CAPITULO
VI
TERRITORIO
HOSTIL
Al ver la cara
de terror de Anastasia se eleva mi nivel de ansiedad. Después de que Elena me desea suerte, doy
zancadas de vuelta hacia ella, y la miro con aprensión. Su expresión me hace fruncir el ceño.
Run to You - Whitney Houston
_ En realidad
no. ¿No querías presentarme? Me
pregunta con frialdad.
¡Oh maldita
sea! Se confirman mis sospechas, ¡Ella lo sabe! ¡Mierda! ¡Mierda! ¿Qué voy a
hacer?
_Pero pensé…
digo mientras me corta.
_ Para ser un hombre
brillante Christian, a veces... y se detiene, no puede decir el resto de su
condena. ¿A veces qué? ¿A veces actúo como un idiota? ¿La cago? Ella me lo dijo antes. Eres
un imbécil. No estaba pensando y
los viejos hábitos a veces tardan en irse. Yo no sabía que Elena iba a estar
aquí. ¡Qué mierda!
_ Me gustaría
irme, por favor, dice ella.
_ ¿Por qué?
Pregunto.
_ Sabes por qué,
dice volteando los ojos. La miro,
pero no puedo castigarla por girar los ojos. Lo
prometí. Mis ojos arden de rabia
conmigo mismo, ella ni siquiera sabe que estoy enojado.
_ Lo siento,
Ana. Yo no sabía que estaría
aquí. Ella nunca viene. Abrió una nueva sucursal en el Centro
Bravern, y ahí es donde está normalmente. Alguien
estaba enfermo hoy, le explico lo mejor que puedo.
Pero, Anastasia
no quiere oír nada de eso. Se da
la vuelta sobre sus talones y sale de cabeza hacia la puerta.
_ No vamos a
necesitar Franco, Greta, y me voy detrás de ella. La miro con recelo. Ella está alejándose rápidamente, como
si quisiera correr. Ella también está
conteniendo la respiración y apretando los dientes, y mirando a la distancia
como para reprimir las lágrimas. ¡Maldita
sea! ¿Por qué demonios me
meto en estos líos? ¿Y cómo me
las arreglo para hacerlo tan a menudo? ¡Dios! ¡Definitivamente soy un idiota!
Camino a su lado
sin decir palabra observándola constantemente sin pestañear. Sé que estoy jodido. Le pedí que me diera algo de espacio
para cometer errores. Voy a meter
la pata muy seguido, porque yo no sé como manejarme en esta relación, todo es
nuevo para mí. Ella sólo cruza
sus brazos alrededor en su pecho, tratando de protegerse a sí misma, con la
cabeza hacia abajo, evitando los objetos en su camino, pero también tratando de
evitarme. No hago ningún
movimiento para tocarla, pero todo lo que quiero hacer es tenerla en mis
brazos. Después de que llegamos a
la Segunda Avenida, finalmente habla.
_ ¿Solías llevar a tus sumisas allí?
Scandalous - Prince
_ Algunas de
ellas, sí, le contesto en un tono tranquilo.
_ ¿Leila? Es su
segunda pregunta.
_ Sí, le
respondo con sinceridad.
_ El lugar
parece muy nuevo, observa.
_ Ha sido
remodelado recientemente, le respondo.
_ Ya veo. Así que la señora Robinson se reunía
con todas tus sumisas.
_ Sí, le
contesto.
_ ¿Conocían
ella su historia?
_ No, ninguna
de ellas, solo tú.
_ Pero yo no
soy tu sumisa, me declara.
_ No, está
clarísimo que no lo eres, le respondo.
Finalmente,
ella se detiene y me enfrenta. Estoy
temeroso de lo que va a hacer, si va a correr, y yo nunca la volvería a ver. Mis labios se presionan en una línea
de esfuerzo duro.
_ ¿Puedes ver
lo jodido que es esto? Dice en voz baja mientras me mira directamente a los
ojos.
_ Sí. Lo siento, le digo. Me di cuenta de cuando vi a Elena en
la tienda, pero no había nada que pudiera hacer al respecto.
_ Quisiera un corte de cabello, de preferencia un
lugar en donde no te hayas follado ni al personal ni a la clientela afirma completamente herida. Me estremezco. Tiene razón, por supuesto. ¿Cómo me sentiría si ella me lleva a
un lugar con las características que ella describe? Ni siquiera puedo pensar en
esa idea. ¡Oh, esto es serio!
_ Ahora si me
disculpas, dice ella y comienza a caminar. Estoy
completamente asustado. Como un niño pequeño.
_ No te marchas
¿verdad? pregunto tratando de ocultar mi miedo.
_ No, yo sólo
quiero una maldito corte de pelo. En
algún lugar donde pueda cerrar los ojos y que alguien me lave el pelo y
olvidarme de toda esta carga tan pesada que va contigo, dice ella.
Me paso la mano
por el pelo, exasperado.
_ Puedo hacer
que Franco vaya a mi apartamento o al tuyo, le digo en voz baja.
_ Es muy
atractiva, dice Anastasia. ¡Whoa! Cambio de rumbo, parpadeo ante su evaluación.
_ Sí, lo es, le
respondo.
_ ¿Sigue
casada? Pregunta.
_ No, se divorció
hace unos cinco años.
_ ¿Por qué no
estás con ella? Está celosa...
Celosa de lo que yo tuve con Elena.
_ Porque lo
nuestro se acabó, ya te lo he dicho. No quiero que mi pasado se interponga
entre nosotros. Mi frente se
arruga tratando de no irritarme. Pero,
entonces siento el zumbido de mi Blackberry y le hago señas para detener la
conversación y ver quien llama.
_ Welch, le
digo cuando me detengo en seco en la Segunda Avenida, sin mirar a ninguna parte
en particular.
_ Señor Grey, tengo actualizaciones
importantes para usted, comienza. Logré
hablar con la hermana de Leila y ella me dijo que Leila se fue con un hombre
hace más de tres meses. El nuevo
novio, con el que ella se fue ha fallecido en un accidente de auto. Confrontamos a su marido de nuevo con esta
información y nos la corroboró.
Esa información
me toma por sorpresa.
_ ¿Murió en un
accidente de coche? ¿Cuándo?
_ Su marido de
mala gana nos ocultó esta información, pero como le dije en nuestra conversación
anterior él no está dispuesto a dar ningún tipo de información que ayude a
encontrarla. La hermana sin embargo desea que aparezca y nos informó que el
accidente fue hace aproximadamente cuatro semanas.
El rostro de
Anastasia hace muecas mientras la conversación está en curso. Ella pone
atención para escuchar lo que está sucediendo.
_ Es la segunda
vez que ese cabrón nos miente. ¿Es que no siente nada por ella? Sacudo la
cabeza con disgusto. Esto está
empezando a tener sentido...
_ ¿Ha hecho algún
contacto con usted o con la señorita Steele señor?
_ No...
respondo.
_ Ahora sabemos
la principal razón de su crisis psicológica... dice Welch.
_ Sí... eso explica
por qué, pero no dónde está.
_ Estoy casi
seguro que lo está mirando en este momento, o a la señorita Steele desde la
distancia para hacer su siguiente movimiento. Aunque
no sé qué querrá.
