Saturday, September 1, 2018

Libro IV - Capítulo XV: CINCUENTA SOMBRAS DE GREY - CHRISTIAN Y ANASTASIA


Capítulo XV
La dueña de mi alma
Traducido y editado por María Teresa Camp Gozalbo

Quien controla a otros puede ser poderoso, pero quien se ha dominado a sí mismo es más poderoso.
Lao Tzu




— ¡Welch!, ¡Quiero algunas putas respuestas! ¿Cómo se filtró esta noticia? Quiero que encuentres la fuente, y que descubras quién está sacudiendo la olla difundiendo rumores maliciosos sobre mi esposa!

— Ya he enviado a algunos de mis hombres a investigar señor.

— ¿Cuán pronto puedes informarme?

— Podemos comprar o intercambiar información de la fuente principal. Pero no lo recomiendo con los tabloides. Sin embargo, es mejor tener una puerta trasera abierta en casos como este.

— No habrá información para los tabloides. Mi PR va a va a hacer algo con una de las revistas principales.

— Sí señor. Pero aun cuando la entrevista sea sentados, con fotografías, y todo sea hecho con una revista seria, los paparazzi harán ‘la vigilancia sobre el vientre de su esposa’. Ustedes son ‘la noticia’, señor.

— ¿Cómo…? ¡Protejo mi privacidad celosamente!

— Señor Grey, ha sido un CEO de intenso trabajo, joven, y para todos los intentos y propósitos, inalcanzable. Cuando la señora Grey llamó su atención, la gente mostró curiosidad. Quieren saber quien es esta joven mujer. Porque usted nunca antes ha sido visto en público con una mujer, los perros están husmeando a su alrededor para ver que de especial hizo la señora Grey para llamar su atención. No me sorprendería que fueran a husmear a su antiguo trabajo, amigos, o lugares de reunión tratando de conseguir un defecto, un exnovio o cualquier cosa de ese tipo. Están tratando de encontrar una historia tipo Cenicienta que puedan mancillarla dados los eventos actuales con Hyde, —dice y rechino los dientes con rabia.
— ¡Averigua quién o quiénes están detrás de todo esto! También te he enviado el mensaje de Pella. Es más que los paparazzi. ¡Algo se está cocinando, y necesito que te pongas en contacto con él para que te informe lo que ha oído! Todas estas cosas no pueden ser solo una gran coincidencia.

— Bien. Me pondré en contacto con él de inmediato, —dice antes que yo cuelgue.

Recorro mi cabello con ambas manos. Recorro todos los nombres en mi mente que podrían causar problema. El primero en la lista no es otro más que el puto Roger Lincoln. Pero no tiene manera de saber sobre el embarazo de mi esposa a menos que tenga a alguien siguiéndonos o a ella. Esa fuga lo beneficiaría mucho.

El siguiente en la lista es José Rodríguez quien estuvo cerca de un ataque de nervios cuando supo del embarazo de Anastasia. Tiene algunas conexiones con el Portland Printz pero estos eran paparazzi. No pudo ser Elena. No sabía del embarazo. Eso deja a la familia. Pero ninguno de ellos filtraría la información intencionalmente.

Tomo la BlackBerry de nuevo. Desplazándome por los números, encuentro el de José. El teléfono suena cuatro veces antes de ser contestado. Su voz es errática como si acabara de tener sexo o corrido una maratón.


— ¡Sí! —Mientras respira con rapidez. No hay agitación si interrumpí algo.

— José, soy Christian Grey.

Su tono se enfría varios grados—. ¿Qué pasa hombre?

— ¿Has hablado con la prensa o alguien sobre el embarazo de Anastasia?

— ¿La prensa? —Pregunta sorprendido—. Por supuesto que no. No he hablado con nadie después  de tener un sermón de papá y Ray durante todo el camino a casa. —Dice inhalando.

— ¿Estás seguro? —Presiono—. ¡Había muy pocas personas que sabían de su embarazo y tú te pusiste como un loco por eso!

— ¡Mira hombre! Lo siento. ¡Me siento horrible… de hecho terrible por eso! Ana no ha tomado mis llamadas desde ese día. ¿Crees que iría a exponerla a un periódico para perder nuestra amistad? —Pregunta enojado—. ¡Es mi amiga! ¿Estoy tratando de contactarla para que me perdone, —dice en voz baja—. Metí la pata y dejé salir toda la mierda de mi cabeza. Ahora, ¡no puedo retractarme! Lo arruiné entonces. Nunca debí traicionarla de esa forma. Pero, ¿por qué me estás preguntando si he hablado con la prensa sobre ella? —Pregunta con sinceridad.

— Porqué fue emboscada por los paparazzi en su trabajo que fueron menos que amables con ella.

— ¿Qué? —Grita. Oigo un ruido fuerte y algo rompiéndose—. ¡Oh, joder! —Una ola de gemidos dolorosos se oye después—. ¡Lamento que haya sido emboscada! Nunca le haría algo como eso. Espero que no haya sido nada relacionado con la escena que monté en el hospital. ¡Oh hombre! ¡Por favor dime que no es la causa! —Exclama rápidamente completamente ansioso ahora. No quiero consolarlo, pero ahora también estoy convencido que no causó esto, al menos no intencionalmente.

— No creo que haya nada relacionado con el incidente del hospital. Bien… —Exhalo una profunda respiración—. Si me entero que has filtrado cualquier cosa a la prensa sobre su embarazo o hablado a la prensa sobre mi esposa, te llegaré, ¡y pagarás por ello! —Siseo.

— Es lo justo. Pero no lo hice, jamás lo haría, nunca le haría eso, ¿Cómo puedes siquiera pensar que haría algo como eso para lastimarla? —Dice sonando herido por mi acusación.

— ¡El hecho es José, que no solamente la lastimaste, sino que también la avergonzaste frente a su doctor, los de seguridad del hospital, mi personal de seguridad, tu padre y su padre! ¡La cuestionaste sobre su embarazo como si fuera una chica de 14 años que se deja preñar por el primero chico que ve! ¡Anastasia es una mujer casada! ¿Quién diablos te crees que eres para cuestionar a MI esposa sobre su embarazo de nuestro bebé? Si quiero embarazarla, no pido a nadie permiso. ¡Eso es entre MI esposa y yo! ¿Cómo te atreves a reclamarle? ¿Cómo se atreve alguien? Pero esta no es tu primer ofensa. Le tomaste cándidas fotografías y las pusiste en una galería de arte para que otros la miraran y compraran sus fotos como si fuera una mercancía!

— Pero, ¡fuiste tú el que las compró y me dijiste que las fotos te encantaban! —Replica.

— Ese no es el punto. El punto es que hiciste todo eso sin su permiso. ¡No importa cuan inocuo te parezca tu comportamiento, si haces algo con ella sin su permiso, la hieres! ¡Incluso trataste de forzarla para besarla sin su permiso!

— Por favor, ¡solo dime que está bien! —Dice con voz ronca.

— Bueno José, ¡NO está bien! ¡Estaba aterrorizada!

— ¿Está en casa?

— No. Está trabajando.

— Lo siento. De verdad. Ana es mi amiga… —empieza a decir, pero lo corto.

— ¡No tengo tiempo para calmar tu mente, o confortar tu conciencia! ¡Estoy tratando de proteger a mi esposa! ¡Así que, asegúrate de no volver a echarle mierda como hiciste en el hospital, o hablar de ella con nadie, o hacer algo que remotamente la lastime! ¡Si alguna vez haces algo que la haga sentir miserable, te sacaré la mierda! —Siseo y cuelgo. Aun así, me siento más confundido que nunca. Estoy completamente convencido que el jodido miserable nada tuvo que ver con el ataque de los paparazzi. ¿Quién diablos está detrás de mi mujer y porqué? Pero sé que mi mujer no es el objetivo del ataque; yo soy el objetivo y ella es el medio para conseguirme.

Cuando llegamos a Grey House una larga lista de pendientes me está esperando. Andrea me sigue a mi oficina con su usual eficiencia a punto.

— ¿Dónde está humm… —Tengo la mente entre— …Janelyn? —Pregunto. Espero no tener a otra incompetente interna como Olivia.

— Está sentando a su siguiente grupo de visitantes en la sala de juntas. Los estará atendiendo con las bebidas mientras llega usted, señor.

— ¿A quiénes tenemos?

— Compradores europeos, señor. Son de una empresa llamada Unlimited Luxury. Tienen varios pedidos fincados y su junta con ellos está agendada para dentro de 30 minutos. Ros estará en la sala de juntas en los próximos minutos. Les gustaría hablar con usted sobre yates personalizados en base regular para sus clientes habituales en varios países europeos. Han dicho que solamente hay tres empresas en el mundo que pueden manejar este tipo de pedidos y GEH está en el primer lugar de su lista por nuestra fuerte seguridad.

