha sido identificado como el autor que intentó prender fuego a la sala de servidores del Edificio de Christian Grey, en el centro de Seattle. El fuego no se extendió gracias a un sistema de supresión de incendio y el intento de secuestro fue evitado por el personal de seguridad del señor Grey. Nuestra fuente nos dice también que el Sr. Hyde adquirió una camioneta para secuestrar a la señora Grey y la evidencia que se encontró dentro del vehículo sugiere que posiblemente la intención era de violarla. Las pruebas materiales que se han encontrado, han sido recogidas en la escena del crimen por los investigadores del Departamento de Policía de Seattle. La policía ha sido cautelosa en dar los detalles y no hay informes oficiales del departamento de policía o de GEH.

Hyde se encuentra actualmente bajo custodia policial, y todos los intentos de fianza han sido negados hasta ahora.
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Albert parpadea. Se rasca el pelo sin entender el significado del artículo.

—¿Me estoy perdiendo de algo aquí Señor?

— Quiero que este hombre llamado Jack Hyde sea liberado bajo fianza. Quiero que la fianza se haga de forma anónima. No quiero ningún rastro del dinero visible o vínculos hacia mí. Pero quiero que hagas todo lo posible para liberarlo. Sin ninguna prueba que lo vincule conmigo.

Albert traga.

— ¡Pero, señor! ¡Él trató de secuestrar a la esposa de Christian Grey! Y yo no quiero tener a un hombre como ese de enemigo.

Lincoln se mueve en su asiento con confianza, con los brazos cruzados, controlados y cerrados para su antagonista.

— ¡De ahí la necesidad de que todo sea anónimo! Dice levantando las cejas. —Y, ¿Cuando te ha crecido la moral y la conciencia? Sé que trabajaste incansablemente para liberar a uno de los grandes del cártel mexicano. Esa gente no tiene reparo en matar a alguien. Ellos son conocidos por cobrar sus deudas con intereses— dice mientras aplasta suavemente una pieza invisible de polvo del brazo de su chaqueta. Luego se inclina y centra la intensidad de su mirada sobre el abogado, y continúa, —Grey por otro lado, es conocido por no usar ni siquiera una pistola de agua.  

—Va a ser un esfuerzo costoso señor—  dice Albert incómodo, pero contento con la perspectiva de hacer una gran suma de dinero en efectivo. Esto sería muy rentable, por cierto. Lo suficiente como para comprar un condominio para la rubia que ha estado en su mira desde hace tiempo... una tetona muy dulce.

— Lo entiendo. Estoy dispuesto a pagar el precio que sea, con tal de pagar la fianza a la brevedad posible. Tienes maneras de hacerlo…— ordena en una voz firme y decidida de manera inequívoca.

—¿Cómo desea pagar?

_ Efectivo. Siempre efectivo. Pero si no cumples…— dice con una sonrisa amenazadora cuando él se inclina hacia el espacio personal de Albert —Voy a hacer que tu cuerpo nunca se encuentre—  dice con voz claramente amenazante. 

Albert toma un poco de compostura y se echa hacia atrás —¿Me estás amenazando?

Lincoln endereza la espalda y fija su mirada en Albert y su fría sonrisa desaparece. —Lo siento. Quería ser claro. No hay ninguna implicación. Te estoy dando una promesa pura y simple. Debes entender esas líneas en tu negocio— dice levantando las cejas.  

Albert se aclara la garganta después de la amenaza confirmada. Limpia las gotas de sudor de la frente con la servilleta de tela. Se compone a sí mismo de nuevo, y asiente con aquiescencia. 
Está de vuelta en el ruedo y con control total. Le toca hacer sufrir a Grey. De la peor manera, moviendo la alfombra debajo de él. Perdiendo lo que más quiere. Grey cogió con su mujer por años. Está muy bien que alguien más se coja a la de él. Hay un castigo cuando alguien transgrede el territorio de otro hombre. Está fuera el hecho de que él no amaba a Elena. Solo se la tiraba. Pero eso no viene al caso. El debe cobrar todas las cuotas con intereses. La venganza es un plato que se come frío. En el camino Hyde debe joder a su mujer y si tiene suerte, matar a la esposa del hijo de puta. Sí, ojo por ojo. Eso es lo correcto. La posibilidad de infligir dolor en el corazón de Grey, lo excita muchísimo.

— Cuando salga de prisión, quiero que le entregues un mensaje.

—¿Cuál es el mensaje señor?

— Termina lo que empezaste y serás recompensado— dice con una sonrisa de satisfacción.


3 comments:

  1. feliz por el capitulo ...estaba mas que impaciente...excelente magnifico como siempre lo que el piensa cuando van pasandole las cosas es emocionante de leer muchas gracias

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  2. Que delicia un paseo como este, y mas divino un esposo que te atienda muy bien en todos los sentidos...¿Existirá un hombre así?...difícil, ese sexo lo pone a trepar a uno por las paredes, eres genial Emine como siempre. No se de donde sacas tanta imaginación. , eres la escritora que escribe el mejor sexo de grey...¡es impresionante! muchas gracias.
    Patricia divina traducción amiga querida, mil gracias por tu hermoso trabajo un besote.

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  3. Hay que hermoso paseo y con ese esposo mas todavia que esta pendiente de todas las osas de ellas, que buen capitulo como siempre me encanta como escribe esta chica y super lo que escribio del señor lincon que imbecil ese viejo me cae mal. gracias por un capitulo mas ahora a leer el otro capitulo

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