Con ese
comentario, miro alrededor buscando a ver si Leila se encuentra en algún lugar cercano. Miro y veo que Anastasia también está
reflejando mis acciones. No veo a
Leila por lo alrededores. Sólo el
ajetreo y el bullicio normal de la ciudad de Seattle, los compradores, el
tráfico de costumbre, y la propia ciudad.
_ ¿Dónde está
la señorita Steele señor?
_ Ella está
aquí, digo.
_ Señor Grey,
yo sé que usted conoce mejor a Leila, pero tengo mis sospechas, ¿Usted cree que
Leila los esté vigilando? Bueno sabemos que ella está vigilando a la señorita
Steele.
_ Sí, ella nos
está vigilando...
_ Si mis
suposiciones son correctas, sería prudente aumentar su seguridad personal.
_ Sí...
_ ¿Le gustaría
que le proporcione un escolta adicional señor?
_ No, dos o cuatro, veinticuatro siete...
_ ¿Le ha
hablado a la señorita Steele de proporcionarle seguridad ya que está siendo
vigilada?
_ Todavía no he
tocado ese tema, le digo mientras le hecho un vistazo a Anastasia directamente.
_ Bueno, este
sería un buen momento señor porque le tengo otra noticia muy preocupante.
Acabamos de descubrir que Leila ha obtenido un permiso para portar armas.
_ ¿Qué? susurro
mientras palidezco. Ni siquiera
puedo formular la pregunta. ¿Por
qué iba a necesitar un arma? Encontró
a Anastasia ayer. Ella sabe dónde
vivo. Si ella quiere hacerle daño
o hacerse daño a sí misma, evidentemente puede hacerlo con un arma. El recuerdo de la puta morena se me
viene a la mente espontáneamente.
_ Ya veo. ¿Cuándo? Pregunto con ansiedad pero tratando de que
Ana no vea mi cara de alarma.
_ Ayer, señor.
_ ¿Tan poco
hace? Pero, ¿cómo?
_ Debe de haberlo
solicitado hace un tiempo.
_ ¿No hay verificación
de antecedentes?
_ La
verificación de antecedentes se realiza generalmente cuando una persona
solicita su permiso, señor. Un permiso
de armas tarda treinta días. Eso dice que ella lo solicitó hace tiempo,
posiblemente al enterarse de la muerte de su novio. Y no buscamos esa
información hasta que se puso en contacto con la señorita Steele. Todos los
esfuerzos se centraron el localizarla. Pero de nuevo le digo, el permiso se lo
otorgaron ayer.
_ Ya veo.
_ En cuanto a
aumentar la seguridad, le voy a enviar la información de los potenciales
candidatos que están disponibles actualmente.
_ Envíame un correo
electrónico con nombre, dirección, y
fotos, si los tienes...
_ ¿Cuándo
quiere que empiecen?
_ Los quiero
veinticuatro siete, a partir de esta tarde. Ponte
en contacto con Taylor, y cuelgo. ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¿Los problemas nunca van a dejar de
venir? Tomo una respiración
profunda, y ahora tengo que lidiar con mi hermosa novia que está enojada ahora.
Me doy la
vuelta y Anastasia me está mirando.
_ ¿Y bien? Ella
pregunta, exasperada. Ella quiere
saber lo que está pasando.
_ Era Welch, le explico.
_ ¿Quién es
Welch?
_ Mi asesor de
seguridad.
_ Bien. ¿Qué ha
pasado?
_ Leila dejó a
su marido hace unos tres meses y se fue con un hombre que murió en un accidente
de coche hace cuatro semanas.
_ Oh, es todo
lo que puede decir.
_ El imbécil
del psiquiatra debería haberlo previsto. El dolor… ese es el problema. Vamos, le
digo levantando mi mano y ella coloca la suya sobre la mía automáticamente, pero
entonces me suelta con brusquedad.
_ Espera un
minuto. Estábamos en medio de una
discusión, acerca de nosotros. Sobre
ella, tu señora Robinson. ¡Dios! ¿Tenemos
que hacer esto ahora? Mi rostro
se endurece.
_ Ella no es mi
señora Robinson. Podemos hablar
de ello en mi casa, le digo tratando de calmarla.
_ Yo no quiero
ir a tu casa. ¡Quiero cortarme el
cabello! Grita obstinadamente. ¡Mierda!
Leila está por ahí asechándonos ¡joder!
Tomo mi
Blackberry y marco a Esclava. Greta
responde.
_ Gracias por
llamar a Esclava, habla Greta, ¿en qué
puedo ayudarle?
_ Greta,
Christian Grey. Quiero a Franco
en mi casa en una hora. Consúltalo
con la señora Lincoln…
_ Franco está
libre ahora. El puede estar en su casa
alrededor de la 1pm.
_ Bien, le digo
y cuelgo.
Guardo el
teléfono en mi bolsillo.
_ Vendrá a la
una, le digo a Anastasia.
_
¡Christian...! Ella balbucea completamente exasperada conmigo.
_ Anastasia,
Leila está obviamente, sufriendo una crisis sicótica. No sé si va detrás de ti, o de mí, o
que es capaz de hacer. Vamos a ir a tu casa, recoger alguna
de tus cosas, y te puedes quedar conmigo hasta que la hayamos encontrado, le
explico.
_ ¿Por qué
querría hacer eso? Pregunta.
_ Para poder mantenerte a salvo, le digo cuando mi
pacienta se va agotando.
Can’t Let Go - Mariah Carey
_ Pero… ella
dice dispuesta a oponerse, pero la interrumpo con mi mirada.
_ Tú vienes a
mi apartamento así te tenga que arrastrar hasta allá por el pelo.
Ella abre la
boca sorprendida y molesta, y sus ojos están diciendo, ¡No te atreverías! ¡Pero
me gustaría!
_ Creo que
estás exagerando, afirma.
_ No lo hago. Podemos continuar nuestra discusión en
mi casa. Ven. Digo.
Ella se cruza
de brazos y me mira, y no está dispuesta a ceder.
_ No, ella dice
tercamente, y deteniéndose para no continuar.
_ Puedes ir por
tus propios pies o puedo llevarte yo Anastasia, lo que tú prefieras. Yo también
tengo una determinación y ando nervioso porque Leila anda por ahí quien sabe si
armada. No quiero confrontarme contigo nena.
_ No te
atreverías, ella me frunce el ceño. Ella
cree que yo, Christian Grey,
siendo quien soy querría evitar cualquier escena en el medio de la calle, lo
cual tiene razón, pero lo que no sabe es cuáles son mis extensiones para
protegerla. ¿Ni siquiera me
conoces un poco querida? Yo medio
sonrío. No es una sonrisa
agradable porque no llega a mis ojos.
_ Oh, cariño,
los dos sabemos que si se me arrojas el guante, estaré más que dispuesto a
recogerlo, le digo. Ella me mira
y sigue sin caminar. Por lo tanto seré yo quien la lleve. ¡Muy bien, ya tomé mi
decisión señorita Steele!
Abruptamente me
agacho y agarro a Anastasia alrededor de sus muslos y la levanto y antes de que
pueda pronunciar una palabra, ya la tengo encima de mi hombro.
_ ¡Suéltame! Ella
grita. ¡Yo no lo creo! Empiezo a caminar a lo largo de la
Segunda Avenida, con los brazos apretando firmemente sus muslos, y al segundo
que ella empieza a gritar, le doy una nalgada en su delicioso trasero. ¡Sigue gritando bebé! ¡Tú gritas y yo te azoto en el centro
de la ciudad de Seattle!