Por supuesto que conozco a Unlimitged Luxury. Es una empresa importante con una nutrida cuenta bancaria, dando servicio a los más ricos del mundo cuando se trata de jets privados, yates o vehículos de ultra lujo. Les gusta ser el mayor distribuidor en Europa y tienen el plan de expanderse a Asia. Este puede ser un negocio rentable si los precios son competitivos.

Antes de ir a la junta, le envío un correo a Anastasia.
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De: Christian Grey
A: Anastasia Grey
Fecha: 1º de noviembre 2011, 9:37

Hola esposa:

¿Cómo te sientes? Te extraño. Quisiera poder quitarte las heridas y el dolor que sentiste esta mañana.

No, esto no dice lo que quiero transmitirle… ¿Cómo puedo expresarle que es el centro de mi universo y que lo que la lastima a ella, me lastima a mií más? Quiero tomar todo lo que la hizo sentir miserable y simplemente hacerla feliz. Y el deseo de castigar a aquellos que le infligieron este dolor está royendo mi alma.Permítaseme intentarlo otra vez…

Bebé,

Te quiero. Es así de simple, de verdad.

Te amo desesperadamente; mis sentimientos están a tu merced. Te amo con todo lo que soy, que todo lo que te lastima me hace enojar, y me llena de tan feroz rabia que estoy listo para asumir cualquier cosa que te haga enojar y mucho menos, miserable. Amo tu chispa. Amo tus comentarios ingeniosos. Amo tu boca inteligente. Amo tu intensidad, amo tu voluntad por ser tú misma. Amo que me ames, que ames a nuestro bebé que llevas. Eres mi universo. En este punto, soy simplemente un hombre locamente enamorado de su esposa. Lo que sea, quienquiera que esté fuera y trate de lastimarnos no importa. Otros no importan. Soy suficientemente grande, malo y poderoso para alejar eso. Confía en mí. Confía en que te amo. Confía en que te protegeré a ti y a nuestro bebé. Confía en que no hay nada, ni nadie más importante que tú y nuestro pequeño. Los protegeré a ambos.

Ya no soy el hombre jodido que conociste. Todavía estoy jodido en muchos aspectos, pero tú me completas; me forzaste a salir de mi oscura esquina de la que me negaba a salir. Tú y solo tú me diste una razón para cambiar. Tú me hacer desear ser un mejor hombre. Me diste esperanza en el futuro; me enamoré de ti inesperada, rápida y desesperadamente, Ana. Continuaría amándote aunque tú no me amaras. Porque mi amor por ti no tiene caducidad; no está condicionado. Pero sabiendo que lo haces… que me amas me impulsa a esforzarme más para merecerte. Tú, Anastasia Rose Grey, eres mía. ¡Mi esposa!

Y es mi promesa a ti que haré que esto desaparezca.

Christian Grey

Locamente enamorado CEO, Grey Enterprises Holdings. Inc.
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Me levanto para ir a la junta; mi mente todavía ocupada con mi esposa. Mi jodida BlackBerry se está quedando sin batería. La dejo al cuidado de Andrea para que se encargue de cargarla—. Andrea, si mi esposa llama, me la pasas inmediatamente sin importar cuán ocupado esté. Solo encuéntrame. Recuérdale a Janelyn esto, —ordeno.

— Claro señor. Es su orden permanente. Inmediatamente se lo recordaré a Janelyn.

Mientras cruzo la puerta, le digo a Andrea que traiga mi laptop. Si Anastasia me contesta, necesito tener acceso a mi correo durante la reunión.

Viéndola tan angustiada hoy, dejándola en el trabajo y no trayéndomela de regreso conmigo va en contra de todas las células de mi cuerpo. Pero, no puedo dejar que pierda su valentía. Tengo que enseñarle como estar al mando en su entorno inclusive si todo su ser desea gritar y escapar. Antes he sido un enigma, y buen guardador de secretos. Mi esposa, que es aun más enigmática que yo, desconocida para todos hace solo unos meses es locamente caliente y está embarazada. Conquistó a un soltero confirmado, un hombre que algunos pensaron que era gay; los que sabían de mi estilo de vida nunca hubieran soñado en que me casaría. Diablos; nunca pensé que podría tener esto; que podría amar a alguien en forma tan indeleble, tan completamente. Pero ahora, imaginarme hipotéticamente sin ella es imposible. Naturalmente, la existencia de esa rara mujer en mi vida se convierte en objeto de noticia. Pero, deseo mantenerla alejada de esta atención indeseable, especialmente de los paparazzi.

Por lo tanto, es de suma importancia que pueda encontrarme en cualquier momento que me necesite. Mi teléfono esta descargado y debo estar en una reunión por un  potencial negocio lucrativo. Taylor me abre la puerta para que entre. Tanto Ros como Warren están ahí. Ella se ve como una mujer inocente, pero esa es la impresión que da a la mayoría de los hombres de negocios cuando tratan de subestimarla. Puede hacer que el diablo se haga hacia atrás.

Cuando entro a la sala de juntas, Taylor se coloca en su lugar habitual en la esquina, un punto ventajoso donde puede inspeccionar y observar toda la sala. Andrea menea la cabeza imperceptiblemente a Janelyn. Pone la última botella de agua sobre la mesa frente a uno de los hombres de negocios y camina para reunirse con Andrea.

— Bonjour Monsier Grey, —me saluda el CEO de Unlimited Luxury con su acento parisino.

— Bonjour Monsier Decoux, —le respondo con sonrisa profesional mientras tomo su mano tendida—. Avez-vous fait a bon voyage? —Pregunto acerca de su viaje, a pesar que me importa un pepino si su viaje fue agradable o no. No sabe que es mi fachada profesional reservada para el mundo de los negocios. Mi cara dice que estoy seguro de mí mismo, tácitamente dominante; la encarnación del amo y comandante de todo lo que me rodea. No es de sorprender que la gente responda a eso en forma sumisa. La única excepción sería que hubiera otros machos alfa sobre los que declaro mi dominio. Solo puede haber un alfa. De otra manera, no nos quedamos en el mismo lugar por mucho tiempo. Es cuestión de territorio. Y este es el mío.

Después de las introducciones, discutimos el plan de negocios con el hombre de negocios francés y la mujer. Están ansiosos por hacer negocios con GEH, porque simplemente construimos los mejores y más seguros barcos.

Después de casi dos horas de junta, aún no he recibido respuesta de Anastasia a mi correo. Idea que me distrae y debo poner doble atención para seguir el hilo de la reunión.

Finalmente llego respuesta a mi correo. Mis ojos se dirigen a la laptop y muevo el ratón para abrirlo inmediatamente, ocultando efectivamente mi ansiedad. Abro la botella de agua y tomo un sorbo. Después de leer el saludo de Anastasia, tomo otro sorbo para aparentar que estoy ocupado y escuchando la propuesta del hombre de negocios francés. Decoux empieza a hacer sus observaciones finales. Mi mente solo está a medias entendiendo lo que está diciendo. Sin embargo capto su chiste sobre hacer ventas pobres porque no haya podido leer completamente mi cara acerca de lo que exactamente haya pensado sobre su propuesta y hacer una broma quejándose de sus antepasados porque no quería convertirse en el destinatario de ‘dérogeance’, en otras palabras, la pérdida de la nobleza debido a las actividades comerciales y manuales que dejaría a las futuras generaciones por la falta de habilidad haciendo referencia también a su noble linaje.

— Le aseguro Monsier Lecoux, que estoy a favor de su propuesta, y le daremos nuestra completa agilidad examinándola y regresándosela con nuestra contra-propuesta que sea beneficiosa para ambas partes. —Mi respuesta hace que Decoux sonría y continúe con sus observaciones finales. Regreso al correo de mi esposa mientras tomo otro sorbo de agua.
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De: Anastasia Grey
A: Christian Grey
Fecha: 1º noviembre, 2011, 11:48

Marido:

Que hermoso mensaje recibido de mi hombre, el amor de mi vida. NO TIENES IDEA lo que tu mensaje me hizo, me alegró como si fuera una preserva de vida. Cómo me  levantó. ¡Gracias!

Me asombra que puedas ser tan romántico, tan elocuente al expresar tu amor. Sabiendo que nunca hiciste la cosa del amor el el pasado, estoy más allá del éxtasis por ser la primera, la única destinaria de tu afecto. Eso me dice que eres mío en todas las formas posibles, de la misma forma que soy tuya.

Después que me empujaste hoy a enfrentar el trabajo, debo admitir que estaba en piloto automático y le di toda mi atención a todos mis proyectos en espera, leyendo y anotando manuscritos para mantenerme tan ocupada que pude olvidar el incidente de la mañana. No significa que me gusten más los paparazzi ahora, pero tú, marido, me hiciste sentir inmensamente mejor. Cuando tuvimos la junta de editores, me sentía de alguna manera como yo misma. Pero fue tu mensaje, la declaración de tu amor la que me levantó. Acabo de leerla hace pocos minutos, porque me aseguré de estar ocupada toda la mañana. Ahora, hubiera deseado leerla antes. Leyendo tus tiernas palabras me hicieron extrañarte. Realmente extrañarte… Gracias por amarme tanto. Gracias por hacerme sentir, haciéndonos sentir seguros.

Sobre otro asunto positivo que sé que te hará feliz, me siento rabiosamente hambrienta. Sawyer me trajo un sándwich de pavo, ensalada griega y un cuerno (croissant, pan) con queso untable y té Twinning’s caliente. Estoy avergonzada de decirte que me comí todo hace alrededor de una hora y me vuelvo a sentir hambrienta. También estoy feliz por reportarte que no he tenido malestares mañaneros y por supuesto, estaré cruzando los dedos cuando haya pulsado ‘enviar’ :)

Quiero decirte que también te amo apasionadamente, desesperadamente. Algunas veces con tan conmocionante intensidad que el doloroso anhelo que siento por ti es completamente indecente, vulgar, licencioso, obscenamente lujurioso e increíblemente voraz y empeoró cuando me preñaste… quiero decir cuando quedé embarazada. ¡Deseaba todas esas cosas antes de estar embarazada pero este anhelo se está convirtiendo en increíble! Aquí estoy, una mujer de 22 años con un trabajo como editora en una compañía editora respetable y soy incapaz de concentrarme en una simple tarea como leer un manuscrito encantador. ¡Pero, en cambio me encuentro pensando en las manos de mi marido sobre mi cuerpo y su polla dentro de mí! Debería seguir molesta por lo de esta mañana y aun así estoy lujuriosa después de la distracción de mi marido…

Me doy cuenta que la magnitud de mi amor y deseo se ha amplificado mucho. No creo que solo sean las hormonas del embarazo. ¡Eres tú! Eres mi adicción. El embarazo me ha vuelto un poco más atrevida. Nunca pensé que un amor como este fuera posible. Solía asustarme y de alguna manera aún lo hace. Pero  nuestro amor se ha convertido en mi forma de vida. Soy infinitamente feliz por qué tú, Christian Grey eres mi marido, todo mío para tenerte y apoyarte, amarte y para que me folles en la cruz de madera, y me azotes hasta que me hagas gritar tu nombre, y ser besada por ti por todas partes mientras mis manos están esposadas, y el jugar contigo en el Cuarto Rojo del Dolor (¿Por favor?), y hacer el amor la mayor parte de la tarde y acariciarnos por siempre jamás. Eres mi alma. Eres todo para mí. ¡Te amo!

Ana

PD: Nótese que te estoy enviando el correo desde mi BlackBerry y no por el correo electrónico de SIP. Puedes ver que soy ocasionalmente responsable :)
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¡Joder! ¡Joder! ¡Joder! No solamente me provocó una enorme lujuriosa erección inesperadamente, en un momento de lo más inoportuno, en medio de la maldita reunión y con la sala llena de hombres de negocios que vinieron desde París para acordar un nuevo trato de negocios, pero yo, Christian Grey me acabo de atragantar con el agua de la botella atrayendo toda la atención a mí. Miradas curiosas y preocupadas están todas sobre mí.

— Monsier Decoux, usted no es solo un astuto empresario sino también muy entretenido con sus ingeniosos comentarios. Debe ser un rasgo del encanto de la nobleza francesa.

— Sin embargo, —dice Ros palmeando mi espalda ligeramente con su mano dos veces—, el señor Grey es muy susceptible al humor francés por haber vivido en París en el pasado. No ahogue a mi jefe con su ingenio. Todavía lo necesitamos aquí, —dice suavemente con sonrisa deliciosa, haciendo reír a los presentes alrededor de la mesa. Recordando que me disgusta que me toquen, pregunta—, ¿está bien señor Grey?

— Sí, —digo tosiendo nuevamente, sonriendo a todos. La reunión está cerca de terminar, pero me encuentro en estado de excitación y una dura erección en medio de mi jodida junta de negocios, torpe, incómodo e impasible. Esto nunca me había pasado. ¡No así! Siempre tengo mi cuerpo bajo control.

Al igual que Alain Decoux y sus directores asistentes se preparan para concluir e irse, volteo hacia ellos para darle tiempo a mi polla un momento para calmarse y distraer mi mente, pienso rápidamente en una pregunta al azar. ¡De alguna manera, el correo de Anastasia encontró el bypass de emergencia de mi cerebro y tomó el control de mi jodida polla!—. Monsieur Decoux, ahora que hemos terminado nuestra junta, quisiera preguntarle su opinión sobre una producción francesa. He oído buenos comentarios acerca de la película ‘Intocables’. Se supone que la estrenarán aquí mañana. Leí la novela, por supuesto. Ya que hay aristocracia en su linaje, me pregunto si habrá leído el libro y si ha visto los avances de la película.

Está un poco confundido pero sigue mi cambio de conversación—. No creo haberla visto, Monsieur Grey. ¿Hay alguna razón en particular por su interés en la película? Discúlpeme; no conozco el contexto completo de la novela o la película. He oído sobre ella, pero no he tenido oportunidad de leer la novela.

Tema de la película Intocables

— Buena, tenía intención de llevar a mi esposa a verla durante el Festival Internacional de Cine. Quería saber la opinión de alguien de primera mano. La mayoría de las veces las películas no hacen justicia a los libros.

La mano derecha del señor Decoux se aclara la garganta—. Si me permite intervenir, Monsieur Grey. He leído la novela y he visto la película durante una proyección especial que se dio la semana pasada, —dice Julianne con admiración apenas disimulada. Es una mujer aristocrática, bien vestida, de lenguaje fluido, culta, bien educada que está en sus tempranos 30s. Alta, delgada, rubia, se defiende bien, pero aún le falta un largo camino para llenar los zapatos Manolo Blahnik que lleva puestos y ser del calibre de Ros.

— ¿Y su opinión de él? —Le pregunto con interés fingido.

— La recomiendo totalmente.

— ¿Por qué? —Pregunto mientras Ros me mira con tal curiosidad como si estuviera tratando de resolver un difícil rompecabezas.

— Está más allá del encuentro entre un aristócrata incapacitado y un inmigrante africano, un potencial cuidador descarado que estaba tratando de engañar al sistema para no ser rechazado en la posible contratación del puesto y poder seguir cobrando el cheque de desempleo. Son dos personas que no podrían ser más diferentes tanto en sus orígenes sociales como raciales, sin embargo, son lo necesitan el uno del otro. La sangre azul de uno y la común del otro. Pero, ¿cómo dicen en los Estados Unidos? Es lo que el médico recomendó.

 — No sabía que tenías un lado literario Julianne, —dice Decoux con mucho interés.

— Mi sangre es tan azul como la suya Monsieur Decoux. Graduarme en la Sorbonna y después en Cambridge, me hizo apreciar la gran literatura, pero hay otras razones por las cuales disfruté este libro tanto como la película en la pantalla de la proyección privada, —dice con propiedad—. El personaje principal es muy rico. Tiene a su alcance todos los lujos de la vida, lleno como en la vieja escuela de sangre azul. También posee coches de lujo de gran velocidad, jets privados, yates, también un palacio, pero por desgracia no puede disfrutar de los placeres de la vida porque está paralizado. El personaje sin privilegios de ninguna índole hace que el rico Philippe se dé cuenta de lo que tiene y le enseña a disfrutar sus posesiones y disfrutar la vida nuevamente. Cualquier cosa que haga que la gente aprecie las cosas buenas de la vida, los lujos que ofrecemos en Europa y Asia a la larga es una visión de bienvenida para m,í una buena para los negocios, —dice sonriendo como si quisiera demostrarme que puede ser una empresaria astuta.

Veo a Taylor con mi vista periférica, discretamente leyendo en su BlackBerry y frunciendo el ceño. ¿Por qué está frunciendo el ceño? ¿Welch lo contactó? ¿O es sobre Anastasia? Si me hubiera llamado, Andrea sabe que debe traerme el teléfono. Me envió un correo hace solo media hora. ¿Se puso enferma? ¡Oh, mierda! Probablemente se enfermó otra vez. Mi mirada se vuelve seria y miro a Taylor con ojos inquisidores.

Se acerca a la mesa y se inclina y murmura con voz aparentemente discreta pero sabe que es lo suficientemente alta para que lo oigan los demás—. Perdone señor. Me disculpo por interrumplir su plática. Tenemos una pequeña emergencia que requiere su atención tan pronto le sea posible, —dice con cara taciturna.