_ ¡Christian!
grita. La gente nos mira, y ella
está humillada por ser arrastrada como la esposa de un hombre de Neandertal. ¡Voy a caminar! ¡Voy a caminar! Dice.
Finalmente la
bajo e incluso antes de levantarme ella comienza a caminar en dirección a su
apartamento, por supuesto, echando humo y me ignora por completo. Acelero mi
marcha y en un instante estoy a su lado, pero sigue ignorándome. Está
increíblemente enojada. Puedo darme cuenta por su expresión que anda pensando y
pensado, y yo no quiero que le esté dando vueltas a este problema que es mío.
Su respiración es tensa, sus brazos cruzados por su pecho, mirando hacia
delante y caminando rápido. De
repente se detiene abruptamente en la calle, y se vuelve hacia mí. Me detengo junto con ella.
_ ¿Qué ha
pasado? me pregunta. Me imagino que es el resultado de todo lo que viene
pensando, seguro atando cabos sueltos. ¡Mierda! Debe haberse dado cuenta de
algo.
_ ¿Qué quieres decir?
Le pregunto haciéndome el que no entiendo.
_ Con Leila,
dice con impaciencia.
_ Ya te dije,
le digo tratando de no divulgar más información.
_ No, no lo has
hecho. Hay algo más. Ayer no insististe en que me fuera para tu
casa. Por qué hoy sí. ¿Qué ha pasado? Pregunta de nuevo. ¡Maldita sea! ¡Ella siempre me confunde! Demasiado inteligente. Me pongo incómodo.
_ ¡Christian dime!
Ella insiste. ¡Maldita sea! ¿No puedo esconderle nada?
_ Se las
arregló para obtener un permiso para portar armas ayer. Anastasia me mira
sorprendida y con el rostro de horror. Se queda casi sin aliento.
_ Eso solo significa
que puede comprar un arma de fuego, susurra.
_ Ana, le digo,
y mi voz se va apagando con una creciente preocupación. Pongo mis manos sobre
sus hombros y la acerco hacia mí, para mantenerla segura en mis brazos. No creo
que haga algo estúpido, pero no quiero correr riesgos contigo, le digo.
_ Yo no... ¿Pero
tú? Susurra. ¿Anastasia se
preocupa por mí? La miro tratando
de leer sus emociones, y ella envuelve sus brazos alrededor de mí y me abraza
fuerte y coloca su cara contra mi pecho. Y por primera vez, no me asusto.
Y así, nuestra
lucha se olvida.
_ Vamos a casa, murmuro, y le beso el pelo.
Nos vamos al
apartamento de Anastasia. Ella en
una pequeña maleta toma sus objetos personales al igual que el globo desinflado
del Charlie Tango.
_ ¿El Charlie
Tango también viene? Pregunto.
Ella asiente
con la cabeza, y yo sonrío completamente satisfecho. Ella me ama no importa lo mucho que se
enoje conmigo, y saber eso me hace olvidar toda la mierda de hoy.
_ Ethan estará
de vuelta el martes, murmura Anastasia.
_ ¿Ethan? Le pregunto. ¿Quién demonios es Ethan? ¿Otro admirador?
Next Contestant - Nickelback
_ Es el hermano
de Kate. Se quedará aquí hasta
que encuentre un apartamento en Seattle.
Oh, ese. Lo conocí en la graduación y me di
cuenta que también quiere meterse en las bragas de Anastasia. La miro inexpresivamente tratando de
ocultar mis sentimientos, pero no puedo mantener la frialdad lejos de mis ojos,
y se da cuenta.
_ Bueno, está
bien que te vengas conmigo, así el tendrá más espacio, le digo en voz baja.
¡Joder que suertudo soy! Ni loco que iba a dejar a mi novia sola en su
apartamento con otro aspirante. Explotaría
de celos.
_ No sé si él tiene
llaves. Tendré que volver cuando llegue,
dice.
¡Ahora no,
Anastasia! ¡No puedo soportarlo! Trato de mantener mi mirada impasible,
e ignorar lo que ha dicho.
_ Eso es todo,
dice ella y agarra su maleta y nos dirigimos hacia la puerta. Mientras caminamos a su Audi,
Anastasia sigue mirando por encima de su hombro. Voy a la puerta del pasajero y la
abro, esperando que ella entre directo.
_ ¿Vas a
entrar? Le pregunto.
_ Pensé que conduciría
yo, dice ella. No voy a atraer el
peligro y darle la oportunidad a Leila que se le ocurra hacer alguna estupidez.
_ No voy a
conducir yo.
_ ¿Le paso algo
a mi forma de conducir? No me digas que sabes que nota me pusieron en el examen
de conducir… no me sorprendería vista tu tendencia al acecho. ¡Dios por favor
ayúdame con esta mujer!
_ Entra en el
coche, Anastasia, le digo con enojo.
_ Está bien,
responde y se sube rápidamente.
Estoy tenso y
enojado. No sé lo que Leila será
capaz de hacer. No puedo dejar
que le quiten la vida a Anastasia a la ligera. No puedo complacerla en sus
travesuras cuando se trata de su seguridad. Después de cerrar la puerta de
Anastasia me dirijo hacia el lado del
conductor del vehículo y al mismo tiempo escaneo el estacionamiento para
detectar a cualquier persona que no pertenezca a este lugar, especialmente a Leila. Me meto y enciendo el coche y con facilidad me integro al tráfico.
_ ¿Todas tus
sumisas eran morenas? Anastasia me
pregunta sacándome de mis pensamientos.
Frunzo el ceño cuando
le echo un vistazo. ¿A dónde va
con esta pregunta?
_ Sí, murmuro
con inquietud.
_ Solo
preguntaba, ella responde a mi pregunta sin respuesta.
_ Te lo dije. Yo prefiero las morenas.
_ La señora Robinson
no es una morena, observa.
_ Seguramente
sea ella la razón, murmuro. Con
ella tuve bastantes rubias para toda la vida, le digo en tono de burla.
_ Estás
bromeando, ella jadea.
_ Sí. Estoy bromeando, le contesto
exasperado. Ni siquiera puedo
bromear sobre ello sin que ella se enoje.
Anastasia mira
fijamente hacia la ventana perdida en sus pensamientos. ¿Qué está pensando por tu hermosa
cabeza Anastasia?
_ Hábleme de
ella.
_ ¿Qué quieres
saber? Le digo en tono de advertencia, sabiendo lo que viene.
_ Hábleme de su
acuerdo de negocios, dice ella. Me
relajo un poco. Puedo hablar de
negocios. No se trata de sexo y
ella no puede estar celosa de ese aspecto.
_ Soy el socio
capitalista. No estoy
particularmente interesado en el negocio de la belleza, pero ella ha convertido
el proyecto en un éxito. Yo sólo
invertí y la ayudé a empezar, le digo.
_ ¿Por qué?
ella sondea.
_ Se lo debía,
respondo. Y se lo debía en grande,
porque ella fue la que me ayudó económicamente con mi primer negocio. Eso
era lo menos que podía hacer por ella.
_ ¿Ah, sí?
_ Cuando dejé
Harvard, ella me prestó cien mil dólares para iniciar mi negocio, respondo con
sinceridad. Ese fue mi capital
inicial para comenzar lo que tengo hoy.