Lo miro interrogante; con la intensidad de mi mirada escaneo su rostro para ver algún signo de emergencia. Cuando nos  miramos, inmediatemente sé que se trata de Anastasia. Al momento que estoy seguro de que se trata de algo relacionado con mi esposa, siento ansiedad y preocupación en mi interior. Pero en el exterior no hago la mirada del depredador. Con fragmentos gélidos cubriendo mi mirada, me levanto con la facilidad y gracia de un animal. Volteando hacia el grupo de los hombres de negocios franceses, los ofrezco mis disculpas, listo para salir—. Damas, caballeros, —digo abrochándome el saco—, parece ser que el trabajo de CEO nunca termina. Mi colega, la señorita Bailey y el señor Warren colaborarán con ustedes para finalizar el documento mientras que debo atender un asunto urgente que requiere mi atención personal. Monsieur Decoux, es un placer hacer negocios con usted. Agendaremos una reunión final una vez que revisemos los documentos que nos han presentado. Y ‘merci beaucoup Mademoiselle Durant’ por su recomendación sobre la película, —e inclino la cabeza al resto del grupo y los hombres de negocios se levantan con mi apresurado adiós. Rápidamente acepto la mano tendida de Decoux, y ordenando a Ros que se haga cargo con solo mi mirada, dejo la sala de juntas.

Tan pronto como Taylor cierra la puerta tras nosotros, me vuelvo a él y pregunto—, ¿Qué demonios está mal?

— Fue el mensaje de Sawyer. Aparentemente le llamó a su celular, pero la nueva interna le dijo que estaba en junta y no le pasó la llamada. ¡Qué demonios!

— ¡Trataré con ella más tarde! ¿Por qué estaba enviando mensaje?

— El señor José Rodríguez se presentó en SIP y aparentemente la señora Grey sabía de su llegada. Se fue a comer con él. El texto de Sawyer decía que él estaba disculpándose todo el tiempo y al principio la señora Grey estaba reacia a ir a comer pero él insistió para poder pedirle perdón.

— ¿Dónde jodidos estaba el bastardo? ¡Pensé que estaba en Portland!

— No, aparentemente cuando lo llamó usted esta mañana, estaba en Seattle. Se sentía mal por lo pasado con la señora Grey y fue a su trabajo humillándose y disculpándose, —repite.

— ¡Mierda! —¡Le advertí al bastardo sobre la angustia de mi esposa y conseguí que se acercara a ella! ¿Olvidé decirle que ella está fuera de sus límites?

— Sí señor. Pero no están lejos. Sawyer los llevó a un pequeño restaurante mexicano fuera de las rutinas normales.

Camino a mi oficina y me detengo enfrente del área de recepción. Tanto Andrea como Janelyn brincan sobre sus pies. Extiendo la mano para que me dé mi celular. Ignorando completamente a Janelyn, volteo hacia Andrea—. ¿Por qué no fui informado de la llamada de Sawyer? —Pregunto.

La cara de Andrea muestra sorpresa y su boca se abre entendiendo lo que Janelyn había o no hecho. Cierra la boca y la abre nuevamente—. Lo siento mucho, señor Grey. No sabía que Sawyer había llamado. Le hubiera llevado el teléfono inmediatamente.

— Lo siento señor Grey, —Janelyn responde apenada—. Tenía la impresión de que solo las llamadas de la señora Grey debían pasársele y tomé los mensajes de las otras llamadas. ¿Hice algo mal señor Grey?

— ¡Sí! ¡Lo hiciste! ¡Sawyer es el guardaespaldas de mi esposa y lo sabes! ¡No le permitiste hablar conmigo!

— Me disculpo señor Grey. Yo… traté de seguir las reglas… lo siento, —dice finalmente cuando ve mi creciente enojo.

— ¡No. Nunca. Me. Interrumpas! Me ocuparé de ti mañana, —digo en voz baja. Lo suficientemente baja para no confundirse con nada más que malevolencia. Janelyn se pone morada y está a punto de llorar.

— ¡Vámonos! —Le ordeno a Taylor. Tan pronto entramos al elevador reviso mi BlackBerry. Hay dos mensajes de texto de Anastasia.

*Christian, José está aquí para disculparse. Quiere ir a comer conmigo para hacer las paces. Iré y lo escucharé. Quiero darle la oportunidad en lugar de hacer suposiciones acerca de lo que hizo. Después de esta mañana, me di cuenta de que no quiero que hagan conjeturas sobre mí. Seré amable y actuaré de la misma manera.*

El siguiente mensaje llegó 10 minutos después del primero.

*O estás ocupado o estás de acuerdo en que vaya a comer con José. Estaremos en el Tía Rosa. Sawyer nos lleva. Te llamaré cuando regrese a SIP*

¿Qué está pensando mi esposa? ¡José! ¡Saliendo con José! ¿Y qué demonios va a hacer José? ¿No lo amonesté esta mañana acerca del acoso de los paparazzi a mi esposa? ¿Qué hace? Va a buscar a mi esposa para ser perdonado sabiendo perfectamente bien que una simple foto, no importando cuán inocente sea puede ser malinterpretada. Estoy retorciéndome de rabia. Cuando se anuncia nuestra llegada a la planta baja tomo la delantera con pasos rápidos y Taylor camina enérgicamente para emparejarme—. ¿Señor Grey? —Pregunta.

— ¡Qué! —Chasqueo.

— Saywer está al teléfono señor.

— ¿Dónde demonios están? —Siseo.

— En un pequeño restaurante mexicano llamado Tía Rosa, justo en la avenida principal. La señora Grey está segura, el restaurante no está lleno.

— ¿Qué está haciendo? —Pregunto mientras Taylor abre la portezuela de la SUV. Entro y la cierra.

— Ordenó tacos de mariscos y chimichanga (burrito frito). Está sentada con los brazos cruzados, recargada su espalda en el respaldo de la silla, oyendo al señor Rodríguez, —responde.

Que esté sentada recargada en el respaldo y sus brazos cruzados está bien. Eso significa que está cerrada a él sea lo que sea que esté tratando de decirle, o que la esté tratando de impresionar.

— ¿Por qué no insististe en hablar conmigo?

— Señor Grey, solo tuve unos minutos porque primero iba a disuadir al señor Rodríguez de ver a la señora Grey después del incidente del hospital y las instrucciones que se le dieron. Pero la señora Grey salió y dijo que estaba esperando al señor Rodríguez y que debería hacerlo entrar cuanto llegara a SIP. Para ese momento él ya estaba esperando en la recepción. Basado en su comportamiento de la última vez, no tenía ninguna seguridad de cual sería su comportamiento en ese momento y quise evitar que causara otra escena. Pero la señora Grey dijo que estaba bien y que le informaría a usted de su visita. Quise seguir el protocolo y quise informarle a usted de todas formas. Cuando la  nueva becaria dijo que estaba en una reunión importante, no quise molestarlo. Sin embargo, Taylor insistió en que debe ser informado de cualquier viaje no programado o de un visitante inesperado, así que le envié un mensaje. No podía hablar porque tuve que entrar a la oficina de la señora Grey con el señor Rodríguez y cuando él regreso a la recepción para esperar a la señora Grey mientras ella recogía sus cosas, apenas tuve tiempo de hacerle una rápida llamada pero no pude hablar con usted porque la señora Grey ya estaba afuera lista para ser transportada. Así que inmediatemente le envié mensaje a Taylor.

— ¿Había algunos paparazzi cuando se fueron?

— No señor. La policía se hizo cargo de ellos toda la mañana y los hombres de Welch han estado patrullando alrededor de SIP para parar a cualquier paparazzi que los policias no hubieran detectado. Uno de los hombre de Welch nos ha seguido al restaurante. Está escaneando el área por si acaso.

— Estaremos allí en pocos minutos.

— Sí señor. La señora Grey está sentada en uno de los gabinetes cercanos al patio trasero. Siga por el pasillo principal del comedor y doble a la derecha, por favor.

— ¿Cuál es el aspecto del señor Rodríguez? ¿Enojado, ansioso, de confrontación, sosegado, con voz alta? —Pregunto.

— Suplicante. Parece que está rogando. Está hablando en voz baja pero rápidamente. Y parece que pudiera llorar si la señora Grey solo dijera una palabra concisa. Justo acaba de secarse el ojo derecho con el reverso de su mano, —dice Sawyer como si estuviera dando un informe paso a paso.

Está explotando el lado suave e indulgente de Ana. Debió haber pensado en esto antes de haber empezado su escena a gritos en el hospital sobre el embarazo de mi esposa. No planeado, lo admito, pero eso no es de su maldita incumbencia. ¡Mi esposa no tiene que darle explicaciones a este maldito cabrón!

— Estamos a la vuelta de la esquina. Te veremos pronto, —digo y cuelgo. Taylor da una vuelta rápida a la derecha para entrar al estacionamiento del restaurante. Si algunos paparazzi están aquí, sería como si nos hubiéramos reunido para comer. Entro al restaurante y Taylor me sigue. La anfitriona me mira y traga—. ¿Cuántas personas señor? —Pregunta.

— Vengo a encontrarme con otras personas aquí. Solo una. —Mira a Taylor confundida, pero no dice nada. A continuación, baraja los menús y se le caen, murmurando una disculpa sin aliento. Luego, recogiendo un menú, me dirige un rápido vistazo y nos conduce. Localizo a mi esposa, y en el mismo momento siente mi presencia. Prendiendo nuestras miradas, camino a su gabinete. Aún está sentada recargando su espalda en el respaldo pero sus brazos ya no están cruzados y José está inclinado hacia delante, sus codos en la mesa, sus manos se dirigen en dirección a Ana en un gesto inconscientemente suplicante. Su mirada sigue a la de Ana, y cuando me localiza se pone rígido. Mis ojos enfocan sus brazos acercándose a mi esposa. Inclinando la cabeza hacia un lado, levanto las cejas con cara reticente. Mi mirada es fría, fragmentos de hielo. Con pasos lentos pero seguros, con una presencia declarando mi dominio, llego al gabinete que están ocupando—. Hola, —digo interrogativamente en voz baja.

— ¡Christian! —Responde Ana con voz entrecortada. Sus ojos me revisan con un poco de asombro, un poco de intimidación y hambre voraz apenas contenida. También hay un tinte de irritación. Empequeñece los ojos, cuestionándome que hago aquí. José inmediatamente se inclina hacia atrás y retira los brazos que se dirigían a mi esposa. Primero se ve como un adolescente regañado. Lo clavo en su asiento.

Luego, volteando hacía mi descarriada esposa—, señora Grey, —enfatizando y declarando mi posesión sobre ella.

— ¿Qué haces aquí? —Pregunta Anastasia sin aliento.

— Oí que sus tacos de mariscos son grandiosos. Sabes que me gusta la buena comida. Por supuesto, la buena comida en compañía de mi esposa, diciéndome en su correo de más temprano cuán hambrienta estaba, —digo con voz seductora—, quería segurarme que satisfaría todas sus hambres. —La anfitriona se ruboriza, aturdida, José parece que se haya tragado un bicho desagradable y Anastasia primero parpadea y luego abre la boca. Quiere decir algo, pero demasiado sorprendida para hacerlo. Cierra la boca y la abre nuevamente. Está horrorizada, encendida y sonrojada, todo al mismo tiempo. Volteo hacia la anfitriona con sonrisa deslumbrante—. No necesito el menú. Tacos de pescado y agua embotellada, por favor. Gracias, —digo e incapaz de decir una sola palabra, la anfitriona asiente y se retira apresuradamente murmurando—, ¡Santa mierda! ¡Tipo excitante! ¡Caliente! ¡Caliente! ¡Caliente!

— José, —me inclino y digo con voz gélida. Me deslizo por el asiento del gabinete con gracia hasta mi esposa—. Hola nena, —susurro apresando su mirada con la mía. Instintivamente se acerca más a mí y puedo sentir su agitación. Me inclino, pidiéndole permiso para besarla con los ojos. Se estira y puedo capturar sus labios con los míos, besándola posesivamente como si no hubiera mañana. Se ruboriza intensamente, dejándola sin aliento cuando termino. Es incapaz de mirar a su amigo a los ojos.


— Hola. Tengo entendido que recibiste mi mensaje de texto, —murmura.

— Por supuesto, hubiera venido más pronto, pero estaba comprometido con otra cosa.

— ¿Comprometido? —Pregunta empequeñeciendo los ojos. ¿Es eso celos? Me gustan sus celos. Su declaración su posesión de mí enfrente de otros hombres es simplemente excitante.

— Sí. Hombres y una mujer de negocios franceses. Tuve una junta.

¿Mujeres de negocios francesas?

— Mujer de negocios. Singular. El resto eran hombres de negocios. Por supuesto que después de recibir tu correo, estaba muy… distraído… para enfocarme en la tarea del momento.

— Estábamos solamente comiendo comida mexicana y aclarando algunos asuntos… tú sabes.

— Así que me dejé caer, —digo con gesto impasible nuevamente—. No sabía que estabas en la ciudad José, —lo acuso.

— Me quedé otro día. Pero tengo que volver a la escuela, —añade a toda prisa—. Ya que estaba en la ciudad, quise hablar con Ana y disculparme con ella una vez más. Nada vale la pena si destruyo mi amistad con ella. Solo quería hacerle saber que siempre seré su amigo sin importar qué, y siempre puede contar conmigo. A pesar que no he sido un buen amigo como debería haber sido, puede que me dé oportunidad de hacer las paces, —dice en doble sentido. Básicamente me está diciendo que estaría esperando por mí si la fastidio con ella, mi hijo y todo lo demás.

— ¿No es eso muy considerado de tu parte? Ana necesita amigos buenos, leales y desinteresados solamente preocupados por su bienestar. No quisiera que nada molestara a mi esposa especialmente en su condición de madre expectante, —murmuro en tono plano a José sin pestañear—. ¿Cómo te sientes hoy, nena? —Volteo y le pregunto a Anastasia con voz solícita.

— Bien. Ninguna molestia mañanera hasta ahora, —dice cruzando los dedos de ambas manos—. Solo muy hambrienta, —añade. Miro su plato apenas tocado.

— No has comido mucho. ¿Hay alguna razón para que tu apetito se haya ido? —Pregunto.

— Nooo, —dice poniento su servilleta sobre la mesa a toda prisa. Siento la creciente tensión en la mesa.

— ¿Cómo está tu padre, José? —Pregunto cambiando de tema—. ¿Se ha sentido mejor después del accidente?

Toma una gran bocanada de aire como si acabara de salir del fondo del océano—.  Sí, está mucho mejor. Aún está en terapia física, pero puede hacer algunas de las actividades que solía disfrutar. Recientemente, papá, Ray y yo vimos el juego de los Mariners en el campo Safeco Field.

— ¿Estaba Ray lo suficientemente recuperado para ir al estadio? —Pregunto. No sé porque me irrita que José pase tiempo con el padrastro de Ana.

— Tienen accesos para discapacitados, pero sí, estaba suficientemente recuperado, — contesta José finalmente dando una mordida a su enchilada sin tocar.

Una mesera diferente me trae los tacos de pescado y el agua embotellada—. Gracias, —digo con una sonrisa, y gime batiendo las pestañas.

— De nada señor, —responde con voz entrecortada. Anastasia entrecierra los ojos a la camarera quién se aleja cuando se encuentra con la mirada acusadora de Anastasia ante la respuesta sumida de la camarera.

— ¿Por qué no nos traes la cuenta? —Pregunta Anastasia a la camarera.

— No has comido todavía y yo tampoco, —replico.

— Lo habré hecho cuando traiga la cuenta. Me llevaré el resto al trabajo.

— ¿Vas a regresar al trabajo? —Pregunto incredulamente.

— Sí, solamente salí para comer. Tengo mucho trabajo pendiente.

José nos mira con curiosidad.

— ¿Puedo convencerte de que regreses a casa conmigo? —Le pregunto.

Los ojos de Anastasia se fijan en José mientras se ruboriza hasta la raíz del cabello—. Aún tengo que trabajar cuatro horas, Christian. Y ya que hoy me siento bien, debo hacerme cargo de algo de ello, —murmura.

La camarera regresa con la cuenta, y le entrego un billeto de 100 dólares y lo meto en la carpeta de la cuenta antes de que la deje en la mesa—. Quédate con el cambio, —murmuro sonriente.

— Yo iba a pagar, Christian, —dice José con petulancia.

— Está bien. Tu dinero no es bueno aquí, —no voy a permitir que otro hombre pague por la comida de mi esposa. Volviéndome nuevamente hacia Anastasia le pregunto—, ¿te gustaría ir conmigo a GEH entonces?

Anastasia suspira—. Christian, tengo mucho trabajo que hacer. Muchos manuscritos que leer y hacerles anotaciones, resumirlos, ir hasta lo esencial.

— Podríamos detenernos y recoger tu trabajo para llevarlo a casa. Ven conmigo, —susurro en voz baja y diabólica y con nada más que intención de seducción.

De inmediato se da cuenta de mi intención—, ¿podemos hablar en privado Christian?, —pregunta en un susurro.

— Sí, por supuesto, digo y me levanto. Exxtiendo la mano para ayudar a Anastasia a levantarse.

— Regresaremos en un momento José, —sonríe levemente y él frunce el ceño, lanzando la servilleta sobre la mesa. Sus fosas nasales arden, pero no hay una maldita cosa que pueda hacer por eso.

Anastasia camina hacia el patio trasero. No hay clientes sentados allí, y la gente que está comiendo está en el interior.

Tan pronto como la puerta se cierra automáticamente, Anastasia voltea hacia mí. Taylor está vigilando la puerta en el otro lado.

— ¿Por qué estás haciendo esto Christian? —Pregunta murmurando.

— Sabes por qué, —digo en voz baja.