_ ¿La dejaste?
_ No era lo
mío. Hice dos años. Por desgracia mis padres no fueron tan
comprensivos, le digo recordando. Mis
padres son bien educados, y la educación es muy importante para ellos, sus
hijos deberían graduarse en universidades prestigiosas. Probablemente les preocupaba mucho que
me metiera en problemas en mis años de
adolescencia... bueno, hasta que empecé mi aventura con Elena. Probablemente los asustó y les recordó
los tipos de problemas en los que me metí cuando era más joven.
_ No parece que
te haya ido mal por haberla dejado, ¿Qué asignaturas escogiste?
_ Política y
Economía.
_ Así que ella
es rica, pregunta Anastasia.
_ Ella era una
esposa trofeo aburrida, Anastasia. Su
marido era un magnate… de la industria maderera, sonrío y añado, él no la
dejaba trabajar. Era muy controlador. Algunos hombres son así. Le doy una
sonrisa para calibrar su reacción.
_ ¿En serio? ¿Un hombre controlador? Yo creía que
eso era una criatura mítica, dice sus palabras llenas de sarcasmo. Su respuesta me hace sonreír ampliamente.
_ ¿Ella te
prestó el dinero de su marido? pregunta Anastasia. Asiento con la cabeza y le doy una
sonrisa pícara.
_ Eso es
terrible, responde ella a mi reacción.
_ Él también
tenía sus líos, digo sombríamente mientras entro en el garaje de Escala. No
sólo consiguió más dinero, sino que también jodió a Elena, rompiéndole el brazo
y la nariz.
_ ¿Cuáles?
Pregunta Anastasia. Pero, esa es una
información que quiero evitar. Niego
con la cabeza, como para dispersar el amargo recuerdo, y parqueo al lado de mi
Audi Quattro SUV. No respondo y
desvío su atención con otro tema.
_ Vamos. Franco estará aquí dentro de poco, le
digo y tomo su mano.
Después nos
dirigimos hacia el ascensor, ella está tratando de mantener un rostro
impasible, pero sé lo que hay detrás de todo esto.
_ ¿Todavía estás
enojada conmigo? Le pregunto.
_ Mucho, ella
responde. Monosilábica. Asiento con la cabeza.
_ Está bien, acepto sus sentimientos. Por lo menos ella está aquí conmigo. Puede ser que tengamos que solucionar
esto más tarde. Finalmente el
ascensor llega a mi ático y suenan las puertas que abren hasta mi vestíbulo. Taylor está esperando nuestra llegada. Toma el pequeño equipaje de Anastasia
de mis manos.
_ ¿Has tenido
contacto con Welch? Le pregunto.
_ Sí, señor.
_ ¿Y? Pregunto
_ Todo está
arreglado.
_ Excelente. ¿Cómo está tu hija? Pregunto al
recordar que salió de emergencia pensando que tenía apendicitis.
_ Ella está
bien, gracias, señor, responde.
_ Bien. El peluquero vendrá a la una. Franco De Luca.
_ Señorita
Steele, dice Taylor saludando a Anastasia.
_ Hola, Taylor. ¿Tienes una hija? Ella pregunta.
_ Sí, señora.
_ ¿Cuántos años
tiene?
_ Siete años
responde. Estoy cada vez más
impaciente con su charla.
_ Ella vive con
su madre, le explica Taylor.
_ Ah entiendo,
dice Anastasia. Y ese es el final
de la conversación.
_ ¿Tienes hambre? Le pregunto cuando entramos
en la sala.
Ella niega con
la cabeza. La miro con malos ojos, ella
sabe lo que pienso respecto a la comida. Pero decido no discutir, ya tenemos
bastante por hoy. Así que guardaré la discusión para la próxima vez que
ella no quiera comer.
_ Tengo que
hacer algunas llamadas. Siéntete
como en casa, le digo.
_ Está bien,
responde Anastasia. Luego entro a
mi estudio, dejando a Anastasia en la sala de estar. Cuando voy a mi estudio, Taylor me
está esperando.
_ Hemos
recibido la información del personal de seguridad adicional, y ya los revisé
antes de que llegaran a casa señor.
_ ¿Qué te
parecen?
_ Tres de ellos
vienen recomendados y conocí a Sawyer hace tiempo. Estuvo bajo mi mando, yo
confío en él plenamente, afirma.
_ Pero la
pregunta es, ¿Le puedo confiar la vida de Anastasia?
_ Yo le
confiaría la vida de mi hija señor, contesta y entiendo lo que quiero decir. Su hija es la persona más importante en su
vida. El acero de mi mirada bloquea a
Taylor, veo inmensa determinación en él, si puede confiarle a su hija, eso es
suficiente para mí. Asiento con la cabeza sin vacilar.
_ ¡Muy bien! Entonces él estará a cargo de la
seguridad de Anastasia, por el momento. Pero
me gustaría encontrar un personal de seguridad femenino para que vaya junto con
Anastasia a trabajar. Ella la
seguirá al baño si es necesario.
_ Sí, señor.
_ ¿Cuando van a estar aquí?
_ En un par de
horas, señor. Welch tiene que
inspeccionar las armas antes de entregárselas y darle instrucciones, entonces
vendrán hasta acá y se los presentaré para darles las instrucciones
específicas, señor.
Me estremezco
al oír la palabra "armas", pero dadas las circunstancias, tengo que
permitir que las lleven consigo. Por
último asiento con la cabeza, y despido a Taylor.
Luego hago unas
llamadas a Andrea y a Ros. Una empresa grande como la mía nunca descansa. Al
ser el dueño no descanso nunca. Una vez terminadas mis llamadas me voy en busca
de Anastasia. Pero no la consigo en ningún lado, no está en la cocina ni en el
dormitorio. Empiezo a ponerme nervioso. Me encuentro con Taylor cuando salgo
de mi habitación y por su aspecto sé que él me está buscando.
_ ¿Has visto a
la señorita Steele? Pregunto con un miedo apenas contenido.
_ No, señor. Yo venía a informarle que Franco el de
la peluquería acaba de llegar. ¿Debo
buscarla? Me pregunta preocupado por mi reacción.
_ No, ella debe
estar en su habitación. Iré a ver,
le digo y camino a su dormitorio. Su
mochila está ahí. Tal vez ella no
se ha marchado. Entro en su
armario y ella está sentada en la misma esquina del armario en el piso y hablando
por su Blackberry. La oigo decir:
“Mamá, es complicado. Creo que
está loco. Ese es el problema”
¿Está hablando de mí? ¿Cuántas otras cosas más le habrá dicho? Mejor detengo
esta conversación.
Entonces ella
exclama sobre algo que su madre debe haberle dicho ¡¿Qué?!
Voy hasta la
puerta del armario y me detengo aliviado de verla aquí.
_ Ya está. Pensé
que te habías marchado, le digo con alivio.
Without You - Motley Crüe
Ella
levanta su mano para pedirme tiempo, ya que ella está en el teléfono. Lo siento, mamá, tengo que irme. Te voy a llamar de nuevo, le dice.
_ Yo también te
quiero, mamá. Finaliza devolviendo la despedida a su madre.
Ella sostiene
su cabeza y me mira. Yo frunzo el
ceño, sintiéndome incómodo. ¿Por
qué se está escondiendo aquí? ¿Qué
pasa? ¿Me equivoco mucho?