— ¡No, no lo sé! Ponme al corriente, por favor. ¿Es por qué los paparazzi me acusaron de deslealtad hacia ti? Si es…

— ¡Para de hablar! —Gruño, inclinándome hacia sus labios. Estamos separados por un suspiro uno del otro. Puedo sentir los latidos del corazón de Anastasia—. Me importa una mierda lo que nadie diga, digamos un paparazzi sórdido. Nunca me ha importado. Por lo que me preocupo, es por ti. La persona a la que deseo proteger eres tú, y a la persona que llevas en el vientre. Tú y este pequeño, —digo extendiendo mi mano derecha sobre su vientre y mi mano izquierda acaricia la parte baja de su espalda—, tú y este pequeño son míos. Ambos. Haré todo lo que esté en mi poder para protegerlos. Vigilarlos… Estaba preocupado hoy cuando oí que José te había ido a ver. Porque justo fue a verte después que lo llamé, —digo.

— ¿Qué? ¿Lo llamaste? ¿Por qué lo llamaste?

— Lo llamé está mañana porque fueron emboscados por los paparazzi y solamente muy poca gente sabía de tu embarazo, y solamente una de esas personas pudo haber sido después de oír que estabas esperando un niño, —murmuro—. Quería asegurarme que no fuera a lastimarte.

— ¡Es mi amigo, no haría eso! —Replica.

— Puede que así sea Ana… Tiene un historial que dice lo contrario. No voy a dejar que estos sucesos sigan a tu costa.

— ¿Qué historial?

— ¿Dónde podré empezar? Empujándose hacia ti, sin mencionar su lengua cuando llegué a rescatarte estando ebria. Tomándote fotos cándidas sin tu permiso y poniéndolas en exhibición en la sala de arte para que otros las compraran. Haciéndote acusaciones sobre el hecho de que te casabas conmigo por mi dinero…

Empequeñece los ojos por mi último comentario—. ¿Cómo supiste eso?

— Lo oí hablar contigo. Incluso si se trataba de una broma, eso era lo que pensaba. ¡Mi última razón fue cuando te avergonzó frente a tu doctora y el personal del hospital, acusándote de haberte embarazado a propósito! Es todo lo que sé de José.

— Quiso disculparse y hacer las paces.

— Eso está bien, ya lo hizo. Pero la amistad requiere que haya respeto por ambas partes. No respetó tus decisiones u oportunidades, porque no están a su favor. Ese no es el comportamiento de alguien que se preocupa por un amigo.

— Christian… —Exhala largamente—. ¿Estás haciendo esto porque estás celoso?

— En parte sí, —confieso—. Pero esa no es la razón principal.

— ¿Cuál es la razón, Christian? —Pregunta—. ¿No puedo salir a comer con un viejo amigo?

— Nena, si José solo fuera un viejo amigo que desea comer contigo, no me importaría. Bueno, —corrijo—. A mi viejo yo sí. Lo que José está haciendo, o pretendiendo hacer es luchar por tu cariño.

— ¿Qué? ¡Eso es ridículo! ¡Sabe que soy una mujer casada! —Replica.

— Oh, sí, sabe eso muy bien, pero nena, todavía está luchando por ti, por tu atención.

— No… —dice con incredulidad.

— Sé que que no te ves como los hombre te ven. Pero Ana, —murmuro sobre sus labios—, cualquier hombre pelearía por ti. Eres hermosa, dulce, inteligente, atrevida, de boca inteligente; eres simplemente un espécimen exquisito de mujer. Yo intento seguir luchando por tu atención y cariño. Eres mi esposa, y no soy más que un mortal que está, verdadera, loca y profundamente enamorado de su esposa.

Truly, madly, deeply – Savage Garden

— Oh Christian, —respira y despacio acerco su espalda  a la pared y la encierro entre el confinamiento de mi cuerpo y la pared mientras mis brazos la mantienen en cautividad.


— Ven a casa conmigo… —murmuro—. He estado duro desde que leí tu correo… bastante público e inesperadamente, debo añadir.


— No he sido yo misma en todo el día, pero creo que tenías razón esta mañana. Necesito ganar control en el trabajo y aprender a manejar las críticas, o al menos que no me preocupen y así puedo ser yo misma el resto del tiempo. Pero, estoy tentada a irme a casa sabiendo que debo regresar al trabajo. No me lo estás poniendo fácil, Christian, —murmura.

— Nena, constantemente me tientas, y desde que recibí tu correo hoy he estado con el pene como una pistola, excitado y hambriento por tu tacto. —Tan pronto como la última palabra sale de mis labios, Anastasia pone las manos sobre mi pecho y me presiona hacia atrás. Sus manos se mueven bajo mi saco rodeando mi cintura, y subiendo por mi espalda. Mis ojos se oscurecen; mi respiración silba a través de mis dientes. Mi polla palpitante y adolorida por estar dentro de ella, dentro de sus cálidos y lujuriosos labios.

— Compromiso… Déjame terminar mi trabajo hoy. Te prometo que puedes cumplir todo por lo que te pedí en  mi correo.

— ¿Subiendo desde el fondo de nuevo, señora Grey? —Le digo presionándome contra ella.

— Como si me cedieras el control a mí, señor Grey, —murmura carnalmente.
— No tienes idea de lo que te permitiría hacer nena. Haría cualquier cosa por ti. Y en este momento tengo la abrumadora necesidad de follarte. ¡Hacerte el amor hasta que grites mi nombre, y dejarte tan satisfecha que no recardarás el nombre de ningún otro hombre por algún tiempo!

Los labios de Anastasia se abren y traga fuerte. Hay un inmenso deseo en su mirada mezclada con otras emociones: amor, lujuria, ternura y satisfacción primitiva de una mujer que sabe que tiene a su hombre cogido por las pelotas—. Contraoferta… Tú trabajas dos horas y te recojo a las 3:00 p.m. —Murmuro mordiendo y chupando su labio inferior.

Gime—. A las cuatro p.m.

— A las 3:30 —Le digo presionándola.

— ¡Trato hecho! —Responde con su sangre ardiendo.

— Ahora, digamos adiós a tu amigo, y te llevaré a SIP antes que decida tomarte en un cercano lugar privado, —le digo  tomando la mano de mi esposa y tirando de ella detrás de mí.

José es incapaz de hacer contacto visual con Ana mientras ella le agradece haber hecho las paces y le dice adiós.

Cuando se las arregla para mirarla, murmura—, ¿Eres realmente feliz, Ana?
— Sí José, soy locamente feliz con mi marido, —dice apretando mi mano mientras su otra mano inconsciente y protectivamente se dirige a su vientre.

— Entonces soy feliz por ti. Pero, —dice bajando la voz—, si en algún momento no lo eres, estoy allí para ti, soy tu amigo, —dice dejando las palabras no dichas de como desea que fuera algo más.

— Gracias. Eres mi amigo, el hermano que nunca tuve. Deseo verte feliz con alguien que se preocupe por ti y te ame de la manera que mereces ser amado, —le dice Anastasia. Luego baja la voz—, pero no soy esa persona. Soy una mujer casada enamorada de su marido. Locamente enamorada… —luego se aleja de mi un paso y tomando el codo de José camina unos paso lejos de mí—. Deseo esto para ti, para tu vida. No alguien que  no pueda amarte de la forma en que tú la ames. Nunca habrá nadie más para mí. Nunca. Solamente es Christian. Siempre será solo Christian. No puedo amar a nadie más como lo amo a él. Es mi marido, mi vida, y mi universo entero.

— Es un controlador, —José dice respirando.

— Es mío y soy suya. No lo quiero de ninguna otra forma. Lo amo con todos sus defectos, con todas sus extravagancias y su comportamiente dominante. Lo amo no por quién es, sino por lo que soy cuando estoy con él. Soy toda, completa, feliz y soy mi mejor versión gracias a él. Nos completamos uno al otro. Por favor entiende eso. Si quieres una amiga, soy tu amiga, tu hermana. Eso nunca cambiará y espero que sea suficiente. Si quieres algo más, sábete que nunca podré ser eso para ti ni para nadie. Siempre será Christian para mí.

— Lo sé, pero… —comienza en un murmullo.

— Antes que digas cualquier otra cosa José, quiero que pienses muy bien lo que deseas decirme, por favor. Deseo conservarte como amigo, pero en cualquier momento que pienses en mí como algo más, dejaré de estar en contacto contigo a pesar del hecho de que te quiero y valoro nuestra amistad, José. Y nunca más cuestiones el amor y consideración de mi marido por mí. No es tu lugar para hacer eso. ¡Es mi hombre y solo mío! —Dice, su voz es un ferviente murmullo—. En el momento que faltes el respeto a mi relación con mi marido, no lo detendré a que tome las medidas que quiera tomar para saber que no estás entrometiéndote en su territorio. Tanto como Christian es mío, también lo soy de él. Soy su esposa embarazada y no una soltera disponible. Muéstranos tu repeto a nuestra relación y podremos reciprocar lo mismo para ti. ¿Entiendes mi reticencia? Dices que valoras mi amistad pero tu comportamiento indica otra cosa. Me estás forzando a romper mi amistad contigo, sin embargo a regañadientes, pero es tu propio comportamiento… —José abre la boca pero Anastasia levanta su dedo—. Esta es tu oportunidad para decirme que la amistad que te ofrezco es suficiente, o la terminará para siempre.