_ ¿Por qué te
escondes aquí? Le pregunto.
_ No me estoy
escondiendo. Me desespero,
responde ella.
_ ¿Te
desesperas? ¿Por qué?
_ Por todo
esto, Christian, dice agitando su mano alrededor del armario lleno de ropa.
_ ¿Puedo pasar?
Le pido permiso.
_ Es tu armario,
dice ella. ¿Cómo puedo hacer que
acepte que se trata de su cuarto, de su armario? La ropa es para ella. Me siento con las piernas cruzadas en
el suelo frente a ella.
_ No es más que
ropa. Si
no te gustan las enviaré de vuelta, le digo.
_ Es muy
complicado tratar contigo ¿sabes?
Su respuesta me
toma por sorpresa. Me rasco el mentón.
_ Lo sé. Me estoy esforzando, murmuro.
_ Eres muy
difícil, dice ella, y le devuelvo sus propias
palabras.
_ Tú también
señorita Steele, le señalo.
_ ¿Por qué
haces esto? Pregunta.
Mis ojos se
abren, y soy cuidadoso, una vez más. ¿Qué
quiere decir por qué estoy haciendo esto? Cualquier
mujer estaría feliz y brincando si viera toda esta ropa. Pero, no
Anastasia.
_ ¿Por qué
haces esto, Christian? Me pregunta de nuevo.
Mis ojos se
abren con cautela.
_ Sabes por qué,
le respondo.
_ No lo sé, dice.
Me paso la mano
por el pelo, exasperado de nuevo.
_ Eres una mujer frustrante, le digo.
_ Podrías tener
a una preciosa sumisa morena. Una que si
le pidieras que saltara, te preguntaría a qué altura, suponiendo claro, que
tuviera permiso para hablar. Así que ¿por qué yo, Christian? Simplemente no lo entiendo, dice
finalmente bajando su mirada penetrante hacia mí.
Miro a mi mujer
por un momento.
_ Tú me haces
mirar el mundo de otra manera, Anastasia. Tú
no me quieres por mi dinero. Tú
me das... esperanzas, le digo en voz baja. Ella se preocupa por mí, no como
Christian Grey el multimillonario, pero sí como Christian Grey el hombre. El jodido hombre, pero, ella se
preocupa por mí, esencialmente.
_ ¿Esperanza de
qué? Pregunta más.
Me encojo de
hombros con indiferencia.
_ De más, le
digo en voz baja. Y tienes razón. Estoy acostumbrado a que las mujeres hagan
exactamente lo que les pido cuando digo y estrictamente lo que quiero que
hagan. Eso pierde interés enseguida. Tú tienes algo Anastasia que me atrae a un
nivel profundo que no entiendo. Es como un canto de sirena. No soy capaz de
resistirme a ti y no quiero perderte. No quiero perderte por favor… ten un poco
de paciencia y fe en mí, le digo mientras tomo su mano con la mía. Ella
finalmente se inclina sobre sus rodillas; y me da un beso en los labios.
_ Está bien. Fe y paciencia. Puedo vivir con eso,
dice.
_ Bueno. Franco ya está aquí.
Le presento a
Franco a Anastasia.
_ Franco, ella
es mi novia Anastasia. A ella le
gustaría un corte de pelo, le digo, y luego me volteo hacia Anastasia.
Anastasia, este es Franco. Es uno
de los mejores peluqueros de Esclava. Estás
en buenas manos y Franco sonríe en grande.
_ ¡Grazie Sr. Grey! ¡Me honra! Y Anastasia, ¡que bellissima eres! dice
agitando las manos animadamente.
_ Creo que
sería mejor si le cortas el pelo en mi cuarto de baño. Hay más espacio para hacerlo.
Los acompaño al
baño mientras Franco le dice a Anastasia ¡Qué cabello tan bonito! con su
marcado acento italiano. Vuelvo a
mi habitación y agarro una silla para que Anastasia se siente.
_ Los dejo
solos, murmuro. No quiero estar
hacinado en el baño y quiero darle a Anastasia un poco privacidad.
_ Grazie,
Sr. Grey, dice Franco y se vuelve hacia Anastasia, Bene, Anastasia,
¿qué vamos a hacer contigo?
Voy escaleras
abajo, hacia mi estudio e imprimo los informes que Ros me ha enviado de la
empresa que estoy pensando en liquidar, la que actualmente me va a costar
sesenta y siete millones de dólares. ¡Mierda! Vuelvo
a mi estéreo y empiezo a escuchar una música clásica.
Me instalo de
nuevo en mi sofá y empiezo a repasar los números que me han llegado. No sé
cuanto tiempo ha pasado pero Franco y Anastasia llegan al salón justo cuando
está sonando "O Mio Babbino Caro de Puccini"
O Mio Babbino Caro - Angela Gheorghiu
Miro hacia
arriba y le sonrío a Anastasia.
_ ¡Ves! Te dije que le gustaría, dice Franco
emocionado.
_ Estás
preciosa Ana, digo de verdad, me encanta su cabello.
_ Mi trabajo
aquí ya ha terminado, exclama Franco. Me
levanto y me acerco a ellos.
_ Gracias
Franco, dice Anastasia y Franco a cambio se voltea hacia ella y la abraza en un
abrazo apretado de oso y la besa en ambas mejillas como la moda europea. Si él no fuera gay, no habría dejado
que la abrazara de esa manera.
_ ¡Nunca dejes
que otras personas te corten el cabello, bellissima Anastasia! Le dice muy alegremente. Anastasia
se ríe y se sonroja levemente ante su declaración. Camino con Franco hasta la puerta y le
doy un buen consejo por hacer un buen trabajo con el cabello de Anastasia. Su cabello siempre lo cortarás aquí, ella
jamás irá a un Salón Esclava ¿Entendido? Sí señor Grey, es su respuesta.
_ Me alegra que
hayas mantenido tu pelo largo, le digo mientras camino hacia ella con los ojos
brillantes y llenos de deseo por ella. Qué
suave… y tomo un mechón de su cabello. ¿Sigues enfadada conmigo? Le
pregunto.
Ella asiente
con la cabeza hasta hacerme sonreír.
_ ¿Por qué exactamente estás enojada conmigo?
Me pone los
ojos en blanco ¡Ay me encanta cuando lo hace! Me provoca follarla hasta el otro
día.
_ ¿Quieres una lista? ¡Oh, Dios mío! ¿Lleva una lista de mis errores?
_ ¿Hay una
lista? Le pregunto.
_ Un larga, ella
responde.
_ ¿Podemos
hablar de eso en la cama? Le pido lascivamente.
_ No, responde
ella haciendo pucheros.
_ Durante el
almuerzo, entonces. Tengo hambre
y no sólo de comida, le digo dándole una sonrisa lasciva.
_ No voy a
dejar que me deslumbres con tu experiencia sexual, dice ella. Ella me conoce muy bien. Trato de reprimir una sonrisa.
_ ¿Qué es lo
que te está molestando en concreto señorita Steele? suéltalo. Lo mejor es mantener el toro por los
cuernos, aunque siempre existe la posibilidad de ser corneado si no te das
cuenta.
_ ¿Qué me
molesta? Bueno, está tu flagrante
invasión a mi vida privada, el hecho de que me llevaras a un sitio donde
trabaja tu ex amante y donde solías llevar a todas tus amantes para que las
depilaran, el que me cargaras en hombros como si tuviera seis años, y lo peor
¡que dejaras que tú señora Robinson te tocara! Dice mientras su voz se eleva con ansiedad y
posiblemente ira.
Levanto mis
cejas. Esa es una lista larga. Sí, lo hice y metí la pata a lo
grande.
_ Esa es una gran
lista. Pero te lo aclararé una vez más,
ella no es mi señora Robinson, quiero que lo tenga claro.
_ Pero puede
tocarte, reitera. Y creo herir
sus sentimientos. Aprieto los
labios. El problema cuando
Anastasia me toca es que no tenemos ningún límite y realmente me asusta que me
toque donde me siento más vulnerable.
_ Ella sabe
dónde, le digo en voz baja.
_ ¿Qué
significa eso? Pregunta Anastasia.
¡Dios! ¡Ayuda por favor! Me encanta esta mujer y yo no quiero
arruinar las cosas de nuevo con ella. Dirijo
mis dos manos por el pelo, exasperado y cierro los ojos por un segundo. Finalmente
le digo.
_ Tú y yo no
tenemos ninguna regla. Nunca he
tenido una relación sin reglas, y yo nunca se dónde vas a tocarme. Me pone nervioso. Tus caricias son completamente… y me detengo
buscando la palabra adecuada para expresarle este sentimiento que me confunde.
Sólo significan más para mí… mucho más, le digo finalmente.
Ella me mira
completamente sorprendida. Yo
todavía no me atrevo a decirle que la amo. Es
tan difícil para mí. Porque, yo
nunca se lo he dicho a nadie. ¡A ninguna
persona en absoluto! No quiero perderla. Trato de buscar en su rostro alguna
reacción de que me ha entendido, de que va a ser paciente conmigo.
Por fin como
que lentamente entiende, pero mi temor se convierte en alarma. ¡Ella está tratando de tocarme! El miedo me atenaza y me devuelvo a
aquel niño de cuatro años de edad. Doy
un paso atrás y ella deja caer sus manos a su lado.
_ Límite
infranqueable, le susurro apremiante. Me
dan ganas de gritar, ¡rojo, rojo, rojo! Entro casi en pánico y odio decepcionarla.
_ ¿Cómo te
sentirías si no pudieras tocarme? Pregunta.
Miro hacia
arriba y le respondo de inmediato. Yo
no podría soportarlo.
_ Destrozado y
despojado, respondo.
Ella finalmente
mueve la cabeza lentamente y me da una sonrisa pequeña, pero tranquilizadora. Yo sólo quiero saber que todo está
bien entre nosotros. Su sonrisa
me relaja.
_ Algún día vas
a tener que decirme por qué esto es un límite infranqueable por favor.
_ Algún día, me
quejo y me relajo de inmediato, ya que el tema es demasiado difícil para yo
manejarlo, y de inmediato regreso a la normalidad.
_ Veamos el
resto de tu lista. Invadir tu privacidad. Le digo mientras trato el tema. ¿Por
qué yo sé tu número de cuenta?
_ Sí, eso es
indignante, dice ella.
_ Yo investigo
el historial de todas mis sumisas. Te voy a mostrar. Voy a mi estudio y
Anastasia me sigue. Voy a uno de mis archivadores abro con la llave la
cerradura y saco una carpeta. En la pestaña
lateral se lee: ANASTASIA
ROSE STEELE.
Ella mira la
carpeta y a continuación me mira. Evidentemente
cabreada. Me encojo de hombros
como disculpándome.
_ Puedes
quedártelo, le digo en voz baja.
_ Bueno, vaya,
gracias, me grita. Ella abre la
carpeta. Hay por supuesto una
copia de su certificado de nacimiento, sus límites, el acuerdo de
confidencialidad, el contrato, su número de seguro social, su hoja de vida y
todos sus registros de empleo.
Después de que ella
ve la última su hoja de registros de su empleo, me mira perpleja.
_ ¿Así que
sabías que yo trabajaba en Clayton?
_ Sí, le
respondo con sinceridad.
_ No fue una
coincidencia. No pasabas por
allí…
¡Maldita sea! ¡Estoy atrapado!
_ No, le
respondo. Me alegro de que la haya
perseguido. Ella es la única cosa
que he hecho bien. Ella sonríe, y
luego, como para reprenderse a sí misma, cambia a una cara de enojada.
_ Esto es
jodido. ¿Lo sabías? Pregunta.
_ Yo no lo veo de esa manera. He de ser cuidadoso con lo que hago.
_ Pero esto es
privado, dice ella.
_ No hago uso
indebido de la información. Esto es algo que puede conseguir cualquiera que
esté medianamente interesado. Yo necesito tener información para tener control.
Siempre he actuado así, le digo mirándola para que me entienda. Esto es lo que soy. Tengo una vida que
me gusta mantener en privado, y yo soy bien conocido en el mundo de los
negocios y muchas personas utilizarían cualquier medio para llegar a mí. Tengo que tener este tipo de control, pero
esto es algo que Anastasia no puede entender porque no ha estado en mis
zapatos.
_ Tú haces mal
uso de la información. Depositaste
veinticuatro mil dólares que yo no quería en mi cuenta, dice ella.
¿En serio? ¿Aún tenemos que hablar de esto? Mi boca se aprieta en una línea dura. ¿Qué tengo que hacer para hacerle entender
que se trata de su dinero?
_ Te lo dije. Eso fue lo que Taylor consiguió por tu
coche. Increíble, lo sé, pero así
es, le digo.
_ Pero el Audi...
dice ella y la cortó. ¿Por qué
demonios no puede recibir un regalo de
mi parte?
_ Anastasia,
¿tienes alguna idea de la cantidad de dinero que gano? Le pregunto.
Ella se voltea
como si estuviera metiéndose en mi vida privada.
_ ¿Por qué
debería saberlo? No tengo que saber las cifras de tu cuenta bancaria Christian,
responde. Y esa es una de las cosas por las que la amo.
Mis ojos se
suavizan de amor hacia ella.
_ Lo sé. Esa es una de las cosas que me gusta
de ti, le digo. Hay una larga
lista de cosas que me gustan de ella, pero esta es una de ellas. Ella me mira, sorprendida con mi
revelación.
_ Anastasia,
gano aproximadamente cien mil dólares por hora. Su boca se abre tratando de captar en
su mente esa información.
_ Veinticuatro
mil dólares no es nada para mí. El
coche, los libros, la ropa, no son nada, le digo en voz baja. Ella nunca ha estado en mi posición. Manipulo
grandes cantidades de dinero que van y vienen, así que esto es muy poco para mí,
aunque parezca una gran cantidad para ella. Ella
me mira y, finalmente, encuentra el habla.
_ Si estuvieras
en mi lugar, ¿Si fueras yo, como te sentirías acerca de toda esta generosidad?
Pregunta.
La miro sin
comprender. No estoy en esa posición para evaluarlo. Nos miramos el uno al otro
en silencio. Por último me encojo de hombros.
_ No lo sé,
confieso.
_ No se siente
bien. Quiero decir, eres muy
generoso, pero me incomoda. Ya te
lo he dicho muchas veces, se lamenta.
Suspiro. ¿Tiene alguna idea de todo lo que
quiero poner a sus pies? Quiero
darle lo que su corazón desee. ¡Me
refiero a todo!