— Tu amistad es suficiente Ana. Debe serlo.

He estado orgulloso de mi mujer antes, pero en este momento, Anastasia se ha hecho cargo de su amigo y lo pone en su lugar haciendo que mi mente se relaje y me hace enamorarme de ella nuevamente. Habría sido una muy buena jodida dominante. Después nuevamente, sé que es un cambio. ¡Joder! ¡No puedo esperar hasta la noche!

* * * * *

— ¿Cómo está señora Grey? Le pregunto a Anastasia cuando se desliza por el asiento de atrás de la SUV. Una tímida sonrisa asoma a sus labios.

Estoy bien, señor Grey. ¿Tuviste un día agradable? —Me pregunta.

— Después de haber comido con mi esposa y obteniendo ciertas promesas de ella, creo que mi día solo puede mejorar, Anastasia, —murmuro con sonrisa lujuriosa. Tomo su mano entre las mías y la jalo a mis brazos—. Te he extrañado señora Grey, —murmuro en su oreja.

— ¿En las últimas tres horas? Lo hiciste mal para mí. Pero nuevamente, es justo.

— ¿Por qué?

— Porqué me puse peor.

— ¿Cómo está júnior?

— Muy bien, —dice con asombro en los ojos.

— ¿Qué?

— Nada, —dice moviendo la cabeza.

— Ana, nunca es nada en ti. ¿Qué?

— ¿No puede una chica estar maravillada de su guapo, sensible, sensual y excitante marido? Eso es todo… —Reponde.

— ¿Eso es todo señora Grey?

— Hay más. Pero para qué decirlo todo al mismo tiempo.

— Ponte el cinturón de seguridad señora Grey. —La reprendo burlonamente—, los quiero seguros a los dos.

— Sí señor, —responde haciendo temblar mi pene.

* * * * *

Taylor nos deja frente a los ascensores. Sawyer maneja la otra SUV desde SIP.

— ¿Tienes hambre? —Pregunto en el elevador, el calor de mi mirada atrapando la suya.

— No de comida.

— Bien, yo tampoco. ¿Estás segura que quieres ir al Cuarto de Juegos? —Pregunto.

— ¿Te estás echando para atrás? —Pregunta ansiosamente.

— No. Pero quiero asegurarme que esto es lo que quieres, no lo que piensas que quiero.

— Señor Grey, tenía la impresión de que el Cuarto de Juego también era mío. Tú dijiste eso. ‘Si dices que sí, Anastasia, este Cuarto de Juego puede ser todo tuyo’. —Dice haciendo una buena imitación de mi voz.

— Lo que me gustaría hacerle a tu boca inteligente, —sonrío con deseo lascivo.

— Sé lo que quiero.

— ¿Y qué es?

— Quiero que me enseñes a ganar control sobre mi cuerpo así no cederé inesperadamente el control a otros como esta mañana. Quiero que tomes ese control durante las siguientes siete horas y aclararé mi mente. Quiero me complazcas y que me pidas que te complazca. Haz… haznos perdernos el uno en el otro… —dice y oscureciendo mis ojos, la libido se me dispara hasta el techo y mi polla se tensiona en mis pantalones doliendo, deseando enterrarme en mi esposa. Empujo a mi esposa a la pared del elevador y sello mis labios sobre los de ella.


Cuando se abren las puertas del elevador, entrelazo mis dedos con los de ella y la jalo fuera del ascensor.

Ignorando al personal doméstico, tomo el portafolios de mi esposa y lo dejo caer sobre la mesa del vestíbulo. Luego la jalo a nuestra recámara. Cerrando la puerta con el pie, me vuelvo hacia Anastasia—. ¿Cómo te sientes?

— Excitada, —responde haciendo que yo haga una media sonrisa.

— Físicamente. —Corrijo.

— Bastante bien, señor Grey. Todo lo que quiero hacer es…

— Sé lo que quieres y vamos a probar todos los deseos y sabores señora Grey. Solo quiero asegurarme que mi esposa puede tomar lo que tengo para ofrecerle. Así que, permíteme preguntarte una vez más. ¿Cómo te sientes?

— ¡Me siento bien Christian! —Dice rodando los ojos.

— ¡No ruedes los ojos, señora Grey! Quiero que vayas al Cuarto de Juegos, te quites todo excepto esos deliciosos Loboutin y tus bragas. He estado soñando con esos tacones alrededor de mis hombros, mi cintura o mi trasero todo el día. —Su boca se abre—. Vete ahora y siéntate como te enseñé junto a la puerta, —digo mientras le doy un duro golpe detrás.

Grita—, ¡Ay!

— ¿Qué?

— ¡Si Señor! —Responde mientras se apresura al Cuarto de Juegos.

Inmediatamento me deshago de mi traje, corbata, camisa, bóxer, zapatos y calcetines. Saco los vaqueros deslavados y rotos y me los pongo. Dejando el botón de la cintura abierto, me dirijo a la cocina. Lleno un vaso con hielo, tomo una botella de Sancerre frío y me dirijo al Cuarto de Juegos. Cuando entro, encuentro a Anastasia sentada junto a la puerta, desnuda excepto por sus bragas y sus zapatos de tacón alto. Su cabeza está gacha y sus manos extendidas sobre sus rodillas. Sin palabras camino a la cómoda y dejo el vaso de hielo y la botella de Sancerre encima. Con cuidado escojo los juguetes que quiero utilizar para esta escena. Luego, despacio me dirijo al aparato estéreo.


Cuando empieza la música, Anastasia levanta la cabeza y su mirada engancha la mía cuando Michael Bublé y Laura Pausini empiezan a cantar ‘Nunca encontrarás un amor como el mío’, una reminiscencia de nuestra luna de miel recordándole que nadie puede amarla tanto como yo.

You’ll never find another love like mine – Laura Pausini & Michael Bublé

La levanto del del suelo y enredando su cabello alrededor de mi muñeca, la beso duro, chupando su labio inferior, y después invadiendo con mi lengua su cálida y aterciopelada boca. Cuando nos separamos ambos estamos sin aliento.

— Vuélvete, —ordeno.

— Sí, Señor, —responde sin aliento.

Trenzo su cabello mientras ella silenciosamente me tiende la banda para asegurarla.

— Anastasia, estamos aquí porque decidiste cederme el control de tu cuerpo y mente esta tarde. Pero eres mi esposa. Así que, en cualquier momento que sea demasiado, quiero que solo digas ‘para’ y lo haré. Sin palabras de seguridad, ¿de acuerdo?

— Sí, Señor, —responde con voz entrecortada.

— Buena chica. Te enseñaré a tener control sobre tu cuerpo y eventualmente sobre tu mente.

— Gracias Señor.

— ¿Qué quieres Anastasía?

— Usted decide Señor, yo… —dice dudosamente—. Quiero darte el control sobre mí esta tarde.

— ¿Estás segura? Dime que pare si es demasiado intenso, y lo haré.

— Sí, Señor, —responde respirando ansiosamente por la anticipación.




     
— Ven, —le digo y la tomo de la mano—. Pon la cara sobre esta mesa. —Obedece inmediatamente. Aparto sus pies solo un poco con los míos. Acaricio sus hermosas nalgas y le doy la primera nalgada fuerte. Gime en respuesta.


— Ahora silencio. La primera parte del control es esperar lo inesperado. —Deslizo sus bragas de encaje hacia abajo, lentamente. Mis manos acariciando sus tonificados muslos y piernas, patinando sobre suave y tersa piel. Las pongo alrededor de sus tobillos. Levantando un pie, le quito las bragas y luego el otro, las arrojo a la silla de cuero. Vierto aceite para masaje en mi palma, y cuidadosamente la extiendo en ambas manos. Presiono firmemente detrás de sus sensuales rodillas. Gime apenas tenuemente—. Control nena, es necesario que controles tus deseos. La gratificación diferida no solo te enseña a ti, —le digo mientras mis dedos suben por la longitud de sus piernas y llegando a la cúspide de sus muslos, hundo un dedo en su brillante sexo rosado—, pero también, —añado—, proporciona la máxima intensidad, —mientras abro sus piernas con las mías forzándola a mantenerlas separadas mientras hundo un segundo y tercer dedo en sus pliegues, haciendo círculos gentilmente, proporcionándole placer, abrazando mis dedos en su cremosidad—, así como el máximo placer. Saco los dedos de ella y pongo la cabeza sobre su sexo inhalando profundamente su esencia. Jalo sus nalgas hacia arriba y pongo mi mano izquierda sobre su hueso púbico, haciéndose presente su sexo detrás de mi lengua lista a disfrutar su dulce sabor. Presiono su clítoris con el yema del pulgar mientras mi lengua invade y conquista su sexo, sumergiéndola y retirándola varias veces. Cada vez que está lista para el orgasmo, retiro la lengua y mantengo su placer a raya—. Control nena.