_ Quiero darte
el mundo, Anastasia.
_ Yo sólo te
quiero a ti Christian, todo lo demás me sobra, dice ella. Me hace feliz que ella me quiera, pero
yo quiero compartir con ella.
_ Es parte del
trato. Parte de lo que soy, le explico. Ella tiene que aprender eso. No puedo tener todo, y dejar que la
mujer de mi afecto, la única mujer de la que me he enamorado viva en relativa
pobreza. ¿Eso qué diría de mí,
qué clase de hombre me haría? ¿No es eso lo que los hombres hacen por sus
mujeres? Estamos en un callejón sin salida, y voy a proveer para ella le guste
o no.
_ ¿Comemos?
Pregunta.
_ Claro, le
digo con el ceño fruncido.
_ Voy a cocinar,
dice ella.
_ Bueno. Si no, hay comida en la nevera.
_ ¿La señora
Jones libra los fines de semana? ¿O sea
que la mayoría de los fines de semana comes platos fríos? Pregunta.
_ No, le
respondo. Yo no quiero entrar en
otro campo de minas.
_ ¿Ah, no?
pregunta.
Por último
suspiro.
_ Mi sumisas
cocinan para mí Anastasia.
_ Ah, claro,
por supuesto, responde ella ruborizada. Ella
se vuelve y me sonríe.
_ ¿Qué le
gustaría comer señor? Le doy un suspiro de alivio y le sonrío.
_ Lo que la
señora encuentre, contesto sombríamente.
Ella decide cocinar
una tortilla española. Y yo me voy a mi estudio, pero me detengo a mitad de
camino y veo como a continuación, pone a Beyoncé, "Crazy in Love" elige y lo
puso en repetición y a todo volumen. Entonces
se pasea de nuevo por la cocina y se va bailando moviendo su trasero por el
camino. Abre la nevera, coge el cartón de huevos y empieza a abrirlos y luego
comienza a batirlos. Estoy
fascinado mirándola. Mi mujer, en mi cocina. Algo
hogareño y algo increíblemente dulce. En
el medio del batido, ella se detiene abruptamente mirando hacia arriba como si
acabara de tener una epifanía. Y
entonces le veo una amplia y hermosa sonrisa.
No puedo
esperar más y camino hacia ella para envolver mis brazos a su alrededor y la
hago saltar.
_ Interesante
elección de música, le ronroneo cuando la beso debajo de la oreja. Tu pelo
huele bien, le digo mientras meto mi nariz en su cabello y aspiro su aroma
profundamente.
_ Todavía estoy
enojada contigo, dice ella y me hace fruncir el ceño.
_ ¿Hasta cuándo
vas a seguir con esto? Pregunto pasando la mano por el pelo.
Se encoge de
hombros con indiferencia.
_ Por lo menos
hasta que hayamos comido, ella responde, entonces sé que todo está bien, y me
sonrío. Finalmente me vuelvo y
tomo el control remoto del equipo de música, que está sobre la encimera de la
cocina.
_ ¿Has puesto esa
canción en tu iPod? Pregunta ¡Oh,
rayos de nuevo la inquisición!
Niego con la
cabeza, mi cara es solemne. Ella
sabe que fue Leila. Yo no tengo
que decírselo.
_ ¿No crees que
ella estaba tratando de decirte algo en ese entonces?
_ Bueno, viéndolo
en retrospectiva, probablemente, le digo en voz baja. Nunca sumé dos más dos mientras estuve
con Leila ni con ninguna.
_ ¿Por qué sigue
ahí? Me pregunta en doble sentido. ¿Cree
que tengo sentimientos por Leila? ¿Cómo si me quedé con un pedazo de ella?
_ Me gusta
bastante la canción. Pero si te
ofende, la quitó.
_ No, está
bien. Me gusta cocinar a la
música, responde ella.
_ ¿Qué te gustaría
escuchar?
_ Sorpréndeme, dice
ella. ¡Eso lo puedo hacer bebé!
Sonrío y me
dirijo hacia el iPod, y ella vuelve a preparar nuestro almuerzo. Voy por la lista y encuentro una de
Nina Simone “Te he lanzado un hechizo” Esta canción es muy apropiada para
los dos, porque ella me hechizó y yo a ella.
I Put a Spell on You - Nina Simone
Quiero declararle
mi amor, pero esto es lo más que puedo hacer por ahora. Siempre me he expresado mejor con la
música. Me expresé con canciones
y con el piano por dos años antes de empezar a hablar de nuevo. ¿Me escuchas Anastasia? ¿Puedes sentir cuánto Te amo? La miro fijamente. Ella se voltea y me mira boquiabierta.
Mis ojos están oscuros e intensos, quiero que esté dispuesta a entender lo que
le estoy tratando de trasmitir. ¡No soy bueno en esto! ¡Esto es nuevo para mí! Ella me mira, cautivada. La acecho como un depredador mientras
suena la música. Ella me mira los
pies descalzos, mi camisa blanca fuera del pantalón y, finalmente, su mirada se
detiene en mi mirada ardiente. Una
mirada sólo reservada para ella.
Cuando Nina
canta "eres mía" me pongo a su lado. Tengo que darle un beso, tengo que
tenerla. ¡Ahora! Esta es la única manera que sé cómo
expresar lo que siento por ella. Soy
muy malo de otra manera.
_ Christian,
por favor, susurra mientras detiene el batidor que ha estado utilizando.
_ Por favor,
¿qué? Le pregunto.
_ No lo hagas.
_ ¿Hacer qué?
_ Esto, ella
hace un gesto entre nosotros. Me
pongo delante de ella mirándola.
_ ¿Estás
segura? Respiro y me acerco y tomo el batidor de su mano y lo dejo en el bol
con los huevos medios batidos. Está confundida. Por una parte ella también me desea y por el
otro lado está luchando contra lo que siente. Ella voltea la mirada para
dejar de verme porque no se resiste. ¡Por favor, no hagas eso bebé!
_ Te deseo,
Anastasia, murmuro. Lo adoro y lo odio y me encanta discutir contigo. Esto es
nuevo para mí. Necesito saber que estamos bien. Solo sé hacerlo de esta forma, le
digo para desahogarme con ella.
_ Mis sentimientos
por ti no han cambiado, dice susurrando.
La fuerza que
tenemos, la electricidad entre nosotros es fuerte, palpable. Es vibrante y siempre está tirando entre
nosotros. Ella mira fijamente mi
pecho con la camisa abierta y se muerde el labio. Me mira con deseo, pero no
voy a tocarla, aunque Dios sabe que es muy difícil mantenerme tranquilo con
esta proximidad.
_ Yo no voy a
tocarte hasta que digas que sí, le digo en voz baja a ella. Pero en este momento, después de una
mañana espantosa, quiero hundirme en ti y olvidarme de todo excepto de nosotros. ¿Puedo ser más claro Anastasia? ¡Por favor, escúchame y entiende lo
mucho que te necesito! Levanta la
cabeza y me mira fijamente.
_ Voy a tocar
tu cara, respira y aunque su declaración me sorprende, asiento y me inclino
para que lo haga. Pasa su mano por mi
barbilla y siento esa dulce y tierna
caricia que me hace cerrar los ojos. Ella levanta automáticamente
sus labios para buscar un beso. Pero
no voy a darle un beso. Mis
labios se ciernen sobre los suyos a milímetros de distancia, pidiéndole
permiso.
_ ¿Sí o no, Anastasia? Le susurro.
Sex Therapy - Robin Thicke and Ludacris
_ Sí, responde
ella, y mi boca se cierra sobre ella, mientras mi lengua lentamente separa sus
labios y mis brazos se pliegan a su alrededor, tirando de ella hacia mí, hasta
que ni el aire pueda pasar entre nosotros. Muevo mi mano por su espalda, mientras
mis dedos se enredan en su pelo tirando suavemente y manteniéndola en su lugar
forzándola contra mí. Ella gime
suavemente con ganas de más con pasión y deseo.
_ Señor Grey, oigo
a Taylor mientras tose rompiendo efectivamente el hechizo entre nosotros. Libero a Anastasia inmediatamente. Cuando nos damos la vuelta, un
incómodo Taylor está de pie junto a la entrada de la sala de estar. Lo miro y sé que el nuevo equipo de
seguridad está aquí.
_ En mi
estudio, le digo a Taylor y él camina rápidamente hacia allá.
_ Lo dejaremos
para otro momento, le susurro a Anastasia, y camino hacia mi estudio después de
Taylor.
Entro en mi
estudio, y Taylor me da la documentación de los nuevos tres agentes de
seguridad.
_ Vamos a ver. Los documentos detallan la información sobre el nuevo personal. Todos ellos vienen con altas recomendaciones y son expertos en el suministro de seguridad de grandes clientes. Uno de ellos trabajó en el FBI, todos tienen experiencia de combate y están altamente capacitados.
_ Se ven muy
bien. Quiero que hables con ellos y les
informes lo que quiero en términos de seguridad y compromiso.
_ Sí, señor.
Mientras camino
de vuelta a mi oficina Taylor camina detrás de mí.
_ Te informaré
en diez minutos, le digo.
_ Estaremos
listos, Taylor responde y sale de la habitación.
Me siento en la
cocina y Anastasia está lista con la comida.
_ ¿Comemos?
Pregunta.
_ Por favor, le
digo mientras me siento en una de las sillas del bar. La miro con cuidado. Tengo que
protegerla, pero cómo hacer para decirle sabiendo lo resistente que es a todo
lo que quiero hacer por ella.
_ ¿Algún
problema?
_ No, le
respondo. Ella frunce el ceño y
ella sabe que algo está pasando. Sirve
nuestro almuerzo y finalmente suspira y se sienta a mi lado.
_ Esto está
bueno, murmuro con admiración a lo que ella ha preparado. ¿Te gustaría una copa
de vino? Le pregunto.
_ No, gracias. Cuando el silencio se hace entre
nosotros, me levanto y enciendo la música clásica. La música es calmante.
_ ¿Qué es?
Pregunta Anastasia.
_ Canteloube, Songs
of the Auvergne. Esto se llama 'Bailero' le digo.
Bailero - Netania Davrath
_ Es preciosa. ¿Qué idioma es? Pregunta con
curiosidad.
_ Está en francés
antiguo-occitano, de hecho, respondo.
_ ¿Hablas
francés, entiendes lo que dice? pregunta
_ Algunas
palabras, sí, le digo sonriendo. Mi
madre tenía un mantra: instrumento musical, idioma extranjero, artes marciales. Elliot habla español; Mia y yo
hablamos francés. Elliot toca la
guitarra, yo toco el piano, y Mia el chelo, le digo.
_ ¡Wow! ¿Y las artes marciales? Pregunta.
_ Elliot hace
Judo. Mia se plantó a los doce
años y se negó, sonrío al recordar ese momento y exasperó tanto a mi madre que
tuvo que renunciar a sus esfuerzos de artes marciales.
_ Ojalá mi
madre hubiera sido tan organizada, suspira Anastasia.
_ La Dra. Grace
es formidable en lo que se requiere al logro de sus hijos, declaro con naturalidad.
_ Ella debe
estar muy orgullosa de ti. Yo lo
estaría, dice Anastasia suspirando.
Recuerdo tratar
de encajar en la familia perfecta, como un individuo perfecto, con un pasado y
presente imperfecto. No fue una
tarea fácil para mí. Miro hacia Anastasia con cautela y decido cambiar el tema.
_ ¿Has decidido
lo que te vas a poner esta noche? ¿O
tengo que escoger algo por ti? Pregunto tratando de desaparecer la incomodidad
que me da al recordar mi infancia.
_ Um... no
todavía. ¿Tú escogiste toda esa
ropa? Pregunta.
_ No,
Anastasia, no. Le di lista y tu
talla a una asesora personal de Neiman Marcus. Debería quedarte bien. Y aprovecho de soltar
lo de la seguridad sin querer darle tiempo a hablar.
_ Para tu información he contratado
personal de seguridad para esta noche y los próximos días. Leila anda
deambulando por las calles de Seattle y es impredecible, así que lo más sensato
es estar precavido. No quiero que salgas sola ¿De acuerdo? ¡Ya lo dije! Y sin que le quede la menor
duda de que voy a cuidarla.
Parpadea hacia
mí, y murmura, "okay".
_ Bueno. Voy a informarles. No tardaré mucho.
_ ¿Ya están
aquí? Pregunta sorprendida.
_ Sí.
Cojo mi plato y
lo coloco en el fregadero. Entonces salgo de la cocina sin decir nada. No le
voy a dar tiempo a que comience a discutir otra vez, de lo que debo o no hacer
por ella. Ella no sabe el sentimiento de culpa que siento ahora y del dolor que
me causaría si Leila le hiciera daño. Pero cuando se trata de proteger a
Anastasia se me sale el lado siniestro de Christian que es el menos cariñoso, y
muy brusco. Siempre he estado protegido ante el mundo con capas y capas de
brusquedad. Me odio a mi mismo por hacerle esto, pero no puedo evitarlo. ¡Su
seguridad es mi prioridad!
Me transformo
en el jefe-de-mierda-que-soy y entro en la oficina de Taylor donde están cuatro
hombres que se levantan ante mi brusca entrada.
Ya estoy a
cargo una vez más.
Dios existirá algún capitulo que no me guste? lo dudo, aquí ana tiene razón grey la boto do jonron eso de llevarla a esa peluquería fue una estupidez, ana es diferente coño llevela a un sitio diferente,aunque viendolo bien ana pudo conocer a la bruja asi no la engaña en la fiesta de disfraces,y eso de ana que no es interesada esta bien, pero es una boberia de ella al no querer regalos, tan rico que es que de ves en cuando le den a uno alguna sorpresa,y me encantan los pensamientos de cristian, pues son los de un hombre enamorado, si no le interesara le importaría un rábano lo que ella pensara,gracias Emine genial como siempre y Patricia mil gracias madre insuperable como siempre te quiero mucho amiga un beso.
ReplyDeleteEstoy maravillada con esta version segun la vision de Cristian, lo he leido todo en dos dias, como te imaginaras espero con ansias la traduccion al español, estaria mas que complacida de saber cuando publican los siguientes capitulos, mis palabras son de agradecimiento y felicito a la autora poe ello, nada de lo que he leido se asemeja a esta, gracias, u abrazo de mi parte.
ReplyDeletepienso que la autora es increible y la traductora tambien.... las felicito!!!!!!!!!!!!
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