— Por favor Christian, —me ruega.

— Todo a su debido tiempo. Anticipación, espera, restringe y disfruta la excitación—, murmuro entre cada chupada que le da placer. Justo cuando está a punto de alcanzar su pico, la jalo para ponerla en posición vertical—. Ahora, ponte de pie con tu espalda en mi pecho, —ordeno. Obedece inmediatamente. Le vendo los ojos lentamente acariciando sus mejillas, cuello, los lóbulos de sus orejas y chupo hacia su garganta—. Quiero que pongas tus manos alrededor de mi cuello, —murmuro y obedece. Sus pechos están más curvos que nunca debido a su embarazo y encajan en mis manos bellamente. Recorro con mis manos oleosas su garganta, sus pechos, los montes de ellos y hacia su vientre y su hueso púbico y lentamente subo nuevamente. Gime y se retuerce con mi tacto—. El control requiere absorber la sensación, y encontrar ese lugar en tu mente donde la intensidad del acto te alcanzará solo cuando tú lo permitas, —murmuro. El sonido que le sale del alma a una mujer grita la letra sin palabras cantando ‘El gran concierto en la luna’—. Siente mis manos, pero encuentra ese lugar en tu mente, enciérrate, y hazme trabajar para conseguirte. Mi recompensa es trabajar duramente para alcanzar tus puntos de placer, no solo aquí, —murmuro retorciéndole ambos pezones entre mis pulgares e índices, provocándole otro gemido de placer. Y arqueando su espalda entre las palmas de mis manos.


The great gig in the sky – Pink Floyd



— O aquí, —murmuro lascivamente chupando su cuello mientras  mis dedos trabajan dentro de su mágico interior—. Quiero estar aquí, —murmuro besando su inclinada sien—, y aquí, —deslizo las manos entre sus senos—. Quiero que te rindas a mí de forma tal que seas incapaz de venirte sin que yo te lo diga. Tienes que someter el control de tu  placer a mí.

— Sí… ahhhh… —gime—, Señor, —añade.

Mi polla está apretando dentro de los vaqueros suaves, lista para complacerla. Pero esto es en beneficio de ambos. Mi esposa quiere aprender a controlarse de la misma manera que a someterse a mi control en este caso. Solo quiero lograrlo.

Lentamente la conduzco a la cruz de madera con sus brazos alrededor de mi cuello y mi polla apretando sus nalgas—. Te esposaré los brazos a la cruz ahora Anastasia, pero voy a sujetarte las piernas con la barra espaciadora, —le informo—. Pero después de eso, no te haré más adeventencias. Todo será inesperado. Tendrás que controlar tu placer hasta que te diga que te vengas, y no sin mí. ¿Entiendes? —Pregunto. Ella asiente—. Necesito confirmación verbal Anastasia, —ordeno.

— Sí, Señor, —responde sin aliento.

— ¿Y si es demasiado intenso? —Pregunto.

— Te diré que pares, Señor, responde.

— Buena chica—. Agarro el vaso con hielo y tomo uno entre los dedos. Despacio lo paso por uno de sus pezones que inmediatamente se yergue, que hace dar un gemido ahogado a Anastasia. Paso el hielo alrededor de la areola y luego introduzco su pezón a la calidez de mi boca, creando una sensación contrastante. Chupo su pezón profundamente y fuerte mientras paso el hielo en la misma dirección que mi lengua chupando el otro pezón causándole que se yerga y pidiendo la atención de mi boca. Anastasia se trata de deshacer de sus ataduras pero es incapaz de moverse un solo centímetro. La espalda de Anastasia se arquea mientras tiembla por la anticipación del intenso deseo. Luego tomo el hielo entre los dientes y recorro arriba y abajo su torso. Cuando llego a su encerado sexo, el hielo la hace temblar y rogar.


 
— ¡Necesito tu polla! ¡Por favor Christian! ¡Dentro de mí! —Vuelvo a tomar el hielo entre mis dedos y lo paso por sus pezones otra vez.


— Control nena, encuentra el lugar en tu mente y hazme trabajar para abrir la puerta de tu mente. —Hace una profunda y temblorosa respiración. Finalmente paso el hielo por sus labios haciéndole lamerlos y lamer el trozo de hielo. Me inclino y la beso con dureza, dejándole los labios lastimados y deseosos.

Tomo su látigo de equitación favorito y lo paso por sus pechos, a los lados y finalmente lo sumerjo en su sexo. Se estremece en respuesta—. Placer y dolor… no muy diferentes uno del otro, —murmuro deslizando el látigo fuera de su sexo que ahora brilla con su cremosidad—. Chuuupa. —le ordeno y obedece de inmediato—. Basta, —le dijo jalando el látigo de su ansiosa boca. La deslizo por su barbilla, cuello, entre el valle de sus senos, alrededor de sus pezones, a los lados, y acariciando su vientre, haciéndola sostener la respiración. Finalmente levanto el látigo y empiezo a darle golpecitos contra el sexo, muslos, pezones y nalgas, pero nunca en sucesión, e inesperadamente sin un patrón de tal forma que entenderá el concepto de control. La canción de Pink Floyd’s empieza nuevamente y Anastasia alcanza su pico—. ¡Controla el impulso Ana! —Le ordeno y finalmente le dejo caer pequeños pero eficaces golpecitos sobre su clítoris.

— ¡Christian, no puedo aguantarme!

— ¡Sí, sí puedes!

— ¡No puedo! ¡Estoy cerca!

— ¡Sí puedes! ¡Sí puedes! ¡Sí puedes! ¡Aguanta nena, hasta que te diga que te vengas! ¡Solo hasta que te diga que te vengas! —Sus pezones se fruncen, y su cara se aprieta como si se estuviera concentrando en algún otro lugar de su mente. Dejo caer el décimo quinto golpecito sobre su sexo,;rápidamente desato sus manos y llevo a mi esposa a la cama. La pongo boca abajo y rápidamente me despojo de los vaqueros. Levanto las nalgas de Anastasia en el aire y la nalgueo dos veces y le doy otro golpe en el sexo. Luego me empujo al interior de su sexo con un duro golpe, manteniéndome profundamente dentro de ella, dentro de mi esposa donde he querido estar todo el día.

Salgo de ella lentamente hasta la punta. Haciéndola sentir cada centímetro de mi longitud y luego me sumerjo en ella nuevamente. Salgo una vez más y solo inserto la punta de mi pene, cubierto por su resbaladiza cremosidad. Luego finalmente empiezo a entrar y salir rápidamente, en sucesión animal. Se sostiene en sus codos mientras me introduzco en ella.

— ¡Por favor Christian… Señor! ¡Estoy cerca!

— ¡No! ¡Todavía no! ¡Contrólalo. Mántenlo, no permitas que te domine! —Grita con su cuerpo apenas contenido por el placer que está esperando en el precipio. Su sexo está hinchado, su abertura invitante, apretando como un guante en puño. Meto mi polla más profundamente, escurriéndome de su centro y frotando sobre su dolorido clítoris. Quiere cerrar las piernas, pero la barra espaciadora le impide hacerlo y la deja sentir todo el placer. Empujo más profundamente, y levantando sus glúteos encuentro la secreta localización de su placer central. Angulando mis caderas, la punta de mi polla golpea sobre el punto dolorosamente lento.

— ¡Christian! —Ruega.

— ¡Di mi nombre otra vez!

— ¡Christian! ¡Christian! ¡Christian! ¡Christian Grey!

— ¿Cuándo. Te. Vienes? —Siseo a través de los dientes con cada empuje.

— ¡Cuando me lo permitas, Señor! —Grita—. ¡Por favor…! —Ruega.

— ¡Vente para mi ahora nena! —Grito y y ella grita su orgasmo con la voz del alma en la canción también grita su éxtasis. Me vengo en voz alta, derramando mi placer en ella, llenándola, declarando mi amor y mi marca de posesión de mi esposa, me siento completo, y completamente lleno.

Cuando finalmente regresamos a nuestros sentidos, desabrocho la barra espaciadora de sus piernas, y froto sus tobillos—. ¿Cómo estuvo eso para el control?

— Alucinante y totalmente educativo, —murmura antes de quedar dormida entre mis brazos.

El amor no conoce límites a su resistencia, no hay final a su confianza, ni desvanecimiento a su esperanza; puede sobrevivir a cualquier cosa. El amor aún permanece cuando todo lo demás ha sido vencido.